Un hombre maduro despertó mi libido (2)

En mi ingenuidad no era consiente de lo que me pasaba, pero Don Servelio si se dio cuenta que mis hormonas se habían revuelto y aprovecho la ocasión para acosarme hasta seducirme, llegando a sentir un placer que desconocía y que nunca he vuelto a sentir igual.

Bien dicen que sabe mas el diablo por viejo que por diablo y Don Servelio, sabia como tratar a una muchacha ingenua como yo para que cayera en sus redes, yo había entrado a esa casa para trabajar y ayudar a mis padres quienes pensaron allí estaría segura ya que el único hombre de la casa era Don Servelio un hombre serio de cuarenta y cinco años, esposo de Doña Amelia nunca se imaginaron que su debilidad eran las muchachas como yo.

Don Servelio era muy atento conmigo hasta se interesó a que me cambiaran unos muebles y otros detalles que hicieron que yo le estuviera muy agradecida, ya que Doña Josefina(La suegra de Don Servelio) era un poco pesada por veces, pero Don Servelio era diferente, era lo que yo creía, pero no me había dado cuenta que su interés era otro, todo lo llevaba lento, era parte del plan, es cierto que todos sentían la enfermedad de Doña Amelia, incluyéndolo a él pero eso en lugar de disminuir su lascivia la había aumentado.

Pero en ese entonces yo no sabia muchas cosas de Don Servelio y lo admiraba como un hombre que era respetado y que siempre mostraba una gran seguridad para resolver los problemas, en el fondo lo había idealizado, me había enamorado, aunque yo no lo aceptase ya que sabia eso no era posible, y sentía que era pecado lo que sentía ya que la parte religiosa y todo lo que me había enseñado mi madre era un muro que no podía ni quería saltar, mi madre me había dicho muchas veces que una mujer debe cuidar su virginidad mas que su vida ya que si la pierde sin casarse, sin alguien que la ame, ya no valdría nada.

Don Servelio se involucraba en el trabajo diario, era o es un hombre muy activo a pesar de su edad tenia una gran energía, se levantaba de madrugada, le gustaba subirse a los tractores, montar a caballo en fin labores propias de una hacienda, y eso lo hacia encantador a pesar de no ser un hombre guapo era un hombre tan varonil, llegaba cansado y sudado, con un gran apetito, ahora que estaba enferma Doña Amelia a mi me tocaba atenderlo sobre todo en la cena, me esmeraba en ello.

Como he dicho antes en ese entonces lo admiraba mucho, no sabia todo lo que supe despues como que en la familia de Doña Amelia nunca lo quisieron porque querían un partido mejor para ella, Don Servelio no era el dueño de la hacienda sino Doña Amelia, pero él la administraba y muy bien por cierto, hacia que la gente trabajara mucho y la producción se veía era una hacienda muy prospera gracias a su trabajo, cuando Doña Amelia lo conoció él era un sargento del ejercito por lo que la familia se opuso, pero ella estaba enamorada y se casaron, no había resultado mal el matrimonio tenían dos hijas y Don Servelio resultó muy trabajador, también no para pocos era un secreto a voces que tenia a otras mujeres, pero parece que ese es un mal de todo hombre.

Entre nosotros en mas de una ocasión habían habido roces, miradas, y una que otra platica que hacia que me sintiera mas en confianza, una vez que entró a la cocina me paso rozando las nalgas como sin querer queriendo, me encrespe mas cuando sentí un beso en el cuello, a lo cual seguidamente me dijo, disculpa pero eres tan linda que provocas besarte.

En otras ocasiones me robaba un beso, yo me hacia la molesta, me negaba y le decía que no estaba bien, hasta que un día que me arrinconó atrás de un mueble y que oía a Doña Josefina buscarme no podía salir porque nos vería a los dos por lo que el me beso fuerte en la boca y me decía que me callara porque cerca andaba Doña Josefina, me besaba con pasión, yo sentía muy rico, sus besos en mi cuello, me apretaba contra su cuerpo, sentía su saliva en mis mejillas, tenia un olor a hombre a tabaco, a licor, me metió la lengua en la boca y buscaba mi lengua, yo respondí sin darme cuenta, sentía su boca tibia, sus labios carnosos y sus patillas que rozaban con mis mejillas erizaban mi piel, me la ponían como de gallina, me abrazaba fuerte, sentía que algo había crecido en su entrepierna, su pechos, sus brazos y todo él era tan fuerte, lo sentía tan recio, sus manos bajaron a mis nalga y me elevo, me asusté y al no oír ya a Doña Josefina, forcejee, le mordí una mano y escapé corriendo.

Despues de esa vez siempre traté de evitarlo lo mas que pude, él me miraba a veces con deseo, a veces con una risita, siempre habían caricias al descuido o besos robados, hasta que un día que estaba arreglando unas cosas en el comedor, Doña Josefina ya se había retirado a descansar y como estabamos en pleno invierno, empieza a dibujarse una gran tormenta eléctrica de esas que traen viento, rayos, truenos y mucha agitación, siempre que eso sucede yo me pongo sumamente nerviosa, porque me recuerda un accidente que le pasó a un tío muy querido en donde le cayó un rayo por lo que aunque no murió quedó mal por eso me causa mucho miedo y lo que hago es ponerme unos tapones en los oídos y ponerme a rezar.

Era una tormenta horrible, desde el principio eran unos truenos, rayos, relámpagos y el viento, se cortó la energía eléctrica, yo logré llegar al pasillo que da al patio, cuando seguían los rayos escandalosos por lo que yo exclamaba mi miedo, mi angustia, cuando sentí que topaba con alguien, era Don Servelio quien con voz tierna y confortante me pedía que me calmara que allí estaba él, que no tenia nada que temer, automáticamente me abrace a él, así estuvimos unos segundos mientras se sucedían unos espantosos truenos o rayos, Don Servelio empezó a darme besitos, sentía sus caricias y sus besos cada vez mas intensos, sentía bonito, pero sabia que no debía ser, él busco mi boca y me besó apasionadamente lo sentía prenderse a mis labios, abrir mi boca para meter su lengua en mi boca era una situación dificil por un lado los rayos insoportables y por otros esas caricias que me estaban volviendo loca, pero que no debían ser.

Muy a mi pesar trate de zafarme pero Don Servelio no me dejó y seguía diciéndome cosas lindas y besándome cada vez con mas ardor, en mis mejillas, mis orejas, mi boca, mi cuello, era una andanada, una ametralladora o ráfaga de besos, sentía mis mejillas arder, quería escapar, pero no podía, me sentía como prisionera en el piso, yo estaba con una falda larga y una blusa amplia de algodón, sentí que sus besos bajaban a mis pechos, los cuales me dolían en sus pezones, a pesar del miedo que le tenia a la tormenta intente zafarme con fuerza, pero él no me dejó, tomándome con energía casi con violencia me levantó del piso, cargándome en peso, le pedía que me bajara y forcejeaba pero él es muy fuerte y no lo lograba, se dirigió por el corredor hacia mi cuarto, lo abrió de un empujón, me bajó y siguió abrazándome y besándome, me decía que lo tenia loco, que era muy linda que quería amarme, me abrazaba fuerte y yo correspondí porque sentía rico en ese momento de miedo a la tormenta, me besaba en forma tan tierna, yo lo dije que por favor se fuera y mi error fue decirle mi mamá me ha dicho que nunca me entregue a un hombre que no sea mi esposo, a un hombre que no me ame, al saber lo que ya sospechaba que yo era virgen aumento su lujuria, también con sus palabras derribaba las palabras de mi madre, me juraba que estaríamos juntos siempre que me amaba, que en este momento no podía ofrecerme mas pero que en un futuro estaríamos juntos, me decía que desde el momento en que me vio me quiso, que me amaba, y eso en mis oídos era lindo escucharlo, sentía que ese hombre me amaba y que el destino había dispuesto así las cosas.

Me costaba tanto resistirme que correspondí a sus besos, sentía muy calientes las mejillas, no soy de palo y sentía también deseos, sentía miedo a la tormenta, miedo a Don Servelio y deseos también, sus besos eran de fuego y tan intensos que no me daba tiempo a nada me sentía perdida, pero era algo maravilloso, experimentaba cosas que nunca había sentido, ni cuenta me di cuando me sacó la blusa, sentía mis pechos prisioneros en el brasiere, percibía sus besos caliente en mi cuello y que bajaban a mis pechos, sentí cuando soltó mi brasiere dejando en libertad a mis tetas sentía una sensación extraña y tremendamente deliciosa, don Servelio se había quitado su camisa por lo que palpaba su piel, sus vellos, que rozaban en mis pechos desnudos, era maravilloso sentir sus caricias, sentir como con sus grandes manos ásperas y suaves a la vez acariciaban mis pezones metiéndoselos a la boca y mamándolos como un niño hambriento, me moría de placer, las lagrimas brotaban de mis ojos profusamente, me gustó su gesto de enjugármelas, fue tan cariñoso, al beber mis lagrimas mientras me decía mi muchachita preciosa, te amo, te quiero, y seremos felices, las piernas me flaqueaban, de un pezón se pasaba al otro y despues me apretaba y besaba los dos a la vez los tenia mojados de su saliva, me los estrujaba lo cual me hizo sentir sensaciones muy lindas en todo el cuerpo.

Con suavidad me tiró a la cama, me bajó la falda, ya solo estaba en bloomer, se quitó con rapidez las botas y subido en la cama empezó a besar mis piernas, mis pies, las sensaciones eran una delicia, empezó a bajarme el calzón con suavidad, yo me resistí aun sentía ese reflejo de defender mi virginidad, él sonrío socarronamente, me tomó las manos

Las besó y besó mi sexo con todo y calzón despues los bajo con determinación, no pude impedirlo, separó mis piernas e introdujo la cabeza en el medio, estregaba su cara en mis labios, yo tengo poco vello, con los labios los apretaba y daba pequeños jaloncitos, todo el ambiente olía a sexo, a sudor, a tabaco a licor, la energía eléctrica había retornado y entraba un poco de luz del patio por la ventana que estaba junto a mi camastro, al acomodarme en un almohadón vi como separaba mis labios y metía furiosamente y con maestría su lengua hasta mi orificio, su lengua era como una serpiente que se metía a su antojo por todos mis rincones que nunca habían sido invadidos por nadie, era rico, sentía un escozor en todo el cuerpo, era algo maravilloso, a Don Servelio lo tenia loco mi panocha bien acolchonada, y lo tenia fuera de si, la ausencia de olor artificial, ya que solo sentía olor a limpio y a mujer en toda su naturalidad, al igual que a mi me gustaba su sudor, su olor a hombre a él también le encantaba mi olor natural, para un hombre de su edad y su rudeza, era algo único estar con una virgen que no por falta de modestia muy suave que no necesitaba depilarme era natural en mi, al igual que era natural mi trasero y mis tetas que aunque no había tenido relaciones con ningún hombre eran mas grandes y formados que los de muchas mujeres, en mi ingenuidad desconocía lo que mi cuerpo podía provocar en un hombre, no podía ni quería utilizar mi cuerpo como arma, si estaba a punto de entregarme a alguien era por amor, así lo sentía.

Mamaba con furor mi vagina, chupaba mi clítoris ohhhh que placer en el momento que chupaba y besaba mi clítoris, me metió un dedo en el ano con suavidad, sentía que tocaba las estrellas, y un hormigueo bien rico recorría mi cuerpo, involuntariamente empecé a mover las caderas y a gemir, agarraba su cabeza le jalaba el cabello, Don Servelio tomo mis manos entrelazando sus dedos con los míos, me gustaba tanto sentir esas manos grandes, pesadas, callosas, apretaba con todas mis fuerzas, que no eran muchas en comparación con la fuerza de sus manos era tan rico sentirme así, sentí que algo caliente me corría por dentro y unos espasmos o contracciones me producían un placer increíble, era mi primer orgasmo.

Yo gemía de placer, mi respiración era dificultosa por mi gran excitación, vi que Don Servelio se quitaba el pantalón, calzoncillo y calcetines, lo veía desnudo y me provocaba deseos a pesar de no ser guapo, era malencarado, las cejas se le unían lo que le daba un aire de enojado, además era orejudo, orejas grandes y con pelillos, pero porque me atraía tanto, creo lo mismo le pasó a Doña Amelia, es que era feo pero lindo no se como explicarlo, pero al menos el cuerpo era muy recio, fuerte, un hombron, feo, peludo o velludo hasta en la espalda, me encantaba unos vellos negros y crespo que le crecía en los hombros, con unos pies enormes como enorme era su pene ya erecto.

Hoy que han pasado años pienso que como una muchacha como la que yo fui pudo enamorarse de un hombres así, pero también aunque he tenido otras relaciones nunca volví a sentir un placer igual pienso porque fue mi primera vez, mi primer hombre, pero también porque era un hombre especial, singular, encantador.

Con la luz que llegaba del patio mas las luz de los relámpagos era posible ver a Don Servelio, estaba transformado, me gustaba la expresión de su rostro lujurioso, seguía besándome acariciándome, al acariciar mis hombros, mis pechos, mi cara con sus manos ásperas me hacia daño pero era lindo esa sensación de tener a un verdadero hombre, yo era caliente lo estaba descubriendo mas ahora y Don Servelio había despertado esa libido que estaba dormida, quería amar, besar, acariciar, aunque en el fondo sabia que no estaba bien, y trataba de negarme algo mas fuerte me lo impedía, nos besamos con desesperación, Don Servelio abrió mis piernas y enfilo su pene erecto hacia mi vagina, presionaba y jugaba en mi vulva, su punta caliente se restregaba por los labios, mientras besaba mis pezones y mi boca, empezó a meter su verga, tenia que hacer fuerza para que fuera entrando, me dolía pero lo deseaba, por estar ambos bien mojados, sentí se logra meter la cabeza, me duele, con las manos lo empujo del pecho y le digo, no Don Servelio, me duele, ya noooo.

por la luz de los relámpagos veo el rostro de Don Servelio está transformado lleno de deseo, de lujuria, de pasión, las venas de sus sienes se han hecho visibles, el me besa en la boca con dulzura y a la vez con pasión y me dice al oído, te amo roxanita, esto es el amor, nada mas que el amor, relájate y goza, aquí nadie nos oye goza con fuerza, grita, muerde, araña, insúltame, llora, se tu misma, haz lo que sientes no te cohibas, en ese momento vuelve arreciar la lluvia, con nuevos truenos, rayos y centellas, siento que el pene de Don Servelio se va haciendo camino entrando en mi hasta que topa con algo y no pasa, es mi himen que para mi mala o buena suerte es elástico o resistente, Don Servelio da un gran empujón y siento que algo por dentro se desgarra, es rápido como un ardor, y dolor intenso yo lo apretó de los brazos gritando noooooo Don Servelioooo por favor, me revuelvo y pego un grito que si no fuera por la lluvia se escucharía en un kilometro, grito, lloro, me revuelco de dolor, Don Servelio pone su mano en mi boca intentando callarme también a besos.

Don Servelio sigue empujando con fuerza hasta que siento que el pene entra por completo lo tengo adentro todo, es doloroso pero también hay una sensación de plenitud, vuelvo a llorar y él me besa con ternura y pasión, se queda por un rato sin moverse con el pene dentro mío, despues a la ves que me besa y acaricia empieza a moverse metiendo y sacando el pene, hay un dolor ardor intenso, pero mezclado con un gozo indescriptible, siento algo rico en todo el cuerpo, a medida que se incrementa el mete y saca siento un fogaje, un deseo loco de entregarme, ya el placer le a ganado la partida al dolor, el dolor ya no me importa siento y es que esos rayos infernales han ayudado para que me entregue, ya que siento a Don Servelio como mi tabla de Salvación y me aferro a él con fuerza, quiero que su seguridad y valor venzan el miedo que le siento a los fuertes truenos, se escucha la lluvia en el techo como que fuera a derribarlo, lo aprieto, lo beso, acaricio con desesperación su espalda, sus hombros velludos los froto con locura, agarro su cara, lo beso, como si el mundo se fuese acabar, agarro su cara, sus patillas me parecen tan sensuales, lo beso con locura, le digo que lo adoro.

Don Servelio a incrementado el mete saca, la cama cruje como si se fuera a quebrar, lo siento entrar en mi cuerpo con furia, ay que felicidad, yo grito, pujo, lloro, araño, muerdo, estoy como loca, siento jubilo en mi corazón, y una sensación de libertad que nunca había sentido, yo que siempre había estado con reglas o prohibiciones allí me sentía plenamente libre al estarme cogiendo Don Servelio yo era libre de gritar, morderlo, jalarlo, abrazarlo, arañarlo, me abría lo mas que podía y gozaba a mi manera esas embestidas tan brutales que me estaba dando ese hombre allí en mi cama, me sentía como cuando a un pajarito lo liberan sacándolo de su jaula, Don Servelio se apoya con ambos brazos y con los pies y haciendo como lagartijas me penetra con ira, está como poseso, siento otra vez ese calor y hormigueo, rico, las contracciones son deliciosas, es como que algo hiciera explosión dentro de mi pero rico, lindo, siento deseos de moverme de agarrarlo con fuerza, mi cuerpo quiere expulsar algo, es una sensación como de orinar, es involuntario pero es tan rico, liberador, tengo otro orgasmo.

Don Servelio aumenta la velocidad, con la luz que entra al cuarto lo veo que parece otra persona, no me habla está tan concentrado en penetrarme, veo su rostro severo y todo su cuerpo tensado, parece un caballo desbocado, aumenta aun mas la velocidad, para despues bajarla y detenerse un poco, mientras siento un liquido caliente que riega mi vagina, con espasmos de su pene que palpita dentro de mí, para terminar con un mete saca muy enérgico, pega un gruñido ronco y fuerte de satisfacción, cuando ya a expulsado en mi interior todo su semen, se queda un rato adentro mío siento su gran pene adentro mío que vibra, él a descargado todo su peso en mi que me empieza a asfixiar pero me gusta me da un gran placer sentirlo arriba que me aplaste, yo lo abrazo con todas las fuerzas con las que soy capaz, como hombre de experiencia siente mi estremecimiento, despues se separa, sacando su pene y tendiéndose a mi lado, estamos exhaustos los dos, Don Servelio me sigue acariciando la lluvia a mermado, me dice cosas lindas, nos arropamos y así abrazados nos vamos quedando dormidos, me despiertan los fuertes ronquidos de Don Servelio, pero esa noche no termina allí

Continuará...