Un Hecho que Cambió mi Vida (4)

Después de haberme negado a la petición de Victoria, y que me dejó que durmiera en la sala. Al despertar por la mañana me fui a mi casa sin despedirme.

Me molestó muchisimo que Victoria me dejara dormir en la sala de su casa. Así que cuando desperté, por la mañana, me levante y sin despedirme me fui a mi casa. Por el camino  seguía pensando de lo que me había pedido y entre más pensaba más me parecía increible su proposición.

No sabía si faltar a la última presentación, que teníamos acerca de lo del baile, entonces decidí que si no me hablaba y me pedía una disculpa faltaría. Pasaron los días y ni llamada ni disculpa por parte de Victoria. Entonces decidí continuar con mi vida como si ella no existiera.

Les hablé a mis amigos, que se extrañaron por esto, pero me recibieron como si nada más nos hubieramos dejado de ver unas horas.

Me invitaron a la alberca, al día siguiente, así que dispuse otodo para el día anterior. Pasaron por mi muy temprano y enfilamos hacía el balneario que estaba a pocos kilometros de distancia, de nuestra ciudad. Durante el trayecto hubo un silencio sepulcral, pero uno de ellos rompió el silencio preguntandome que tanto le veía a Victor que había prferido su amistad a la de ellos, que estaba bien que cuando el bailaba de mi pareja y se vestía de mujer se veía escultural y que a cualquiere se le antojaba ese cuerpo tan sensual que se le veía con los vestidos de baile, pero que todo se venía abajo cuando se recordaba que era un hombre. No quise contar mis intimidades, de todo lo que me hacía Victoria en lo privado, únicamente les dije que me había entusiasmado mucho con el baile y que el era una pareja con la que me había acoplado magnificamente, y que como el baile necesitaba mucha dedicación es que nuestra amistad se había cultivado, además que sus padres habían visto en mi alguien que podría ayudar a su hijo con ciertas clases en las que iba atrasado y me pidieron que fuera a su casa durante el período escolar. Entonces uno de ello me preguntó y ahora de vacaciones también no sales de su casa, les contesté que era porque habíamos entrado a varios concursos de baile y que como siempre eramos finalistas teníamos que trabajar más duro. Uno de ellos mencionó que si estaba enamorado de él. Me tomó por sorpresa lo que me preguntaba y como pude salíe del atolladero.

Cuando llegamos a nuestro destino, mencionan que nos iban a estar esperando las chicas, yo ni pregunté quienes, pero me dijeron unas amigas de nosotros, a tres ya las conoces pero a la cuarta no la conoces, pues esta vacacionando en nuestra ciudad. Cuando salimos de los vestidores ahí estaba mi compañera Verónica, la desconocida, una rubia de ojos azules con un cuerpo escultural, con unos gruesos muslos que remataban en las más preciosas nalgas que había visto. Ella sabía las armas que portaba y las sabía lucir: tenía un andar cadencioso, como si hubiera aprendido a caminar en un barco, bamboleandose de un lado para otro, temblando sus inmensas bolas de carne con cada paso, que se veían en todo su explendor al dejarlas en libertad una tanga de hilo dental, que parecía que no traía nada debido a que al ser engullida entre esas inmensas nalgas, no se veía el hilo dental. Me extiendo su mano, para saludarme, pero yo la atraje hacia mi cuerpo para darle un buen abrazo y un beso en su mejilla. Al entrar en contacto su piel con mis manos y mi cuerpo, empezó a revivir mi bien dotada masculinidad y ella dandose cuenta, de eso, debido a que el abrazo fue muy apretado, me dijo al oido espero que así este por la noche.

Nos metimos a la alberca y para mi no había ojos nada más que para Verónica, no me interesaba nada a mi alrededor. La seguía con la mirada, la abrazaba por la espalda para sentir sus carnes frescas de ese inmenos culo y poder retregrar por un momento mi verga. La que se despertaba y se dormía en forma alterna. Después fuimos a comer y nos pasamos todos el resto del día en la alberca. Cuando nos estabamos retirando, me dice Verónica, te espero a las 8:00 pm en la fonda de Doña Lupe, no vayas a faltar.

Todos nos regresamos a la ciudad en distintos vehículos. Mis amigos me dajaron en mi casa y apenas tuve tiempo de arreglarme para acudir a mi cita con Verónica. Llegué a la fonda de Doña Lupe y entre la semiobscuridad busco a Verónica, no tardé mucho tiempo de ver una mano que me hacía señas para indicarme donde estaba. Se levanta Verónica para abrazarme y me dejó boquiabierto lo que vi. Verónica con una blusa muy ajustada de color blanco, con unos pequeños pantaloncitos cortos que no dejaban nada a la imaginación, de color rojos. La abrazo dandole un fuerte apretón y sin darle tiempo bajo mis manos y pude sentir ese turgente culo, que tembló al sentir mis manos. Ella no retiró mis manos, hasta que dijo sentemonos. Estabamos en un lugar tranquilo, con poco clientes, pues era domingo y la gente debe de presentarse temprano a trabajar el siguiente día. Platicamos de miles de cosas mientras cenábamos y al terminar y estar en la sobre mesa me dice que si conocía un lugar que se llamaba "Villa Cariño", le dije que no. Ella se asombró y me dijo que siendo originario de esta ciudad no lo conocía. Entonces me dijo vayamos a concerlo, me prestó mi amiga un automovil y vamos aprovecharlo esta noche, porque mañana por la tarde me regreso a mi ciudad, se me terminaron mis vacaciones.

Recorrimos poca distancia cuando llegamos a un paraje con grandes árboles a ambos lados de la calle en donde había una larga hilera de atomóviles, algunos parecían vacios y otros se veían como sus ocupantes se estaban dedicando a coger, algunos, vehículos, se veían como se movían en forma cadenciosa. Verónica ocupó el espacio que recien había dejado un coche. Cuando estuvo bien estacionada, sin mediar palabras me da un beso con su boca abierta y metiendome la lengua hasta donde nunca antes había llegado ninguna, y con sus manos me acariciaba mi nuca y mi cabeza, no me dió tiempo de nada. Pero no perdí el tiempo, pues mientras ella llevaba a cabo su labor, yo empecé a acariciarle sus pequeños pechos, que ya tenían sus pezones tan duros y erectos que casi perforan la tela de la blusa. Después me besa mi cuello, mi pecho y más que desabotonarle la camisa me rompe los botones y se lanza con todo hacia mis pezones, los que besa, chupa y muerde hasta hacerme quejar de placer. Meto mis manos por dentro de sus pantaloncillos, pero se me dificulta por lo apretados que estan, ella, sin dejar de hacer lo que estaba haciendo de desabrocha el botón y entonces se aflojan los pantaloncillos y ya puedo meter mis manos libremente y tocar esas carnes grandes y turgentes, que temblaban cuando las acariciaba. Después de este pequeña magreada, me pide que vayamos donde podamos estar comodos. En ese momento no se me venía ningún lugar a la cabeza, entonces  me acuerdo que en mi casa esta una cuarto para huespedes, la parte de atras y nadie lo usa y rara vez alguien va.

En un santiamen llegamos a mi casa y con mucho cuidado nos metemos al cuarto de huespedes. Para entonces yo traía ya mi camisa, zapatos y pantalón en la mano y Verónica no traía su blusa, quien sabe donde había quedad. Entramos y ella me avienta en la cama, caigo de espaldas, pero ya con mi verga bien parada y rígida, lista para presentar pelea. Ella me la empieza a mamar, con una habilidad que únicamente a Victoria le había conocido, pronto casi hace que llegue a venirme, cuando se presentan unas gotas de leche en el orificio de mi cabeza de mi verga, ella deja de hacerlo, pero coquetamente con su lengua lo recoge y se lo como como si fuera el mejor postre. Ella se voltea y en esa posición se quita los pantaloncillos, y como me había supuesto, no traia ropa interior, deja al aire unos inmensos hemisferios de carne dura y turgente y luego se agacha dejando al descubierto su pequeño orificio, que lo movía como si me estuviera guiñando un ojo. Pues nada más esto faltaba para que me lanzara como una bestia sobre el objeto de placer. Se lo chupé, lo mordí, le metí mi lengua como taladro lo más profundo que pude, lo que despertaba quejidos de lujuria y movimientos cachondos por parte de Verónica.

Ella se acuesta en cuatro patas en la cama y me indica con un dedo donde quiere ser penetrada. Me ensalivo mi verga, lo más que puedo, y pongo mi cabeza en su orificio, ella me dice que la deje hacer el trabajo sola. Empieza a empujar su cadera hacia atras y siento como empiezo a perforrar su ano, como paso el primer esfinter y como se queda quieta un momento, como dejando que se amolde el culo a ese enemigo, depues inicia su movimiento hacia atras hasta que siendto que pasó el segundo esfinter y se queda un momento quieta y después me pide que la empiece a penetrar lo más profunod e intenso que pueda. No me dijo dos veces, pues empiezo a darle una clase de enculada de primera, ella se sostiene a pie firme cada embestida, siento como dobla sus brazos y reposa su cara en la cama y como su cuerpo empieza a temblar y ella a gritar, con gritos de lujuria y quejidos de placer hasta que siento como ella tiene su orgasmo y minutos después me vengo con unos chorros de leche caliente en su culo. Me quedo así hasta que salió la última gota de mi leche y mi verga se puso flácida y practicamente se sale sola de ese precioso fundillito. Nos tumbamos de lado, en la cama, ella dandome la espalda.

No se si nos quedamos dormidos, o estabamos despiertos en una ensoñación. Pero al pasar todo aquello, me volvieron a poner rijoso, el tremendo culo en que tenía apoyada mi cadera. Empece a morderle la espalda, besarsela y darle pequenos chupetones, así como con mis manos acariciarle nuevamente los pechos y sentir como se ponían los pezones turgentes y duros. Fui bajando mis manos hasta su ombligo y mientras esto pasaba ella movía cadenciosamente su cadera en mi verga que se iba poniendo rígida nuevamente, al llegar mis manos a su pubis sentí sus delicados vellos, ensortijados y suaves como la seda, bajé más mis dedos bucando su rajadita y poder meter mis dedos en ella y tocarle con delicadeza su clitoris, cuál no sería sorpresa que no encontre nada, baje un poco más mis manos y puede tocar un pequeño bulto, que al acariciarlo y jalarlo me di cuenta que era una pequeña verga, delgada y flácida. Esto hizo que la empujara lejos de mi y ella sorprendida me dijo: -¿Qué pasa cariño? ¿Qué esperabas encontrar?. Le dije -¿Quien eres?. -Soy tu regalo, lo que tanto has ansiado que te de Victoria, estoy ocupando su lugar. Se para delante de mi y deja ver su cuerpo desnudo, por su parte anterior y lo veo en toda su plenitud, un cuerpazo bárbaro, con pequeños pechos pero con grandes pezones y areolas, en lugar de vulva tenía una pequeña verga, flácida. Se voltea y me enseña su cuarpo por la parte posterior, mostrandome ese magnífico culo, tan grande que no lo podía abarcar, completamente, con un abrazo, una cintura pequeña y una espalda pequeña en comparación al tremendo culo.

Me dijo vamos a continuar cogiendo, corazón, hasta que el cuerpo agunte, no te hagas del rogar, mañana te espera Victoria en su casa para que solucionen sus diferencias. Yo me oponía a seguir, pero sus besos y carcias me convenceron nuevamente y cuando menos lo esperaba ya estaba Verónica dandome una nueva mamada y poniendo mi verga a tono para la ocasión. Cuando estaba bien dura y rígida, mi verga, me acostó en la cama y ella se sentó sobre ella y se la metió lipiamente hasta que mi pubis, pues yo me razuraba los vellos, tocaron sus nalgas y luego empezó un movimiento de arriba hacia a bajo y moviendo sus caderas como si estuviera batiendo chocolate, hasta que ella puso sus ojos en blanco y chilló de placer, haciendo sus movimientos más rápidos e intesos hasta que sentí como caía sobre mi pecho como un pedazo de toalla humeda, minutos después de que se repone, vuelve al ataque haciendo que eyacule una abundante cantidad de leche caliente, en su recto. Se cambia de esa posición y me toma mi verga con su boquita y se la zampa completa y me empieza a chupar de una manera que casi siento que se me sale el cerebro y no deja de hacerlo hasta que corrobora que ya no queda más leche. Después pasa su mano por su culo, aun abierto, y toma mi esperama que estaba saliendo, con su delicada mano y la lame con una lengua ávida, y después me da un beso intenso, sintiendo que me pasa un líquidos viscoso, de sabor dulzón, como si me estuviera pasando un chicle como hacen los adolecente con sus novias, lo trato de rechazar, pero con sus violentos movimientos de su lengua hace que me los trague.

Después de este trance, tomamos un descanso, para volver a la carga dos o tres veces más durante la noche. Cuando mi verga no quería responder, Verónica, la tomaba con su boca y la revivía y seguíamos en nuestro asunto. Nos quedamos dormidos hasta que el sol ya estaba muy en alto, como había baño en es cuarto independiente, pues nos bañamos. Le tuve que conseguir ropa a Verónica para que pudiera salir, le dí un conjunto deportivo, que hacia más notorias sus formas, se veían más antojable aquel culote parado y duro. Salímos cuando ya nadie había en la casa.

Al despedirse me diijo que tenía que ir hoy por la noche con Victoria, para resolver nuestros problemas. Sin decir más palabras me dió un beso de esos que despierta hasta un muerto y una nueva acariciada en mi verga, que respondió a pesar de estar adolorida por el exceso de uso durante la noche. Ya en el coche, me dijo que como amante era magnífico, lastima que era propiedad de Victoria, diciendo esto se alejó a toda velocidad.

Me quedé en momento en la calle pensando si debería de ir a la casa de Victoria.