Un gilipollas en la oficina

Yo y mi vida laboral

¿sabéis que significa etimológicamente la palabra gilipollas? Yo no lo sabía, lo he Googleado… para nada lo me esperaba, pero al menos me he internacionalizado supongo, ya que en el inglés “ dickhead ”, en italiano “ testa di cazzo ” o en francés “ tete de noeud ” son al parecer equivalentes a nuestro tan castizo gilipollas, una palabra que me dedican con cierta frecuencia, y que, a mi manera, me define con algo de acierto, más en unas ocasiones que en otras… pero ahí está la base de todo esto, que solo soy un gilipollas más que anda por el mundo.

¿Asique para que perder tiempo con el gilipollas de turno? Pasemos a temas más importantes o situaciones más entretenidas… o al menos intentare que lo sean.

Esta historia no es tan diferente a tantas otras, a chico le gusta una chica… bueno, una vez le gusto una y no salió bien y ahora… bueno ahora puede que más de una, puede que la mayoría de sus compañeras de curro, puede que casi todas, así que más bien llamémoslo chico quiere follarse a “casi” todas las chicas que le rodean (solo porque llamarlo chico con el corazón roto suena poco varonil).

Trabajo en manufacturas Castillo (es inventada, ¿vale?), de esas un poco chapadas a la antigua dirigidas por un tipo al que ya le sobra la pasta, pero que siempre quiere más… gestiono a clientes externos para suministro de materia, gestión de obra o venta de materia prima, vamos un poco como un comercial.

Creo que estos datos son suficientes para poneros antecedentes por ahora.

Ya he dicho que las quiero a todas, pero por encima de todas esta ella, Cristina, jefa de las supervisoras de producción, un puesto medianamente importante, al menos lo suficiente para que te mira constantemente por encima del hombro y el inicio de un remolino que dio vuelco a mi vida.

Rubia platino, monilla de cara y con ojos verdes claros tras unas gafas de pasta, si sonriera describiría su sonrisa, pero nunca nadie atisbo tal gesto en su cara… en fin agarraros que ahora vienen las curvas, porque aun con lo holgada que es la camisa reglamentaria de su uniforme, se pueden intuir 2 pechos bien grandecitos que destacan en su estatura más bien baja, cinturita estrecha con caderas a juego y un culito pequeño pero respingón del que nacen unas piernas bien torneadas, embutidas siempre en pantalones estrechos.

La llaman malfollada por la fábrica, cualquier alusión a su carácter que haga este nombre, es mera suposición… aunque yo tengo al teoría (según la regla “Esperanza Aguirre” de que la sonrisa de una mujer adulta aumenta exponencialmente cuando está bien follada) de que hay algo de verdad (o mucha verdad) en esa teoría, que o no la follan o no la follan bien follada, que su churri, un masculinos que también curra con nosotros, tiene unos bíceps geniales, pero poco desarrollado el musculo más importan (no, no es el cerebro.

Personalmente he tenido algunos malos royos con ella, por algún que otro trabajillo cutre (gilipollas y un poco chapuzas, quedaos con esos 2 adjetivos) y ella no tiene medios tonos, o todo mal o todo muy mal, lo que hace que discutamos cada vez que me revisa algo… bueno, puede que también le tiro los tejos, meto fichas por cada rendija y suelto indirectas a tutiplén, algo que no le sienta muy bien… vale me encanta provocarla dejando que me pille mirando descaradamente lo que no debería, tanto a ella como a otras de las chicas que trabajan aquí... vamos que me encanta que me reproche meneando hacia los lados su cabecita a juego con su fría mirada, lo sé es una filia un poco rara, pero solo me pasa con ella… creo que es un porque es un poco inalcanzable y eso me la pone tiesa..

Pero no más explicaciones, vamos con la historia.

…El café

Otro lunes veraniego más, mirando por la ventana como la gente se divierte y yo aquí, encerrado en mi cubículo, delante del ordenador 9 interminables horas (gilipollas, chapuzas y teatrero, ya van 3), a todo eso hay que sumarle que es final de julio y eso significan 2 cosas, vacaciones cercanas y auditorio obligatoria.

A la hora del café (del tercer café de la mañana, soy como un funcionario) me encuentro con el bomboncito de Sofia, del departamento de cuentas, en la cantina.

  • ¿esa faldita no es muy corta? – entro directo al trapo
  • Perdóneme señorito – ella pone una voz a lo Gracita morales – ¿cuánto dice el reglamento interno que debe medir?

Me encanta que siempre se tome con buen humor todo lo que le digo, aunque casi podría ser acoso laboral, no lo vayáis contando por ahí.

  • Lo del reglamento es cosa de la malfollada – respondo tajante – pero si quieres yo mido como es de larga y se lo pregunto.

Mis palabras van acompañadas de cierta gestos con las manos bastante explícitos y poco relacionados con la medición de telares.

  • No la llames aquí así, gilipollas – dice golpeándome el hombro – al final se va a enterar.

Me golpea el hombro sí, pero no dice nada sobre mis gestos más que obscenos.

  • Cualquier día se me escapa y se lo digo a la cara – afirmo encogiéndome de hombros.
  • Lo sé – dice con cara de hastió – y cualquier día Carlos te rompe la cara.

Carlos es el churri de Cris, el cachas con deficiencia en el desarrollo de ciertos músculos.

  • ¿vas a parar de hacer esos gestos con ridículos? – pregunta cambiando de tema.
  • ¿vas a dejarme medirte la falda? – seria como un sueño – lo haría por el bien de la humanidad.

Esta vez me golpe con más fuerza, cambiando de gesto y tono.

  • ¿Por qué eres así, tío? – pregunta algo molesta – contigo todas las conversaciones van de los mismo.
  • Te encanta como soy – pausa para recrearme con el meme el interesante – y los sabes.
  • Si fueras menos pervertido, con esa labia pillarías a la que quisieras – me dice muy seria.
  • Ya me follo a la que quiero – respondo cortante, con soberbia (cuarto adjetivo).
  • ¿lo ves? No se puede tener una conversación seria contigo – me replica – además si esa sobrada es verdad, ¿Qué hay de Cristina? Por ejemplo.
  • ¿Cristina? – me encanta ese nombre - ¿Qué pasa con ella?
  • Follatela, lígatela o consigue algo con ella y quitale el mote – dice sin contarse un pelo – ¿o no puedes?

Ahí a dado en hueso, Cris es mi santo grial, mi kriptonita… es un sueño complicado… bueno también el hecho de que tenga novio es un hándicap, pero yo no soy celoso.

  • Igual si que le arreglo el carácter – comento sujetándome el mentón – imagínate que un día entra por la oficina con una sonrisa de oreja a oreja
  • jajaja – no puede evitar reírse – como eres, de verdad.
  • Tu ríete – digo algo ofendió – pero el día que pase, no te pongas celosa.

No si es la firmeza de mis palabras o las pocas posibilidades de éxito, pero sus carcajadas cargadas de exageración y fingidas con puro sarcasmo, pueden ser un poco dolorosas.

  • Venga – me dice parando de reír – aunque lo consiguieras, que lo dudo, a mí no encandilarías con tus truquitos.
  • Es cuestión de tiempo guapa – adjunto a mi afirmación un guiño de ojos y mi mejor sonrisa.
  • Que gilipollas eres – como respuesta no está mal.

Se va con paso firme y el café en la mano.

  • Sofia – la llamo antes de que se vaya – no has dicho que no.

Se revuelve molesta.

  • ¿No he dicho que no a qué? – pregunta
  • No has dicho que no te encante como soy – y le dedico una nueva sonrisa.

Aunque intenta permanecer seria se le escapa la sonrisa por la comisura del labio y se marcha sin ni siquiera replicarme, la tengo en el bote colegas.

Café en mano y después de una charla amena, vuelvo a mi lúgubre cubículo para encontrarme con el correo automático del departamento de revisión, informándome de que “ A LAS 15:00 LA REVISORA DESIGNADA PROCEDERÁ A LA AUDITORIA MENSUAL” … ¡way! Que tarde más cojonuda.

…La Comida

Sabiendo que hoy voy a tener revisión, no me entra ni bocado y no hago otra cosa que jugar con las setas de mi plato… puede, solo puede que no coma porque me distraigo mirando los vestiditos de las mozas al pasar al lado de mi mesa, bendito verano, lo único bueno del calor es la regla “Ana Obregón”, que expone la relación entre el aumento de temperatura y la reducción de la tela en la ropa de una mujer.

En una de mis exploraciones visuales, me encuentro con la mirada de desaprobación de Cris, que aun a 3 mesas de la mía me pilla mirándole el culo a Sara, me encanta cuando a su gélida mirada suma un vaivén de negación con su cabeza, yo le dedico un guiño de ojos.

  • ¿No te da vergüenza que te pillen tío? – pregunta Javi.

Javi es compañero de fatigas, mi brother, ya sabéis.

  • No es divertido si no lo hacen – quizás soy un poco gilipollas… a, sí, eso ya lo sabéis.
  • Seguro que ya te sabes de memoria la forma del culo de todas – afirma el chino.

Me dispongo a soltar mi mejor fanfarronada, pero mi brother me quita las palabras de la boca.

  • Eso tenlo por seguro – afirma Javi - Podría adivinar que ropa interior lleva cada una solo con mirarles el culo

La burrada de Javi, llama la atención de los demás comensales que sientan en la mesa, sobre todo de Sofia y Ana que, para mi sorpresa en lugar de molestarse, muestran interés.

  • ¿Y se supone que es algún tipo de habilidad mística?  - pregunta Ana.
  • Un don de nacimiento – o el mirar muchos culos a lo largo de mi vida.

Junto mis manos en plan monje para darle más contundencia a mi afirmación.

  • ¿eres algo así como un monje pervertido? – Sofia intenta vacilarme.
  • Ero-sennin – Jiraiya es una inspiración para mí – ermitaño pervertido para los no iniciados en el camino del ninja.

Solo los más frikis pillaran las referencias.

  • Mujer de poca fe – sigo con mi royo – no pongas es duda el poder de mi chacra.
  • ¿A si? – dice Sofia – a ver tío listo, ¿Qué bragas lleva Bego?

Sofia pasa al ataque, pero para mí solo es una excusa para mirarle el culo a Begoña, la directora financiera, que está de pie junta a la mesa del jefe.

  • Seguro que lleva el tanga más diminuto de la sala – afirmo rotundo.

Mi afirmación provoca alguna que otra risa y un firme consenso sobre mi respuesta de los varones, que siguiendo mi ejemplo también le miran el culo… y es que con lo estrecho que es el vestido que lleva hoy, es tanga fijo, el tema de la longitud no es verificable, pero las chicas saben de la certeza de afirmación, aunque en lugar de admitirlo, siguen con el juego.

  • ¿Y Sara que lleva? – pregunta ahora Ana.

Sara, la pelirroja de recepción, esa a la que le seguía el culo hace un rato lleva pantalones amplios tipo pata de elefante a la altura del ombligo junto con una blusa holgada.

  • Algo cómodo, para que el tiro del pantalón no le roce el chirri – digo razonando la respuesta – braguitas tipo culote.

La mesa en general ríe por mi usencia de modales y Javi, no da lugar a replica, entrando al juego por todo lo alto.

  • ¿y Ana que lleva? – pregunta Javi con toda la mala intención
  • Oye payaso eso no vale – responde Ana.

A Javi le gusta Ana y siempre busca llamar su atención… la mayoría de las veces de una forma poco acertada.

  • ¿Ahora ya no te gusta el juego? – pregunta el chino.
  • No, bueno si – dice contrariada – pero no es justo.

Sofia entra en escena para dar la puntilla.

  • Tía, ¿si no te crees sus habilidades, porque te enfadas? – pregunta picando.

Dios adora a esta chica.

  • Oye Sofí, deberías apoyarme – dice Ana - ¿y si la siguiente eres tú?
  • Seguro que este pervertido ya ha mirado más de una vez por debajo de mi falda – afirma muy segura – así qué, si acierta, no será por sus “poderes”.

¿He dicho que adora a esta chica? Podéis ir haciéndoos una idea de porqué.

  • No te falta razón – afirmó tirando el tenedor al suelo – es la tercera vez que se me cae hoy, que torpe.

Y me agacho para recogerlo, dando a entender a todo el mundo que cada vez que bajo a por cualquier cubierto, lo que hago es ojear el panorama… y no es que no lo haga, pero Sofia siempre tiene las piernas bien cruzadas, lastima.

  • Pervertido – me dice cuando me levanto.
  • Te encanta – afirmó de nuevo.

Sigue sin haber negación, en lo booote.

  • Va venga chulito – Ana se dirige envalentonada a mi - ¿Qué llevo de ropa interior?
  • Veamos – empiezo a cavilar – pantalón de tiro estrecho, negro, hoy es lunes, estamos en verano… yo diría que unas brasileñas con encaje.
  • Fallaste – dice muy chulita.
  • Lo es – admito – pero no quería decir delante de todos que usas braguitas con animalitos dibujados

A la segunda sí, he dado en el clavo, porque entre las risas de los demás presentes, Ana se pone roja como un tomate… debo confesar que antes se ha agachado a coger algo y mis ojos como siempre miraban al mejor sitio.

  • Gilipollas – es mi segundo nombre.

Me tira un trozo de pan y se marcha avergonzada, Sofia sale detrás de ellas intentado aguantarse la risa.

  • ¿Y Cristina que lleva? – pregunta Carlos entrando en la conversación.
  • No te a va a gustar mi respuesta Carlos – le aviso con antelación.

Si, es ese Carlos, el churri de la malfollada, también se sienta en mi mesa

  • No tienes huevos – afirma picando mi orgullo.
  • Carlos, no piques – dice el chino – que tú te enfadas de verdad.
  • No me voy a enfadar – dice muy seguro – además este idiota no tiene ni idea, es pura suerte.

Carlos es casi tan gilipollas como yo, pero en otro sentido y lo peor es que el piensa que no lo es.

  • Vale vamos a jugar – me la sopla que se enfade.

Dirijo mi mirada a Cris (no es la primera ni será la última vez que la mire hoy), que viste para no variar la camisa con el logo de la empresa encima de su redondito pecho izquierdo, abotonada hasta arriba y metida por dentro de uno de esos tejanos marca venas que tanto usa.

  • Vale ya lo tengo – afirmó seguro - ¿seguro que quieres saber la respuesta?
  • Ya se la respuesta gilipollas – dice chulesco - ¿y tú?

Voy a jugármela, creo que de verdad se lo que lleva...

  • Lleva un body – digo con total seguridad.

La vena de la frente Carlos va a explotar, mientras con su mano derecha rasga el mantel de la mesa (de esos de usar y tirar, pero de lo buenos, ojo) he dado en el clavo, un don divino.

  • ¿Cómo coño lo sabes? – pregunta en voz alta y muy molesto, haciendo que todo el comedor se fije en él.
  • No lo sabía hasta que te has cabreado – afirmo sin perder la sonrisa – ha sido pura suerte.

No ha sido pura suerte, tengo mi teoría, aunque mejor no admitirlo porque Carlos se da cuenta de que su actitud ha llamado la atención de todos, incluso de Cris, y rebaja el tono, solo falta que lo cabree de nuevo.

  • Eres un gilipollas de mierda tío – intenta disimular su enfado y de paso sus celos.
  • Ya me conoces – intento rebajar la tensión – gilipollas es mi segundo nombre.

Las demás se ríen sin mucha convicción, pero sirve para rebajar mucho la tensión del momento.

…la revisión

A las 15:00, ni un segundo más ni uno menos, el repiqueteo de sus nudillos en el vidrio de la puerta avecina tormenta y la traslucida imagen tras el vidrio no deja lugar a duda de la rubia figura que se esconde tras él.

  • Pasa Cristina – invito lacónicamente.

Sin más espera la rubia entras dando un portazo tras de sí.

  • ¿se puede saber que le has dicho a Carlos en la comida? – pregunta visiblemente enfadada.
  • Que no le he dicho – respondo.

Vaya como viene de fuerte, ya verás cuando vea lo que he vagueado este mes…

  • Algo le habrás hechos – no baja el tono de la conversación.
  • Venga baja un poco el tono, rubia – contesto entrando al trapo – que ya sabes que Carlos es muy picajoso.
  • ¿no puedes llamar a las personas por su nombre? – me replica – me da igual lo que digas que sea, ¿Qué le has hecho para que estuviera así?
  • Alguna tontería, doña Cristina – respondo con recochineo – pero el enfado, ya se le paso en la mesa.
  • Gilipollas – otra vez mas – ¡que me digas lo que le dijiste ya!
  • ¿Qué más te da? – pregunto - ya las pagara conmigo, ¿no?
  • ¿no sabes responder una simple pregunta? – insiste casi gritando – sabes, es de buena educación mirar a las personas cuando te hablan.

Si yo le dijera lo que quiero mirarle…

  • A ver malfoll… – me doy cuento de lo que iba a decir algo tarde.
  • ¿malfollada? – pregunta ya gritando - ¿es lo que le has dicho? ¿también es cosa tuya que en la nave me llamen así?

Uff que bocazas soy, a ver como salgo de esta con todos los dientes en la boca.

  • No, no le dije eso – bajo el tono de mi voz, a ver si se calma algo – y no, no es culpa mía que te llamen así.

Si algo debe tener seguro es que yo no avergonzaría de haberle puesto ese nombre, es más, me pondría medallas por ello.

  • ¿entonces que coño fue? – ni con esas deja de gritar.

Cansado de del pollo que me está montado a grito pelado, la miro primera vez durante la “conversación”, molesto con su actitud y me sorprendo al ver que casi está al borde del llanto, tanta furia no puede ser solo por lo de la comida.

  • Cris – intento ser cordial, aunque me cueste – no sé porque estas así, pero no puede ser por lo que yo le he dicho.
  • Si, si lo es – insiste – Carlos acaba de montarme un numerito cojonudo delante de todos.

¡acabáramos!, el cachitas la jode (no para bien precisamente) y yo tengo que pagarlas, ni de coña.

  • Que tu novio sea un idiota – ya no me corto – no es culpa mía.
  • Que dejes de decirme como es – insiste – sea lo que sea lo que le has dicho, tú lo provocaste.
  • ¿quieres saber que le dije? – yo también levanto la voz.
  • Eso llevo preguntándote un rato ya – no le falta razón - ¡gilipollas!

Me van a gastar el nombre de tanto usarlo.

  • Al idiota de Carlos le molesto que adivinara la ropa interior que llevas hoy – sentencio.

Y por fin, desde que entró en el habitáculo, se hace el silencio. No creo que se lo esperase, supongo que, dentro de lo malo, realmente es una tontería, pero vaya percal me han montado por un “inocente” juego.

  • ¿Cómo que adivinaste mi ropa interior? – pregunta algo contrariada.

Y yo le explico todo lo ocurrido durante de la comida, desde la pillada mirándole el culo a Sara, pasando por mi don, haciendo mención de lo acontecido con Ana y que Carlos quiso jugar, aunque se le advirtió que se enfadaría.

  • Pero no lo entiendo – por fin habla en tono normal - ¿Cómo lo adivinaste?

¿en serio pasa de querer matarme a esto? No entiendo a esta chica.

  • Un don divino – respondo en mi habitual tono soberbio - ¿y tú porque usas un body con el calor que hace?
  • ¿a ti que te importa? – responde tan borde como siempre – ¿don divino? Y una mierda.
  • Mujer de poca fe – la conversación ya parece entre 2 personas y no 2 animales – sabes, me preocupo por el calor que tiene que dar un body, a ver si te va a dar un chungo.

Me mira desde el otro lado de los cristales de sus gafas, visiblemente más relajada.

  • En realidad, transpira muy bien – es la primera vez que entra en mi juego – y además es muy práctico.

No puedo creer que me está dando el gusto de entrar en mis juegos, debe ser la primera vez que tenemos una conversación que no es tensa ni agresiva.

  • Muy práctico es la definición de la ropa interior que compra mi abuela – le espeto sin miramientos - ¿de qué color es?
  • Para criticarme por usarlo – sigue juagando conmigo - ¿mucho te interesa?
  • Me interesas tu – vamos hasta el final – la ropa interior solo es una excusa.

Una leve mueca le hace temblar la comisura de sus labios (eso debe ser como sonreír para ella) y se ruboriza ligeramente

  • Pues por tu “no” interés por mi ropa interior me acaban de poner a bajar de un burro – responde de nuevo malhumorada.

Se acabo el tono apacible, ya duraba demasiado.

  • Y yo que quieres que haga si tu novio es un celoso – protesto – y no me digas que no te diga como es.

Eso ultimo lo digo intentando imitar su voz, algo que me sale fatal, pero le saco otra mueca en el labio, 2 sonrisas en un día, que locura.

  • No tienes que decírmelo tu – no es la respuesta que esperaba.

Y lo siguiente que viene me ahorro el comentarlo directamente, porque se pone a quejarse de cómo es, de cómo la trata, de lo celoso que es, de que si pin, de que si pan, que si bla, que si blu…dios mío ¿qué he hecho yo para merecerme esto?… a sí, putear al susodicho.

  • ¿Porque tengo ya que oír tus problemas? – pregunto cortándole la verborrea
  • Tú los ocasiónate ¿no? – afirma con contundencia.

Dios, ¿porque tengo que pagar en vida por mis acciones?, no puedo ir al infierno y listo.

  • No es culpa mía que sea así – respondo intentando cortarle el royo.

Le importan una mierda mis argumentos y sigue a lo suyo, despotricando mientras caminada de un lado a otro de la estancia, es serio me esta amargarme la tarde con sus problemas, casi prefiero que me audite… Mierda la auditoría, se le ha va a pasar la hora e igual vivo un día más.

Para en seco de caminar y hablar, benditas mujeres que pueden hacer 2 cosas a la vez... y también parar de hacer 2 cosas la vez, curioso. Arrastra la silla que hay al otro lado de mi mesa, la pone junto a la mía y se deja caer sobre ella… y yo veo como le rebotan las tetas al hacerlo.

  • Son casi las 4 y no te revisado nada – me dice seriamente – y a las 16:00 tengo que auditar Ismael.

Ismael, es el chino, no creo que haga falta explicar que rasgo de su anatomía hace que le llamemos así.

  • Por mi puedes ir ya a donde el chino – digo generosamente – oye, ¿no me has dicho de que color es el body?
  • Que generoso por tu parte ceder tu tiempo de revisión a un compañero – dice con algo de sorna - ¿es que tu “don” no te para adivinar el color también?

Estoy como flipando o algo, ¿qué tipo de setas he comido? ¿alucinógenas?... es la segunda vez hoy que no se molesta por mis palabras o estoy alucinando.

  • ¿Tú también quieres jugar? – pregunto – luego no te me cabrees como tu churri.
  • Yo no creo en dones místicos – afirma muy segura – ni es fantasmas, aunque estoy viendo uno ahora mismo.
  • Fijo que es color carne – ignora su insulto, me han llamado cosas peores – es un color practico.

Doble muesca en las comisuras de los labios debe estar muriéndose de risa.

  • ¿color carne? – mantiene la duda – ¿porque crees que es color carne?
  • La camisa oficial trasparente algo – confieso – y a ti no trasparente nada.

Ya he revelado mi teoría, elabora con horas de miradas indiscretas a sus subordinadas.

  • Que cabrón – dice sorprendida – en que cosas te fijas, si prestaras esa atención a tu trabajo.
  • No cambies de tema – le corto la salida – ¿es o no es color carne?

Está claro que le gusta el juego y ahora no veo en sus ojos la fría mirada con la que me premia a diario, sino más bien unos precisos ojos verdes llenos de curiosidad.

  • Te mueres por saberlo ¿verdad? – me dice manteniendo la mirada – que pena que sean las 15:55 y me tenga que ir.

He conseguido (por duplicado) tener una conversión sin insultos o malos royos de por medio, tengo que intentar aprovechar este extraño buen rollo a que ha dejado la tormenta.

  • ¿No te iras de aquí sin decírmelo? – pongo algo de cara de pena – ¿no serás capaz?

No responde solo se limita a forzar más la mueca sobre la comisura del labio, creo que intenta imitar mi sonrisilla chulesca (no le sale para nada) y desliza sus dedos por el cuello de la camisa, estirándolo ligeramente, en un gesto claramente provocador y a mí me va a sangrar la nariz, como en las pelis de animación japonesas… bueno me sangraría si no fuera porque toda la sangre de mi cuerpo se empieza a acumular en otro lugar.

  • ¿de verdad quieres saberlo? – dice reduciendo un poquito más la distancia entre los 2.

Ante esa pregunta en mi cabeza resuenan las palabras del almirante Ackbar…

Fruto de la tensión que ejercen sus dedos sobre el cuello de la camisa el primer botón se suelta y yo me estoy poniendo malo, son probaciones vacías como castigo o de verdad estamos teniendo un momento.

  • Quiero arrancarte todos los botones de esa camisa – afirmo sin miramiento.
  • Lo sé – responde sin dejar de imitar mi sonrisa.
  • Si sigues así lo hare – digo muy en serio –no me hago responsable de la integridad de tu ropa.
  • ¿una advertencia? – pregunta dejándose querer - ¿Quién iba a decir que eras más de hablar que dé actuar?

¿En serio está jugando a este juego? ¿en serio yo estoy en esta situación con ella? Si el karma existe, creo que funciona de una manera algo rara.

Con nuestras sillas enfrentadas, mis manos se aferran al cuello de la camisa con la única intención de arrastrarla hacia mí, algo que no me impide.

  • Sabes lo que voy a hacer – le digo cuando la tengo a menos de un palmo de mi rostro - ¿me la vas a impedir?

Puedo sentir en mis labios su respiración algo acelerada, su mira fija en la mía, y sus labios entre abiertos.

  • No deberi…

No espero a que su absurda sensatez me corte el royo y de un tirón termino con la distancia entre los dos, dándole un primer beso en los labios seguido de un ligero mordiscón en el labio inferior y de un segundo beso al que acede devolviéndome el sutil mordisco… solo dura solo unos segundos y sabe a pura gloria, sin terminar el beso mis manos sueltan el siguiente botón de la camisa y luego uno más y luego…

PI, PI, PI, PI, PI

Por un momento creo que es la alarma del despertador que pone fin al sueño y aunque no lo es, el momento se romper igual y con más torpeza que otra cosa, Cris se aparta repentinamente, dando por finalizado el beso y agarrando el cuello de la camisa, por lo que no veo ni el inicio de su ropa interior.

  • Se acabo la hora de la revisión – dice como si nada hubiera pasado mientras se abrocha de nuevo con la carita ruborizada.
  • Me he librado supongo – joder no se ni que responder.
  • Bueno no del todo – continúa ignorando lo sucedido – le cambio tu revisión a Paula por eso que teníamos que hablar.
  • ¿“eso que teníamos que hablar” es una expresión usada para decir que queréis matarme? – pregunto divertido.
  • Bueno eso es la de menos – me dice seriamente – no quedan más días para las revisiones y ahora ya tengo la tarde llena.
  • ¿Paula tampoco tiene horas libre? – no voy negar que quiero que ese pibón me audite.
  • Paulita ha conseguido la tarde libre en la negociación – me comenta molesta – no sé porque estaba tan interesada en auditarte ella.
  • Magnetismo animal – no tengo ni que pensar la respuesta

No responde con palabras, pero sus ojos en blanco son todo lo que necesito.

  • Te revisare fuera de horario laboral – comenta ignorando mis últimas palabras – espérame a las 6.

Lo dice encantada, a esta mujer no le debe gustar su vida fuera de aquí…aunque espero que sea por otro motivo…

  • ¿en serio? – respondo molesto – no puede ser mañana.

De nuevo ignora mis últimas palabras, creo que se le da bien y se da media vuelta para irse, sin darme lugar a replica, suplica o queja.

  • Gracias – sin dirigirme la mirada esa palabra sale de su boca.
  • Se que beso bien – no puedo dejar pasar ni una – pera no hay nada que agradecer.

Es la primera referencia que hago a lo ocurrido y espero con ansia su respuesta.

  • Gilipollas – decepcionante respuesta pera era de esperar – lo digo por escucharme, nadie lo hace y no es fácil dejar salir lo que llevo dentro.

No la veo, pero el tono quebrado de su voz parece contener trazas de alguna lagrima resbalando por su mejilla, no la veo, pero se lleva la mano a cara, supongo que para secarse.

  • No hay de que – intento no ser como soy – que tal si la próxima vez no me montas un pollo antes de soltarte y me invitas a una cerveza.

Abre la puerta para irse, llegara tarde a una auditoria por primera vez en su vida, pero cuando se da la vuelta para despedirse no es enojo o enfado lo que ha en su cara, es una muy discreta sonrisa.

  • Hecho – una simple palabra para poner fin uno de los mejores momentos de oficina de mi vida.

…El Fin De La Jornada

Ya son las 6 de la tarde y como siempre a esa hora hay un revuelo generalizado por toda la oficina, pues alegremente todos recogen y se marchan para casa… bueno hoy no todos.

  • Marica – el chino aparece por la puerta – no sé qué le has hecho a la malfoy (diminutivo de malfollada), pero los gritos se oían por toda la oficina.
  • Ojalá se lo hubiera hecho a ella – afirmo – pero ha sido todo por la chorrada de la ropa interior y Carlos.
  • Pues gracias – me sorprende su respuesta – ha venido de un relajada, que no le ha importada nada mis resultados mensuales.

Bueno al menos alguien se ha veneficio de ese extraño momento que tuvimos.

  • Chavales ¿tomamos unas cañas? – Javi también asoma la cabeza por la puerta.
  • Venga unas rubias bien frías entran solas – dice el chino.

Me da que la única rubia a la que yo voy a ver, no es tan accesible como unas cañas.

  • No puedo – le respondo – por culpa de la discusión, ahora me hará la revisión fuera de horario.
  • Que putada tío – Javi se compadece de mí.
  • Te lo has ganado tu solito – Sofia también mete sus narices en la conversación – es el Karma.
  • ¿el Karma? – pregunto – quedarme a solas con una rubia bien maja, no está mal.

Por un segundo se queda en silencio, consciente de que por mucho que a priori no sea el mejor plan, no dejar de ser usa situación relativamente intima con Cristina y que ella misma me invito a intentar follármela.

  • ¡oye! – llamo su atención al ver que se queda muda.

Sofia reacciona ante mi insistencia.

  • La compadezco – intenta ser tan chula como yo – estar a solas contigo, planazo.
  • Venga Sofía no te celes - a chulo no me gana – igual consigo hacerla sonreír.

Pone los ojos en blanco sabiendo que no puede ganarme un duelo de sobradas, mientras el chino y Javi se van riéndose, ella da un par de pasos mas hacia el interior de la oficina.

  • ¿Por qué discutiste con Cristina? – pregunta manteniendo las distancias.
  • Por la ropa interior – soy sincero en parte – ya sabes, modelo, color… por cierto ¿Cómo es la tuya?

Esa última pregunta rompe el momento de intimidad.

  • Te a vas a quedar con las ganas – me dice sonriendo mientras regresa al marco de la puerta – yo voy con esos 2 desgraciados a tomar algo.
  • ¿Ni siguiera una pista? – pongo carita de cordero degollado.

Y se va sin ni si quiera contestarme, Sofia no suele tomar nada al salir de currar y hoy que se anima yo estoy castigada sin recreo, no puedes ser. Al menos veo su culito mientras se aleja, dios que bien puesto lo tiene.

…La Re-Revisión

Son las 18:20 y Cristina no aparece, que dolor de cabeza me da que encima, la más puntual del lugar llegue tarde para joderme aún más. Por la ventana veo como hasta Ramonin, el pelota de la empresa, que hace más horas de la que debería, se va pa su puta casa.

Me decido a salir a la expendedora a por un refresco, no será una cerveza, pero de algo me servirá.

  • No te marcharas verdad – según salgo por la puerta aparece Cris.

Va tan tiesa como siempre, con todos los botones subidos hasta el cuello, que desperdicio de escote.

  • No rubi… digo Cris – contesto – solo voy a por un refresco a la máquina, ¿quieres uno?
  • Que generoso – responde mientras entra a mi cubículo – una cola cero por favor.

Parece que está de buen humor.

Regreso de la máquina con las 2 latas y voy pensando en la botella de wiski que el jefe tiene en el despacho, para emborracharla, suena a plan cutre de peli adolescente de los 90 y no os engañéis soy cutre, pero no tanto. Al entro en mi cubículo y ahí está ella, sentada en mi silla, haciéndose una coleta en su larga melena y descalza.

  • Veo que te has puesta cómoda – digo con recochineo.

Poco caso me hace y sigue enredando con su pelo.

  • La otra silla es una rompe-espalda – no le falta razón – y mi espalda está muy cargada después del día de hoy.
  • A mí se me dan bien los masajes – mentira – ¿quieres una prueba gratuita?

Igual le destrozo la espalda, pero algo de mano meteré, ¿no?

  • ¡vaya!, me invitas a un refresco, te ofreces a masajearme – comenta – y yo que pensaba que eras un gilipollas.
  • No te confunda Cris, gilipollas en mi segundo nombre – afirmo con orgullo – pero un cuerpo como el tuyo hay que tratarlo bien.
  • ¿No será que quieres meterme mano? – chica lista.
  • Eso también – soy sincero – creía que antes no te había dejado dudas.

Y si los milagros existentes, este es uno fijo, pues de nuevo me sonríe con sutileza.

  • Vamos al lio anda don juan – dice – que quiero ver lo que has hecho este mes.

Un poco decepcionado cojo la silla mala y me siento su lado, mientras ella empieza a navegar en el programa de gestión y revisa mis datos mensuales, yo whatsappeo por el móvil con los del bar… y con Sofia por privado.

Gilipollas - Oye, ¿no vas a decirme de que color son?

Sofia – ni con 4 cañas que llevo jaja

G – ¿en serio? Debí levantarte la falda L

S – esa habría sido tu única opción ;)

G – me habrías reventado la cara jaja

S -  ;)

G – ¿qué significa “;)”?

S - Solo ;)

G – Sofiiiii, ¿de qué color son?

S - ;)

Cris termina de revisar mis datos y me pilla mirando el móvil

  • Ni atención prestas a esto – dice algo molesta – al menos tus datos están en objetivo, así que no te voy a joder.
  • ¿piedad? – ya le presto toda mi atención – no creí que fueras capaz de albergar ese sentimiento.

Me mira con desdén, pero de nuevo estamos a menos de un palmo y no deja de fijarse en mi boca, espero que recordando nuestro anterior acercamiento, lo que genera otro momento de silencio poco habitual en nuestros encuentros… pero se levanta, aun descalza y se dirige a la ventana en plan melancólico, solo le falta una musiquilla de piano tristona.

No puedo quedarme con la duda de si antes la pillé con la guardia baja, si fue pura suerte o si de verdad tengo algo que rascar con ella y siguiendo sus pasos, me situó a su derecha con mi mano firmemente posada sobre esa fina línea que delimita la espalda y el trasero.

  • ¿Estás bien? – no se me da bien el estilo sentimental.

No responde ni negativa ni positivamente, creo que no me queda otra que esperar, por muy cabrón que pueda ser no la voy a dejar ahí todo tristona y largarme a casa.

  • Oye – dice rompiendo su silencio - ¿porque tanto interés en mí?

No responde nada y encima su pregunta me descoloca un poco, pero ya estoy medio acostumbrado que ignore mis palabras.

  • ¿estás de broma? – pregunto algo incrédulo – pero si eras un pibón.
  • ¿pibón? – pregunta – eso mierda de palabra es lo más bonito que han dicho en mucho tiempo.

Mi reportorio de piropos es algo zafio, bruto, guarrillo… un sin finde adjetivos mal sonantes, todo lo contrario, a romántico o agradable.

  • Lo siento – en el fondo no seré tan malo – pero soy gilipollas hasta para eso.
  • No es por ti tonto – al menos no es gilipollas lo que me llama – pero no dejo de pensar porque Carlos no me mira como lo haces tú.

Casi sin quererlo volvemos tener un momento intimo

  • Bueno como me miras a mi o a cualquier chica de la oficina – quiere quitarle hierro a su última afirmación.

Vaya, sé que Carlos es muy idiota, pero al final será verdad mi teoría… agarra su cintura invitándola a girarse hacia mí, ella lo entiende y quedando enfrentados.

  • Carlos es un idiota y lo sabes – no puedo ser más sincero – y que no te mire así es la mejor prueba de que tengo razón.
  • Supongo – dice sonriendo – ¡que le jodan!

Y ahora es ella lo que me besa a mí, algo en lo que yo colaboro plenamente dejándome llevar, pensando en la de veces que abre imaginado algo así. Nuestras bocas se devoran con lentitud y paciencia, buscado recorrer cada milímetro de labios ajenos, intercambiando las lenguas de boca, jugueteando sin tregua. Fruto de la excitación del momento, cumplo mi promesa de arrancarle la camisa y de un tirón hago volar los botones, dejando a la vista un body color beige (no es color carne, aunque eso poco me preocupa ahora) que cumple bien su labor, pues retiene eficazmente dos monumentales pechos que lucen erguidos desde el poco escote de la prenda.

  • No adivinaste el color – deja de besarme para jactándose mientras deja caer la camisa al suelo.

Pero ni caso le hago, para perder en ese juego vaya premio me he llevado… agarro uno de sus pechos, primero por abajo, sopesando su tamaño, quedando anonadado por semejante pedazo de carne… mi mano coge de pleno esa maravilla de busto agarrándolo ya sin disimulo alguno, descubriendo que no puedo abarcarlo por completo.

  • Teta que mano no cubre… - creo que no quería decir eso en voz alta.

Vuelve a menear su cabecita a hacia los lados en señal de desaprobación.

  • Ubre – responde graciosamente dejando caer la camisa al suelo.

Mi exceso de pasión al volver a besarla hace que su cuerpo, empujado por el mío choque con el cristal, mis manos acarician con más grosería que delicadeza cada parte que pueden alcanzar, haciendo hincapié en su durito trasero, ella pega un pequeño saltito anudando sus piernas alrededor de mi cintura, reduciendo a cero la distancian entre nuestros cuerpos.

Reculo hasta que encuentro la silla a mi espalda, la mala, que al dejar caer nuestro peso sobre ella cruje con un sonido metálico.

Ya sentados, mis manos ya no tienen que colaborar en su estabilidad, ahora ella yace sobre mi aun con sus piernas enroscadas a mi cintura, asique las uso para bajar lo tirantes del body buscando cumplir una de mis más recurrentes fantasías, viendo como poco a poco la licra de la prenda se desliza sobre su pálida piel. Cris cede sin reservas dejando que los tirantes caigan de sus brazos, la prenda ya solo se sostiene por la antinatural turgencia de sus pechos, que desafían toda ley lógica sobre la gravedad. Dicen que el momento previo a antes de conseguir algo que deseamos mucho es tan bueno como el conseguirlo… veréis, yo no estoy de acuerdo con esa afirmación, para nada… de un tirón termino de bajar la prenda, haciendo que sus pechos reboten con gracia al dejar de ser esclavos de la tela.

Bamboleantes, ante mi surgen las dos tetas más maravillosas que me podría imaginar, grandes, turgentes, sorprendentemente firmes y coronadas por sendos pezones duros y enrojecidos por la excitación, no puedo dejar de mirarlos.

  • Debe ser la primera vez que te quedas sin palabras – comenta Cris divertida – quien diría que solo necesita 2 razones.
  • Hubiera estado bien que la hicieras antes – aun fijo en esas maravillas, recupero la voz.

Sigo admirando su delantera, mientras ella suelta el botón de mi polo para facilitar el trabajo de sacarlo por mi cabeza, tras ese pequeño éxito no tardamos en buscar de nuevo nuestras bocas. Solo me separo de sus labios para recorrer con suavidad su mentón, bajando por el cuello siguiendo un camino de pequeños besos que me llevan a su hombro, bajando a su pecho y tras pedir permiso con una fugaz mirada, devoran su erecto pezón. Con ansia sabores primero uno y después el otro y así sucesivamente, arrancando suaves gemido en la victima de mi desbocada devoción. Creo que nunca tendré suficiente de sus tetas, pero hay más siticos que quiera descubrir, por lo que, en contra de mis instintos más primario de seguir aferrado a esos pezones, me centro de soltar el botón de sus vaqueros, algo bastante complicado en esta posición.

  • Espera espera – dice desanudando sus piernas y poniéndose de pie.

Ella misma suelta el botón y da el primer empujón hacia abajo del pantalón, para sentar sus nalgas casi desnudas sobre la mesa.

  • Ahora ya puedes seguir – dice meneando las piernas de forma más infantil que sensual.

Como es evidente no tardo ni un segundo en atender semejante proposición y me levanto a toda prima para agarrar y tirar de esa prenda, que es endiabla mente estrecha y ajustada, lo que hace la situación sea mas cómica que erótica, haciendo que ambos nos riamos por lo absurdo que llega ser.

  • El que algo quiere algo le cuesta – comenta risueña.

Por primera vez luce una sonrisa de oreja a oreja en su linda cara, quien diría que solo necesita que alguien le arrancara cómicamente y a tirones el pantalón.

  • Por este momento pagaría lo que cueste – comento devolviéndole la sonrisa y sacando unos colores en sus mofletes.

Finalmente, y tras varios tirones más, los pantalones acaban convirtiéndose en un revoltijo de tela que arrojo sin miramiento a suelo y ahí está ella a solo una prenda de la desnudez, es como un sueño hecho mujer. No tardo en recupera mi lugar entre sus piernas besándola a la par que mi mano agarra de nuevo una de sus tetas para masajearla sin miramiento. los dedos de mi mano libre buscan trinchera entre sus piernas, abriéndose camino a través de sus muslos, tarea facilona pues Cristina las separa bien ofreciéndoles refugio del que ya se escapa la humedad oscureciendo el beige de la prenda.

  • No mentías – comento recorriendo con mi dedo la manchita sobre la tela– sí que transpira bien.

En respuesta sus manos acarician la silueta que mi durísima erección dibuja en los pantalones.

  • No mentías – responde – sí que me tenías ganas.

Soltando los corchetes que unen los 2 extremos el body por la parte baja, juego con sus labios, tanto con los arriba al besarla como con los de abajo al recorrer cada centímetro con mis dedos. jugueteo con el epicentro de su placer, recorro con cuidado la separación entre sus labios, se deteniendo con mimo en cada pliegue y amagan con entrar haciendo círculos en el lugar indicado… algo que la vuelve loca. Por su parte ella ya ha sacado mi virilidad de su encierro y me está haciendo una paja en toda regla, mientras con la otra mano agarra con algo de rudeza mis pelotas…con la de veces que le abre respondido a alguna de sus “críticas constructivas” con la popular frase “tócame los cojones” y ahora se lo está tomando al pie de la letra.

Sin esperar más mi corazón y mi anular entran, apoyándose en el meñique y en el índice que hacen de resorte desde el exterior (yo lo llamo hacer un Spiderman, ya os imagináis porque), dejando que el pulgar siga jugando con su clítoris…  y poco a poco van apareciendo las señas, sin intentar fanfarronear, de que esto se me da bien… respiración acelerada, suspiros y gemidos cada vez más frecuentes, pequeñas contracciones en el abdomen y sus piernas sufren algún que otro temblor.

  • Dios siii – pequeñas palabras se le escapan del encierro que mis labios hacen a su boca – sigueee… siiii.

Recuesta su espalda sobre la mesa, terminando con los besos y entregándose por completo a disfrutar de mis hábiles dedos…Ya he dicho que soy un poco gilipollas, pero con decirlo no basta, hay que demostrarlo ¿sabéis que me encanta? Esperar al último segundo antes de que por fin se corran y parar en seco… los se es un poco cruel, pero creedme al final compensa.

La primera vez que se lo hago, no hace ni un solo gesto, al final empiezo de nuevo a estimularla y ella se pone de nuevo en situación, pensara que puede ser un error inoportuno.

A la segunda vez frunce el ceño sin abrir los ojos, pero en cuanto vuelvo a la faena se deja llevar de nuevo.

A la tercera vez…

¡PLAS!

Vaya bofetón me ha soltado, vale quizás compensa más con tías con menos carácter que Cris.

  • ¿Qué coño haces? – dice agarrándome con fuerzas las pelotas – ¡gilipollas!

Me las está apretando con ganas la cobrona y aun así es más estimulante que doloroso.

  • Provocarte – diga aun dolorido de la ostia – ¿no me conoces ya?

Esos ojos de rabia… ahora si es la chica a la que me quiero follar.

  • Mira – me dice con todo el odio que tiene – si no vas a tomarte esto ens…

Mis dedos no le dejan acabar la frase al comenzar de nuevo a jugar, más rápidos y briosos que las veces anteriores, demostrándole la seriedad el asunto. Ella por su parte cierra de nuevo los ojos, casi parece que se queda sin aire, sus piernas tienen un tembleque incontrolable y se muerde el labio para no gritar… su vientre planito se pone tenso, casi se le marcan los abdominales, para un segundo de respirar y los temblores se extienden al resto de su cuerpo.

  • Aaaaahh!! – del encierro de sus labios se le escapa el mejor grito de los muchos que me ha dedicado.

Se ha corrido con ganas, se nota que hacía mucho que una mano ajena no la trataban así… aunque igual ni ella se trata así, vete tú a saber.

  • ¿bien? – pregunto cuando recupera el aire.

Incorporándose, rodea mi cuello con sus brazos y me besa, de una forma completamente distinta a las anteriores, para el momento es un beso más que casto, ya que solo es un prolongado pico de sus labios sobre los míos, pero esta cargado de muchas mas coas de las que parece.

  • gilipollas – me dedica un buen piropo al separar sus labios – esto se te da mejor que tu trabajo.

Nos besamos de nuevo acaramelados, haciéndolo con cariño… en este punto vamos a hacer un inciso para sincerarme, nunca he tenido ningún sentimiento que no sea de origen puramente sexual por Cris y todo lo que ahora está pasando no empezó por eso… pero ¿Quién no se derretiría cuando una chica le regala unos besos así? Algo que era puramente sexual se está convirtiendo es algo más íntimo y no quiero ser un cabrón con ella y no sé si esta acabara bien.

Dejémonos de pajas mentales…

Sin dejar esos besos tan tiernos y para recuperar el tono guarro del momento me agarro la poya y la dispongo en la húmeda entrada de coño, perfectamente lubricada después del trabajo de mis manos, con la cabeza recorro toda la longitud de su rajita y al llegar arriba doy golpecitos con mi rabo, algo que le provoca pequeños chispazos de placer que entrecortan los besos.

Dejando los jueguecitos a un lado, me dispongo a invadir su intimidad, lentamente.

  • Espera – me interrumpe - ¿tienes condón?

Maldita sea, ni un salido como lleva condones al curro, que mierda.

  • No – admito con pesadez.

Entre frase y frase, seguimos buscando nuestras bocas, como si fueran el aire que necesitamos para respirar.

  • No podemos sin condón – dice con cierta tristeza.

Que se podía esperar de la chica que sigue el manual en todas las situaciones, sin torcerse ni un milímetro… este es de las que al pintar los dibujillos no se salía de los bordes… aunque a todo esto, creo que es un buen momento para mencionas que la paciencia no es una de mis virtudes y mientras no penetro, sigo jugueteando con mi rabo entre sus piernas… coloco mi pene en la entrada y presiono lo justo para que se abra, pero no penetro… recupero la táctica de los golpecitos… separo sus labios… y volvemos al inicio, todo esto entre beso y beso.

  • Oye – mis juegos hacen mella y está cada vez más excitada – no sigas.

No suena muy convincente, y tampoco hace nada para detenerme, es más acomoda sus piernas haciendo tenaza sobre mis nalgas, aunque quisiera (que no quiero) no podría retroceder. Cada vez que repito el trio de movimientos, la meta un poquito más, ya casi va la mitad de mi pene, aunque rápidamente lo saco de nuevo y vuelvo a empezar… no es follar si la meto por fascículos.

  • En serio – cada vez suena menos creíble – no sigas.
  • Solo es un juego inocente – replico gracioso.
  • Tú de inocente no tiene nada – es una justa verdad.

Ente palabra y palabra, los besos no paran y cada vez me cuesta mas no meterla hasta el fondo, porque milímetro a milímetro, su vulva se abre calentita para mí.

  • ¡oye! – exclama tras el último movimiento

Yo me quedo quieto cuando la escucho… pero tarde, juro que no a propósito, pero ahora mismo la tengo hundida hasta los huevos en su interior… y estoy en la gloria.

  • Me estas follando gilipollas – afirma Cris.

Ese gilipollas casi lo dice con ternura y es sin duda el mejor gilipollas que me ha dedicado.

  • ¿Si no me muevo no es follar no? – pregunto sin moverme.
  • ¿en serio? – pregunta con una sonrisilla tonta, le ha gustado la broma.

Muy despacito voy retrocediendo, sacando la polla del húmedo interior, disfrutando de la fricción que sus labios hacen sobre el contorno de mi miembro, hasta que sus talones hacen tope en mi culete, y aunque hago algo de fuerza para retroceder (más bien poca fuerza), ella hace más para que no me mueva.

  • Que cabrón - dice mordiéndose el labio.
  • ¿cobrón por qué? – pregunto sabiendo la respuesta.
  • Me estas follando – dice muy segura.
  • Sigo sin moverme Cris – respondo sonriendo – y aunque quisiera tampoco me dejas sacarla.

Vuelve a mírame con odio, sabiéndose derrotada, sabiendo que desea tanto que la folle como yo follarla.

  • Te odio – me dice con una sonrisa de las suyas.
  • Pues déjame apartarme – pido sin ninguna convicción

Hago algo de fuerza hacia atrás (no mucha no vayáis a pensar) para intentar sacarla, pero ella pone en tensión sus piernas, impidiendo cualquier posibilidad de moverme.

  • Te odio mucho – misma sonrisilla.
  • Dilo – invito a que me pida lo que ella quiere y yo deseo.

Me mira todavía peor y eso me encanta.

  • Fóllame – susurra entre dientes.

Yo no pido más, por muy entre dientes o muy bajito que lo haya dicho, para mi es una victoria (no para nada), me muero por follarla y si encima me lo pide… así que enderezo un poco mi espalda, cojo sus piernas por debajo de las rodillas, a lo que ella colabora dejándome hacer y de un tirón recorro los pocos centímetros que había logrado salir, provocando que Cris cierre los ojos y apriete los dientes, pero no dice ni mu.

Repito la operación, saliendo muy lentamente y ensartándola de un tirón, con lo mojada que esta es como cortar mantequilla, se abre a la perfección para acogerme y en este según empujón entre diente se le escapa un precioso gemido.

A cada tirón, sus tetas pegan un rebote de película, moviéndose de una manera hipnótica y alocada.

  • Diiiooss – exclama – dame maaaas

Está claro que necesita un buen polvo y con cada envestida voy cogiendo más ritmo y velocidad lo que pone en entredicho estabilidad de la mesa haciendo templar la pantalla, provocando que las latas semillenas de refresco caigan al suelo y que el ratón pende del cable que lo conecta a la torre.

  • No pares de follarme – ordena agarrando como puede la pantalla para que no caiga.

Ni que ahora pudiera parar de hacerlo… el sutil chapoteo de pura humedad que generan nuestros cuerpos es audible por toda lo oficina, menos mal que no hay nadie para oírlo, aunque imaginarme que nos pillen me pone más caliente. Bombeo su interior sin tregua, consiguiendo que casi se quede sin voz y sus gemidos sean cada vez más guturales y roncos, al igual que antes empieza a tensarse y a contraer su coño, haciéndome disfrutar más de cada penetración, ella ya está cerca, y para terminar la faena sin dejar de sujetar sus piernas me agarro con fuerza a los cantos de la mesa comprimiendo sus piernas contra sus abdomen para que con esa postura las penetraciones sean más profundas, bajo la cadencia para aumentar la intensidad y casi como al principio, voy a tirones, un pequeño truco para aguantar y un acierto, pues en cada tirón pone los ojos en blanco y exhala todo el aire de sus pulmones.

Si no fuera por las contracciones de su coñito al correrse, quizás podría haber aguantado un poco más, pero la creciente humedad y los espasmos me destrozan y la saco a milésimas de segundo de rellenarla para correrme sobre la prenda que lo ha provocado todo y lo hago de manera bastante abundante.

Los siguientes minutos las pasamos en silencio, recuperando el aliento y sin movernos,

  • Joder vaya estupidez – comenta Cristina.

De no ser por la sonrisa que recorre su rostro, podría pensarse que se arrepiente de verdad.

  • Si, una total estupidez – corrobora su teoría sonriendo también.

La escena es pura contracción entre las palabras y los gestos porque para cuando quiera darme cuenta me sujeta del cuello y me besa con dulzura.

  • Dios, creo que es mi peor estupidez – dice tras el beso.

Entro en su juego devolviendo el beso yo cuando se calla, solo para al terminar comentar yo la situación.

  • Para mí no es la peor – digo divertido entre besos – pero si una gran estupidez.

Seguimos con ese jueguecito inventado por Cris unos minutos más, fingiendo arrepentimiento entre cada beso que nos regalamos sin darme cuenta de que aun como juego lo que hacemos es bastante romántico algo que aleja de todo lo que realmente quería con ella.

El reloj casi marca ya las 8 y el equipo de limpieza o el segurata ya andarán de ronda por el edificio, asique mejor será terminarlo y damos fin a ese momento que no estaba para nada planeado.

A Cris no le queda más remedio que retirar la pringosa prenda arruga de su cintura, pues esta completamente inservible tras mi eyaculación. Es divertido como tras todo lo que ha pasado, la forma en la que recomponemos nuestras vestimentas somos tan recatada y es que para volver vestirnos lo hacemos uno a las espaldas al otro, sin cruzarnos las miradas.

Ya a la media vuelta veo como recoloca la camisa por el interior del pantalón ya abrochado (si, sin ropa interior) y como le faltan algunos botones de la camisa (culpable) que transparente ligeramente sus pechos. La pierdo de vista unos segundos al ponerme de nuevo el polo y la veo de nuevo mirándome, con una expresión bastante seria.

  • ¿ha estado bien no? – pregunto para intentar romper el hielo.
  • Ha sido una estupidez – dice esta vez sin sonreír – pero una estupidez muy buena.

Concede algo de cancha a mis aparentemente inexistentes inseguridades con su aprobación.

  • ¿quieres tomar algo? – intento algo agradable – ¿o ir a cenar?

Voy completamente en contra de todo lo que comente, pero hay algo en esta situación que me pide hacerlo, pero ella pone la sensatez que a mi me esta faltando.

  • Sera mejor que no – responde algo alicaída – ambos sabemos que no eres esa clase de chico.

Se que ya no lo soy, pero eso no hace que sea menos decepcionante, pues ante todo he sido sincero con mi oferta.

  • ¿Qué vas a hacer entonces? – pregunto dejando a tras lo otro.
  • Irme a casa de mis Padres – responde.

Desde ese “será mejor que no” no ha vuelto a mirarme a la cara. Con su ropa ya recompuesta de manera baste aceptable, se gira para adecentar el penoso estado de mi oficina, con refrescos por el suelo y un equipo informático que no estoy seguro de que siga al 100%, la ayudo en eso e intento seguir conversando.

  • ¿A casa de tus padres? – pregunto.
  • ¿sabes que comparto piso con Carlos verdad? – me dice – no pensaba dormir allí después de la discusión, pero ahora sí que no voy a ir oliendo a sexo.
  • Lógico – concedo aun medio parado - ¿Qué va a pasar con él?

Esa pregunta es muy complicada para un día con tantas emociones diferentes contenida en un espacio de tiempo bastante corto, ella pasa sencillamente de contestarme y cambia de tema.

  • Me debes algo de beber – recuperando una conversación más aleatoria.
  • Cuando quieras – respondo sin dudar ni un segundo.

Recoge sus pertenencias, tapando con su carpeta pegada al pecho la trasparencia de la camisa, pero antes de que salga por la puerta le agarro por la muñeca.

  • Espera… - no se ni que decir.

Ella me sonríe mirándome de nuevo a la cara, en medio de todo esto ese sencillo gesto (no tan sencillo para ella) resulta consolador y le suelto el brazo

  • Mira… - a ella también le cuesta – esto es algo complicado.
  • Lo sé – estoy de acuerdo con ella.
  • Se cómo eres – afirma con calma – y espero que laboralmente no cambie nada por esto.
  • Soy un gilipollas – en mis labios no suena también como en los suyos – pero sabes que no lo voy a ir contando por ahí.

Sonríe de nuevo sabiendo que soy sincero y finalmente se da la vuelta para irse, con un simple gesto de la mano como adiós. Puede que fuera un buen momento para decir algo, pero ella ya sabe como soy y yo no sé si quiero cambiarlo.

Termino de adecentar lo ultimo que falta y recojo mi móvil para ver unas cuantas notificaciones sin leer, son varios mensajes de Sofia que no había visto aún.

S - ¿sigues en la ofi?

S – holiiii

S - ¿ya has perdido todo el interés en mi ropa interior?

No entiendo del todo a esta chica y en mi cabeza ya tengo bastantes cosas en las que pensar, asique la dejo en visto y me voy a casa.

...

Todo lo que sucede en esta serie de relato raya entre la verdad y la fantasía, cada nombre o lugar son en parte reales o basado al menos en lago real, quizás no se la categoría mas adecuado para el relato, pero es la más genérica.

Sin más explicación espero que disfrutéis de mis pajas mentales.