Un hijo aprovechado VII
Madre e hijo intentan superar los celos que sienten
Habían pasado ya unas semanas desde la confesión de Ángel con su madre. Ella le provocaba más todavía, incluso delante de otros hombres, cosa que no le gustaba a Ángel, se ponía muy celoso cuando otros se comían con la mirada a su madre. Eso a ella le encantaba, que fuera tan posesivo, que marcará lo que era suyo. Lo amaba. Era un sábado y madre e hijo se encontraban en una discoteca de la ciudad de al lado. Había salido a cenar y a divertirse. Eva llevaba un vestido rojo muy pegado que mostraba cada una de sus hermosas curvas y zapatos de tacón de aguja. Ángel llevaba unos pantalones de vestir y una camisa oscura junto con unos zapatos negros. Eva estaba bailando con su hijo en la pista de baile, el sitio estaba lleno de gente, pero cómo ya se había dado cuenta Ángel, ningún hombre quitaba la vista de encima a su madre, se la comían con la mirada. Ella no dejaba de coquetearle a todos para poner más celoso a su hijo y él la pegaba más contra sí mismo, marcando territorio. Mientras bailaban, un hombre apuesto y fornido, vestido de traje impoluto se les acercó.
Hombre: Eh chaval – les gritó - ¿me la prestas un rato?
Ángel: ¡No! ¡Largo! – dijo apretujándola aún más contra sí mismo.
Hombre: Vamos, no seas acaparador – dijo riendo – Además, ¿qué vas a hacer con un mujerón como este? – dijo con desdén.
Eva: Más bien dirás que va a hacer un “picha floja” como tú, con un mujerón cómo esté – dijo burlándose de él al ver a su hijo furioso.
Hombre: ¿Quieres averiguarlo, bombón? – dijo con seguridad y arrogancia.
Eva: No gracias, ya tengo lo que quiero – dijo agarrando el culo a su hijo con lujuria – No necesito migajas teniendo un tesoro aquí.
Ángel no escuchaba nada, solo quería estampar a ese pedante hijo de puta contra la pared y reventarlo a golpes. Eva se lo llevó a dónde estaban sentados ante la atenta mirada del hombre, que los miraba contrariado. Eva mimaba y besaba el cuello de su hijo con amor, con pasión, para calmarle sus temores.
Eva: Tranquilo, mi amor, no tengo intención de irme y no pienso dejar que nada nos separe – dijo besándolo con adoración.
Ángel: No soporto que hagan eso conmigo delante – dijo furioso - ¡Quiero matarlo!
Eva: Para mí solo existes tú, ya lo sabes, mi amor – dijo cogiendo su cara y sonriéndole.
Ángel: ¡Demuéstramelo! – dijo mirándola con intensidad.
Eva: ¿Cómo? – dijo sintiendo cómo su excitación aumentaba exponencialmente con la mirada de su hijo.
Ángel: Vamos al baño – dijo serio - ¡Voy a follarte!
Eva: Estoy deseando que me folles, mi amor – dijo susurrándole en su oído.
Ángel: Ya lo veremos – susurró con la mirada seria.
Ángel se levantó y con él Eva, y dirigió a su madre a los baños ante la mirada de todos los hombres. Una vez dentro, Ángel atrancó la puerta con un hierro suelto y se encaró a su madre que le miraba con deseo y amor.
Eva: ¿Qué deseas, amo? – dijo provocándolo.
Ángel: ¡Cállate, puta! – ordenó – Hoy vas a saber quién es tú dueño, tu amo, tu hombre, para que dejes de tontear con todos los que se te crecen – dijo serio y cabreado, a la par que excitado.
Eva: ¿Cómo va a marcar territorio, amo? – dijo excitada.
Ángel: Voy a follarte como una perra, y luego te llenaré esa cara de puta viciosa con mi leche, para que todos vean que me perteneces – dijo acercándose a su madre.
Eva: Lo estoy deseando, amo – gimió con anticipación a lo que la esperaba.
Ángel: No lo dudo, perra – dijo abalanzándose hacia su madre al ver cómo le crecían los pezones bajo el vestido.
Ángel se abalanzó contra su madre, que lo recibió con los brazos abiertos y mientras ella se agarraba a su cuello como si su vida dependiera de ello, él se dedicaba a besar, morder y lamer la boca, la cara y el cuello de su madre con auténtico deseo mientras le estrujaba las tetas con fuerza, haciéndola gemir.
Ángel: ¡Ponte contra la pared, perra! – dijo dándole la vuelta con fuerza y un sonoro azote.
Eva: Sí, amo – gimió.
Eva hizo lo que le ordenó su hijo, y con una sensualidad innata en ella, moviendo el culo, se colocó contra la pared. Ángel miraba atento como su madre le obedecía. Cuando se colocó contra la pared, ella, por propia iniciativa, colocó las manos en la pared por encima de su cabeza y abrió las piernas al mismo tiempo que ponía el culo en pompa.
Ángel: ¿Quieres que abuse de ti, puta? – dijo dándole varios azotes duros en el culo a su madre.
Eva: Sí, amo – gritó de placer – su puta está deseando que la use a su antojo – dijo girando la cara y mirándole a los ojos.
Ángel empezó a tocar a su madre por debajo del vestido, comprobando que no llevaba nada debajo. Se sorprendió por eso. Más cachondo si cabe después de su descubrimiento, le bajó el vestido sin miramientos dejándola completamente desnuda. Eva jadeaba cachonda. Ángel, aprovechando la desnudez de su madre, le agarró con una mano una teta, estrujándosela, mientras con la otra mano le tocaba el empapado coño a su madre.
Ángel: ¿Ya estás empapada? – dijo azotándola de nuevo - ¡Eres la más puta de la ciudad! – dijo propinándole un fuerte azote en el culo.
Eva: ¡Oh sí, amo, soy la más puta de la ciudad, pero soy solo suya, para su uso y disfrute, amo, oh sí, sí!
Ángel se sacó la polla dura al oír a su madre y, sin ningún miramiento, le ensartó el coño de una potente estocada, haciéndola gritar de placer y estamparse contra la pared. Ángel le agarró la cabeza contra la pared, aprisionándola, al mismo tiempo que comenzaba a follarla violentamente, sin miramientos, haciéndola golpearse la cabeza con la pared por sus embestidas. Eva gritaba cachonda y pedía más.
Eva: ¡Oh sí, amo, no pare de castigar a su puta, oh sí, eres el mejor follador, amo, no pare, oh sí, sí, me corro, lo siento amo, no puedo evitarlo, me corro, oh sí, sí, me corro, sí, sí, deme más!
Ángel: ¿Te has corrido sin que tu amo te dé permiso, puta? – dijo azotándola fuerte - ¡Eres una puta sedienta de polla, guarra y viciosa! – dijo propinándole un fuerte azote en el culo con cada insulto - ¡Zorra, te mereces que te trate como una perra!
Eva: ¡Oh sí, amo, me merezco que me castigue, oh sí, no pare, dame más, castigue a su puta, no me dé tregua, me corro, no puedo parar de correrme, su puta se corre con su amo, solo con su amo, oh sí, sí, me encanta, amo, me corro, oh sí, sí!
Ángel: ¿Qué debería hacer contigo, puta? – dijo follándola violentamente.
Eva: ¡Márqueme, marque a su puta, su puta lo necesita!
Ángel, sin dejar de follarla violentamente, entendiendo lo que su madre le pedía, le mordió el cuello con fuerza, clavándole los dientes y llevando a su madre al placer más absoluto, encadenando orgasmo tras orgasmo sin parar. Eva se sentía feliz, plena, una sensación que nunca en su vida había sentido, lo que hizo que se descontrolara su placer.
Ángel: ¡No te mereces que tenga piedad de ti, zorra! – dijo azotándola duramente - ¡Te pasas el tiempo zorreando con otros hombres en mi presencia! – dijo propinándole un fuerte azote en el culo - ¿Te crees que puedes estar con otro, putón?
Eva: ¡Solo quiero estar con mi amo, no quiero otro hombre, oh sí, no pare, no pare, más, más, castígueme, castigue a su puta, solo tonteo con otros porque me gusta verlo posesivo, oh sí, oh, oh, sí, así, más, sí, me corro!
Ángel, tras escuchar su confesión, totalmente cabreado, le sacó la polla del coño a su madre y sin ningún miramiento le ensartó la polla de una estocada en el coño, sin preocuparse si le hacía daño o no. Eva gritó por la intrusión, pero, aunque sentía muchísimo dolor, ese dolor era el más placentero de su vida.
Ángel: ¡Toma polla, puta, toma mi rabo en tu culazo, perra! – dijo golpeándola la cara con la pared por la fuerza de sus acometidas - ¡No te vas a poder sentar en una semana, puta, te voy a partir en dos todos tus agujeros, perra, toma rabo! – dijo propinándole un fuerte azote en el culo - ¡Hoy vas a saber lo que te pasará de ahora en adelante si vuelves a hacerlo, puta!
Eva: ¡Oh sí, me duele, pero me encanta, no pare amo, no pare de reventarme con sus pollazos, deme más, oh sí, me corro, me corro, sí, sí, sí, soy suya, solo suya, amo, sí, me corro!
Ángel no dejaba de follarle el culo a su madre, que cada vez disfrutaba más de la follada de su hijo. Eva no podía más de tanto placer, estaba a punto de desmayarse. Ángel sintió que iba a correrse pronto.
Ángel: ¡Ponte de rodillas, perra, que te voy a llenar esa cara de puta con mi leche, para que todos te vean! – dijo sacándole la polla del culo y agarrando a su madre de los pelos la colocó de rodillas delante de su polla.
Eva: ¡Oh sí, amo, llénale a tu puta su cara con tu deliciosa leche, lo estoy deseando, amo, saca tu leche, baña con tu leche a tu puta! – dijo mirándole a los ojos con lujuria, deseo y lascivia.
Ángel: ¡Oh sí, me voy a correr en tu cara, guarra, te la voy a llenar de mi leche! – dijo pajeándose frenéticamente delante de la cara de su madre - ¡Toma mi leche, perra, me corro en tu cara, puta, oh sí, me corro, toma leche, sí!
Ángel se corrió bestialmente en la cara de su madre, que recibía la corrida de su hijo gimiendo y teniendo un orgasmo bestial. Eva abría más la boca y sacaba más la lengua para absorber toda la corrida de su hijo que le cayera. Luego de correrse, Ángel se apoyó en el lavabo, al lado de su madre admirando su obra. Eva se tragaba la leche que le había caído en la boca con gula sin dejar de mirar a su hijo.
Eva: ¿Te ha gustado, amo? – dijo sonriente - ¡A mí me ha encantado! – dijo mirándolo con amor y adoración.
Ángel: Mucho – reconoció – Cuando lleguemos a casa te voy a tener que dar mucha crema – dijo examinando su culo rojo y su cara roja – Lo siento – dijo nervioso.
Eva: Escúchame bien, mi amor – dijo seria obligando a mirarla a los ojos - ¡Nunca, nunca en tu vida, vuelvas a disculparte por darme placer y hacerme inmensamente feliz! ¿Entendido?
Ángel: ¿De verdad te gusta que sea así? – dijo arrepentido e inseguro.
Eva: Me encanta que mi hombre, mi amo, mi amor, mi vida – recalcó cada palabra – me use a su antojo – dijo seria y sincera tocando su cara – Te amo, mi amor – dijo colocándose el vestido de nuevo y dirigiéndose a la puerta del baño.
Ángel: ¿Vas a salir con la cara así? – dijo sorprendido pensando que cuando terminaran de follar el juego se olvidaría.
Eva: Sí – dijo mirándolo sonriente.
Ángel: ¡Estás llena de mi leche! – dijo sorprendido porque su madre le hiciera caso.
Eva: Me encanta tu leche, y me da morbo que me vean con ella – dijo riendo – Además, seguro que así ningún otro baboso se me acerca.
Ángel: Puedes lavarte, no importa…
Eva: A mí sí me importa – le cortó sonriente - ¿Vamos? – dijo señalando la puerta.
Ángel: Vamos – dijo abriendo la puerta.
Madre e hijo salieron del baño ante la atenta mirada de todos los que se encontraban en el local. Nada más abrir la puerta, Eva se abrazó sonriente a su hijo y lo llevó a la barra, notando la mirada de todos los allí presentes. Pagó la cuenta al camarero que la miraba atónito y sorprendido y, tras que éste le guiñara un ojo a Ángel divertido, se fueron a su casa, dónde Ángel untó crema en el culo dolorido de su madre y en su cara golpeada, luego de que su madre se la lavara muy a su pesar. Luego se acostaron a dormir, acurrucados. Un par de días después, Eva salió antes del trabajo y se pasó por el instituto para recoger a su hijo. Cuando llegó, lo vio saliendo acompañado de una chica. Era guapa, rubia de ojos claros, se le intuía buen cuerpo debajo de ese pantalón vaquero ajustado y esa camiseta blanca. Se puso muy celosa al ver como ambos se reían animadamente y ver cómo lo miraba esa chica. Rápida salió del coche y se acercó a ellos.
Eva: Hola, cariño – dijo saludando efusivamente a su hijo - ¿No nos vas a presentar? – dijo sonriendo falsamente.
Ángel: Claro, ella es Mónica, una compañera de clase. Mónica, ella es Eva, mi madre.
Mónica: Encantada de conocerla, señora – dijo sonriendo.
Eva: Igualmente – dijo sonriendo falsamente, no le gustaba que estuviera tan cerca de su hijo y menos mirándolo así - ¿Nos vamos?
Ángel: Claro, mamá – dijo extrañado por su comportamiento - Mónica, mañana nos vemos.
Mónica: Sí, claro – dijo dándole un beso de despedida en la mejilla, muy cerca de los labios – Hasta mañana Ángel, adiós señora.
Eva: Adiós Mónica – dijo hirviendo de celos mirando como esa cría se iba moviendo el culo para que su hijo la mirase.
Eva se giró y miró a su hijo, que alternaba la mirada entre su amiga y ella, extrañado. Se fueron al coche sin mediar palabra. Ángel tocó la pierna de su madre por debajo de la falda, pero ella se la apartó enfadada. Extrañado, esperó a llegar a casa. Cuando llegaron él la encaró.
Ángel: ¿Qué te pasa? – dijo serio al ver que ella le huía.
Eva: No me pasa nada – dijo evasiva – Voy a preparar la comida, tú has los deberes mientras – dijo metiéndose a la cocina.
Ángel hizo los deberes mientras su madre cocinaba y preparaba la mesa. Eva no dejaba de pensar en esa muchacha, no quería, pero no podía evitar pensar que su hijo se fuera con ella. Al fin y al cabo, ella era joven y tenía todo bien puesto, en cambio, ella ya tenía las tetas algo caídas, al igual que el culo. El pensamiento de que su hijo la abandonara para irse con ella la devastaba. Durante la comida ella aprovechó para preguntarle.
Eva: Así que, ¿te llevas bien con esa chica?
Ángel: Sí – dijo sin darle importancia – Somos compañeros de clase y es la única persona con la que hablo.
Eva: ¿La única? ¿Pasáis mucho tiempo juntos? – dijo alarmada.
Ángel: Sí, ¿por qué? – dijo curioso, nunca había visto a su madre así.
Eva: ¿Tiene novio?
Ángel: No, ¿por qué?
Eva: ¿Te gusta? – dijo sin poder aguantarse.
Ángel: ¡No! – dijo con el ceño fruncido - ¿Por qué lo preguntas?
Eva: Porque tú a ella sí, y quería ver si el sentimiento era recíproco – dijo seria.
Ángel miró a su madre sorprendido. ¡Por fin lo entendía todo! Su madre estaba muerta de celos, pero no entendía nada. Se supone que Mónica solo se le acerca para que le ayude con los deberes. Sonrió pícaro.
Ángel: ¿Estás celosa? – dijo divertido.
Eva: ¿Debería tener motivos? – dijo mirándolo seria.
Ángel: No – dijo riendo - ¿Por eso estás así?
Eva: ¡Deja de burlarte de mí! – dijo cabreada - ¿Tienes algo con esa zorrita?
Ángel: No tengo nada con ella – dijo sin dejar de reír – No sé de dónde te sacas eso.
Eva: Por cómo te mira, cómo aprovecha para intentar besarte, cómo se ríe contigo – dijo enumerando – Es obvio que está loquita por tí.
Ángel: Lo dudo – dijo riendo.
Eva: ¿A sí? ¿No me crees?
Ángel: No – dijo divertido – Ella solo se me acerca porque le ayudo con los deberes. Es muy mala estudiante y yo un empollón, es normal que se me acerque – dijo restándole importancia.
Eva: Puede que esa sea la razón por la que “dice” que se acerca a ti, pero esta loquita por tus huesos – dijo seria.
Ángel: No lo creo – dijo divertido – Siempre está hablando de Rodri y se le cae la baba con él, dudo que de repente haya dejado su enamoramiento por él.
Eva: ¿Rodrigo, tu ex amigo? – dijo curiosa - ¿Cómo puede fijarse en alguien así?
Ángel: Son tal para cual – dijo encogiéndose de hombros.
Eva: ¿De verdad le gusta? Por lo que he visto hoy me resulta o una zorra que quiere rabo o una chica que está loca por mi hombre.
Ángel: No te preocupes, que en el remoto caso de que tengas razón no me interesa ella para nada, ya tengo a mi mujer en casa y me quedaré con ella para siempre.
Eva: ¿De verdad? – dijo enamorada.
Ángel: De verdad – dijo acercándose a ella y levantándola - ¿Estás celosa?
Eva: Espero que cumplas tus palabras – dijo sonriente - ¡Muy celosa! Cuando os he visto juntos no he podido evitarlo. Ella es joven y tiene todo bien puesto, en cambio yo soy vieja y tengo ya todo caído – dijo algo triste.
Ángel: Para mí eres perfecta – dijo besándola con amor, con ternura – Eres una diosa – dijo entre besos – Eres mi mujer, y estás tremendamente buenísima.
Eva: Y tú eres mi dios, mi hombre, mi amo, mi dueño, eres perfecto, te amo – dijo entre besos.
Ángel llevó a su madre entre besos a la cama de matrimonio dónde dormían y la tumbó en ella para colocarse encima suya sin dejar de besarla tiernamente. Eva se abalanzó sobre su hombre, deseosa, amorosa. Ambos se comían la boca mientras no dejaban de tocarse mutuamente. Eva le acariciaba el pecho y la barriga mientras él no dejaba de acariciarle las piernas y el vientre. Se tocaban suavemente, con sensualidad, con deseo.
Eva: Amor, creo que te sobra ropa – dijo tocando su polla por encima del pantalón con deseo.
Ángel: No soy al único – dijo metiéndole mano por debajo de la camisa, agarrando sus tetas por encima del sujetador y haciéndola gemir.
Ambos se desnudaron mutuamente, sin prisa, saboreando los labios del otro, y tocándose suave y sensualmente todo su cuerpo. Ángel le quitó a su madre su camisa y su falda, dejándola en ropa interior de encaje, mientras que Eva le quitó a su hijo los pantalones cortos que llevaba para estar por casa y la camiseta holgada de baloncesto, quedando en calzoncillos. Ángel le acariciaba sus tetas, sus pezones, su culo, su coño por encima de la ropa interior. Eva le acariciaba el torso, la polla, los huevos, el culo por encima del calzoncillo. Cuando estuvieron desnudos, Ángel fue el más rápido y comenzó a bajar por el cuerpo de su mujer, lamiendo su cuello, sus hombros, sus labios, para volver a bajar hasta su pecho.
Eva: ¡Me encanta, mi amor, no pares, cómeme las tetas!
Ángel comenzó a besar, lamer y morder los pezones y las tetas de su mujer mientras ella gemía de placer. Ángel se colocó entre sus piernas con su erección rozando su coño. Eva al notarlo empezó a moverse, haciendo del roce de sus sexos una dulce tortura. Ángel comenzó a bajar desde sus tetas hasta su vientre, lamiéndolo.
Eva: ¡Qué me haces! - gimió.
Ángel siguió bajando por su vientre hasta llegar a la altura de su coño, pero pasó de largo y bajó a lamerle las piernas. Eva gimió, pero se dejó hacer. Ángel bajó lamiendo su pierna derecha hasta su pie y, luego de lamerle los dedos sensualmente, se pasó a la otra pierna comenzando el retorno inverso y haciendo gemir aún más a su mujer. Al ver que volvía a subir a su coño y llegaba con su cabeza a cada muslo, Eva no pudo más.
Eva: ¡Por favor, cómemelo, necesito tu lengua! - gimió.
Ángel no se hizo de rogar y lamió el coño de su mujer, de arriba abajo y de abajo a arriba, lentamente. Eva se retorció por el contacto de su coño y la lengua de su amado, gimiendo. Ángel comenzó a lamerle el coño, al principio en círculos, pero luego volvía a lamerlo de arriba abajo, haciéndola enloquecer.
Eva: ¡Me encanta cómo me lo haces, mi amor, no pares, que bien usas tu lengua, amor, me matas de placer, oh sí!
Ángel comenzó a tocar las tetas de su mujer al mismo tiempo que no dejaba de comerle el coño. Eva se dejaba hacer encantada, gimiendo loca de deseo, mientras Ángel cada vez se esmeraba más en comer su coño mientras ella le agarraba la cabeza contra su coño. A los pocos minutos, Eva se corrió como loca en la boca de su hombre, que no dejó de comerle el coño.
Eva: ¡Oh sí, cómeme más, no pares, pellizca mis pezones, ah sí, sí, me corro, me corro, sí, sí, sí!
Ángel no dejó de comerle el coño a su mujer, es más le comía el coño con más ansia. Eva le pedía que parara, pero cuando más se lo pedía, menos caso le hacía, llevándola pronto a otro orgasmo.
Eva: ¡Mi amor, por favor, me encanta que me lo comas, pero por favor, para, para, oh sí, que bien mueves la lengua, para, por favor!
Ángel no le hizo caso y siguió comiéndole el coño con ansia y pellizcando sus pezones, más sensibles por el orgasmo. Eva, viendo que no había caso y que su amado no le haría caso, hábilmente se dio la vuelta, dejando a su hombre debajo de ella, se giró colocándose sentada encima de la cara de su chico, para que le comiera más el coño y engulló de una sola estocada la polla de Ángel hasta la garganta, comenzando una garganta profunda. Estuvieron así unos minutos, Eva comiéndole la polla a su hombre y dejándosela bien ensalivada mientras él le seguía comiendo el coño con ansia y le acariciaba su culo. Luego de unos instantes, cuando Eva estaba al borde de otro orgasmo, Ángel la giró y se colocó encima suya hábilmente y le colocó un cojín bajo su culo, quedando ella debajo de él con las piernas abiertas y su polla rozándola el coño mojado.
Eva: ¡Hazme tuya, mi amor, lo deseo, lo necesito!
Ángel: ¡Completamente mía, amor, solo mía!
Ángel besó apasionadamente a su mujer, con ardor, con pasión desenfrenada mientras movía su polla rozando el coño de su mujer. Eva estaba ansiosa, pero Ángel quería que debía ir despacio, así que con sumo cuidado y suavemente, colocó su polla con maestría en la entrada de su coño y le metió la punta, haciéndola gemir.
Eva: ¡No esperes más, mi amor, métemela!
Ángel: ¡Despacio, amor, disfruta el momento! – dijo demasiado caliente al escuchar su súplica.
Ángel sin dejar de besar a su mujer le fue metiendo y sacando poco a poco su polla en su coño hasta que, Eva, ansiosa, intento con un movimiento de caderas auto penetrarse, pero Ángel hábilmente la sujetó y mirándola a los ojos, suavemente se deslizó completamente dentro de ella, haciéndola gemir de placer.
Eva: ¡Me encanta, amor! – dijo besándolo con pasión.
Ángel: ¡Y a mí me encantas tú, amor! – dijo lamiendo su cuello y bajando a su pezón.
Ángel empezó un lento mete-saca. Eva se dejaba hacer, pero enseguida empezó a mover sus caderas para darle a su amado el banderazo de salida.
Eva: ¡Muévete, mi amor, llévame al cielo como siempre haces!
Ángel: ¡Vas a disfrutar como nunca, amor!
Ángel empezó a mover sus caderas suavemente, sacando su polla entera y volviéndola a meter, despacio, mientras su mujer gemía y gemía a cada embestida. Eva estaba en las nubes, Ángel se había encargado de hacerla gozar y mucho siempre, se dejó llevar y, mientras su hombre no paraba de comerle las tetas, el cuello y la boca, ella le agarraba la espalda y le clavaba las uñas, sin parar de gemir en cada embestida. Eso hizo que Ángel se calentase más y que empezara a aumentar el ritmo.
Eva: ¡Oh sí, mi amor, no pares, dame más, cómete mis tetas, oh sí, quiero más, me matas de placer, no pares, sí, sí!
Ángel: ¡Ya eres mía, gatita, eres toda mía, mi mujer, mi puta, mi todo, y no te pienso dejar escapar, me encantas!
Ángel besó apasionadamente a su mujer, con pasión mientras movía su cadera cada vez más rápido perforando el coño de su mujer cada vez con mayor frenesí. Eva se dejaba hacer. Le agarró con sus piernas mientras se incorporaba y se abrazaba con fuerza a su espalda.
Eva: ¡Vamos, mi amor, dame más, dale más a tu mujer, a tu puta, no pares de hacerme tuya, te quiero tener a mi hombre bien dentro de mí!
Ángel: ¡Soy tuyo, amor, solo tuyo, hasta que la muerte nos separe, oh sí!
Ángel aumentó el ritmo de la follada a su mujer, sin parar de decirse ambos cuanto se amaban. Ángel cada vez iba más rápido, más lujurioso, así se lo pedía su mujer y él la complacía. Cuando llevaban un buen rato haciendo el amor apasionadamente, Ángel se iba a correr e intentó parar, pero Eva no le dejó.
Eva: ¡No pares, amor, no dejes de hacerme tuya, me llevas al cielo!
Ángel: ¡Amor, me voy a correr, déjame salirme de ti, oh sí! ¡Cómo me gusta hacerte mía!
Cristina: ¡No pares, mi amor, estoy a punto de correrme, córrete en mí, dale toda tu leche a tu mujer! – le pedía mientras se apretaba aún más contra él impidiéndole salir, el placer cada vez era mayor y se iba a correr.
Ángel: ¡Amor, déjame salir, me correré en tus tetas, oh sí, quiero correrme en tus tetas!
Eva: ¡Quiero que te corras dentro, amor, quiero sentir como me llenas de leche el útero, dame toda tu leche! – dijo cachonda perdida a punto de llegar al orgasmo.
Ángel: ¡Oh sí, amor, me corro, no puedo más, me corro, sí, toma toda mi leche! – dijo mirándola a los ojos.
Eva: ¡Oh sí, mi amor, me corro, sí, me encanta sentir tu leche, sí, me corro!
Madre e hijo se besaron apasionadamente mientras ambos se corrían a la vez, entre gemidos y gritos de placer. Cuando terminaron de correrse, se quedaron así, con la polla de él metía en su coño, hasta que Ángel se salió con cuidado de ella y se tumbó a su lado. Eva lo abrazó.
Ángel: ¿Qué tal?
Eva: ¡Ha sido mejor de lo que alguna vez soñé que sería, me ha encantado, has estado fantástico! – dijo besándolo enamorada - ¡Es la primera vez que me haces el amor! – dijo feliz.
Ángel: Me alegro, amor – dijo aliviado – Quería hacerte el amor para demostrarte cuanto te amo. Sé que siempre te follo y te trato en la cama como un cacho de carne, pero en verdad te amo mamá, y quiero que te quede claro.
Eva: Gracias, mi amor, me hacía falta – dijo sonriendo feliz - ¡Te amo! – dijo besándolo.
Ángel: ¡Te amo! Espero que ya no tengas más celos de nadie. Para mí solo existes tú.
Eva: Espero que a ti también se te quiten tus celos – dijo divertida – me encanta que seas posesivo conmigo, pero tus celos son infundados. Yo solo te amo a ti.
Ambos descansaron un rato y luego echaron las sábanas a lavar. Luego volvieron a la cama y Eva saltó encima de su hijo.
Eva: Espero que estés descansado, por que tu mujercita quiere más – dijo besándolo.
Ángel: ¡Siempre quiero más! – dijo besándola y colocándola debajo de él.
Pasaron todo el día y toda la noche haciendo el amor. Unos días después y haciendo caso a un pedido de su madre, habló con Mónica. Se quedó muy sorprendido cuando descubrió que su madre tenía razón y ella estaba loca por él. Mónica le contó que al principio se acercaba a él para que le ayudara con los deberes, pero cuando lo fui conociendo más se enamoró de él, y su enamoramiento por Rodrigo se le fue. A pesar de que le hubiera gustado devolvérsela a Rodrigo por lo que dijo de su madre, se mantuvo sereno y cabal por su madre y le explicó a Mónica que él no quería ningún tipo de relación con ella que la que ya tenían: compañeros de clase. Evitó el tema de su madre cuando Mónica llorando como una magdalena le preguntó si había otra. Él le dijo que no le interesaba estar con mujeres de momento. Cuando se lo contó a su madre, ella puso el grito en el cielo y tuvo que evitar que saliera hecha una furia a buscar a Mónica. Se le pasó en el enfado cuando volvió a hacerla el amor ese día.