Un grupo muy unido 6

Continúan las historias entre los amigos. Nace el bebé de Carolina y Oscar y ella le pide ayuda a sus amigas para que, durante el período postparto, él no se sienta solo. Las dos chicas se encargan de él de buen grado.

Un grupo muy unido 6

Introducción

En la sexta entrega de la serie, con escenas de sexo entre dos hombres y una mujer, durante de las que ocurren algunas alternativas que, nuevamente, alguien podría considerar ofensivas. Nuevamente, si no son liberales en cuestiones de sexo, por favor búsquese otra cosa que leer.

Y para los que tienen una mente abierta, ¡disfrútenlo!

Todas las historias son producto de mi imaginación, son de mi propiedad y no pueden ser reproducidas sin mi consentimiento.

Capítulo 6.

Por las siguientes semanas, la verdad es que no nos vimos mucho con nuestros amigos. Por una parte, tanto Alba como yo tuvimos mucho trabajo y el cansancio no es la mejor receta para el sexo, así que tratábamos de dormir y descansar tanto como podíamos. No es que no hiciéramos el amor una o dos veces por semana, pero siempre era más o menos rápido, con la intención de bajar la “calentura” para poder seguir durmiendo.

Por otra parte, Carolina ya estaba en la fecha del parto, por lo que no salían mucho. Había muchos nervios. No sólo era el primer hijo de la pareja, sino de todo el grupo. Así que no había mucho con quién comparar.

Ellas seguían reuniéndose para almorzar y sólo hablaban parto, bebés y esas cosas.

Un viernes, sin embargo, cuando nos preparábamos para dormir como otras veces, me soltó la siguiente prenda:

-Carolina nos pidió un favor- me dijo Alba acostándose a mi lado.

Levantando la vista del libro que estaba leyendo pude ver que se había puesto una dormilona sexy, por lo que deduje que hoy no nos íbamos a dormir temprano.

-¿A ver?- le dije ¿Qué favor les pidió Carolina?-

-Bueno, tu sabes que después del parto hay un período de abstinencia-

-¿Un período de abstinencia?- le pregunté sin entender. La verdad es que realmente yo tampoco sabía mucho de esas cosas.

-Sí. Después del parto, las mujeres tienen que abstenerse de tener sexo por lo menos por 40 días-

-¿40 días sin tirar?- pregunté.

-Eso. 40 días más o menos. Claro, pueden hacer otras cosas, pero nada de penetración hasta que la vagina esté completamente recuperada-

-O sea, que pueden hacer sexo oral-

-Si hombre. Y se pueden masturbar y esas cosas-

-¿Y el culito?- le pregunté con una sonrisa traviesa.

-Jajaja. Serás guarro. Si, el culito también lo pueden usar. ¡Ambos! Jajaja-

-Muy bien pero ¿y entonces? ¿Qué es lo que quiere Carolina?- pregunté.

-Bueno, ella quiere que Beatriz y yo nos “ocupemos” de Oscar por ese período-

-¿Oh? ¿Y en qué consistiría esa “ocupación”?-

-No te hagas el bobo, te lo puedes imaginar. Que nos cojamos a Oscar por ese tiempo, para que él no se sienta… ¿cómo decirlo, abandonado?-

-Jajaja. Bien, pero Carolina podría mamárselo todos los días para que no se sienta abandonado-

-Cierto. Pero ella quiere que de vez en cuando tenga una “experiencia total”-

-O sea que se lo cojan completamente-

-Exacto-

-Bueno. En realidad yo no tengo problemas con eso. ¿Cómo quieren hacer?-

-Beatriz y yo estábamos pensando en que cada una podría “atenderlo” una vez a la semana. Así él tendría dos polvos por semana-

-Muy bien. Y si quiere más, ¡que se encargue su mujercita! Jajaja- añadí.

-Así es- dijo Alba sonriendo.

Ella se había acostado con la cabeza en mi muslo izquierdo y me acariciaba la pierna distraídamente, lo que comenzaba a tener su efecto, pues mi miembro empezaba a reaccionar.

-Yo pensé que Oscar podría venir el martes en la mañana mientras tú estás en el trabajo ¿Qué te parece?-

-Mmmm… - gemí cuando ella metió su mano por la pernera de mi short y empezó a acariciarme el güevo, masturbándome un poco -Como te dije, por mí no hay problema con el martes en la mañana ¿Tú no tienes nada que hacer ese día?-

-Yo siempre tengo que hacer, pero puedo buscar un huequito. Tampoco es que me voy a pasar la mañana cogiendo. Supongo que será un quicky o algo así. Una media hora y ya-

-El que viene a buscar un huequito es él, Jajaja- reí, para luego continuar -Tampoco es que le vayas a dar un mateo. Tienes que tratarlo bien- lo defendí yo.

-Jajaja. Por supuesto. Además yo también quiero sacar algo de beneficio, un o dos orgasmos para mí ¿no?. Pero tampoco quiero hacer de eso una fiesta-

-Jajaja-

Finalmente nació el bebé de Carolina y Oscar. Una preciosa niña de ojos azules y cabello… bueno, poco, jajaja. Los padres le pusieron María de las Mercedes, pero en seguida empezamos a llamarla Mimi.

Todos estuvimos revolucionados por varios días, especialmente Alba y Beatriz, que trataban de hacer todo lo posible por ayudar a Carolina. Sin nombrar a los padres de ésta, que como es natural, tenía el privilegio de abuelos y se disputaban la ayuda a los nuevos padres.

Una vez que los recién paridos salieron de la clínica, todos se peleaban para ver quién se quedaba más tiempo ayudando, lo que no parecía nada bueno para los recientes padres. Una semana después del parto, Oscar todavía no había tenido oportunidad de cambiar un solo pañal.

Gracias a Dios, pronto todo eso empezó a cambiar, cuando Carolina le exigió a su madre que no interviniera tanto, lo que al principio la hizo enojar, pero luego terminó entendiendo. Más o menos lo mismo sucedió con Alba y Beatriz, que tuvieron que retirarse también un poco.

Por nuestra parte, los tres “padres” salimos a celebrar y bebimos como cosacos, invitando a todo el que pasaba cerca a brindar los la recién nacida. La resaca fué épica. Menos mal que ninguno tenía responsabilidades con la bebé o con la madre, porque pasamos casi 48 horas deshabilitados.

Finalmente las cosas empezaron a tomar su ritmo normal. Tanto Oscar como yo nos considerábamos padrinos de la niña, aunque sólo uno lo sería de forma oficial. No sabíamos cuál de los dos sería nombrado, pero igual ambos nos considerábamos “padrinos de facto”. Igual las dos chicas, Alba y Beatriz eran madrinas y si no fuera porque no producían leche, hasta le hubieran dado teta a Mimí.

Por cierto, la alimentación de la niña era exclusivamente por teta y a Carolina le encantaba hacerlo con todo el mundo presente. Debo reconocer que yo disfrutaba viéndo a la pequeña chupando de esos hermosos pezones cargados de leche, pensando en cómo me gustaría ser yo el que chupaba.

Después que Mimí terminaba de comer, Carolina se limpiaba las tetas y yo me quedaba mirándola. Estoy seguro de haberla visto cruzando miradas conmigo como diciéndome: “Mira como tengo las tetas llenas de leche ¿cuándo vas a probar?”

El caso es que tres semanas después del parto, Alba me informó:

-Mañana en la mañana viene Oscar-

-Ok- le respondí, sin darle mucha importancia.

Cuando llegué en la noche, conversamos de cualquier cosa y al final le pregunté:

-¿Cómo te fué con Oscar hoy?-

-La verdad es que regular. Ninguno de los dos estaba muy de ánimo y fue más que todo un acto sexual para que él acabara, que lo hizo bastante rápidamente, por cierto-

-¿Pero cuando hicieron el amor aquella vez en el hotel no fue bueno?-

-Oh si. Aquella vez yo estaba muy excitada por la emoción del intercambio y la cosa de cogerme a un hombre distinto y eso, pero ayer. Nada-

-Bueno, no importa, la idea era “aliviarlo”,  ¿no?-

-Oh si. ¡Y vaya que lo alivié. Eyaculó como medio litro de semen. Me imagino que no descargaba desde el nacimiento de Mimi.

-Jajaja-

Pasaron dos semanas más o menos y no volvimos a hablar del tema, aunque supongo que tanto Alba como Beatriz había cumplido con su deber para con Oscar.

Fue la entonces cuando Alba me prepuntó sin darle mucha importancia al asunto:

-¿No quisieras estar presente la próxima vez que venga Oscar?-

-¿Estar presente? ¿En calidad de qué? ¿Espectador? ¿Participante? Jajaja-

-Participante, por supuesto- respondió Alba -A ver, la verdad es que ha sido un poco decepcionante las relaciones con Oscar. Yo no sé si es él que no se atreve o soy yo que lo siente como un trabajo, pero la verdad es que no he acabado ni una vez. Ni siquiera me excito. ¡Imagínate que me tengo que poner lubricante!-

-¡Wow! Si tu tienes tanto lubricate que mojas todo-

-Así es, pero estas veces con él… nada. El caso es que el otro día se me ocurrió que a lo mejor podríamos hacer un trío. Si tú y él están de acuerdo, claro. Y eso sí me excitaría mucho. Tener dos vergas duras para mi sola, que yo pueda pasar de una a otra o tenerlas las dos al mismo tiempo-

-Bueno, yo no me sentiría lo más cómodo del mundo con otro hombre desnudo a mi lado, pero como lo hemos hablado varias veces, eso es una cuestión de probar y si a tí te hace ilusión-

-Ok. Entonces se lo voy a proponer a él, a ver qué opina-

Un par de días después, Alba me informó que Oscar estaba dispuesto a participar y que el próximo martes, si yo tenía tiempo, podríamos tener una sesión de los tres.

Ese día me preparé para no ir al trabajo y poder quedarme todo el día en la casa si era necesario. Me levanté temprano, me bañé y me puse una ropa cómoda. Unos shorts y una franela.

Alba también vestía algo parecido, shorts y franela y nada de ropa interior. Sus tetas se movían deliciosamente detrás de su franela y ya eso me tenía un poco excitado.

Como a las 8:30 am llegó Oscar. Obviamente él estaba más “vestido” que nosotros, pués el andaba por la calle, pero igual tenía una ropa ligera.

-¿Quieres tomarte un café?- le ofreció Alba. Sus pezones estaban completamente erguidos y se notaba bajo la franela. Ni Oscar ni yo podíamos dejar de mirárselos.

-No, gracias- respondió él, un poco nervioso -Ya tomé en la casa-

-¿Cómo está Carolina y, sobre todo, Mimí?-

-¡Ah!, ellas están bien- dijo Oscar -Allá las dejé durmiendo. Mimí se despierta varias veces en la noche y después de que come, tengo yo que sacarle los gases, así que ninguno duerme mucho. En la mañana, cuando yo me voy, ellas se quedan durmiendo hasta que le toca comer de nuevo-

-Así es la vida- le dije -Hasta que duerma la noche completa todavía falta-

-Vengan para la sala los dos- nos dijo entonces Alba.

Una vez allí, nos dirigió:

-Ven, mi amor, tú te sientas aquí- dijo señalándome el sofá -Y tú aquí- le dijo a Oscar, señalando el puesto de al lado.

Pero cuando nos íbamos a sentar, nos detuvo:

-¿Pero qué hacen?, jajaja. Tienen que quitarse la ropa-

-Claro, claro- dijimos ambos y procedimos a desnudarnos. Yo mucho más fácil que él, pues simplemente me saqué el short y la franela. Él tuvo que quitarse la camisa, el pantalón, las medias y los zapatos.

Finalmente desnudos, nos sentamos en el sofá. Ninguno de los dos estaba excitado y nuestros miembros estaban desinflados entre nuestras respectivas piernas.

-Vaya ¡Qué sorpresa! Casi nunca tengo la oportunidad de ver un miembro desinflado antes de tirar ¡y hoy tengo dos!-

Entonces Alba puso un cojín en el suelo entre nosotros y se arrodilló frente a nosotros.

-Muy bien. Tendré que trabajar todo desde el principio- dijo tomando mi güevo con la mano derecha y el de Oscar con la mano izquierda y comenzando a acariciarlos.

-Parecen estar nerviosos los dos ¿no?- dijo ella sonriendonos.

-La verdad es que para mí es una cosa nueva- le dije -Es primera vez que estoy junto a otro hombre desnudo-

-No puede ser- me dijo Alba -Hemos estado en el sauna desnudos con otros hombres y mujeres y en los vestidores-

-Si, pero… ya sabes. Es la primera vez que estoy al lado de un hombre que va a… hacer el amor-

-Es decir, que ¿nunca has estado con otro hombre con el güevo parado?-

-Eso-

Poco a poco las caricias de Alba estaban haciendo efecto y tanto el güevo de Oscar como el mío empezaban a coger tamaño.

-Déjame ver si ayudo- dijo Alba soltándonos y sacándose la franela. Sus hermosas tetas quedaron libres mostrando los pezones erguidos. Luego ella misma se los pellizcó haciéndolos crecer todavía más.

-¿Qué tal?- dijo sacudiendo las tetas de lado a lado.

-Delicioso- dijo Oscar, con el güevo ya casi completamente duro.

Por lo que podía ver, era un poquito más pequeño que el mío. No mucho, pero si yo lo tenía un poco más grande que el promedio, él debía estar en el promedio. Aunque como dije antes, no es que yo fuese una experto en güevos.

-¿Y tú Oscar? ¿Tú sí has visto güevos antes?-

-Debo reconocer que sí- dijo Oscar sonrojándose un poco.

-¿Si? ¡Tienes que contarme!- dijo Alba agarrándonos a los dos por nuestros respectivos miembros y comenzando a pajearnos con cada mano.

-Bueno, eso fue hace muchos años…-

-Ok…-

-Éramos un grupo de jóvenes que siempre íbamos de vacaciones juntos. El caso era que al mismo tiempo que éramos inseparables, no dejábamos espacio para mas nadie, especialmente chicas-

Alba intensificaba y reducía sus movimientos para mantenernos duros, pero no quería hacernos acabar demasiado pronto. Ella tenía a mano su frasco de aceite y regularmente se mojaba las manos con éste, lo que le permitía deslizarlas mejor por todo el güevo y el glande.

-A pesar de la ausencia de chicas, pronto empezamos a tener juegos cada vez más sexuales- continuó Oscar -Al principio cada uno se masturbaba por separado, pero no teníamos mucha privacidad y poco a poco empezamos a ver normal que uno u otro se pajeara ante la vista de los demás. Pronto, alguien inventó algo así como: “¿Quién es capaz de acabar primero?”  Pero otros opinaban que el  juego tenía que ser al revés: “¿Quién es capaz de aguantar más?”-

-Obviamente eso hacía que algunos apenas se tocaran o no se lo apretaran. “¡Trampa!” gritaban los que perdían. El caso es que entonces la apuesta se hizo más difícil: “Yo te lo hago a tí y tú a mí. A ver quién hace acabar al otro primero”-

-Jajaja ¡qué interesante!- dijo Alba. Yo no estaba seguro de ver lo “interesante” pero podía imaginarme que era la competitividad lo que los llevaba a esas apuestas.... y bueno, eran muchachos.

-En principio, ninguno pensaba nada de malo en que nos estuviésemos masturbando unos a los otros. No había una atracción sexual, ni nada parecido. Eran solo unos chicos jugando y apostando y, de paso, explorando el sexo-

-El caso es que sí, bastantes penes que agarré en aquellos tiempos ¡y masturbé!, jajaja- terminó de contar Oscar riendo.

-¿Y tú ganabas o perdías?- preguntó Alba.

-A veces ganaba y a veces perdía. Ya sabes, si llevabas un tiempo sin acabar, estás más sensible y tiendes a perder. Si vuelves a intentarlo, ya puedes aguantar más y a lo mejor ganas-

-¿Y no pasaron a mayores?- preguntó Alba, mientras nos acariciba a ambos los testículos y bajaba su manos un poco hacia el culo.

-¿A qué te refieres preguntó Oscar.

-Si además de las sesiones de masturbación hubo más cosas. Si alguno se cogió a otro-

-Oh si, por supuesto. Con el tiempo, inclusive se formaron algunas parejas. Chicos que pasaban la noche juntos y eso-

-¿Y tú?- preguntó nuevamente Alba metiendo cada vez más los dedos por entre las nalgas de Oscar y las mías.

-Jajaja. Ya me imaginaba yo que ibas a preguntar eso. No y si. No a la formación de parejas, nunca me emparejé con ningún chico, pero… a lo otro sí-

Ya los muy aceitados dedos de Alba me acariciaban descaradamente el culo y aunque no podía ver, creo que hacían lo mismo con Oscar. Siempre regresando a los respectivos penes para mantenerlos duros.

Pronto, comenzó incluir su boca, inclinándose sobre el regazo de Oscar y metiéndose el güevo en la boca, para unos momentos después hacer lo mismo conmigo.

-Mmmm…- gemí ante los avances de Alba.

-O sea que has tenido sexo con otros hombres- dijo Alba mientras cambiaba de uno a otro güevo.

-Mmm… si. Muchas veces-

-¿Activo o pasivo?-

-¿Cómo así?-

-Si lo metiste tú o te lo metieron a tí-

-Mmm… las dos cosas. Unas veces de una forma y otras la otra-

-¿Y no te gustó ninguno en particular?-

-Como les dije, nunca yo nunca sentí una atracción especial por alguno. Claro había algunos más buenmozos o mejor dotados, pero nada que ver con las chicas ¿me explico?-

-No sé- le respondió Alba -¿O sea que no eres bisexual?-

-No. Sólo me gustan las mujeres y no los hombres. No me importa tocar a un hombre o cogérmelo o que él me coja a mi, pero sólo sería una cosa de placer puramente sexual. En cambio me enamoro de las mujeres. Adoro a mi esposa y tú y Beatriz son… espectaculares. Por ustedes siento cosas que no sentiría con ningún hombre ¿Entienden?-

-Ahora sí-

-Yo no tendría ningún problema ahora mismo en agarrarle el güevo a Miguel y masturbarlo, por ejemplo-

En ese momento él se inclinó hacia mí y agarrándomelo, empezó a pajearme. Yo me quedé inmóvil. La experiencia no me gustaba, pero no quería romper el encanto del momento.

-Pero definitivamente prefiero agarrarte a tí- dijo Oscar soltándome el güevo y metiendo la mano entre las piernas de Alba para acariciarle el coño a ella.

-Perdóname esa, Miguel- me dijo mientras Oscar.

-No, está bien. Entiendo tu punto- le respondí.

-Ooohhh… - gimió Alba con los dedos de Oscar acariciándole el clítoris. Y luego preguntó: -¿Cómo van ustedes chicos?-

-Yo estoy cerca de acabar- dijo Oscar.

-Yo todavía no- dije. La historia de Oscar de su juventud no me había parecido demasiado excitante, al contrario. Además, cuando me agarró el güevo tuve un retroceso y casi que pierdo la erección.

-Bueno, vamos a hacer una cosa- dijo entonces Alba dirigiéndose a Oscar -Si acabas ahora ¿podrás tener una segunda vuelta?-

-Si claro, me tomé una pastilla antes de venir- dijo éste.

-¡Ah, qué bueno! Entonces quédate sentado-

Ella se levantó y dándole la espalda, retrocedió con el culo hacia él. Finalmente, agarrándole el güevo se sentó sobre él, encajándoselo hasta el fondo.

-Mmmmm…- gimío él.

-Siiii… está muy rico- respondió ella, comenzando a girar y a mover las caderas adelante y atrás.

-Ahora ven tú mi amor- me dijo -Párate enfrente de mi-

Así pues, yo me levanté del sofá y me paré frente a Alba. Mi güevo quedaba justo a la altura de su cara. Entonces ella me agarró por las caderas y me dirigió hacia adelante para comenzar a comérmelo.

-Mmmggggrrr- gruñí al sentir como se lo metía hasta el fondo de la garganta.

Como no estaba completamente duro, se lo pudo meter completo en la boca, sin que le llegara a la garganta. Asi estuvo jugando con su lengua, acariciándomelo, espcialmente el glande, lo que hizo que pronto volviera a ponérsele duro.

Una vez así, ya no le cabía todo en la boca y simplemente comenzó a mover la cabeza adelante y atrás, “cogiéndome”. Por último, retrocedió un poco y luego me haló de nuevo y se lo metió hasta la garganta, haciendo que su nariz chocara contra mi pubis.

-Mmmggggrrr- volví a gruñír sintiendo como su garganta me apretaba la punta del güevo.

Una cosa que adoraba, era que Alba empezaba a “ronronear” y la vibración de su garganta se trasmitía a mi güevo y era muy excitante.

Mientras, Oscar empujaba desde atrás contra sus caderas, metiéndole y sacándole su güevo del culo.

El único problema que tenía Alba era que no se podía concentrar en ninguno de los dos y perdía constantemente “el paso”, jajaja.

Pronto, por los ruidos que hacía, Oscar demostró que iba a acabar pronto.

-Mmmmpppffff- gimió y empujándo con fuerzas hacia arriba, acabó dentro de Alba. Luego se echó hacia atrás en el sofá, recostándose y respirando agitadamente.

Alba, se quedó un momento sentada, con el güevo de Oscar dentro de ella ablandándose rápidamente. Finalmente, luego de uno o dos minutos se levantó, lo que hizo que todo el semen de Oscar cayera sobre él. Con las mismas, Alba agarró una toalla que había dejado cerca (mi mujer siempre pensando en todo), se limpió entre las piernas y luego limpió a Oscar.

-Ven ahora tú- me dijo mientras se ponía en cuatro sobre Oscar, ofreciéndome el culo a mi.

Yo me agarré el güevo y pensando que me estaba ofreciendo el culo, traté de metérselo por ahí, pero ella se volteó y me dijo que no.

-Por ahí no. No estoy ahora para eso. Métemelo en el chochis y me haces acabar, que me quedé a mitad de camino- dijo refiriéndose a que Oscar no la había satisfecho.

Sin dudarlo, la tomé por la cintura y se lo metí hasta el fondo con fuerza. No solo estaba lubricada abundantemente, sino que todavía tenía semen de Oscar.

-Siiii… mmmm… -gimió cuando me sintió llegándole hasta el fondo.

Por un rato, ella y yo estuvimos cogiendo, sin pensar en más nada, pero luego ella como que se acordó de Oscar y bajando la parte superior de su cuerpo, comenzó a besarlo.

Así seguimos otro rato más, hasta que ella se dió cuenta de que la pastilla que se había tomado Oscar ya había hecho efecto y se le había vuelto a parar.

-Arrímate un poco más allá- le dijo entonces a Oscar.

Este se movió en el sofá hasta que Alba pudo tomarle el güevo en la boca.

Por los siguientes momentos, Alba quedó otra vez entre los dos: yo desde atrás por la vagina y Oscar por delante por la boca.

-Mmmmm…. gimió finalmente Alba explotando con un orgasmo, sacándose el güevo de Oscar para coger aire. Mientras su vagina me apretaba rítmicamente, lo que me indujo a mi a vaciarme dentro de ella.

Después de tranquilizamos un poco y aprovechando que Oscar seguía duro, ella le pidió que se sentara en el borde de la silla.

Luego tomó el pote de lubricante, se puso una buena cantidad en el culo y otro poco en el güevo de Oscar y se sentó sobre él, encajándoselo en culo.

-Mmmmm…. perfecto- dijo.

Luego se volteó hacia mí abriendo las piernas lo más que pudo y me dijo:

-Ven ahora, te quiero aquí- dijo señalándose la entrepierna.

Pero yo no estaba todavía recuperado, así que en vez de intentar cogerla, me arrodillé frente a ella y levantándole las piernas empecé a comerle la concha.

-Mmmm... siiiii… - gimió -Tú si sabes lo que me guuustaaa…-

Por un rato estuvimos así, yo le comía la concha y Oscar la cogía por el culo, sin moverse mucho, pero definitivamente con el güevo bien adentro.

Las reacciones de Alba a mi lengua deslizándose a lo largo de su vulva o a mis labios chupándole el clítoris fueron suficientes para permitirme recuperar mi erección y cuando estuve listo, me puse de pié y con cuidado le metí el güevo en la vagina.

El espacio estaba mucho más estrecho, debido al güevo de Oscar en el culo y por eso lo hice con mucho cuidado. Una vez que estuve adentro, empecé a moverme. No era fácil, pero pronto conseguimos una posición en la que podía metérselo profundamente, mientras Oscar ocupaba su vientre mientras yo retrocedía y así estuvimos un largo tiempo, hasta que finalmente Oscar acabó dentro de ella.

Luego cambiamos y ella le pidió a Oscar que se acostara boca arriba en el sofá, luego ella se puso en cuatro para hacer un 69, con la concha en la boca de Oscar y ella comiéndole la verga a él que a pesar de haber acabado hacía poco tiempo, seguía duro.

Mientras, yo los miraba, esperando a recuperarme y pensando qué hacer ahora.

-¿Te importa que participe, Oscar?-

-No, claro que no- respondió éste.

Entonces me arrodillé a la altura de la cabeza de Oscar y agarrándome el güevo se lo metí por el culo a Alba, dejándole la concha a Oscar para que él siguiera comiéndosela.

Entre los dos le dimos por lo menos tres orgasmos más a Alba, hasta que ella pidió que hiciéramos una pausa, que no podía más.

Yo me retiré y ella procedió a meterse el güevo de Oscar hasta la garganta y hacerlo acabar allí, tragándose toda su leche.

Finalmente nos despedimos de Oscar como a las 10 de la mañana y Alba y yo nos metimos a bañarnos.

-¿Cómo te sientes?- me preguntó mientras me enjabonaba cariñosamente.

-Bien, satisfecho-

-¿No te sentiste mal compartiendo tu mujer con otro hombre?-

-No, eso no fue lo que me hizo ponerme incómodo. La verdad, lo único fue la historia de Oscar con los otros chicos y cuando me agarró el güevo, ohhh. ¡Pensé en pararme salir corriendo!-

-Jajaja-

Orlando

Octubre, 2021

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