Un hermoso regalo de cumpleaños

Mi mujer no podía estar conmigo el día de mi cumpleaños por lo que le pidió a sus amigas que me visitaran y lo celebraran conmigo, complaciéndome en todo lo que yo quisiera...

Mi Regalo de Cumpleaños

Capítulo 1.

Mi esposa Lucía tenía que asistir a una conferencia, a la que la enviaba la compañía internacional en la que trabajaba, así que me iba a dejar sólo por todo el fin de semana, pues no regresaba sino hasta el domingo en la noche. Justo ese era el fin de semana de mi cumpleaños, cumplía 32 años.

Ante la perspectiva  de pasarlo sólo, me preparé para un fin de semana de no hacer nada, comer porquerías, flojear en el sofá y ver fútbol. Iba a ver todos los partidos de fútbol que me diera la gana, no iba a cocinar, no iba a lavar platos, ni a recoger la cama. ¡A lo mejor ni siquiera me quitaba la pijama!

Pero el sábado en la mañana, cuando me dirigía al sofá y la TV con un sandwich en la mano, me cambiaron los planes cuando sonó mi móvil. No estaba seguro de atender, pero al ver que era Elena, una de las amigas de mi mujer, pulsé el botón de “Aceptar”.

-¿Aló?-

-Hola Pedro ¿cómo estás?-

-Muy bien Elena, ¿y tú?- le contesté, preguntándome la razón por la que me estaría llamando. A lo mejor era para felicitarme por mi cumpleaños.

A ver, voy a explicar quién es Elena. Ella, mi mujer Lucía y Carmen habían estudiado juntas en la universidad y desde entonces eran inseparables. Luego se les había unido Eloísa que era un poco más joven. Salían juntas de compras, almorzaban todas las semanas y siempre se reunían por cualquier cosa. Y hablaban, oh sí, hablaban mucho. A veces los maridos (de Elena y Carmen, porque Eloísa estaba soltera) nos quedábamos dormidos mientras ellas seguían conversando como si nada. Yo estaba convencido de que hasta se comunicaban telepáticamente.

-Pedro, sabemos que tu mujer está fuera y ella nos encargó de que teníamos que cuidarte, así que hemos decidido pasar por allá a cocinarte algo y acompañarte un rato-

-¡Oh no, ya se me echó a perder el partido de fútbol de esta tarde!- pensé.

-Pero no es necesario Elena- le dije -Yo estoy perfectamente bien-

-Claro que estás bien, jejeje. Eso lo vemos, guapo- dijo burlándose. Ellas siempre me miraban con descaro y se reían con mi esposa comentando cualquier guarrada sobre mi. Estoy seguro que hasta alguna vez habrán hablado de mis partes privadas…

-Pero igual te vamos a acompañar- continuó.

-¿Todos?-

-No bobo, sólo las mujeres. Los maridos tienen pendejadas que hacer, así que estaremos sólo Carmen, Eloísa y yo. ¡Imagínate, tú solo con tres mujeres! ¿Qué te parece?-

-La verdad es que no sé si podré arreglármelas- le contesté.

-Y yo estoy segura de que si podrás, guapo. Jajaja- ripostó ella con una alegre carcajada, colgando la llamada.

Así pues, no me quedó más remedio que meterme al baño, bañarme, afeitarme y ponerme una ropa decente. Como hacía calor, sólo me puse una franela medianamente elegante y unos pantalones cortos. Mirándome en el espejo, me aseguré que estuviera presentable. A mi mujer le encantaba que yo me viera bien, sobre todo con sus amigas. Yo era como un trofeo que a ella le gustaba exhibir.

Mientras esperaba que llegaran decidí enviarle un mensaje a Lucía. Ella me había advertido que durante el día estaría muy ocupada y que a lo mejor no podía contestarme, que le escribiera un mensaje que ella haría lo posible por responderme lo más pronto posible. Así que le escribí:

Hola mi amor, tus tres amigas vienen esta tarde a “cuidarme”. Las noté un poco raras ¿ustedes se tienen algo entre manos?

Capítulo 2.

-¡Holaaaa!- pude oírlas desde el interior de la casa, después de haber tocado el timbre insistentemente.

Al abrir la puerta, me encontré a las tres mujeres cargadas de cosas, que se precipitaron dentro de la casa, tratando de besarme y abrazarme sin que les cayera ninguna de las cosas que traían.

-Hola a todas- dije besando a cada una en la mejilla -Hola Eloísa-, -Hola Elena- y -Hola Carmen-

-¿Qué es todo esto que trajeron? ¡Por Dios! Parece que van a alimentar a un ejército-

-No sabíamos qué había en la casa, así que decidimos traer de todo-

-¿Todo?- pregunté -¿Todo para qué?-

-Vamos a prepararte un almuerzo delicioso y, ya que estábamos en eso, decidimos comprar también para la merienda- contestó Carmen.

-Por supuesto también compramos vino y cerveza por si acaso- añadió Elena.

-Yo estoy segura de que a ti te gusta el vino rojo, pero también compramos blanco- completó Eloísa.

-¡Wow! Pasen a la cocina y dejen todo allá- les dije cerrando la puerta del apartamento.

Mientras ellas pasaban a la cocina, tuve oportunidad de detallarlas un poco. Todas eras mujeres adultas y bellas y al igual que mi mujer, de alrededor de los 30 años de edad, cuando ya se habían asentado en su femineidad. Ya no eran chicas inseguras que no sabían muy bien cómo comportarse, eran unas mujeres adultas que sabían lo que querían y capaces de hacer lo necesario para conseguirlo.

Eloísa tenía una blusa azul claro y una minifalda no demasiado corta, de color azul más oscuro y unas sandalias de color negro. Elena tenía una blusa strapless beige que dejaba sus hombros al descubierto. Abajo unos pantalones también beige más oscuros, que se pegaban deliciosamente a su trasero. Parecía también tener sandalias, pero no pude verla bien. Por último, Carmen tenía un vestido azul oscuro con punticos blancos que era tan delgado que juraría que a través del mismo se le veían las pantaletas. Uhhh… ese vestido me iba a traer problemas. Por supuesto, Carmen llevaba tacones, resaltando sus bellas piernas.

En la cocina, ellas empezaron a sacar y organizar todo. Obviamente iban a preparar una comida completa, con entrada, plato principal y postre, pero primero decidimos tomarnos algo para conversar.

Así pues abrimos un Prosecco que habían traído, todavía estaba frío y nos servirnos cada uno una copa de vino, mientras nos sentábamos alrededor de la mesa.

-¿Entonces? ¿Van a explicarme cómo es que decidieron venir?- les pregunté.

-Tu mujer es la principal responsable- dijo Elena.

-El otro día, durante el almuerzo semanal, nos habló de su viaje y que era tu cumpleaños y que te quedarías solo el fin de semana- siguió Carmen. Como siempre, una empezaba a decir algo y la otra lo terminaba. Así estaban de coordinadas.

-Y que hoy sería un buen momento para que te visitáramos y te atendiéramos en “tooodo” lo que necesitaras- finalizó Eloísa enfatizando el “todo”.

-¿En todo lo que yo necesite?- les pregunté -¿Y quién le dijo a Lucía o a ustedes que yo necesitaría algo?-

-No te pongas así querido, ustedes los hombres siempre necesitan que los “atiendan”- dijo Carmen con una mirada maliciosa, al tiempo que posaba su mano izquierda sobre la mía, agarrándomela cariñosamente.

-Pero yo…- dije poniéndome un poco nervioso, mirando primero a los ojos de Carmen y luego a su mano, que seguía agarrándome la mano.

Por supuesto que yo necesitaba algo. Es mi cumpleaños, tengo 32 años y estoy rodeado de tres mujeres increíbles, pensé, pero por otra parte, estoy casado con otra mujer increíble y éstas eran sus amigas… y estaban mandando toda clase de señales… No sé, no estaba nada seguro del terreno que pisaba y si de verdad mi mujer las había enviado.

-Nosotras hemos hablado… bastante de ti, entre nosotras. Siempre con Lucía presente claro, y ella nos ha contado algunas cosas… interesantes- acotó Eloísa -Como por ejemplo lo que hacen los sábados en la tarde-

-¿Lucía les había contado de los sábados en la tarde?- pensé.

-Siempre son cosas buenas, por supuesto- dijo ahora Elena -Lucía siempre habla muy bien de ti y de tus… habilidades-

-¿De mis habilidades?- pregunté alarmado pensando cuánto sabrían estas mujeres de mi y mi esposa y en qué lio me podría estar metiendo.

-Bueno. Ya de eso hablaremos más después, ahora vamos a brindar porque pasemos una tarde deliciosa- cortó Eloísa, que seguía agarrándome la mano.

-Ok. Porque pasemos una tarde deliciosa- dijimos todos levantado las copas y brindando. Después de lo cual seguimos conversando de otras cosas más normales.

A todas esas yo seguía pensando: - ¿A qué se habrán referido cuando hablaron de mis habilidades? Lucía y yo teníamos unas sesiones de sexo realmente espectaculares pero, ¿se lo diría a ellas? ¿Les contaría de cómo tirábamos como conejos los sábados por la tarde? ¿Sábado por la tarde? ¡Hoy era sábado! ¿Sería a eso a lo que se referían con mis necesidades? No, no puede ser que la loca de mi mujer me haya mandado a sus amigas… no, no-

Y mientras conversábamos, sonó el ping de la llegada de la respuesta de Lucía.

-Permiso. Es un mensaje de Lucía- les dije y tomé el móvil para leerlo.

Hola mi amor. Otra vez te deseo un cumpleaños feliz

No sabía qué regalarte, pero durante la última reunión con las chicas se me ocurrió el regalo perfecto: “las tres chicas”

Siempre hemos estado orgullosos de nuestra relación y lo abierto que somos. Así pues que se me ocurrió que el mejor regalo de cumpleaños que podía hacerte son ellas tres. Eso significa que por mí, tienes luz verde, tú decides hasta donde llegar con cada una. Por supuesto, cada una de ellas también va a tomar su decisión hasta dónde llega. Pero por mí, eres libre. Desde sólo soplar las velas, hasta cogértelas hasta que se te caiga el pipí (bueno, por lo menos trata de que no se te caiga, me gusta demasiado, jajaja). Feliz cumpleaños, mi amor

Por supuesto que me quedé estupefacto. De verdad, Lucia y yo habíamos hablado algunas veces de la posibilidad de jugar con otras personas y tener relaciones sexuales con ellos. Eso sí, los dos juntos. Pero siempre pensé que eso estaba todavía a nivel teórico. Que sí, que algún día lo íbamos a hacer, pero ahora, de pronto se hacía real.

-¿Pasa algo malo?- preguntó Elena.

-No, no- respondí poniendo el móvil boca abajo sobre la mesa -Todo está bien-

-Es que pusiste una cara un poco rara- dijo Carmen.

-Es un problema que había en su compañía y que la tenía un poco inquieta- les dije improvisando -Yo le había preguntado esta mañana y fue ahora que me pudo contestar, diciéndome que ya todo se había resuelto-

Tendría que acordarme de decirle a Lucía, para que les hiciera una observación similar la próxima vez que hablaran. No vaya a ser…

-¡Brindemos de nuevo!- dije levantando la copa y todas lo hicieron conmigo.

-¡Salud a nosotros! Jajaja-

La primera botella de Prosecco se había acabado y la segunda iba ya en camino, cuando Eloísa anunció:

-Bueno, ya va siendo hora que empecemos a prepararlo todo. Eloísa, ¿porqué no te llevas a Jorge al estudio mientras nosotras dos terminamos de preparar la comida?-

-¡Oh! Está bien- dijo Eloísa, levantándose y ofreciéndome la mano -¿Vamos?-

Un poco confundido me levanté de la silla y le tomé la mano.

-¿De verdad no quieren que las ayude?- pregunté.

-No, no. Tenemos todo controlado. Lo que no queremos tampoco es que estés en el medio. Eloísa te mantendrá alejado.

Ella entonces me guió hacia el estudio.

-¿Cuánto tiempo necesitan chicas?- le preguntó a las otras dos.

-Oh,… mmm… no sé. En una media hora te busco para que le eches un ojo a la comida ¿te parece?- respondió Carmen.

-¿Media hora? Muy bien- respondió Eloísa y entrando conmigo a mi estudio cerró la puerta tras ella.

Capítulo 3.

En el “estudio” no habían muchos muebles, sólo una biblioteca, una mesa con una computadora y una silla grande.

-Perdona, no hay sino una sola silla, déjame buscar otra- le dije a Eloísa cuando entramos.

-No, no. Está bien, no es necesario- dijo ella con una sonrisa -¿Qué te parece si tú te sientas en la silla y yo me siento en tus piernas?-

-¿En tus piernas?- le pregunté sorprendido.

-Si, claro. Seguro que vamos a estar cómodos. Es sólo un ratico. ¡Ah! y cierra la puerta-

No me imaginaba que fuesen a ser tan directas. Igual cerré la puerta del estudio, sin llave porque no tenía, me senté en la silla y esperé a ver qué hacía Eloísa.

Ella pareció dudar por un instante, pero luego se sentó de lado sobre mis piernas, quedando de perfil y cuidando de quedar relativamente alejada, apoyando un brazo contra el espaldar de la silla. Siendo ella más pequeña que yo, su cara quedaba a la altura de la mía.

Por unos momentos nos quedamos mirándonos a los ojos sin saber qué hacer, hasta que yo tomé la iniciativa y poniendo mi brazo izquierdo alrededor de su espalda la atraje suavemente hacia mí, haciendo que recostara su hombro derecho contra mi pecho.

Entonces le acaricié la cara con mi mano derecha, comenzando a conversar:

-Eres muy bella. No entiendo cómo es que no tienes una pareja-

-¿De verdad te parezco bella?- preguntó sonriendo.

-¡Absolutamente!- le dije, continuando con mis caricias -Deberías tener una corte de tipos persiguiéndote-

-Jajaja. En realidad sí los tengo, bueno no un montón, pero sí algunos; pero trato de que no se me acerquen mucho. Yo soy muy selectiva y si no me gustan lo suficiente…-

-Está bien ser selectiva- le dije -¿Y qué tipo de hombres te gustan?-

-Hombres como…- respondió sonrojándose un poco -no es fácil describirlo, pero tú serías un buen ejemplo-

-¿O sea que te gustan los tipos como yo?-

-Si, jajaja. Tú eres… bastante parecido a lo que busco. Eres… casi perfecto, pero tienes un defecto ¡y muy grave! Jajaja-

-¿Un defecto, pero… cuál será?-

-¡Que eres el esposo de mi amiga Lucía-

-Bueno, eso es verdad ¡pero no es un defecto!-

-Claro que lo es, yo no haría nada que pudiera hacerle daño a mi amiga-

-Pero a ver, ¿qué pudiera ser eso que le haría daño a tu amiga?-

-¡Es obvio! Yo no quisiera hacer nada que pudiera dañar su relación tan linda-

-A ver- dije entonces -¿Tu dirías por ejemplo, que si yo te doy un beso, eso pondría en riesgo mi relación con Lucía?-

Sin darle tiempo de responderme, le di un rápido beso en la comisura de la boca.

Ella no reaccionó al beso, pero tampoco alejó su cara, lo que me indicó que probablemente le había gustado.

Yo esperé unos instantes a que ella respondiera y finalmente dijo:

-No, supongo que un beso así no pondría en riesgo tu relación- dijo sonriendo.

-Es más. Besos más o menos así nos hemos dado muchas veces, cada vez que nos saludamos ¿no?- Le dije antes de volver a besarla, asegurándome esta vez que mis labios rozaban su labio inferior y que el beso duraba un poco más.

-No recuerdo que nuestros besos de saludo fueran tan… sensuales- aseguró ella.

-¿Te pareció sensual?- le pregunté.

-Mas o menos…-dijo Eloísa bajando los ojos, pero manteniendo la boca a mi alcance.

-¿Y qué tal así?-

Entonces apunté al medio de su boca y comencé a besarla en serio.

Por un rato jugué con sus labios, sin prisas, mientras ella iba aceptando y devolviendo mis besos. Mi brazo izquierdo, que seguía sujetándola contra mí, sentía como ella iba relajando el cuerpo poco a poco.

De pronto, ella abrió la boca y su lengua buscó la mía. Ahora sí era un beso de verdad.

-Mmmm- gimió mientras nuestras lenguas se entrelazaban.

Por un rato le dejé a ella la iniciativa, lo que la hizo tomar confianza. De alguna forma giró un poco su cuerpo para quedar más de frente hacia mí y así pude sentir como su teta derecha se apretaba contra mi pecho. Por otra parte, con sus manos me sujetaba la cabeza, acariciándome a través del pelo.

Yo también empecé a acariciarla con mi mano libre. Primero su brazo y luego bajando por su espalda hasta el lado izquierdo de su cuerpo, para finalmente subir hacia su pecho.

-No, no- me dijo inmediatamente, sin dejar de besarme, y tomando mi mano con la suya, me la apartó decididamente.

Yo la dejé que me quitara la mano sin interrumpir el ritmo de los besos, pero al cabo de uno minutos volví a acariciarle el pecho, notando que ahora su pezón estaba duro y levantado.

-No, no- volvió a decirme, quitándome de nuevo la mano.

Esta vez yo interrumpí el beso para decirle mientras la miraba a los ojos:

-Son sólo unas caricias…-

-Yo sé, pero me da… pena- me respondió ella bajando la mirada, ¿un poco avergonzada quizás? No sé de si por mis acciones o por no dejarme.

-No tiene porqué darte pena- le dije -al fin y al cabo, tú también me estás tocando-

-¿Yo?- dijo Eloísa sorprendida.

Efectivamente, yo tenía el miembro completamente rígido desde hacía rato y ella, sentada sobre mis piernas, me lo tenía apretado con su muslo derecho. Entonces moví un poco mis caderas y bajé los ojos hacia la zona, con lo cual ella se dio cuenta.

-Ooohhh- dijo apenada, al darse cuenta de que lo sentía presionando contra su pierna. Seguramente lo había estado sintiendo todo el tiempo, pero sólo ahora era estaba consciente de eso.

-Está bien- le dije para tranquilizarla -Me encanta que me lo hayas puesto así. Es una demostración de lo mucho que me gustas-

-Si… pero…- dijo dudando de qué hacer, lo que yo aproveché para volver a besarla otra vez en la boca. La verdad era que ya me dolían los labios de tantos besos, pero estaba tan ricos…

Y mientras seguíamos besándonos, yo seguía moviendo un poco las caderas, masturbándome contra su pierna, asegurándome de que ella me sintiera.

Pero luego de unos minutos, volví a buscarle el pecho con la mano y aunque otra trató de impedírmelo, no lo hizo muy decidida, lo que me permitió comenzar a acariciarle su teta derecha a través de la blusa azul y del brassier. Quizás, ella no se sentiera muy cómoda con mis caricias, pero su cuerpo sí reaccionaba positivamente. Por lo menos eso era lo que indicaba el pezón que había reaccionado poniéndose aun más duro.

Por otro rato seguimos besándonos mientras le seguía acariciando el pecho, pero entonces, consciente de que no teníamos mucho tiempo, intenté desabotonarle la blusa.

Nuevamente ella trató de detenerme.

-Déjame acariciarte- le dije -Quiero sentir tu piel suave y tersa-

-No sé… yo pensé que sólo nos íbamos a besar un poco…-me dijo, sin dejarme desabotonarle la blusa.

-Son sólo unas caricias. Tu sabes, cuando uno se besa, también se acaricia un poco-

-Bueno está bien… pero no le vayas a decir nada a las otras chicas-

-Por supuesto que no. Yo nunca me las echo de mis acciones-

Ella entonces me soltó la mano no muy convencida y yo le desabotoné lo dos botones superiores. Lo suficiente para meter mi mano por debajo de la blusa. La sensación de la caricia en su piel desnuda era mucho mejor.

-Tu sabes que yo nunca le hablaría a nadie de lo que hago. ¿Alguna vez me has oído decir algo de Lucía?-

-Mmm… no, pero igual no quiero que nadie se entere…- gimió Eloísa mientras deslizaba mi mano por su teta, todavía con el brassier puesto.

Para distraerla, comencé a besarle el cuello, lo que la hizo estremecerse de placer y así, aprovechando que estaba distraída, terminé de abrirle la blusa. Para mi suerte, resultó que el brassier, que era azul como toda su ropa, tenía el cierre por delante entre las dos tetas, así que lo tomé y se lo solté, pudiendo así por primera vez acariciarle el pecho desnudo.

-Mmmmm- volvió a gemir al sentir como le acariciaba el pezón que respondía poniéndose cada vez más duro. Ella me acariciaba la cabeza y me la apretaba contra sus tetas, disfrutando de las caricias.

Luego, mientras le mordisqueaba el especialmente duro pezón izquierdo, bajé mi mano a sus piernas y comencé a subirla hacia arriba.

-Ooohhh- gimió por el mordisco en el pecho, pero no se distrajo y me agarró la muñeca para que no siguiera subiendo la mano por la pierna.

-No, no… ahí no…- me dijo

-Son solo unas caricias- volviendo con mi argumento.

-Yo sé, pero… todavía no…-

- ¿Todavía no? ¿O sea que en futuro sí?…- pensé mientras seguía comiéndole los pezones.

Mi mano se mantenía en su muslo con los dedos entre las dos piernas muy cerca de su vulva y aunque ella me seguía impidiendo que la siguiera subiendo, yo le apretaba el muslo con los dedos de forma rítmica, sabiendo que eso se trasmitía hacia adentro.

-¿Sabes que tienes unos pechos deliciosos?- comencé a decirle otra vez -y tus labios son igualmente extraordinarios, así que no puedo decidirme entre besar unos o los otros-

-¿Te gustan mis tetas? ¿No son muy chiquitas?- me preguntó ella.

-No son chiquitas, tienen el tamaño ideal. Me encantan las tetas como las tuyas- le dije, lo que era absolutamente cierto. Eloísa tenía unas tetas más bien pequeñas, una copa B quizás, pero a mi me gustaban así.

-Lucía las tiene más grandes- me dijo.

-Si, pero eso no quiere decir que me gusten más que los tuyos- le contesté antes de decidirme por los labios de nuevo.

El piropo pareció agradarle, pues inmediatamente disminuyó la presión de su mano que me impedía subir la mía por su pierna y así pude llegar con la punta de mis dedos hasta su vulva. La tenía cubierta con la pantaleta claro, pero era una tela tan delgada que podía sentir claramente su forma.

Y así, mientras nos besábamos, empecé a acariciarle el clítoris con la punta de los dedos índice y medio, haciendo círculos que se trasmitían hacia adentro.

-Mmmmggrr- gimió ella, estremeciéndose un poco.

Nuevamente volví mi atención a sus tetas, que desde hacía un rato había dejado descuidadas. También modifiqué mis caricias entre sus piernas, bajando mis dedos hacia la zona de su vagina, lo que me permitió constatar que estaba tan mojada que se sentía la pantaleta completamente enchumbada.

-Toc, toc- sonó entonces en la puerta y Eloísa se irguió inmediatamente.

-Eloísa, necesitamos de tu ayuda con la salsa, ¿Puedes salir?- sonó la voz de Carmen a través de la puerta. Convenientemente, ella no había abierto la puerta dándonos tiempo de ordenarnos un poco.

Eloísa se levantó de mis piernas y luego de ajustarse el brassier, comenzó a abotonarse la blusa. Mientras ella estaba parada a mi lado, yo mantenía mi mano entre sus piernas y le acariciaba furiosamente el clítoris de nuevo, sin que ella hiciese nada por detenerme.

Luego de que terminó de abotonarse, se pasó las manos por la blusa y el pelo, tratando de no verse demasiado desarreglada y por último se inclinó hacia mí y me susurró al oído:

-No creas que esto se va a quedar así- y entonces buscó mi güevo con su mano y apretándomelo suspiró profundamente. Luego se volteó a la puerta y dijo en voz alta:

-Ya voy saliendo-

Por último se volvió otra vez hacia mi y me dijo:

-No vayas a salir con eso así- apretándome por última vez el güevo -Espérate a que se baje-

Y abriendo la puerta, se fue a la cocina.

Yo salí también del estudio, pero me dirigí primero al baño. No sin antes ver las caras de Carmen y Elena, escrutando a Eloísa tratando de adivinar cuánto había sucedido en el estudio.

Una vez en el baño, me aseé un poco y me lavé la cara. Luego entré al cuarto y me cambié los interiores que también estaban mojados con la abundante lubricación que había estado produciendo. No estaba seguro de si me olerían o no, pero por si acaso.

Por último y después de considerarlo un rato, entré de nuevo al baño y tomé una píldora de Viagra. No era una cosa que realmente necesitase mucho, pero eran tres mujeres y mejor era asegurarme que había “fuerza” para conquistar esas tres bellezas… ¡y por lo menos dos veces cada una!

Capítulo 4.

-La verdad es que el almuerzo ha estado espectacular- les dije luego de pasarnos casi una hora disfrutando con la más absoluta calma y placer una sucesión de platillos como usualmente no comía en casa.

Lo primero fue una entrada italiana: una burrata, con tomates, queso mozarella y jamón crudo, acompañado de pan tostado. El segundo plato fue milanesa tipo austríaca, hecha con cochino. Acompañada de puré de papas y vegetales al vapor. Por último dos postres distintos, el primero una especie de flan de caramelo y el segundo, brownie con helado de vainilla. Todo bañado con un excelente vino rojo chileno, del que lamentablemente no recuerdo la marca.

Durante el almuerzo mantuvimos una divertida conversación sobre los lugares que conocíamos y los viajes que habíamos hecho cada uno por distintas partes del mundo. En ningún momento hablamos de sus esposos o de la mía. Siempre nos mantuvimos como individuos independientes sin lazos especiales. Tampoco se mencionó nada a la media hora que habíamos pasado Eloísa y yo en el estudio y aparte de la constante distracción del semi-transparente vestido de …, a quien se le adivinaban los pezones a través de la tela, no tuvimos mayores acercamientos sexuales.

-Bueno- dijo Carmen -ahora Eloísa y yo vamos a retirar las cosas de la mesa y vamos a limpiar la cocina y fregar los platos. Mientras tanto ¿porqué tú y Elena no se retiran al estudio así no te molestamos?-

Yo me sorprendí un poco, pero inmediatamente reaccioné al entender que era una táctica para que cada una de ellas estuviese un rato a solas conmigo.

-¿Qué tendrá planeado Elena? ¿Serán solo besos, como quería Eloísa?- pensé.

-¿Vamos?- dijo Elena levantándose y ofreciéndome la mano.

-Claro, vamos- le respondí tomándole la mano y dejándome conducir al estudio.

Apenas entramos, Elena cerró la puerta y prácticamente se abalanzó sobre mí, comenzando a besarme furiosamente en la boca.

Yo la abracé y la apreté contra mí, sintiendo sus tetas, mucho más grandes que las de Eloísa, aplastarse contra mi pecho. Pero no solo las tetas, ella empujó con sus caderas contra las mías y así nuestros pubis también quedaron uno contra el otro. Yo no estaba duro todavía, pero mientras nuestras lenguas se entrelazaban furiosamente en mi boca, sentí cómo mi güevo empezaba a empujar contra su entrepierna.

-Mmmm…- gimió ella al sentirme y comenzó a mover las caderas para restregarse contra mi güevo.

Así pasamos un par de minutos, hasta que finalmente tuvimos que interrumpir el beso para coger aire.

-Mmmm…. desde que estuviste aquí solo con Eloísa me estoy muriendo por hacer esto ¿Se dejo coger la boba esa?- preguntó mirándome a los ojos con la cara un poco enrojecida por el deseo.

-Eso vas a tener que preguntárselo a ella- le contesté sonriendo.

-No importa- me dijo, empujándome suavemente hacia la silla -No tenemos mucho tiempo y no quiero quedarme corta-

-¿Quedarte corta? ¿En qué?- le pregunté, parado delante de la silla.

Entonces ella se arrodilló delante de mí, me agarró el cinturón y empezó a aflojármelo.

-Voy a darte mi regalo de cumpleaños- dijo soltándome la correa y el pantalón y los interiores, que cayeron a mis pies. Mi güevo saltó frente a su cara.

-¡Oh!- dijo tomándolo con su mano derecha -Es más grande de lo que me lo imaginaba-

-Bueno, en realidad es más bien normaaaal- dije yo gimiendo cuando ella se metió la cabeza en la boca sin mayores preámbulos.

-Mmmgmmhhmmm- fue todo lo que pudo decir, mientras me acariciaba la cabeza del güevo con la lengua y los labios.

-Bueno. Pues a mí me parece grande, comparándolo con la mayoría de los hombres que he conocido y ni que decirse el de mi esposo-

Entonces volvió a metérselo en la boca, esta vez más adentro.

-Bueno, yo nunca he participado en un concuuuursoooo de tamaaañooos- dije disfrutando de sus caricias, lo que me hacía arrastrar la voz.

Otra vez se lo sacó y mirándome a los ojos me dijo:

-¿Porqué no te sientas tranquilo y disfrutas?-

-¿No quieres que yo…?- traté de decirle, pero ella no me dejó terminar.

-Es mi regalo de cumpleaños. Después podemos ver qué otras cosas podemos negociar…-

Entonces me senté en la silla. Mas bien hacia el borde, para que ella tuviese el mejor acceso a su… lugar de trabajo y yo me recosté hacia atrás a disfrutar, que era lo que me pedían. En realidad pensé que no iba a durar mucho, después de la media hora con Eloísa, me había quedado… alborotado y sin resolver, así que ahora seguramente acabaría pronto.

-Mmmm… está increiiíbleee- le dije al sentir que la cabeza de mi güevo chocaba con el fondo de su garganta.

- ¡Es muy hábil con la boca esta chica!, no me lo imaginaba - pensé.

Por un tiempo ella me “bombeó” el güevo con su cabeza, subiendo y bajando y dejando que mi güevo fuese desde sus labios hasta el fondo de su boca.

-Mmmm… no voooy a podeeer aguantaawwr muuuchoo- tuve que reconocerle acariciándole la cabeza.

Entonces ella se lo sacó otra vez, siempre sujetándole con sus manos, y me dijo:

-¡Ah! Entonces no te cogiste a Eloísa, jajaja. Bueno, por lo menos no acabaste. Pero está bien, es tu regalo y tú lo tomas cuando quieras. Acaba cuando desees-

Entonces volvió a tomarme con la boca, pero después de una o dos subidas y bajadas, cambió de posición su cuerpo, inclinándose más hacia adelante y tomando aire, empujó hacia el fondo. Yo sentí que la cabeza del güevo primero se apretaba contra la garganta y que, de pronto ésta se abrió y el güevo le entró más adentro.

En ese instante, su nariz chocó mi pubis y ya no pudo metérselo más adentro. Allí se quedó por 10 o 15 segundos mirándome, mientras se le aguaban los ojos. Luego no pudo más y se lo sacó todo.

-Aaaahhhh- respiró cuando su boca estuvo libre.

-¡Wow! -le dije -Eso estuvo impresionante-

-Gracias- respondió -Nunca me había tragado uno tan grande, pero está bien. Ya sé que puedo hacerlo…-

Entonces volvió a meterse en mi güevo en la boca. Esta vez sólo hasta el fondo de la boca, pero entonces empezó a hacer una vibración como una canción o algo así.

-Jummmm…-

Esa vibración, sumado a todo lo demás me empujaron definitivamente al abismo:

-Ya… voooy…. a… acabaar…- le anuncié.

Entonces ella se lo metió una vez más hasta la garganta siempre mirándome a los ojos.

-AAAAAHHHHH- exploté y un chorro de semen salió de mi güevo directamente a su estómago o a donde le estuviese llegando ese momento.

Ella aguantó un poco más y el segundo chorro también se derramó en su garganta, pero luego retiró un poco la cabeza, suficiente para sacárselo de la garganta y el resto de mi semen cayó en su boca, donde ella pareció saborearlo antes de tragárselo.

-Mmmm… un sabor muy interesante… ¿almendras?… me gusta- me dijo luego de chuparme completamente y asegurarse que ya no quedaba ni una gota de semen en mi cuerpo.

-Ven- le dije invitándola a sentarse en mis piernas, como había tenido antes a Eloísa.

Cuando ella se sentó, le pasé el brazo por la espalda, busqué su boca y por un rato estuvimos besándonos. Al principio sentí claramente el sabor de mi propio semen en su boca, pero pronto se disolvió en su propio sabor.

-Wow- dijo cuando hicimos una pausa. -No muchos hombres aceptan besar en la boca a una mujer, luego de que ésta ha recibido su… carga. Por supuesto que no mi marido-

-Jajaja, tú sabes que yo no soy cualquier hombre- le dije buscando su boca de nuevo.

-Mmmm- gimió mientras que mi mano se apretaba contra su pubis por sobre los pantalones. Con algo de dificultad aflojé el cierre y abriéndolos metí la mano. ¡No había pantaletas!

-¿Y esto?- le dije comenzando a acariciarle la vulva que estaba absolutamente empapada.

-¿Mi totona?- me dijo sonriendo -me sorprendería mucho que supieses qué es eso, jajaaj-

-Jajaja, realmente, pero… ¿sin pantaletas?-

-Me las quité hace un rato cuando fui para el baño… oooh- dijo gimiendo cuando le metí dos dedos en la vagina, mientras le acariciaba el clítoris con el pulgar.

-Muy previsiva -le dije -Me gustan las chicas que siempre están preparadas-

-Sieempre listas… mmmm…. -

-¿Y tu esposo sabe algo de lo que está pasando aquí?- le pregunté.

-El debe estar viendo su… mmmm…. partido de futbol, no tiene porqué saber los goles que están ocurriendo en otras canchaaass…. mmmm-

-Ven- le dije entonces -Siéntate tú en la silla-

-Ooohhh, no tienesss quee… - trató de protestar, aunque sin mucha fuerza.

-Yo sé que no tengo, pero es que quiero. ¿No puedo comerme una torta como parte de mi regalo?-

-Jajaja ¿comerte una torta? jajaja, no sé si es una torta- se rió levantándose, quitándose los pantalones y sentándose desnuda en la silla. Poniendo una pierna en cada uno de los reposabrazos y quedando abierta y lista para mí.

Su totona estaba completamente mojada y obviamente preparada para lo que viniera. Los labios gruesos y llenos de sangre y bañados en sus líquidos lubricantes. El clítoris sobresalía en el borde superior listo para mis caricias.

-AAAAAHHHH- gimió cuando posé mis labios alrededor del clítoris y comencé a acariciarlo con la lengua.

Ella me agarró la cabeza y me la presiono con fuerza contra su vulva. Pero yo tenía otros planes y resistiendo sus manos, comencé a recorrerla de arriba a abajo, chupando, lamiendo, mordiendo, para regresar por último al clítoris donde estaba la función principal.

Ella gemía cada vez más fuerte:

-AAAAAHHHH-

-SSSIIIIII-

-Ahiiii-

-Nooo, no te vayaaas- protestaba cuando dejaba el clítoris para irme a otra parte, pero cuando volvía a él:

-Siiii…. ahiiii… duroooo…-

-SIIIIII….. Siiii…. DUROOOOO…. AAAAAHHHHH- gritó duro comenzando a temblar con todo el cuerpo.

El orgasmo no sólo lo deben haber oído sus dos amigas, sino que posiblemente todos los otros vecinos del edificio. A mí me encantó, porque siempre me gustó oír a la mujer acabando y mi mujer era más bien silenciosa. Iba a tener que pedirle a Elena que le enseñase.

Capítulo 5.

Después de ir los dos al baño y ponernos “presentables”, regresamos a la sala. Eloísa y Carmen estaban sentadas en la mesa y aunque disimularon, se les notaba en la cara que querían una descripción detallada de lo que había pasado en estudio. Un relato, especialmente por parte de Elena, pero ambos nos sentamos a la mesa sonriendo.

Allí había una torta de cumpleaños con dos velas, una con un 3 y la otra con un 2. Mi cumpleaños número 32. Además de la torta estaba una jarra de café humeante, tazas, azúcar, etc.

-¿Apagamos las velas primero o nos tomamos el café?- preguntó Elena.

-Apaguemos las velas de una vez para salir de eso y después nos tomamos el café- sugerí.

-¿Y que tal un plus-café ?- dijo Carmen -Yo traje un Limoncello que es delicioso-

Mientras, Elena había tomado un encendedor y prendiendo las dos velas.

-Cumpleaaañosss, feeeliiiiz…, te deseooo… yoa tiiii…- cantamos todos y al final, apagué las velas.

-¿Qué quieres hacer ahora?- preguntó un rato después Eloísa, cuando ya todos nos habíamos comido un pedazo de torta y teníamos nuestros respectivos cafés por delante.

-La verdad es que no sé- dije mintiendo descaradamente, pues realmente lo que quería era cogerme a las tres, jajaja. Además, sospechaba que ellas querían lo mismo, pero parecía que no sabíamos por dónde comenzar.

-Ahora hay un partido de futbol muy interesante ¿no?- sugirió Carmen.

-Supongo que sí…- respondí, sin mucho interés.

-¿Qué te parece si nos sentamos todos a verlo. Es tu cumpleaños y queremos que hagas las cosas que te gustan-

-Ok, podemos hacer eso… mientras- dije añadiendo la palabra “mientras” para indicar así que esperaba hacer algo más después.

Al poco rato estábamos todos sentados en la sala. Carmen y Elena se habían apresurado a sentarse a mi lado en el sofá, dejando a Eloísa en el otro mueble a la izquierda.

Viendo que estaba en desventaja, Eloísa se había sentado con una pierna debajo de ella, con lo que la falda se le había subido tanto que se le veía hasta las pantaletas, sin que a ella diere algún signo de que importase. Es más, era obvio que lo había hecho adrede. También se había desabotonado los dos botones superiores de la blusa dejando ver un montón de escote.

Las otras dos sentadas a mi lado tampoco escatimaban formas de llamar mi atención, acariciándome a cada momento, deslizando “casualmente” un mano por mi pierna o apoyando su cuerpo contra mí, asegurándose que sintiese sus pechos contra mí.

Y yo trataba de devolverles las caricias sin ser descarado. Obviamente todos queríamos continuar al siguiente escalón, pero ninguna de ellas se atrevía a proponerlo.

Finalmente fue Carmen, quien todavía no había estado a solas conmigo, la que finalmente se animó:

-Este partido está muy fastidioso ¿te importaría si me recuesto un momento en tu cama?- me preguntó levantándose.

-No, no, por supuesto- le respondí, esperando que me dijera más.

-Ok, pero acompáñame un momento para que me digas dónde me puedo acostar-

Elena volteó los ojos, casi sin aguantar la risa por tan ridícula excusa, pero se aguantó y simplemente apoyó la idea diciéndome:

-Anda, acompáñala. Nosotras los esperamos aquí-

Apenas entramos al cuarto, Carmen cerró la puerta tras de si y agarrándome del  brazo se volteó para decirme:

-¡Por fin! Tengo todo el día viendo como esas bichas se aprovechaban de ti y yo sin poder hacer nada-

Yo sonreí ante la idea de que “se aprovechaban de mi” y tomándola por la cintura y la atrayéndola hacia mí, haciendo que mis caderas se restregaran contra las suyas, le dije:

-¿Y qué se te ocurre que quisieras hacerme?- le pregunté sonriente.

-Oh, no sé, ¿qué tal algo sencillo como cogerte hasta que se te sequen las bolas?- me respondió y comenzó a besarme furiosamente en la boca sin dejarme responderle.

Por los siguientes minutos estuvimos de pié besándonos de la forma más agresiva posible, con su lengua profundamente metida en mi boca.

Mientras, yo le masajeaba el culo con mis manos por debajo del borde del vestido. Ella era un poco más pequeña que yo, pero con los tacones quedábamos del mismo tamaño y mis manos caían a la altura perfecta. Como ella tenía una tanga, podía acariciarla sus nalgas desnudas sin problema. Al rato además, empujé de lado la minúscula tanga y mis dedos se encontraron ya acariciándole la totona.

-Vamos a la cama- me dijo de pronto interrumpiendo las caricias.

La verdad era que no me imaginé que Carmen fuese a ser tan directa, pero la seguí a la cama mientras me desvestía.

-Acuéstate boca arriba- me ordenó.

Ella no se había desvestido todavía, sólo se había quitado los zapatos y cuando me acosté, se sentó sobre mi estómago con las piernas dobladas a cada lado de mi cuerpo.

Luego se elevó un poco y apartándose la tanga con una mano y agarrándome el güevo con la otra, se lo colocó en la entrada. Respiró aíre profundamente y empezó a metérselo despacio.

-Mmmmhhhh- gimió -Esto era lo que necesitaba-

No se lo metió completo en el primer intento. Cuando iba a medio camino se detuvo y luego se levantó otra vez pero sin sacárselo. Entonces movió las caderas acomodándose y finalmente se volvió a bajar, ahora sí, metiéndoselo hasta el fondo.

-Mmmmhhhh, tenía razón Lucía, es un pelo grande, pero manejable-

-¿Qué más cosas les habrá dicho mi mujer?- pensé, pero no era el momento de quejarse.

Una vez que Carmen se hubo acomodado bien, empalada hasta el fondo, se terminó de desvestir. Primero aflojó el cinturón del vestido que estaba todo arrugado alrededor de su cintura y se lo sacó por encima de la cabeza. Luego se agarró el brassier, un precioso sostén de encajes, y se lo quitó también, quedando sólo las panties que ya no había forma de sacar.

Una vez desnuda, Eloísa empezó a cogerme. Apoyándose con las dos manos en mi pecho comenzó a subir y a bajar, metiéndose el güevo hasta el fondo cada vez.

Sus tetas eran relativamente grandes para su cuerpo. Definitivamente las más grandes de las tres, pero sin embargo eran deliciosamente duras. Los pezones eran oscuros y contrastaban bellamente con el claro color de las piel de las tetas y, por supuesto, estaban erectos. Con el movimiento de su cuerpo, las tetas oscilaban bastante, lo que hacía todo un poco más sexy.

-Mmmmhhhh- gemía cada vez que su cuerpo bajaba y mi güevo la llenaba.

-Grrgrh- contestaba yo.

-Mmmmgrr-

-Grgrgdhh-

Yo le apretaba las tetas lo más que podía sin hacerle daño.

-Mmmmgrr…. no, sé cómo…. mmmhhhh… estás tú- me dijo al cabo de un rato -Pero yo estoy tan… mmmhgrr… excitada, que…. no creo que vaya a aguantar muchooo…-

-¡Oh!, no hay problemas- le respondí -Puedes acabar cuando quieras, siempre y cuando pueda seguirte cogiendo después-

-Ohh siii… - dijo arrastrando más las palabras -Me puedes cogeeer… mmmhhhh… todo lo que quieeraass-

Entonces ella dobló su cuerpo hacia adelante, al tiempo que empujaba la cadera un poco hacia atrás, lo que hizo que mi güevo se doblara alrededor de su hueso púbico y aumentase la fricción contra su clítoris.

-Mmmggr- dijo, acelerando sus movimientos y gimiendo cada vez más duro:

-Estaaaa… siiii…. queee ricooo…-

-Mmmmm… meee encaantaa…-

-Essstaaa… siiii-

-MMMMGGGGGRRR-

Carmen bajó su cuerpo una última vez y luego empezó a estremecerse, mientras los músculos internos de su vagina se contraían alrededor de mi güevo.

Yo la abracé y esperé que pasara su orgasmo y se calmara, lo que tardó un largo rato, ya que cada cierto tiempo se estremecía nuevamente de placer.

Cuando por fin su respiración se hizo más regular, se enderezó un poco y viéndome a la cara me dijo:

-¡Wow, eso estuvo intenso!-

-¿Te gustó?- le pregunté.

-¿Qué si me gustó? Me gustó tanto que no quiero ni pensar en el muerto que tengo en la casa. Jajaja-

-Oh, no quisiera ser el causante de ningún problema-

-No, te preocupes- respondió ella moviendo otra vez las caderas haciendo que mi güevo le revolviera todo por dentro -Esto es… sólo sexo. ¡Muy rico! y espero volverlo a repetir pronto, mi relación con Eduardo es otra cosa, pero no quiero hablar de eso con esta cosa metida dentro de mi, jajaja-

-Como ti digas- le respondí disfrutando del giro de sus caderas.

-Pero… - continuó ella -Tú no has acabado todavía ¿no quieres hacerlo ahora?-

-¡Por supuesto!- le dije buscando su boca y empezando a besarla de nuevo, mientras ella movía las caderas.

A los pocos momentos, sin embargo, me dijo:

-¿No te importaría cambiar de posición? Estoy un poco cansada-

-Muy bien- le dije -¡Agárrate!-

Entonces, sujetándola por la cintura la empujé primero hacia arriba y luego giré para ponerla debajo de mi, sin sacárselo, lo que logramos a medias, porque al final sólo tenía metido la cabeza y cuando me bajé sobre ella, se lo metí de un golpe hasta el fono.

-¡Coño!- gimió ella -Tampoco es para que me mates-

-¿Te dolió?- le pregunté preocupado.

-No, en realidad no, pero me sorprendió. Además que lo tienes un pelo grande ¿sabes? y me estás revolviendo toda por dentro-

-Bueno, entonces prepárate, porque ahora sí que te voy a revolver-

Entonces le agarré las piernas por las corvas y se las doblé hacia arriba, con lo que ella quedó completamente doblada por la mitad, con las rodillas cerca de las orejas.

-¡Wow!- dijo

Y comencé a cogérmela con gusto. Yo estaba apoyado con los brazos sobre la cama, sus piernas estaban enganchadas en mis brazos y su vientre lo tenía completamente doblado hacia arriba, con lo que podía penetrarla hasta el fondo.

-Ouuufffff- gemía yo cada vez que se lo metía, a lo que ella respondía con su propio gruñido:

-Mmmmmmrrrgggg-

-Ouuufffff-

-Mmmmmmrrrgggg-

-Ouuufffff-

-Mmmmmmrrrgggg-

-Ouuufffff-

-Mmmmmmrrrgggg-

-¿Estás bien?- le pregunté sintiendo que estaba agitándose cada vez más.

-Mmmmmmrrrgggg, siiii…- respondió.

-¿Sigo?-

-Mmmmmmrrrgggg…. Siii paraass ahooraaa, te matooo-

-Oouuufff-

-Mmmmmmgggg-

-OUUUUFFFF-

Y entonces ella volvió a tener otro orgasmo:

-MMMMMRRRGGGG… OOOTRAAA VEEEZ….MMMMMRRRGGGG-

Nuevamente, Carmen se puso rígida y luego comenzó a estremecerse.

-MMMMMRRRGGGG…OOOUUUUGGG…-

Y yo me quedé con el güevo profundamente metido en su vientre, pero sin moverlo, sintiendo sus músculos internos apretarme y aflojar, como exprimiéndome.

Cuando a los pocos momentos ella comenzó a recuperar el aliento, me dijo:

-Mee vaaas a maaataaar, coñooo… perooo antees… déjameee bajaaar, las pieernaas-

-¡Oh, perdona!- le dije mientras la dejaba estirar las piernas -No sabía que estabas incómoda-

-¿Incómoda doblada en dos y con un güevo gigante metido hasta el cerebro?-

-Jajajaja- nos reímos.

Mientras, el güevo seguía adentro, pero ahora estábamos en una confortable posición misionera, con sus piernas abiertas y los pies cómodamente apoyados en la cama.

-Bueno, ahora sigue a ver si acabas de un vez- me dijo dejando de reír.

-¿Qué? ¿No te gusta como vamos?-

-Ya te dije. Es el mejor polvo que he tenido en mi vida y tú todavía no has acabado-

-Bueno, eso lo tenemos que solucionar- le dije comenzando a cogérmela de nuevo con fuerza.

-Ouuufffff-

-Mmmmmmrrrgggg-

-Ouuufffff-

-Mmmmmmrrrgggg-

Finalmente sentí como mi orgasmo se acercaba:

-Ouufff… estoooyyy…. cercaaa…-

-Mmmm… por… fin… mmmggg-

Con un último empujón, metiéndoselo todo lo que podía, exploté en el vientre de Carmen, lo que hizo que ella también acabara de nuevo.

-OOOOUUUUGGGGFFFF- gemía yo al mismo tiempo que ella…

-MMMMMRRRGGGG… OOOTRAAA VEEEZ

De pronto y en medio de los espasmos finales de mi orgasmo, oí como se abría la puerta del cuarto y volteando pude ver a Eloísa y a Elena entrando.

-Ya te decía yo que estos carajos no estaban durmiendo nada, jajaja- le dijo una a la otra.

-Mmmmrrrggg- gimió nuevamente Carmen también en las postrimerías de su tercer orgasmo, para luego decirles a ellas -Menos mal que… mmmm…. entraron amigas. Necesito ayuda…ayuda… mmm… este carajo me va a matar-

-Bueno- dijo Elena -Vamos a ayudarte ¿Para qué están las amigas?-

Yo mientras, se lo había sacado a Carmen y me había acostado boca arriba en la cama a ver que iba a pasar ahora.

-Si, vamos a sacrificarnos por tí- dijo Eloísa mientras se desvestía a toda prisa.

-Si, claro, todo un sacrificio, jajaja- completó Elena, ya desnuda montándose en la cama.

-Bueno, aquí se los dejo. Yo he acabado tres veces y a este carajo no se le baja este bicho!!! ¡Es más, cada vez se pone más grande! Yo voy un momento al baño a asearme. Estoy bañada en sudor y secreciones…-

Mientras Carme desaparecía camino al baño, Eloísa y Elena se acostaron cada una al lado mío, mientras yo me limpiaba el güevo con la sábana.

-¿Qué quieres hacer?- me dijo Eloísa.

-¿Cómo podemos complacerte?- completó Elena.

-Bueno- respondí yo -La verdad es que ahora estoy un poco sensible allá abajo. Si a ustedes no les importa ¿porqué no simplemente nos besamos un poco y dejamos que la inspiración decida?-

-Muy bien- respondieron las dos y empezamos a besarnos alternativamente, primero una y después la otra, mientras me acariciaban con las manos.

-¿Y acabas de acabar?- preguntó Eloísa -Todavía lo tienes duro ¿cómo haces?-

Sin darme tiempo a responder, Elena intervino, agarrándomelo también -Por mí, que no se le ablande nunca, jajaja-

Así seguimos besándonos por unos minutos hasta que regresó Carmen.

-¿Y yo dónde me siento?- preguntó.

-A ti te sale descanso bicha- le dijo Elena mientras iba bajando su boca por mi cuerpo buscando mi güevo, mientras me iba lamiendo por todas partes.

-Jajaja. ¡Si!- apoyó Eloísa-Tú ya acabaste tres veces y yo ninguna-

-¿Tú no has acabado ninguna vez?- preguntaron Carmen y Elena a la vez -¿Pero no estuviste media hora con él?-

-¡Si, pero yo…- respondió Eloísa dándose cuenta que las otras dos no sabían lo que había pasado en la primera media hora -Es que en esa media hora yo no…-

-Pero ¿porqué no? ¿Qué hicieron todo ese tiempo?- preguntó Carmen que se estaba acomodando en la cabecera de la cama de forma tal que se convirtió en mi almohada.

-Si, pero yo…- tartamudeó Eloísa.

-Bueno, no es nuestra culpa si no pudiste o no quisiste probar esta delicia- le dijo Elena que ya se había apoderado de mi güevo con la boca y me acariciaba la cabeza con la lengua.

-Ok, digamos que no estaba segura de hasta dónde íbamos a llegar- dijo Eloísa acomodándose también con su cabeza al lado de la de Elena y diciéndole entonces a ella -Déjame a mi un poquito-

Entonces Elena dejó de lamerme y le “cedió” el honor a Eloísa, que se metió la cabeza en la boca, para luego de darle un par de chupadas, devolvérselo a Elena diciendo:

-¡Wow, qué grande es!-

-Si. Es muy grande- confirmó Carmen -Pero una vez que te acostumbras al tamaño, te llena deliciosamente y llega a todos los puntos… interesantes-

-¿Tu te lo metiste completo?- preguntó Eloísa devolviéndole la cabeza de mi güevo a Elena, pero bajando a lamerme las bolas mientras ésta me lo comía.

-¡Ey! Yo no estoy colaborando en nada- dije yo interviniendo -¿Porqué no se acomodan mejor para yo tener acceso a sus “cositas”?-

-¿Cositas? Jajaja. Esas dos han visto más tráfico que una autopista- dijo Carmen jalándome un poco la cabeza para meterme una teta en la boca, lo que hice sin protestar.

Mientras, Eloísa y Elena se acomodaban volteando sus piernas hacia mí sin dejar de acariciarme el güevo y las bolas. Ahora formaban los lados de una V, conmigo en el centro, mientras que yo y Carmen formábamos una T, siendo ella el palito de arriba.

Con esa “disposición” tuve a mi alcance a ambas chicas, así que puse mis manos en acción en la entrepierna de cada chica y comencé a acariciarles la vulva y el clítoris.

-Mmmm- suspiró Elena.

-Siii…- dijo Eloísa.

Era la primera vez en la vida en que estaba con más de una mujer a la vez y no era fácil concentrarse en acariciarlas al mismo tiempo, cuando me concentraba en una se me olvidaba la otra. Así que opté por tratar de hacerle lo mismo a las dos. Los dedos índice y medio dentro y el pulgar sobre el clítoris, una combinación ganadora.

Ellas se intercambiaban en su caricias y mientras Eloísa me lo mamaba, Elena me acariciaba las bolas al tiempo que empezaba a jugar con sus dedos en mi culo, luego de mojarlos con abundante saliva. Arriba, en el otro frente, Carmen y yo seguíamos besándonos aunque otras veces me dedicaba a comerle las tetas.

Era complicado y me costaba concentrarme en alguna cosa, cuando de pronto se me ocurrió una idea:

-Eloísa, Elena. A ver qué tal si les pido un regalo-

-¿Un regalo?- preguntó Eloísa, aprovechando que en ese momento Elena se había metido el güevo hasta la garganta y no podía hablar.

Carmen, por otra parte miraba a Elena diciéndole alarmada:

-¡Pero por Dios mujer! ¿Cómo puedes meterte semejante bicho hasta la garganta?-

Eloísa, que estaba distraída también volteó a ver a Elena a la que se le estaban empezando a aguar los ojos por el esfuerzo.

-¡Wow. Eso sí que es una proeza!- dijo, para luego añadir -¡Tienes que enseñarme!-

-¡A mí también!- dijo Carmen.

Elena entonces se lo sacó de la boca, orgullosa de su proeza, diciendo:

-¡Ja! ¿Qué tal bichas? ¿No quedaron impresionadas?-

-Absolutamente- dijeron las otras dos.

-Muy bien, yo también estoy impresionado- intervino yo -¿pero qué pasó con mi petición?-

-¡Ah! Cierto, es tu cumpleaños- respondió Eloísa -¿No quieres que practiquemos meternos tu güevo hasta la garganta?-

-La verdad es que es una oferta muy tentadora, pero no creo que vaya a funcionar y me temo que podamos a arruinar la tarde- dije yo.

-Es cierto. No es fácil y menos con el tamaño de esto -corroboró Elena sacudiendo mi güevo con la mano como si fuese un dildo de goma -Mejor practican con un dildo que sea más delgado y así no se atraganten o vayan a vomitar-

-Bueno, está bien- dijo Eloísa -A ver ¿Qué es lo que quieres?-

-Se me ocurrió que… ¿Por qué no se besan ustedes dos?- dije señalándolas.

-¿Qué nos besemos?- preguntó Elena viéndome extrañada.

-¿Cómo quieres que nos besemos?- preguntó Eloísa un poco ingenuamente.

-¿Cómo va a ser pendeja? Crees que después de todo esto- le respondió Elena señalándonos a los cuatro desnudos en la cama -¿Él va a querer que nos demos un beso en el cachete?-

-Jajaja- se rió Carmen mirándolas divertida.

-Pero… pero es que yo nunca…- dijo Eloísa dudando qué hacer.

-Yo no tendría problemas- dijo entonces Carmen.

-Yo tampoco- respondió Elena, añadiendo luego con un gesto de invitación: -Ven entonces amiga-

Así pues, Eloísa se apartó un poco y Carmen tomó su posición al lado de Elena y se dieron un ligero beso en los labios.

Luego se separaron un poco para verse, algo así como evaluando qué habían sentido y después acercaron sus bocas nuevamente y empezaron a besarse en serio.

-¡Woa!- dijo Eloísa extrañada de ver a sus amigas haciendo eso.

Yo en cambio estaba encantado y sentía como mi excitación volvía a subir después de haber acabado un rato antes.

Elena y Carmen continuaron besándose apasionadamente por unos minutos hasta que se separaron jadeantes.

-Pero… ustedes… -dijo Eloísa todavía en shock.

-Nosotras nada, pendeja- interino Elena -A mí me encantan los hombres y nunca había pensado hacerlo con una mujer, pero ahora estoy tan excitada que podría hasta hacerlo con un burro. Jajaja. Darle un beso a Carmen no es sino una parte de una espectacular tarde de sexo como no había tenido nunca en mi vida-

Después de esa explicación, Elena volvió a besar Carmen, mientras además, me agarraba el güevo y empezaba a masturbarme.

Yo las dejé un rato, pero entonces, sintiendo como la atmósfera del cuarto empezaba a calentarse de nuevo y que todavía tenía que cogerme a dos de ellas, les dije:

-Muy bien chicas, me encanta que les guste besarse, pero les propongo algo. ¿Qué tal si una se sienta en mis caderas con el güevo como premio y la otras se sienta en mi cara y yo me la como?-

-¡Excelente idea!- dijo Carmen interrumpiendo el beso.

-¡Y a mi me toca el güevo!- dijo Elena -Ya tú lo tuviste adentro-

-Muy bien- respondió Carmen mientras comenzaban a acomodarse.

Elena colocó sus rodillas en la cama a cada lado de mis caderas. Luego, agarrando mi güevo con la mano, se lo apuntó. Una vez que lo tuvo en la entrada se bajó poco a poco.

-Mmmmm… queee ricooo…- dijo mientras su vagina se iba abriendo al paso de mi güevo.

Al mismo tiempo Carmen se colocó de frente a ella, también con las rodillas a cada lado de mi cuerpo pero de forma tal que su vulva quedaba frente a mi cara y también fue bajándose hasta que quedó al alcance de mi boca y pude empezar a comérmela.

-Siiii…. asiiii….siiii… eso… - exclamó cuando sintió mi lengua recorriendo toda su raja y especialmente su clítoris.

-Coño, esto está también ricooo…- dijo Elena -Es tan grande… siento que me llena toda… uhhmmm-

Y así empezaron las dos a cogerme, pero adicionalmente y aunque yo no podía ver sino el culo de Carmen sobre mi cara, sospecho que habían empezado a besarse de nuevo.

-¿Y yo qué hago?- protestó Eloísa.

Luego de unos segundos le respondió Elena:

-Tú no quisiste besarnos, así que te quedaste fuera. Hazte la paja si quieres, jajaja-

-¿Cómo que quedarme fuera? ¿Desde cuándo tengo que besarlas a ustedes para tener un pedazo de él?- protestó Eloísa

-Jajaja- le dijo Carmen mientras restregaba su vulva contra mi boca, seleccionando dónde quería mi lengua en cada momento -No cualquier pedazo. Lo que tú quieres es ese pedazo que tiene Elena dentro, jajaja-

-Bueno, la verdad es que si- reconoció Eloísa.

A lo que respondió Elena con voz entrecortada, subiendo y bajando sus caderas a toda velocidad:

-Bueno… coñooo… yo estoooy acercaaandomeee… si te eeesperaass un…  un… coooñññoooo…. queeeé riccooo estáaa estooo…-

-¿Ya ves? Ya te va a tocar tu turno- intervino de nuevo Carmen -¿Porqué no me das un beso para reconciliarnos?-

-Es que yo…- dudó Eloísa.

-Ven. Concéntrate en el placer del beso y no en quien te lo está dando- le dijo Elena y luego dirigiéndose a mi -¿Porqué no usas tus manos para que mantenerla distraída?

La verdad era que era buena idea, así que mientras seguía comiéndome a Carmen y Elena se iba acercando rápidamente al orgasmo, extendí mi mano izquierda encontrando la vulva de Eloísa, que como las otras estaba completamente mojada.

Con facilidad introduje primero el dedo índice y luego el medio, buscando su punto G, mientras apoyaba el pulgar sobre el clítoris.

Por otra parte, Elena nos arrullaba con sus cada vez más fuertes gemidos:

-Coooñooo…. coooñooo… sssiiii… COOOOÑOOOOO… -

Finalmente su vagina comenzó a palpitar alrededor de mi güevo, mientras sus piernas temblaban.

-COOOOOÑÑÑOOOO…-

Su torso se quedó estático y los ojos fuertemente apretados mostraban su concentración en el orgasmo. Creo que ni siquiera respiraba, hasta que finalmente colapsó hacia adelante, aspirando aire.

-Aaaahhhh….-

Mientras, Carmen y Eloísa que habían estado besándose se separaron para ver el orgasmo de Elena, luego Carme se volteó a ver a Eloísa diciéndole:

-Mmmm… para no gustarte lo hiciste muy bien-

-Hice lo que me dijiste y me concentré en pensar que lo besaba a él- respondió Eloísa, refiriéndose a mí.

-Jajaja ¿Debería ponerme celosa? Jajaja. No mentira, es un primer paso- rió Carmen.

-Bueno, debo reconocer que después de un momento, noté que era un beso… distinto, mucho más sensual, más delicado. Obviamente no era un beso de hombre… pero gustó-

-Muy bien, porque a mí también me gustó… es más ¿porqué no me sigues besando mientras esta coña termina de estremecerse? ¡Nunca había visto un orgasmo tan largo!-

Así, mientras Carmen y Eloísa se besaban, Elena se recuperaba de su orgasmo, yo seguía comiéndole el coño a Carmen y masturbando a Eloísa con mi mano.

-Wow- dijo entonces Elena levantándose y sacándose mi güevo -¿Esta vaina nunca se apaga?-

-¡Que no lo haga antes de que me toque a mi- dijo Carmen levantándose de mi cara -Yo estoy a punto de acabar y no quiero hacerlo con su lengua, quiero el tratamiento completo-

-Jajaja. Eventualmente te iba a tocar- le dije con mi cara toda mojada de sus jugos.

-Ooohhh, mira cómo te dejó esta coña. Déjame limpiarte- dijo Eloísa comenzando a lamerme la cara.

Mientras, Carmen se acomodó sobre mí y se empaló despacio.

-Mmmmgggrr… esto… esss… mmm…. delicioooosooo-

Una vez que se lo metió completo, se sentó sobre mi y empezó a girar sus caderas en redondo, pero como ella mismo había dicho, ella estaba muy cerca de acabar y no pasaron muchos minutos si que también explotara con su segundo orgasmo del día.

-MMMMGGGGGRRR- gemía revolviéndose para todos lados, mientras yo sentía claramente como mi güevo empujaba sus órganos por dentro.

Inmediatamente empezó a brincar. Literalmente subiendo y bajando tres o cuatro centímetros cada vez.

-MMMMGGGGGRRR- seguía gimiendo cada vez que bajaba.

-Estooo… estaaaá… muy… ricooo… mmmmgggrrr-

Yo me agarré el culo con las manos y empecé a dirigir un poco sus movimientos, haciendo que además de subir y bajar, girara un poco más las caderas.

Mientras tanto, Elena ya recuperada de su orgasmo había empezado a acercarse a Eloísa, acariciándole el cuerpo y las tetas. Eloísa, que estaba concentrada en como Carmen subía y bajaba en mi güevo, pareció de pronto darse cuenta que la estaban acariciando y empezó a besarla de vuelta.

-Mmmmgggrrr… siii… siii… mmmmggrrrmmmm… siii… ya vieneee… siii- seguía gimiendo cada vez más duro Carmen, hasta que luego de unos momentos, finalmente explotó:

-MMMMGGGGGRRRAAAAHHHHMMMMMGGGRRRR-

-Ahora te toca a ti- le dije finalmente a Eloísa, luego de que Carmen se desmontó. Ella que bajó los ojos como si de pronto le diera pena.

-Ok, pero… ¿puede ser en la posición tradicional?-

-Claro, como tú quieras- le respondí.

Entonces Eloísa se acostó boca arriba en la cama, abriendo las piernas para darme espacio. Carmen y Elena se pusieron su lado de ella y apoderándose cada una de ellas de una teta, comenzaron a comérsela lascivamente.

Yo entonces me arrodillé frente a ella y agarrándome el güevo me preparé a cogérmela. Yo estaba empezando a acercarme también a mi límite y pronto tendría que tener mi tercer orgasmo, así que preparé para aguantar la máximo posible asegurándome de darle a ella también su orgasmo.

Lo primero fue que comencé a acariciarle el clítoris y toda la vulva con el güevo, deslizándolo arriba y abajo.

-Coñooo… deja ya de joder y métemelo, por favor- me dijo Eloísa, a lo que yo respondí comenzando a metérselo. Ella era la más estrecha de todas y sentía claramente como su vagina se estiraba a mi paso.

-Aaaahhhh…. es… es… muy graaandeee- dijo Eloísa mientras se lo metía.

-Si, pero ya verás qué rico se siente- le dijo Elena, para luego volver a comerle el pezón derecho.

-Y cuando te lo saca, siente como un vacío…- confirmó Carmen, quien se encargaba del otro pezón.

-Siii…. me gustaaa…- afirmó cuando empecé a moverme.

Así comenzó un verdadero asalto sobre Eloísa, mientras yo me la cogía sin misericordia:

-SIIIIII….. Asiiii…. DUROOOOO…. AAAAAHHHHH- gemía moviendo sus caderas para empujar contra mis embestidas.

Yo sentía que mi orgasmo se aproximaba y deseaba que ella acabara primero que yo, lo que finalmente sucedió:

-AAAAAHHHH- gimió Eloísa levantando el cuerpo de la cama y poniéndose rígida por unos instantes antes de que su vagina comenzara a contraerse.

Eso rompió mi concentración y ya no pude y no quise aguantarme más y me dejé ir. Inmediatamente una contracción en mi vientre me hizo expulsar una montón de semen en el vientre de Eloísa.

-MMMGGGGGRRRRPPPPFFFF- gemí yo también mientras me vaciaba una y otra vez.

Después de pasar cada uno por el baño para limpiarnos un poco, pasamos el resto de la tarde conversando en la cama. Una mano acariciando una teta, otra apretando una nalga, hasta que nos animamos a hacer el amor de nuevo. Al final, cada una de ellas se llevó por lo menos dos polvos míos para cuando el efecto del Viagra se había terminado.

-Yo me voy a ir en unos momentos- dijo Elena -¿Qué hora será?-

-Si, yo creo que yo también- se unió Carmen -Ya debe ser cerca de las 6 de la tarde y mi marido ya va a empezar a tener hambre-

-Coño, el mío también debe tener hambre ¡Y espero que no quiera otra cosa porque no me siento con fuerzas para otra ronda-

-A mi creo que me va a dar dolor de cabeza, jajaja-

Y así, seguimos echando broma mientras ellas recogían todo lo que había quedado en la cocina. Todos nos habíamos vestido y conversábamos casualmente en la cocina, como si no tuvieran realmente ganas de irse y buscaran alguna excusa para prolongar la despedida.

-Chicas, les aseguro que éste ha sido el mejor regalo de cumpleaños de mi vida- le dije.

-No lo dudo- ripostó Eloísa.

-¡Nunca había comido tan rico!- dije riendo.

-¿Qué? ¿Sólo la comida?- protestó Elena.

-¿Quién está hablando de la comida? Me refiero a la “otra” comida, jajaja-

Mientras nos acercábamos a la puerta, me di cuenta que Eloísa no había dicho nada, pero también Elena se había dado cuenta y le preguntó directamente:

-¿Qué? ¿Tú no te vas a despedir?-

Eloísa se sonrojó y moviéndose inquieta dijo:

-E… es que yo no tengo marido que me esté esperando y… quizás me podría quedar un poco mas…-

-¡Coño!- dijo Carmen con una sonrisa en la cara -¡Tú te lo quieres coger otra vez!-

-No, yo… -

-Jajaja. Mentirosa- añadió inmediatamente Elena -Pero está bien, a mi también me encantaría quedarme y cogérmelo tranquilamente otra vez-

-¡Claro, y yo también- afirmó Carmen -Pero al pobre se le va a caer esa vaina si seguimos abusando de él ¡y júralo que Lucía nos mata si lo lesionamos-

-Jajaja- reímos todos cerca de la puerta.

-No se preocupen- les dije -no se me va a caer-

-¿Entonces me puedo quedar?- dijo Eloísa con una gran sonrisa.

-Bueno. Lucía llega mañana en la tarde. Puedes quedarte hasta entonces- le dije abrazándola.

-¡Eso no es justo! Yo también quiero quedarme- protestó Carmen.

-¡Y yo!- dijo también Elena -Pero nosotras tenemos… dolientes, que se pondrían un poco incómodos si no regresamos ¿no te parece?-

-Por supuesto que me parece- dijo Carmen -Pero puedo expresar mis emociones ¿no?-

-Claro, claro- les dije -Si quieren, podemos inventar alguna nueva reunión que les permita…-

-¿Con las tres otra vez?- dijo Carmen emocionada.

-¡Y Lucía!- dijo Eloísa -Podemos incluir a Lucía-

-Bueno, bueno. Mejor nos vamos antes de que me arrepienta y le arranque la ropa a este carajo de nuevo- concluyó Carmen, dándome un prolongado beso, con su lengua profundamente en mi boca.

Luego se despidió Elena, besándome igualmente en la boca mientras que me agarraba el güevo con la mano, apretándolo.

Capítulo 6.

Eloísa y yo pasamos el resto de la tarde/noche conversando en la sala, sentados muy juntos en el sillón, pero realmente sin hacer mucho. Ambos estábamos sexualmente “satisfechos”, yo había acabado 3 veces y ella 2 veces, pero además sabíamos que pasaríamos la noche juntos en la cama y seguramente haríamos el amor otra vez. Inclusive era posible que lo hiciéramos mañana antes de que llegase mi esposa. El caso era que no había ninguna prisa.

Como a las 8 de la noche decidimos comernos algo liviano, así que nos sentamos en la cocina con unos quesos, galletas, pan tostado, jamón, etc y un par de copas de vino.

Por primera vez tocamos el tema del día de hoy.

-Vaya tarde, ¿no?- le dije.

-Y que lo digas-

-Al principio me dijiste que serían sólo unos besos, jajaja. Al final fue un poco más-

-¿Un poco más? ¡Lo único que no hiciste fue cogerme por el culo!-

-Jajaja. Todavía estamos a tiempo de remediar eso-

-¡Ni se te ocurra! Mi culito es demasiado pequeño para ese monstruo que tienes entre las piernas-

-Jajaja. Ya sabes el dicho, con paciencia y salivita, el elefante se cogió a la hormiguita-

-¡Pues en este caso no!- siguió protestando Eloísa -Todavía soy virgen por ahí y si alguna vez me animo, no será con una cosa de ese tamaño-

-Bueno. Ya sé que hay “alguna vez”. Jajaja-

-Si, alguna vez hay que probar, pero como te digo. Algo más pequeño para empezar-

-No te preocupes mujer. En realidad no me gusta tanto coger por el culo. Yo creo que está sobrevalorado-

-¿Si? Eres el primer hombre que me lo dice-

-Jajaja. No me digas que has tenido muchas conversaciones con hombres que te quieren coger por el culo. Jajaja-

-Jajaja. No. No era eso lo que quise decir. Me expresé mal. Pero sí, un no lee por ahí que haya quien lo prefiere por delante. De hecho siempre dicen “¿Porqué no me das el culo?” o “Cogerte ese culito”-

El caso es que con toda esa conversación me estaban empezando a dar ganas otra vez, así que le dije:

-¿Porqué no recogemos todo esto y seguimos esta conversación en la cama?-

-Muy de acuerdo. Sólo que no se si seguir esta precisa conversación-

-Jajaja-

Después de recoger to y pasar por el baño a limpiarnos los dientes y “prepararnos para dormir”, nos desvestimos y nos metimos en la cama, arropándonos con la sábana.

-¿Y ahora?- le dije.

-¿Qué tal si empezamos como esta tarde, con unos besos?-

-Muy bien-

Entonces me volteé hacia ella, quedando los dos de lado, uno frente al otro. Con mi brazo la atraje hacia mi y empezamos a besarnos. Ella enganchó su pierna por detrás de las mías para pegarse más a mí.

Mi güevo no estaba duro todavía, pero sí yo sentía como que se estaba preparando.

Con mi mano libre, la otra estaba debajo de mi cuerpo, empecé a recorrerle la espalda, bajando cada vez más hasta que decididamente me quedé con sus nalgas, que eran muy firmes.

Ella entonces empezó a ondular un poco el cuerpo, con lo que se generaba un delicioso roce de sus tetas contra mi pecho. Sus pezones se habían puesto duros y los sentía claramente contra mi.

Después de un rato besándonos y acariciándonos de esa manera, ella decidió que era tiempo de pasar a una nueva etapa y luego de interrumpir los besos, me empujó suavemente para que me pusiera boca arriba en la cama, mientras ella me cabalgaba.

-Ahora voy a cogerte yo a ti, ¿no te importa, verdad?- me dijo.

-Oh no. No sólo no me importa, sino que me encanta dejarte toda la responsabilidad. Tú vas a decidir cuándo y cómo acabamos ¿ok?-

-Me parece muy bien-

Entonces ella procedió a agarrarme el güevo, comprobando que ya estaba suficientemente duro y levantando su cuerpo, se puso en sobre él, sin soltarlo. Luego se lo deslizó a lo largo de su vulva, que estaba abundantemente lubricada, diciendo:

-Aaahhh… está muy ricooo…-

-Estoy de acuerdo- respondí subiendo mis manos y agarrándole las tetas, una en cada mano, y apretándolas con fuerza.

-Siii… me gustaaa…-

Y poco a poco comenzó a bajar, encajándose el güevo en su cuerpo.

-Todavía me parece muy grande…- dijo mientras mis güevo se abría paso en su estrecha vía.

En un sólo y lento movimiento, ella siguió bajando. Yo pensé que se detendría en algún momento y a pesar que sentí cómo comenzaba a tocar el fundo de su vagina, ella continuó hasta que quedó completamente sentada sobre mí.

-Ufff… está… estáa, tan adentro…-

-¿Te molesta?- le pregunté.

-En realidad es un poco incómodo en este momento, pero siento que me voy… ¿cómo decirlo?… ¿reordenando por dentro? Jajaja-

-Jajaja- reí yo también, imaginándome como su útero y sus intestinos se estarían acomodando para acomodar mi güevo entre ellos.

Luego de unos momentos, ella movió el culo hacia atrás, haciendo que mi güevo se doblase un poco alrededor de su hueso púbico. Luego movió las caderas de lado a lado, haciendo que su clítoris se restregase contra la base del güevo.

-Ooohhh… siii… eso está bien. Meee… gusta- dijo volviendo a repetir el movimiento.

Después de hacerlo varias veces, hizo lo contrario. Movió el culo hacia adelante, hacia mi cabeza con lo que el güevo entró más adentro.

-Uuuhhhh… tengo que tener cuidado, muy adentro, uuhhh-

Pero luego de retirarse un poco, volvió a hacerlo.

-Mmmm… si, creo que es cuestión de darle tiempo a que… uuuhhh… se acomode… uuuhhh… todo allá adentro.

Yo seguía jugando con sus tetas, apretándoselas duro o sólo acariciándolas con las manos, según me divirtiese en ese momento.

Pronto Eloísa encontró un movimiento estable que era una combinación de los dos anteriores, es decir empujar de adelante a atras y de lado a lado.

-Ooohhh… siii… asiiiíii, me gustaaa…-

Y de pronto sonó mi celular:

-Riiiiing, riiinggg, riiiinnng- era el tono de mi esposa.

Yo busqué el teléfono y lo tomé. Eloísa me miró con ojos desaprobación. Obviamente no quería interrumpir nuestra sesión, pero era mi esposa…

-No te preocupes. Sigue cogiéndome mientras yo hablo con ella- le dije disponiéndome a aceptar la llamada.

-¿Estás seguro?- dijo Eloísa.

-Absolutamente- le respondí retorciéndole el pezón con la mano libre al tiempo que empujaba mi güevo hacia arriba.

-Oookkk- y volvió a comenzar a moverse, sin mucha convicción sin embargo.

-Hola mi amor- dije atendiendo la llamada.

- Mi vida, feliz cumpleaños de nuevo-

-Muchas gracias-

No era una llamada convencional, era una video-llamada y en la pantalla de mi celular podía ver el rostro sonriente de mi esposa.

-¿Cómo pasaste tu día?- preguntó - Pero antes que vayas a ponerte a inventar, te cuento que ya hablé con Elena y Carmen y ellas me contaron todo-

- ¿Te contaron todo? ¿Todo como qué? - dije queriendo asegurarme que estábamos en el mismo capítulo.

-Jajaja. Qué bobo eres ¿No recuerdas que yo orquesté todo? Yo les dije a las chicas que fueran para allá a celebrar tu cumpleaños contigo y a ayudar que la pasases rico-

-Si, esa parte lo sé, lo que no sé es cuanto de “pasarla rico”…-

-A ver… ¿Varios orgasmos explosivos para cada uno? ¿Por lo menos tres para tí? ¿O ya van más?-

-¡Ah! Ya veo que lo sabes todo-

-Casi todo- me dijo Lucía - Todavía no he hablado con Eloísa. Tengo entendido que se quedó contigo ¿no?-

-Si. Ella se quedó…-

Los ojos de Eloísa parecía que iban salirse de sus órbitas, aunque no paraba de coger. Sus caderas seguían moviéndose y mi güevo seguía revolviéndola por dentro.

-Ok ¿Y dónde está ella ahora?, porque por lo que veo tú estás en nuestra cama-

-Oh… ella está por aquí cerca- le dije.

-¿Qué tan cerca?-

-Mucho-

-Muéstrame-

-¿Seguro?-

-Seguro, muéstrame-

Entonces pulsé el botón que activaba la cámara trasera e inmediatamente apareció el torso desnudo de Eloísa en la pantalla.

-Hola amiga- dijo Lucía - Pareces un poco… excitada ¿Te pasa algo?-

-No, no… estoy bien- respondió Eloísa.

-Baja la cámara y apunta más abajo- me ordenó Lucía.

Obediente, apunté la cámara al vientre de Eloísa, donde nos juntábamos con mi güevo dentro de ella.

-¡Oh! Ya veo. Bastante cerca- dijo Lucía.

Ni yo ni Eloísa dijimos nada. Eloísa inclusive había dejado de moverse.

- Dale el celular a Eloísa- me dijo al cabo de unos segundos, lo que hice nervioso. Una cosa era que te “autoricen” y otra que tu esposa “supervise” el acto.

Cuando Eloísa tuvo el celular en la mano, Lucía le habló a ella.

- Hola amiga ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes con el monstruo dentro?-

-¿El monstruo?- preguntó Eloísa.

-¡Oh, perdona! Así le digo a veces, es que a veces siento que me llega tan adentro…-

-Ah, está bien y si. Llega muy adentro, pero como le dije a él mismo, una se va acomodando por dentro. Es igual que el grosor. La primera vez piensas que no va caber y ya vez…-

-Ah sí. A mí me pasó también las primeras veces, cada vez pensaba que me iba a romper, jajaja…. pero ya vez… pero ¿porqué no te estás moviendo?-

-Esteee… es que me distraje con la llamada y eso…-

-¿Estás cerca?- preguntó Eloísa.

-Mmmm realmente estaba empezando a acercarme, ya sabes. En realidad este sería mi tercer orgasmo y una tarda un poco más…-

-Oh, pero por mí no te detengas. Sigue dándole mientras yo converso con Pedro y mañana o el lunes hablamos nosotras. Quiero que me cuentes cada detalle-

-¡Ah!, Ok- respondió Eloísa, comenzando a mover las caderas despacio.

-¡Ah, Eloísa! Una última cosa, Carmen me comentó que se había dado unos besos ricos ¿te parecería que nos reuniéramos alguna vez los tres, Pedro, tú y yo y tengamos una… bueno, una buena cogida entre los tres?-

-¡Por supuesto, me encantaría!- respondió Eloísa, acelerando sus movimientos y pasándome el teléfono.

- ¿Y tú cómo vas?- me preguntó Lucía -¿Te falta mucho o poco?-

-Bueno, la verdad es que me falta un poco…-

-No se te estará ablandando ¿no?-

-No, no, por ahí no hay problemas- le respondí -Solo que ya hoy he tenido muchos orgasmos y ya sabes, cada vez tardo más-

-Claro, mi amor. Ahora te muestro algo para que te animes, pero primero apunta la cámara otra vez hacia Eloísa-

Volví a apuntar la cámara hacia Eloísa, como ella me pedía y entonces le dijo:

-Eloísa, muévete arriba y abajo. Quiero ver el güevo de Pedro como te penetra-

Eloísa hizo lo que Lucía le pedía y apoyando sus manos en mi pecho subió un poco el cuerpo.

-Apunta mejor la cámara- dijo Lucía -No se ve bien-

Efectivamente, la cámara había estado apuntando hacia el cuerpo de Eloísa y no se veía su vulva y mi güevo entrando y saliendo.

-Ok, ahora se ve perfectooo… - dijo Lucía arrastrando ella también la voz, lo que me extrañó un poco. Bueno, quizás estaba excitada también.

- Eloísa - volvió a dirigir Lucía - Sácatelo un poco más. Quiero ver cómo te penetra-

Y Eloísa hizo lo que le pedían. Subiendo más su cuerpo hasta que el güevo se le salió.

-Ohhh- gimió al sentir como un vacío. Pero inmediatamente lo agarró con la mano y apuntándoselo, lo colocó a la entrada de su vagina y entonces le dijo a Lucía:

-Ahora lo tengo en la entrada… mmmm… es tan gordooo… y me lo vooyyy a meteeeer despaciooo-

Efectivamente, Eloísa comenzó a bajar su cuerpo despacio metiéndose el güevo poco a poco.

- ¡Queee ricooo amigaaa… - le dijo Lucía - Disfrútalo…-

Entonces, dirigiéndose a mí, me dijo:

-Como te dije, te voy a mostrar algo para ayudarte a acabar duro dentro de Eloísa-

Por unos momentos la pantalla de mi celular comenzó a mostrar imágenes todas locas imposibles de entender hasta que finalmente pude ver como un cilindro… no, un dildo gigante. O por lo menos se veía gigante.

-¿Lo ves? - me preguntó Lucía - Lo conseguí en una tienda aquí en el hotel y sin que se diera cuenta nadie lo compré. Busqué uno que fuera más o menos de tu tamaño-

-Oook…- le dije, sintiendo un repentino impulso en mi nivel de excitación.

Entonces Lucía se lo acercó a su vulva, ahora podía ver que estaba desnuda en la cama y empezó a metérselo despacio.

-Shhhhhh… - gimió mientras el dildo entraba en su cuerpo hasta el fondo.

Por unos momentos estuvimos los tres concentrados en lo suyo. Eloísa subiendo y bajando en mi güevo y Lucía masturbándose con el dildo.

-Enséñame- dijo Eloísa -¿Qué está haciendo Lucía?-

Entonces le dí el celular y le informé a Lucía que Eloísa tenía el teléfono. Yo no podía ahora ver qué hacía Lucía, pero su voz me daba una idea.

-Mira amiga ¿ves el tamaño de este juguete? Lo escogí pensando en Pedro. Yo también me siento llena cuando… shhhh… cuando… shhh… me lo meto hasta el… shhh… fooondooo-

-Me encaaantaaa… siiii… yooo… tambieeen… lo tengo metido… hasta el fondo… y estaaa… tan durooo…-

Poco a poco todos nos íbamos acercando al orgasmo. A Eloísa se le cayó el teléfono de las manos, concentrada en sus movimientos y en las sensaciones dentro de su vientre.

Yo tomé el teléfono y por unos momentos más pude ver la mano de Lucía metiendo y sacando el dildo a toda velocidad, mientras gemía:

-Shhhh…. eeeshhtaaa…. taaan… duroooo… shhh…-

Unos momentos más tarde Eloísa se retorcía alrededor de mi güevo, con el orgasmo haciéndola gemir desesperadamente. A eso se le juntó la explosión de mi orgasmo que al comenzar a bombearla su vientre con mi semen, hizo que de alguna manera su orgasmo se reiniciara nuevamente.

Y para no quedarse atrás, Lucía explotó también oyéndose sus gemidos y suspiros por el celular, aunque no podía ver nada porque el mismo estaba a oscuras, boca abajo en la cama.

Epílogo.-

Al día siguiente Eloísa y yo volvimos a hacer el amor antes de despedirnos. Yo pasé todo el día en la cama, recuperándome y esperando la llegada de Lucía, que seguramente vendría a cobrarme cada uno de los orgasmos que le había dado a sus amigas. Una deuda que realmente me encantará pagar, pero eso se los cuento en otra ocasión.

Orlando,

Mayo 2021