Un gran peluche mojado
Mis comienzos en la masturbación desde muy pequeña me gustaba el placer
Recuerdo que desde muy pequeña me ha gustado masturbarme, rozar mi clitoris con cualquier cosa, dormir con almohadas entre mis piernas o poner mi vaginita en la boca de los osos de peluches que tenía. Eran tan grandes como mi yo en segundo de primaria.
La cosa es que a esa edad no pensaba que fuera algo malo masturbarse, así que no cerraba la puerta, ponía a los muñecos en el piso y yo mi vagina directo a sus bocas. Sigo sin saber porqué era tan específica si a esa edad no conocía el porno, no había visto ni oído de él. O tal vez era porque lo acolchado de la nariz del muñeco hacía fricción con mi clitoris, y como ya dije antes, me encanta eso.
Mi mamá me encontró varias veces haciéndolo, con pantis o sin pantis, siempre soltaba su regaño y me lo quitaba por un tiempo, cuando mi papá me descubría a veces hacía lo mismo que mi madre, otras veces solo veía a su hija pequeña restregandose en sus juguetes.
Cuando terminaba los volvía a poner en su lugar, los 3 estaban sobre una repisa, otras veces sobre el armario, o sobre la biblioteca pero siempre lograba bajarlo y cumplir mi deseo.
Un día, recuerdo que lo moje mucho, pues ellos habían salido y tuve mucho tiempo para mi sesión, me gustaba el agua rica y descubrí que entre más tiempo durara moviéndome, más salía y podía lamer la felpa. Al final, todos mis peluches quedaron con manchas en sus hocicos.
A medida que iba creciendo me compraban peluches más pequeños o botaban los viejos, pero siempre en las noches los ponía contra mi clitoris y los frotaba hasta quedar dormida.