Un grupo no es multitud

Lucia entra en un grupo de amigos sumisos, sumisas, Amas, Amos y después de dos meses es invitada a participar en un círculo más íntimo que acepta y en su sesión inaugural disfruta como una enana

UN GRUPO NO ES MULTITUD

Lucía llevaba tiempo practicando BDSM. Había tenido diversos Amos, pero siempre sentía que le faltaba algo. Cada vez que iniciaba una relación BDSM era como una evolución, como una etapa más. Hasta que un día tomando un café con un compañero de trabajo éste vio que Lucia llevaba un anillo que reconoció como un símbolo de un mundo en el que él también estaba metido.

Empezaron a hablar de BDSM. Los dos lo hacían apasionadamente. Lucía le contó que le faltaba algo porque todos sus Amos al final siempre habían sido posesivos en el sentido que solo la usaban ellos y a ella le apetecía que le hicieran jugar con otros sumisos y sumisas y ser usada por otros Amos.

El hombre entonces le dijo que él conocía quien le pudiera ayudar en eso. Había un grupo de personas que se reunían para charlar y conocerse y los que habían dado el paso de pasar a la parte práctica habían constituido un grupo discreto del que nada se sabía. Solo que cuando alguien de los que dirigían el grupo consideraban que algún aspirante estaba listo para empezar y confiaban en su discreción y su saber estar de manera discreta se le contactaba.

Nadie sabía quiénes de todos los que frecuentaban el local formaban parte de ese círculo más secreto. La tarde de un sábado de mayo Lucia acudió acompañada de su compañero de trabajo. La gente estaba dispuesta ese sábado en un círculo sentados en sillas. Hombres y mujeres, Dominantes y sumisos, todos juntos para charlar y debatir sobre BDSM. Lucia se tuvo que poner de pies primero en el centro y presentarse. Lo hizo así. Sentir todas las miradas en su menudo cuerpo la excitaba, pero a su vez sentía tal vergüenza que sus mejillas se colorearon como las cerezas.

Luego junto a su compañero apuntaron todas las consumiciones que querían todos y fueron a por ellas para servírselas. Cada uno recibió su cerveza, café etc. Luego se sentó en su silla. Estuvieron toda la tarde hablando con todo el mundo, con unos hizo más amistad que con otros. En algún Amo sí se había fijado sobretodo en uno maduro con barbita entrecana que ella calculaba que estaría en torno a los 50.

Parecía que llevaba la voz cantante pero no sabía si era así. Los siguientes sábados, varios domingos y más días siguió acudiendo. Algunos hablaban, pero otros jugaban, bueno más bien cuando jugaban ella era de las usadas por los Amos debido a su acusada obediencia y entrega hasta que a mediados de julio dos meses después de haberse acercado al grupo recibió el mensaje.

A la hora de vestirse después de la sesión en la taquilla en la que había dejado la ropa.

Has sido escogida para ser examinada y en caso de aprobación del examen entrar en nuestro círculo más secreto e íntimo. Si aceptas seguir adelante, deja en este mismo papel tú número y serás contactada. Si no deseas entrar en el círculo puedes seguir viniendo a nuestro grupo como si esta nota nunca hubiera sido escrita.

Lucía miró a todos lados, pero las pocas personas que quedaban en el vestuario estaban a su bola, unos vistiéndose y otros hablando entre sí. Se había excitado, su sexo estaba muy mojado. Por fin, la habían seleccionado. Aunque a su compañero no le había dicho nada estaba deseando ser seleccionada. Pero ahora se preguntaba como conocerían sus límites etc y se dio cuenta que durante esos dos meses el grupo conocía todos sus gustos, odios y límites.

Pasaban los días y nadie se ponía en contacto, pensó que lo había soñado cuando un viernes a primeros de agosto recibió un mensaje en su móvil en una aplicación que le habían ordenado crearse cuando entró al grupo para recibir las notificaciones del grupo. El círculo parecía que lo usaba también para sus comunicaciones. En ella ponía.

Mañana sábado acude a xxxxxxxxx. Entrarás a las siete de la tarde en punto en la tienda y a la dependienta que encontrarás le indicarás que quieres consultar el catálogo y ella te indicará. No lleves ropa ni ningún objeto de aseo ya que todo lo que vayas a necesitar te será suministrado. Solo lleva documentación ó medicinas que puedas estar tomando.

Lucía pensó que eran unas instrucciones muy escuetas para las posibilidades que se le podían abrir. Pero cuando llegó el sábado se preparó con esmero para acudir a la cita. Se vistió con una camiseta y unos jeans algo usados pero cómodos y unos zapatos bajos y fue caminando hacia el centro para tomarse algo mientras hacía tiempo. Tenía que ser puntual, así que escogió una cafetería a escasos metros de la tienda. Escogió una en la que no podía ver a la dependienta, pero lo quería así porque quería conservar el misterio. Recibió un mensaje:

Veo que has llegado con tiempo para ser puntual. Un punto para ti. ¿Tus límites siguen siendo los que contaste la primera vez que acudiste a nosotros? ¿Sigues queriendo y gustándote las cesiones?

Lucía miró a todos lados, pero no vio a nadie, pero respondió que si a todo. A las siete en punto traspasó el umbral de la puerta y cuando llegó al mostrador le pidió el catálogo a la dependienta. Entonces la chica salió de detrás del mostrador y puso el cartel de cerrado en la puerta y la dijo que la siguiera. Lucía caminó tras la chica hasta la trastienda y allí había un Amo que estaba con los brazos cruzados en el pecho. Era enorme, sobre metro noventa y muy fornido. Se acercó donde ella. Ella adoptó la postura que le habían indicado, las manos detrás y la mirada baja.

La dependienta se retiró otra vez a la tienda y Lucía escuchó como quitaba el seguro de la puerta. El Amo indicó a Lucía una puerta y traspasaron el umbral a otra habitación. Allí la ordenó que se desnudase. Lucía se quitó la camiseta y cuando se soltó el botón del pantalón y bajó la cremallera el hombre introdujo sus dos palmas por encima de sus braguitas para seguidamente ayudarla a bajarse los pantalones y directamente las braguitas. Luego la cogió del pelo y colocó su torso contra la mesa penetrándola y follandola con vigor. Lucía emitía pequeños gemidos que se convirtieron en un aullido gutural cuando se corrió. Eso hizo que el hombre no tardara en eyacular llenando la espalda de la mujer de semen. Se separó de ella y ordenó a la dependienta que había vuelto. Cierra la tienda y prepárala.

La dependienta volvió después de cerrar la tienda y condujo a Lucia a un baño que tenía la tienda con ducha. Hizo que se duchara a fondo y cuando terminó de ducharse la dio un enema que se tenía que introducir en el ano y vaciarse repitiendo el proceso tres veces. Cuando terminase volver a ducharse. Para poder lavarse internamente le dio un grifo especial de ducha que se podía introducir en su interior.

Cuando estuvo lista salió de la ducha y secó. Desnuda como estaba la dependienta le hizo tumbarse en una camilla y ató sus manos y brazos a los lados de la camilla. Luego cogió un poco de crema depilatoria y quitó el vello sobrante del pubis hasta dejar un pequeño mechón en el pubis.

Masajeó el resto del cuerpo con un aceite con olor afrutado que dejó el cuerpo de la sumisa con un olor muy agradable. Seguidamente la sentó en un taburete y metió la maquinilla en su cabello tras habérselo comentado por si quería negarse, pero Lucia ya estaba tan entregada que aceptó. En segundos su cabeza estaba rapada casi al cero con un cabello que solo tenía unos mms de largo. La dependienta ordenó a Lucia que volviera a la ducha y sin que la mujer se diera cuenta cortó el agua caliente y Lucia tuvo que ducharse con agua fría para retirar los restos de vello púbico y de cabello. Cuando estuvo verdaderamente lista extrajo de un armario un antifaz y una capa con capucha. Primero colocó la capa, luego el antifaz y por último la tapó con la capucha. Seguidamente la condujo por un pasillo hasta un patio trasero donde había aparcada una furgoneta.

Allí un hombre vestido con un mono azul abrió una puerta corredera y ayudó a Lucia a subir a la furgoneta. Luego subió la dependienta. Esta la retiró el antifaz y Lucia pudo observar como la silla tenía dos dildos en el asiento y unos reposabrazos con muñequeras de cuero. La parte de atrás estaba aislada de los asientos delanteros y tapizada con maderas nobles y oscuras de similar material a la silla.

Sentó a Lucia de tal manera que sus dos agujeros fueran penetrados por los dildos. Sujetó sus brazos a la silla, bien firmes. Los tobillos de igual forma a las patas de la silla. Ahora volvió a colocar el antifaz y la capucha y salió. En lugar de volver a su tienda entró en la trastienda de otra tienda cercana que daba al mismo patio. En ella estaban terminando de preparar a Aitor. Ya tenía la capa puesta y fue conducido por la dependienta a la furgoneta y colocado en su silla. Le habían colocado un cb con tapón uretral. Le sentó en el dildo que le sodomizó e inmovilizó su cuerpo en la silla. Ató ambos torsos a los respaldos de las sillas y cerró la puerta corredera con llave para sentarse en los asientos delanteros con el chofer.

Este condujo primero saliendo a la avenida principal y al salir de la localidad condujo por la autopista hasta la tercera salida donde siguió por una carretera de montaña que se iba adentrando entre un bosque hasta llegar a una cierta altura donde el bosque terminaba y grandes prados se abrían a la vista y al final cerca de una vaguada una gran construcción de una sola planta se extendía por el prado.

El conductor se bajó y abrió los portones y condujo la furgoneta dentro mientras Julia la dependienta los volvía a cerrar y caminaba tras ellos hasta el edificio principal. Cuando llegaron liberó a los sumisos de sus ataduras y les hizo descender del vehículo. Los condujo dentro de la casa y los hizo bajar por unas escaleras hasta una zona que pertenecía a la vieja edificación. Los hizo entrar en dos celdas con barrotes de hierro y un agujero a modo de letrina en una esquina.

No les quitó los antifaces y subió al edificio principal. Allí informó al Amo y se retiró a la cocina a preparar la cena. Otros sumisos y sumisas prepararon la mesa. El Amo junto a la pareja de Amo-Ama entraron al comedor y se sentaron a la mesa. Uno de los jóvenes sumisos, un universitario sin nada de vello corporal les sirvió una copa de vino para empezar la velada para seguido preparar el fuego. Allí colocó unos hierros de marcar para que se pusieran al rojo. Luego otras parejas de sumisos colocaron un templete de madera con unas tablas horizontales detrás y unas columnas con unas argollas y unas tiras de cuero situadas de forma estratégica.

Julia llegó con el sumiso y la sumisa. Los hizo colocarse en mitad de la habitación. Luego se retiró a una esquina tras retirar sus antifaces y retirar la capucha. El Amo se levantó y dijo:

Zorra, no te retires porque vas a ser requerida, empieza a desnudarte y luego colócate en posición de examen.

Julia mostró extrañeza, pero obedeció. Vestía un vestido corto que se fue quitando hasta descubrir que bajo la prenda solo portaba un tanga verde que la Ama del matrimonio no quiso que se quitara. Luego se acercó a ella y palpó su cuerpo acariciándola y torturando con pellizcos sus pezones. Hizo que se colocara en un reclinatorio especial donde su torso estaría inclinado y los pechos se introducirían por unos orificios donde colgaban y donde la Ama situó unos electrodos en forma de pinzas. Luego con una navaja de mariposa cortó el tanga dejando al descubierto un culo como dos nalgas que se besaban. La Ama que ya llevaba puesta parte del strapon colocó el último apéndice en forma de polla. Seguido cogió uno de los hierros al rojo cuyo color era un blanco brillante y lo fue acercando a la nalga de Julia, los pequeños vellos se quemaban y ella notaba el calor abrasante pero el hierro impactó en un trozo de madera viejo a su lado. Por la expresión de Julia los sumisos pensaron que la habían marcado. Luego la Ama cogió una fusta y aplicó cinco azotes fuertes y secos.

Seguidamente los dos Amos varones se acercaron a los dos sumisos. El Amo de la barba cogió la capa de Lucia y la abrió dejándola caer y admirando su cuerpo. Palpó su cara, luego la cogió del cuello. Bajó a sus pechos y a su sexo que ya estaba húmedo. Allí delante tenía un pequeño frasco de perfume. Mujer menuda con el pelo color ceniza rapado casi a cero con pequeños pezones marrón oscuro un culo definido y redondeado. El pubis bien recortado. El Amo palpó su sexo y lo acarició notando su humedad y extrayendo del cuerpo de Lucia los primeros gemidos.

El otro Amo retiró la capa de Aitor. Con la mano acarició la polla del sumiso desentumeciéndola y haciendo con un leve movimiento de masturbación que se pusiera dura entonces apretó sus huevos con fuerza. Con la mano acarició sus nalgas y jugueteó con su dedo corazón en el ano del chico. Un hombre cerca de la cincuentena que aparentaba menos edad y sin nada de vello.

Los sumisos asistentes fueron requeridos para que los colocasen para ser azotados. Los sumisos fueron situados en torno las columnas bien atados. Los Amos escogieron un látigo de dos metros. Se alejaron hasta una distancia prudente y comenzaron con los azotes. Lentos pero precisos. Los obedientes sumisos empezaron a quejarse y a dar gracias por los azotes, Ahora la Ama azotaba a Julia al mismo ritmo que los Amos a Lucia y a Aitor. Pararon de azotar y cogieron un par de velones que les ofrecían los sumisos. Lo mismo hizo la Ama donde Julia. Las alturas de los Amos les beneficiaban con los sumisos y comenzaron a verter la cera, en los sumisos atados a las columnas la cera caía verticalmente en todo el cuerpo y sobretodo se recreaba en sus pezones. En el caso de Julia en las nalgas y separándolas en su ano acumulando una pequeña cantidad de cera. Luego cogieron los hierros al rojo los dos Amos y la Ama. Los acercaron. Julia pensó que esta vez si la iban a marcar y lo mismo los otros dos, pero otra vez fue amago, pero casualidad, los tres sumisos se orinaron encima.

Entonces los soltaron y los hicieron lamer su propia orina en el suelo y luego conducidos a la mesa comedor. Una mesa circular y fueron colocados con el torso en la mesa de tal forma que estuvieran enfrentados y viendo lo que iba a ocurrir. La Ama sodomizó a Julia. Uno de los Amos sodomizó a Lucia y el otro a Aitor. Lucia que le excitaba mucho ver a dos hombres follar se iba excitando muchísimo y sus gemidos empezaban a ser muy fuertes. El Amo que la daba por culo se dio cuenta y la autorizó a tocarse. Sabía que cuando se corría lo hacía con un gran squirt. Hizo traer a un sumiso y lo colocó a la altura del coño de Lucia y que la lamiera el clítoris. Lucia viendo las embestidas del Amo que penetraba a Aitor no pudo aguantarse y se corrió con un gran squirt que mojó toda la cara del sumiso.

La velada continuó. La entrega se firmó y la pertenencia al círculo hizo que a partir de ese día su vida sexual fuera plena de la forma que deseaban tanto Aitor como Lucia.

Este relato es imaginario, pero va dedicado a una sumisa que sé que lo va a disfrutar. Me encantaría que me escribierais. Hacerlo a:

Picante100@hotmail.com