Un hombre maduro pervirtió a mi esposa:

Me resultaba creer que mi mujercita, tan frágil, tan ingenua y un tanto sumisa, fuera capaz de dejarse coger por un hombre maduro.

Un hombre maduro pervirtió a mi esposa:

Hacía varias semanas que Silvia estaba inquieta, más bien me parecía muy nerviosa, sobre todo cuando escuchaba que mi teléfono timbraba, por un momento pensé que era por el cambio de casa, apenas teníamos poco más de un mes viviendo en la ciudad, pero una tarde la cuestione sobre su comportamiento, al ver que sus manos estaban temblorosas.

-¿Te sucede algo Silvia?  Hace varias semanas te noto nerviosa, ¿quieres hablar conmigo?

--No, no pasa nada, ¡de verdad!

-Pues me parece todo lo contrario, mira como estas temblando ahora, ¡vamos ven siéntate y charlemos!  Silvia se sentó a mi lado en el sofá y rompió en llanto, me sentí conmovido por su reacción, la abrace y trate de hacerle sentirse protegida, tardo varios minutos antes de poder hablar.

--¡Tengo miedo de decírtelo, no sé cómo vayas a reaccionar!  ¡No quisiera perderte!

-Vamos Silvia, ahora el nervioso soy yo, anda dime que sucede de una buena vez. Lo que Silvia me dijo, fue algo que jamás imagine que podría suceder, por lo menos no a mí, yo creía tener todo el control sobre ella, quien siempre se había portado muy ingenua, inocente y creo que hasta un poco sumisa.

--Sucedió la ocasión que fui a esa fiesta, ¿recuerdas? Yo no quería ir, pero tu insististe tanto que termine por aceptar ir sola, yo me sentía una extraña en medio de tanta gente, y ahí conocí a un hombre que después me entere es el papá de la novia, tu sabes que jamás había bebido alcohol, y esa tarde rompí las reglas y acepte beber un par de copas, suficientes para hacerme perder la cordura.

--Serian como las 6 de la tarde cuando él me invito a salir a caminar por el pueblo, yo acepte, sin embargo al salir a la calle, me sentí muy mareada, por lo que él fue por su auto y me ayudo a subir, mire como se alejaba por las calles del pueblo y se dirigía a la carretera, yo escuchaba su voz muy lejana, y le respondí pero no recuerdo con claridad que me preguntaba.

--A partir de ese momento ya no puedo recordar nada de lo que haya sucedido, solo recuerdo que por la mañana desperté en una cama, totalmente desnuda y con signos de haber sido cogida, su semen estaba en mi vientre y en mis vellos púbicos.

--Trate de levantarme, la cabeza me dolía y aun me sentía mareada, fue cuando el salió del baño, se había bañado y me dijo que lo hiciera yo pues era hora de seguir nuestro camino, yo preferí no hacerlo, lo único que deseaba era alejarme de ese lugar y llegar cuanto antes a casa.

--El trayecto fue en completo silencio cada quien sumidos en nuestros propios pensamientos, al llegar a Puebla me dejo en la central de autobuses, yo aborde un transporte y llegue a casa, me bañe y llore por lo que había sucedido, me sentía sucia y quería decírtelo, pero el miedo me hacía callar mi pecado.

Después de escuchar su historia, me quede pasmado sin saber que decir, yo que siempre he presumido de tener un carácter fuerte y dominante, no sabía cómo reaccionar,  al verme molesto, Silvia continuo con su historia.

--¡Pero eso no es todo! Mis nervios son, porque no sé cómo consiguió mi número telefónico, él me ha estado llamando y por más que le he suplicado que deje de molestarme, se niega a hacerlo, me exige verme una vez más, prometiéndome que dejara de molestarme si acepto.

-Y ¿que le has respondido?

--Nada, ¡he ignorado sus llamadas! Por las tardes cuando estas por regresar del trabajo lo apago, pues él me llama a cada momento esperando una respuesta.

-¡Dame tu teléfono!  Al escuchar mis palabras Silvia fue a la recamara y trajo el teléfono, me lo entrego y me dijo lo siguiente.

--Aquí tienes… ¡puedes perdonar mi falta!  Te juro que no fue mi intención hacerlo.

-¡No te preocupes, te comprendo y estoy dispuesto a olvidar!  Solo promete que jamás volverás a verlo ni a llamarle.

--¡Te lo juro, jamás volverá a suceder nada que me avergüence!

Las siguientes semanas me sentí molesto, pese a mi promesa a Silvia, yo la miraba con coraje y decidí no tocarle un solo centímetro, por las noches ella buscaba mi calor y yo la eludía, me sentía herido en mi orgullo, después de un mes tome una decisión que termino por dar un cambio a nuestras vidas, aun no sé si decir que fue para bien o para mal.

Esa tarde al regresar del trabajo cambie mi actitud, me comporte como antes amoroso y protector, como a ella le gusta ser tratada, por la noche entre a bañarme, y después lo hizo ella, esa era la forma de saber que ambos deseábamos tener sexo, ya en la cama la abrace y le hice el amor como estaba acostumbrado, al terminar ella se acurruco en mi pecho y estaba quedándose dormida mientras yo terminaba por decidir lo que tenía que hacer, la mire a los ojos y le dije sin vacilar lo que había pensado.

-¡Silvia, quiero decirte algo con respecto a lo que te sucedió!  ¿Puedes escucharme?

--Sí.

-Pues resulta que es verdad, él ha seguido llamando a tu teléfono, así que tome la decisión de que tienes que responderle y así sabremos qué es lo que verdaderamente desea de ti.  ¿Estás de acuerdo?   Silvia enrojeció del rostro, agacho la mirada y con timidez me respondió lo siguiente.

--Yo, preferiría olvidar el asunto por completo, quizá cambiar mi número de teléfono, pero después de todo fui yo quien cometió la falta y por lo tanto, hare lo que tú me pidas hacer.

-Así está mejor, mañana mismo te daré el teléfono y esperaremos a que llame.  Silvia se volvió a acomodar en mi pecho y se quedó profundamente dormida, yo la miraba y no me explicaba como esa mujercita, tan frágil y tan ingenua había caído en la tentación con ese hombre, sin embargo las semanas pasada yo no podía hacer de lado el asunto, a cada momento la imaginaba cogiendo con él, aun dudaba que fuera verdad lo de no recordar nada de lo sucedido.

Por la mañana me levante un poco tarde, lo que sucede cada fin de semana, Silvia ya estaba preparando el desayuno, yo me fui a bañar y después fui al comedor, al terminar llame a Silvia a la sala y encendí su teléfono poniéndole la alta voz, se lo entregue al tiempo que le decía lo siguiente.

-Cuando llame, respóndele. Yo estaré aquí a tu lado y te diré lo que tienes que responder… ¿de acuerdo? Silvia tomo el teléfono y en ese momento sus pequeñas manos estaban temblorosas, me respondió con la voz entrecortada.

--¡Está bien, hare lo que me pides!

No fue necesario esperar mucho tiempo, el aparato timbro y Silvia se puso de pie como impulsada por un resorte, me miro y yo la apresure a responder.

--¡Hola!

---¡Hola Silvia!  ¿Cómo estás?  ¡Por fin aceptaste responderme!  ¿Estás sola en casa, podemos charlar?

-Yo la mire fijamente a los ojos y moví mi cabeza afirmándole que dijera que si estaba sola.

--Sí, mi esposo está en el trabajo,  ¡te pedí que ya no me llamaras!  ¡Por favor!

---Y yo te pedí verte una sola vez y dejare de molestarte, te prometo que respetare mi palabra. ¿Podemos vernos Silvia?

-Rápidamente le indique que aceptara hacerlo y ella le respondió tímidamente.

--Está bien, dime cuando y en qué lugar.

---¿Puedes mañana a las dos de la tarde?

--Sí.

---Entonces nos vemos a esa hora en la entrada de la casa de cultura  ¿de acuerdo?

--Está bien ahí estaré.

-Al terminar la llamada Silvia me entrego el teléfono y dijo lo siguiente.

--¡Tengo miedo, no sé qué pueda suceder mañana!

-Tranquila, no pasara nada malo, mañana iré contigo, quiero conocerlo, tu iras con él a charlar y cuando regreses me dirás lo que desea… ¿estás de acuerdo?

--Sí.

Esa noche yo no podía dormir, pensaba en lo que sucedería al día siguiente, desde luego que yo estaba consciente que nuevamente Silvia podía ser cogida por ese hombre, al amanecer tomamos el desayuno y después la apresure a arreglarse.

-Saldremos al medio día, antes de ir a donde te estará esperando, quiero ver algunas cosas. Las horas pasaron rápidamente, después de caminar por las calles del centro llegamos al lugar de la cita, la casa de cultura en Puebla está en pleno centro de la ciudad, justo frente a catedral, por lo que yo pude ocultarme en el atrio para que él no se diera cuenta de mi presencia y yo si podría ver lo que sucedía con Silvia.

-Ya es hora Silvia, ve y espéralo, cuando llegue dile de inmediato que solo dispones de un par de horas, tienes que regresar justo a las 4 de la tarde, ¿comprendes lo que digo?

--Sí.

Silvia camino hacia la entrada de casa de cultura, yo miraba en todas direcciones, por fin minutos después llego un auto rojo, me di cuenta que era un hombre viejo, con el cabello encanecido, le abrió la puerta del auto y Silvia subió, de inmediato él puso en marcha el auto y se perdió en la distancia.

Esa tarde pase las horas más angustiosas de mi vida, imaginando que estarían haciendo y si Silvia sería capaz de convencerle que dejara de llamarla, decidí caminar un poco por las calles para calmar mis nervios, extrañamente me di cuenta que tenía una gran erección, la verga me dolía  y yo no sabía que pensar del asunto, faltaban 15 minutos para las cuatro de la tarde, la hora pactada con Silvia, me apresure a ir a catedral y llegue justo al tiempo que ellos llegaban.

Me di cuenta como le entregaba un papel a Silvia y después ella bajaba del auto, mientras él se alejaba, ella fue a mi encuentro, al estar frente de mi me apresure a cuestionarla.

-¿Todo bien, que sucedió, a donde te llevo? Quiero todos los detalles, sin omitir nada. ¡Te escucho!

--Me llevo a un motel, al llegar yo trate de despojarme de mi ropa, pero él me lo impidió, después fue el mismo quien me despojo de cada una de mis prendas, inicio soltando los botones de la blusa y después el broche del sostén, arrojo mis ropas sobre una silla y continuo con la falda y con las pantaletas, acaricio mi cuerpo y después… ¡no sé cómo decírtelo me da pena!

-Así, tal y como sucedió. Silvia estaba verdaderamente sonrojada por la pena, pero termino por decirme todo, mientras seguía dándome los detalles mi verga se ponía dura y sentía dolor por la erección.

--Puso unas almohadas en la esquina de la cama y me recostó, abrió mis piernas y chupo mi chochito, yo le suplique que no lo hiciera, pero él no me hizo caso y siguió haciéndolo por un buen rato, después chupo mis tetas y me beso en la boca, por ultimo me penetro, a principio sentí dolor, su verga es muy grande y gorda. Cuando estaba por eyacular, se apresuró a sacar su verga y se derramo en mi estómago, después se bañó y abandonamos el motel.

-¿Acepto que cumplirá su palabra de no molestarte más?

--No… el me dio su tarjeta y me dijo que espera que yo le llame algún día, y me dio este cheque, yo no quería aceptarlo, pero él me insistió que de algo podría ayudarme.

Después de escuchar a Silvia regresamos a casa, yo seguía con la verga adolorida, al llegar le pedí me dejara ver su chochito y se desnudó, era verdad él le había echado su leche en el estómago y en sus vellos púbicos, sin darle tiempo de reaccionar le abrí las piernas y la penetre, minutos después mi leche inundo su chocho, ya estando tranquilos le pedí se vistiera y fuimos a la sala, el momento de poner las cosas en claro había llegado.

P.D. en la segunda parte que ahora mismo estoy escribiendo, iniciara una secuencia de hechos por demás morboso, sé que es mi primer relato y que quizá sea un poco aburrido, pero creo importante narrar los hechos tal y como se han dado.