Un gran cambio en mi vida (3)
Dos semanas más tardes de haber empezado a tener sexo con mi hermano y haberme convertido en su amante, las cosas parecían que se estaban volviendo a mi favor. Pero una mañana...
Un cambio en mi vida (3)
Dos semanas más tardes de haber empezado a tener sexo con mi hermano y haberme convertido en su amante, las cosas parecían que se estaban volviendo a mi favor. Pero una mañana, al llegar a la oficina, note que Pablo me miraba de una forma un tanto extraña, trate de no darle demasiada importancia al asunto, pero vi como su nerviosismo aumentaba con el correr de las horas y decidí preguntarle que sucedía.
-Pablo, perdona que te moleste.
-Si Malena, dime.
-Es que he notado como me miras y la verdad me siento un poco intrigada. ¿He hecho algo mal?
Se puso muy colorado y nervioso, bajo su mirad y me pidió que cerrara la puerta.
- Mira Malena, la verdad es que no se como decirte esto, pero . Veras, anoche navegando por Internet, me metí en una página pornográfica.
- ¿Y que tiene que ver eso conmigo? Pregunte extrañada.
- Es que . tu estas en ella.
- Como? ¿Estas loco? Yo en una pagina pornográfica? Eso es imposible.
- Pues ven, te lo enseñare.
Pablo tomo su computadora, la encendió y después de abrir algunas páginas llego a donde quería. Bajo el titulo de "La puta de mi hermana", Pablo abrió una sub. Página, y allí, para mi asombro y horror, estaban todas las fotos que Marcos me había sacado en cada uno de nuestros encuentro sexuales.
No lo puedo creer, grite como loca. Me puse a llorar y le suplique a Pablo que cerrara esa pagina, la vergüenza que me daba saber que el me había visto así, desnuda y bien puta, me revolvió el estomago.
Pablo trato de calmar mis nervios y seco mis lágrimas con un pañuelo, me sentó sobre el escritorio y me abrazo para que me tranquilizara. Allí pasamos no se cuanto tiempo, pero cuando ya estaba mas serena y me relaje, me sentí un tanto excitada de estar en los brazos musculosos y seguros de aquel abogado, que olía tan rico. Levante mi cabeza para mirarlo a los ojos y en ese momento, él bajo su cabeza y me beso muy tiernamente, respondí a ese beso con tal pasión, que Pablo se quedo pasmado, pero no desaprovecho la oportunidad.
Comenzó a acariciar mi cuerpo lentamente, y como vi que yo no decía nada, se atrevió a más y metió su mano bajo mi pollera, siguiendo la línea de mi muslo. Pequeños gemidos comenzaron a brotar de mi garganta, y el tomo aquel gesto como una autorización por lo cual corrió hacia un costado mi bombacha y comenzó a tocar mi vagina, mientras me besaba el cuello. Mi respiración se acelero y mi concha se mojo en un segundo, Pablo se aparto un poco, me miro como pidiendo permiso y al ver que yo no me oponía, se arrodillo entre mis piernas y me beso mis muslos, luego mi ingle y después mi vagina. Lamió muy despacio por sobre la bombacha y sumida en un éxtasis total, me recosté sobre su escritorio para permitirle un mejor desempeño de su tarea. Chupaba mi sexo lenta, pero sensualmente y succionaba mi clítoris mientras introducía dos dedos dentro mi orificio empapado en mis jugos vaginales y su saliva. Mis gemidos casi ya eran gritos y el desesperadamente para que no nos oyera nadie, se levanto, abrió el sierre de su pantalón con una mano y con la otra tapo mi boca. Acerco su pene a mi vagina, el cual era mucho más grande que cualquiera que hubiese probado antes y esperando a mi respuesta se quedo quieto, yo lo mire fijamente y moví mis caderas dejando que me penetrara hasta el fondo. Una especie de lujuria invadió su rostro y comenzó a moverse rítmicamente. Me tomo en sus brazos y se sentó en su sillón, posándome sobre el. Comencé a subir y bajar sobre su miembro erecto y grueso. Pablo tapo mi boca con la suya y nuestras lenguas se hicieron una. Así, sin darnos cuéntanos corrimos los dos al mismo tiempo en un orgasmo tan potente como tierno y romántica.
Allí nos quedamos abrazados un rato, hasta que me dijo.
-Quieres darte un baño? y me señalo la puerta de su baño personal.
-Si gracias.
Entre al sanitario y me higienice. Arregle mi cabello y mi maquillaje y Salí nuevamente a su oficina. El ya estaba totalmente arreglado y me esperaba sentado en aquel sillón que momentos atrás había sido testigo de nuestro encuentro sexual.
-Ven aquí. Me dijo
Yo obedecí sin pensar. Me tomo de la muñeca y con un pequeño tirón me sentó sobre se regazo. Ahora pensaremos como vengarnos de quien te hizo esto. Me dijo señalando la PC.