Un hijo aprovechado VI
Madre e hijo siguen con su vida juntos
Habían pasado ya unas semanas desde que empezaron su vida juntos madre e hijo. De puertas para afuera se comportaban como madre e hijo, pero de puertas para adentro se comportaban como marido y mujer, incluso si era fuera de la ciudad salían a cenar, al cine o a pasear como enamorados. Eva le complacía en todo y él la cuidaba, la amaba, y la protegía de los acosadores del barrio. Estaba Eva en la cocina, preparando algo para picotear, mientras Ángel veía el partido de su equipo favorito en la televisión. Eva llevó la bandeja con la comida y bebida para ambos. Al llegar a la puerta del salón se le quedó mirando. Estaba serio mirando la televisión, con la camiseta de su equipo y unos pantalones cortos, sabía qué sin calzoncillos, ya que acostumbró a ir así desde que empezaron a follar. Ella vestía un vestido de estar por casa floreado y sin nada debajo, como él le pidió el primer día que durmieron juntos. Se acercó y puso la bandeja en la mesa.
Eva: He traído patatas, cacahuetes y unos bocaditos de salmón, no sabía que te apetecía – dijo sentándose a su lado – Y refresco de naranja.
Ángel: Gracias, mamá – dijo dándole un pico – eres la mejor.
Eva se dio cuenta de que, aunque ellos tuvieran sexo o se comportaran como una pareja, él le llamaba mamá. Le dio curiosidad.
Eva: Oye, mi amor, tengo curiosidad, ¿por qué me llamas mamá siempre?
Ángel: ¿No te gusta? – dijo serio.
Eva: Sí, pero me da curiosidad – dijo sincera.
Ángel: Me da más morbo – dijo sonriendo.
Eva: ¿Ah sí? Y qué más te da más morbo, ¿a ver?
Ángel: Es que me recuerda a una fantasía que tuve la primera vez que te vi desnuda en el baño – dijo sincero – Mi fantasía era que tú en vez de ducharte te estabas pajeándote y gimiendo, yo entraba y en vez de parar, me incitabas a ayudarte y a follarte.
Eva: No está mal – dijo cachonda al imaginárselo - ¿Qué más?
Ángel: Bueno, me pone más llamarte mamá, aunque te diga puta y todo eso, que decirte mi amor o cariño – dijo encogiéndose de hombros – Me gusta saber que mi mujer es mi propia madre, eso me pone mucho.
Estuvieron viendo el partido hasta que terminó, mientras Eva no dejaba de pensar en la fantasía de su hijo, en cómo y cuando cumplírsela. Ángel, fue al baño nada más acabar el partido, luego de festejar con un apasionado morreo y agarre de culo a su madre la victoria de su equipo. Eva aprovechó para prepararse, ella siempre estaba dispuesta a complacerlo. Mientras su hijo estaba en el baño, ella se quitó el vestido, se sentó con el culo casi fuera del sofá y bien abierta de piernas, expuesta a su hijo, y empezó a masturbarse. Cerró los ojos para imaginar la polla dura de su hijo delante de ella viendo el espectáculo. Cuando los abrió, Ángel estaba de pie, en la puerta del pasillo, atónito.
Eva: ¡Hijo! – gimió haciéndose la sorprendida sabedora de lo mucho que le pondría a su hijo - ¿Qué haces ahí?
Ángel: ¿Qué haces, mamá? – dijo aún atónito, pero con una tremenda erección visible para su madre.
Eva: ¡Oh, hijo, mami se está dando placer! ¡Mami está muy cachonda! – gemía sin dejar de mirarle, provocándolo - ¿Me ayudas?
Ángel: ¿A qué? – dijo, pues aún no entendía que estaba haciendo su madre.
Eva: ¡A darme placer, hijo! – gimió - ¡Se un buen hijo y ayuda a tu mami a correrse! – dijo mientras se masturbaba y se pellizcaba los pezones.
Ángel: ¡Mamá! – gimió cuando lo entendió - ¿Qué quieres que haga? – dijo metido en su fantasía.
Eva: ¡Quiero que motives a tu mami a correrse, hijo! – gimió metiéndose un dedo en su culo.
Ángel: Como quieras, mamá – dijo sonriendo lascivo - ¿Vas a hacerme caso, en todo?
Eva: ¡Oh si, en todo, hijo, en todo, ayuda a mami! – dijo masturbándose.
Ángel: ¡Para! – le ordenó - ¡Pon una mano en tu coño y otra en tus tetas!
Eva hizo rápido lo que su hijo le ordenó, suavemente puso una mano en su teta izquierda mientras la otra se colocaba encima de su coño mojado. Eva, sin quitar el contacto visual con su hijo empezó a masturbarse, despacio.
Eva: ¿Así quieres que lo haga, hijo? – dijo masturbándose.
Ángel: ¡Sí! Justo así – dijo sin quitarle los ojos de encima – Estás tremendamente buenísima, mamá – le dijo excitado tocándose el bulto de su pantalón.
Eva se masturbaba despacio, mirando a su hijo con deseo, con lujuria, mientras él no le quitaba los ojos de encima mientras se restregaba su mano contra su erección. Eso la ponía más cachonda.
Eva: ¿Quieres masturbarte con mami? – gimió.
Ángel: ¿Eso quieres, mamá? – dijo agarrando fuerte su erección.
Eva: ¡Oh si, eso deseo, hijo, ver cómo te la meneas mirando a la puta de tu mami masturbarse! – dijo masturbándose.
Ángel: ¡Pídemelo! – le ordenó.
Eva: ¡Oh por favor, mi amor, saca tu polla y pajéate con tu mami, mirando a mami! – dijo pellizcando su pezón con intensidad y gimiendo con fuerza.
Ángel: ¿Quieres verme la polla, mamá? ¿A tu propio hijo? – dijo provocándola – Eres más puta de lo que pensé, mami – dijo sacándose la polla del pantalón.
Eva: ¡Oh sí, quiero ver tu polla, hijo, quiero que te pajees mirándome, oh sí, como me pone que me mires! – dijo masturbándose frenéticamente.
Ángel se sacó la polla con una sonrisa lujuriosa y se puso frente a su madre, apoyado en la mesa y comenzó a pasarse sus manos por su polla, de arriba abajo, despacio, provocando a su madre.
Eva: ¡Oh sí, me encanta pajearme mientras me miras! ¡Cómo me pone verte pajearte, hijo, a mami le encanta tu polla! – gemía
Ángel: ¡A mí me pones mucho, mamá, todas mis pajas son pensando en ti, espiándote! – decía pajeándose cada vez con más frenesí - ¡Métete los dedos en tu coño, mamá!
Eva al volver a oír la confesión de su hijo, se puso más cachonda e hizo inmediatamente lo que le pedía su hijo. Eva se abrió el coño con dos dedos para enseñárselo a su hijo y acto seguido se lamió de nuevo los dedos sensualmente y se metió dos medos dentro de su coño mientras arqueaba la espalda.
Eva: ¿Te gusta lo que ves, hijo? - gimió.
Ángel: ¡Me encanta, oh! – dijo empezando a aumentar el ritmo de su paja.
Eva: ¡Oh si, a mami también le encanta, hijo! – dijo haciéndose un dedo y pellizcando sus pezones - ¡Oh sí, dile a mami que te gusta de ella!
Ángel: ¡Tus tetas me encantan, son grandes y gordas! – dijo relamiéndose los labios y haciendo gemir a su madre, pues al ver su gesto se lo imaginó comiéndole las tetas - ¡Me encantan piernas largas y torneadas y tus pies sexys! – dijo mordiéndose el labio – Me imagino con tus tobillos en mis hombros y lamiéndolos mientras te follo – dijo excitado y lujurioso.
Eva: ¡Oh sí, me encanta, no pares de decirme cosas, hijo, vas a hacer que la puta de tu mami se corra! – gritó.
Ángel: ¡Me encanta tu culo, duro y prieto! – dijo aumentando el ritmo de su paja - ¡Oh sí, sigue dedeándote, mami, quiero que te corras mirándome! ¡Me pone la cara de puta viciosa que tienes, me encantaría correrme en tus labios carnosos!
Eva: ¡Oh si, sigue, hijo, no pares de decirme cosas, me corro, oh sí, me corro! – gritó.
Ángel: ¡Me imagino tu lengua alrededor de mi polla, lamiéndola! – dijo incitándola a más - ¡Me imagino estrujándote las tetazas que tienes mientras me haces una cubana! ¡Dios mamá, como me pones!
Eva seguía cachonda escuchando a su hijo, viéndolo pajearse delante suya. Ángel no le quitaba la vista a su madre que ahora le miraba más intensamente mientras se metía cuatro dedos dentro de su coño mientras se frotaba las tetas salvajemente.
Eva: ¡Oh sí, me encanta que quieras hacer a mami todo eso, hijo, me pone muchísimo! – gritó.
Ángel: ¿Te gusta ver tu hijo pajeándose por ti, mami? – dijo provocador.
Eva: ¡Oh sí, me encanta, me da mucho morbo, me pone muy cachonda, ahora mismo te comería esa polla enterita, hasta los huevos y te sacaría toda la leche! – dijo sin dejar de dedearse frenéticamente.
Ángel: ¿Qué más me harías, mami?
Eva: ¡Oh, te comería tus pezones mientras mi boca se ocupa de tu polla, hijo, y te agarraría ese culo prieto para no dejar escapar ni una sola gota de tu leche! – gimió - ¡Te exprimiría tus huevos y me bebería tu leche, oh sí, sí, me corro!
Ángel: ¿Te gusta imaginártelo, mami? – dijo pajeándose muy duro.
Eva: ¡Oh sí, me encantaría hacerlo, hijo, ordeñarte! – dijo gimiendo más fuerte por el orgasmo, pero sin dejar de dedearse - ¡Me encantaría que me follarás como una perra en celo! ¡Cómo una puta barata, y cumplir cada una de nuestras fantasías! – dijo mirándole con intensidad.
Ángel: ¡A mí me encantaría hacerlo, mami! ¡Estoy apunto de correrme, mamá! – gimió.
Eva: ¡Córrete en mí, hijo! – dijo dedeándose más intensamente - ¡Dale a mami toda tu leche, mi amor! – dijo mirándole con intensidad.
Ángel se dirigió al sofá y se colocó delante de su madre mientras se meneaba frenéticamente la polla. Eva le miraba con la boca abierta y la lengua fuera, con cara de viciosa esperando su ración de leche. Eso encendió aún más a Ángel.
Eva: ¡Oh sí, dale a mami toda tu leche, hijo, sí! – dijo gimiendo a punto de tener otro orgasmo - ¡Vamos, mi amor, dale a mami su premio, dale tu leche, báñala entera de leche caliente y espesa! – dijo mirándole con intensidad.
Ángel: ¡Oh sí, toma leche, mami! ¡Me corro en ti, mamá, oh sí, sí, toma toda mi leche! – gritó.
Ángel se corrió bestialmente en las tetas y la cara de su madre, que recibía la corrida de su hijo gimiendo y teniendo un orgasmo bestial. Eva abría más la boca y sacaba más la lengua para absorber toda la corrida de su hijo que le cayera. Luego de correrse, Ángel se tiró al sofá al lado de su madre intentando no caerse encima. Eva se lamía cada gota de leche de su cuerpo con gula ante la mirada divertida de su hijo.
Eva: ¿Qué me miras? – dijo divertida.
Ángel: No me creo lo guarra que eres – dijo meneando la cabeza - ¿De verdad te gusta mi leche?
Eva: Me gusta mucho, mi amor – dijo sonriéndole - ¿Qué te pasa? – dijo viendo su cara.
Ángel: Que aún no me creo que esto esté pasando – dijo con la mirada perdida – De hecho, es imposible que esté pasando – dijo serio.
Eva: ¿Por qué? – dijo seria.
Ángel: Mamá, ¿tú te has visto? – dijo mirándola intensamente – Eres la mujer perfecta – le dijo serio – Eres una mujer preciosa, con un cuerpo escultural, ¡estás tremendamente buenísima, mamá! Y aparte de eso eres inteligente, divertida, responsable, valiente, fuerte…
Eva: Muchas gracias, mi amor, pero ¿qué quieres decir? – dijo muy seria.
Ángel: Que, aunque me encanta mucho lo que hacemos, no creo que sea bueno ni correcto que sigamos con esto – dijo muy serio.
Eva: ¿A sí? – dijo seria - ¿Eso quieres? – dijo cogiendo su cara con sus manos.
Ángel: …
Eva: Escúchame atentamente – dijo muy seria – Yo quiero esto, sé que no está bien en la sociedad en la que vivimos, pero te quiero para mí sola, no me interesa otro hombre, no me interesa nada más que ser tu mujer – dijo mirándolo seria y sincera – Solo te quiero a ti, cómo hombre, cómo hijo y cómo todo – dijo recalcando cada palabra.
Ángel: ¿En serio? – dijo mostrando su inseguridad.
Eva: No he dicho nada más en serio en mi vida – dijo sincera - ¿Por qué eres tan inseguro?
Ángel: Mamá, es una larga historia – dijo apartando la mirada.
Eva: Cuéntamela – dijo muy seria – Por favor, mi amor – dijo arrimándose a él al ver que se apartaba.
Ángel: Mamá…de verdad, no creo que....
Eva: Si no me lo dices no lo podré entender – dijo seria.
Ángel: Mamá… Cuando yo tenía 10 años y estaba en el parque mis amigos no me prestaban atención – dijo hablando al ver que no tenía salida – Cuando yo les decía de salir por ahí a jugar y más tarde a tomar algo ninguno contestaba. Al principio no sabía por qué, pero luego me di cuenta. Por ti – dijo mirándola algo triste.
Eva: ¿Por mí? ¿Cómo? – dijo sorprendida.
Ángel: Me di cuenta de que mis amigos solo se juntaban conmigo cuando el plan era venir aquí a casa o jugar en el parque cuando venías tú – confesó – Si tú no estabas, ellos tampoco. Yo estaba solo.
Eva: Mi amor – dijo abrazándolo amorosa – No lo sabía.
Ángel: Ya sé que no lo sabes, ya sé que no lo haces queriendo, pero todos mis amigos se juntan conmigo solo por ti, para verte a ti – dijo con pesadez – Y no tengo amigos, porque me peleé con ellos cuando me di cuenta.
Eva: No debiste hacer eso, lo mejor en esos casos es pasar de lo que hagan o digan y estar a tu bola – dijo mirándolo muy seria.
Ángel: Mamá, no tengo amigos porque me peleé con ellos. Acabamos a golpes – dijo furioso al recordarlo – Estábamos jugando al póker y me cabreó que todas las apuestas eran verte desnuda en el baño o en la habitación cuando te cambiaras. Pero un colega, apostó que era capaz de follarte con tu consentimiento, que eras una mujer fácil y que conseguiría tenerte para él solito – dijo furioso – Me cabreó tanto que no fui consciente de lo que pasó hasta un buen rato después – dijo mirándola con los ojos oscurecidos – Les pegué una paliza a él y al que se metió a defenderlo – confesó – Yo solo tenía el labio partido y unos moratones en los costados.
Eva: ¿Fue por eso? – dijo recordándolo.
Ángel: Sí – dijo apartando la mirada – Yo no pude más, no podía más. Tenerte como madre es lo mejor que me pudo haber pasado en esta vida – dijo mirándola serio y sincero – Pero no quiero estar contigo para que encuentres a alguien – dijo omitiendo el “mejor que yo” – y me dejes tirado – confesó – Así que, aunque me duela, prefiero que sigamos siendo madre e hijo.
Eva: Estás loco, mi amor, si piensas que me voy a ir con otro – dijo muy seria – Yo soy solo tuya, y lo seguiré siendo hasta el día de mi muerte.
Ángel: Eso sabes que es mentira – dijo triste.
Eva: ¡Esa es la verdad más grande que he dicho nunca! – gritó - Te prometo que de ahora en adelante te demostraré cada segundo de mi vida que vivo por y para ti, mi amor. Que te amo como nunca he amado ni amaré a nadie y que no me interesa ningún otro hombre ni mucho menos ningún niñato – le acaró - Y no pienso dejar que nadie se interponga entre tú y yo – dijo besándolo apasionadamente.
Ángel: ¿No te arrepentirás de esto? – dijo dubitativo.
Eva: ¡Jamás! – dijo muy seria – Deja de decir tonterías y dale un beso a tu mujer como dios manda – dijo seductora.
Ángel: Cómo mi mujer quiera – dijo sonriendo.
Ángel agarró a su madre de la nuca y le dio un apasionado beso, a la par que le agarraba la cintura, posesivo y ella le agarraba del pelo para atraerlo aún más a ella y poder intensificar el beso. A partir de ese momento, Ángel empezó a mostrarse muy posesivo con ella, cosa que a ella le encantaba.