Un helado para angelique

Una mamada inolvidable

UN HELADO PARA ANGELIQUE

Angelique entro a la heladería. Hacia calor y quería refrescarse y entonces se dirigió a la barra, allí estaba Nelson, lo saludo coqueta lanzándole un beso con la mano. Nelson sonrió embobado siguiendo con su mirada las suaves curvas de la chica. Le encantaba esa chica, sus curvas, su cabello y hasta su pequeña estatura.

Angelique se sentó en una de las sillas altas de la barra y le pidió su helado preferido: el de chocolate. Y comenzó a conversarle

-       Uff… que calor hace afuera y tu aquí de lo más cómodo.

-       No te creas, por lo menos tu sales a la calle a divertirte, yo aquí me lo paso encerrado.

-       Pues, cierra y sal a divertirte.

-       Si no trabajo no como nena.

-       Hummmm… entonces hay que traer la diversión para acá…. Jajajajaja.

-       Y se puede saber ¿cómo piensas hacer tal cosa?.

-       Ya verás Miguel, espera que se vayan todos y sabrás lo que es divertirse.

El joven la miro con extrañeza, sabrá Dios lo que se le había ocurrido a esa picara, pero si ella supiera lo que él quería, ni siquiera lo miraría y hasta se ofendería. Los clientes entraban y salían y Miguel solo tenía ojos para Angelique que solo se dedicaba a observar por la ventana.

De repente se soltó a llover. Angelique retiró su atención de la ventana y miró con atención a Miguel sonriéndole.

-       Ya sabía yo que iba a llover.

-       Y eso de que me sirve. No puedo cerrar porque esta gente se protege aquí, y de todas formas, no puedo pasear con esa lluvia tan fuerte – repuso Miguel alicaído viendo esfumarse la oportunidad de pasear junto a esa chica tan bella.

-       Espera y veras – repuso ella.

Poco a poco los clientes se fueron, uno a uno protegiéndose de la lluvia y desesperados por llegar a su casa.

-       Y ahora que –pregunto Miguel.

-       Ya veras, sí que nos vamos a divertir, cierra todo rápido antes de que alguien entre.

Miguel le hizo caso cerro todo, puertas y ventanas la tenue luz iluminaba la instancia y el aire acondicionado enfriaba aún más el ambiente.

Angelique estaba hermosa sentada en ese taburete. Se levantó y comenzó a sacarse la blusa por encima de la cabeza diciendo al mismo tiempo:

-       Ahora comienza tu diversión Miguel.

La chica bajó su licra y se quedó solo en ropa interior. Con su mano le indicó a Miguel que se acercara. Una vez frente a ella le pidió que se desnudara. Él la obedeció, sin negarse y solo estaba observándola incrédulo, la obedecía pero aun no creía en su suerte.

La chica se arrodilló frente a él y comenzó a acariciarle sus muslos, para al final tomar su pene. Como su pene no estaba erecto, lo tomo con sus pequeñas manos y empezó masturbándolo, cuando ya estaba erecto, lo agarró con una mano para mantenerlo quieto llevándolo luego a la boca pero solo la punta y con la lengua comenzó a hacerle círculos en ese punto sensible para mojarlo un poco.

Miguel suspiró, había soñado con esto tantas veces. Con esa chica y su boca. Esto se lo hizo por un momento, después se lo metió todo a la boca hasta llegar a la base, como toda una experta y se lo fue sacando lentamente, pasando la punta de su lengua por su vena, ese punto tan sensible, lo hizo varias veces seguido, primero rápido luego lento, para volver a ese ritmo rápido.

Luego comenzó a lamerlo y le pasó la lengua por toda su polla con gusto goloso, besándolo con piquitos, después le besaba las bolas y se las chupaba o se las metía a la boca. El ya no sabía que esperar solo experimentaba lo que en ese momento le hacia esa hermosa chica. Ese regalo que le estaba haciendo.

Después de lamerle sus bolas volvió su atención nuevamente al pene, se lo metió en la boca completo varias veces y lo chupaba bastante, suave y profundo, mientras con su otra mano lo masturbaba, Lo hacía con movimientos suaves y lentos, la tortura era insufrible y deliciosa al mismo tiempo.

Cada vez que Miguel sentía que se iba a correr Angelique comenzaba sus movimientos lentos y tenues. Jugueteaba con el pene como si fuera un labial, pero en todo momento lo observaba, con esos hermosos ojos negros penetrantes y picaros, absorbiendo cada detalle de su rostro.

Lo llenaba de saliva para que el pene se deslizara mejor entre tus labios, hubo un momento en el que tomó helado de chocolate directamente de la máquina y lo extendió por todo su pene, para después saborearlo con ansias, como si en eso se le fuera la vida.

Con suavidad sus dientes torturaban la punta de su pene. Miguel no aguantaba más, sentía que estaba a punto de correrse, Angelique hacía magia allá abajo, y justo cuando sintió que sus piernas no lo aguantaban más Angelique comenzó un ritmo más rápido con su boca y con su mano. Miguel sintió en ese momento que el orgasmo más placentero corría todo su cuerpo y observar a Angelique tragar su semen fue la gloria para él.

Cuando Miguel aterrizó de ese éxtasis tomo a Angelique entre sus brazos, y le dio un beso intenso, como no había besado a nadie, y observándola a los ojos, a esos ojos intensos y picaros le dijo:

-       Ahora sí que vamos a divertirnos…