Un helado para angelique: diversión
¿que no se hace en una heladeria?
Antes de comenzar con la segunda parte de mi relato quiero pedir sinceras disculpas por tardar tanto tiempo en escribir. Quienes no me conocen les agradezco lean mis otros relatos para que juzguen mi forma de escribir. Acepto las críticas, siempre que sean constructivas, espero les guste y no olviden hacer sus comentarios.
- Quiero que recuerdes este beso durante el resto de tu vida Angelique – susurró Miguel tocando apenas sus labios, succionando el inferior para luego mordisquearlo.
Angelique le habría contestado, de haber podido. La lengua de Miguel la penetró haciéndola olvidarlo todo, lamiendo su boca hasta hacerla incapaz de pensar. La pasión de sus besos, el sabor de su deseo le hizo sentir fuego recorriendo sus venas y despertó cada célula de su cuerpo.
- Sabes a chocolate y… algo más, eres una mujer muy sexy – dijo él con voz provocativa.
Angelique sintió sus pezones ponerse tensos mientras se arqueaba contra él tratando de acercarse más. Su pecho contra el de él, su pelvis contra la de él. Miguel la hizo tumbarse sobre la alfombra. Excitada y medio derretida, con su cuerpo contra el de él disfrutaba sus gemidos de placer al acariciarle la nuca.
- Quiero tocarte – murmuró ella.
- Nos tocaremos mutuamente – prometió él.
La mirada de sus ojos castaños la mantenía cautiva, mientras tomaba sus manos. Miguel tiró de ella para ponerla de rodillas frente a él, le quitó el sostén y deslizó las manos por sus senos acariciándola en sus sensibles pezones, pellizcándolos suavemente.
- Eres preciosa Angelique – susurró Miguel acariciando nuevamente sus pezones e inclinándose para lamerlos – voy a saborearte.
Miguel le lamio su cuello. Angelique echo su cabeza hacia atrás y se estremeció al sentir la caricia de sus labios sobre la piel. Un delicioso calor comenzó a invadirla, despertando en ella una urgente necesidad. Angelique tuvo que morderse los labios para no gritar. Pero cuando el cerró su boca entorno a su pezón y su lengua comenzó a lamer su carne, no pudo seguir evitándolo. Miguel alzo la cabeza. No creía haber oído jamás un gemido tan dulce y lleno de placer como el proferido por ella.
- Así cariño, deja que te oiga. Deja que sepa cómo te hago sentir y que es lo que quieres.
Miguel deslizo su mano entre sus pantaletas, buscando su vagina, acariciándola suavemente, retirándole de una vez la prenda, sacándola por sus piernas. Angelique se sentía en una bruma, su cuerpo se tensó, cada musculo reclamaba más de él. Él debió sentir esa necesidad porque abrió sus piernas y comenzó a acariciarla suavemente en su clítoris. Angelique se excitó mucho más, estaba más que húmeda y dispuesta.
- Por favor Miguel…
- ¿Te gusta?
- S…si.
- Quiero que disfrutes como me hiciste disfrutar.
- No… te quiero dentro de mí ya.
- Ahí voy cariño.
- Apúrate, ya no aguanto más….
Miguel se apoyó en sus codos, alzando su cabeza comenzó a mirarla. Lentamente la penetró sin ayuda de sus manos. Ella solo gimió de placer y subió una de sus piernas a su cintura. Con un gemido de satisfacción, Miguel comenzó a embestirla. Se apartó, repitió el movimiento y comenzó por fin a moverse lenta y regularmente. Pero enseguida ese balanceo excito aún más a Angelique, quien comenzó a marcar su propio ritmo, haciéndole perder el control a Miguel. Los movimientos eran cada vez más rápidos y profundos. Era como si quisiera perderse dentro de ella.
Ambos fueron consumidos por las olas de un intenso orgasmo, un orgasmo que sería solo el primero de tantos en un fin de semana, perdidos en una heladería.