Un gran cambio en mi vida (4)
Las cosas se estaban poniendo calientes...tan caliente que ya no podia esperar a tener un compañero de eventuras.
Un gran cambio en mi vida(4)
Volver a mirar la pantalla, y ver nuevamente esas imágenes, mis fotos, allí publicadas en esa pagina porno me hizo darme cuenta que todo era real y no un simple sueño.
Pablo me tranquilizo, seco las lagrimas que ya brotaban de mis ojos nuevamente y con mucho cariño me dijo que le dejara el problema a el. El se haría cargo de todo.
Pensé durante todo el camino como me enfrentaría a Marcos, como lo miraría a la cara y las ganas que tenia de molerlo a golpes, pero en mi cabeza retumbaban las palabras que Pablo me había dicho antes de marcharme.
"Trata de disimular que lo sabes, haz de cuenta que nunca viste esas imágenes y síguele el juego. Solamente evita el tener que acostarte nuevamente con el"
Le había prometido que así lo haría, mientras el ideaba alguna forma en que pudiera vengarme. Pensar en eso me llevo a pensar en mi encuentro con mi jefe, en que protegida me había sentido, en como se había encargado de darme el placer que necesitaba al mismo tiempo que intentaba robar de mi comería el mal momento que estaba pasando. Era todo un caballero, aunque después de todo, solo debería dejarme llevar y no confiar otra vez en otro hombre.
Si, me dije muy seguro, desde hoy solo me entregare al placer que me proveía el sexo, pero sin entregar mi corazón y sin hacerme ilusiones con nadie.
Llegue a casa, baje del auto y entre. La entrada y el comedor estaban desiertos. Solo se oía un rumor que provenía de la cocina, al entrar me encontré allí a mi madre y una amiga. Salude a ambas y como quien no quiere la cosa indague sobre el paradero de mi hermano.
-Esta Marcos, mamá?
No cariño, tu hermano salio por todo el fin de semana.
Ahh, que bien! ¿Y sabes donde fue?
-Se iba con unos amigos a una fiesta que daban en la playa y se quedara allí hasta el domingo por la noche.
-Ok. Me voy a bañar. Avísame cuando esta la comida.
- Muy bien amor.
Subí de dos en dos los escalones que me separaban de la planta superior ya un poco mas aliviada. El no tener que ver a ese cretino en todo el fin de semana me aliviaba sobremanera. Entre en mi cuarto, tome mi celular y le mande un mensaje a Pablo.
Se fue todo el fin de semana. Volverá recién el domingo por la noche.
Deje el móvil sobre la mesa de luz y me dirigí al baño privado que tenia mi dormitorio. Estaba preparando la bañera, cuando sonó mi teléfono. Corrí a contestarlo.
-Si, hola Pablo.
Hola Malena. ¿Cómo te encuentras?
Bien, gracias. Pero no tenias que preocuparte por mí.
OH esta bien, solo quería decirte que me alegro que no tenga que verle. Y
-Si Pablo?
-Quizás no sea lo mejor, pero
- Dime
-Podría pasar por ti en unas horas? Me encantaría que saliéramos a cenar y poder conocerte mejor, ya se que nos conocemos lo suficiente Es solo que
-Me encantaría Pablo. Nos encontramos donde?
-OH no no, yo paso a recogerte en una hora. Te parece?
-Pues, si. Bien. Nos vemos entonces.
-Si, nos vemos. Adiós.
Entre al baño, me saque toda la ropa y me metí en la bañera. El contacto del agua caliente sobre mi cuerpo hizo que me diera un escalofrió y toda mi piel se erizara. Comencé a pasarme el jabón por el cuerpo y el roce de mi mano enjabonada, me empezó a excitar. Pensaba en Pablo, en lo bien que me había cogido esa tarde y en que quizás podríamos llegar a hacerlo nuevamente esa noche.
El solo recuerdo hizo que mi sexo se humedeciera por dentro como le estaba por fuera y juguetonamente comencé a manosear mis pezones, ya erectos por el contacto con al agua y el efecto de mis pensamiento.
Baje una mano por la línea de mi ombligo y toque sutilmente mi clítoris, estaba hinchado y duro y el mismo roce hizo que se me escapara un gemido de placer de mi garganta. Seguí jugando con mi mano derecha, mientras con la izquierda tome la manguera de la ducha y la lleve a mi vagina. El pequeño, sutil y delicado chorro que salía de esta me hizo estremecer cuando entro en contacto directo con mi clítoris y mi deseo fue tanto que baje mi otra mano e introduje dos dedos sin el menor problema. Comencé a masturbarme mientras pensaba en Pablo, metía y sacaba los dedos de mi vagina a un ritmo que me servia, ni muy fuerte ni muy despacio, no, solo el ritmo justo para darme el placer que estaba necesitando. Mi clítoris se había hinchado un poco más y el roce del agua, mas los dedos de mi mano derecha, me estaban provocando la locura, pero ya no me era suficiente, necesitaba más.
Busque en todo el baño algo que me pudiera servir para calmar mi sed de sexo, algo que me diera por fin el tan ansiado orgasmo que relajaría mi cuerpo y mi mente.
Divise sobre el mármol de la pileta del lavado el desodorante en aerosol que utilizaba, lo tome y sin pensarlo dos veces los introduje en mi vagina, estaba frio y el choque de temperaturas me hizo excitar aun más, por lo que movía aquel consolador improvisado a un ritmo frenético y desesperado, mientras con mi mano libre rozaba mi clítoris. El Placer fue aumentando hasta casi la locura y cuando creí que ya no podría mas, explote en un orgasmo que hizo temblar todo mi cuerpo. Los espasmos me controlaron durante segundos, unos segundo maravillosos y fascinantes en los cuales me entregue y perdí la conciencia de todos los demás ocupantes de la casa, los cuales puedo asegurar deben de haber escuchado mis gemidos y el placer que me estaba provocando.
Una vez que recupere el aliento, me termine de bañar. Ya satisfecha y más relajada, Salí a mi habitación y me tire sobre la cama.
Unos golpes a la puerta de mi cuarto me despertaron. Mi madre entro y me dijo.
-Cariño abajo hay un joven que te busca.
-Pablo- Grite y me levante de un salto. OH madre dile que bajo en un minuto.
-Esta bien cariño. Eso significa que no cenaras nos nosotros?
-Oh mamá lo siento, me olvide por completo de avisarte.
-No hay problema hija, Ahora vistote y no hagas esperar a ese bombón.
Mi madre salio de la habitación y yo abrí mi placard buscando que ponerme. Debía ser algo sexy pero que a la vez no dijera demasiado. Todo debía darse a su debido momento, pero lo más importante Pablo debía de creer que el era quien mandaba y ella la pobre damisela en apuros.