Un gilipollas en la oficina 4

Consecuencias de una noche de fiesta.

…Resaca:

Sabéis de que hablo, no lo neguéis y si no lo sabéis es que no os habéis corrido una juerga de puta madre en la vida… algo muy sensato, pero un poco triste. Sensato porque sin los “sutiles” efectos de le desinhibición etílica puede que no hayáis cometido ninguna locura, triste porque en algunas ocasiones las locuras de borrachera terminan bien.

Y en ocasiones incluso pasan ambas cosas en la misma noche.

Tomad apuntes los novatos en resacas (si los hay leyéndome):

  1. Dolor de cabeza.
  2. Boca seca.
  3. Una ligera fotofobia.

Estos son algunos de los síntomas tradicionales de este mal endémico de la sociedad moderna (y no tan moderna) ¿solución? Pues un poco de jamón con mucho tocino y un quinto de cerveza, ojo que esto será lo mejor que aprenderéis de mi (lo único bueno casi seguro) y es el único remedio eficaz para los días después de una buena juerga y también es el único motivo por el que cambio mi tazón de cereales en el desayuno.

En este caso hay un tercer mal que no tiene que ver directamente con el alcohol, es un daño colateral de las decisiones tomadas durante la borrachera, los remordimientos.

Pues sí, aunque creía que pepito grillo habría abandonado mi sesera arto de tanto mala idea (y contenido explicito no acto para menores) ha vuelto para recordarme que ayer, lleve a raja tabla la segunda norma con Paula (no sé porque me siento mal por ello) y trate a Cris como el culo (en esto estoy seguro de porque me siento mal).

Me cuentas más de los normal levantarme, prefería la versión junto a Cris en la que todo se veía distinto de buena mañana, pero hay que apechugar con las decisiones y tras una revitalizante ducha, yo y mis ojeras ponemos rumbo a la oficina.

…Jueves Cañero:

No, no es el típico jueves cañero que vosotros pensáis y es que los días previos a vacaciones el trabajo se multiplica y todos quieren todo para ya, clientes, compañeros o proveedores, no hay diferencias ni en los modos ni en las prisas.

  • ¡Buenos días! – Ana entra en mi oficina cargada de papeles.

Ese enérgico buenos días demuestra que ella fue más sensata al retirarse a pronto.

  • Buenos – respondo – se puede saber que me traes ahí.
  • Las confirmaciones de crédito de Francia para mañana – responde dejándolo sobre la mesa – Alizee dice que te las de a ti.
  • ¿pero cuanto tiene pendiente? – vaya taco de papales.
  • Tiene que cerrar los envíos del mes que tenia parados por cobros – me aclara Ana.
  • ¿Quién me mandaría a mi ser bueno? – me lamento.
  • ¿bueno? – comenta Ana – pero si tu no sabes lo que significa esa palabra.
  • Como que no – respondo – mira lo “bueno” que estoy.

Me mira de arriba abajo y no niega que lo este, pero se va sin responder, no esperaba menos de su timidez, será mejor que me pongo a revisar los envíos internacionales, que parece mucho chollo y mañana no me dará tiempo todo, menos mal que los míos no estaban retenidos… por otro lado, ahora que lo pienso, supongo que si me deriva su pápelo es que ha aceptado el trato, ya tengo chacha para unos días… y unos días me harían falta para terminar con todo esto, asique me concentro para dar lo mejor de mí mismo.

  • Oye oye oye – el Chino entra acelerado en la oficina - ¿dime que hice anoche?

Luce las mismas ojeras que yo, pero además tiene la voz ronca y una pinta de perdido horrorosa.

  • Salir, beber, el rollo de siempre – canturreo ese glorioso himno – y fracasar estrepitosamente con todas las chicas del local.
  • No me jodas tío – esta realmente desesperado – que no encuentro las llaves de mi bebe.

Su bebe, por descontado, es el jeep.

  • Anda toma – le digo arrojándole las llaves.
  • Gracias – es sincero desde luego – te quiero tío.

Se marcho tan contento besando las llaves del coche, a ver si ahora consigo concéntrame en todo este trabajo que tengo… rompiendo lo poca concentración adquirida, suena el teléfono y en la pantalla aparece la extensión de 2326, la del jefe.

  • Sube – sin más explicaciones cuelga.

…El Despacho:

Juro que esta vez no sé lo que he hecho… vale la otra vez tampoco lo sabía, tampoco en ninguna de las anteriores...

  • Buenos días – saludo tras picar en la puerta – ¿puedo pasar?

Con un gesto de la mano me indica que entre mientras firmas unos papeles, por los que supongo espera Carlos, tan de punta en blanco como siempre y con la espalda perfectamente recta, mirándome con el mismo desprecio de la última vez.

  • Vaya cara – comenta en claro intento de fastidiar – da un poco de pena.
  • Lo mío es temporal – respondo – la tuya no tienes arreglo.
  • ¿quieres que te la deja así de forma permanente? – se encara conmigo.

No negare que mi boquita me ha traído mas de un problema… y tampoco negare que los brazacos de Carlos me dan verdadero miedo.

  • Vasta Carlos – el jefe lo frena en seco – y tu cierra la boca antes de empeorarlo.

El jefe me deja con la palabra en la punta de la lengua, que bien me conoce.

  • Toma tus papeles – el jefe se los entrega en mano – ya puedes irte.

Y se va, no sin antes chocar conmigo… llamadme loco, pero juraría que lo ha hecho apropósito.

  • Menudo boca-chancla – el jefe rebaja el tono cuando Carlos se va – no tienes remedio.
  • No señor – para que negarlo – dios me ha hecho así.
  • Siéntate – me invita a hacerlo mientras se enciende un puro – no se que te pasa con Carlos, pero córtalo o al final lo cortare yo.

Me encojo de hombros y asiento, pero no está en mi mano solucionar con Carlos lo que el crea que le he hecho… que será solo una creencia mientras no descubra el pastel.

  • Bueno, vamos al grano – comentas exhalando una boconada de humo – a finales de mes, después de las vacaciones, hay un congreso.
  • Como todos los años – apuntillo para acortar las cosas.
  • Si si – comenta – y todos los años enviamos a Cristina y a Carlos.
  • Déjeme adivinar – apuntillo de nuevo – este año no, ¿verdad?
  • Eres insufrible – responde – no, ellos no irán, iras tú y alguien del departamento técnico.
  • ¿yo? – me pilla por sorpresa – no va en serio jefe.
  • Muy enserio – apaga el puro a medio fumar – va siendo hora de que espabiles.
  • Venga, si no lo merezco – me pongo piedras en mi propio camino – mande al Chino, el si que se lo curra.
  • No, no es negociable – sentencia convencido – hazte a la idea, y asegúrate de ir preparado, puedes irte.
  • Pero jefe….
  • Nada de peros, que eres como un crio – comenta alzando la voz – y vuelve a tu trabajo antes de que te quedes sin él.

No protesto más, aunque no sea tan terrible como puede parecer a veces, me despediría sin temblar si le da la gana. Salgo del despacho mientras se enciende otro puro nuevo, sin perderme de vista hasta que cierro la puerta por fuera.

…La hora de la Comida:

Por primera vez en todo el tiempo que llevo en la empresa no hare uso del comedor, no porque no tengo hambre, será porque hoy solo comeré papeles y más papeles.

Y aquí me hayo, perdido en un mar de informes, autorizando, firmando, enviando, revisando, comprobando… y demás cosas terminadas en ando que riman con desesperando.

  • No te he visto en el comedor – Paula me habla desde la puerta – ¿miedo de encontrarte conmigo?
  • Para nada chavala – de chulo me viene la casta.
  • ¿Ya no quieres darme besitos? – se ríe mientras me vacila.
  • Ayer no te quejabas tanto cuando te los daba – respondo ofendido.
  • Venga no te enfades – no puede evitar la sonrisa ante mi ofensa – que, para tu edad ayer diste la talla, campeón.
  • ¿Mi edad? – no lo arregla demasiado.
  • En serio que ahora no quería pinchar – dice levantando la mano en señal de paz.
  • No se nota – me hago la victima – si terminaste de vacilar, tengo mucho que hacer.

Devuelvo la vista a mis amados papeles llenos de cifras y letras, ignorándola, pensando que como en el aquel capítulo de los Simpson, si no miras a los monstruos, desaparecerán (exagerado número uno) aunque si todos lo monstruos fueran como Paula yo tendría una nueva filia, monstruofilia.

Parece que mi táctica funciona y Paula se esfuma dejándome de nuevo concentrarme en todo el lio que tengo, solo un par de confirmaciones mas y tendré todo el chollo de Alizee acabado.

  • No te enfades – aparece de nuevo en la puerta – es que me pierde mi carácter.

Al menos parece sincera y encima trae un café en cada mano, supongo que para hacer las paces.

  • No me enfadado – si me enfado – pero te estabas pasando.
  • Lo se y lo siento – se sincera, pero no parece arrepentida.
  • ¿Qué quieres? – pregunto sin darle más importancia – que han pasado 5 minutos, pero sigo teniendo mucho trabajo
  • ¿has hablado con Cris? – pregunta.

Es oír su nombre y toda la concentración que tuviera se va por el retrete.

  • No – respondo dejando los papeles de lado - ¿a qué viene esa pregunta?
  • Si no hablas con ellas te arrepentirás – dice mirándome a los ojos.
  • Pero que tontería – respondo molesto – no te metas donde no te llaman.
  • Me meto porque lo necesitas – responde directa – que no se si lo haces tu solito o te aconsejan, pero vas bastante mal tío.
  • ¿seguro? – pregunto – tan mal no voy para ayer acabar contigo.
  • Y no sabes la suerte que tienes – dice subiendo el tono – otra te habría dejado tirado y no estaría preocupándose.

Esto es el colmo, la chica con la que me lie ayer, dándome lecciones de como actuar con la chica con la que me lie antes de ayer.

  • Créeme – ante mi silencio sigue hablando – no la cagues más.
  • Pero que te importa a ti – estoy molesto y no disimulo.
  • Me importa porque conozco a Cris desde hace mucho – dice ahora sin perder la calma.
  • ¿y qué? – pregunto – no sabes ni la mitad de lo que pasa entre nosotros.
  • No lo sé – responde intentando calmarme – y no me imparte lo hagáis en el futuro, pero no dejes que termine así.
  • Si no hay nada que terminar – bajo el tono.

Agacho la cabeza, resignado a la verdad, si la resaca no me taladra la cabeza lo hará la culpa y Paula no hace mas que avivar ese sentimiento.

  • Si no hubiera nada no estarías así – sentencia certeramente.
  • Ya – no puedo negárselo – pero ¿qué quieres que haga?
  • ¿En serio sois tan tontos los tíos? – comenta – pídele perdón.

Es como jarro de agua fría a la cara y es demasiado obvio para ignorarlo, olvidare la montaña de papeles por un rato.

  • Lo hare – respondo levantándome – me tomo ese café y voy a verla.
  • Pero serás tonto – comentas divertida – el café es para que te lo tomes con ella.
  • ¿Como sabias que me ibas convencer? – pregunto cogiendo los vasos.
  • Ya te lo dije ayer – comentas adecentando el cuello de mi polo – además ¿porque iba yo a querer tomar un café contigo?

Me hace sonreír con su borde sinceridad y sin pedir permiso le doy un beso en la mejilla como agradecimiento.

  • Al final no rechazas mis besos – ahora yo la hago sonreír.
  • Si son como este no, casanova – me da una ligera cachetada en la mejilla – aproche que estaba revisando papeles ella solo en su mesa.

Con ese ultimo consejo me voy, dejándola atrás, pero pensado de nuevo en como puede conocerme tan bien en tan poco tiempo y dándole vueltas al hecho de que follara conmigo y aun así intente mediar entre Cris y yo.

…La pipa de la Paz:

La pipa de la paz es uno de los símbolos más identificativos de los indios americanos, se supone que era una mezcla de varias hierbas (es un misterio que “hierbas” serían) con tabaco y servía a los integrantes de las tribus indias como nexo entre lo humano y lo divino o para alcanzar la relajación (colocarse, era colocarse, ya lo he dicho) y aunque afrontar conflicto relajado podía ser beneficioso, no estaba directamente relacionado con el hecho de pedir perdón.

Ojalá llevara una pipa de la paz verdadera y no una simbólica en forma de cafés…

Si Paula logro que hacer esto pareciera una buena idea, toda mi iniciativa se va perdiendo de camino a la sección de auditoria y me quedo bloqueado delante de su puerta, como un idiota. Al final por pura inercia golpeo la puerta con los nudillos.

  • ¿se puede? – asomo la jeta por la puerta entreabierta.
  • ¿tu otra vez? – Carlos está de pie frente a la mesa de Cris – ¿tienes alguna fijación conmigo?
  • No, no me va la coprofilia – respondo entrando – no me atrae la mierda como tú.
  • Joder pero que tío más bocazas – vuelve a encararme – al final tendré que callarte.
  • Solo las chicas guapas me dejan sin palabras – lo encaro a sabiendas de que el jefe no la para esta vez – no los musculines sin cerebro como tú.
  • ¡Ya basta de tanta testosterona! – Cris grita poniéndose en pie – Carlos ya he terminado contigo, vete por favor.
  • ¿me echas a mí? – Carlos se vuelve para hablar con ella.
  • Si a ti – Cris se lo confirma.
  • No me lo creo – Carlos protesta – vale, arréglale otra vez los problemas a este inútil.

Sale mal humorado pegando un portazo y Cris se sienta de nuevo sin perderme de vista.

  • ¿Qué quieres? – dice muy secamente – no tengo el día para tonterías.
  • ¿un café? – intento sonreír mientras dejo su vaso en la mesa.
  • Ya puedes irte por dond…
  • Lo siento – no me iré sin decirlo.
  • Por donde has venido – prosigue donde la interrumpí – y metete esa sonrisa por el culo.

Tiene todo el derecho de estar molesta y además con razón, he dicho lo que tenia que decir y esperaba tener un poco más de éxito, pero será mejor dejarlo como esta, asique me doy la vuelta para irme.

  • Espera – lo dice y me detengo – lleva todo el día pensado que decirte cuando te viera y tenía que soltarlo, perdona.
  • Tu no tienes que pedir perdón par nada – comento girándome de nuevo – me lo merezco.
  • Me has pedido disculpas – comenta amablemente – y encima me traes café.
  • Aun así – me sincero – me porte como un verdadero gilipollas.

Anotarlo, puede que sea una de las pocas veces que me veis usar gilipollas de forma despectiva, al menos refiriéndome a mí mismo.

  • un poco si – dice menando la cabeza – pero el otro día yo fui la gilipollas y tú me perdonaste.
  • Ya bueno – respondo – creo que te perdonaría cualquier cosa.
  • Si claro – me dice mientras me sonríe – siempre hay cosas imperdonables.

Odia confesarlo, pero Paula tenía razón, no podía dejar pasar la oportunidad de arreglar las cosas con Cris cuanto antes y lo que su sonrisa hace conmigo es la mejor prueba de ello.

  • Oye quizás deberíamos hablar – le digo.
  • Estamos hablando ¿no? – bromea.
  • Lo digo en serio – finjo ponerme serio – te debía algo de beber.
  • Cierto, ayer no me invitaste a nada – responde indignada – y este café frio no cuenta.
  • ¿Qué tal si hoy tomamos algo los 2 solos? – pregunto.
  • Será todo un placer – responde.

Un escalofrío recorre toda mi espalda en forma de terrible recuerdo, si, el recuerdo de todo el papel que deje sobre mi mesa.

  • Que mierda – no puede evitar decirlo en voz alta.
  • ¿Qué mierda? – pregunta extrañada.
  • Si, que mierda – intento explicarme – tengo mucho trabajo y no sé si lo acabare para las 6.
  • Bueno – suena más aliviada – en ese caso lo dejamos para otra.
  • ¿No te molesta? – pregunto.
  • no, de verdad creo que deberías ser así siempre – comenta – mas serio con tu trabajo.

La conozco y se que lo dice completamente enserio.

  • Prometo llevarte a tomar algo otro día – lo digo muy en serio.
  • No me gustan las promesas – responde con la boca pequeña – anda, vete a trabajar.
  • Vale – respondo guiñándole un ojo – adiós.

Me doy la vuelta para irme por segunda vez en un corto periodo de tiempo.

  • Por cierto, gracias – dice Cris a mi espalda.
  • ¿Gracias por qué? – pregunto mirándola de nuevo.
  • Por darme una excusa para echar a Carlos de aquí – comenta suspirando – estaba intentando convencerme de volver con él.
  • Sabes, si hay algo que no te perdonaría – comento todo lo serio que puedo – que volvieras con él.

No responde, pero en su rostro aparece una de esas sonrisas que ya no son tan raras para mí y que podrían iluminar una noche sin luna. Me doy vuelta por tercera y última vez para irme.

…Las horas que pasan:

Creedme cuando digo que el tiempo invertido en arreglar las cosas con Cris estas mas que bien invertido, pero cada minuto dedicado ello es un minuto que no estaba trabajando.

Quien os iba a decir que después de todo lo que he dicho sobre mi vagancia, ahora este tan dedicado a mi trabajo, pero si lo pensáis bien, no dice mucho de mi el acabar el trabajo a última hora el penúltimo día antes de vacaciones o es que a vosotros nunca os dijeron eso de que no hagas hoy lo que puedas dejar para mañana… ¿o era al revés?

Me dan las cinco y pico cuando termino todas las confirmaciones de Francia, ahora solo me queda llevarle las copias a logística, para que puedan hacer lo envíos y devolver las originales a financiero o lo que es lo mismo, encontrarme con Sofia.

De camino a la planta superior, me cruzo con el Chino que va de puerta en puerta.

  • ¿perdiste las llaves de nuevo? – pregunto vacilón.
  • Déjate de bromas anda – esta cabreado de verdad – no verías a la gabacha ¿verdad?
  • Desde ayer nada – y es verdad, de ella solo se de los papeles que me mando – ¿Qué te pasa con ella?
  • Ya te contare cuando la encuentre – responde misterioso – si no me encierran por asesinato.

Y sigue su camino puerta a puerta, si no supiera el carácter que tiene Alizee, hasta me parecería que exagera un poco.

Mientras sigo dándole vueltas a que a venia todo ese drama, no voy pensando en Sofia hasta que entro en su departamento y mis ojos van directos a su mesa, aliviado al ver que su mesa está vacía. Me despisto tanto al mirar para la mesa, que no puede evitar chocarme con alguien de frente, yo salgo bastante bien parado (soy como un muro) pero mi oponente termina en el suelo.

  • Lo siento mucho – sujeto los papeles con una mano mientras extiendo la otra para ayudar.
  • Joder, que golpe – Sofia se queja desde el suelo.

Cuando levanta la vista, creo que verme le duela más que el golpe.

  • Mira por donde vas gilipollas – comenta cogiendo mi mano – de verdad que cruz me a caído contigo.
  • Oye, que ha sido un accidente – respondo levantándola.
  • Y eso que más da – dice ya de pie – duele igual.

No sé para ni un segundo más de lo necesario a mi lado y va hacia su mesa, yo continuo mi camino pensando que es exactamente lo que le paso ayer para cabrearse así y que este accidente seguramente lo pusiera peor.

  • Tienes un don para cabrearla – comenta Ana cogiendo los papeles.
  • Si que no he hecho nada – se que directamente no le hice nada – bueno, aparte de este pequeño incidente.
  • Tu sabrás, pero debe ser algo gordo – me dice – porque ayer cuando nos fuimos estaba como una furia.
  • Será que bailo mal – intento hacerme el gracioso.
  • Umm – me mira a los ojos – no creo que sea eso.

Es evidente que no es no eso y ya he dicho que soy todo un Fred Astaire, pero como no sé lo que, me limito a intentar no cagarla más y al salir, ya que no puedo evitar pasar por delante de mesa, le digo adiós muy educadamente… pero no estoy seguro si no dice nada o me devuelve una especie de gruñido como respuesta, por descontado ambas opciones son malas.

Ya tengo 2 misterios que resolver, el altercado internacional en Francia y España, véase Chino vs Alizee y por otro lado saber que le pasa a Sofia.

Mi instinto Sherlock estaría a tope de no ser porque una vez terminado el trabajo ajeno, aun me queda lo mío y como preveía no voy a terminar a las 6, pero para mi consuelo, no creo que sea el único. Ya sabéis, mal de muchos, consuelo de gilipollas (estoy actualizando el refranero).

Entro en mi oficina asumiendo mi fatal destino, me siento en la silla y de deslizo hacia delante.

  • Auuu – un quejido sale de debajo de la mesa cuando me arrimo.

Deslizo de nuevo la silla deshaciendo el camino, para descubrir el bulto con forma de mujer que hay debajo de mi mesa.

  • ¿pero que hace ahí? – pregunto – sal ya
  • Esconderme – Alizee habla en voz baja – no puedo salir ahora.

No negare que tenerla a mis pies me pone un poco cachondo la verdad, pero, aunque tengo una idea de porque se esta escondiendo, también quiero saber que ha hecho para terminar así.

  • ¿tanto miedo te da el chino? – pregunto.

Acomodándose en el angosto hueco de la mesa, Alizee pone las manos en mis rodillas y saca la cabeza de debajo de la mesa… ella estará mas cómoda, pero, para mi es lo contrario ya que su cabeza está a la altura de mi entrepierna.

  • ¿Miedo de ese? – comenta – soy más lista que él.
  • ¿y entonces porque te escondes? – es contradictorio – y se puede saber que hiciste.

Sonríe desde entre mis piernas, una de esas sonrisas maliciosas, de esas de las que sabes no hay nada bueno detrás y están buena la jodida sonrisa que, podría verla en mi propia cara, por experiencia se que esta recordando la jugarreta y se le escapa la sonrisa de satisfacción sin querer.

  • Le pedí un par de transportes con la excusa de que tenía urgencia – está muy mona cuando se recrea – gracias a Ana no se los voy a devolver.
  • ¿Cómo que gracias a Ana? – no me hace mucha gracias que mete a Ana de por medio - ¿Por qué?
  • Bueno, esos 2 transportes que me dejo ese tonto son a mayores de los míos – comenta satisfecha – y porque conseguí que Ana los cerrara como míos.
  • ¿Le mentiste? – voy directo a la cuestión.
  • Obvio – dice satisfecha.

Ana es absurdamente tímida, algo infantil y tiene un corazón enorme, en definitiva, es la mejor persona que conozco y joder, hasta es buena con este demonio que hay debajo de la mesa, no se me merece que la lie así.

  • Puedo pasar lo del Chino – intento parecer serio – pero no lo de Ana.
  • Venga, solo es un juego – comento perdiendo a la sonrisa – no le va pasar nada
  • Lo peor es que lo dice en serio – me indigna un poco - ¿te has molestado en pensar como es la gente en esta empresa?
  • Claro, todos gilipollas o cabrones– no les falta razón – sea cual sea, hacemos lo que sea para llevarnos nuestra comisión.
  • Cierto – estoy de acuerdo con ella – y entonces ¿Qué es Ana? ¿gilipollas o cabrona?

Últimamente me vas las conversaciones más profundas y menos superficiales ¿estaré madurando? Bueno, el caso es que Alizee se para a pensar mi pregunta, lo que me dice que sabe la respuesta y no es sobre si le pasara algo por lo de los transportes, es sobre que no se merece que la trate así.

  • ¡ey! – el chino aparece por la puerta – ¿no sabes nada de la cabrona francesa?

Mis felinos reflejos sirven para que arrastre la silla hacia el interior del escritorio, arrastrando a Alizee hacia el fondo del hueco, haciendo que su cara se pegue a mi entrepierna por un segundo, más de lo que necesito para venirme arriba.

  • No para nada – intento no parecer nervioso – ¿todavía no la has pillado?
  • Créeme – se pone chulito – cuando la pille te enteraras.

Se que acabara claudicando, lo conozco, pero no le voy a destripar el final.

  • Lo se tigre – intento no pareces sarcástico – no te pases mucho con ella.
  • No lo hare, soy un caballero – levanta el pulgar y se va como el ánimo por las nubes.

Por mi parte me aparto del escritorio, liberando a la chica de su encierro, pero voluntariamente vuelve a la posición inicial, entre mis piernas y con sus manos en mis rodillas.

  • Fantasma – comenta sobre el Chino.
  • Por supuesto que lo es – soy sincero – pero también es buen tío.
  • Gracias por esconderme – me acaricia la pierna mientras lo dice – ahora somos cómplices.

Sus dedos recorren el interior de mis muslos y vuelve hacia la rodilla mientras no deja de mirarme a los ojos, unos segundos más y no habrá nada que oculte mi erección.

  • Cómplices vale – me concentro en ignorar sus caricas – pero tiene que hacer algo por mí.
  • La otra vez me pediste una tontería – dice comenzado a jugar de nuevo – a ver si ahora estas más espabilado.

Su dedo índice recorre con precisión la longitud de mi erecto miembro ya que como advertí, unos segundos han bastado para dejarlo tan duro que se marca completamente en el pantalón, mientras con la otra baja la cremallera del mismo e introduce su otra mano, sorteando con agilidad la barrera del calzoncillo.

  • Oye, ¿has visto a Alizee? – pregunta Ana desde la puerta.

Vuelco a comprimirla contra el interior de la mesa esta vez con su mano mejor colocado que antes.

  • Por aquí solo ha venido un Chino cabreado – digo intentando mantener la calma – ¿Qué a echo?
  • Mentirme – responde alicaída – y fastidiarle 2 envíos a Isma.
  • ¿y no tiene ninguna solución? – creo que alargo más de lo necesario la conversación.
  • No, ya están todos los transportes cerrados – dice casi al borde del llanto – y ahora Isma me culpa a mí, asique si las ves, avísame por favor.
  • Claro – no me queda más remedio que mentir– en cuanto la vea, te mando a esa put…¡auu!

¿porque a las mujeres le gusta tanto agarrarme las pelotas? La hacen literal y figuradamente, siempre de una forma brusca y agresiva, ¿no podría ser al menos de una forma sugerente?

  • ¿Qué te pasa? – Ana me mira con cierta preocupación.
  • Nada – respondo aguantando bajo “presión” – me he mordido la lengua al hablar.
  • Que tonto – se burla – bueno ira a buscarla a otro sitio.
  • Suerte – le digo – y cierra la puerta al salir, tengo mucho trabajo.

Es una gran idea lo de la puerta cerrada, tengo que acostumbrarme a hacerlo al entrar en mi oficina y así, al menos la gente tendrá que llamar antes de pasar en lugar de importunarme, tampoco es que quiera aplastar a Alizee a cada interrupción… aunque me encante tenerla entre las piernas.

Esta vez al separarme la mano que me agarra las pelotas me retiene y con verdadera maestría consigue sacarme la pija de los pantalones por el hueco de la pretina y no es fácil con la erección que tengo. Aparte un momento la mirada de mis ojos para ver en detalle mi erguido miembro, aun rodeado por su mano y comienza a pajearme como si nada, mirándome de nuevo a los ojos.

Se acomoda de rodillas sin dejar de meneármela ni un momento, ahora son sus codos los que reposan sobre mis rodillas y la cara le queda a la altura perfecta. Sin hacerse esperar demasiado sus labios dan un pequeño beso en la base, para ir subiendo besito a besito por toda la verticalidad de mi polla hasta llegar arriba, besando el enrojecido y húmedo glande, para comenzar a comérselo poco a poco. Acaricio su cabellera, apartando su abundante melena a un lado para ver mejor lo que hace, dejando mi mano sobre su cabeza que sube y baja sin detenerse.

Combina los movimientos de su cabeza con la mano que no deja de pajearme, es una verdadera maravilla que me hace resoplar sin contemplaciones agotando cualquier resistencia a terminar rápidamente este maravilloso momento.

Lo hace tan sumamente bien que parece que ni para a respirar, tragándose casi por completo mi pene, que no es de actor porno, pero no me acomplejo con su tamaño.  Baja un poquito el ritmo de su cabeza lo que me da unos segundos más, pero ahora cada vez que llega arriba, su lengua realiza movimientos circúlales en la cabeza, provocándome calambres de puro placer y a la tercera vez que la hace, ya no puedo más.

  • Ufff – resoplo – me voy a corr…

No puede ni terminar la frase antes de encoger los dedos de los pies, tensar todos los músculos de mi cuerpo y morderme el labio inferior, para tener un orgasmo cojonudo. Por su parte con una rapidez envidiable coge algunos folios del escritorio, recogiendo el placentero resultado de su trabajo de una forma rara pero eficaz.

  • ¿Te ha merecido la pena no entregarme? – pregunta tirando el papel arrugado.
  • Desde luego que no ha estado mal – no serviría de nada decir lo contrario

Me guardo el pajarito y me pongo en pie, recolocándola en el interior del calzón, después le extiendo la mano para ayudarla a levantarse del suelo, caballeroso, ante todo.

  • ¿Qué te pare si voy a mirar si no hay moros en la costa? – pregunto.
  • ¿El que? – me mira mientras se sacude las desnudas rodillas – no lo entiendo

A veces olvido que, aunque habla español a la perfección, los expresión típicas o populares no las pillas igual.

  • ¿Qué si mira a ver si hay alguien el pasillo? – pregunto de nuevo
  • A si, por favor – ahora si me entiende.

Salgo de la oficina cerrando detrás de mí, no solo no hay nadie por el pasillo, si no que ya no queda demasiada gente en la oficina. Miro el reloj y efectivamente son las seis y cuarto, 15 minutos después de la hora de salida apenas hay nadie en la oficina, miro en especial la puerta del Chino, que al final debe haberse ido con el cabreo para casa, a ver mañana quien lo aguanta cuando sepa que Alizee se le ha escapado pero bien.

  • Hola – Cris aparece por el pasillo - ¿Cómo va ese trabajo?
  • Bien, pero aún me queda – me paro a hablar con ella – voy a por un refresco para espabilar.
  • Que responsable – dice orgullosa.

Mira hacia los lados y para mi sorpresa me da un beso en la mejilla.

  • Oye – finjo molestarme – has roto una norma.
  • A veces merece la pena romperlas – sonríe ante su atrevimiento – nos vemos mañana.

Y se va por el pasillo sabiendo de sobra que yo no le quitare ojo mientras me sea posible.

  • Se te van los ojos otra vez – comenta Ana a mi espalda.

Me da un ligero codazo en el costado, tampoco es que con su altura pudiera llegar más arriba.

  • Hay cosas inevitables – me encojo de hombros al decirlo – ¿qué tal tu lio con Alizee?
  • Pues no se donde se ha escondido – yo si lo sé – pero me fastidia mas que Isma me eche la culpa a mí.
  • Ya sabes cómo es – intento animarla – mañana se le pasara.
  • Ya pero no es justo – comenta tristona.

Lo rodeo con mi brazo, agarrándola por el hombro, de forma bastante paternalista.

  • Anímate – intento consolarla – ya solo queda un madrugón para las vacaciones.
  • Eso es verdad – comenta – y nos hacen bastante falta.

Se zafa de mis brazos camino de las escaleras y va hacia arriba, parece que no soy el único que tiene trabajo de última hora.

Vuelva a la oficina, sobresaltando a Alizee al entrar.

  • Puedes salir – comento – ya no queda casi nadie.
  • Gracias – no suelo escucharlo de su boca – eres un gran cómplice.
  • De nada, pero – hago una pausa – aun necesito algo de ti.
  • Dirás que necesitas algo más – dice refiriéndose a su trabajito.
  • Algo más si – no voy negarlo – y si lo haces, quedaremos en paz.
  • ¿No tendré que limpiarte la casa? – pregunta aclarando cualquier duda.
  • No – no se si saldré perdiendo, pero es lo correcto.

Ella se acerca a mí, malinterpretando lo que quiero y sí, quiero follármela, pero lo que tengo pedirle no es eso.

  • ¿Y que es lo que necesitas? – dice jugueteando con su dedo en mi pecho.
  • Que te disculpes con Ana – soy directo – aun esta arriba.

Se que mi petición la pilla por sorpresa y es la segunda vez que no le pido lo que ella me esta insinuando.

  • Hecho – responde apartándose – pensaba que en esta oficina solo había gilipollas y cabrones.
  • ¿y cual soy de los 2? – ya se la respuesta.
  • Un gilipollas – responde – pero cada vez que hablamos sin discutir lo tengo menos claro.

Con esa ultima frase se va sin despedidas, al menos no se va insultándome como ayer, mientras me siento de nuevo dispuesto a recuperar la concentración y terminar todo lo que me falta. Busco un papel sobre el escritorio, pero no lo localizado por ningún lado y eso me frustra bastante, lo único que me hacía falta para mejorar es tener que repetir coas que ya teína hechas.

Me recuesto hacia atrás en la silla quejándome de mi suerte, intento céntrame para no perder más tiempo, pero en lugar de eso me doy cuenta de que mis quejas son bastante injusta.

He terminado el día a bien con Cris, puede que haya descubierto una buena amiga en Paula y me han limpiado el sable, al lado de esos eventos tener que repetir un informe o pensar en el enfado de Sofia, parecen cosas sin importancia.

P.D: en ese momento aun no lo sabia, pero el papel que necesitaba, estaba todo arrugado y repleto de mi pringosa masculinidad, en el interior de la papelera.

La madre que me pario.