Un gran regalo de reyes

Mi cuñada me pone a cien en los probadores de una tienda de lencería.

Mi nombre es Manu, y esto que relato a continuación es totalmente cierto.

Estoy casado desde hace un año, y ya desde novios no puedo quitarme de la cabeza a la hermana de mi mujer, una muchacha de 23 años que mide 1.70, cabello castaño, ojos claros y un cuerpo "impresionante".

Ya este verano estuvimos tonteando en la piscina (ver "Excitándome con mi cuñada" ), pero vamos, nada tan fuerte como lo que sucedió en esta ocasión.

Se acercaba el día de reyes, y pensé regalarle a mi mujer algo sexy, un sujetador, o un camisón de esos ... ya sabéis.

Se me ocurrió comentárselo a mi cuñada, la cual se ofreció para acompañarme, ya que decía que necesitaba un poco de opinión femenina.

Llegamos a la tienda, y empezamos a gastarnos bromas con los sujetadores. Yo la verdad me sentía un poco incomodo al principio en una tienda llena de ropa sexy, y al mismo tiempo con la sexy de mi cuñada.

Después de mucho buscar, a mi cuñada le gustó un camisón de raso, que aunque estaba bien, para mí no era lo bastante atrevido. Yo en cambió elegí uno como de maya que dejaba ver todo lo que había en el interior.

Después de mucho discutir entre uno y otro, se me ocurrió decirle a mi cuñada:

  • " ¿Por qué no te lo pruebas y así salimos de dudas?"

Mi cuñada se echó a reír tomándolo como una broma, pero yo insistí:

  • "Lo digo en serio, es la única forma de saber si me gusta".

Con mucha sorpresa para mi, mi cuñada se metió en el probador y comenzó a ponerse el camisón que ella había elegido. Una vez puesto me dijo que pasara. Lo que ví no puede describirse, mi polla estaba tan tiesa que no me cabía dentro de mis calzoncillos. Con una sonrisa algo viciosa me dijo:

-" ¿Ves como no queda tan mal?"

Después de observarla un rato le dije:

-"Pruébate el otro."

Aunque pensaba que no lo haría cerró la cortinilla y se puso el otro camisón. Cuando se lo vi puesto creía que me moría de la excitación que me provocó. Podía ver perfectamente todos sus pechos, su puvis afeitado y su rajita... Yo con mucha sangre fría le dije:

-"Puedo tocarlo, para ver el tacto?"

Ella afirmó con la cabeza y yo empecé a acariciar sus pechos, notando que se ponían muy erguidos. Luego fui bajando hasta su rajita y llegué a introducir un dedo, a lo cual ella soltó un pequeño grito de placer. Este grito nos hizo frenar y pensamos irnos al coche a continuar lo que allí había empezado. Lo que paso en el coche ya se los contaré en otro momento. Solo les digo que fue un " gran regalo de reyes".