Un grupo muy unido 5

Mi esposa Alba y la esposa de mi mejor amigo Beatriz, hicieron una apuesta y ésta última la perdió, pero lo más interesante fue: ¡lo que apostaron!.

Introducción

Esta es la quinta entrega de la serie. Espero que les haya gustado las anteriores. Si no las han leído, bueno ya saben qué tienen que hacer.

En este capítulo las escenas de sexo son entre tres personas, dos mujeres y un hombre. Obviamente, hay numerosas escenas heterosexuales con el hombre, pero también hay escenas de sexo entre las dos mujeres y otras, con todos a la vez. Si algunas de estas cosas le molestan, por favor búsquese otra cosa que leer.

Y para los que tienen una mente abierta, ¡disfrútenlo!

Todas las historias son producto de mi imaginación, son de mi propiedad y no pueden ser reproducidas sin mi consentimiento.

Capítulo 5.

Después del fin de semana del intercambio, las cosas se tranquilizaron un poco, digo, cada oveja con su pareja, como dice el refrán.

Las chicas se reunieron a almorzar, como siempre, el viernes siguiente y en la noche le pregunté a Alba cómo había estado la reunión. Ella no me contó mucho.

-¿Pero no hablaron de lo que hicimos?- insistí.

Alba se me quedó mirando con cara de quien habla con un niño, diciendo finalmente.

-Claro que hablamos. Lo hemos estado hablando desde el domingo, sólo que nosotras no somos como ustedes ¿Tú has hablado con Oscar o Nicolás? -

-Nop. En absoluto-

-¿Ves? Ustedes son distintos. Nosotras hemos hablado por teléfono varias veces y hoy al mediodía volvimos sobre el mismo tema-

-¿Y qué se dijeron?-

-¡Todo!-

-¿Y no me puedes contar un poquito?-

-No-

-Pero…-

-Jajaja. ¿Qué quieres saber? ¿Cuántos orgasmos tuve yo? ¿O Beatriz? ¿O quieres saber cómo evaluó Carolina tus habilidades comiéndole la concha? -

-Bueno…- realmente no sabía qué quería saber.

-Confórmate con saber que las tres estamos de lo más contentas y que queremos repetirlo en el futuro, pero ya pronto es el parto de Carolina, así que no sabemos si nos dará tiempo de hacer otra “reunión”. Pero, sí. A todas les gustó cómo le comiste la concha y la duración y profundidad de tus cogidas ¡Y eso es todo lo que te voy a contar! -

-Jajaja-

La semana siguiente, sin embargo, Alba me llamó a media tarde del viernes, supongo que desde el sitio donde estaban almorzando:

-¿Qué vas a hacer el miércoles en la tarde?- me preguntó.

-¿El miércoles en la tarde?- le pregunté de vuelta -No sé, supongo que trabajar-

-¿Y puedes trabajar desde la casa? o mejor dicho, ¿no-trabajar desde la casa?-

-Uh… supongo que sí. No hay ninguna urgencia en este momento. Puedo cogerme la tarde del miércoles, ¿por qué? -

-Muy bien. Te cuento después-

Esa noche me dijo:

-Hice una apuesta con Beatriz-

-¿Una apuesta? ¿Y qué apostaron? -

-Era una cosa entre las tres, pero eso no es lo importante. Lo importante es que gané-

-¡Qué bueno! y… ¿Qué te ganaste?-

-¡Una esclava sexual!-

-¿Una qué?- pregunté sin entender a qué se refería.

-Eso, una esclava sexual. Beatriz va a venir el miércoles y entre las 2 pm y la 8 pm, va a ser mi esclava, nuestra esclava, y tiene que hacer todo lo que le pidamos-

-¿Queee?-

-Eso. Ella tiene que obedecernos en todo lo que la mandemos-

-Mmmm… eso está interesante-

-Ni te imaginas. Ya me estoy metiendo en una tienda de juguetes sexuales para pedir todo lo que necesito-

-¿Una tienda de juguetes sexuales? ¿Todo lo que necesitas? pero, ¿qué vas a hacerle a Beatriz? -

-Todavía lo estoy pensando, pero tengo 5 días para prepararme. ¡O para prepararnos! Porque tú eres uno de los protagonistas-

Al día siguiente, le hice una pregunta a Alba.

-¿Ya pensaste qué vas a hacer con Beatriz?-

-Más o menos ¿estás curioso? -

-Por supuesto. No sé si ustedes dos van a…-

-¿Quieres saber si yo voy a hacer algo con ella?, jajaja-

-Jajaja- me reí nervioso.

-Seguro que sí. A ver, no es que yo sea lesbiana ni que me gusten las mujeres-

-Me lo imagino. Me hubiese dado cuenta después de todos estos años-

-Pues ahí tienes tu respuesta. Ahora bien, al igual con el intercambio. Me gusta tanto el sexo que no me importa que me coma la concha un hombre o una mujer ¿me explico? -

-Perfectamente, pero ¿le comerías la concha a ella? -

-Esa es justamente la pregunta que me he hecho en estos días y cuya respuesta no he podido responder. En este momento pienso que sí, pero en otros momentos cambio de idea. Ya veremos en su momento-

-Muy bien, nos dejaremos sorprender-

El miércoles, un cuarto de hora antes de lo pactado, llegó Beatriz. Alba y yo le abrimos la puerta. Yo estaba un poco nervioso, porque Alba no me había dicho absolutamente nada de sus planes. Ella quería que yo fuese espontáneo, lo cual estaba bien, pero me hubiese gustado más saber lo que ella tenía planeado.

-Beatriz, querida ¿cómo estás? Ven, pasa y tómate una copa de vino con nosotros-

-Claro, claro, gracias-

Beatriz se sentó con nosotros en la sala y Alba le sirvió una copa del vino que estábamos tomando.

Por los siguientes 15 minutos estuvimos conversando de generalidades, hasta que exactamente a las 2pm, Alba dijo:

-Son las 2 de la tarde y desde este momento tú me llamas “Señora” y me parece que es una falta de respeto que estés sentada aquí con tus amos-

-¡Ah, claro!, perdone señora, como usted diga- dijo entonces Beatriz, apurando la copa de vino y levantándose -¿Qué desea la señora?-

-Lo primero es que te pongas tu uniforme. Allí en esa caja está- dijo Alba señalando una caja que había a un lado.

-Muy bien, señora- dijo Beatriz sonriendo -¿Dónde me cambio?-

-¿Cómo que donde? Aquí mismo. Así podemos revisar que no hemos comprado una mercancía defectuosa-

-Ok-

Sin dudarlo más, Beatriz empezó a desvestirse enfrente a nosotros en la sala. Primero se quitó el vestido que llevaba y lo dobló sobre la mesa, quedando con un brassier de encaje muy sexy y transparente y una tanga de la misma tela que apenas le cubría el pubis, dejando sus nalgas al descubierto, claro.

-Las joyas también- le dijo Alba.

-Claro, claro- respondió Beatriz quitándose un collar y varias pulseras.

-La ropa interior también se va- acotó Alba.

-¡Oh!, muy bien-

Con la mano derecha se desabotonó el brassier y quitándoselo y poniéndolo con el vestido. Luego se acarició las tetas frente a nosotros, se puso de espaldas y finalmente se bajó la tanga y mostrándonos el culo y su hermosa vulva entre las piernas.

A continuación, buscó en la caja, pero no había ropa interior.

-No hay ropa interior aquí- dijo Beatriz.

-No, no hay- le respondió Alba.

-¡Ah! ¡Ok! ¿Y esto? ¡A, un liguero y medias! -

Con el liguero y las medias en las manos, Beatriz se sentó en el borde del sofá frente a nosotros y procedió a colocárselas. Unas medias blancas semitransparentes, con un liguero muy bonito.

-A ver qué más hay en la caja…- dijo levantándose.

-Ok, unos zapatos… ¡wow, qué tacones! -

Efectivamente los tacones eran muy elevados.

-¿Y esto?- preguntó sacando un vestido negro.

-Es tu uniforme- le dijo Alba.

-Muy bien señora- le dijo Beatriz con una sonrisa comenzando a ponerse el vestido -Es un poco corto…-

-¿Tienes algún problema con eso?-

-No, ninguno- respondió.

El vestido efectivamente apenas le alcanzaba el borde inferior de las nalgas y considerando que no tenía pantaletas, con cualquier movimiento…

El vestido se cerraba con unos botones por delante y a la altura del pecho no había forma de cerrarlo por lo estrecho que le quedaba, así que sólo se lo pudo abotonar hasta el comienzo de las tetas, dejando un profundo escote.

Finalmente, lo último que había en la caja: una cofia. El sombrerito que usaban las chicas del servicio en la Inglaterra victoriana.

-¿Cómo quedé?- dijo dando una vuelta sobre sí misma, con el uniforme completo, desde los tacones hasta la cofia.

-Preciosa- dije yo.

-No hemos terminado todavía- dijo Alba con una sonrisa malévola en la cara.

-¿A ver?-

-Todavía te falta esto- dijo sacando lo que parecía el rabo peludo de un zorro. Parecía muy suave y agradable, pero en un extremo tenía una especie de botón.

-¿Y eso qué es?-

-Una cola de zorra para que recuerdes lo que eres-

-¿Una zorra? Jajajaja ¡me encanta! - rió Beatriz.

-Pues ven para ponértela-

Beatriz caminó insegura hacia donde estaba sentada Alba, los zapatos eran muy altos y no se había acostumbrado. Se colocó frente a ella y luego volteándose, se inclinó dejándole el culo en la cara.

Alba se mojó los dedos de la mano derecha en saliva y los deslizó por el culo de Beatriz.

-Mmmm- gimió ésta.

Alba repitió la operación varias veces asegurándose que Beatriz tuviese la abertura del ano bien lubricado y luego le metió primero uno y luego dos dedos.

-Mmmm…. me gusta- volvió a decir Beatriz.

Por unos momentos, Alba metió y sacó los dos dedos abriendo el culo de Alba. Luego se le metió la base de la cola de zorra, una base con forma de árbol de navidad de unos 4 centímetros de alto y quizás 2 de diámetro, que tenía un receso, una zona de menos diámetro donde se acomodaría el músculo anal, sujetando firmemente la cola.

Una vez que Alba decidió que estaba lista, empezó a meterle la base a Beatriz por el culito, presionándolo contra su abertura anal. Al comienzo la base no entró, pero Alba siguió presionando y poco a poco el ano fue cediendo hasta que la parte más gruesa pasó, e inmediatamente se cerró alrededor de la base.

-Uuups…- dijo Beatriz al sentir como su culito aferraba la cola.

-Listo-

Entonces Beatriz se volteó, sintiendo como la cola ondulaba tras ella.

-¿Cómo me veo?- preguntó dándonos la espalda de nuevo y moviendo las caderas haciendo que la cola oscilara deliciosamente.

-Preciosa- dije realmente excitado con el espectáculo.

-¿Estamos listos?- preguntó entonces Beatriz.

-No, todavía falta otra cosa-

-¿Otra cosa?- preguntó Beatriz excitada sin dejar de mover la cola -Mmmm. Esta cosa se siente de lo más bien-

-Si, todavía te falta esto- dijo Beatriz, sacando una cosa con forma de “coma”. Esta “coma” era como un arco, de unos 15 cm de largo, y en un extremo tenía una especie de “bolita”, lo que sería el punto gordo de la coma. Esta “bolita” era de unos 2 cm de diámetro.

-¿Y eso qué es?-

-Ya verás. Primero dejemos que sea Miguel que te lo ponga-

-Y me puedo imaginar dónde va ¿no?- dijo Alba acercándose a mí, subiéndose el vestido y poniéndome su vulva a mi alcance a la altura de mi cara.

Yo agarré el aparato y mientras lo examinaba, Alba me instruyó:

-Asegúrate que esté bien lubricada-

-Claro, claro-

Acerqué mi mano derecha y toqué la vulva de Beatriz, pudiendo constatar que estaba completamente mojada. Deslicé mis dedos a todo lo largo para finalmente meterle dos en la vagina sin ningún problema.

-Ooohhh- gimió ella.

-Ella está preparada- le informé a Alba.

-Ahora moja el aparato-

-Ok- dije metiéndomelo en la boca y mojándolo en saliva.

Luego, lo acerqué a la vulva de Beatriz y mientras le abría un poco los labios mayores con la mano izquierda, comencé a presionar la cabeza del aparato contra su vagina.

-Mmmmm… - gimió.

Lo moví un poco hacia los lados, presionando y buscando la entrada, hasta que finalmente entró, desapareciendo dentro de su vientre. La parte recta, sin embargo, salía hacia afuera y se le veía entre las piernas.

-Listo-

-Gíralo hacia atrás- me dijo Alba a ver si la varita esa no se ve.

Yo lo agarré y lo giré 180º y efectivamente, la parte recta ahora se movió hacia su culo y era tapado por la cola de zorro.

-¿Qué tal?- dijo Beatriz dándose la vuelta.

-Perfecto-

-Se siente muy rico, pero… ¿y para qué sirve? - preguntó.

Entonces Alba tomó su celular y dijo:

-Antes, los señores tenían una campanita para llamar a los sirvientes. Ahora somos más modernos-

Entonces pulsó una tecla y Beatriz pegó un brinco apretándose las piernas una contra la otra y poniéndose la mano en el vientre.

-Ooooohhhh…. ¿qué es esto? -

Allá adentro, en lo más profundo de su vagina, el aparatito ¡había comenzado a vibrar!

-Es… es… tan raro…-

Alba apretó de nuevo el botón y la vibración desapareció.

-¡Oh! Ya se paró-

-Entonces, cuando necesitemos algo de ti, ya sabes cómo te vamos a llamar- le dijo Alba.

-Muy bien… pueden llamarme todas las veces que quieran-

-Jajaja- reímos todos.

-Ok, ¿y qué vamos a hacer ahora? - preguntó Beatriz.

-Vamos al auto mercado- le dijo Alba.

-¿Al auto mercado? ¿Así? - preguntó Beatriz alarmada.

-¿Tienes algún problema en mostrarles tu rabo de zorra a todo el mundo?-

-Bueno… la verdad…-

-No te preocupes, puedes ponerte esta falda- le dijo Alba dándole una faldita de máximo 30 cm de largo que le cubriría a duras penas -Además vamos a un sitio donde nadie nos conoce-

-Ok- dijo Beatriz poniéndose la faldita. Efectivamente no se veía la cola de zorro… a menos que se agachase.

-Puedes quitarte la cofia también- añadió Alba.

Media hora después entramos en un auto mercado a más de media hora de distancia, donde nunca habíamos ido y probablemente nunca regresaríamos.

-¿Cómo se siente estar sentada con el botón ese en el culo?- le preguntó Alba a Beatriz.

-Ya no me molesta. Si me muevo un poco me recuerda que está ahí y… me excita. Tengo los pezones, mmm-

-Muy bien, así estarás lista-

-¿Lista para qué?-

-Ya verás cuando regresemos-

Entramos al auto mercado y le dijimos a Beatriz que tomara un carrito y empezara a recorrer los anaqueles mientras nosotros caminábamos un par de metros detrás.

Al cabo de unos minutos, Beatriz se cruzó con una señora mayor, que se le había quedado viendo disimuladamente, la verdad es que aún con la falda adicional, Beatriz mostraba un montón delas piernas.

Justo en ese momento, Alba apretó el botón y el aparatito en el fondo de la vagina de Beatriz empezó a vibrar.

-¡Ooohhhh!- gimió Beatriz cruzando una pierna contra la otra y tocándose el vientre, mientras se doblaba un poco.

-¿Qué le pasa señorita?- preguntó la señora mayor acercándose a Beatriz.

-Nada, nada… un… retortijón…- respondió Beatriz mirándonos disimuladamente.

-¿Seguro que está bien?-

-Si, si…. Gracias… ya sabe, el período-

Con eso, la señora se tranquilizó y siguió caminado, mientras Beatriz nos miraba con ojos de reproche.

-Cuando toque el timbre, quiero que agarres esos productos que están en la fila de abajo, pero no dobles las piernas. Agáchate desde la cintura-

-Se me va a ver la cola- dijo Beatriz.

-Justamente-

Seguimos caminando y unos momentos después, Beatriz se cruzó con otra mujer, sólo un poco mayor que nosotros que después del cruce volteó a verla disimuladamente y justo en ese momento, Beatriz sintió la vibración y se inclinó a coger algo de la fila de abajo.

Los ojos de la mujer se pusieron como platos al ver que por debajo de la falda de Beatriz se asomaba una cola peluda. Llegó inclusive a restregarse los ojos, sin entender qué era lo que estaba viendo.

Alba y yo apenas podíamos contener la risa.

Después de repetir lo mismo varias veces, aunque nunca más con el mismo éxito, nos dirigimos al mostrador de las delicatesen.

Cuando le llegó el turno a Beatriz, ésta se acercó al mostrador:

-¿Qué desea la señorita?- preguntó el dependiente, un señor de unos 50 años.

-Medio quilo de ja… ooohhhh- gimió Beatriz cuando Alba apretó el botón.

-¿Perdón? No le entendí- preguntó el señor.

-Disculpe, es que me dio un calambre- dijo Beatriz -Dije que por favor me diera… ¡Ay, coño!-

Beatriz se puso la mano en el vientre, cerrando los ojos ante la intensidad de las vibraciones dentro de su vagina, mientras el dependiente la miraba extrañado.

Alba se compadeció de ella y apagó el vibrador, con lo que Beatriz pudo terminar la compra de las delicatesen que comeríamos más tarde.

-Ya podemos irnos- le dijo Alba a Beatriz y los tres nos dirigimos a la caja.

En la cola de la caja nos quedamos un poco atrás mientras Alba volvía a encender el vibrador y pasamos trabajo para no reírnos demasiado viendo a la pobre Beatriz tratando de poner las cosas en el mostrador para pagar sin doblarse. Alba subía y bajaba la intensidad de las vibraciones haciendo que Beatriz brincara cada vez, jajaja.

Apenas nos montamos en el carro, Beatriz abrió las piernas y comenzó a acariciarse allí mismo en el estacionamiento.

-¿Pero qué haces?- le preguntó Alba con voz seria.

-Me pajeo, claro, ¿no ves?-

-Sí que lo veo, pero yo no te he dado permiso de hacerlo-

-Pero es que no aguanto…- gimió Beatriz.

-Pues tienes que hacerlo- la regañó Alba -Sólo puedes acabar cuando yo te dé permiso-

-Pero… pero…- protestó Beatriz metiéndose los dedos una última vez hasta el fondo, para finalmente sacarlos y cerrar las piernas.

-¡Muy bien!-

Cuando llegamos a la casa, pusimos las compras en la nevera. Beatriz definitivamente caminaba un poco raro. Estoy seguro de que trataba de masturbarse con las piernas y rozándose contra la mesa o contra cualquier cosa.

-Muy bien- dijo finalmente Alba, ahora me siento como con ganas de un masaje tailandés.

-¿Masaje tailandés? ¿Y eso qué es? - preguntó Beatriz.

-Es un masaje que se da con todo el cuerpo-

-¿Cómo es eso?-

-Bueno, además de darme masaje con las manos, tienes que masajearme con los brazos, los codos, las piernas… todo-

-¿Todo?- preguntó Beatriz con una sonrisa.

-Jajaja. Sí. Absolutamente todo-

-Muy bien. Supongo que tendré que quitarme este uniforme-

-Así es. Te puedes quitar el uniforme, pero te dejas los juguetes-

-Jajaja-

Inmediatamente nos fuimos al cuarto. Mientras las chicas se desvestían, yo me senté en un pequeño sofá que teníamos en el cuarto.

-¿Dónde tienes el aceite?- preguntó Beatriz.

-En el baño-

Mientras Beatriz buscaba el aceite, Alba se desnudaba y se acostaba en la cama boca abajo.

Beatriz regresó con un pote de aceite en la mano e inmediatamente se desnudó. Del culo le colgaba la cola de zorro increíblemente sexy y por entre las piernas se veía la cola del vibrador.

Cuando lo vi, me acordé del control remoto y lo busqué en el bolsillo del pantalón de Alba, guardándolo disimuladamente.

-Muy bien- dijo Beatriz -Voy a empezar con un masaje normal, porque no sé cómo funciona eso del masaje tailandés y después voy inventando, jajaja-

Entonces Beatriz se montó en la cama, sentándose sobre los muslos de Beatriz, y comenzó a masajearle la espalda.

Parecía hacerlo bien, porque Alba mantenía los ojos cerrados y gemía suavemente.

Unos momentos después, Beatriz tomó el aceite y en vez de ponérselo en las manos, se untó el pecho con él y doblándose hacia adelante, deslizó sus tetas por la espalda de Alba.

-Hhhhmmmm- gimió ésta más duro.

Por los siguientes minutos, Beatriz se restregó de Alba casi acostada sobre ella, moviéndose de adelante para atrás y de lado a lado, mientras yo disfrutaba del espectáculo de esas dos preciosas mujeres desnudas en mi cama.

-Ahora voltéate- le dijo Beatriz a Alba, quitándosele de encima.

Alba se volteó y se puso boca arriba. Tenía la cara sonrojada de la excitación, obviamente la estaba pasando bien.

Una vez que se colocó en la cama, Beatriz procedió a ponerle aceite por todo el cuerpo con las manos. Por supuesto, que a las tetas le puso más aceite o por lo menos se las masajeó con mucha más atención, que al resto del cuerpo.

Luego se acostó de nuevo sobre Alba, repitiendo los movimientos que había hecho antes, sólo que ahora las tetas de ambas se restregaban espectacularmente, haciendo que los pezones estuvieran completamente rígidos.

Después de un rato, sin embargo, Beatriz comenzó a moverse hacia la parte baja del cuerpo de Alba, con lo que pudo comerle las tetas a gusto. Pero no pasó mucho tiempo ahí y siguió bajando.

Unos momentos después, Beatriz estaba de rodillas y con el culo parado, comiéndole el coño a Alba.

-AAAHHHHHH…. SIIIIII…. AAAAAAHHHH- comenzó a gemir Alba.

Yo miraba a las dos chicas, especialmente a Beatriz con el culo parado y con la cola de zorro saliéndose del culo y sacándome el güevo del pantalón empecé a pajearme.

-Oooohhhh… siiii… cómeme… así…. aaaaahhhh- seguía gimiendo Alba cada vez más duro.

Yo no podía ver exactamente qué estaba haciendo Beatriz, pero sus manos estaban adelante por lo que seguramente también le estaba metiendo los dedos.

En cualquier caso, me estaba terminando de quitar la ropa, lo que era difícil sin dejar de masturbarme, cuando de pronto Beatriz volteó a mirarme y meneando su culo provocadoramente me dijo:

-¿Por qué no te ocupas un poco aquí? Estoy tan cerca…-

Luego de lo cual, se volvió de nuevo a comerse a Alba.

No necesité más invitación, desnudo me arrodillé detrás de Beatriz, aparté la cola, le saqué el vibrador de la vagina y le metí el güevo de un solo envión hasta el fondo.

-SIIIIIIII… AAAAHHHHH…. POR FIIIIN... - gimió Beatriz y para mi sorpresa, empezó a temblar con un orgasmo increíble.

El empujón que le di, le había hecho perder la concentración y la posición entre las piernas de Alba, por lo que ahora su cabeza estaba sobre el vientre de ella. Eso y los temblores orgásmicos de Beatriz hicieron que Alba levantara la cabeza y mirara lo que estaba pasando.

-¡No te di permiso para acabar, zorra!- le dijo, pero Beatriz no estaba en capacidad de contenerse, es más, yo seguía cogiéndomela y con cada metida su orgasmo se renovaba.

-Uuuggghhh- gruñía yo, y ella respondía con un nuevo gemido y más temblores.

-AAAAAHHHHH-

A Alba no le quedó más remedio que esperar y sólo fue al cabo de varios minutos, cuando Beatriz dijo:

-No… puedoooo…. maaaassss….-

Y se separó de mí, moviéndose hacia adelante y echándose al lado de Alba, sudando.

Yo me acerqué a Alba con mi güevo en la mano, todavía mojado con los jugos de Beatriz y se lo metí hasta el fondo.

-Oooohhhh… siiii… - gimió levantando las piernas para engancharlas detrás de mi espalda.

Entonces empezamos ella y yo a tirar con fuerza.

-Hhhhmmmm- gemía yo.

-Aaaaahhhhh- respondía Alba.

-Hhhhmmmm-

-Aaaaahhhhh-

-Hhhhmmmm-

-Aaaaahhhhh-

-HHHHHHMMMM…. -

-AAAAAAHHHHH….-

Y así, Alba acabó unos segundos antes que yo.

-¿Y ahora qué hacemos?- preguntó Beatriz una vez que se recuperó.

-¿Qué tal si nos comemos las cosas que compramos?- dijo Alba -Vamos esclava, busca las cosas y las traes para acá? No quiero ir a la cocina-

-Muy bien. Ya vengo- dijo Beatriz levantándose de la cama.

Mientras, Alba fue al baño a limpiarse el montón de semen que había vertido en su vientre. Yo tenía el güevo mojado por sus secreciones, pero no me sentía incómodo.

-¿Dónde pongo las cosas?- preguntó Beatriz regresando con las bolsas en la mano.

Entonces Alba tuvo otra de sus ideas:

-Dámelas a mí y tú acuéstate boca arriba en la cama-

-¿Qué vas a hacer?- preguntó Beatriz un poco dudosa.

-¿Qué crees? Vamos a comer sobre ti-

-¡Ooohhhh!-

Unos momentos después, Beatriz estaba en la cama cubierta de pedazos de queso, jamón, pan, un poco de paté y ¡hasta mantequilla!

Todos nos reíamos como niños, inventando nuevas formas de “comer”.

-A ver- decía Alba -Saca la lengua Beatriz-

Beatriz sacaba la lengua y Alba le pasaba un pedazo de salchichón para dármelo a mí. O hacía un rollito con una tira de jamón y se lo deslizaba por la vulva.

-¡Jamón con salsa de totona!-

De vez en cuando le dábamos de comer a ella también, además de intercambiar numerosos besos y caricias.

Mi güevo y mis bolas eran parte frecuente de los juegos y pronto yo estaba otra vez duro y listo para coger otra vez.

-Vamos a recoger todo- Ya hay un salchichón por ahí que está listo- dijo entonces Alba refiriéndose a mi endurecido pene.

Rápidamente metimos lo que sobró en sus bolsas y Beatriz fue a la cocina a guardarlas en la nevera.

Mientras, Alba fue a buscar una cosa en la caja de donde había sacado los juguetes sexuales. Cuando regresó, se encontró con que Beatriz y yo nos estábamos besando.

-Pero bueno zorra ¡Te estás tomando muchas libertades! Antes acabaste sin mi permiso y ahora te estás besando con Miguel-

-Jejeje- rio Beatriz, separándose de mí.

Y entonces vimos a Alba. Alrededor de las caderas tenía puesto un arnés de tiras de cuero y con eso sujetaba un enorme dildo negro que apuntaba hacia nosotros.

-¡Cóño!, ¿pero qué es eso?-

-Eso es lo que te voy a meter por el culo, bicha- le dijo Alba con una sonrisa maléfica.

-¿Por el culo?-

-Sí, pero además, Miguel te va estar cogiendo mientras. Te vamos a hacer una doble penetración-

-Oooohhhh- dijo Beatriz con una sombra de duda en la cara -No… no tengo problemas con la doble penetración. En realidad, siempre he querido hacerlo, pero… ¿no podemos cambiar? Ese bicho es demasiado grande, ¿por qué no lo usamos por delante y a Miguel por detrás?-

-¿Mmmm… no sé ¿qué opinas tú Miguel?- me preguntó Alba.

-No sé. Me parece razonable. Siempre podemos cambiar después-

-Ok. Entonces lo haremos como tú dices- aceptó Alba.

-¿Cómo hacemos entonces?- preguntó Beatriz.

-Déjame pensar… ¡Ah! Ya sé. Miguel, acuéstate en la cama-

-Ok- respondí acostándome boca arriba recostado de las almohadas para quedar medio sentado y poder ver todo bien-

-Ok Beatriz, siéntate sobre él, de espaldas, y te lo metes en el culo- dijo Alba señalándole mi güevo-

-Espera, déjame quitarme esto- dijo sacándose el rabo de zorro del culo. Luego tomó la botella con el aceite que había usado para darle masaje a Alba y poniéndose una cantidad generosa en la mano, se lo restregó en el culo. Luego hizo lo mismo con mi güevo, masturbándome de paso un poco.

-¡Hey, no abuses!-

-Jajaja-

Entonces, Beatriz se arrodilló frente a mí y girando me dio la espalda. Luego, con la mano me agarró el güevo y bajándose se lo acercó al culo.

-Espérate que quiero verlo de cerca- dijo Alba acostándose en la cama y moviendo su cara muy cerca de mi vientre. El negro dildo le colgaba entre las piernas.

Entonces Beatriz alineó mi güevo con su ano y empezó a descender. La cabeza del güevo empezó a presionar, pero no entraba.

-No entra- dijo Beatriz.

-No estás relajada- le dijo Alba.

-Tienes razón, espérate-

Entonces respiró hondamente varias veces, mientras seguía presionando con su cuerpo.

Entonces el anillo del culo empezó a abrirse y… de pronto entró la cabeza.

-Ooohhhh…- gimió Beatriz.

-¿Te duele?- preguntó Alba.

-Un poquito… pero ya está pasando- dijo esperando a que pasase el dolor.

Luego de unos momentos, siguió bajando y una buena mitad del güevo se introdujo en su culo.

-Uuuuffff- volvió a decir Beatriz -Me siento tan llena…-

-Mmmm…- gimió Alba que se acariciaba las tetas viendo cómo se empalaba Beatriz.

Después de un segundo “descanso” Beatriz empujó de nuevo hacia abajo y quedó sentada en mi regazo con mi güevo metido hasta el fondo de su culo.

-Uuuuffff… ya me lo metí todo-

-Ahora vengo yo- dijo Alba.

-Espérate un momento amiga, déjame relajarme un poco-

-Claro, claro- dijo Alba -Es más, yo puedo ayudarte-

Con la misma, Alba metió su mano entre las piernas de Beatriz y comenzó a acariciarle el clítoris.

-Siiii… qué rico... amiga- dijo Beatriz, mientras comenzaba a rotar las caderas. Eso hacía que mi güevo se revolviera por dentro, causándome gran placer.

Luego se movió un poco adelante a atrás haciendo que el güevo saliera y entrara de nuevo.

-Sii… ya me estoy acostumbrando… es que el güevo de Miguel es más grande que el de Nicolás- dijo Beatriz.

-¿O sea que dejas que Nicolás te coja por el culo de vez en cuando?- le preguntó Alba.

-Si. No me encanta, pero a veces es un juego divertido-

-¿Y acabas?-

-Casi nunca, pero sí. Alguna vez he tenido un orgasmo con Nicolás cogiéndome por el culo, pero sólo cuando hemos tenido otras cosas…-

-¿Otras cosas?-

-Si… uhhhh…. - gimió Beatriz visiblemente disfrutando -como tú ahora, acariciándome… mmmm… siiii… mmm-

-Ok. Eso quiere decir que estás preparada-

-No sé si estaré preparada para esa vaina que tienes ahí, pero vamos-

Así pues, Alba se levantó de donde estaba y tomando la botella con el aceite se lo aplicó al enorme dildo. Luego se arrodilló entre las piernas de Beatriz que se había recostado sobre mí para subir su vulva y quedar más accesible para Alba.

Esta tomó entonces el dildo y colocó la cabeza en la entrada de la vagina de Beatriz y empujó.

-Oooohhhh…- gimió Beatriz, aunque el dildo no entró a la primera.

Ni a la segunda.

Pero Alba estaba decidida y empujando más duro, logró meter la cabeza.

-AAAAAAAYYYYYY- gimió Beatriz -es muuuuchoooo….-

Pero ya había entrado la cabeza y Alba no iba a echarse para atrás. Simplemente no empujó más, sino que esperó a que Beatriz se acostumbrara.

Pasaron unos segundos y finalmente Beatriz le dio luz verde.

-Empuja... un poco... más...-

Y Alba empujó más y medio dildo se introdujo dentro de Beatriz.

-Para, para- dijo Beatriz -es... demasiado-

Pero Alba no retrocedió, sino que volvió a esperar. Beatriz respiraba pesadamente sujetando a Alba por lo brazos.

Como tampoco protestaba más, Alba retrocedió un poquito y luego volvió a meterlo.

-Oooohhhhh-

Otra vez para atrás y para adelante.

-Aaaahhhhh-

Y otra vez. Esta vez, el dildo entró un poco más.

-Aaaahhhhh-

Entonces yo comencé a moverme. Cada vez que Alba retrocedía, yo empujaba más adentro. Cuando avanzaba, yo retrocedía.

-Aaaaahhhhh- gemía Beatriz.

-Hhhhmmmm- gruñía yo.

-Mmmmmmm- gemía Alba, a la que la base del dildo le presionaba el clítoris.

Pronto conseguimos un ritmo más o menos estable.

-Aaaaahhhhh-

-Hhhhmmmm-

-Mmmmmmm-

El dildo ya le entraba profundamente a Beatriz, aunque todavía le quedaban tres o cuatro centímetros por fuera, pero seguramente la cabeza ya le llegaba a la cérvix. Por supuesto que mi güevo sí lo tenía completo adentro, ayudado por los empujes de Beatriz.

-Aaaaahhhhh-

-Hhhhmmmm-

-Mmmmmmm-

A pesar de que lo estaba pasando bien, yo no iba a acabar pronto, así que me distraje agarrándole las tetas a Beatriz y acariciándoselas con fuerza, apretándole los pezones. También le toqué la vulva, que estaba increíblemente distendida con el dildo abriéndola exageradamente. Pero cuando comencé a acariciarle el clítoris, no aguantó más y explotó.

-YAAAAHHHHHH…OOOOOOOOHHHHH… YYYYAAAAAA-

Entonces sentí como un chorro de líquido me bajaba desde el cuerpo de Beatriz cuando ésta tuvo un fuerte squirt.

Sus piernas temblaban y meneaba la cabeza de un lado a otro, mientras seguía gimiendo.

-YYYYAAAAAA…. paaaren… paren-

Alba entonces se compadeció de ella y retrocediendo le sacó el dildo. Inmediatamente Beatriz se dobló de lado y mi güevo le salió de su culo, para finalmente acurrucarse en la cama, respirando como un fuelle.

Alba no perdió ni un segundo. Apenas se quitó Beatriz, se quitó el arnés y lanzándose sobre mí, se empaló completamente.

Así empezamos ella y yo a tirar con mucha energía, hasta acabar casi simultáneamente un rato después, mientras Beatriz todavía descansaba.

Una hora después estábamos los tres conversando en la cama desnudos, tomándonos un café. Bueno, Alba y yo nos tomábamos un café, mientras Beatriz me mamaba el güevo tranquilamente.

-Bueno, ahora quiero probar yo- dijo de pronto Alba.

-¿Probar qué, mi amor?- le pregunté.

-La doble penetración, por supuesto-

-¡Oh!- dijo Beatriz sacándose momentáneamente mi güevo de la boca -Es increíble, vas a ver-

-Pero yo quiero el dildo en el culo- dijo Alba.

-¿Y eso amiga? Es muy grande, te lo aseguro- dijo Beatriz.

-Justamente. Yo no le tengo miedo al grosor, pero sí al largo, así que por detrás podrás metérmelo completo y no como en tu caso que no te cupo-

-Oh sí. Me empujaba contra la cérvix y era incómodo. Tienes razón, por detrás no hay ese problema-

Así pues, Beatriz se puso el dildo. Por su parte Alba, después de lubricarse el culo muy bien, empezó a relajárselo ella misma, metiéndose primero un dedo y luego dos, relajando el esfínter.

Cuando se sintió lista, se sentó sobre Beatriz. Al igual que ésta, al principio tuvo problemas, pero se había preparado mejor y pronto lo tuvo todo dentro.

-Uuuuffff. Tenías razón, amiga. Es un pedazo de bicho- dijo Alba respirando profundamente varias veces mientras se acostumbraba.

Entonces yo me moví entre sus piernas y la penetré despacio. Inmediatamente me di cuenta que el “espacio” estaba reducido. El dildo presionaba contra su vagina y ahora no había mucho espacio libre. Así pues, fui metiéndoselo despacio.

-Uuuyyy…. está todo apretado allá abajo…-

Finalmente, llegué al fondo y todos estuvimos listos para comenzar a gozar. Nuevamente, Alba, la doble penetrada fue la que alcanzó el orgasmo más rápidamente, tardando sin embargo más que Beatriz. Probablemente porque todos teníamos varios orgasmos ya.

En cualquier caso, cuando Alba acabó y pidió que nos separáramos, no quedó tan agotada como Beatriz. Es más, parecía con ganas de más guerra.

-Ahora me toca a mí- dijo entonces Beatriz quitándose el arnés y abriéndose de piernas para mí.

Yo me acomodé entre sus piernas y comencé a cogérmela, cuando de pronto sentí a Alba colocándose a mi lado. Primero no le hice caso, pero luego sentí sus dedos untados de aceite deslizándose entre mis nalgas, mientras seguía cogiéndome a Beatriz.

-¿Qué haces?- le dije volteándome a verla.

-Jugando con tu culito ¿por qué?-

-No sé, me preocupa lo que estás pensando-

Beatriz abrió los ojos para vernos, había estado concentrada en su placer.

-No es la primera vez que te meto un dedito ¿no? -

-No, no es la primera vez- respondí y entonces sentí cuando su dedo índice se hundía profundamente en mi culo.

-Hmmm- gemí. Ella sabía muy bien dónde tocarme. Yo seguía metiéndoselo y sacándoselo a Beatriz en un ritmo lento y delicioso, pero ahora se me complicaba un poco la cosa.

Entonces Alba dobló el dedo y empezó a acariciarme la próstata. El equivalente del punto-G masculino. Yo pegué un brinco.

-Oooohhh- gemí.

Pero ella no siguió haciéndolo. Sabía que si seguía así, no aguantaría mucho.

Lo que sí hizo fue comenzar a empujar con un segundo dedo.

-Mmmm… muy rico… - dije -Pero hay algo que me hace sospechar…-

El segundo dedo entró en mi ano.

Yo traté de concentrarme en Beatriz y su deliciosa vagina, pero los dedos de Alba me estaban desconcentrando. No de mala manera, pero mi cabeza me daba vueltas.

Finalmente reconocí el juego de Alba, cuando sentí una cosa gruesa recorriendo mi trasero: el dildo.

-Oh no, eso no- le dije, con el güevo dentro de Beatriz, pero sin moverme más.

-No te preocupes, mi amor. Relájate y déjame jugar contigo un poco mientras te coges a Beatriz-

-No sé si eso será un juego- le respondí moviéndome de nuevo.

Un tercer dedo empezó a presionar contra mi culo.

-Mi amooor… - protesté débilmente.

Finalmente, Alba se compadeció de mí, colocó el dildo entre mis piernas, como para que no se me olvidara y dobló sus dedos para acariciarme la próstata otra vez.

-Muévete duro, anda, muévete… - empezó a animarme.

Beatriz también cogió la seña y empezó a empujar contra mí con fuerza y entre las dos hicieron que acabara en menos de 30 segundos.

Beatriz se fué, tal como habíamos acordado, a las 8 de la noche. Para ese momento ya los tres caminábamos un poco torcidos y teníamos todos nuestros orificios bastante irritados, lo que para nada nos arruinaba la cara de felicitad que teníamos.

Lo único que me preocupaba era la advertencia de Alba:

-Hoy te perdoné, pero la próxima vez…- y me hacía un gesto con las manos recordándome el dildo negro.

Orlando

Septiembre, 2021

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