Un invitado especial a la fiesta de Marta (2)

Tras estrenarme como comechochos con Helena nos trasladamos todos al comedor, donde la fantasía llegará a límites insospechados

Una vez en el salón me di cuenta de que se iba a liar gorda, y me sentía muy excitado por ello. La adrenalina corría por mi cuerpo al sentir las vibraciones y la tensión sexual de aquella situación en la que poco a poco me había metido, ahora ya hasta la médula. Cuando entré en el salón me fijé en que Mónica y Laura se habían sentado en el sofá. Luisa todavía intentando reparar los estragos que había causado en ella nuestra particular toma de contacto,se sentó en un sillón que quedaba libre. Marta, que había venido metiéndome mano desde la habitación, se sentó junto a Mónica y Laura. Me di cuenta de que sobretodo Mónica y Marta me miraban con una cara de vicio que me la ponía muy pero que muy morcillona. Me imaginaba ya la boca de mamona de Mónica tragándose mi polla entera y a Marta comiéndomela como si no hubiera mañana. Me percaté de que Faltaba Helena. Mónica me aclaró la situación:

  • Helena está en la cocina. Creo que se está poniendo hielo en el coño de cómo se lo has dejado de caliente. Las cuatro amigas rieron al unísono el comentario.

Fui hacia la cocina. Helena simplemente se estaba preparando un cubata. En cuanto me vio me sonrió diciéndome:

  • Cabrón, me arde el coño, creo que jamás me lo habían comido así. Quiero que esas cuatro zorras vean lo bien que me lo chupas. ¿Tienes más hambre de chocho?
  • Mmmm…soy difícil de saciar – le respondí.

Volvimos al salón y sin decir nada a las demás me tumbé en el suelo ante ellas. Entre extrañadas y cachondas empezaron a mirarse entre ellas. Incluso Mónica se levantó y se puso frente a mí, lo que me brindó una esplendorosa vista de sus bragas, pues llevaba el vestido casi remangado por completo. Estoy seguro que hubiera sido cuestión de segundos el ponerme el coño en la boca, pero debía esperar. No tardó en llegar Helena, que ni corta ni perezosa, sin dar ninguna explicación se sentó sobre mi cara, de manera que justo al agacharse su coño caía directo y en todo su esplendor en mi boca. Empecé a merendármelo sin previo aviso. La cabrona lo tenía hinchado y desflorado de la paliza oral a la que la había sometido hacía un rato, pero tenía ganas de más y estaba tan cachonda que su flujo resbalaba por la comisura de mis labios.

Todo quedó en silencio durante varios segundos. Las cuatro amigas no perdían detalle de mis maniobras en el coño de Helena. Empecé a comérselo y en cuanto llegaron los primeros tirones Laura rompió el silencio:

  • Joder. Se me está haciendo el coño agua tías. No veas como se lo está trabajando.
  • Mira lo gordo que se lo ha puesto – añadió Marta

Mónica y Luisa miraban extasiadas, sin articular palabra, pero con un vicio latente en sus rostros que me volvía a poner la polla en estado de alerta.

Llegó el momento de correrse y Helena no se cortó un pelo. Lanzaba alaridos y me maldecía a partes iguales. Las otras reían y comentaban lo cachonda que se había puesto Helena y lo cachondas que se estaban poniendo ellas.

Tras correrse como una perra Helena me dio un beso en la boca y se dirigió enseguida a una silla para tomarse tranquilamente el cubata y descansar.

Entonces me levanté y me coloqué frente a las cuatro chicas restantes. Me había quitado la camisa hacía tiempo, por lo que simplemente llevaba unos pantalones a medio abrochar, ya que Marta no había perdido el tiempo magreándome el paquete.

Me paseé muy lentamente frente a ellas, a escasos centímetros de sus caras. Luisa no se lo pensó un segundo y fue la primera en atacar. Sin nisiquiera quitarme los pantalones empezó a mordisquearme y a magrearme el paquete con su boca, sin importarle dejar sus babas para quién viniera después. Laura, más sofisticada, me cogió de la cintura y me desabrochó lentamente el pantalón, mientras Mónica y Marta, a su lado, me miraban con cara de tragonas

Tras desabrocharme el pantalón y descubrir el paquete empezó a magrearlo con la mano. La cabrona me apretaba los huevos y me buscaba la polla por encima de los bóxers, que por cierto, estaban que reventaban. Por fín no pudo más y me los bajó. Mi polla saltó como un resorte quedando a milímetros de su boca. Laura sacó tímidamente su lengua, como quién prueba sutilmente un dulce, cuando Mónica se abalanzó sobre mi rabo y se lo empezó a comer a destajo.

Dios, ¡Cómo mamaba! Succionaba con fuerza a lo largo y ancho de mi polla y esta fue creciendo entre sus labios hasta que se vio obligada a abrir algo más la boca. Laura exclamó:

  • Pero que guarra la Mónica! Tú te crees!
  • Marta la tranquilizó: - No te preocupes, nos vamos a poner todas de polla que ya verás

Mónica no daba cuartel. Me la apretaba fuerte con la boca y me descapullaba de la propia presión. Cuando sentía mi capullo en su boca le empezaba a dar lengüetazos y a escupir sobre él. Yo mismo le saqué la polla de la boca a Mónica y sin pensarlo dos veces la empecé a menear entre Laura y Marta. Ambas tenían ganas de tragársela, pero la indecisión de Laura le volvió a jugar una mala pasada. Marta me cogió de la cintura y me llevó claramente hacia ella con un gesto claro que indicaba que iba a mamármela bien mamada. Empecé a jugar con mi polla frente a sus labios. Ella sacaba la lengua y abría la boca intentando pillármela, pero yo hábilmente la meneaba y le propinaba unos buenos bastonazos en la boca con mi tranca tras cada intento fallido. El juego la estaba poniendo cachondísima. Por fin, me pilló el truco y se la tragó entera. Empezó a sorberme el capullo, que estaba ya como una bola de billar. Rebañaba mi capullo de forma sonora, dejando caer hilillos de baba, lo que a mí me provocaba un placer infinito.

Tras una chupada que me había hinchado la polla hasta lo que podía dar de sí su boca puse mis manos sobre su cabeza. Ella supo enseguida lo que pretendía y me jaleó para que no me lo pensara dos veces.

  • Fóllame la boca. Metémela hasta la campanilla. Quiero que me ahogues con tu polla!

Laura, que parecía disfrutar del espectáculo pese a no conseguir su ración de rabo puso su granito de arena:

  • Dále polla a esta guarra tragona, verás como se la traga entera!

Lentamente fui introduciendo mi polla en la boca de Marta, dejando que se recreara con algún que otro lengüetazo que me la ponía firme y dura. Cuando se dio cuenta, tenía la polla entera dentro de su boca. Mis huevos tocaban incluso su barbilla y empecé a golpeársela con ellos cuando inicié el acoso y derribo. Con movimientos primero lentos empecé a sacarla prácticamente entera de su boca y a endiñársela de nuevo, esta vez sin transiciones ni compasión, de un golpe, a lo que ella me respondió con alguna que otra arcada que indicaban que mi polla tocaba fondo. Era excitante oir el sonido que producía su mamada. El chapoteo repetitivo se veía alterado con algún que otro sonido gutural cuando se sentía atragantada. A mi eso me ponía a tope.

Cuando me di cuenta dos lagrimitas cuasadas por el esfuerzo brotaban de sus ojos, unos ojos brillantes de deseo que me estaban diciéndo…endíñámela entera cabrón, haz que me atragante de placer con tu polla!

De vez en cuando le daba un respiro. Le sacaba la polla y ella aprovechaba para coger aire y separar los hilitos de baba que quedaban entre mi polla y su boca. Luego se la volvía a tragar hasta la base, hasta que volvía a sentir la arcada, que le estaban proporcionando un placer infinito. Me fijé que Laura metió la mano entre sus piernas y la meneó durante unos segundos, sacándola literalmente empapada.

  • Dios! Esta guarra está que chorrea! Tiene el coño empapado la muy zorra!

Eso me dio aliento para completar mi ataque sobre su boca y empezar a bombardearsela con fuerza y rapidez. Ella no daba abasto a abrir la boca, pero se la quería tragar con tal ansiedad que tuve que sacarla para no correrme.

Me entretuve un rato jugando con mi polla entre sus labios cuando me di cuenta de que Laura había vuelto a la carga. Al parecer le había gustado el tacto del coño de Marta y cuando me percaté había metido la mano entre sus bragas y la estaba pajeando descaradamente. Marta, lejos de oponer resistencia abrió más sus piernas. Aproveché el interludio para metérsela en la boca a Mónica, que llevaba ya un rato pidiéndola con ojos de viciosa. La verdad es que la boca de Mónica era increíble. Sus mejillas se hundían visiblemente a cada chupada que daba. Me estaba volviendo loco de placer. En plena mamada clavaba sus ojos en mí como si quisiera decir…¿Te gusta? ¿te gusta como te la como? Era una guarra mamona de las de verdad.

Enseguida Luisa pidió su parte del pastel y empezaron a pelearse por comérsela. Alterné entre sus dos bocas haciendo que Luisa sacara su enorme lengua para lamerme bien el tronco. Mónica en cambio, se concentró en el capullo y empezó a succionármelo hasta que no le cabía en la boca.

  • Sois unas tragonas de campeonato – Exclamé – Me estáis volviendo loco.

Cuando Mónica se saciaba devorándome el capullo, le sacaba el rabo de la boca con violencia y se la endiñaba a Luisa, que la esperaba con su lengua de perra totalmente fuera para meneármela con sus lametones. Así estuvimos otro buen rato hasta que sentí que no podía más. Tuve que sacarla, porqué tenía previsto guardar mi corrida más salvaje para después

Mientras los preliminares entre Marta y Laura habían progresado y ésta ya había empezado la gentil tarea de comerle los pezones. Me planté delante de ellas y les dije:

  • Quiero follarme a esta zorra. ¡Preparádmela!

Inmediatamente Mónica se levantó y se sentó al lado de Marta. Laura se quedó donde estaba pero ambas entendieron a la perfección mis intenciones. Cada uno cogió una pierna de Marta y se las separaron a los lados. Con una sonrisa viciosa, Marta acabó de ponerse cómoda, deslizándose y abriendo sus piernas hasta que tuve su coño delante. Estaba mojada, muy mojada. La verdad es que las caricias de Laura la habían dejado a punto de caramelo.

Me arrodillé ante ella y empecé a pasar mi polla por su lubricado chocho dándole golpecitos con mi rabo hasta que ella misma me pidió que se la metiera de un golpe.

  • ¡Fóllame joder! Reviéntame! - Me gritó con los ojos encendidos.

Estaba chorreando. La polla entró de una embestida y empecé a follármela con pasión. Ella no paraba de mover el culo para tragársela mejor. De vez en cuando, se la sacaba, pero Mónica, atenta y sin perder un segundo se la tragaba al instante. Me la chupaba como si quisiera vaciarla y se la volvía a meter en el coño a su amiga. Marta me miraba con rabia mientras no paraba de murmurar cosas ininteligibles que entre jadeos e insultos demostraban que se lo estaba pasando como una auténtica cerda.

Mientras seguía bombeando el coño de Marta, Laura me brindaba el suyo invitándome a que se lo tocara. Empecé metiéndole un par de dedos, pero la guarra tenía el coño tan dilatado que cuando me di cuenta le había endiñado la mano entera. Dios, ¡cómo tragaba aquel coño!. Mi mano salía chorreando y pringosa y Luisa no tardó en lamerla.

Entonces, absolutamente fuera de sí, Luisa me dijo con cara de mala leche:

  • ¡Fóllame el culo, cabrón! Quiero que me lo jodas bien hasta mearme de gusto.

Cuando me di cuenta, Luisa se había remangado la falda y estaba a cuatro patas sobre el sofá. Laura se encargaba de separarle las nalgas para descubrir bien su ojete, un ojete apetitoso con el que sin duda alguna no iba a tener ninguna compasión. Sin dejar de follarme a Marta, que tenía los ojos en blanco de placer, le pedí a Laura que le escupiera bien en el agujero del culo a Luisa. Esta no sólo le escupió sino que la muy cerda empezó a lamérselo.

  • Así – Le dije. - Déjale ese ojete bien tierno para lo que tiene que entrar.

Era alucinante. En cuestión de un minuto el ojete de Luisa se había dilatado de una forma espectacular. Laura empezó a escupirle dentro del culo y a follárselo con los dedos, a lo que Luisa respondía contrayendo su ano para apretarle bien los dedos.

  • ¡Cómo me muerde con el culo, la muy guarra! – Exclamó riendo Laura

Saqué la polla del coño de Marta y mientras Laura le separaba bien las nalgas a Luisa le planté el capullo en el ojete. Ella abría y cerraba el agujero a su antojo mientras me miraba riéndose, como si intentara exhibir sus secretos más cerdos con un aire divertido. Parecía que aquel ojete me estaba dando besitos. En uno de sus guiños le clavé el capullo. Luisa ni se inmutó. Empecé a notar presión en mi polla. La muy cerda se la estaba tragando con el culo sin dejar de mirarme con una sonrisa viciosa.

Sin oponer demasiada resistencia me di cuenta de que entró hasta lo más hondo gracias a la succión que ella misma provocaba.

El culo de Luisa parecía un aspirador. Mi polla desaparecía dentro circundada por su ojete, que me apretaba dándome un gusto terrible. Empecé a darle más caña y la cabrona respondía manteniendo el pulso sin dejar de apretarme la polla con el ano. Coordinaba a la perfección los movimientos para darme el mayor placer posible. De vez en cuando, me gustaba sacar la polla y ver como Laura le abría el culo hasta el extremo, momento en que yo hundía su cabeza para que le metiera la lengua dentro. Mientras esto sucedía, Mónica daba buena cuenta de mi polla que estaba ya empezando a no poder más.

La escena era realmente dantesca. Marta espatarrada en el sofá con el coño todavía humeando, Laura clavándole la lengua en el ojete a Luisa en cuanto éste quedaba libre, Mónica babeando a mi lado y succionándome la polla entre embestida y embestida. Cuando me giré, vi a Helena tumbada en la mesa del comedor follandose el coño con una botella de champagne y yo allí, petándole el culo a Luisa que no dejaba de mirarme con la mirada más guarra que he visto en mi vida.

Inicié la embestida final y le taladré el culo a Luisa con fuerza y rapidez hasta que la muy cerda se volvió a mear. Empezaron a salir unos chorritos y invité a Mónica a poner su cara frente a ella. Cuando saqué la polla definitivamente varios chorros a presión salieron del coño de Luisa estallando en la cara de Mónica.

  • Qué cerda, te has meado en mi cara – exclamó indignada pero excitada Mónica
  • Pues claro guarra. Te me has puesto a tiro – respondió suciamente Luisa

Avisé a las cinco.

  • Me voy a correr… no puedo más. Os voy a llenar de leche.

Inmediatamente Marta, Mónica, Luisa y Laura se arrodillaron como perras a mi alrededor. Helena había desconectado y seguía dándose gusto con aquella botella.

Mónica y Marta se turnaban en pajearme fuerte, cogiendo y apretando mi polla con toda la mano. Aquello no podía aguantar mucho más.

  • ¿Os gusta la leche? ¿Os la vaís a tragar toda?

No me contestaron pero Marta y Luisa sacaron la lengua como perras y empezaron a darme lametones en el capullo hasta que no pude más y estallé.

Cuatro o cinco chorros de leche salieron disparados de mi polla. Debían estar hirviendo por lo que me quemaba el capullo. Los dos primeros se los endiñé a Mónica en toda la boca, y cuando iba a salir el tercero pude apuntar a la boca de Marta, que se comió el resto. Se tragó toda la leche restante y empezó a jadear mientras se relamía y la leche caía por la comisura de sus labios, momento que aprovechaban Luisa y Mónica para lamérsela bien.

Mientras yo limpiaba mi polla en sus caras, las cuatro empezaron a intercambiar babas y a jugar con mi corrida. Se la pasaban de unas a otras como si de un juego se tratara. Al final, la mezcla de babas y leche se la tragó enterita Luisa, sacando su perruna lengua para demostrar que no quedaba un rastro de mi leche en su boca.

Marta y Luisa se quedaron en el suelo derrotadas. Laura se levantó y se fue directa a morrease con Helena, que ya se había corrido con el vaivén de la botella. Fue Mónica la que se levantó y toda orgullosa sentenció:

  • Joder – Vaya hatajo de guarras –

Yo me sentía desfallecer. Me fui directo a la ducha y disfruté limpiando mi sudor, que salía ya por todos los poros de mi piel

Jamás pensé que mi fantasía iba a ser como lo que viví aquel día. No me di cuenta hasta que había acabado que lo que había vivido te pasa una vez en la vida y que si no estás preparado, el libro del destino pasa página…Yo supe abrir el libro por la página que contenía el secreto del placer. Y ahora, cuando oiga que las fantasías se desinflan al convertirse en realidad, me daré la vuelta y sin que nadie me vea sonreiré