Un gilipollas en la oficina 9

Síndrome post-vacacional.

…El Primer día:

Seamos serios por 5 minutos para hacer frente a la injusta forma en la transcurre el tiempo en el trabajo y como pasa de vacaciones, uno es una agonía de proporciones bíblicas y el otro es como estornudar cuando tienes diarrea, fugaz.

Tengo ojeras de estos tres últimos días, a pesar de que ayer me acosté pronto, pero para ser sinceros no dormí mentalizándome para un más que posible (seguro) reencontró con Cris, la última vez que hui de una chica, desaparecí 15 años y con Alba funciono muy bien. Trabajar en el mismo edificio lo pone algo más complicado, siendo un crio podía escapar de muchas cosas, ahora no puedo escapar de mi vida por ella y si no puede desaparecer otros 15 años, espero al menos conseguir desaparece 15 minutos.

Cruzo los dedos para no toparme con ella ya en el aparcamiento.

Al llegar al parking, me quedo diez minutos en el coche, vigilando el de Cris desde la distancia, para asegurarme que (paranoico número 1) no está aún sentada en él, cruzo las plazas de aparcamiento que aún no están ocupadas casi corriendo para evitar quedarme al descubierto, paso más rápido aun par el hall, solo frenando un poco para ver el modelito de Sara, tremendísima como siempre, a ella si quería verla hoy (y todos los días) aunque solo sea para saludarla. Subo por las escaleras, para no encontrarme con nadie en el ascensor, voy de puntillas casi sin hacer ruido, como un ninja.

De momento he recorrido el 90% del camino sin obstáculos, pero queda la parte más difícil, el pasillo donde no hay ni un triste macetero donde esconderme si fuera necesario.

10 veces inhalo y exhalado aire, preparándome física y psicológicamente para afrontar el último tramo de camino, salgo del hueco de las escaleras, caminando de forma acelerada y saludando con la mano a los compañeros que me cruzo sin detenerme con ninguno… ¡horror! Una rubia despampanante aparece entre la hierbo alta (bueno es una alfombra, pero seguro que hay hasta pokemons viviendo es la mugre que tiene) me ve y muestra una media sonrisa, haciendo un gesto con la mano para llamar mi atención. Solo tengo 2 opciones dada la altura del pasillo a la que me encuentro, afrontar como un hombre o caer a los infiernos, una elección fácil ¿verdad?

  • Buenos días – saludo al entrar en el despacho de Alizee - ¿Qué tal las vacaciones?
  • Bonjour – responde extrañada - ¿Qué haces?
  • ¿no puedo ser majo y educado? – pregunto sonriente.
  • Ni de coña – Alizee es cortante y sincera.
  • Tu finge que tenemos algo que hablar – le propongo – y después te deberé una.

Intrigada por mi propuesta, mira a mi espalda, donde Cris espera a que salga de allí con ese espeluznante gesto sereno y tranquilo, sin decir nada más, se levanta me da dos besos que huelen a vainilla y se dirige a la puerta.

  • Siéntate y nos ponemos al día – cierra la puerta saludando a Cris.

Salvado por el mismísimo diablo, como para rezarle a Dios está la cosa.

  • Gracias – no puedo estar más agradecido.
  • No hay nada que agradecer – Alizee se sienta al otro lado de la mesa – solo una deuda que pagar.
  • ¿papeleo como la otra vez? – pregunto suspirando.
  • No lo sé – sonríe de una forma aterradora – ya se me ocurrirá algo.

Sentados cada uno a un lado de la mesa, mirándonos sin pestañear, recuerdo nuestros encuentros más recientes, unas bonitas insinuaciones en este mismo lugar, unos buenos apretones en la sala de material y una visita bajo la mesa, está claro que lo ultimo con lo que realmente quiero pagarle es con papeleo.

  • ¿vas a contarme que has liado para huir de Cristina? – pregunta interesada.
  • Lo de siempre – echo bolones fuera.
  • Ya claro Pau – Alizee no tiene un pelo – piensas que no me han contado lo que paso en el guateque.
  • aaaaa eso – finjo sorpresa – nada que ver.
  • Seguro que no – ella se ríe de mi poca creíble afirmación.
  • Oye, ¿crees que seguirá ahí fuera? – Pregunto inquieto y deseo de marcharme.

Como respuesta se levanta y con una total ausencia de discreción, abre la puerta para comprobarlo.

  • Ya no está – dice tan pancha – puedes irte.
  • La reina del disimulo – el capitán sarcasmo ataca de nuevo.
  • Que tengas un buen día compañero – vuelve a sonreír malévolamente.

Ya escondido en mi guarida (oficina) cumplo con el único habito saludable del primer día después de unas vacaciones, contar en el calendario los días que faltan para el siguiente periodo estival y son demasiados. Encender el PC para revisar los correos atrasados como parte de una rutina que desempeñare cada mañana, para descubrir las veinte mil mierdas que debo hacer y más de un compromiso o reunión a los que debo asistir, parece que si estas fuera quince días se acaba el mundo y todos necesitan algo de ti, joder, si hoy solo quería ser invisible, parece que voy a tener que pasearme por media oficina.

Anoto en mi agenda (una hoja de papel arrugada) cada tarea para el día de hoy:

  • A las 11:00, recursos humanos.
  • A las 13:00, reunión con producción.
  • A las 15:30, reunión en la planta noble.
  • A las 17:30, charla en el hall.
  • A las 18:00, cervezas contra la depresión.

Eso ultimo realmente la apunto en la hoja, es muy necesario recordar las tareas importantes, parece que voy a pasearme más que una virgen en semana santa, pero lo que más preocupa es cuándo coño voy a tomarme los 6 cafés que necesito para sobrevivir a un lunes cualquiera y más aún a uno como este.

…11:30 RR.HH.:

Esta cita es con diferencia la que menos me apetece de todas las chorradas que tengo que aguantar hoy, me imagino de que va el tema y no se ni cómo voy a explicarme, como no y para hacer patenta lo que ya comenté con anterioridad, si no quieres ver a alguien te la encuentras en cada esquina.

Si, de nuevo he tenido que fingir interés en hablar con alguien para evitar a Cris.

Paso por el hall fijándome en Sara de nuevo y por supuesto saludándola, la saludare cada vez que pase por delante de ella por muy ridículo que puede parecer, ella muy educada me devuelve el saludo, que chica tan maja. Distraído como siempre, me choco con un muro que sale del mismo lugar al que yo me dirijo.

  • A ver si miras por donde vas – Carlos me mira con odio para no variar.
  • Si vas a pegarme que sea en el otro – le digo tapándome el ojo bueno.
  • Pero que gilipollas eres – y por raro que parezca sonríe ante mi broma.
  • Nada nuevo ¿no? – me divierte su reacción.

Se va por el pasillo, demasiado feliz, recalco el demasiado y me pregunto si también habrá hablado con Laura.

Paso al departamento de recursos humanos, que básicamente son dos chicos que llevan la parte de papeleo y Laura, ya os hablé de ella el día del guateque, bonita pero mal aprovechada y eso descripción es indulgente con su aspecto. Saludo a los chavales y pico 2 veces en la puerta del despacho, esperando permiso para acceder.

  • Adelante – Laura me invita a pasar desde el otro lado de la puerta.
  • Buenos días – saludo entrando en una oficina que huele como perfume de vieja.
  • Siéntate Pau – se pone de pie para invitarme a sentarme a mí.

Hoy viste una extraña blusa demasiado colorida y unos pantalones nada favorecedores, no veo sus pies, pero estoy seguro de que lleva unos playeros de esos que las señoras se comprar para ir a pasear.

  • Bueno – comienza a hablar – supongo que sabes porque quería hablar contigo.
  • Si – se me nota demasiado lo poco que me gusta estar aquí.
  • Mejor, así vamos directos al grano – dice Laura es despreocupadamente sincera - ¿tienes alguna relación con Cristina?
  • No – decir que no en presente ya no es mentir.
  • Pues Carlos piensa lo contrario – parece que le da más valor a la palabra de Carlos a que la mía.

Por eso salía contento el cabrón, se habrá desquitado contando algunas mentiras, o quizás verdades mal contadas, que son peores que las mentiras.

  • Pues se equivoca – respondo rápido.

Ahora que lo pienso bien, ni en pasado ni en presente tuvimos una relación, al menos no tradicional.

  • Bueno, te explico lo que me ha contado – ahora ella suena demasiado tensa – y después, si quieres, me lo explicas tu.

Me cuenta palabra por palabra lo que Carlos ha dicho, que me metí en su relación con Cris para empezar, que la acose a ella y que soy el único responsable de que el perdiera el control y me pegara, básicamente que me merecía el puñetazo. Pero no se ha quedado ahí, también le ha dicho que soy un baboso, que voy detrás de todas mis compañeras con una actitud muy desagradable y que ralla con el acoso sexual, que mi forma de hablarles es como poco ofensiva y grosera, que no les muestro nada de respeto.

Verdades muy mal contadas y mentiras muy mal usadas.

  • Como ves, son acusaciones muy severas – Laura termina su explicación - ¿quieres acláramelas?
  • Es verdad – confieso sin dudarlo – no soy precisamente una buena persona.
  • Te conozco – esta sorprendida, pero serena – y creo que deberías explicármelo mejor.
  • ¿por qué? – estoy molesto y se me nota - ¿va a servir de algo?
  • Porque no haría bien mi trabajo si creyera todo– Laura me habla con calma – y desde luego que me no creo todo lo que dice Carlos.

Me sorprende bastante que no le crea al yerno que toda madre quería tener, el chico guapo, listo y eficiente, que exuda moralina por todos los poros de su piel, el empleado del siglo.

  • ¿no le crees? – mi rostro refleja pura sorpresa.
  • No del todo – lo dice tranquilamente – por eso quiero que me cuentes tu versión.
  • Está bien – comienzo a explicarme arrepentido por dudar de su imparcialidad – sí que pasó algo con Cristina.

Le cuento parcialmente lo que sucedió en el guateque, según mi versión claro, le explico toda la película que dirigí aquel día, desde la invitación a tomar algo pasando por como intente que Carlos nos viera juntos y diciéndole que nos besamos en el jardín, pero me invento que fue más por mi insistencia que por su interés y que solo fue eso, que no hay nada entre nosotros y que ella no tiene nada que ver en el mal rollo con Carlos, esta versión deja en muy buen lugar a Cris y a mí me deja tal cual soy, nada nuevo.

No sé porque miento por ella, pero me ha salido solo, sin ni siquiera dudarlo.

  • Bueno, supongamos que me creo todo – dice sonriéndome como si detectara mis mentiras – también hablare con Cristina.
  • No es necesario – se lo digo muy en serio – ella no tiene nada que ver.
  • ¿la estas protegiendo? – Laura hace una pregunta muy certera.
  • No – mentir es parte de mi gilipollez – pero si vas a tomar alguna medida por lo sucedido, déjala fuera a ella.
  • Tomo nota – dice sin incidir más en mis peticiones – sobre las otras acusaciones ¿algo que decir?
  • Has dicho que me conoces – me explico todo lo bien que puedo – sabes como soy y sabes que no soy un santo.
  • Lo sé – Laura acepta parte de lo que digo – pero siguen siendo acusaciones muy feas.
  • ¿alguna de mis compañeras se ha quejado? – pregunto – o solo son afirmaciones de Carlos.
  • Solo ha sido el – responde rápidamente – entonces, ¿no eres un acosador?
  • No – rotundamente no – pero es verdad que puede ser algo atrevido.
  • Contrólate un poco ¿vale? – es bastante maja a pesar de mi casi confesión.
  • Claro – me levanto para irme.

Ya con la puerta media abierta, me vuelvo para despedirme con una sonrisa y decirle algo más.

  • Disculpa por mi actitud – soy sincero el pedir perdón – y gracias por ser imparcial.
  • De nada – Laura no hace ningún comentario sobre mí la disculpa – es mi trabajo.
  • ¿Puedo pedirte algo más? – pregunto con la puerta a medio abrir.
  • Siempre que no sea nada indecente – una broma demasiado prematura para la situación.
  • No para nada – intento seguir sonriendo – diga lo que diga Cris, es culpa mía y solo mía.

Laura asiente y se despide, al salir cerrando la puerta tras de mí, me encuentro cara a cara con el principal motivo de esta visita tan poco deseada.

  • Hola – Cris tiene la misma expresión que antes – que coincidencia.
  • Hola – respondo mirando al suelo – no creo que lo sea.

Sin entretenerme con sus curvas, paso a su lado despidiéndome de los chavales que no han levantado la mirada del ordenador ni para ojear al pibón que tienen delante, si no puede evitarla, por lo menos intentare mantener una distancia prudencial con ella.

…12:30 Tiempo Muerto:

Hoy solo me he tomado un café, el de las 12 de rigor con los chicos y debido a eso reacciono como un niño cuando tiene hambre o sueño, estoy repunante que no repugnante, que es diferente, pero igualmente molesto.

Entre el Chino y yo ponemos al día a Javi, de todo lo que sucedió estas vacaciones y el por su parte nos cuenta sus aventuras, bueno, no sé si llamar aventuras a lo que Javi ha hecho es educado o sarcástico.

  • ¿3 cursos de cocina? – pregunto sorprendido – ¿al menos has conseguido que alguna de cocine los huevos?
  • Siempre pensando en los mismo – Javi suspira – ¿no puedes respetar las aficiones de los demás?
  • Solo si son varoniles – vacilo un poco más a mi colega.
  • Como los todoterrenos – el chino de jacta de sus hobbies.
  • Ooo si – hoy tengo para todos – compensar con coches grandes las carencias físicas es muy masculino.

Meneo mi dedo meñique delante de sus pequeños ojos, provocando las risas de Javi y de los demás compañeros que están en la cantina, el Chino se pone rojo y bebe apresuradamente el café, intentando pasar desapercibido.

  • Te has pasado tío – murmura entre sorbo y sorbo.
  • Cuando se metía conmigo, no te parecía tan mal – Javi le pone una mano en el hombro.
  • Aprende de Javi – digo poniéndole mi mano en el otro hombro – hay que tomarse las cosas con filosofía.

Así juntitos los 3, somos el cómo el meme de Buzz y Buddy, solo nos falta una frase pegadiza y un grandilocuente gesto con la mano, pero el Chino tiene la misma cara de asco que el vaquero de juguete en esa imagen.

  • Que pinta de gilipollas tenéis – Sofia entra en escena.

Pasa a mi lado, arrebatadora como siempre, no había previsto el reencuentro con ella después del calentón, en estos días casi hasta la había olvidado. Los chicos se van a la reunión intimidados por la cruel verdad, a mí ya no me quedan demasiadas cosas de las que avergonzarme, pero sobre todo estoy demasiado embobado con lo que tengo delante para molestarme por unas palabras crueles.

  • ¿te has quedado sin palabras? – pregunta Sofia divertida - ¿te gusta mi camisa?
  • Te he visto con camisas más bonitas – soy plenamente sincero.

La indirecta no tan indirecta a pintado unos bonitos coloretes en la cara de Sofia, pero al menos no parece enfadada ni molesta, lo cual podría ser justificable después de todo lo que ha pasado.

  • No deberías decir esas cosas – Sofia habla con calma – no al menos a mí.
  • Eso solo te lo podría decir a ti – modo fichas activado.

Solo sonríen ante mi atrevimiento (no se si Laura lo aprobaría) y se recoge el pelo detrás de la oreja, todos mis sueños en una solo fantasía improbable, tanto como que aun después de los ocurrido podamos hablar sin discutir.

  • Vas a llegar tarde a la reunión – Sofia rompe el silencio.
  • Cierto – para que negarlo – ya nos veremos.
  • Seguro que si – se despide con la mano.

Camino hacia atrás unos metros sin dejar de mirarla, como en una estúpida película, aun sorprendido del buen rollo con Sofia, parece la contraposición a mi situación con Cris. Con una lo tuve casi todo y ahora escapo como una rata de ella, la otra tendría motivos suficientes para enconderse de mí y no se plante hacerlo… no se si es suerte o si es otra cosa distinta.

…13:00 Reunión de Producción:

Esta mierda me supera y no es el título de una serie de televisión, es la reunión que se empeñan en hacer a la vuelta de las vacaciones, con todos los implicados en el proceso de producción, poco más que buscar culpables y poner excusas, todos alrededor de una larga mesa seccional, hecha de algo que imita a la madera, pulida y brillante, tanto que se quedan los dedos marcados en su superficie.

La sala de juntas grandes esta hasta la bandera de gente, jefes de la sección del taller, responsable de producción, comerciales, auditoras y solo falta el típico gilipollas que llega tarde, sentadas a lo largo de la mesa y a la cabecera, Carlos, tan recio y estirado como siempre.

Si, yo soy el impuntual.

Pero no es malo ser impuntual, al menos no siempre, ya que los últimos asientos libres son los más alejados de la cabecera de la mesa, son como los asientos del final de la clase, reservado para los que se creían molotes o también para los pringados que fingían ser malotes. Para ser realistas debo contar que, aunque ahora sea así, en el insti era más bien de primera fila, vamos de los pringados que no disimulaban o más bien que no podían disimular que lo eran.

Habéis visto ese capítulo de los Simpson en el que Bart es un agujero negro de ignorancia que baja los notas de todo aquel que se sienta a su lado, bueno yo no hago malo nadie por estar a mi lado, pero sí que tengo un cierto magnetismo que se hace patente en el momento en que tomo asiento y la única chica que jamás se acercaría a mí en el insti, cambia de asiento para ponerse a mi lado.

  • A ver ahora como te escapas de mi – Cris no se anda con rodeos.
  • ¿sabes que has dejado una silla libre? – le señalo el hueco que ha dejado al venir a mi lado.

Hago ademan de levantarme con gesto tan veloz como fingido.

  • No no no – Cris me agarra del brazo rápidamente.
  • tranquila – me relajo de nuevo en la silla – era solo una broma.
  • ¿no vas a escaparte? – Cris me mira dudosa.
  • No – no tengo ganas de jugar al gato y al ratón.
  • Gracias – Cris se muestra más tranquila.
  • De nada – contesto por educación – además no quiero perderme esa cara por nada.

Si hay algo que haga que merezca la pena no huir ahora de Cris, es la cara de Carlos al otro lado de la mesa, fría, tensa y cargada de odio (es una delicia) solo por vernos uno al lado del otro.

  • Se lo merece – Cris se acomoda en la silla – vamos a amagarle la reunión.

Me mira, me sonríe y acariciando mi mano, entrelaza nuestros dedos sobre el reposabrazos de mi silla, un gesto sutil, pero ella se encarga de hacerlo descaradamente.

  • Ya que estamos – Cris exagera cada gesto para dirigirse a mi - ¿podemos hablar?
  • No hay mucho que hablar – respondo – y menos aquí y ahora.
  • Yo si quiero pedirte algo – sigue acariciándome la mano.
  • Vale – le acaricio el hombro siendo participe del juego – pero no ahora.
  • Me conformo con que dejes de escapar de mi – sin soltarme la mano dirige su mirada al frente.

Sin hablar nada más, con las manos aun juntas, demasiado cerca para ser solo un par de amigos, hacemos un papel de Oscar ante gran parte de nuestros compañeros… este momento es puramente agridulce, entre la ensoñación y la realidad, sobre todo es el ejemplo perfecto de la historia que hemos vivido, sus caricias son pura fachada sentimentalista frente la verdad que solo los 2 compartimos.

Y ahora mismo solamente compartimos la palabra nada, que salió de su boca y se grabó en mi cabeza.

15:30 reunión en la planta noble:

Lo reunión ha sido un éxito, pero no sé qué conclusiones se han sacado, estaba demasiado ocupado entre monitorizar la vena del cuello de Carlos e intentar ser indiferente ante las atenciones de Cris.

Entre la espada y la espada, ¿o no era así el refrán?

Aún tengo un nudo en la garganta desde la reunión, casi ni he comido y para rematar ahora tengo reunión con el jefe, ganas locas de que empiece, pero esta vez no corro riesgos y a las 15:20 estoy delante de la puerta de sala de juntas.

  • Hola – la jovial voz de Ana me saca de mis pensamiento - ¿Qué tal las vacaciones?
  • Cortas – sonrío para endulzar la amarga respuesta - ¿Cómo fue tu viaje?
  • Fantástico – el entusiasmo con el que habla es contagioso – es imposible que fuera mejor.
  • Me encanta hablar contigo – soy sincero y no pretendo meter fichas.
  • ¿Por qué? – Ana pregunta curiosas.
  • Tu optimismo es contagioso – espero alagarla con mi respuesta – y me hace falta un poco de eso.

Se le ponen rojillas las orejas hasta la cuales le llega la sonrisa que se le ha dibujado en la cara.

  • Que tonto – dice tímidamente – ¿problemas con tu chica?
  • Nunca fue mi chica – Ana no conoce todos los detalles.
  • Es una pena – parece sincera al decirlo – hacíais buena pareja.
  • ¿mejor que con Sofia? – le digo dándole un ligero codazo.
  • Sabes, creo que si – su respuesta me descoloca.
  • Vaya, no me esperaba esa respuesta – soy sincero.
  • Quiero mucho a Sofia – parece que le cuesta decirlo – pero solo te dio bola cuando se celo de Cristina.

Su afirmación es como abrir los ojos debajo del agua de mar, sabes que va a escocer, pero aun si los abres para ver que hay y me escuece pensar en lo que Ana dice, pero cuadra demasiado bien en la pequeña historia que tengo con Sofia, mucho tiempo detrás de ella, pero solo paso algo a raíz de que antes sucediera con Cris y a que esta cambiara su forma de mirarme o más bien que empezara a sonreírme.

  • Bueno – acaricia mi brazo para espabilarme – te dejo, tengo que entregar estos papeles.
  • Si claro – le sonrió – ciao.

Me despido de ella, siguiendo su fantástico culo por el pasillo, pensado en sus palabras… es como en ese capítulo de “como conocí a vuestra madre” donde al mencionar el defecto de cada uno de ellos, ya no pueden obviarlo y se hace demasiado evidente, pues ahora yo no puedo dejar de pensar en si Sofia quería algo conmigo o solo paso porque es como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer.

  • ¿vas a entrar de una vez? – el jefe me llama desde la puerta - ¿o seguimos esperando por ti?

¿Cuándo coño han entrado? lleva aquí 10 minutos y no ha pasado nadie, ser puntual es demasiado complicado si para ella tengo que estar en los sitios media hora antes.

Entro en la sala, otra vez siendo el ultimo, como en una de esas escenas de película cuando alguien llega tarde, todos lo miran y hay un silencio incomodo, que parece que se rompen con cada uno de mis movimientos, si se me cae un boli, hace eco y al arrastras la silla, parece como si estuviera arando un campo de minas. Finalmente me siento al lado del jefe de ingeniería y enfrente de Begoña, Carlos y Jaime el jefe de comerciales, este último no lo había presentado, pero es del rollo del cachitas.

Pelo para atrás, la camisa por dentro, mentón apolíneo, muy bien afeitado y ademan de torero, todo eso y su acento sevillano (a malagueño, vete tú a saber), me ponen de los nervios.

Pero debo recocer que el tío es guapo a rabiar, no tanto como yo, pero no está mal.

  • Buenos ahora que ya estamos todos – el jefe me hecha una miradita seria – podemos empezar a hablar del congreso.
  • Estos son los itinerarios y fechas concretas – Carlos distribuye unos dosieres – esta todo basado en lo que hicimos el año pasado.
  • ¿hacer lo mismo que el año pasado? – pregunto irónico – que innovador.
  • ¿tienes algún problema con mi itinerario? – Carlos se ofende.
  • Solo doy mi opinión – aclaro – no sé porque te siente acosado por mis comentarios

Sonríe al recalcar la palabra acosado en la frase como una pequeña satisfacción por los comentarios que le hizo a Laura

  • Basta – el jefe nos para antes de empezar a discutir – no quiero que ninguno habrá la boca si no es para aportar algo.

Ambos nos quedamos en silencio, cumpliendo a rajatabla el dictamen de don Alfredo, temerosos del carácter del todo poderoso. Las propuestas van sucediéndose una tras otra, como fichas de dominó, dándole forma desde varios puntos a lo que debemos exponer en el congreso.

  • ¿puede pasar? – la ingeniera se asoma a la puerta.
  • Adelante Vanesa – el jefe la invita a acceder.

Entre tímida y decidida, pasa y se sienta, esperando descubrir que hace aquí.

  • Bueno, esta mañana decidimos que Vanesa te acompañe al congreso – el jefe se dirige a mi – una mujer joven, preparada y seria, lo que necesitas para mantenerte en vereda.
  • Perfecto – Vanesa me cae bien.
  • Vale – ella asiente más sorprendida que otra cosa.
  • Así me gusta – el jefe se frota las manos – pues en los próximos días iremos atando todos los cabos.

Pone punto y seguido a la reunión, dejándonos prevenidos para los futuros encuentros, dando también unas directrices para que dediquemos un rato cada día a prepararnos con diferentes tareas como revisar tarifas, puntos de vista técnicos de lo que vendemos o estrategias comerciales.

Básicamente, reunirme con Begoña, con Vanesa y con Jaime, todos mis sueños hechos realidad.

17:30 charla en el hall:

¿sabéis lo que es el entrenamiento ejecutivo o “Executive Coaching”? desde luego nuestro orador no se parece en nada a los coach de la voz (que morbo tiene Laura Pausini), es mucho peor, para mí es un paisano que quiere pasar por moderno y en el caso particular de mi jefe, es como una arenga fascista en blanco y negro, muy Mussolini y sobre todo muy lejos de una charla motivadora.

Pero es una tradición a la vuelta de vacaciones y es media hora que no estoy trabajando.

Sentado en mi oficina, miro el minutero del reloj, esperando a la ahora indicada para dejar de fingir que hago algo e ir voluntariamente a no hacer nada la última media hora de mi jornada laboral.

  • ¿tienes 5 minutos para mí? – Cris se asoma a la puerta.
  • Para ti tengo hasta 6 – en algún momento tendré que madurar – además no puede escapar eternamente ¿no?
  • No, no puedes – es lo primera vez que me sonríe hoy sin ninguna intención secundaria – significa es que no me pones en el mismo lugar que a Alba.
  • Que tontería – soy sincero – no hay ni punto de comparación.

Solo sonríe haciéndome olvidar por qué quería escapar de ella, otra vez caigo en la trampa, otra vez presa de su encanto.

  • Otra cosa – Cris se sienta al otro lado de la mesa – no me gusta que mientas por mí.
  • Ya sabía que no te iba a gustar – sería demasiado pedir – pero tampoco quería que mis movidas te afectasen.
  • No tenías que hacerlo – me pone el rollo de profe sexi que tiene ahora mismo – y en todo caso son nuestras movidas.

Oírle decir que hay algo que es nuestro, por mucho que sean movidas, me gusta y a la vez remueve las palabras de aquella noche.

  • Vale – accedo a compartir mis problemas – pero no me lo reproches más.
  • No te reprocho nada – me lo dice, pero no me lo creo del todo – pero pensé que estabas enfadado conmigo, no esperaba que me defendieras.
  • Lo estaba – hablar en pasado es lo apropiado – y para ser sincero mi primer plan era huir de ti para siempre.
  • ¿para siempre? – me mira divertida – no lo habrías conseguido.
  • Ya sé que no – esa negativa me llama la atención – pero ¿por qué crees tú que no lo conseguiría?
  • Bueno – se apoya en con los codos en la mesa – porque yo no voy a desaparear de tu vida.

Esa frase es maravillosa, entre negación y desafío, casi perfecta porque hace unos días tendría un sentido totalmente diferente al que tiene en este momento o al menos, para mi es completamente distinto.

  • ¿Eso es necesariamente bueno? – vacilo por no razonar.
  • Sabes que si – Cris no pica esta vez.
  • Por cierto – digo cambiando de tema – ¿no tenías algo que pedirme?
  • Si – sonríe misteriosa – pero en otro momento, ahora vamos a llegar tarde.

Me arrastra del brazo, si darme opción a elegir, vamos casi corriendo por los pasillos con el tiempo justo, para mi llegar tarde no es gran cosa y para ella un pecado imperdonable.

No separamos al llegar a hall, cada uno por su lado, ella es una chica de primera fila (en sentido literal y figurado) y yo prefiero la última, lejos del centro de atención, ni me molesto en buscar a Javi o al Chino y me quedo al fondo mirando el móvil, apoyado en el mostrador de recepción.

  • ¿no te gustan las charlas motivadoras? – Sara pregunta desde detrás de la barra.
  • Las motivadoras si – respondo dejando el móvil – esta no.
  • Que cruel – ella se ríe – lo hace con toda su buena intención.
  • A veces las buenas intenciones no bastan – lo sé muy bien – y a ti ¿te gustas esta charlita?
  • ¿no ves que tengo entradas de palco? – hace un gesto con la mano señalando el hueco tras la barra.

Ambos nos reímos por la ocurrencia, obviando la grave voz del jefe que inunda la sala con palabras optimistas, cargadas de buenas intenciones, pero es como oír a político mintiendo en el congreso, ni el mismo se cree lo que está leyendo.

  • ¿Cómo es que no estas con tu parejita? – pregunta Sara.
  • No es mi pareja – me siento raro cada vez que respondo esa pregunta.
  • ¿este seguro cariño? – Sara lo pregunta con cierta ironía – a nadie le parten la cara por que sí.
  • Me la pueden partir por mi estupenda personalidad – de ironías va la cosa.
  • Entonces ¿podrías invitarme a tomar algún día de estos? – Sara me pilla por sorpresa – si a tu “no-pareja” no le molesta claro.
  • Podemos tomar algo en 5 min – mira el móvil y son las 17:55 – si de verdad quieres claro.

Soy plenamente consciente de todos los problemas que me supondrá intentar algo con Sara, para bien o para mal, pero de perdidos al rio y para no variar, aun a pesar de lo charla con Laura, no puedo evitar seguir siendo como soy.

Aunque cada vez estoy más seguro en que elijo ser así cada día de mi vida, no es que no puede ser distinto, es que no tengo un motivo para no serlo.

18:00 cervezas contra la depresión:

Nadie en su sano juicio recomendaría el alcohol como remedia ante ningún problema de carácter psicológico, pero afortunadamente yo ya estoy medio loco como poco y tengo claro que, si no remedia nada, al menos mermara mis capacidades cognitivas un breve periodo de tiempo anulando mi capacidad de raciocinio.

Vaya parrafada para solo decir que solamente quiero beber por beber.

Por suerte, por capricho, por azar o por fortuna, hoy no beberé solo y eso es un sí, Sara ha aceptado tomarse una conmigo, aunque espero que sean 2, por eso de pagar una cada uno, no por otra cosa. Lo cierto es que hasta hace muy poco no creía que una chica como ella quedara conmigo, a ver no es que no esté a su altura, pero creo que le van más maduros, más adultos o más repipis, como Jaime o Carlos, más fachada que otra cosa.

Pero a mi favor juega que Cristina era tan inalcanzable como Sara y al final mira como acabamos.

Cada uno ha salido por su lado para tomar algo en bar del centro, uno como otro cualquiera, elegido por ella y aquí es donde estoy esperándola, con esa sensación horrible de llegar antes (que no pronto) y pensar que la otra persona te va dejar plantado, pero por si las moscas me voy tomando algo para que pase lo que pase, no termine la noche en vacío.

  • Una caña por favor – le indico al camarero cual es mi deseo.
  • Y otro para mí – a mi espalda aparece Sara – no esperas por nadie tío.

Cogemos las bebidas y salimos a la calle, buscando un sitio, pero la terraza está llena y el interior demasiado tórrido por las temperaturas de los últimos días de verano, así que elegimos un pequeño saliente junto a la puerta del local, sin donde sentarse, pero suficiente para posar los vasos y que no se nos calienten en las manos.

  • ¿tenías sed o pensabas que no vendría? – Sara lanza la pregunta.
  • Ambas – no voy a negar que estaba un poco nervioso.
  • Me ofendes – se indigna mientras toma un trago – a ver, ¿Por qué iba a dejarte tirado?
  • ¿y porque ibas a quedar conmigo? – respondo a la gallega – desde que estamos en la empresa apenas intercambiados 2 palabras y hoy me insinúas que tomemos algo, no suena probable.
  • Tampoco lo tuyo con Cristina suena probable – afirma casi escandalizada – quien diría que iba a cambiar a Carlos por ti.

Vaya, no esperaba que sus motivos salieran tan rápido, pero es mejor eso que perder el tiempo desperdiciando fichas para nada.

  • Si no lo sabes o no lo intuyes – ya somos mayorcitos para darle una charla – no sirve de nada que yo te lo diga.
  • Pero no lo entiendo – Sara incide en la cuestión – tenía al chico perfecto y ahora no estoy segura que te tenga a ni ti.
  • Gracias por lo que me toca – eso ha dolido un poco.
  • A ver, no estas mal – Sara intenta arreglarlo – pero eres un poco gilipollas, sin ofender.

Lo ofensivo de esa última frase es que crea que el único gilipollas soy yo y que a Carlos lo tenga en un pedestal.

  • Era bromi, no te enfades – me acaricia el brazo al ver mi cara – además he quedado contigo ¿no?
  • Sí y aun no sé porque – sigo teniendo dudas.
  • Por curiosidad – sonríe y sin mencionar a Carlos en la frase.
  • ¿curiosidad? – termino de vaciar el vaso.
  • Si – me mira directamente a los ojos – contigo Cristina sonríe mucho.
  • Y con Carlos no – me pongo por encima del cachitas.

Hincho el pecho como un palomo, orgulloso como el que más y es que, aunque pueda ser mejor que Carlos en otras cosas, parece que a lo ojos de Sara solo tengo esa baza.

  • Entonces – Sara se acerca más - ¿vas a contarme cual es el secreto?
  • No – me dejo llevar – pero ya sabes que lo dicen, que valen más los gestos que las palabras.
  • ¿te estas insinuando? – ella toma el papel de corderito.
  • En realidad, no – doy un paso atrás.
  • ¿Cómo? – Sara se queda con cara de boba.
  • Pues que no me insinuó – se lo dejo clarinete.
  • No te entiendo – su cara refleja sus palabras – pensé que nos entendíamos.

Su mano vuelve a intentar acariciarme, pero de nuevo doy un paso atrás.

  • Lo entiendo – me rio un poco de la situación – pero no me interesa.
  • ¿estás seguro? – Sara juega con el tirante de su vestido.
  • Del todo – pero si me tienta algo mas no se si aguantare.
  • Increíble – está bastante enfadada - ¿estas pasando de mí?

Sara se exhibe ante mí, casi posando, demostrando lo mucho que se admira a sí misma.

  • De verdad que eras un gilipollas – casi grita para explicarse – nadie pasa de mí.
  • Pues yo si – casi ni yo me lo creo.
  • Tiene al menos el detalle de explicarme porque – Sara se calma un poco, pero sigue indignada.
  • No me generas ninguna curiosidad – estoy si lo digo de verdad – sin ofender.

Refunfuña molesta, pero es la verdad, podría acostarme con ella y seguro que podríamos pasarlo bien, pero y después que, puede que se quede en un solo polvo o que se repita, pero al final solo será un momento incomodo cada mañana cuando pasa por delante de su puesto.

  • Pero no preocupes – ahora soy yo quien le acaricia el brazo – si quieres llamo a Carlos para que me sustituye.
  • ¡Gilipollas! – y se va con viento fresco.

Pago las consumiciones y me marcho a casa, sé que no entenderéis que ha cambiado, estaba claro que quería follármela de todas las formas posible, pero mientras hablábamos he dicho algo que se me ha quedado gravado.

Los gestos valen más que las palabras.

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Tarde, como siempre y además me estoy dando cuenta que he quemado muchas líneas argumentales con las decisiones que he tomado, no queda mucho que contar para hacer que al menos tenga un final mínimamente coherente.