Un golpe... de suerte (parte 2)
La convivencia de Tomás con Isabel se estabiliza.
Una melodia estridente se oyó en la habitacion. Isabel, que aún dormitaba, reconoció esa melodia como la de su móvil, distinta a la que tenía preasignada a sus contactos personales. Estaba claro que se trataba de un cliente, o quizas una "irresistible" oferta para que se cambiase a alguna compañía de móviles. Al moverse para coger el teléfono notó un pinchazo en su pierna que la hizo desistir de moverse rápidamente aunque alargando el brazo trataba de coger su bolso para ver de qué se trataba.
Insistente, la melodía chillona seguía maltratando los tímpanos de Isabel.
Por fin, en un último intento consiguió agarrar el asa del bolso, tirándo de el hacia si y abriéndolo con prisa consiguió sacar el telefono.
Aunque sabía que la llamada no era de ningun contacto, miro el numero por si estaba oculto, en cuyo caso directamente rechazaría la llamada. Pero no, aparecía el 6XX XXX XXX.
Si, cariño? -respondio Isabel poniendo la voz mas sensual que sabía/solía poner.
¿Que tal has descansado? ¿estabas ya despierta?
¿Quien eres? ¿Te conozco? -pregunto intrigada.
Tomás! O ya no te acuerdas de mi?
Ahhh, perdona! No me sonaba tu voz y tampoco conocía tu teléfono. Por cierto ¿como sabes el mío?
Ya te contare, pero no me ha sido dificil conseguirlo.
En realidad había sido bastante fácil. Tomás solo tuvo que buscar en una guía de anuncios eróticos de travestis en los que se viera la cara de la chica. Por suerte para el, en el primer catálogo que miró pudo ver el anuncio de Tigresa, que era como Isabel se hacia llamar.
Por fin pudo contemplar con detalle la polla que unas horas antes habia estado dentro de él y que por circunstancias apenas había visto. Las fotos de Isabel tenían una carga erótica importante, tanto que Tomás tuvo que reprimir la erección que comenzaba a tener.
Movido por la curiosidad, y abierto ya a nuevas experiencias, repasó todas las travestis que aparecían en ese catálogo. Si bien algunas no le atraían en absoluto, bastantes de ellas hicieron que imaginase escenas similares a las de la anterior noche con ellas.
Asomó de nuevo la educación puritana de Tomás y éste cerró de inmediato el navegador.
- No puede ser que me este excitando esto. Joder, que yo soy un tio! -pensaba para si.
Pero la curiosidad pudo y de nuevo abrió el navegador y buscó videos y fotografías de travestis, algunos en acción. Desde luego los tíos que veía no parecían homosexuales, y se calzaban a mujeres sin ningún problema despues o antes de haber recibido una buena ración de polla.
Media mañana, hasta que decidió llamar a Isabel, estuvo viendo este tipo de contenidos y auto-convenciéndose de que no actuaba mal.
Y que quieres? Por que no has llamado a tu telefono de casa?-le preguntaba al teléfono Isabel.
No creo que cogieses la llamada y no se si estarías ahi, pero no es nada, solo para saber cómo te encuentras.
Aún me duele, por eso no me he levantado todavía.
Pues para cuando te levantes, en la cocina te he dejado preparado todo lo necesario para desayunar. Necesitas comer.
Ay! Gracias! -respondio Isabel con voz coqueta.
No es nada, mujer -esto último lo dijo con especial énfasis.
Además -prosigió Tomás-, me voy a tomar la tarde libre y he pedido cita con un traumatólogo muy prestigioso. Si te parece, paso por mi casa, te recojo y vamos. ¿Quieres?
No tenías que haberte molestado -dijo realmente agradecida Isabel.
Prefiero quedarme tranquilo al respecto, de veras. Igual lo que tienes es una fisura en el hueso y eso no puede quedar mal curado. Sería peor.
Y a que hora pasarás?
Puessss -pensaba Tomás mientras miraba su reloj-, en un dos horas o tres, como mucho.
Isabel miro un reloj que había en la habitacion y pudo ver que eran pasadas las 12 de la mañana.
Pero... tendremos que pasar por mi casa para ponerme algo de ropa. Lo que llevaba puesto ayer se rompió al caer al suelo.
No sé si habrá tiempo -replico Tomás-. Mira si quieres la ropa que hay de mi ex. Hay bastantes cosas y por lo que recuerdo, te sienta bastante bien su talla.
Vale -contesto convencida-, ahora me levanto a desayunar y busco algo. Te espero aqui, si?
Si, paso mas tarde y te recojo.
Finalizada la conversación Tomás se centró en su trabajo aunque no podía impedir que a la cabeza le vinieran imagenes de Isabel como ráfagas e imaginase estar con ella. Y al fin y al cabo, ese era el trato, mientras estuviera en su casa la pagaría por sus servicios, hiciese uso de ellos o no.
Puntual, como siempre, a las 3 entraba Tomás por la puerta de su casa. Isabel al oir las llaves hizo ademán de levantarse, pero su pierna solo le permitía torpes movimientos.
Buenas tardes -saludó Tomas-. Pero espera... yo te ayudo a levantarte.
Buenas -respondio Isabel con una amplia sonrisa en su boca.
Oye! Como te sienta esa ropa! te va como un guante! -dijo Tomas admirando lo que daba de sí la ropa de su ex-mujer en el cuerpo de Isabel.
De entre las cosas que había encontrado en el armario y dado que se trataba de una visita a un medico, decidió ponerse un elegante traje de sastre de color canela con una blusa negra. Estaba aun sin calzar ya que con la pierna asi no aguantaría los zapatos con tacón que pudo ver, y las zapatillas deportivas que traía ella no parecían apropiadas.
Lo que no he encontrado es unos zapatos bajos... no puedo ahora andar con tacones.
Espera, que voy a ver.
Tomás salió disparado hacia su propio dormitorio ya que recordaba que en un altillo de un armario aún quedaba calzado de su mujer. Volvió pasados unos minutos con unos zapatos sin apenas tacón pero ciertamente elegantes.
- Ponte estos, a ver si te valen.
Le estaban un poco pequeños pero al ser de una piel muy flexible y de buena calidad Isabel podría andar con ellos sin mucho problema.
- De todos modos, cuando salgamos del médico pasamos a comprarte algo de calzado.
La visita al médico fué mejor de lo esperado. No había síntomas de rotura ni de fractura. El dolor era completamente normal un día despues del golpe pero a partir del día siguiente remitiría y en un par de días podria hacer vida normal. Así pues, le recetó un calmante muscular para que llevase mejor el dolor.
Justo al lado de la consulta del medico había una zapatería. Tomás e Isabel entraron y cogieron dos pares de zapatos planos y muy cómodos.
Como eran las 6 de la tarde y Tomás no había comido aún le propuso a Isabel ir a una cafetería a tomar un café y de paso comer algo de bollería.
Una vez sentados comenzó una animada charla entre los dos en la que se contaron cómo era su vida. Ciertamente Tomás sentía lástima, aunque en todo momento trataba de ocultarlo, de la vida que llevaba Isabel. La verdad es que había que tener un par de huevos (que literalmente tenía) para llevar esa vida y a veces mostrarse alegre.
Sin embargo, y a pesar de lo aparentemente exitoso de la carrera de Tomás, Isabel en ningún momento le envidió. A ella el tener una agenda tan apretada y tanto recato la agobiaría hasta el extremo.
La charla y las mutuas compasiones se prolongaban hasta que se les echó la noche encima.
- Quizás quieras pasar por tu casa a recoger algo -pregunto Tomás a Isabel.
Isabel estaba un poco como en una nube, viviendo una vida que no era la suya y decidió mantener esa fantasía todo lo que le fuera posible. Volver por su casa le pondría los pies en el suelo, y justo eso era lo que no quería.
No te preocupes, con ropa que me mostraste en tu casa, para de momento tengo de sobra. Ademas, prefiero que no sepas mas de mi de lo que sabes... si no te importa.
No, no me importa. Vamos, pues, si quieres a casa y cenamos, que se va haciendo tarde. Mañana tengo que madrugar bastante.
De camino a casa Tomás paró en una trattoria cuyas pizzas le encantaban. Esperó el pedido, lo metió en el maletero y al fin llegaron a su casa.
Sin cambiarse de ropa, se sentaron el el sofa y Tomás fué a por unas bebidas con las que acompañar la pizza.
Tomás, al rato, quedó pensativo un momento e Isabel le preguntó qué le pasaba.
Pues... -titubeaba Tomás- no sé como decirte.
Dispara! -dijo Isabel cortante.
Bueno, teníamos un trato, recuerdas?
Si, claro que lo recuerdo. Como para no recordarlo! jejeje -sonrió.
Pues... en fin, que asi vestida estas de muerte y anoche la cosa termino de una forma un poco extraña y yo...
Isabel dejando sobre la bandeja el pedazo de pizza que tenía en la mano le interrumpió con un largo beso en la boca que hizo que Tomás, mas por sorpresa que por otra cosa, quedase paralizado.
- Cariño... yo soy tu putita para lo que tu quieras -dijo Isabel con un tono de voz muy sensual.
Esas palabras le hicieron sertir muy bien a Tomás, y sobre todo, mas seguro de sí mismo y desinhibido, así que sin pensárselo dos veces retiró la chaqueta que aún llevaba puesta Isabel y se lanzó a besar su cuello. Isabel echo su cabeza atrás y dejó hacer a Tomás, que con sus manos ya estaba agarrando la cintura de Isabel y poco a poco iba subiéndolas.
Se sorprendió al notar que no llevaba sujetador, y es que, realmente no le hacía falta, asi que con deleite puso sus manos sobre sus pechos y comenzo a masajearlos suavemente. Isabel emitía algun suspiro de vez en cuando que a Tomás le parecía completamente verídico.
Poco a poco fué desabotonando la blusa y descubriendo las tetas de Isabel. Se detuvo un momento para contemplarlas.
Que pechos mas bonitos tienes -dijo Tomás como leyendo sus propios pensamientos.
Te gustan? Cómetelos, mi amor. Repásalos con tu lengüita.
Ese tono que a veces empleaba Isabel, a Tomás le volvía loco, así que no se pudo resistir a la tentación y acercando su boca se dispuso a lamer cada milímetro de las tetas de Isabel que entre suspiros animaba a Tomás a seguir.
Mientras Tomás estaba ensimismado con lo que su lengua iba recorriendo, Isabel pudo desabotonarse la falda y quitársela fácilmente. Una vez hubo terminado, empujó hacia abajo la cabeza de Tomas y su lengua comenzo a recorrer el plano vientre de Isabel.
En un momento que echó abajo la mirada pudo ver como tras las braguitas de lencería fina de su ex, que ahora llevaba Isabel, se elevaba un bulto. Un bulto que contenía aquello con lo que secretamente había estado soñando prácticamente todo el día.
Sin ningun tipo de reparo o vergüenza, Tomás llevó su mano al paquete de Isabel palpándolo tímidamente en un primer momento pero con descaro un poco mas tarde. Ahora los suspiros de Isabel sonaban menos espaciados.
- Quieres comerte mi polla? -preguntó sensualmente Isabel.
Tomás no respondió. Nunca en su vida habria imaginado estar tocando, casi masturbando, otra polla, pero menos aún pensaría comérsela. Eso se salía de los planes que había tramado durante todo el día, pero se le hacía dificil rechazar de plano la sugerente oferta de Isabel. ¿Y si, a pesar de todo, le gustaba tanto como lo de la noche anterior?
Darse cuenta que estaba sobando una polla tiesa y con sus labios a unos centimetros de ésta, y aún asi sentirse muy agusto hizo que, desterrando sus prejuicios y desinhibiéndose por completo, agarrase con su mano la braguita y la bajara, con lo que el pene de Isabel saltó frente a su cara. Era bello e imponente -pensó Tomás. Su mano agarró ese tronco de carne caliente y ahora ya con descaro lo masturbaba sin apartar la vista de la punta.
Poco a poco sus labios fueron despegándose del vientre de Isabel y, como sin darse cuenta, acercandose peligrósamente a la punta de esa polla que brillaba por el liquido preseminal que comenzaba a hacer aparición.
- Vamos... verás como te gusta -le animaba Isabel.
Tomas estiró la lengua lo justo como para tocar con la punta el prepucio de Isabel. Lo primero que comprobó fué que el sabor le parecía incluso agradable. Isabel hizo un movimiento de cadera y la punta de su polla rozó mas intensamente la lengua de Tomás.
- No seas malo, dame tu boquita -seguía animándole Isabel.
Por fin Tomás abriendo un poco la boca y acercandose un poco mas puso sus labios en torno a la punta del pene de Isabel, y ésta, como veía las dudas de Tomás le agarró la cabeza y muy suavemente fué empujándola al tiempo que su polla iba abriéndose paso en la boca de Tomas.
Tomas, ahora si, comenzo a mover su lengua y labios para degustar lo que Isabel le ofrecía. Un minuto mas tarde, él mismo bajó mas su cabeza metiendo todo lo que pudo en su boca.
- Abre bien los dientes, me puedes lastimar -le advirtió Isabel.
Tomás hizo un gesto como pidiendo perdón por la inexperiencia pero acto seguido se aplicó a chupar mas a fondo la polla de Isabel. Los suspiros de ésta le sonaron a aprobación por el trabajo bien hecho. Esto animó mas aún a Tomas que ya succionaba con pasión al tiempo que trataba de abarcar con su lengua el cetro de Isabel. Imprimía poco a poco un movimiento de cabeza que simulaba una autentica follada.
Sus manos mientras, se entretenían masajenado los huevos de Isabel y por otro lado pellizcando sus pezones. Isabel, enfrentándose al posible dolor de su pierna, trató de incorporarse para facilitar la tarea a Tomás. Por fin, una vez de pié, le dijo que se pusiese de rodillas frente a ella y se comiese la polla. Tomás, casi entusiasmado, siguió al pie de la letra las instrucciones de Isabel y al poco rato se encontraba adorando esa polla con la que había estado fantaseando todo el día.
No había en el salón ningún espejo donde mirarse, pero mentalmente Tomás veía la escena: Él arrodillado frente a una polla tiesa que entraba y salía de su boca. Por momentos le parecía humillante pero a la vez le excitaba sentirse tan mentalmente dominado por una mujer con pene.
Isabel seguía jadeando y animando a Tomás, y por veces le daba las gracias por la mamada que la estaba proporcionando.
Transcurridos unos minutos, los jadeos de Isabel crecieron en intensidad y cada vez eran mas frecuentes. Tomás ni imaginó lo que se le venía encima... Unos segundos despues Isabel comenzó a agitarse y de su polla comenzó a brotar varios latigazos de semen.
- Diosss! Me corro!! - gritaba Isabel.
Tomás sintió en un primer momento una sensación de asco, posiblemente influenciado por el rechazo que varias de sus amantes habían tenido a tragarse su semen, pero ni el sabor ni la sensación en sí le parecían desagradables. Además, Isabel estaba sujetando su cabeza, con lo que no le quedaba otra que resistir al pié del cañon, almacenando en su boca el semen, aunque algo si que tragaba.
Una vez que Isabel le hubo soltado instintivamente se echó hacia atrás, abriendo su boca y mostrándola lo que aún atesoraba y aunque su intención era protestar por ni siquiera haber sido avisado de que se iba a correr quedó completamente confundido al ver que Isabel se arrodillaba torpemente para acto seguido fundirse en un beso y con su lengua tratar de recuperar su propio semen.
Conforme el beso iba alargándose los restos de semen en la boca de Tomás iban desapareciendo, bien por que Isabel los había rescatado o por que el mismo lo había tragado. Contrariamente a lo que se imaginaba, en ningún momento se había sentido mal con ese juego, incluso se sorprendía de lo que una buena maestra le estaba llevando a experimentar. Las lenguas de ambos ya salían de las bocas y repasaban las mejillas ajenas buscando restos que limpiar.
Cuando quisieron darse cuenta vieron que con el ajetreo una bandeja con comida se había caido dejando desperdigados restos de pizza. Menos mal que no había bebidas -pensó Tomás.
Tomás se incorporó y ayudo a Isabel a levantarse para de nuevo sentarse. Recogío los restos que había por el suelo y los llevó a la cocina... así dejaba despejado el campo de batalla.
A su vuelta pudo ver a Isabel sentada en el sofá con su cabeza hacia atrás y los ojos cerrados, completamente desnuda, enseñando sus majestuosas y firmes tetas y con su pene ya flácido entre las piernas. Se quedó quieto contemplándola y viendo que realmente le gustaba e inclusó pensó que, de no ser por su pene, una mujer así sería el sueño de cualquiera de sus amigos. Pero todo su entorno era bastante conservador y nadie entendería que un hombre tan chapado a la antigua como Tomás tuviese alguna relación, por muy pasajera que fuese, con una transexual. Será mi secreto, se decía a sí mismo Tomás.
Isabel abrió uno de sus ojos al percibir que Tomás estaba ahí mismo.
Que haces ahí parado? -le preguntó.
Mirándote -respodió Tomás con total tranquilidad.
Y bien?
Estas muy buena.
Tu crees? -pregunto Isabel con un tono de niña inocente.
Si, me gustas, estoy seguro.
Isabel movió su mano y agarró su pene.
Y esto? -preguntó mirando a Tomás.
También -respondió Tomás completamente seguro de lo que decía.
Anda... quitate la ropa y sientate conmigo.
Tomás ni se había dado cuenta de que estaba aun con toda su ropa, hecha un higo, eso si. Se desnudó rápido y fué a sentarse al lado de Isabel y sus labios de nuevo se juntaron.
Me apetece una cosa -dijo Isabel interrumpiendo el beso.
Que? - preguntó Tomás esperando cualquier otra cosa que se le hubiera ocurrido.
Quiero que me folles -respondió Isabel en un tono tranquilizante.
Era eso? - dijo sorprendido.
Siii, eso, quiero tu polla dentro de mi.
Mmmm, será un placer, creeme.
Hasta ahora Tomás había actuado casi exclusivamente como pasivo, asi que el cambio de rol le atraía bastante, máxime sabedor de que su estreno como profanador de culos sería con un ano acostumbrado a tragar.
La mano de Isabel se deslizó hacia la polla de Tomás, que tras la noticia de lo que la esperaba, estaba completamente tiesa.
- Vaya! como la tienes, eh! -dijo Isabel.
Tomás no supo que decir, se limitó a llevar sus manos a las tetas de Isabel y suavemente, casi cariñosamente, irlas sobando. Poco a poco Isabel fué agachándose para con su boca alcanzar la polla de Tomás.
Hummm... que gusto! -exclamo Tomás.
Pero no quiero que te corras en mi boca, por favor, déjalo todo para mi culo, vale? -dijo Isabel con el glande de Tomás entre sus labios.
Como tu quieras, pero y si no aguanto?
Recuerda quien es la profesional de esto -le contestó Isabel.
Tomás quedó reconfortado sabedor de que estaba en buenas manos, sólo le quedaba disfrutar de lo que una profesional que algo de amiga si que tenía le iba a hacer. Supuso que se esmeraría con él... y acertó.
Isabel lamía el pene de Tomás llevándolo de ver en cuando hasta justo el punto de no retorno para el orgasmo, y después lo dejaba enfriar unos segundos para volver a la carga y de nuevo deleitarle con su mamada. Así estuvieron cerca de un cuarto de hora y los últimos minutos Isabel fué dilatándose el ano a si misma con los dedos, de modo que la penetración fuera mas placentera para ambos.
Sacando la polla de su boca, Isabel se levantó y dió instrucciones a Tomás de cómo colocarse.
- Siéntate en el sofá y te recuestas hacia atrás -ordenó Isabel.
Cuando Tomás estuvo sentado y colocado como Isabel le había dicho, se puso de rodillas en el sofá sobre él. Con su mano masajeó la polla de Tomás que no había perdido ni un ápice de su consistencia al tiempo que le ponía un condon y guiándola hacia su ano se dejó caer suevemente.
Como ya estaba dilatada le fué entrando sin poblemas. Acercó su cara a la de Tomás y de nuevo sus labios se fundieron en un húmedo beso mientras poco a poco la polla de Tomás se iba hundiendo en el culo de Isabel.
Guau!!! Te estoy enculando! -exclamo Tomás casi incrédulo.
Si, cariño, y quiero toda tu polla dentro -le respondio Isabel.
Que gustazo!
Verás ahora
Tras decir esto último Isabel empezo a contraer su esfinter aprisionando mas la polla de Tomás, que al sentirla tan apretada y tan caliente esbozaba en su cara un gesto de puro placer. Isabel, al tiempo que relajaba y apretaba su culito se movía de tal modo que el pene que la invadía salía y entraba, causando mas placer a Tomás que lo expresaba con gemidos cada vez mas fuertes.
Entre la mamada que le habían proporcionado antes y los movimientos de esfínter de su compañera de polvo, Tomás estaba ya a punto de correrse. Se lo hizo saber a Isabel.
Creo que me voy a correr en tu culo! Dios! que gusto!
Aguanta un poco... quiero mas polla aún.
Isabel, que en estas lides tenía bastante experiencia, relajo su ano todo lo que pudo y ralentizó su vaivén de manera que Tomás aguantase un poco mas, y tuvo que conseguirlo porque a pesar de que estaba deseando correrse, podía aguantar unos minutos mas. Cogió con su mano el pene de Isabel y comenzó a masturbarla al ritmo de su movimiento. Un rato después también Isabel daba aullidos de placer acompasados con los de Tomás.
Sin previo aviso, Isabel estalló en una enorme corrida. Los primeros borbotones llegaron incluso a la cara de Tomás, que no puso ningún reparo en sacar su lengua y rebañarlos al tiempo que él mismo se corría dentro del culo de Isabel, que al notarlo aceleró sus movimientos y apretó su esfinter como queriendo ordeñar la polla que tenía en sus entrañas.
Isabel se dejó caer sobre Tomás, apoyando su cabeza en el hombro de éste al tiempo que le daba pequeños besos en el cuello.
Te ha gustado mi culo?
Uff.. ha sido... maravilloso lo de poder follarme un culo! -respondió Tomás jubiloso.
Me ha encantado que hayas aguantado hasta el final...
Pues no se ni cómo lo he hecho porque desde el primer momento ha sido impresionante.
Puedes repetir cuando quieras -susurró Isabel al oido de Tomás.
Ahora estoy hecho polvo!!!! dame un rato!
Isabel se echo a reir explicandole que no se refería a echar otro polvo a continuación. La cosa podría esperar a mas tarde o a otro día.
No tardando mucho -le replicó Tomás-. Esto hay que repetirlo cuanto antes!
Vamos, que te ha encantado esto. ¿Mas que follarte un coño?
Tomas quedó de pronto paralizado. Era cierto que no recordaba un polvo tan satisfactorio, o al menos no sin rebuscar entre los recuerdos de juventud, pero tambien era cierto que era sexo anal y, quizás por similitud, eso le recordo al sexo entre homosexuales, condición que por otra parte rechazaba para sí.
Ya sé! -le dijo Isabel- Tus prejuicios otra vez, no?
Cómo lo has adivinado?
Cariño... se te ve en la cara. Pero no te preocupes. Lo principal es que has disfrutado, no? Además, crees que un gay estaría sobándome las tetas como estas haciendo tu ahora?
Era cierto. Sin darse cuenta Tomás tenía entre sus manos los pechos de Isabel y los estaba acariciando detenidamente, deteniéndose de vez en cuando en sus pezones a los cuales propinaba un suave pellizco, casi cariñoso.
Darse cuenta de esto hizo que cambiase no solo su cara sino parte de los prejuicios que tenía. En otras ocasiones le cabría la duda, pero tenía muy claro que ahora había follado con una mujer.
Se quedaron casi adormecidos uno encima del otro hasta que el sonido del teléfono les sobresaltó. Se diría que a Tomás le había parecido como si les hubieran pillado porque saltó veloz al coger el teléfono al tiempo que se tapaba con una mano su entrepierna.
Si? quien es? -contestó al teléfono mas bien nervioso.
Soy yo -se oía al otro lado del teléfono. Tomás conoció la voz de su socio Ignacio.
He visto luz en tu casa y pasaba por aqui. Estoy abajo. Puedo subir?
Estooo -titubeaba Tomás- pues es que...
Solo es para dejarte unos papeles, nada mas. Venga, subo! -dijo Ignacio muy resuelto.
Tomás de inmediato colgó el teléfono y dirigiéndose a Isabel, que estaba intrigada por la llamada, con cara de susto le dijo:
Vamos, vístete, que viene mi socio.
Pero... aqui a tu casa?
Si! aqui. Date prisa! Y metete en tu habitación, vale?
Isabel comprendió que nadie sabía de su presencia en aquella casa y que Tomás quería que así siguiera siendo. Como pudo cogió sus ropas y andando torpemente se metió en su dormitorio, cerrando tras de si la puerta.
Tomás por su parte se vistió como mejor pudo y aun no había terminado de hacerlo cuando el timbre de la casa estaba sonando.
Por una parte, no era normal hacer esperar mucho a alguien de tanta confianza como Ignacio, pero por otra parte, si Tomás argumentaba que estaba en paños menores e Ignacio por un casual descubría la presencia de Isabel alli, habría que dar explicaciones que a Tomás le resultarían incómodas.
Con el pantalon desabrochado y la camisa mal abotonada se dirigió a la puerta para abrir. Ignacio sin esperar a ser invitado a entrar, como por otra parte era lo normal, entro como un rayo a la casa y, como siempre, se dirigió al salón a sentarse en el sofá.