Un grupo muy unido 4

Hacerle el amor a la muy embarazada esposa de mi amigo, sería todo un reto. Pero mientras yo iba a hacerlo, él tenía la misión de hacer lo mismo con mi adorada esposa.

Introducción

Esta es la cuarta entrega de la serie. Espero que les hayan gustado las anteriores. Si no las han leído, bueno ya saben qué tienen que hacer.

En este capítulo hay varias escenas de sexo heterosexual, en otros capítulos habrá otro tipo de interacciones, incluyendo sexo anal y entre personas del mismo sexo. Digamos que “llevados por el momento”. Si algunas de estas cosas no le gustan, por favor búsquese otra cosa que leer.

Y para los que tienen una mente abierta, ¡disfrútenlo!

Agradezco que evalúen mi trabajo, pero si les apetece ponerme mala nota, por lo menos díganme qué fue lo que no les gustó para poder mejorar ¿no les parece? ¡Gracias!

Todas las historias son producto de mi imaginación, son de mi propiedad y no pueden ser reproducidas sin mi consentimiento.

Capítulo 4.

Eran las 10 de la mañana y nos estábamos encontrando para desayunar después de haber pasado la noche con las parejas cruzadas. Yo había pasado la noche con Beatriz, la esposa de Nicolás, que había pasado la noche con Carolina, que era la esposa de Oscar, que había pasado la noche con Alba, mi esposa.

Si, suena complicado, pero era lo que habíamos decido hacer las tres parejas: un intercambio y hoy era la “mañana después” del primero.

Los seis estábamos un poco nerviosos y según fuimos llegando, nos fuimos sentando con el esposo o esposa “correcto”, dando por terminado el intercambio.

-Hola- le dije a Alba, dándole un corto beso en los labios.

-¿Cómo pasaste la noche?- me preguntó sonriendo.

-Bien, bien- sin dar detalles -¿Y tú?-

-Bien también-

Los demás tuvieron intercambios similares, sin que nadie dijera nada específico.

-¿Ya tomaron café?- preguntó Beatriz.

-No. ¿Donde está?-

-Allá. En aquella mesa-

-¿Quieren tomar café primero o nos desayunamos de una vez?-

-Yo estoy muerta de hambre- dijo Carolina.

-Bueno. Entonces sirvámonos el desayuno de una vez-

A partir de ese momento, todos parecimos olvidar la noche y volvimos a ser las alegres y divertidas parejas de siempre. Por casi una hora comimos y hablamos como pericos, repitiendo los platos que nos habían gustado más y bebiendo abundantes jugos y café.

Al final, satisfecho, pregunté:

-¿Cuáles son los planes del día? Yo tengo que subir a mi habitación a ponerme un traje de baño-

-No sé. Supongo que pasarnos el día en la playa. Tengo entendido que es muy sabrosa. Hay toldos y eso en la orilla. ¡Y un servicio de cocteles! -

-Jajaja. Está bien. Nos vemos allá-

-Yo te acompaño, mi amor- dijo Alba-

-Perfecto-

Alba y yo subimos a la habitación en silencio, tomados de la mano, pero apenas entramos, ella se volteó hacia mí y abrazándome, comenzó a besarme ávidamente.

-Ufff…- dijo después de varios minutos besándonos -Cómo necesitaba hacer ésto-

-¿Necesitabas besarme?- le pregunté sonriendo. La verdad era que yo también estaba contento de besarla.

-Claro que lo necesitaba-

-¿Porqué? ¿Te fue mal con Oscar?- le dije preocupado.

-No, no. Me fué buenísimo, pero… tú eres mi esposo, mi amante, nadie besa tan rico como tú-

-Jajaja- reí. Seguíamos abrazados detrás de la puerta.

-¿Y a tí? ¿Qué tal Beatriz?-

-Muy bien. Hicimos el amor…-

-No, no me cuentes ahora- me interrumpió Alba -Quiero que me lo cuentes con todo detalle cuando estemos juntos en la cama. Es más, que me hagas todo lo que le hiciste a ella, jajaja-

-Muy bien, pero ¿estás contenta?-

-Si. Fue una gran experiencia. Oscar es un gran amante. No tanto como tú, claro, pero bueno-

-¡Qué bien!-

Mientras conversábamos, yo me había puesto mi traje de baño, así como me había cepillado los dientes y afeitado.

-¿Vamos?-

-¡Vamos!-

Después de pasar el día en la playa, descansando, tomando el sol, tomando cocteles (no demasiados, aunque estaban buenísimos), acordamos salir a cenar a un restaurante que nos habían recomendado.

Cuando regresamos, serían ya cerca de las 10 de la noche y empezábamos a ponernos nerviosos de nuevo. En el lobby del hotel, nos separamos en las nuevas parejas que pasarían la noche junto. Alba se colocó al lado de Nicolás, Beatriz al lado de Oscar y yo tomé del brazo a la muy embarazada Carolina.

-Buenas noches a todos- nos despedimos.

Unos minutos después, entrábamos al cuarto en silencio. Todo el camino hasta acá, Carolina parecía preocupada, pero no quise decirle nada hasta que estuviésemos solos en la tranquilidad del cuarto.

A diferencia de Beatriz, que la noche anterior, apenas entré al cuarto casi me come a besos, Carolina parecía sentirse muy incómoda. Yo le daría todo el tiempo que quisiera, pero obviamente teníamos que conversar.

-¿Quieres sentarte conmigo aquí en el sofá un memento Caro?- le pregunté.

-Déjame ir al baño- me contestó -¡Me estoy haciendo!-

-Claro, claro-

Cuando regresó, ya yo la estaba esperando en el sofá.

-¿Quieres tomar algo?- me preguntó visiblemente nerviosa.

-No, no. Ya bebimos bastante durante de la cena-

-Ok- dijo acercándose al sofá con la cabeza baja y sentándose a mi lado, en el borde de la silla.

-¿Qué te pasa Caro? Estás visiblemente nerviosa. Tú sabes que no tenemos que hacer nada que no queramos-

Ella levantó la vista y parecía que estuviera a punto de llorar.

-Yo sé- comenzó, para luego parar y suspirar profundamente y comenzar a hablar de nuevo:

-Yo… yo estoy muy gorda. Parezco una vaca y entendería perfectamente que tú no… que no quieras hacer nada conmigo- la voz le había ido bajando conforme hablaba y al final apenas la había podido oír.

-Espera, espera- le dije agarrándole la mano -Primero que nada, no estás muy gorda-

-¿Cómo que no? ¡Mira esta barriga! ¡Mira estas tetas!- dijo señalando la barriga y luego las tetas.

-Repito no estás gorda. Estás embarazada y tienes unas tetas… mmm… deliciosas-

-¿Deliciosas? ¿Te parece que estos melones son deliciosos?-

-Pues… si… y si me dejas, en un momento te lo demostraré-

-No se…-

-Repito tienes un cuerpo espectacular. Si, estás embarazada y para mí eso es especialmente atractivo…-

En ese momento ella me interrumpió.

-¿Cómo que es especialmente atractivo?-

-Si. Me encantan las mujeres embarazadas-

-¿Cómo que te encantan?-

-Eso. Me parecen sexys-

-¿Te parecen sexys?-

Obviamente no parecía creerme, pero por lo menos ya se le había pasado la cara de angustia que tenía cuando entramos.

-Si. Me parecen sexy y si me dejas te lo puedo demostrar-

-¿Cómo me lo vas a demostrar?-

-Haciéndote el amor-

Ella volvió a bajar la vista, pero se había sonrojado.

-Pero ahora creo que estás muy tensa- continué -Primero quisiera quizás darte un masaje y aflojar un poco la tensión de tus músculos-

-¿Un masaje? ¿Ahora?-

-Si ¿por qué no? ¿Tienes algún aceite?-

-Si, en el baño-

Parándome, fui al baño donde conseguí una botella de aceite para el cuerpo.

-Ven…. déjame ver… ¿te puedes sentar en este banco? Así yo me siento detrás de ti- le dije acercándole un banco que había en la habitación.

-Ok- aceptó Caro más animada -¿Cómo me siento?-

-Siéntate aquí de espaldas a mí- le dije poniendo el banco justo al lado del sofá, en ángulo recto y guiándola a ella para que se sentara. Yo me acomodé detrás de ella, sentado en el sofá.

-Ok. Voy a empezar por el cuello y los hombros-

Entonces, luego de ponerme una generosa cantidad de aceite en las manos y restregármelas para calentarme, comencé a masajearle el cuello. Ella tenía el pelo recogido hacia arriba, por lo que el cuello estaba libre y su vestido le dejaba los hombros al descubierto con sólo dos tiras que lo sujetaban, así como las dos tiras del sostén, por lo que tenía bastante espacio para trabajar.

Inmediatamente me di cuenta de lo tensa que estaba. Todos los músculos estaban rígidos, pero mientras se los masajeaba sentía como se iban aflojando.

-Tienes unas manos maravillosas- me dijo en un tono de voz mucho más tranquilo.

-Gracias- le contesté -Y tu tienes una piel deliciosa. Muy suave-

-Mmmjjjuu- respondió suspirando.

-Voy a quitar estas tiras para seguir con los hombros- le dije empujando las tiras del vestido hacia los lados -¿está bien?-

-Ok-

Por un rato seguí masajeándole el cuello y los hombros. Subiendo de vez en cuando por el cuello y volviendo a bajar hasta llegar al borde del vestido.

-Ahora tenemos que bajar un poco más por la espalda- le dije -¿Puedo abrir un poco el vestido?-

-Si, si, está bien-

Yo me había traído una toalla del baño y primero me sequé las manos para no manchar el vestido de aceite. Luego tomé el cierre y lo bajé, desnudándole la espalda.

-Tengo que quitar el sostén también- le dije esperando su respuesta.

Ella se tensó por un instante, pero luego respondió:

-Ok-

El sostén era obviamente heavy-duty, es decir, hecho para cargas grandes y lo entendía perfectamente, pero por supuesto no dije nada. Agarré el broche en su espalda y lo solté.

-¿Quieres quitártelo o lo dejamos así?- le pregunté.

Ella dudó un momento, pero luego ella dejó que la parte superior del vestido cayera por delante de su cuerpo y después agarró el sostén con las manos y lo tiró a un lado. Estando yo sentado detrás de ella, no podía verle las tetas, pero si veía como una sobresalían lateralmente. Parecían realmente grandes.

-Ok. Vamos allá-

Me mojé las manos en aceite y comencé a masajearle la espalda con la misma rutina que antes, presionando, empujando, pellizcando. Subiendo hacia el cuello, bajando por los lados, etc. Carolina lo estaba disfrutando y comenzaba a responder con ligeros gemidos y suspiros.

-Ya estamos listos por aquí- le dije -Ahora me gustaría darte unos masajes en la parte de adelante-

-¡Oh!... bueno, ¿cómo hacemos?-

-Recuéstate hacia atrás y apoya la cabeza en mi regazo. Si quieres te tapas el pecho con el vestido-

-Ok-

Entonces ella comenzó a echarse hacia atrás, mirando dónde pondría la cabeza y acomodándose en la silla. Con las manos se sujetaba el vestido contra el pecho. Finalmente quedó acostada a lo largo del banco, con su cabeza en mi regazo.

Con las manos trataba de que el vestido le cubriera las tetas, pero estaba medio enrollado en su cintura, así que lo puso como pudo y cruzó las manos sobre el pecho.

De nuevo me mojé las manos con aceite y comencé a masajearle los hombros y la parte superior del pecho, haciendo círculos que iban bajando cada vez más por sus tetas.

Ella pronto entendió lo que venía y quitó sus manos, lo que me permitió seguir bajando y acariciar más de sus hermosas tetas.

Casi enseguida comencé a deslizar mis dedos por sobre los pezones que estaban, por supuesto, completamente erguidos.

-Mmmm…- los gemidos de Carolina eran cada vez más fuertes y seguidos.

Finalmente comencé a acariciarle las tetas con ambas manos sin ninguna pretensión de masaje.

-Tienes unas tetas divinas- le dije pellizcándole los pezones.

-Mmmm… siii… y tu tienes una cosa dura aquí detrás de mi cabeza-

Por supuesto que yo hacía rato que tenía una erección y justo ella había apoyado su cabeza sobre ésta. Quizás al comienzo no se había dado cuenta, pero ahora… Inclusive, movió la cabeza contra mi güevo.

-¿Puedo acariciarte la barriga?-

-Mmmm… siii… puedes acariciarme…. lo que quieras…-

Así pues, que mientras le seguía acariciando las tetas con una mano, con la otra recorría su magnífica panza. Tan dura, tan sexy.

-Me gusta tocarla, está tan dura y tan suave la piel…-

Ella también había cambiado de actitud y ya no era pasiva, sino que sus manos subieron y empezaron a abrirme el pantalón. Un momento después y no sin cierta ayuda de mi parte, ella me sacó el güevo y comenzó a acariciármelo. Lo pasó por un lado de su cara y volteando un poco la cabeza, lograba pasarle la lengua.

-Jajaja….y  a mí también me gusta tocarte esta cosa tan dura y tan grande…-

-¿Nos movemos a la cama?- le propuse.

-Si, por favor…-

Cuando Carolina se puso de pie, el vestido cayó al suelo, quedando desnuda de espaldas a mí, sólo con un tanga diminuto que se perdía entre sus nalgas. De pronto otra vez pudorosa, se puso las manos en el pecho y caminó hacia la cama.

Yo me quedé un instante sentado todavía viéndola y le dije:

-Estás adorable-

-Estoy gorda- replicó ella deteniéndose y volviendo la cabeza solamente.

-No. Estás adorable. Mira ese culito tan lindo. Me lo voy a comer a besos-

-¿Me vas a comer el culo a besos?- preguntó con una sonrisa pícara en la boca, para luego mover el culo de forma sexy, parada contra el borde de la cama -Vas a tener que pedírmelo con mucho convencimiento-

-Desde ya lo hago- dije brincando y arrodillándome detrás de ella de forma tal que mi cara quedó a la altura de su culo. Entonces la agarré por los muslos y le di un ligero mordisco en la nalga derecha.

-¡Aaayyyy! Jajaja- gritó tirándose de cabeza en la cama para escaparse de mi.

-No huyas cobarde-

-¿Cómo no voy a huir de alguien que me quiere comer el culo? Jajaja- dijo volteándose hacia mí y sentándose con las piernas abiertas y apoyando la espalda contra la cabecera de la cama.

Yo me subí despacio en la cama, mirándola a los ojos… y las hermosas tetas.

-Mmmm… aunque mirándote por este lado no sé si empezar primero por las tetas ¿qué sabrá más sabroso? ¿una teta o una nalga-

-Vas a tener que averiguarlo-

De rodillas me fui acercando hasta alcanzar su teta derecha. La verdad era que eran un milagro de la naturaleza. Las tetas estaban grandes, probablemente llenas de leche o lo que fuera en ese momento, pero no caían nada. Estaban completamente paradas como las tetas de una quinceañera. Las aureolas sí eran más grandes de lo normal y un poco oscuros para el color pálido de su piel, seguramente también por el embarazo, y los pezones estaban muy erguidos, esperando por mis besos.

Cuando me metí el pezón en la boca y chupé, ella emitió un gemido de placer que casi me hace acabar.

-Ooooohhhhh…. siiiiii-

Así que por los siguientes minutos me dediqué a comerle las tetas y a acariciarlas y estrujarlas con las manos.

-Mas duro- me decía ella -no se van a romper-

El problema era que yo estaba muy incómodo, de rodillas frente a ella y con su barriga impidiendo apoyarme. Así que decidí cambiar de juego y bajar a la “zona tórrida”, no sin antes acariciarle y besarle profusamente la barriga.

Como ya dije, tenía la piel muy suave, probablemente se la aceitaba todos los días y se le notaba un cambio de coloración en los alrededores del ombligo.

-¿De verdad te gusta mi barriga?- me volvió a preguntar.

-Me encanta. Si no fuera porque te prometí que me iba a comer una nalga, me pasaría la noche así- le respondí mientras se la seguía acariciando.

-Pero ahora tengo que quitare esto- continué agarrándole la tanga.

Ella levantó el cuerpo y sin problema le quité la tanga y la arrojé al suelo al lado de la cama.

-Pero ahora hay un problema aquí- dijo -Yo estoy desnuda y tú no-

-¡Ah! Un problema muy fácil de solucionar- le respondí despojándome rápidamente de mi ropa.

-¡Wow! Ese es un instrumente realmente respetable- dijo cuándo me vio el güevo parado-

-En realidad se ve más grande que lo que parece-

-Igual. No sé hasta dónde me va a llegar-

-Ese problema lo resolveremos en su debido momento- le contesté acostándome boca abajo entre sus piernas con la cara frente a su vulva.

Por supuesto, ella estaba absolutamente excitada. Su vulva estaba bastante abierta y mojada con sus jugos. En la parte superior, rodeada de vellos castaños, un poco más oscuros que su cabeza, el clítoris se asomaba.

-Mmmm… esté señorito me está llamando- dije pasándole la lengua.

-Ooooohhhhh…. siiiiii- gimió Caro con fuerza. Obviamente no le importaba que la oyeran.

Y así, poniendo mis manos a ambos lados de su cuerpo, comencé comérmela. Primero me dediqué un rato al clítoris que bajo mis cuidados había crecido un poco más y ya tenía la cabeza completamente afuera.

Con los labios lo rodeaba y chupaba con fuerza o le pasaba la lengua por todo alrededor y Caro se retorcía de placer.

Pero cuando ya parecía que iba a explotar, decidí seguir comiéndole el resto de la vulva. Primero la recorrí varias veces de arriba a abajo jugueteando con la punta de la lengua con sus labios menores o introduciéndola en la vagina. Luego volvía unos instantes sobre el clítoris haciendo que Caro llegase al borde, para luego volver a jugar con ella.

Al cabo de un rato, decidí incluir los dedos y primero con uno y luego con dos, comencé a explorarla por dentro, encontrando rápidamente el punto-G.

-Ooooohhhhh…. siiiiii…. dios míoooo-

Pero cuando combiné el masaje del punto G con la chupada del clítoris, ya no pude pararle más:

-OOOOOHHHHH…. SIIIIII….. OOOOOOHHHHH…. -

Primero me agarró la cabeza por pelos y luego empujó contra mi boca, para finalmente apretarme con los muslos y empezar a temblar en un orgasmo increíble, levantando el culo de la cama.

-OOOOOHHHHH…. SIIIIII….. OOOOOOHHHHH…. - seguía gimiendo, cuando se dejó caer nuevamente en la cama sin que las piernas dejaran de temblarle.

Yo no seguí comiéndomela para darle tiempo a que el orgasmo pasara, lo que tardó varios minutos.

Finalmente, aflojó las piernas y dejó de jalarme los pelos, lo que fue un alivio y todavía con la respiración agitada dijo viéndome por encima de la barriga:

-Eso… estu… vo…. muy…. fueertee…-

-Y hay más…- le dije mirándola antes de meter mi cabeza en su concha y lamerle el clítoris otra vez, al tiempo que comenzaba a mover mis dedos contra su punto-G.

-Noooo… no…. otra… vez…-

-OOOOOHHHHH…. SIIIIII….. OOOOOOHHHHH…. -

Y un nuevo orgasmo explotó con fuerza en su vientre.

Esta vez, sin embargo, la dejé que se recuperara completamente.

-¿Tú como… que... quieres... matarme?- preguntó, cuando pudo hablar de nuevo.

-¿Matarte? No, sólo quiero que tengas unos orgasmos explosivos…-

-¿Explosivos?... No voy a poder caminar en tres días-

-¿Para qué? Así te tengo de esclava sexual. Jajaja-

-¿De qué te serviría una esclava que no puede caminar?-

-¿Para cogérmela a cada rato?-

-Mmmm… es una idea tentadora, pero… ¿por qué no empezamos por hacer algo con ese… monstruo que tienes allí entre las piernas-

Entonces Caro empezó a voltearse y poniéndose en cuatro, me ofreció una deliciosa vista de su culito y de su vagina ahora completamente abierta y preparada. Si antes había estado dudosa, ahora me ofrecía su cuerpo con ganas.

Mirándome por encima del hombro y moviendo el culo tentadoramente, me invitó:

-¿Qué te parece si te pones detrás de mí y me metes ese bicho por aquí?-

-¿Te refieres a éste?- le respondí arrodillándome tras ella y sacudiéndome el güevo.

-¡Exacto!... pero despacio, apenas creo que me quepa-

-No te preocupes, iremos al ritmo que tú digas- le respondí poniendo la cabeza del güevo en la entrada de la vagina, pero en vez de metérselo de una vez, comencé a deslizarla a todo lo largo de su vulva, acariciando inclusive su clítoris que seguía presente.

-Mmmm…. siii… muy rico, pero no quiero que sigas jugando. Te quiero adentro ¡ya!-

-Muy bien, como usted ordene. Aunque yo pensé que eras mi esclava- le dije ignorándola y siguiendo las caricias con la cabeza del güevo-

-Nooo… vamos yaaa- protestó y entonces, aprovechando el momento en que la cabeza del güevo estaba en la entrada de la vagina, empujó su cuerpo hacia atrás y la cabeza entró completamente.

-Mmmmm… siiii…. aaaahhhh- gimió.

-Ya con la cabeza dentro, empujé y sin ningún problema entraron cuatro o cinco centímetro más. Definitivamente, ella estaba lubricada y lista.

-Mfgrgfgr- gruñí yo.

Por unos momentos me quedé así, disfrutando, pero ella protestó:

-Más adentro…-

Yo no le hice caso, sino que, por el contrario, retrocedí hasta casi sacarlo.

-No, no, no… más adentro- suplicó.

Era sólo un movimiento táctico y por supuesto que inmediatamente la complací, justo cuando ella empujaba hacia mí y el güevo le entró hasta el fondo.

-Ooooohhhh… -gimió al sentirlo contra el fondo de la vagina y el útero.

Yo me asusté un poco, pero ella no protestó, por el contrario, lo que salió de su garganta fue un profundo gemido de placer.

Y entonces empecé a cogérmela.

La sujeté por las caderas y por los siguientes minutos estuve bombeando. Unas veces despacio, otras veces rápido, saboreando la presión de su vagina contra mí güevo.

Yo no iba a aguantar mucho y ella seguramente después de dos orgasmos no llegaría a acabar, pero para mi sorpresa y cuando iba a dejar que mi orgasmo explotara, Caro gimió:

-Ooooohhhhh…. siiiiii…. dios míoooo… estoy… tan… cerca… no… pares-

Obviamente ella estaba a punto de acabar otra vez, así que literalmente apreté el culo y me esforcé en aguantar un poco más. Me moví un poco hacia abajo, para que la base de mi güevo no se doblara tanto, lo que me ayudaría a no acabar tan pronto y conseguí un par de minutos más.

-Mgmfmfmgmr- gruñia yo cuando llegaba al fondo.

-Ooooohhhhh…. siiiiii…. - respondía Caro.

-Mgmfmfmgmr-

-Dios míoooo… -

-Mgmfmfmgmr-

-Oooohhh….-

-Mgmfmfmgmr-

-SIIIIII AAAAHHHHH-

Y finalmente Caro explotó otra vez.

Apenas sentí su vagina pulsando contra mi güevo, yo no pude más y también exploté:

-MGMFMFMGMR….- vaciándome dentro de ella.

Cuando me desperté en la mañana, Caro seguía durmiendo pacíficamente a mi lado. Después de haber hecho el amor, cansados del ejercicio y del día de playa, habíamos decidido dormirnos. Ya habrá más tiempo mañana, me dijo, una promesa que iba a cobrarme muy pronto.

Me levanté y fui al baño a orinar y a asearme un poco. No tenía cepillo de dientes, pero me cepillé con el dedo y regresé a la cama.

Carolina seguía en la misma posición. Ambos habíamos dormido desnudos y ahora ella estaba boca arriba y con la sábana cubriéndole el cuerpo hasta el cuello.

Con cuidado, me acosté a su lado y despacio levanté la sábana hasta destaparle la teta izquierda. Como dije antes, era una preciosidad, grande y llena y esta vez no tenía el pezón erguido.

Con delicadeza, deslicé la punta de la lengua a todo alrededor de la areola. Inmediatamente el pezón reaccionó. Sólo un poco, pero se levantó algo. Ella ni suspiró.

Volví al ataque y repetí la caricia, esta vez haciendo más presión con la lengua. Una vez que el pezón se levantó más, lo sujeté con los labios y chupé.

Y volví a lamer y a chupar. Caro parecía no despertarse.

Claro, el pezón se ponía cada vez más grande y duro, pero por más que yo le miraba la cara, ella parecía seguir durmiendo.

-La otra teta también quiere- dijo de pronto sorprendiéndome.

-Claro, claro- respondí, pero de pronto me acordé que la noche anterior no nos habíamos besado en ningún momento, así que, en vez de comerle la otra teta, como ella me pedía, me moví hacia arriba y comencé a besarla.

-Uuhhgggrr- gruñó cuando le metí la lengua, abriendo mucho los ojos, pero inmediatamente reaccionó y comenzó a devolverme el beso.

De todas maneras, yo había comenzado a acariciarle la otra teta con la mano. Digo, para complacerla, pero mi concentración estaba en el delicioso beso que nos dábamos.

Ella había comenzado a acariciarme la cabeza, metiendo sus manos en mi cabello, pero al cabo de un rato me empujó suavemente, para coger aire y dijo:

-Me estoy haciendo pipí, ¿puedes esperarme? -

-Claro que puedo esperarte, ¿no quieres que te acompañe? -

-Nooo, jajaja. No seas bobo, voy sólo a hacer pipí. Ya vengo- dijo levantándose.

Yo me acosté boca arriba, esperándola mientras me acariciaba el güevo despacio para evitar perder la erección.

Unos minutos después regresó ella, completamente desnuda y moviéndose sin pena, sus grandes tetas vibrando deliciosamente con cada paso… mmmm.

Entonces ella se subió de rodillas en la cama y poniendo una pierna a cada lado de mi cuerpo, me agarró el güevo y lo apuntó hacia arriba.

-¿Estás listo?- me preguntó con la voz ronca por el deseo.

-¿Yo? Ya lo ves, pero ¿y tú? -

-No lo dudes. Ya te dije que teníamos tiempo hoy… pero prefiero empezar temprano- me dijo mientras se empalaba profundamente.

-MMMMMM…. siiii- gimió cuando mi güevo la llenó.

Sorprendentemente, la barriga no impidió de ninguna forma que me cabalgara deliciosamente. Yo le acariciaba las tetas mientras ella subía y bajaba o se retorcía alrededor de mi güevo hasta tener tres orgasmos antes de que yo acabara dentro de ella.

Más tarde nos bañamos juntos… y volvimos a hacer el amor bajo la regadera. Después de enjabonarnos y lavarnos mutuamente, ella se terminó apoyada en la pared del baño, mientras yo la cogía por detrás.

Todavía más tarde, mientras nos vestíamos, empezamos a besarnos y ella comenzó a comerme el güevo y terminamos en la cama una vez más.

Al final resultó que llegamos tarde al desayuno. Menos mal que los demás habían cogido suficiente comida para nosotros.

Epílogo

Ni durante el resto del día, ni durante el viaje de regreso, ni Alba ni yo hablamos de lo que había pasado el fin de semana. Así me lo había pedido ella.

-Hablamos esta noche en la casa- me había dicho con una sonrisa.

Igual, una vez llegados, pusimos la ropa sucia en la lavadora, recogimos, nos comimos algo y nos fuimos al cuarto.

Como otras veces, yo me acosté primero y ella se demoró en el baño, cepillándose los dientes, limpiándose la cara y todas las cosas que hacen las mujeres en la noche.

Finalmente, cuando llegó a la cama, me dijo:

-Ok, ¿qué quieres saber?-

-¿Qué quiero saber de qué?- pregunté distraído.

-Jajaja. No me vas a hacer creer que no quieres saber nada de cómo me fue con Oscar y Nicolás-

-¡Ah! por supuesto, pero la verdad es que no quiero detalles. Sólo que me digas cómo lo pasaste-

-Muy bien- respondió Alba.

-¿”Muy bien” me vas a contestar o “muy bien”, me fue muy bien?-

Ella se me quedó mirando, serás bobo…

-A ver- dijo -Voy a empezar yo-

-Tampoco quiero que me des ningún detalle. Fue muy evidente que te fue bien. Las caras de Beatriz y sobre todo Carolina, al día siguiente lo dicen todo. Carolina parecía caminar en una nube. Tenía lo que yo llamo “cara de bien cogida” impresionante. No sé cuántos orgasmos habrá tenido, pero suficiente como para hacerla inmensamente feliz. Así que, viendo los resultados, entiendo que te fue muy bien y eso es lo que me interesa-

-Muy bien. Yo tampoco sé cuántos orgasmos tuvo, pero fueron muchos más que los que yo tuve. Aunque no me puedo quejar- le respondí, para luego seguir:

-Tampoco quiero que me des detalles, sólo si lo disfrutaste y si lo pasaste bien-

-O sí. Lo pasé bien. Hacía años… mmm, desde aquella vez que fuimos al hotel de playa, poco tiempo después de que nos conocimos ¿recuerdas? No salimos de la habitación en tres días. A ver, desde esa vez ¡no tenía tantos orgasmos en un fin de semana! -

-¡Qué bien!- le respondí.

-Espera, no es que me quiera quejar de la cantidad de orgasmos que tenemos nosotros en un fin de semana normal, pero obviamente este fue un caso especial-

-Absolutamente. lo entiendo perfectamente-

-Entonces, en resumen, ¿lo pasamos bien los dos? - me preguntó ella sonriendo.

-¡Lo pasamos!-

-¿Podemos repetirlo?-

-Jajaja-

Orlando

Septiembre, 2021

CC Creativity Commmons