Un giro a mi vida. Parte 17

Continuación renovada de la historia de Sara, una jovencita madrileña muy especial

Al irse Rober, hablé con Mónica respecto a haber tenido relaciones lésbicas con ella mientras nos besábamos con la polla de Rober entre las dos, y la conté lo de Ibiza con Claudia, y que no me había disgustado. Ella me dijo que había sentido curiosidad también por ello. La situación no fue incómoda, e incluso la dije de irnos juntas a la cama, y ella aceptó. Nuestra confianza tras todo lo que había pasado era plena.

Empezamos a besarnos, ella besaba muy bien y con mucha pasión, y después empecé a comerla el coño. Se notaba que ella no tenía mucha experiencia. Que tampoco es que yo tuviese demasiada, pero algo más si. Después me lo comió ella a mi, y empezamos a restregarnos la una con la otra, haciendo lo que se llama "la tijera". Es verdad que al acabar nos faltaba algo, que era una buena polla claro porque ninguna nos habíamos logrado correr. Ambas lo comentamos, que dentro de que nos había gustado nos faltaba una polla para acabar bien.

Nos fuimos a cenar, al día siguiente Mónica se iría otra vez para su pueblo, y yo me iría a la playa. Pero Mónica no quería perder el tiempo:

  • "Sara, ¿Y si llamas a Wilmer para esta noche?"

  • "Como te gustó esa polla, eh" la contesté entre risas.

  • "Joder es que era descomunal tía"

Llamé a Wilmer y aceptó venir.

Empezamos entre nosotras, e hicimos lo mismo que habíamos hecho por la tarde, besarnos, masturbarnos la una a la otra y comernos el coño, y después restregarnos, mientras Wilmer nos miraba al pie de la cama de pie y se sacudía ese rabo de 30 centímetros. Cada vez me gustaba más el lésbico, no se si es que me gustaba todo y ya no diferenciaba. Al acabar con Mónica, ya intervino Wilmer, le tumbamos en la cama y le chupamos la polla las dos a la vez, encontrando nuestras lenguas sobre la polla de Wilmer, y poniéndola todavía más dura. Al final de la mamada, Mónica se puso a cabalgarle, y yo puse mi coño sobre su cabeza, mientras se la follaba y me comía el coño, Mónica y yo nos besábamos apasionadamente. La situación con Mónica era muy caliente, y cada vez más. Wilmer después me folló a mi a cuatro patas y mientras Mónica se acercó a mi, y me besó, había mucha pasión entre nosotras, incluso había momentos que Wilmer parecía que sobraba si no fuera por ese tubo negro de placer de 30 centímetros. Cuando Wilmer se fue a correr, Mónica y yo estábamos besándonos otra vez apasionadamente y con lengua, y lanzó su leche entre nosotras dos. Al rato Wilmer se fue, y Mónica y yo volvimos a besarnos y a tener sexo entre nosotras.

-"Sara me pones muy cachonda, no se que me pasa" dijo Mónica

-"Y tu a mi y me encanta como besas"

  • "A ver si vamos a ser lesbianas"

  • "Ya te digo yo que lesbiana no soy, porque me gustan más las pollas que a un tonto un lápiz" dije, mientras ambas nos reíamos a carcajadas.

Llegó el Domingo, y me despedí de Mónica por la mañana besándonos apasionadamente. Me hizo pensar mucho todo aquello, pero yo se que no era lesbiana. Con Mónica había sido especial, pero en mi cabeza seguían estando otras pollas. Mi viaje sola a la playa prometía..