Un gran día
Te despiertas sudada y cachonda, y sabes que hoy es uno de esos días
Me despierto sudada y caliente en la cama, parece que hoy va a ser un día de esos. Un día en el que lo vas pasar caliente y cachonda, que nada te calma, que nada es suficiente. Te levantas, te miras en el espejo y te ves, con las bragas solamente, con tus pechos al aire. Los tocas, los acaricias. Te calientas más, pero vas a llegar tarde. Te duchas poniendo énfasis en tu coñito, que disfruta de tus caricias, te extiendes el gel, con calma, disfrutando de las sensaciones que te producen. Cuando no aguantas más, coges el chorro de la ducha y lo apuntas a tu húmedo coño, gimes. !!!Dios sí, que placer¡¡¡ No evitas gritar, adoras gritar y que te escuchen tus vecinos.
Cuando sales de la ducha, sigues caliente, te echas la crema. Vas empezar otra vez el juego, pero te das cuenta de que vas muy retrasada, así que te vistes lo más rápido que puedes, eso sí obviando la ropa interior. Notas como según caminas el pantalón roza tu coñito, te encanta, y así te diriges a la Universidad.
Llegas, y pasas la mañana entre roces, evitando gemidos y humedades. A media mañana cuando no aguantas más y sientes que necesitas tocarte, sentirte y puedes aguantar a llegar a casa, te escondes en el baño, pero no en el de chicas, sino en el de hombres. Te encierras en el baño y esperas a que entre alguien. Por suerte es pronto, y en cuanto lo hace, te bajas los pantalones, te subes la camisa, y ahí estas expuesta, chorreando. Joder nunca has estado tan cachonda, sientes a los hombres hablar, con sus voces graves, te imaginas sus manos sujetando sus enormes vergas. Tú te empiezas a tocar las tetas, las acaricias, pellizcas los pezones, que se ponen más erguidos que nunca, te muerdes el labio para evitar un gemido, lo controlas por poco. Sigues bajando, por tu abdomen, sigues su camino, despacio, para disfrutar, te imaginas que en ese momento abren la puerta del baño y te encuentran allí abierta de piernas, como cualquier buscona en busca de una buena polla. Te acaricias el clítoris, rezumas jugos, estas cercas, no te entretienes demasiado, sabes que está cerca. Te metes dos dedos directamente, entran fácilmente por lo húmeda que estas. Empiezas un rápido mete saca, tres dedos, con la otra mano te tocas los pezones, estas muy cerca, lo sientes, te muerdes el labio hasta que te haces sangre, no puedes gritar, aunque lo adoras. Joder cuatro dedos y ya no aguantas más, con un rápido mete saca, explotas, como hace tiempo que no lo haces, te retuerces intentando no hacer demasiado ruido, tus jugos llegan hasta tu ano, respiras entrecortadamente. Finalmente los hombres se van. Esperas un rato, mientras te limpias y te pones de nuevo el pantalón y la camisa. Das por terminada la jornada, ya que no aguantarías otras dos horas en clase.
Coges el coche, te encanta conducir, y estando cachonda como estás, te adentras en la ciudad, desabrochas el pantalón y te lo bajas un poco, si alguien se pone a tu nivel se dará cuenta de eso. Desabrochas los primeros botones de la camisa, enseñando la mitad de tus pechos. Te sientes poderosa, sabes que puedes tener a cualquiera. Te desvías por un camino sin asfaltar, esos botes, esos baches, retumban en tu coño que vuelve estar empapado, vas a 100, y no solo con el coche, te tocas, sabes que es peligroso, pero te da igual, los disfrutas más, estas a punto de tener otro cuando llegas a casa. Te calmas, quieres que el siguiente sea en casa.
Te bajas del coche, abres la puerta de casa. No la has ni cerrado cuando ya te estas sacando los pantalones, tiras la camisa lejos, vas a la cocina y te abres de piernas con las persianas y las ventas abiertas, te da igual que te vean los vecinos, te metes dos, tres dedos, tanteas tu puerta trasera con uno, haciendo pequeños círculos, empiezas a gemir. Te pones a cuatro patas encima de la mesa, quieres sentir como se balancean tus enormes pechos, quieres que sientan la frialdad del cristal de la mesa. Te abres más, ya son cuatro dedos los que entran en ti, apoyas la cara en la mesa y finalmente te metes un dedo en tu precioso ano, enloqueces, nunca lo has hecho, pero te encanta. No tienes manos suficientes, así que rozas tus pezones contra la mesa, y con el pulgar intentas acariciar el clítoris, no te es difícil encontrarlo, esta hinchando, buscando alguien que le haga caso. Tú ya no puedes más, gimes incontroladamente, estas cerca del final, sabes que va a ser mejor que el del baño. Mueves los dedos como si de eso dependiese tu vida, una, dos, tres acometidas con tus dedos y te encuentras gritando como una posesa, retorciéndote en tus jugos. Este orgasmo fue bestial, el mejor hasta la fecha. Estás agotada, no te moverías de la mesa, pero tienes que hacerlo. Cuando te pones de pie tus rodillas tiemblan y tienes que agarrarte a algo porque si no te caes. Sonríes como una boba, ha sido un gran día.