Un interés repentino (Cap. 5)

Aunque pase algo o no entre nosotras hoy, mañana ya no estaré de la misma manera en tu vida...

Agradezco sus comentarios y valoraciones, me animan a escribir :) Espero que disfruten la continuación. ¡Saludos!

Regina

No importando los años que pasaran, siempre la reconocería. No importando lo mal que lo pasé, sentí mis pupilas dilatarse y mis latidos palpitar trágicamente. ¿Se escucharán? Tengo que irme, no quiero más de esto...

Caminé al único lugar que me vino a la mente. El salón estaba vacío. Me senté en mi asiento, esperando estar bien ahí. Me maldije y enojé conmigo misma, “¡Por Dios, Regina! ¡Ya no estás en secundaria! Ahora creciste, ya no eres la misma, por favor…” ¿Cómo era posible esto?

Hace un mes que terminé con Bárbara. Mis papás no sabían que tenía novia, así que he tenido que fingir que nada ha cambiado en mi vida desde entonces. ¿Qué será más sencillo? ¿Esconder la felicidad o la tristeza? Creo que no me han escuchado cuando lloro al llegar de la escuela y meterme a mi cuarto. Pero mi hermano sí. Entró sin que me diera cuenta, sin darme tiempo de ocultarme. No hizo preguntas, se sentó a mi lado y acarició mi cabello. “Así que esa es la otra cara de mi hermano mayor…” Me quedé dormida hasta la mañana siguiente. Él se ofreció a llevarme a la escuela, colocó la radio en mi estación favorita, en la que él detestaba. Antes de bajar, me dijo que si quería, él hablaría con el responsable…

¿Cómo decirle ahora? Cuando en un principio me moría por contarles de ella. ¿Cómo le digo ahora? Ahora que ese secreto no es más que mi pasado enfrascado en un año. Le sonreí y me bajé del carro, le prometí que todo estaría bien.

“¡Te odio, Bárbara!” Me dirigí directo al baño, deseaba estar sola. ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué no podía ser distinta? Alguien más… ¿sana? Alguien que no pensara en ella cada vez que se descuidara. ¿Por qué no me enamoré de otra chica? Sabía que esto no era amor, al menos una parte de mí, lo sabía. Pero, ¿en verdad no era amor? Hubiera hecho cualquier cosa por ella, y lo hice.

Fue la tarde en la que la vi en el centro comercial cuando me decidí. No podía estar de ese modo más tiempo. Ella caminaba de la mano con Francisco, parecía feliz. ¿Y yo? Yo merecía ser feliz.

-¿Regina?

Era Lorena, estaba en la puerta.

-¿Estás bien?- me preguntó, acercándose.

-¿Eh? Sí… sólo buscaba algo- le contesté, agachándome hacia mi mochila, intentando que mis cabellos taparan mis ojos húmedos.

-Toma- me extendió un pañuelo.

-Gracias- lo acepté. A sabiendas de que era en vano ocultar lo obvio.

-El descansó ya va a acabar…- Asentí, esperando que me dijera que se debía de ir- ¿Quieres que nos vayamos de aquí?

Su proposición me agarró por sorpresa. Lorena me sonreía. Hasta ese momento, no había visto antes aquella sinceridad y ternura en su mirada. La inocencia en la manera en la que me veía, me recordó a la noche en la que estuve con ella en su cuarto. Agarré mis cosas y salimos.

Ella tenía que pasar por su mochila a su salón, por lo que la esperé sentada en las escaleras. Me encontré a Julia subiendo por ellas de la mano con Marcos. Notó que traía mi mochila, y al ver que Lorena se aproximaba igual con la suya, desvió la mirada hacia la pared. Pude observar cómo apretaba fuertemente la mano de su novio.

Lorena puso cara de culpabilidad, como si la hubieran cachado haciendo algo indebido. No quería que se arrepintiera. Me dispuse a bajar los escalones antes de darle tiempo de darse la vuelta, sin embargo, me tranquilizó ver que caminaba detrás de mí. Nos dirigimos hacia la salida, y nos alejamos del instituto.

-¿A dónde vamos?- pregunté, habiendo avanzado ya unas cuantas cuadras.

-¿Te gusta caminar?

-Es como si me preguntaras si me gusta leer, depende de qué libro.

-Bueno, ¿te gustan los parques?-asentí- Perfecto.

Nos subimos a un autobús que nos llevaría hacia el norte de la ciudad. Al ser horario laboral, no había mucho tráfico.

-¿Sabes qué me gusta hacer? Tomar camiones al azar, y seguirme hasta donde lleguen. ¿Lo has hecho?

-Una vez, con mi hermano- le respondí, recordando.

-¿Cuántos hermanos tienes?

-Uno, es mayor por cuatro años.

-¿Él sabe que te gustan las mujeres?

-Sí.

-¿Y tus papás?

-También.

De pronto, caí en la cuenta de que Lorena había cuestionado a Bárbara sobre por qué estaba ahí… ¿De qué la conocerá? Dudé en preguntarle y, aunque mi curiosidad era mucha, preferí no hacerlo. En algún momento, me enteraría.

Bárbara me mandó un mensaje, ya había llegado. Agarré mi bolsa, y bajé corriendo las escaleras. Me encantaba estar con ella, aunque no me había dicho a dónde iríamos esa noche.

-¡Ya me voy!- le grité a mis padres, lista para salir por la puerta.

-Regina, espera- dijo mi madre, asomándose desde la sala - ¿con quién saldrás?

-Con unos amigos… me están esperando. Los veo al rato.

-Pueden esperar más tiempo- caminó hacia mí- Invítalos a pasar.

-No, mamá, vamos tarde…- estaba muy nerviosa, ¿qué haría Bárbara?

-Tonterías…-abrió la puerta, ignorando mis protestas, y salió.

Aparcado en la calle, se encontraba un coche compacto y azul marino. Ese no era el de Bárbara. Mi madre avanzó hacia él. Barbará salió del asiento del copiloto y la saludó. Yo seguía en la puerta, viendo la escena desde lejos. No sabía de qué hablaban, pero ambas me miraban de vez en vez. Del asiento del conductor, salió un chico alto, no lo había visto antes. Añadiendo más a mi desconcierto, se abrió una de las puertas traseras, y otro chico, más bajo que el anterior, apareció. ¿Quiénes eran ellos?

Me acerqué, sin saber cómo actuar. Bárbara me saludo con un beso en la mejilla.

-¿Por qué no me habías dicho que tenías una amiga tan linda?-preguntó mi madre.

Solamente sonreí, no entendía nada.

-Gracias, señora- Bárbara siempre trataba de comportarse de una manera educada y elegante- le comentaba a tu mamá que si la actividad de hoy se prolonga, puedes quedarte en mi casa y te puedo traer en la mañana.

-¿Actividad?

-Sí, con los niños en el centro… ¿para la lluvia de estrellas?- me dijo, como si fuera obvio de lo que estaba hablando.

-Sí… de lo del grupo de alfabetización- Mi madre nos miraba en silencio.

-Pues claro, distraída. ¿Lista?

-Mmm… si- ¿Lista para qué?

Abracé a mi mamá antes de meterme al coche con los demás.

-Cualquier cosa, me hablas, ¿sí?- asentí. No me sentía cómoda mintiéndole- Buenas noches, chicos. ¡Diviértanse!- los demás se despidieron de ella, y partimos.

Lorena y yo, caminábamos por el parque. Los fines de semana, aquel lugar se llenaba de gente, pero ese día parecía que sólo estábamos las dos. Me concentré en observar a las ardillas. La mano de Lorena entrelazó sus dedos con los míos, ella me miraba. Le sonreí, y ella a mí. Y así avanzamos.

-Tengo hambre- le comenté, al sentir mi estómago gruñir.

-Vamos al área de comida. ¿Te gustan las hamburguesas?

-Sí, ¿a ti?

-Sí… pero Julia es vegetariana, hace mucho que no como una.

No dije nada. ¿Qué era lo que pasaba entre Lorena y yo? ¿Qué éramos? Las únicas veces que hemos estado a solas, Lorena había sacado a Julia en nuestras conversaciones. Podía notar que la seguía queriendo, no sabía hasta qué punto. En realidad, no conocía nada de su relación.

-Lorena… ¿por qué terminaron Julia y tú?

Nos sentamos en una de las mesas, cerca de los puestos de comida. A pesar de tener tan cerca a las hamburguesas, me interesaba más la respuesta de Lorena.

-Es complicado…-¿Era en serio?

-No estoy bromeando- añadió al ver mi cara- es complicado, al menos para mí.

-¿Algún día me contarás?- se me quedo viendo, mientras meditaba lo que diría.

-Sí… pero no hoy. Y, tal vez, no pronto… En su momento, lo prometo- Suspiré.

Con las yemas de mis dedos acaricié la piel de su brazo, me entretuve en eso un rato, las dos en silencio, hasta que nos levantamos para ordenar la comida.

Durante el trayecto casi ni hablé. Bárbara iba al frente, junto con el chico alto que se llamaba Francisco. Yo iba con el hermano de éste, en la parte de atrás. Fue como si un balde de agua fría cayera en mí, al darme cuenta de lo que Bárbara había arreglado. Aun así, deseaba equivocarme, y que esto no fuera una cita doble.

Llegamos a las afueras de la ciudad. Allí, se había programado un evento para ver la lluvia de estrellas. Al menos, en eso no había mentido. Bárbara notó mi actitud, y les dijo a los chicos que se adelantaran. Con su mirada, me indicó que la siguiera. Lo cual hice, quería explicaciones. Nos quedamos junto al coche de Francisco.

-Escucha, sé que esto no es lo que esperabas… Pero, al final salió bien, ¿no? Tú mamá no sospecha nada, y mis papás creen que me quedaré en casa de Francisco- no sé lo que notó en mi mirada al decirme esto último, mas añadió mirando al suelo- ellos piensan que es mi novio.

-¿Y lo es?- un detalle de dolor impregnó las palabras.

No me respondió, simplemente se recargo en la puerta del coche, sus manos en los bolsillos de sus chaquetas, mirando hacia el cielo. Tragó saliva.

-Tenías todo pensado, ¿cierto?

-Quería estar contigo esta noche. Recordé lo que me dijiste hace un mes, y cuánto deseabas venir hoy. Y pues, aquí estamos. Lo hice por ti.

-¿Por mí? ¿Nos concertaste una cita doble por mí? ¿También tengo que besarlo?-dije con ironía.

-¿Quieres que lo golpeé?- contestó. Un poco en broma, un poco no.

-¿Tú besarás a Francisco?- se quedó callada.- ¿Lo has besado antes?

-Sí…

-¿Qué quieres, Bárbara? Accedí a no contarle nada a mi familia, ni a mis amigas…- la impotencia que se había albergado en mí en los últimos meses, afloraba ahora.

-Ya te dije que no puedo…-su voz sonaba queda.

-Es que esto es el colmo…  Me pides que me una al grupo de alfabetización, y me ignoras en las sesiones. Sólo me das sonrisas amables, las mismas que les diriges a los demás. ¿Para qué querías que lo hiciera, entonces?

-¿No ves que eso nos puede ayudar? Como hoy, con tu mamá.

-¿Y no era mejor que pensara que era una cita? ¡Siendo que en realidad es una cita!- estaba ya exasperada ante la situación.

-¿Quieres bajar la voz? Creí que sería mejor tener una excusa acerca de estar realizando una actividad del grupo, así te dejaría quedarte conmigo. Además, eso explicaría por qué nos conocemos, y no preguntaría cómo es que una chica mayor que su hija, y que es de otro colegio, pasa tiempo con ella. Y Francisco también piensa que es por eso que somos amigas.

-¿Él va a la escuela contigo?

-Sí.

-No entiendo, ¿por qué no le dijiste solamente que saldrías con una amiga hoy? En lugar de planear esta salida de cuatro.

-No es tan sencillo. Hay que tener todo calculado.

-No sé si podré más con esto, Bárbara. No sé si querré.

-Ya, no peleemos. ¿Sabes cuántas ganas tengo de besarte ahora?-hizo el ademán de acercarse a mí.

-Mejor vamos con ellos…-di un paso atrás, alejándome de ella.

Me miró, molesta. Ella se adelantó, y la seguí hasta el lugar donde estaban Francisco y su hermano.

-Me iré a la casa- le dije a Bárbara, una vez terminó el espectáculo.

Estaba fastidiada, durante la hora que estuvimos ahí, Francisco no cesaba de darle besos, aunque no prolongados, ya que Bárbara no lo dejaba. Aun así, estuvieron casi todo el tiempo abrazados. Mientras su hermano y yo ni siquiera hablamos. Intenté creer en el poder de pedir un deseo a las estrellas, y deseé ser valiente para realizar la vida que quería tener.

-Claro, te pasamos a dejar- convino Francisco.

-No- interrumpió Bárbara- le dije a tu mamá que te llevaría mañana.- Se acercó a mí, y me haló del brazo, distanciándonos un poco de ellos- por favor, quédate conmigo- me susurró.

Accedí. ¿Por qué? Por estúpida. Nos dejaron en casa de su tía, quien se había mudado a otro estado y sólo la usaba cuando venía de vacaciones. En ese lugar, Bárbara y yo pasábamos la mayor parte del tiempo.

Me senté en el sillón, y encendí la televisión. Ella preparaba café en la cocina. Se sentó a mi lado.

-¿Sigues enojada?

-¿Tu qué crees?

-Ven- palmeó su regazo.

Yo, obviamente cedí y recargué mi cabeza en sus piernas. Ella acarició mi cabello, lo cual disfrutaba bastante que hiciera.

-Nunca pensé amar así, como te amo- me dio un suave beso en el cuello.

Cerré mis ojos, y me quedé profundamente dormida. Al despertar la mañana siguiente, Bárbara me abrazaba por detrás. Me quedé así unos instantes, sintiendo la calidez de su cuerpo junto al mío y escuchando su casi imperceptible respiración. Realmente la amaba, y en ese momento sentí miedo de no poder parar nunca lo nuestro. Y también, de poder hacerlo…

Terminamos de comer y decidimos ir a caminar un poco más. Sabiendo que estábamos solas, cada poco nos parábamos a besarnos. Fue Lorena quien me dio el primero, y por primera vez aprecié la contrariedad que en ella habitaba.

Lorena era dos polos opuestos al mismo tiempo. La sensación de realidad vino a mí al pensar que, tal vez, sólo podría llegar a conocerla completamente cuando nadie nos viera. Sabía que Lorena era mucho más de lo que había conocido, y sentía que la chica que caminaba ahora en ese parque era la auténtica, en todo su esplendor de libertad; ella estaba contenta, y disfrutando.

La observé, los rayos del sol iluminaban su rostro. Supe que ese, probablemente, era uno de nuestros últimos momentos juntas. La extrañaría, y a todo eso que pudo ser. Ulteriormente, mi estrategia había sido ayudarla y estar con ella a su lado en todo momento, guardando la esperanza de que en algún punto afrontaría sus problemas. Tal vez fue que en ella me reconocí. Quise salvarla, y salvarme. Pero ella no necesitaba a alguien, ya tenía a Julia.

La presencia de Bárbara, en un instante fugaz, me había removido más de lo que llegaría a reconocer. Por fin me di cuenta de cómo, sin quererlo así, le había propuesto a Lorena hacer lo que Bárbara había hecho esencialmente. Mas ella no había cambiado, ¿por qué Lorena lo haría?

Fui feliz con Bárbara, en esos pequéños espacios que reservaba para nosotras. Pero, ¿esos atisbos serían suficients una vez maás? No quiero permitirme ser la misma de antes.

-¿Te quedas conmigo hoy?-preguntó. Al notar unas gotas caer sobre nosotras, sonrió- dijiste que ya habría oportunidad…-miró al suelo- ¿Sabes? Si quería estar contigo esa noche, pero no por no haber estado con alguien después de Julia.

La lluvia comenzaba a acrecentarse.

-Lo sé. Lorena, quiero quedarme contigo esta noche, pero tienes que saber… Aunque pase algo o no entre nosotras hoy, mañana ya no estaré de la misma manera en tu vida. Sabiendo ésto, ¿todavía vamos a tu casa?