Un interés repentino (Capítulo 2)
Yo entraré, donde tú quieras que lo haga.
Regina
Llegué al instituto al siguiente día hecha un lío. ¿Pero qué diablos me pasó ayer? No debí haber hecho lo que hice. Tal vez ayer me dió un subidón de endorfinas, de esos que te hacen creer que puedes hacer todo de todo. Probablemente, tendría que disculparme con Lorena. Mis intenciones no fueron malas, sólo quería ayudarla. Sé lo que es ser un secreto para alguien, aunque no debí dejarme llevar por lo que yo viví. Este era mi último año antes de entrar a la universidad, quería llevármelo lo más leve posible.
Conforme caminaba por el patio rumbo a las escaleras, noté claramente que los demás me señalaban y cuchicheaban entre sí. Por un lado, conseguí el efecto que había querido provocar. Por el otro lado, ese efecto no servía de nada, sólo para cavar más mi tumba. Comencé a sentir una mala vibra que generó que un escalofrío recorriera mi espalda, y allí estaba ella detrás de mí. Caminé más rápido, mi salón quedaba en el tercer piso y, a menos que me estuviera siguiendo, podría evitar hablar con ella en ese momento. Todavía no estaba lista para disculparme, ¿era mejor pretender que nada había pasado?
Subí las escaleras, esperando que ella se quedara en el segundo piso, correspondiente a los salones de su año. Pero no, al llegar a mi piso, ella también había subido conmigo. Suspiré, frustrada. Acabaría con esto lo antes posible. Entré al baño de mujeres, consciente de que Lorena cruzaría la puerta detrás de mí. Me aseguré que no hubiera nadie más adentro antes de encararla, pero fue ella quien habló primero.
-Tienes que arreglar esto.- Su tono no era duro o frío, como lo esperaba. Al contrario, más que una orden, parecía que me lo pidiera.
-Lo siento, no pretendía causarte problemas.
Exhaló, parecía que el enojo regresaba a ella.- Ni siquiera sé tus motivos para haber hecho algo así. No nos conocemos, o no nos conocíamos, más bien. ¿Por qué me besaste?
-Supongo que quería darle una lección a Julia, no me pareció la forma en la que te trataba.
-¿Cómo sabes lo de ella y yo?- no pareció sorprendida, simplemente me miraba como analizándome.
-Las vi en la feria, durante las vacaciones.
-Ya...
-Lo demás lo indujé.
Lorena se acercó a uno de los lavabos y se recargó en él.
-Creo que lo entendíste mal. Julia no era la que quería mantener lo nuestro en secreto. Era yo.- Pude ver cómo retomaba su pose fría y soberbia.- Y, pensándolo bien. Te dejas llevar mucho por los estereotipos, ¿no? La historia que te montaste en tu cabeza, muy al estilo Hollywood. El cliché de la chica popular, a quien no le gustan las mujeres, sólo le gusta una. Pero tiene una imagen que mantener, por eso no puede hacer pública su relación. Tal vez, viéndolo así, no te equivocaste en todo. No soy popular, pero sí tengo una imagen que mantener. Y Julia no es la persona que te imaginas.
-¿Entonces, por qué se dejaron ver en la feria?
-Estaba a las afueras de la ciudad, creímos que no encontraríamos a alguien conocido.
-¿Y por qué Julia pretende ser novia de Marco?
-No lo pretende, es su novia. Y antes de que me cuestiones más, mejor respóndeme tú esto: Si Julia es la mala de la historia, y yo la chica "en problemas", ¿tú cómo entras en esta ecuación?
Era la oportunidad de voltearle las cosas. Me acerqué a ella, aún sin contestarle. Coloqué mis manos en su cintura, viéndola a los ojos. Percibí su nerviosísmo por un segundo, pero logró recomponer su postura de seguridad fingida. Lentamente, le susurré al oído:
-Yo entraré, donde tú quieras que lo haga.- Le lamí delicadamente el lóbulo de la oreja, y sonreí al escuchar un respingo que no pudo disimular.
Lorena era un poco más baja que yo, me llegaba un poco más arriba del hombro. Me agaché un poco y junté nuestras frentes. Ella cerró los ojos, aunque no por mucho. Posó una de sus manos en mi pecho, haciendo el ademán de querer alejarme. Y lo hice.
-No te equivoques. Lo que hay entre Julia y yo, queda entre ella y yo. Lo único que me interesa de tí, es que arregles el desastre que causaste. Hay una razón por la que no quería que se supiera que soy lesbiana. Y todo iba muy bien, hasta ayer. Así que, no importa lo que digas o hagas, pero yo no puedo quedar como tu novia o amante o lo que sea, no en esta vida. Tienes un punto a tu favor, eres popular, sin quererlo, pero lo eres. No sé si es el aire misterioso que desprendes, pero la mayoría de aquí te ubica como una de las chicas más guapas. Puedes decir que fue una apuesta...
-Pero tendría que explicar por qué salíste conmigo ayer de aquí, tomadas de la mano.
Touché, mi comentario la agarró desprevenida. No sabía qué respoder, mas reaccionó rápido.
-Ese no es mi problema.-Se dirigió hacia la puerta del baño, antes de abrirla, me dijo- soluciónalo lo más pronto que puedas, por favor.
Jaló la puerta pero no salió. Escuché voces y risas, imaginé lo peor. Y sí, del otro lado, había alrededor de 30 estudiantes, o más, viéndonos. Entre ellos, estaba Julia.
Julia
No entendía nada de lo que pasaba. Lorena bajó rápidamente las escaleras, pasando a través de los demás, que la veían divertidos. Regina simplemente caminó parsimoniosamente y se dirigió al salón, no había ningún tipo de exprsión en su rostro. Tal vez era el momento de hablar con ella.
Regina entró al colegio el primer año de preparatoria, se podía decir que era la nueva, ya que el resto de nosotros nos conocíamos desde la secundaria. Casí no habíamos hablado desde entonces, no nos llevábamos ni bien ni mal. Caminando detrás de ella, pude apreciar que era en verdad muy guapa; nuestras estaturas eran casi las mismas, su cabello era largo y negro, sincronizaba bastante bien con el tono blanco de su piel. Tenía un pecho voluminoso, probablemente era copa "C". La inseguridad me imvadió. ¿Qué pasó entre ellas en el baño? Todos pensaban lo obvio, tomando en cuenta que estuvieron solas durante 20 minutos.
El timbre de inicio de clases sonaría dentro de poco, no contaba con mucho tiempo platicar con ella. Afortunadamente, no había entrado nadie más aún. Ella se sentó en la parte de atrás, y yo me paré a unos cuantos asientos de ella. Regina sólo me miró y suspiró.
-Escucha, Julia. Ya hablé con Lorena, todo fue... un malentendido. No te preocupes, intentaré arreglar las cosas. Sé que ella no quiere que sepan de sus preferencias.
Lo único que hice, fue asentir. Lo que me dijo me relajó un poco; estaba muy a la defensiva, aun sin decir nada, y seguramente mi cuerpo lo expresaba por mí.
-Está bien... Y, ¿ya le explicaste por qué la besaste? Me dijo que no tenía ni idea.
-Sí, ya le he dicho... Yo, creí que eras tú quien no quería que se supiera que estaban juntas. Las vi, en la feria, así fue como me enteré. Lo siento.
-Lo hecho, hecho está.
-Ahora no sé que hacer para solucionar esto, lo que sea que es esto.- Regina enterró su cara entre las manos, se notaba su desesperación por no saber qué hacer. Me senté en una de las bancas, junto a ella.
-¿Has pensado, ya sabes, lo típico, decir que fue una apuesta?
-Sí, pero... no creo que resulte muy convincente.
Recordé que Lorena no puso objeción alguna cuando Regina la tomó de la mano y salieron así. La molestia regresó a mi cuerpo
-No, creo que no...
-¿Tal vez puedo decir que se trató todo de una broma? Que iba dirigida a todo el colegio... No lo sé, no lo sé. Aunque, ¿y si Lorena se consigue un novio?
-Ese es su plan de emergencia.
-Así no tendríamos que explicar nada, las personas sólo se sentirían confundidas, pero hasta ahí.
-Mmm puede ser...
-¿Julia? Lorena dijo que tenía una imagen que mantener... ¿sabes ante quién? Me refiero a que en el colegio pasa casi desapercibida, o pasaba.
-Ante su familia, creo. A ella no le gusta hablar de eso, y yo desistí casi desde el principio de intentar que se abriera conmigo. Pensé que el tiempo nos ayudaría con la confianza.
-Ehm, ¿cuánto tiempo llevan juntas?
-Llevábamos ocho meses cuando lo dejamos.
-Ya...
-¿Te puedo preguntar algo? Pasó algo más entre ustedes allí adentro.- Tenía que saber.
Regina pareció pensar su respuesta unos segundos, eso estuvo muy lejos de tranquilizarme.
-Nada, sólo hablámos.- Decidí creerle.
-¿Sabes? Si las cosas no salen bien, y ella sale todavía más perjudicada. Tendrémos que estar a su lado pase lo que pase.
-¿Tendrémos?- le pregunté, alzando una ceja.
-Sí, yo la metí en todo esto, sería lo menos que pudiera hacer.
El timbre sonó, y Regina se levantó. Comentó que iría por un café y se dirigió hacia la salida. Yo me quedé pensando en sus verdaderas intenciones para ayudar a Lorena. Como si pudiera leer mis pensamientos, o simplemente ver reflejada en mi rostro la preocupación, antes de desaparecer por la puerta me dijo:
-¡Hey! Tranquila, nadie se enamora por un beso...
Pero, ¿cómo creerle, si yo lo había hecho?
NOTA
Agradezco mucho sus comentarios: sony (ID: 1381611) , Vas (ID: 1157128), Picxis (ID: 1410821) .
Espero que acompañen esta historia durante su transcurso. Esto apenas va empezando :) Sé que estoy manejando muchos clichés, pero lo hago con un propósito. Sólo recuerden que nada es lo que parece, o no siempre ;D.