Un hijo aprovechado VIII
Nueva vida, nuevas oportunidades
Habían pasado ya unos meses desde que empezaron su vida juntos madre e hijo. De puertas para afuera se comportaban como madre e hijo, pero de puertas para adentro se comportaban como marido y mujer. Ángel evitaba quedarse más tiempo del necesario ayudando a Mónica, que cada vez iba más lanzada a por él y qué, de no ser por varias veces que su madre llegaba a por él, Mónica habría conseguido al menos hacerle alguna mamada. Eva cada vez estaba más harta de esa “niñata” como ella le llamaba. Eva seguía con su vida y le habían propuesto un ascenso en su trabajo, llevándola a otra ciudad. Se lo dijo a su hijo cuando llegó a su casa y lo vio en la cocina.
Eva: Mi amor, tengo algo que decirte. Ven – dijo llevándolo al salón – Siéntate – dijo señalando el sofá.
Ángel: ¿Pasa algo?
Eva: Pasar no pasa nada, mi amor, lo que te quería contar es que me han ofrecido un ascenso en el trabajo – dijo seria.
Ángel: ¡Pero eso es genial, amor! – dijo besándola.
Eva: Sí, lo que pasa que el puesto de trabajo es en otra ciudad y deberíamos mudarnos allí.
Ángel: Vaya, ¿irnos a otra ciudad? ¿Cuál?
Eva: Barcelona.
Ángel: ¡Pero eso es en la otra punta del país!
Eva: Lo sé, mi amor, por eso aún no he aceptado. Si lo acepto deberíamos mudarnos allí. Tiene sus ventajas, pero también sus desventajas.
Ángel: ¿Mudarnos? ¿No podría quedarme aquí a acabar mis estudios?
Eva: ¡Estás rematadamente loco si crees que te voy a dejar aquí solo para que tu amiguita Mónica se aproveche de la situación y se meta en tu cama! – le espetó furiosa - ¡Tú te vienes conmigo!
Ángel: Está bien, tranquila – dijo apaciguador - ¿Cuáles son esas ventajas y desventajas?
Eva: Pues como ventajas hay varias, como, por ejemplo, que allí podremos comenzar una nueva vida juntos sin escondernos por ser madre e hijo – dijo sonriéndole – podemos salir más a menudo, hacer cosas de pareja normal, tener una relación normal. Y también perderemos de vista a mucha gente indeseable como tus ex amigos y la zorra de tu amiguita.
Ángel: Me parece bien, aunque te seguiré llamando mamá – dijo pícaro – me da mucho morbo.
Eva: Lo sé y a mí también me pone que me llames mamá – dijo besándolo – Y como desventaja, pues que no podrás acabar aquí tus estudios.
Ángel: ¿Tú no tienes inconvenientes?
Eva: No, para mí todo son ventajas – dijo riendo - ¿Qué dices? ¿Nos vamos?
Ángel: Sí, nos vamos – dijo después de unos segundos de silencio – Me gusta la idea de ser una pareja normal dentro y fuera de casa – dijo sonriente.
Eva: Te amo – dijo besándolo.
Ángel: Yo también te amo – dijo abrazándola y devolviéndole el beso.
Madre e hijo se besaban tiernamente, pero pronto los besos subieron de intensidad cuando Eva agarró a su hijo de la nuca y profundizó el beso. Ángel se lo devolvía con ardor. Eva se separó de su hijo sin dejar de abrazarlo.
Eva: Tu puta quiere que la uses – dijo sensualmente contra su boca – necesita que su amo la use – dijo restregándose contra él.
Ángel: ¿Eso quieres, puta? – dijo agarrándole fuerte el culo - ¡Eso tendrás, perra! – dijo sacándose la polla del pantalón - ¡Chupa! – ordenó mientras le bajaba la cabeza a la altura de su aún flácida polla.
Eva: Lo estoy deseando, amo – gimió antes de engullir entera su polla.
Ángel: ¡Oh sí, chupa, puta, chupa, pónmela bien dura para que te folle bien follada, perra, oh sí!
Eva comenzó a chupársela a su hijo con ansia, con frenesí, disfrutando de cómo se ponía dura su polla en su boca. Ángel, mientras su madre se la comía, empezó a quitarle la camisa y a desabrocharle el sujetador, dejando libres sus enormes tetas. Ángel se fijó que parecían más grandes, pero no dijo nada. Ángel agarró la cabeza de su madre cuando tuvo la polla bien dura y se la metió hasta el fondo, causándole arcadas que con habilidad Eva aguantó.
Ángel: ¡Toma polla, puta! ¿No es esto lo que quieres? ¡Trágate toda mi polla, perra! – dijo mientras volvía a incrustar su polla en su garganta - ¡Oh sí, me encanta follarte la boca hasta el límite, puta, toma rabo!
Eva: ¡Mmmmmhhhhh! ¡Mmmmmhhhhh! ¡Mmmmmhhhhh! ¡Mmmmmhhhhh! ¡Mmmmmhhhhh!
Eva se corrió sin tocarse, solo con la follada de boca y garganta que le estaba pegando su hijo. Ángel, cachondo, dejó de follarle la boca luego de unos minutos intensos y le sacó la polla, dando un gemido Eva, que se había vuelto a correr de nuevo. Ángel cogió a su madre de los pelos y la llevó al mueble del salón, abrió un cajón y para sorpresa de su madre, sacó un collar de esclava con su nombre.
Ángel: ¡Ponte de pie, puta! – ordenó viendo cómo le hacía caso enseguida – Este collar es para que recuerdes a quién perteneces, perra.
Eva: Sí, amo – dijo feliz y cachonda al ver que por la parte de atrás ponía “Propiedad de Ángel Castro”.
Ángel le colocó el collar a su madre, que estaba sonriente. Cuando le colocó el collar se fue a la habitación dejándola allí de pie. Ángel colocó en la habitación unos juguetes y juegos sexuales y volvió al salón a por su madre, que esperaba dócil en el salón.
Ángel: ¡Desnúdate! – ordenó – Cuando estés desnuda ven a la habitación – dijo dejándola sola de nuevo.
Eva: Sí, amo – dijo feliz y cachonda.
Cuando se quedó sola, Eva se quitó la falda y el tanga y fue al encuentro de su amado en su habitación. Cuando llegó no se podía creer lo que vio: un columpio al lado de la cama, una correa encima de la cama junto con un consolador y unas bolas chinas, en el mueble había varias pinzas para los pezones y una fusta. Eva lo miraba maravillada, su hijo sabía qué era lo que ella quería. Le miró feliz.
Ángel: ¡Acércate! – ordenó – ¡Ponte de rodillas! – dijo mientras agarraba la correa.
Eva: Sí, amo – dijo feliz y cachonda.
Ángel: ¡No te he dado permiso para hablar! – dijo serio mientras le daba un guantazo en la cara – ¡Te voy a poner esto para poder llevarte mejor! – dijo mientras le colocaba la correa en el collar recién estrenado.
Eva asintió, dócil. Ángel le colocó la correa en el collar a su madre, que seguía sonriente. Cuando terminó de colocarle la correa tiró de ella y calló al suelo de rodillas. Eva jadeó, pero no de dolor, sino de excitación. Ángel volvió a tirar de la correa y ella engulló la polla de su hijo, que seguía erecta, con solo un tirón de la correa.
Ángel: ¡Oh sí, así me gusta, perra, que obedezcas a tu amo, cómete la polla de tu amo, enterita! – dijo metiendo de nuevo su polla en el fondo de su garganta - ¡Oh sí, me encanta, perra, te voy a follar la boca como te mereces, por ser buena!
Eva: ¡Mmmmmhhhhh! ¡Mmmmmhhhhh!
Eva se dejó follar la boca de nuevo más que encantada. Ángel le follaba la boca de manera bestial, dejando su polla incrustada en la garganta de su madre durante unos segundos y sacándola entera parra volver a repetir la misma operación de nuevo. Eva se dejaba usar, encantada de recibir esa follada. Ángel, viendo como cooperaba su madre, cogió del mueble las pinzas para los pezones y se las colocó, sin dejar de follarle la boca, haciéndola gemir más fuerte.
Ángel: ¡Toma puta, traga rabo! ¡Esto te va a gustar, perra, oh sí!
Eva: ¡Mmmmmmmmhhhhhhmhhhhh! ¡Mmmmmmmmhhhhhhmhhhhh! ¡Mmmmmmmmhhhhhhmhhhhh! ¡Mmmmmmmmhhhhhhmhhhhh!
Eva sintió un gran placer al sentir la doble tortura de su hijo, las pinzas para los pezones con las que su hijo le estiraba los pezones y se los retorcía, haciendo que gritara de placer, y la follada monumental de boca que estaba recibiendo. Ángel, viendo que su madre estaba disfrutando enormemente, se alegró de haber acertado, y siguió torturando a su madre. Luego de unos minutos, en los que Eva se corrió un par de veces, Ángel volvió a sacarle su polla de la boca.
Ángel: Muy bien, puta, ponte sobre la cama y abre bien las piernas – ordenó mientras cogía el consolador.
Eva hizo caso inmediatamente a las indicaciones de su hijo. Ángel insertó en su coño el consolador y empezó a follarla suavemente con él, haciéndola gemir.
Ángel: ¿Te gusta, perrita?
Eva: ¡Oh sí, amo, me encanta! – gimió.
Ángel comenzó una lenta y sensual follada del coño de su madre con el consolador mientras le mordisqueaba las tetas. Eva se retorcía de placer mientras Ángel no dejaba de torturarla, parando cuando notaba que se iba a correr y volviendo a empezar de nuevo. Luego de unos minutos de jugar con su madre y viendo hasta dónde iba a llegar, Ángel sacó el consolador de su empapado coño a su madre y lo dejó de nuevo en el mueble, para coger las bolas chinas y girarse hacia su madre con una sonrisa perversa.
Ángel: Lámelas y déjalas bien lubricadas – dijo sonriendo lujurioso – Así, muy bien – dijo viendo como su madre obedecía – Ahora te vas a estar muy quieta y si te portas bien, te follaré bien follada.
Eva: ¡Sí, amo! – gimió ante su contacto.
Ángel le metió las bolas chinas en su coño, despacio, notando como su madre se estremecía de placer. Notando que se estaba conteniendo para no correrse, Ángel decidió premiar a su madre. Se colocó encima de su madre, sin aplastarla, y mientras las bolas chinas hacían su trabajo, él se dedicó a comerle las tetas al mismo tiempo que la penetraba el culo de una estocada suavemente, haciéndola gritar de placer.
Ángel: ¡Puedes correrte, puta! – le ordenó mientras empezaba a follarle el culo lentamente.
Eva: ¡Oh sí, amo, me corro, sí, eres el mejor, amo, no pare de jugar con su puta, no deje nunca de usarla, oh sí, me corro, sí, me encanta, deme más, más, sí, no pare, oh sí!
Ángel empezó a follarle el culo a su madre de manera violenta, de manera furiosa, llevando a su madre al cielo del placer mientras no paraba de encadenar orgasmos brutales gracias a la doble tortura de su amado hijo.
Ángel: ¡Oh sí, como me encanta follarte, puta, me encanta reventarte a pollazos, oh sí toma rabo, perra, toma polla, guarra, oh sí!
Eva: ¡Oh sí, amo, me corro, sí, me corro, amo, no puedo parar de correrme, oh sí, me corro, sí, me muero de placer, amo, deme más, más, sí, parte mi culo en dos a pollazos, amo, no pares, oh sí, folla a tu puta, amo, fóllala entera, oh sí, me encanta!
Ángel luego de unos minutos intensos en los que su madre disfrutaba como nunca, le sacó la polla del culo y le quitó las bolas chinas para penetrarla el coño de una estocada profunda, sin miramientos y con violencia. Eva gritó de placer.
Eva: ¡Oh sí, amo, folla mi coño, folla el coño de tu puta, revienta el coño de tu puta con tu polla, oh sí, no pare, deme más, quiero más, te deseo, amo, me corro, sí, me encanta, deme más, más, sí, no pare, oh sí!
Ángel: ¡Oh sí, toma polla en tu coño de puta, eres totalmente mía, puta, oh sí, toma rabo, perra, me encanta follarte, putón, toma polla, guarra, oh sí!
Eva: ¡Oh sí, amo, soy totalmente suya, no pare, oh sí, me corro, sí, me encanta!
Ángel siguió follando a su madre con violencia por el coño unos minutos más, antes de alternar el coño y el culo de su madre con su polla. Eva no podía más con tanto placer, así que sin su permiso comenzó a lamerle el cuello y a tocarle los pezones, llevando a su hijo al límite. Límite que Ángel no tardó en alcanzar.
Ángel: ¡Oh sí, no voy a tardar en correrme, puta, te voy a llenar el útero con mi leche, puta, te voy a dar toda mi leche, perra, oh sí, que coño más estrecho tienes, puta, oh sí, me corro, toma leche, putón!
Eva: ¡Oh sí, amo, deme du rica leche, llene el útero de su puta con su leche, preña, oh sí, me corro, sí, deme su leche, toda su leche, sí, sí!
Ángel se corrió como un animal en el coño de su madre mientras ella se corría como loca sintiendo la leche de su hijo inundándola su coño y sentir como su amado hijo le retorcía los pezones con las pinzas. Luego de ambos correrse entre tremendos orgasmos, Ángel se tumbó al lado de su madre en la cama, luego de quitarle las pinzas de los pezones.
Eva: Me encanta que me folles así, mi amor – dijo abrazándose a él – Cada vez me envicias más – dijo besándolo apasionadamente.
Ángel: Me alegro – dijo divertido y cansado – A mí me encanta follarte.
Eva: ¿Llevabas tiempo queriendo hacer esto? – dijo señalando los juguetes sexuales.
Ángel: Sí – dijo riendo – después de los de los delincuentes, pensé en follarte así – confesó pícaro.
Eva: Me alegro mucho de que llegaran esos idiotas – dijo sincera – Sin ellos nosotros no estaríamos así – dijo abrazándose aún más fuerte – Valió la pena aguantarlos.
Ángel: Sí – dijo suspirando – Pero bueno, no pensemos en eso.
Madre e hijo estuvieron un rato descansando en la cama, abrazados y haciéndose mimos. Luego ambos se fueron a sus quehaceres. Unos días después, Eva se encontraba mal en el trabajo, así que fue al médico luego de marearse un par de veces en el trabajo. La doctora le hizo unos análisis. Una semana después, la doctora la llamó para ir a su consulta, ella fue curiosa.
Eva: ¿Qué pasa, doctora?
Doctora: Pasa, Eva, siéntate. Te he hecho llamar porque quiero hablar contigo – dijo seria – No es nada malo, tranquila – dijo al ver su cara.
Eva: ¿Entonces? – dijo más aliviada.
Doctora: Lo diré sin rodeos. Eva, usted está embarazada.
Eva: ¿Qué? – dijo sorprendida.
Doctora: Los mareos, las náuseas que usted siente con algunas comidas que antes le gustaban, esos cambios de humor que usted me comentó… Todo eso, más los resultados de los análisis, demuestran que usted está embarazada, de 2 meses.
Eva: Pero, ¿cómo? – dijo sorprendida.
Doctora: Bueno, el cómo lo sabemos perfectamente – dijo bromeando para aliviar la tensión – Ahora tiene que cuidarse – dijo cogiéndole las manos – y mi más sincera enhorabuena, señora – dijo sonriéndole – mi asistente le dará cita para la siguiente revisión.
Eva salió de la consulta entre feliz y preocupada por cómo se lo tomaría su hijo. En ello se pasó pensando todo el camino de vuelta a casa. Preparó la comida preferida de su hijo y le esperó con la mesa puesta. Ángel llegó del último examen trimestral y se vio sorprendido por la comida preparada de su madre.
Eva: Mi amor – dijo besándolo amorosamente - ¿Qué tal el examen?
Ángel: Muy bien – dijo curioso - ¿Celebramos algo?
Eva: Siempre hay algo que celebrar, mi amor – dijo feliz - ¿Comemos?
Ángel: Sí – dijo divertido y algo curioso.
Durante la comida hablaron de cosas triviales, Ángel le contó que tal los exámenes y notaba algo rara a su madre. Pero también más radiante.
Ángel: Mi amor, estás rara, ¿pasa algo?
Eva: La verdad es que sí – dijo sonriente – No sé cómo te tomarás la noticia, pero a mí me hace muy feliz, me hace mucha ilusión.
Ángel: ¿El qué? – dijo curioso.
Eva: Mi amor, estoy embarazada – dijo sonriendo feliz mirándolo a los ojos.
Ángel: ¿Embarazada? – dijo sorprendido.
Eva: Sí mi amor, vas a ser papá – dijo feliz - ¿Te hace ilusión?
Ángel: Bueno, no lo esperaba aún, pero sí, me hace mucha ilusión, mi amor – dijo sorprendido y feliz por la noticia.
Ángel se levantó y abrazó a su madre que empezó a llorar emocionada al ver la reacción de su hijo. Eva comenzó a besarle amorosamente.
Eva: Lo único que me pondré gorda y no quiero que te aburras de mí – dijo entre besos.
Ángel: Lo dudo – dijo riendo – Siempre serás una tía buenorra, estando embarazada o no. Y nunca me cansaré de ti.
Eva: ¿A sí? ¿Eso crees?
Ángel: Sí – dijo besándola amoroso – Te amo, mi amor.
Eva: Y yo a ti, como no te imaginas, mi amor – dijo besándolo intensamente - Espero que cumplas tus palabras – dijo sonriente.
Ángel: Lo haré – dijo besándola con amor, con ternura – Eres una diosa – dijo entre besos – Eres mi mujer, y estás tremendamente buenísima y embarazada.
Eva: Y tú eres mi dios, mi hombre, mi amo, mi dueño, eres perfecto, te amo – dijo entre besos.
Ángel llevó a su madre entre besos a la cama de matrimonio y la tumbó en ella para colocarse encima suya sin dejar de besarla tiernamente. Eva se abalanzó sobre su hombre, deseosa, amorosa. Ambos se comían la boca mientras no dejaban de tocarse mutuamente. Eva le acariciaba el pecho y la barriga mientras él no dejaba de acariciarle las piernas y el vientre. Se tocaban suavemente, con sensualidad, con deseo.
Eva: Amor, creo que te sobra ropa – dijo tocando su polla por encima del pantalón con deseo.
Ángel: No soy al único – dijo metiéndole mano por debajo de la camisa, agarrando sus tetas por encima del sujetador y haciéndola gemir.
Ambos se desnudaron mutuamente, sin prisa, saboreando los labios del otro, y tocándose suave y sensualmente todo su cuerpo. Ángel le quitó a su madre su camisa y su falda, dejándola en ropa interior de encaje, mientras que Eva le quitó a su hijo los pantalones cortos que llevaba para estar por casa y la camiseta holgada de baloncesto, quedando en calzoncillos. Ángel le acariciaba sus tetas, sus pezones, su culo, su coño por encima de la ropa interior. Eva le acariciaba el torso, la polla, los huevos, el culo por encima del calzoncillo. Cuando estuvieron desnudos, Ángel fue el más rápido y comenzó a bajar por el cuerpo de su mujer, lamiendo su cuello, sus hombros, sus labios, para volver a bajar hasta su pecho.
Eva: ¡Me encanta, mi amor, no pares, cómeme las tetas!
Ángel: Las tienes más gordas, me encantan.
Ángel comenzó a besar, lamer y morder los pezones y las tetas de su mujer mientras ella gemía de placer. Ángel se colocó entre sus piernas con su erección rozando su coño. Eva al notarlo empezó a moverse, haciendo del roce de sus sexos una dulce tortura. Ángel comenzó a bajar desde sus tetas hasta su vientre, lamiéndolo.
Eva: ¡Qué me haces! - gimió.
Ángel siguió bajando por su vientre hasta llegar a la altura de su coño, pero pasó de largo y bajó a lamerle las piernas. Eva gimió, pero se dejó hacer. Ángel bajó lamiendo su pierna derecha hasta su pie y, luego de lamerle los dedos sensualmente, se pasó a la otra pierna comenzando el retorno inverso y haciendo gemir aún más a su mujer. Al ver que volvía a subir a su coño y llegaba con su cabeza a cada muslo, Eva no pudo más.
Eva: ¡Por favor, cómemelo, necesito tu lengua! - gimió.
Ángel no se hizo de rogar y lamió el coño de su mujer, de arriba abajo y de abajo a arriba, lentamente. Eva se retorció por el contacto de su coño y la lengua de su amado, gimiendo. Ángel comenzó a lamerle el coño, al principio en círculos, pero luego volvía a lamerlo de arriba abajo, haciéndola enloquecer.
Eva: ¡Me encanta cómo me lo haces, mi amor, no pares, que bien usas tu lengua, amor, me matas de placer, oh sí!
Ángel comenzó a tocar las tetas de su mujer al mismo tiempo que no dejaba de comerle el coño. Eva se dejaba hacer encantada, gimiendo loca de deseo, mientras Ángel cada vez se esmeraba más en comer su coño mientras ella le agarraba la cabeza contra su coño. A los pocos minutos, Eva se corrió como loca en la boca de su hombre, que no dejó de comerle el coño.
Eva: ¡Oh sí, cómeme más, no pares, pellizca mis pezones, ah sí, sí, me corro, me corro, sí, sí, sí!
Ángel no dejó de comerle el coño a su mujer, es más le comía el coño con más ansia. Eva le pedía que parara, pero cuando más se lo pedía, menos caso le hacía, llevándola pronto a otro orgasmo.
Eva: ¡Mi amor, por favor, me encanta que me lo comas, pero por favor, para, para, oh sí, que bien mueves la lengua, para, por favor!
Ángel no le hizo caso y siguió comiéndole el coño con ansia y pellizcando sus pezones, más sensibles por el orgasmo. Eva, viendo que no había caso y que su amado no le haría caso, hábilmente se dio la vuelta, dejando a su hombre debajo de ella, se giró colocándose sentada encima de la cara de su chico, para que le comiera más el coño y engulló de una sola estocada la polla de Ángel hasta la garganta, comenzando una garganta profunda. Estuvieron así unos minutos, Eva comiéndole la polla a su hombre y dejándosela bien ensalivada mientras él le seguía comiendo el coño con ansia y le acariciaba su culo. Luego de unos instantes, cuando Eva estaba al borde de otro orgasmo, Ángel la giró y se colocó encima suya hábilmente y le colocó un cojín bajo su culo, quedando ella debajo de él con las piernas abiertas y su polla rozándola el coño mojado.
Eva: ¡Hazme tuya, mi amor, lo deseo, lo necesito!
Ángel: ¡Completamente mía, amor, solo mía!
Ángel besó apasionadamente a su mujer, con ardor, con pasión desenfrenada mientras movía su polla rozando el coño de su mujer. Eva estaba ansiosa, pero Ángel quería que debía ir despacio, así que con sumo cuidado y suavemente, colocó su polla con maestría en la entrada de su coño y le metió la punta, haciéndola gemir.
Eva: ¡No esperes más, mi amor, métemela!
Ángel: ¡Despacio, amor, disfruta el momento! – dijo demasiado caliente al escuchar su súplica.
Ángel sin dejar de besar a su mujer le fue metiendo y sacando poco a poco su polla en su coño hasta que, Eva, ansiosa, intento con un movimiento de caderas auto penetrarse, pero Ángel hábilmente la sujetó y mirándola a los ojos, suavemente se deslizó completamente dentro de ella, haciéndola gemir de placer.
Eva: ¡Me encanta, amor! – dijo besándolo con pasión.
Ángel: ¡Y a mí me encantas tú, amor! – dijo lamiendo su cuello y bajando a su pezón.
Ángel empezó un lento mete-saca. Eva se dejaba hacer, pero enseguida empezó a mover sus caderas para darle a su amado el banderazo de salida.
Eva: ¡Muévete, mi amor, llévame al cielo como siempre haces!
Ángel: ¡Vas a disfrutar como nunca, amor!
Ángel empezó a mover sus caderas suavemente, sacando su polla entera y volviéndola a meter, despacio, mientras su mujer gemía y gemía a cada embestida. Eva estaba en las nubes, Ángel se había encargado de hacerla gozar y mucho siempre, se dejó llevar y, mientras su hombre no paraba de comerle las tetas, el cuello y la boca, ella le agarraba la espalda y le clavaba las uñas, sin parar de gemir en cada embestida. Eso hizo que Ángel se calentase más y que empezara a aumentar el ritmo.
Eva: ¡Oh sí, mi amor, no pares, dame más, cómete mis tetas, oh sí, quiero más, me matas de placer, no pares, sí, sí!
Ángel: ¡Ya eres mía, gatita, eres toda mía, mi mujer, mi puta, mi todo, y no te pienso dejar escapar, me encantas!
Ángel besó apasionadamente a su mujer, con pasión mientras movía su cadera cada vez más rápido perforando el coño de su mujer cada vez con mayor frenesí. Eva se dejaba hacer. Le agarró con sus piernas mientras se incorporaba y se abrazaba con fuerza a su espalda.
Eva: ¡Vamos, mi amor, dame más, dale más a tu mujer, a tu puta, no pares de hacerme tuya, te quiero tener a mi hombre bien dentro de mí!
Ángel: ¡Soy tuyo, amor, solo tuyo, hasta que la muerte nos separe, oh sí!
Ángel aumentó el ritmo de la follada a su mujer, sin parar de decirse ambos cuanto se amaban. Ángel cada vez iba más rápido, más lujurioso, así se lo pedía su mujer y él la complacía. Cuando llevaban un buen rato haciendo el amor apasionadamente, Ángel se iba a correr e intentó parar, pero Eva no le dejó.
Eva: ¡No pares, amor, no dejes de hacerme tuya, me llevas al cielo!
Ángel: ¡Amor, me voy a correr, déjame salirme de ti, oh sí! ¡Cómo me gusta hacerte mía!
Cristina: ¡No pares, mi amor, estoy a punto de correrme, córrete en mí, dale toda tu leche a tu mujer! – le pedía mientras se apretaba aún más contra él impidiéndole salir, el placer cada vez era mayor y se iba a correr - ¡Quiero que te corras dentro, amor, quiero sentir como me llenas de leche el útero, dame toda tu leche! – dijo cachonda perdida a punto de llegar al orgasmo.
Ángel: ¡Oh sí, amor, me corro, no puedo más, me corro, sí, toma toda mi leche! – dijo mirándola a los ojos.
Eva: ¡Oh sí, mi amor, me corro, sí, me encanta sentir tu leche, sí, me corro!
Madre e hijo se besaron apasionadamente mientras ambos se corrían a la vez, entre gemidos y gritos de placer. Cuando terminaron de correrse, se quedaron así, con la polla de él metía en su coño, hasta que Ángel se salió con cuidado de ella y se tumbó a su lado. Eva lo abrazó.
Ángel: ¿Qué tal?
Eva: ¡Me encanta que me hagas el amor! – dijo besándolo enamorada y feliz.
Ángel: Me alegro, amor – dijo sonriendo – Me haces muy feliz.
Eva: Y tú a mí, como no te puedes imaginar – dijo sonriendo feliz - ¡Te amo! – dijo besándolo – Tanto que soy capaz de todo por ti.
Ángel: ¿A sí? – dijo pícaro – A partir de ahora y mientras el embarazo te lo permita, quiero que cada vez que llegue a casa me recibas con una mamada y que estés completamente desnuda, siempre.
Eva: ¡Tus deseos son órdenes para mí, mi amor! – dijo besándolo enamorada y feliz.
Ángel: Eso espero – dijo sonriendo – Te amo.
Eva: Te amo – dijo besándolo.
Madre e hijo volvían a comenzar una nueva vida, esta vez como padres de un hijo. Lo hacían felices por ello. Se amaban cada día más. A partir de ese día, Eva iba completamente desnuda por casa y cada vez que llegaba Ángel a casa ella le recibía con una suculenta mamada para tragarse su leche. Con el embarazo ella estaba más excitada y más en presencia de su hijo.