Un hombre maduro despertó mi libido (1)

Entonces tenia 18 años y aunque tenia un cuerpo bien formado, nunca me había interesado tanto en los hombres y en el sexo hasta que conocí a Don Servelio, entonces mi patrón de 45 años…..

Mi nombre es Roxana lo que contaré sucedió hace 6 años, las cosas han cambiado mucho para mi desde entonces, a los 18 años era una chica muy inocente, siempre había vivido con mis padres, mi abuelita y mis hermanos, pero la situación economica y por mi edad mi padre acepta que vaya de sirvienta a la finca "Las dos Ceibas" encargándome mucho con la dueña de casa Doña Amelia de Corrales, mi padre siempre tuvo confianza en doña Amelia y en su madre Doña Josefina y pensó estaría en buenas manos, ya que doña Amelia y Don Servelio solo tenían dos hijas que estudiaban en la ciudad y llegaban solo los fines de semana, creo que si hubiesen tenido hijos varones a mi padre no le hubiese gustado la idea que yo trabajase en esa casa.

Aunque extrañaba mi ambiente me gustaba estar en esa casa grande, con un cuarto solo para mi y otras cosas de las que carecía en la casa de mis padres, cada quince dias tendría permiso para ir a mi casa, para lo cual llegarían de mi casa a recogerme, otra cosa que le pidió mi padre a doña Amelia fue que solo me diera trabajo dentro de la casa pero que no me enviara a hacer mandados ya que por mi edad y mis curvas evidentes lo consideraba peligroso para mi a lo cual doña Amelia estuvo de acuerdo.

Yo en ese entonces para mi edad tenia un cuerpo bien desarrollado, las tetas y las nalgas, las disimulaba por la ropa amplia y larga que utilizaba, por ser costumbre en mi casa el vestirnos asi, pero cuando me desnudaba y me veía al espejo, tenia unas tetas grandes y firmes, mis nalgas eran respingonas y las piernas las tenia muy torneadas y licitas, no necesitaba depilarme, Sandra me decía que parecía que ya hubiese tenido relaciones porque tenia mejor equipo que ella que ya había cogido.

Había muchas cosas que ignoraba porque los padres no les gusta hablarlas y lo poco que sabia era por la maestra de la escuela y por mi amiga Sandra, ella si era un poco loca, muy alegre, ya había tenido relaciones sexuales y algo me había contado y así muchas cosas que de no ser por ella no las sabría.

Doña Amelia era muy amable y bondadosa, doña Josefina era un poco cascarrabias supongo que por su avanzada edad, a Don servelio casi no lo veía se iba temprano y por veces regresaba ya muy noche, pero el fin de semana si se notaba su presencia, por veces tenían visitas y también llegaban las hijas que estudiaban en la capital que también eran muy amables, por lo cual me había acostumbrado al trabajo, no era dificil lo que hacia y me gustaba que estuvieran contentos conmigo.

Don servelio era un hombron de pelo crespo, la gente lo respetaba mucho o le temían era atento pero también muy exigente en el trabajo y de carácter firme, su voz era fuerte y ronca, siempre se notaba cuando estaba en casa porque retumbaba sus palabras, creo hasta despues me di cuenta que era de las cosas que me gustaban de él, esa seguridad, su personalidad, el verlo tan hombre, no es que fuera guapo, además para mi era un viejo, ya tenia 45 años, pero tenia algo que me hacia sentir extraña, en ese momento yo no me di cuenta y no lo entendí.

En esos dias pasó algo terrible, doña Amelia tuvo un derrame cerebral fulminante, pasaron muchas cosas con su salud, Don servelio tuvo que ocupar otro cuarto de la casa, Doña Amelia quedó paralizada y requería cuidados especiales, llegaba una enfermera, en fin todo en la casa cambió, había otras 2 señoras empleadas pero se iban como a las seis de la tarde ósea que de la servidumbre solo yo dormía adentro.

Así fueron pasando los dias y ya teníamos una rutina, nos hacia falta doña Amelia, pero aceptamos todos la nueva situación que se presentaba, mi cuarto estaba en el patio junto con una bodega y otros cuartos que no eran utilizados por el momento, en esa misma zona habían baños, lavaderos, pero por unas ventanas se comunicaba con la cocina de la casa grande, un día que para colmo de males se habían arruinado las tuberías de la casa, como no era posible utilizar los baños de la casa, eran como las 5 de la mañana yo estaba en la cocina cuando oí que alguien silbaba tarareando una melodía, por lo que me subí a un banquillo y limpie un vidrio para ver y era don Servelio quien había improvisado un baño, había un lazo con unas sabanas que tapaban pero por la ventana de la cocina se veía todo, el se disponía a tomar un baño en esa pila y yo no me baje del banquillo, tal vez para otra persona no significara nada pero para mi era algo completamente prohibido, algo que se grabó a fuego en mi mente.

El corazón me latía apresuradamente, yo nunca había visto un hombre desnudo y menos un hombre como don Servelio, es un hombron, un viejo para mi pero estaba despertando mi curiosidad y otras cosas, me olvide de todo y así paralizada me quedé observando, él seguía silbando esa melodía, tenia una bata que se quitó, estaba en camiseta, boxer, calcetines y sandalias, lo recuerdo todo muy bien, porque no me quería perder detalle, no se como tuve valor para no quitarme de allí, cuando se hubo quitado la ropa, estando de espaldas a mi, sentía una extraña atracción hacia ese cuerpo fuerte musculoso, su espalda ancha, fuerte, sus brazos eran recios, sus nalgas duras y con algo de vello, igual que en su espalda y mas en los hombros, yo lo veía maravilloso, sentía un cosa rara en la boca del estomago y como deseos de llorar, pero las cosas no pararon allí porque Don Servelio empezó a hacer sus ejercicios matinales antes de empezar el baño, verlo así desnudo ejercitarse, notar sus músculos en movimiento era demasiado para mi, sentía que me dolían los pezones, al voltearse para hacer abdominales pude ver su gran pene a pesar de estar en reposo, también le colgaban unos grandes huevos.

Hizo varios ejercicios por ejemplo daba unos patadones en el aire como hacen los karatecas, así de lado, era emocionantisimo para mi verlo así, también hizo lagartijas bastantes sin cansarse, era increíble su fortaleza, y lo que me gusto mucho fue verlo cuando saltaba impulsándose con sus dos pies, así estuvo por unos minutos, quizá por el movimiento el pene se había parado y era hermoso ver como le saltaba su pecho, sus huevos y su pene cada vez mas erecto.

Fueron demasiadas emociones las que viví, despues he visto cuando se a enjabonado y cuando el agua corría por su cuerpo, para mi fue un espectáculo tan lindo que siempre lo recuerdo, pero también fue el comienzo del despertar de mi libido, desde ese momento las cosas ya no fueron iguales para mi, me sentía extraña, sentía deseos que no comprendía bien.

Por veces me iba la baño y acariciaba mis senos que sentía me dolían, lo mismo hacia por las noches desnuda y notaba como crecían mis pezones como pitones, y me mojaba sin querer en mi vagina, todo esto trataba de disimularlo pero por extraño que parezca Don Servelio había logrado despertar mi libido

Continuará