Un hombre maduro pervirtió a mi esposa el final:

Esta ocasión mi lujuria fue más haya de lo normal, envié a silvia...practicante desnuda a coger con Andréz.

Un hombre maduro pervirtió a mi esposa, el final:

Deje pasar un par de semanas antes de permitir que Silvia volviera a los brazos de Andrés,  solo deseaba que esa ocasión fuera algo muy deseado por Silvia, ella no me había dicho nada, sin embargo yo estaba seguro que de alguna forma tenia contacto con Andrés y que querían reunirse, pero no se atrevía a decírmelo.

Para forzarla a pedirme mi autorización, yo mismo la puse en completa abstinencia sexual, fue algo que se me ocurrió de momento, y el resultado fue justo lo que yo esperaba, era viernes por la tarde, yo regrese del trabajo y después de comer, fui a la sala y encendí el televisor, de reojo la mire y me di cuenta que algo sucedía.

Apretaba sus manitas, incluso pude percatarme que se hacía daño, pero seguía guardando silencio, ¿Cómo animarla a decir algo? Esa era mi pregunta, yo no quería ser quien sacara la charla, aunque es necesario confesar que yo estaba tan ansioso como ella de saber que Andrés volvería a cogerla, pero tenía que ser ella quien lo pidiera, eso me hacía sentir un malsano pero placentero morbo.

Empezaba a caer la noche y Silvia se fue a la recamara, mientras yo permanecí en la sala, pasado un rato la escuche abrir la puerta y fingí que yo me había quedado dormido, apenas entre abrí mis ojos para mirarla, Silvia asomo por la ventana y volteo a mirarme, se aproximó y se puso de rodillas frente de mí.

--¿Podemos charlar un poco?  ¡Por favor, tengo algo importante que decirte!

Abrí los ojos y la mire directo a los ojos, fingiendo sorpresa la cuestioné.

-¿Qué haces ahí de rodillas Silvia?  ¿Te sucede algo?  ¿Estás enferma?

Ella agacho la mirada y las palabras empezaron a salir de su boquita, palabras entrecortadas y llenas de esa dulcera y mezcla de inocencia que tanto me agrada de ella.

--¡Andrés quiere verme, me llamo hoy por la mañana!

La mire fijamente, sin responder, ella temblaba, no sé si de miedo o de temor al escuchar una negativa de mi parte.

-¿Y tú… quieres verlo también?

--Si… ¡deseo verlo!  ¿Me dejarías ir una vez más?

-¿Haz olvidado lo que tienes que hacer para tener mi autorización de verlo?

--¡No, no lo he olvidado, solo que me da mucha pena hacerlo!

-Escucha Silvia, voy a salir y regresaré como en un par de horas, si quieres verlo, tendrás que hacer lo que acordamos, solo que ahora también harás algo más.

--¿Algo más?  No comprendo.

Silvia deseaba ver a Andrés, y yo también quería que lo viera, pero mi mente morbosa me decía que tenía que hacerla darme algo que yo quisiera y ese algo era pasar momentos morbosos conmigo, así que aproveche cada momento de su deseo sexual, para igual yo satisfacer mis deseos.

-Cuando regrese, quiero verte desnuda aquí en la sala, y tendrás que hacer lo que ya acordamos, si no lo haces… no pasa nada, solo no iras y todo seguirá igual.

Me apresuré a salir de casa, apenas tenía tiempo de llegar a comprar algo que tenía en mente para ese siguiente encuentro de Silvia con Andrés, llegue justo a tiempo al local comercial, donde compre una tanga de color neón, y un vestido, más bien lo que parecía un vestido, lo digo porque es de tela completamente transparente, pero ideal para una mujer que tendrá un encuentro sexual.

Ya pasaba de las 10 de la noche cuando regrese a casa, la sala estaba a obscuras, al cerrar la puerta, busque el interruptor y encendí las luces, ahí estaba, sentada en el sofá, desnuda como se lo había pedido, con la mirada abajo, se veía temblorosa, pero dispuesta a pagar el precio del placer.

Me senté a su lado y ella venciendo su pudor, empezó a pedir lo que deseaba, su vocecita me hacía sentir ternura por ella, pero a la vez me ponía muy caliente y más sabiendo lo que había planeado y que en minutos se lo haría saber a ella.

--¡Quiero pedirte algo!  ¿Podrías dejarme ir con Andrés?  ¿Sí?  ¡Te lo suplico, deseo mucho estar con él, no puedo evitarlo!

-¿De verdad lo deseas tanto?  ¿Sabes que tienes que hacer todo lo que yo te pida para lograrlo verdad?

--Si… ¡lo sé y voy a cumplir cualquier cosa que me pidas!

-Vamos a ver, antes de continuar, iré a bañarme, quiero que me mames mi verga, tal y como lo has hecho con él, pero antes toma esta bolsa, iras a la recamara, te pondrás la ropa que hay dentro, pues es lo que usaras si decido dejarte ir, te pones unas zapatillas y aquí te alcanzo en unos minutos.

Me dirigí al baño, me bañe con mucha calma, solo para darle tiempo a Silvia de ponerse las ropas y regresar a la sala,  la escuche salir de la recamara, aun espere unos minutos, después fui de regreso a la sala donde ella estaba de pie, esperándome, la imagen de Silvia era espectacular.

La tanguita se veía claramente, el vestido era más transparente de lo que pensé, sus hermosos pezones color canela se traslucían, no podía haber mejor forma de vestirla, sin duda así despertaría el deseo sexual en cualquier hombre al verla, fui a sentarme al sofá y ella se arrodillo y abrió su boquita.

Lentamente fue introduciendo mi verga, sentir el calor de su boca es, extraordinario, fascinante, enloquecedor… no sé cuál sea el calificativo correcto, la verga me dolía por la hinchazón que había tomado, ella seguía chupando, lo hacía con una experiencia adquirida de forma natural, tuve que apartarla después de varios minutos antes de eyacular, yo deseaba prolongar más el placer de esa noche.

-¡Espera Silvia, déjame descansar un poco!  Ven siéntate un momento y ahora si… ¡pídeme lo que tanto deseas! Pero ya sabes, tienes que decir porque quieres verlo, lo que te gusta sentir cuando estás con él.

--¿Podrías  dejarme ver a Andrés una vez más?  ¡Te lo suplico, no puedo dejar de pensar en él! En la forma de acariciar mi cuerpo, desde el mismo momento que me desnuda, la forma que chupa mi chocho, sentir el delicioso sabor de su verga, todo… todo lo que me hace me gusta.

--Si me dejas ir… ¡te prometo que traeré su leche en mi chochito! Tú podrás verlo escurrir, ¿si me dejas verlo?

Ya no podía más, las palabras de Silvia me hicieron acceder, la verga me dolía demasiado, trate de calmarme un poco mientras le daba las siguientes instrucciones.

-Si quieres verlo, tendrás que llevar esas ropas puestas, y cuando regreses quiero que me chupes la verga y tragues mi leche… ¿de acuerdo?

--Sí. Haré lo que me pidas.

-Muy bien Silvia, ¿Cuándo será esa cita?

--Mañana, quiere verme al medio día en el mismo lugar de siempre. Solo tengo que confirmarle si podré ir o no.

-Bien, temprano le llamarás y le dirás que si puedes ir.

--¡El… está esperando ahora que le confirme!

-¿Ahora?  ¿No es muy noche?

--Si, lo es… pero el insistió en saberlo.

-Bien, llámale y acepta la cita.

Silvia se acomodó en el sillón frente a mí y tomo su celular, una sonrisa se dibujó en su hermoso rostro mientras esperaba que Andrés le respondiera, me resultaba difícil creer, esa transformación que un hombre había logrado en ella.  Se veía más alegre, más joven y hasta puedo jurar que más femenina.

--¡Hola, Andrés… soy Silvia, si podré verte mañana! Si no hay problema ahí estaré, ¿Qué si podre beber contigo?

Rápidamente moví mi cabeza aprobándolo.

--Sí, no hay problema. De acuerdo, hasta mañana chao.

Silvia termino la llamada y yo la tome de la mano, fuimos a la recamara e hice algo que me nació de momento, tomé mi cámara y le tome varias fotos, ella solo hacia lo que yo le ordenaba, de verdad Silvia es esa clase de mujeres sumisas por naturaleza. Por la mañana me apresure a poner las ropas que había comprado en una bolsa, abandonamos la casa y fuimos al centro de la ciudad, alquile una habitación de hotel y ahí esperaría a Silvia por la noche.

-¡Anda, báñate y arréglate, ya sabes ahí está la ropa que usaras!

Silvia fue al baño y minutos después regreso, se puso la tanga y el vestido, por ultimo las zapatillas y se sentó frente al tocador y arreglo su cabello, el tiempo paso rápidamente, apenas nos dio tiempo de darnos u beso y ella se puso una gabardina que llevamos para que saliera del hotel.

-Recuerda Silvia, tienes que mamar su verga, y algo muy importante, si puedes hacerlo, traga su leche.

Abandonamos el hotel y en la siguiente calle, nos separamos, yo me rezagué un poco y la seguí a prudente distancia, llegamos cuando ya él la estaba esperando, apenas logre ver como la recibía dándole un beso en la boca, sentí celos, pero después me tranquilice.

Se alejaron inmediatamente, yo hice lo de siempre, camine por las calles del centro, lentamente pasaron las horas, yo imaginando como la tendría a cada momento.

Por la tarde fui a un cine, esta vez mi calentura era mucha, busque un lugar lo más alejado posible, donde sin pudor solté mi cinturón y baje el cierre de mi pantalón, deje mi verga de fuera y me acaricie mientras cerraba los ojos e imaginaba a Silvia mamando la verga de Andrés.

Ya eran las 11 de la noche cuando abandone el cine, según Silvia ella llegaría a la media noche al hotel, así que apresure el paso y regrese al hotel, sin embargo nuevamente sucedía lo de las otras ocasiones, ella no llegaba y así paso casi toda la noche.

Por fin escuche cuando alguien toco el timbre de la entrada, me apresure a ponerme de pie y mire por la ventana, era Silvia, caminaba con dificultad, había bebido mucho, esta vez no fui a ayudarle, decidí que ella llegara sola a la habitación.

Le abrí la puerta y cerré tras ella, su actitud era diferente a las otras ocasiones, con naturalidad se despojó de la gabardina y me quede sorprendido, estaba completamente desnuda, no traía puesta ni la tanga.

-¿Y tu ropa?

--¡Aquí está en la bolsa! No me dio tiempo de ponérmela. Siente mi chocho.

De una forma por demás morbosa, Silvia hizo algo ajeno a ella, tomo mi mano y la llevo a su chocho, el cual estaba escurriendo la leche de Andrés, parecía que apenas habían cogido.

--¿Te gusta?  Hace unos minutos me cogió, en una calle solitaria.

-¡Ven Silvia;  siéntate aquí, y cuéntame todo, ya sabes sin olvidar nada!

Rápidamente me desnude y me acomode a su lado, mi mano fue directa a su chocho mojado, y mientras ella me contaba todo lo sucedido… yo metí mis dedos disfrutando de lo mojada que estaba, esta ocasión no había duda, había sucedido algo diferente, Silvia olía a licor, a cigarro, a hombre, a sexo a todo lo prohibido.

--¡Fue algo hermoso! Andrés quedo muy satisfecho con la forma que fui vestida, cuando me quite la gabardina, no pudo esperar mucho tiempo y me beso de una forma como nunca, su lengua buscaba la mía y nos fundimos en un delicioso y apasionado beso.

--Después puso música y bailamos como lo hacemos siempre, esta ocasión no sirvió las copas, esta vez disfruto primero de mi cuerpo, me acaricio hasta saciar su deseo, mucho tiempo después fue al auto y regreso con una botella, empezamos a beber, seguimos bailando y bebiendo, hasta que llegó el momento.

--Por fin me despojo del vestido y de la tanga, los arrojo sobre la cama y bailamos un poco más, repentinamente se le ocurrió hacer algo y yo recordé tus palabras de hacer cualquier cosa que él me pidiera y acepte.

  • ¡Silvia, quiero pedirte algo!  ¿Te atreverías a caminar desnuda por un bosque?  ¿Lo harías?

Solo tarde unos minutos en responder, y lo hice con la seguridad que tú lo aprobarías.

--Si… ¿tú quieres que lo haga?  ¿Ahora?

  • Sí. ¿Te animas?

--Sí.

  • Ponte tu gabardina, y no olvides tu ropa, si quieres dámela y la pondré dentro de la cajuela.

Me puse la gabardina, mientras el llevaba mi ropa y la botella al auto, después regreso, me tomo de la mano y me llevo al auto, abandonamos el motel y nos dirigimos por la salida de la ciudad, ya era de noche.

Había pocos autos circulando por la carretera, en un determinado momento, Andrés me dijo algo que no me negué a obedecer.

  • Silvia, quítate la gabardina.

Sentí vergüenza, pero lo hice, me quite la gabardina y la arroje al asiento trasero. Así fui hasta el lugar que ya había planeado llevarme.

Abandonamos la carretera y entramos por un camino de terracería, solo se veía puro campo, ninguna casa, no sé cuánto avanzamos, pero cuando detuvo el auto, me pidió bajar.

El viento golpeo de lleno mi rostro y mi cuerpo desnudo, mire con preocupación en todas direcciones, tenía miedo de estar desnuda ahí, pese a estar acompañada de Andrés, él se apresuró a servir un par de copas, encendió un cigarro y me pidió que fumara, él me enseño como hacerlo y fume un cigarro completo.

El licor hizo efecto y pronto me sentí desinhibida, me tomo de la mano y fuimos a un lugar donde había un árbol, ahí me pidió apoyar las manos.

  • Separa las piernas y apoya las manos en el árbol. Voy a chupar tu chocho.

Lo sentí acomodarse abajo, entre mis piernas y chupo mi chocho, lo hizo con lujuria, mis piernas temblaban, y esta vez mis gemidos salieron de forma natural.

Cuando quedo satisfecho, cambiamos de lugar, ahora él se recargo en el árbol y yo me arrodille, abrí la boca y deje que su verga entrara, la chupe hasta que lo sentí ponerse rígido, pero no me dejo tragar su leche, se apresuró a sacar su verga y me puso en cuatro patas, ahí me dio la primera cogida, fue delicioso, sentirlo inundarme con su leche mientras el viento seguía acariciando mi cuerpo.

Sus manos apretaban mis tetas y estrujaban mis pezones, me dolían por la hinchazón, pero estaba fuera de mí, perdí todo el control, más cuando me dijo unas palabras que me hicieron ponerme más caliente de lo que ya me tenía.

  • Silvia, eres una linda puta, jamás imagine encontrar a una buena puta como tú a estas alturas de mi vida… ¡que rico coges putita!  ¿Te molesta que te llame así?

--¡No… solo me da un poco de pena, pero no me molesta que o hagas!

  • Entonces seguirás siendo mi puta ¿verdad?

--Sí, quiero seguir siéndolo, lo hare siempre que podamos. Mientras mi esposo no se dé cuenta.

  • ¡Vamos putita, no sigas mintiendo, no es necesario, estoy seguro que es tu esposo es quien disfruta siendo un cornudo! Y voy a darle satisfacción por mandarte vestida como una linda puta, esta vez llegaras escurriendo más leche, y dime algo… ¿te ha pedido hacer algo especial?

--No, solo que lleve tu leche escurriendo en mi chocho.

  • ¿Y qué tal si te cojo por el culo?  ¿Quieres?

--No… eso no por favor.

Pero mis suplicas no fueron escuchadas, Andrés había perdido toda caballerosidad y sin piedad me empino nuevamente, se arrodillo y chupo mi ano, a principio no quise dejarlo, pero él se encargó de hacer de lado toda resistencia mía, su lengua acariciaba mi ano y el placer se apodero de mi nuevamente.

--¡Por favor Andrés, no lo hagas!  ¡Te lo suplico!

Pero tal parecía que mis suplicas lo animaban más a cogerme el ano, sentí cuando puso la punta en la entrada y empujo, grite de dolor y se retiró de inmediato. Por fin logre hacerle desistir, pero fue cuando se desahogó me cogió por el chocho y volvió a inundarme con su leche.

Regresamos al auto, lo note molesto, pero no quise dar mi autorización a que lo hiciera por mi ano, ya en el auto bebimos otras copas, yo solo me había puesto la tanga, la cual quedo impregnada con su leche, después fuimos de regreso a la ciudad y antes de llegar pasamos por una calle obscura, yo ya me sentía muy indispuesta por el licor, ahí volvió a cogerme y aquí estoy… escurriendo su leche tal y como a ti te gusta.

Silvia termino de contarme todo, yo estaba muy excitado, no pude esperar más y la acosté en la cama, le abrir las piernas y la penetre con fuerza, ella parecía haberse quedado dormida, no me importo y seguí penetrándola hasta que termine dentro de ella, la deje descansar mientras miraba su tanga dentro de su bolso de mano, la tome y comprobé que estaba mojada, por la leche de Andrés.

Por la mañana fuimos de regreso a la casa, en silencio, al llegar Silvia volvió a tomar su actitud sumisa de siempre, se veía feliz, aunque parecía no recordar todo lo sucedido la noche anterior.

--¡Quiero decirte algo!

Esta vez el sorprendido fui yo al escuchar sus palabras.

--¡Estoy embarazada!  Hace un mes no me baja el periodo.

Me quede mudo por la sorpresa, pero estamos tratando de tomar la mejor decisión en cuanto a compartir la noticia o no con Andrés.

P: D: este ha sido el último capítulo de nuestro relato, esperamos que haya sido agradable para los lectores.