Un grupo de amigos muy unidos 3

“Ya sabes, hazle el amor hasta que quede caminando torcida”, me dijo riendo mi esposa Alma, antes de irse al ascensor con mi mejor amigo... La suerte estaba echada. Vamos a pasar la noche cada uno con la esposa de su amigo.

Introducción

Esta es la tercer entrega de la serie. Espero que les haya gustado las anteriores. Si no las han leído, bueno ya saben lo qué tienen que hacer.

En este capítulo algunas hay escenas de sexo que incluyen todo tipo de relaciones normales entre parejas, entre ello algo de sexo anal. Si algunas de estas cosas no le gustan, por favor búsquese otra cosa que leer.

Y para los que tienen una mente abierta, ¡disfrútenlo!

Todas las historias son producto de mi imaginación, son de mi propiedad y no pueden ser reproducidas sin mi consentimiento.

Capítulo 3.

-No vayas a hacer planes para el próximo fin de semana, nos vamos a la playa con los amigos- me informó Alba.

-¿Un fin de semana con los amigos? ¿Un fin de semana como el que hemos estado conversando?- le pregunté abrazándola en la cocina.

Usualmente las tres amigas se reunían los viernes a almorzar y en la noche, cuando yo llegaba del trabajo o antes de acostarnos, mi esposa me informaba de las decisiones. A veces me hacía preguntas a ver si estaba de acuerdo, pero generalmente era una orden como la de hoy. Lo que no me importaba en absoluto, jajaja.

-Después hablamos de los detalles- me dijo mientras preparábamos la cena -Pero tal como lo conversamos. Nos vamos al hotel nuevo que está en la playa, lo inauguraron hace poco y se supone que es muy bueno. Si salimos de aquí a las 5 pm podremos estar allá a las 7:30 o 8:00 pm-

-Muy bien. Prepararé mi traje de baño- le dije.

Entonces ella me agarró por las bolas y sonriendo me dijo:

-No es el traje de baño lo que tiene que estar más preparado, jajaja. Te voy a poner a dieta toda la semana para estar segura de que tengas suficiente estamina-

-¿A dieta? ¿Toda la semana?- pregunté alarmado.

Alba había sentido como mi güevo se había comenzado a endurecer con sus caricias y sonriendo añadió:

-Si… pero empezando mañana-

Esa noche volvimos a coger como conejos.

Para no complicar más las cosas, habíamos acordado encontrarnos en el comedor del hotel, luego de que cada pareja se hubiese registrado. Así cada quién llegaba cuando podía.

Nosotros llegamos de segundo. Cuando entramos al comedor, Carolina y Oscar ya estaban sentados en el bar.

-¡Hey, llegaron!- dijo Oscar alegremente parándose para saludarnos.

-Hola Alba, hola Miguel- nos saludo Carolina.

-Hola los dos- respondió Alba dándoles los respectivos besos en las mejillas. Yo hice lo mismo.

-¿Porqué no nos sentamos en una mesa?- dijo Oscar -Así estamos más cómodos, mientras llegan Beatriz y Nicolás.

-¿Qué sabes de ellos?- preguntó Carolina moviéndose un poco dificultosamente desde el banco del bar. A veces los 7 meses de embarazo le pesaban más.

-Chatee con Beatriz por la carretera, deben haber llegado ya y seguramente están ya chequeandose o cambiándose en el cuarto-

Mientras los esperábamos, pedimos una botella de vino, la primera de la noche. Con los nervios, estaba seguro de que necesitaríamos una buena cantidad de licor para calmarnos.

-¡Hola a todos!- saludaron Beatriz y Nicolás apareciendo finalmente.

Oscar y yo nos paramos para saludarlos caballerosamente, mientras intercambiábamos besos y abrazos.

Durante la siguiente hora sólo nos dedicamos a comer, a charlar y, como lo había previsto, a tomar abundantemente vino. Con la excepción de Carolina, que por su embarazo sólo se permitió una o dos copas.

Por último pedimos Calvados como aperitivo y nerviosamente nos miramos todos a ver cómo íbamos a proceder.

Finalmente fue mi mujer la que tomó la palabra.

-Bueno chicos. Todos sabemos para lo que estamos aquí. Ya son las 10 de la noche y si seguimos bebiendo vamos a… poner en peligro el objetivo de la reunión. Nadie quiere estar borracho esta noche ¿no?-

-No, no- respondimos todos sonriendo un poco nerviosos.

-Ok. Entonces de acuerdo con los planes, ahora cada nueva pareja se dirigirá a su respectiva habitación y nos volveremos a encontrar mañana en la mañana, digamos que a las 10 am para desayunar-

-Muy bien- dijo Carolina -pero... ¿cómo nos separamos?-

-Hagámoslo al azar- dijo Beatriz.

-¿Cómo hacemos?-

-Juguemos “pares o nones” tú y yo- le dijo -Si ganas tú, Miguel se va contigo. Si gano yo, se va conmigo-

-¿Y los demás?- preguntó Alba.

-Obviamente, si Miguel se va conmigo- respondió Beatriz -Nicolás se va con Carolina y Oscar contigo-

-¿Y mañana en la noche?-

-Mañana en la noche hacemos la segunda ronda: Miguel ahora con Carolina, Nicolás con Alma y Oscar conmigo- resumió Carolina.

Carolina era de profesión auditora y tenía muy claro cómo hacer las cosas. A los demás, con el licor, nos daba un poco de vueltas la cabeza.

-Ok- continuó Carolina - ¿Pares o nones, Beatriz?-

-Pares-

-Un, dos y tres- y entonces sacaron los dedos. Un dedo Carolina, tres dedos Beatriz.

-¡Cuatro! Ganaste, Beatriz. Miguel se va contigo-

-Muy bien- dijo entonces Alba vaciando su copa -¿Cómo hacemos ahora? ¿Nos vamos juntos…?-

-A mí me gustaría irme primero sola para… prepararme- dijo Carolina.

-Muy bien. Entonces hagámoslo así. Nosotras subimos a los cuartos primero y en unos minutos ¿Quince te parece bien, Caro?-

Carolina afirmó con la cabeza.

-Ok. En quince minutos ustedes suben-

-¡Fijense bien en los números de las habitaciones para que no haya confusiones- dijo finalmente Carolina -Mi habitación es la 409-

-La mía es la 511- dijo Beatriz.

-Y la mía 304- concluyó Alma levantándose y dándome un sólido beso en la boca antes de susurrarme en el oído: “Ya sabes, hazle el amor hasta dejarla derrengada” y riendo irse al ascensor con las otras chicas a ambos lados.

Capítulo 4.

Cuando llegué a la habitación 511 y toqué a la puerta, inmediatamente me abrió Beatriz.

-Pasa, pasa- me dijo.

Ya no tenía la ropa que tenía durante la cena, sino una especie de dormilona de seda trasparente que cubría muy poco de su cuerpo ¡y lo poco que cubría se veía a traves!

-¡Wow!- le dije apenas entré -Estás muy… sexy-

Ella no me contestó, simplemente cerró la puerta, pasó el pestillo y luego de mirarme un par de segundos, brincó a mis brazos, colgándose de mi cuello y comenzó a besarme.

Yo la sujeté con mis dos manos por la cintura y entonces, con un ligero brinco, ella se colgó de mi, abrazándome el cuerpo con las piernas.

A ver, Beatriz mide poco más de un metro cincuenta, quizás cincuenta y cinco, y pesará escasamente 50 kilogramos por lo que es verdaderamente pequeña y aunque yo no soy grande, soy mucho más grande que ella.

Así pues, por los siguientes minutos estuvimos abrazados y besándonos en la entrada del apartamente.

Ella me besaba con ansiedad. Su lengua explorando mi boca como si no hubiese un mañana. Con los brazos alrededor de mi cuello, apenas tenía chance de hacer más nada.

Hasta que finalmente literalmente se le “acabó el aire” y tuvimos que parar el beso, diciéndome entonces:

-Llévame a la cama-

-Ok-

Una vez en el borde de la cama, me agaché y la deposité delicadamente. Ella se me quedó mirando intensamente. Tenía la cara y el pecho sonrojado de la excitación. Los pezones parecía que iban a reventar bajo la delgada tela de la dormilona.

-Desvístete- me ordenó.

Mientras lo hacía ella me empezó a contar.

-¿Recuerdas cuando nos conocimos?-

-Más o menos-

-Estábamos los cuatro: Alma y yo; tú y Nicolás. Apenas te ví, yo decidí que tú eras para mí, pero entonces Nicolás se puso entre nosotros dos y Alba aprovechó para empezar a conversor contigo-

-No recuerdo esos detalles-

-Si. Yo trataba de esquivar a Nicolás para ponerme a tu lado, pero la muy viva de Alba ya se había apoderado de tí-

-Jajaja-

Ya sin ropa, me paré frente a ella en la cama. Su mirada recorrió despacio mi cuerpo desde cara hacia abajo. Al final, cuando llegó a mi muy endurecido miembro, una mirada lujuria se asomó a sus ojos.

-Coño Alba, te llevaste el primer premio- dijo.

-Pero te casaste con Nicolás- le dije.

-Si, Nicolás está bien, pero… éste aquí… mmm…- dijo señalando mi güevo.

Entonces se subió la dormilona y abrió las piernas.

-Ven- me dijo.

-¿No quieres que…?-

-Coño. Tengo 5 años esperando que me cojas ¿quieres que espere más?-

-Bueno, yo…-

Entonces puse mis rodillas entre sus piernas abiertas y ella, agarrándome el güevo me fue dirigiendo.

-Métemelo despacio…-

-Tendré cuidado-

-No. No es por cuidado- me respondió con voz ronca -Lo quiero despacio para disfrutarlo con calma-

Entonces, poniendo mis dos manos sobre la cama a cada lado de ella, fui bajandome mientras ellas dirigía mi güevo.

Cuando toqué su vulva con el glande pude sentir que ella estaba completamente mojada.

-Espera un momento justo ahí- me dijo.

Entonces comenzó a deslizar mi güevo a todo lo largo de su vulva, especialmente por la zona del clítoris.

-Mmmmm…. queee… ricoo… mmmm-

El olor que despedía el cuerpo de Beatriz era intoxicante. Tenía un perfume delicioso que emanaba de su cuello y sus tetas, que seguían cubiertas por la dormilona, pero ahora salía otro olor desde su vulva. Olor a sexo, a deseo. Cerré los ojos y aspiré.

-Hhmmm-

Ella había seguído masturbándose con la cabeza de mi güevo, pero al cabo de unos momentos decidió que era suficiente y la puso en la entrada de su vagina.

-Ahora métemelo- me dijo -Pero recuerda que tienes que hacerlo despacio para disfrutarlo.

Y comencé a hacer lo que me pedía, pero con un detalle, la cabeza no entraba.

Yo seguía empujando, pero su vagina no cedía y lo que hacía era como doblarse hacia adentro.

-No entra- le dije.

-Tú sigue presionando-

Y de pronto pasó. La vagina se abrió y la cabeza entró completa.

-Ooohhhh… siiii…. mmmm…- gimió.

Y yo seguí presionando despacio.

-Siiii…. queeee…. ricooo…. oooohhh-

Entraron tres centímetros, cinco, ocho.

-Para, para- me dijo -Retrocede de nuevo-

Y retrocedí.

Pero el cálculo fue errado y se salió completo.

-¡Oh noooo!-

Ella volvió a agarrarlo y a ponérselo en la entrada.

-Otra vez-

Y volví a empujar.

Esta vez entró sin tanta dificultad. Llegué a los mismos ocho centímetros y me devolví. Con cuidado otra vez para no sacarlo.

Y adentro.

Y afuera.

Diez centímetros.

Todo.

-Oooohhhhh…. siiiii- gimió Beatriz con mi güevo metido hasta el fondo.

Esperé unos segundo, pero entonces ella me pidió:

-¡Cógeme! ¡Cógeme hasta que me revientes!-

Y la obedecí. Con toda las fuerza de que era capaz comencé  cogerla sin ningún reparo. Nada de que ella era pequeña, ni más sensible. Hasta el fondo cada vez. Ella levantó entonces las piernas y las enroscó en mis espalda.

Mi pubis empezó a chocar duro contra el de ella y mis bolas eran impulsadas contra su culo y al chocar, sonaban:

-Plaf-

-Oooohhhh-

-Plaf-

-Oooohhhh-

-Plaf-

-Oooohhhh-

-Plaf-

-Oooohhhh-

-¡Vaaammmoooos… vaaamooos…- gimió Beatriz empujando contra mí y anunciándome que estaba a punto de explotar.

-YAAAAHHHHHH…-

Su vagina me comprimió con fuerza, mientras sus piernas empezaban a temblar. Y eso fue suficiente para empujarme a mi también por el barranco.

-Uuuuggghhh- gemí y empecé a llenarla con todo el semen que había me había hecho acumular mi mujer por toda la semana.

Al sentirme, Beatriz se dejó caer de nuevo en la cama, mientras su vagina me exprimía una y otra vez.

Después de lavarnos un poco, nos acostamos de nuevo, desnudos en la cama.Yo boca arriba y ella de lado, a mi lado, con la cabeza apoyada en mi hombro y una pierna sobre las mías.

-Vuelve a contarme lo de cuando nos conocimos- le pedí.

-Coño, ya lo hice-

-Si, pero estaba… distraído-

-Jajaja. Tu lo que quieres es que te diga que estás muy bueno ¿no? Jajaja-

-No, no- protesté.

-No importa- dijo Bea riendo -Te lo digo: Estabas y todavía estás buenísimo-

Para refrendar sus palabras, buscó mi boca y me dió un largo beso, mientras sus manos recorrían mi cuerpo.

-A ver- dijo finalmente - Como te conté antes, Alma y yo salíamos de clases cuando los vimos a ustedes dos: tú y Nicolás. Inmediatamente me llamaste la atención y decidí que te quería conocer. Sin embargo le produciste el mismo efecto a Alba y por casualidad talvez o porque Nicolás se coleó, Alba terminó a tu lado y yo quedé al lado de Nicolás-

-La verdad es que recuerdo el día, pero los detalles…-

-Si, ustedes los hombres piensan que son los conquistadores, pero nosotras somos las que hacemos que pasen las cosas. En esos escasos minutos, ya Alba y yo habíamos decidido que te íbamos a coger… sólo que ella tuvo la primera oportunidad ¡y no la desaprovechó!-

Mientras me hablaba, Beatriz movía la pierna que tenía doblada sobre mi cuerpo de forma tal que me acariciaba el güevo que todavía estaba en reposo.

-¿Y Nicolás? ¿Qué pensaste de él?- le pregunté.

-Nicolás estaba bien. No puedo decir que no me gustara, sólo que comparado contigo… llegaba de segundo-

-Jajaja-

-Si, es como cuando te ofrecen… déjame pensar, un plato de spaghetti y un bifteck. Los dos te gustan, pero prefieres comerte el bifteck-

-¡O sea que yo era el bifteck!-

-¡Exacto! Sólo que Alba se llevó el bifteck y yo me quedé con el plato de spaghetti. Que no estaba mal, había que reconocer-

-¿Y qué pasó después?-

-Bueno. Yo tenía la esperanza de que a lo largo de los días Alba te desechara para yo poder actuar, pero no pasaba. En cambio, Nicolás empezó a ponerse más y más simpático-

-Jajaja-

-Si, el plato de spaghetti resultó que tenía más sabor del que yo pensaba-

-¿El sabe eso?-

-¿Que era la segunda elección? Si. Yo se lo dije hace tiempo. Al principio no le gustó mucho, pero después nos hemos reído mucho-

A todas estas. Ya las caricias de Beatriz habían hecho que mi güevo se pusiera completamente duro, por lo que sin preguntar mucho, ella se subió sobre mí, se lo acomodó en la entrada de la vagina y se loe metió despacio.

-Uuuhhhmmmm- gimió mientras mi güevo la penetraba.

Una vez que le llegó a lo más hondo, movió las caderas un poco para “acomodarlo” y finalmente decidió que se iba a sentar sobre mi.

Así pues, dobló las piernas y se sentó. El güevo le llegó todavía más adentro.

-Uuuuffff… siento como que me llega hasta aquí- dijo señalándose la barriga más arriba del ombligo.

-No sé cómo puedes- le dije.

-Yo tampocooo… mmmm….  pero me encantaaa…-

Por un rato estuvimos cogiendo sin hablar. Ella subía y bajaba despacio o giraba las caderas en redondo.

-Me… gusta… cuando me… mmmm…. revuelves… todo… por… dentro…-

Por supuesto que a mi me encantaba también.

Y así estuvimos cogiendo por largo tiempo, sin prisas, disfrutando hasta explotar. Al final nos dormimos abrazados y satisfechos.

Cuando me desperté, sentía una cosa muy extraña en... ¿el vientre? No… era… era en el güevo ¿dónde estaba? ¿qué pasaba?

Abrí los ojos y allá abajo estaba Beatriz, con todo mi güevo metido en la boca. No era difícil porque no estaba erguido ni nada, así que le cabía sin problemas.

-Hey- le dije -Buenos días ¡qué agradable despertar-

-¡Ay! Perdona- dijo entonces Beatriz sacándolo de la boca -Pero tenía rato despierta y te miraba y te miraba, ahi… desnudo… y me empezó una calentura… ¿sabes?-

Entonces se lo volvió a meter y a chupar. Poco a poco comenzaba a producir un efecto.

-No, no tengo nada que perdonar- le dije acariciándole la cabeza mientras me estiraba un poco -Es una forma muy buena de despertarse-

-Mmmm… me alegra que te guste- dijo sacándoselo de nuevo. Cada vez estaba más grande -Ya casi no puedo abarcarlo-

-Oh, está bien. Se hace lo que se puede-

-Claro, pero me encantaría poder tragármelo todo pero… mmm… es demasiado… quizás con un poco más de práctica ¿Tu crees que Alba me deje chupártelo todos los días?-

-Jajaja- respondí riendo -No creo, pero puedes preguntarle-

-Bueno, tal vez no todos los días…- dijo antes de volver a metérselo, ya completamente duro.

-Jajaja. Eres muy traviesa ¿sabes?- Le dije -Y ahora ven que yo quiero hacer otro tanto por tí-

-¡Oh! Muy bien, justamente estaba pensando en lo mismo-

Así, con la misma, Beatriz se volteó y pasándo las piernas a ambos lados de mi cabeza, se acomodó para que yo le comiera el coño.

-Mmmm… un desayuno de campeones- dije mirando su bien depilada vulva.

Ella ya estaba completamente excitada. Sus labios mayores hinchados y los menores sobresaliendo por los lados. En la parte de abajo, el clítoris fuera de su capuchón esperando por mí.

-Ooohhh...mmmm…. siiii… -gimió cuando le pasé la lengua.

Para mi sorpresa, Beatriz sabía un poco distinto de Alba. Supongo que la alimentación es importante, pero nunca me imaginé que podría notarlo en el sabor de la concha de una mujer.

De todas maneras el sabor no era lo importante, sino hacer que beatriz disfrutara, y en eso me estaba concentrando. Para ello tenía que revisar todos los posibles puntos: el clítoris, los labios, la vagina propiamente dicha ¡y el culito!

Así que empecé con mi recorrido. Ya sabía que el clítoris era sensible, así que comencé a chuparle los labios menores, lo que no pareció ser demasiado efectivo.

-Mmmm… - fue su respuesta, sin demasiado entusiasmo.

Entonces le metí la lengua en la vagina, tan adentro como pude… y tampoco tuve mucha respuesta. A ver, no es que no le gustase, es que no parecía moverla mucho.

Mientras, ella me comía el güevo con gran habilidad, dándome mucho placer. Algo que parecía disfrutar mucho, tanto como yo, era deslizar la punta de su lengua por el borde del glande. Esa era una zona muy sensible.

-Mmmm… eso me gusta- le dije. Recordando la importancia de dar feedback.

-Mmggooo kkkk- trató de responder ella sin sacárselo de la boca.

Por mi parte, volví por un rato a comerle el clítoris, chupándolo con mis labios cerrados a su alrededor, para luego pasarle la lengua.

-Ooohhh...mmmm -gimió. Definitivamente el clítoris era el ganador, pero yo quería añadirle variedad a la cosa y decidí añadir otro cosa: su culito.

Primero que nada me mojé de saliva los dedos de las dos manos y luego, separando sus nalgas, comencé a acariciale el anillo del ano. En la primera pasada, ella pareció apretar, cerrándolo aún más.

-Noo… sé….- protestó dudosa. No era una negación definitiva, así que seguí jugando. Con la lengua seguía acariciando su clítoris para que no pudiera concentrarse.

Así, ooco a poco y con cada pasada de mis dedos, su culito pareció acostumbrarse a las caricias y a aflojarse, permitiendome comenzar a meter la punta de los dedos.

-Mmmm… si, creo que me gustaa… - dijo ella sacándose mi güevo de la boca por una momento -Pero... lo que es bueno para el pavo es bueno para la pava-

Entonces, ella también empezó a tocarme por detrás.

Yo volví a mojarme los dedos con saliva y mientras le chupaba duro el clítoris, le metí el dedo medio profundamente en el culo, mientras que los dedos de la otra mano se los metía en la vagina, buscando su punto G, con lo que tenía un “ataque” en tres puntos.

-Ooohhh...mmmm…. siiii… -gimía Beatriz, retorciéndose cada vez más.

Mi concentración, sin embargo, se complicó cuando ella respondió haciendo lo mismo y metiéndome no uno, sino dos dedos profundamente en el culo.

-Eehhhh… protesté sin obtener ningun resultado, aparte de que ella los metiera aún más adentro.

Yo quería seguirla masturbando, pero sus “actividades” me estaban impidiendo concentrarme debidamente y de pronto me di cuenta que en pocos momentos iba a explotar.

-Creo… que… voy… aaaaaa…  AAAAAAHHHHH- gemí mientras comenzaba a llenarle la boca de semen.

Ella paró sus movimientos por un momento, dejando que disfrutara del profundo placer que me había proporcionado, pero tan pronto como los espasmos pasaron, volví a concentrarme en ella.

Volví a mover mis dedos dentro de su culo y su vagina, mientras chupaba de su clítoris con todo fervor.

-¡Vaaammmoooos… vaaamooos…- empezó a gemir Beatriz empujando sus caderas contra mí, hasta que pocos segundos después:

-YAAAAHHHHHH…- gritó, mientras un líquido trasparente salía de su vagina y me mojaba la cara.

Después de bañarnos juntos, baño que casi termina en una nueva sesión de sexo, decidimos que era hora de bajar.

A las 9:45 de la mañana llegamos al buffet del desayuno. Allá estaban las otras dos parejas, charlando de lo más divertidas. Alba me miró con cara de pregunta y yo le hice un gesto afirmativo de que todo había estado bien, a lo que ella me respondió con una sonrisa, indicando que ella también lo había pasado bien.

Orlando

Septiembre, 2021

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