Un hombre mayor y mi hermosa novia
Así comenzó a tocar el cuerpo de mi chica sin ninguna timidez, ella se dejaba hacer de todo, mientras su esposa observaba encantada cómo su hombre se iba a gozar a la hermosa muchacha...
Una de las fantasías que más había deseado era la de observar a mi novia Anarella siendo gozada por un hombre mayor, no imaginé que iba a suceder en la forma como pasó, fue mejor de lo que había soñado.
Nos encontrábamos en el apartamento de la playa, en el área de la piscina, mi chica llevaba un atrevido bikini, como siempre. Le gustaba que todos la miraran y desearan, incluso las mujeres. Fue así como un día se encontró con una profesora de la universidad, una hermosa dama de unos cuarenta y tantos años, llamada Manola, quien sonriente y con mucho cariño, la saludó con un abrazo: "hola preciosa, cómo estás"- le dijo. "Mi profesora más querida!"- respondió Anarella. -"Cada vez que te veo estás más bella"- continuó la profesora, deshaciéndose en simpatía. -"Gracias"- respondió mi chica, quien siempre se mostraba algo tímida y aniñada cuando la halagaban por su belleza.
-"¿Adivina a quién vas a conocer?"- preguntó Manola con una hermosa sonrisa tomando a Anarella de la mano. -"hmmm, ya sé"- respondió ella. -"a su marido, ¿verdad?"-. Pues estaba en lo correcto, él, era un hombre de unos sesenta y tantos años, blanco, velludo y a pesar de estar un poco gordo se le marcaba un gran paquete en su traje de baño. -"Es un placer"- habló mi chica, mostrándose cortés; él se acercaba a conocer a la hermosa joven que hablaba con su esposa. -"El placer es mío, soy Jorge"- respondió él, tomándola de la mano y dándole un beso con mucha galantería. Anarella sonrió con coquetería y lo miró a los ojos con picardía, ante la aprobación de Manola, quien se veía emocionada.
Observaba la escena desde mi silla de extensión, al otro lado de la enorme piscina, me sentía emocionado por lo que estaba sucediendo. Pude apreciar como se sentaron los tres juntos y mi chica no dejaba de sonreír y mirarlo con atención, acariciándose el cabello y coqueteándole todo el tiempo. Él se veía un hombre seguro de sí mismo, de abundante experiencia; la estaba conquistando frente a su complaciente esposa y frente a mí! -"El Sol va a estar más fuerte Jorge"- intervino Manola. -"Saca el protector solar que está en el bolso"-. El hombre al mirar a mi chica no ocultó el placer de tener a un cuerpo joven y tan hermoso al lado. Anarella en seguida le dijo: -"me ayuda, por favor?"- . Se dio la vuelta y recogió su cabello, invitando a Jorge a sobar su piel.
Así fue como Jorge sin ninguna timidez comenzó a sobar primero sus hombros y mi chica cerró los ojos y le permitió que la tocara como quisiese. Pasó las manos por su espalda, brazos, piernas, ante la atenta mirada de Manola, quien estaba encantada con la escena que estaba presenciando. Sus manos blancas acariciando la hermosa piel bronceada de mi chica era más de lo que podía soportar, sus piernas, que tanto le halagaban los demás ahora eran sobadas por este hombre, con la excusa de ponerle el bronceador y protegerla del Sol que estaba aumentando su intensidad, incluso pasó sus manos por las redondas nalgas de mi novia -" Qué manos tan agradables"- soltó Anarella. -" Gracias"- respondió él con seriedad.
-"Ahora es tu turno"- insinuó Manola. Empezando a pasar sus manos por la espalda de Jorge. -"Ayúdame Ana"- dijo con dulzura. Mi chica acudió y estaba fascinada con su cuerpo. Tenía abundantes lunares y a mi chica le encantó el hecho de que fuera velludo. Empezó a pasar sus manos por el pecho de Jorge y hasta se atrevió a decir: -"qué rico se sienten sus vellitos señor Jorge"- y -"qué sexy son sus lunarcitos por todos su cuerpo"-. -"Gracias preciosa"- respondió él. -"Aunque hay algunos que no se ven"- bromeó. -"¿Dónde los tiene?"- preguntó mi chica con ingenuidad. -"Quieres saberlo?"- preguntó él. Los tres rieron de buena gana y se podía apreciar lo bien que se la estaban llevando en ese momento
(De nuevo, si hay buenos comentarios me animaré a continuarlo, ya no será tan inocente .=)