Un gilipollas en la oficina 2

Segunda parte

…El día después

Quedan pocos días para las vacaciones, lo sé, es casi idílico y además es mi segundo motivo para levantarse con una sonrisa. Desayuno revisando en el móvil de nuevo los mensajes enviados por Sofia, sin saber cómo interpretarlo y mucho menos que responder, asique de momento me hago un avestruz y no respondo.

Ya en el aparcamiento de la empresa me encuentro con Vanesa, del departamento técnico, la “ingeniera” apodada así debido a que fue la primera mujer en acceder a ese departamento que hasta su llegada era un campo de nabos.

  • Buenos días ingeniera – acompaño mis palabras con un saludo militar.
  • Que tonto eres – dice con una sonrisa – buenos días.

Vanesa es una chica menuda, con media melena oscura y ondulada, con unos ojitos miel, acompañados de unas lindas pequitas sobre sus mejillas, es más bien bajita y con las curvas justas, pero tiene sin duda (con permiso de Ana) el mejor culo de la empresa.

Ellas es la que me cuenta sobre la ruptura de la, según sus palabras, pareja perfecta.

No puedo evitar estar contento con esa noticia y con mi indirecta (no tan indirecta) participación en ella. Mentiría si dijera que no me lo esperaba, pero seguro que no creía que fuera de dominio público tan rápido.

En el Hall me despido de Vane que va a otra planta y por el pasillo de las oficinas, me cruzo con un par de chicas de auditoria, creo que una de ellas es María, lo otra no sé quién es y ambas me sonríen… vale me considero atractivo, pero no causo espontáneamente ese efecto en el género femenino y menos sin usar mis encantos, de todas formas, no negare que me alegran un poco más la mañana. Pero parafraseando a él gran Forest, la vida es como una caja de bombones y si coges 2 de la caja, aunque el primero sea cojonudo, el segundo puede hacerte potar.

Así de fácil cambia un día bueno de rumbo, lo que tardo en encender el PC.

Mas de 10 correo acumulados de la noche, el ultimo de Paula de auditoria a las 6 de la mañana donde da algo de coherencia a todos los demás correos y creo que la he cagado… otra vez.

…La Fabrica:

Pertrechado con los pertinentes accesorios de seguridad, bajo a la nave donde fabricamos, en concreto voy a la zona de expedición, donde según los correos está el lio. No tardo en encortar a Paula, ya que la vestimenta de su departamento es bastante visible entre los uniformes de los operarios.

  • El casco te queda como el culo – dice Paula cuando me ve aparecer.
  • Buenos días a ti también – respondo – a ver cuéntame cómo está la cosa.
  • La cosa esta de la tal forma que primero me pagas un café y después te digo – me contesta bostezando.

La sigo como un perrillo faldero, sin poder evitar pese a mis nervios el fijarme en ese culo redondito y en lo que parece un sujetador rojo a través de la “translucida” camisa propia de su departamento. Paula es la chica más joven de la empresa, apenas tiene 20 añitos, una nena… pero que nena, no es el perfil habitual de la empresa ¿sabéis? Un par de tatuajes en los brazos, un piercing en la nariz… no son cosas que se vean por aquí. Y está muy buena, si, lo habéis adivinado… es un regalito para los ojos, larga y frondosa melena castaña, carita aniñada (como es lógico por la edad) gran sonrisa, y un cuerpazo muy bien hecho, se nota que sus padres follaron con ganas para fabricarla.

No pierdo vista de nada hasta llegar al muelle C, donde se encuentra la expendedora más cercana.

Religiosamente saco un par de monedas del bolsillo y la introduzco con cariño y dulzura en la raja de la máquina, si LA máquina en femenino, penetrando en su oscuro interior y haciendo que suelte un deliciosa liquido calentito… soy un enfermo, lo sé.

  • A ver cuéntame – le pido a Paula mientras le ofrezco el primer vasito que sale de la máquina.
  • Hay exactamente 2 lotes fabricados – comenta dando un sorbo – y no coinciden con las previsiones del cliente.
  • ¿no coinciden cómo? – incido cogiendo mi vaso.
  • Ni en dimensiones, ni en unidades y ni en el acabado – lo dice demasiado relajada para como yo lo veo.
  • Pero si fabricamos a partir de información del cliente – comento fastidiado – y la previsión se hace a partir de esa información.
  • Ya lo sé genio – comenta – tu sabrás que has hecho mal, pero en algo seguro que las has cagado.

Paula es una mezcla explosiva entre maja y borde, complicada, pero le encanta flirtear... y obviamente yo no pierno una ocasión de arrimarme a ella, ni siquiera en las malas como ahora.

  • ¿genio? – pregunto acercándome – dime algo más bonito para arréglame el día.

No protesta por la reducción de distancias… aunque si se ruboriza un poco.

  • Tradicionalmente es el hombre el que debe decirle cosas bonitas a la mujer – me dice casi sin mirarme.
  • Ah, vale, pues, por ejemplo – hago una breve pausa para darme importancia – hamburgués con queso.
  • ¿hamburguesa con queso? – me mira con cara incrédula - ¿porque hamburguesa con queso?

No me juzguéis muy duramente por lo que viene a continuación, pero como ya me en cansado de repetir, soy gilipollas en todas las facetas de mi vida.

  • Porque estas para comerte – y lo digo como si acabara de soltar el piropo más bonito del mundo.

Sin palabras, normal… eso sí se ruboriza un poco más a cada segundo que pasa… yo tampoco entiendo porque me funcionan estas chorradas, será por lo convicción con las que las digo, por un don divino o por pura suerte, vete tú a saber… aunque puede que también sea porque a mí encanta meter fichas y parece que a Paula le encanta que lo haga, quid pro quo, supongo.

  • No me digas que te deje sin palabras – me acerco un poquito más.
  • No, bueno… - en las distancias cortas no es tan dura – veras…
  • Veo que no estás muy preocupado – la voz de Cris me saca de mi pequeño paraíso.

Es como una burbuja que explota, a mí me corta el rollo, pero a Paula, de la cual Cris es su superior directa, casi le provoca un infarto… la pobre reacciona bebiendo el café de un trago.

  • Yo que revisar muchas cosas tengo – se excusa Paula atragantando las palabras estilo Yoda – adiós.

Y sale por patas.

  • ¿Es que en esta empresa nadie da los buenos días? – lanzo la pregunta la viento.
  • No creo que sean muy buenos para ti – comenta con toda la razón del mundo – ¿aunque muy triste no estabas?

Si no lo creyera imposible diría que son celos por mi actitud con Paula.

  • ¿Qué quieres Cris? – pregunto intentando mantener la normalidad pactada ayer.
  • ¿sabes que estoy en copia de todos esos mails que tenías esta mañana? – responde con un tono bastante alto.

Su mala forma de empezar el interrogatorio es, hasta para ella y su carácter, bastante más brusco de lo habitual.

  • ¿sabes el dinero que vale lo que está fabricado? – pregunto sin espera respuesta – ¿y lo que supone el material gastado?

¿alguna vez habéis visto un volcán en erupción? Pues sin viajar a Hawái estoy a punto de ver uno y ni siquiera sé cómo puedo ser así de afortunado.

  • Cris te estas pasando – comento sin igualar su tono y acercándome a ella.
  • ¿pasando de qué? – pregunta sin bajar la voz – y si piensas decirme alguna tontería como a Paula, a mí no se van caer las bragas.
  • En todo caso se te caería el body – respondo sin pensar.

He provocado la erupción, debería pensar más antes de hablar.

  • Eres un gilipollas – ya no suena tan bien en su boca– no tienes derecho a hablarme de esa forma.

Para mi que se está pasando bastante (donde queda la presunción de inocencia) y no, no es solo por las unidades mal fabricadas y en mi cara debe reflejarse el malestar que me provoca.

  • No me pongas caritas – ya no es hablar si no gritar – sino sabes hacer tu trabajo mejor déjalo y punto.

Ya es suficiente y sin mediar palabra doy un par de sorbos más al vaso me voy, dejándola con la palabra en la boca. Ese chaparrón que me estaba cayendo no lo merezco, no voy a negar con Cristina siempre ha habido una relación muy tensa, pero nunca ha sido injusta cuando de trabajo se trata y ahora lo está siendo… Vale, quizás es que soy gilipollas (me encanta decirlo) pero no creo que me merezca esto, pero ella sabrá.

Me dirijo a la sección de embalado, sin dejar de darle vueltas a la cabeza, pensando en lo ingenuo, idiota o tonto que soy al creer que de verdad no iban cambiar las cosas entre nosotros, pero de verdad no creí que fueran a ir a peor.

Al revisar cada número de albarán, cada referencia y cada unidad por separado compruebo que Paula tiene razón y que todo está mal, pero también descubro que no puede ser culpa mía, ya que las fechas de los albaranes no son los que debería ser.

  • ¿Dónde la has liado esta vez? – la voz e Cristina, un poco más calmada, me sobresalta.

Si, por si os lo preguntáis, a ella le sienta bien hasta el casco de seguridad… pero es un desperdicio pensar eso ahora, me fastidia decirlo, pero su actitud de antes me dolió lo suficiente para intentar ignorarla ahora, si, igual que un niño pequeño.

  • Oye – reclama mi atención - ¿no piensa contestarme?

Me falta únicamente aguantarme la respiración para actuar más como un crio, pero no, no voy a contestar.

  • ¿entonces no sabes aun que ha pasado? – pregunta en un tono de voz casi inseguro.

Pero el silencio sigue siendo la única respuesta y ni siquiera me he vuelto para mirarla. Termino de anotar las numeraciones de los lotes fabricados y giro para irme, viendo que de su cara ha desaparecido la mirada de ira para sustituirla por otra de apariencia nerviosa.

  • ¿te vas sin decirme nada? – pregunta con un tono de voz que no es propio de ella - ¡oye!

Con el ultimo oye me agarra del brazo para intentar sujetarme y sé que sería fácil zafarme por fuerza, pero ya no quiero irme sin desahogarme.

  • ¿Ya has sacado tenías dentro? – pregunto sin volverme – ¿o quieres decirme algo más?
  • Yo no quería deci…
  • Ya me da igual lo que quisieras decir – la corto – ahora ya lo has dicho.

Me vuelco solo para arrojarle uno de los albaranes que acaba en el suelo.

  • Por cierto – comento muy fríamente – ahí tiene una prueba de que no era culpa mía.

Y me voy dejándola ahí parada, aun con el mismo brazo que me retenía en alto y sin decir nada, parece más una estatua que una persona.

…La Hora Del Café

Uno de mis propósitos a escribir esto es que sepáis que soy un vago y que aun en los días malos no perdona la hora del café, como si fuera un funcionario más (perdón a todos los funcionarios que leéis esto, pero es un chiste fácil y no puedo dejar de repetirlo).

  • ¿Qué has liado en la fábrica artista? – pregunta el chino tras sacar los cafés – tengo paradas varias entregas por algo que has hecho tu.
  • ¿Por qué todo el mundo piensa que es culpa mía? – mi fama me precede – que puto asco.
  • Que ha pasado entonces – comenta Javi viendo mi visible enfado.
  • En lugar de sacar los lotes por fechas los sacaron por unidades – explico de forma calmada – y han fabricado piezas que deberían entregase dentro de 3 meses.

Me queda más a gusto al decirlo en voz alta, pero aun así me jode bastante el saber que crean que es culpa mía, pues la igual que a el Chino a más de mis compañeros le habrán retenido entregas por lo sucedido y seguro que me culpan también a mí.

  • Lo siento tío – del chino me da una palmadita en la espalda – pero para una vez que no lo es ahora no te hagas el digno.

Que cabrón, pero no le falta razón y sé que no lo dice con la intención de joderme, por eso no me molesta viniendo de él.

  • Hoy al salir sí que tomamos las rubias que ayer no pudiste – comenta Javi
  • Además, puede que Sofia vengo con nosotros de nuevo -comenta el Chino.
  • Si, aunque ayer estaba más pendiente del móvil que de nosotros – dice Javi.

Con todo esto ni siquiera he pensado en los menajes de Sofia.

  • Como va hacer caso a 2 pringaos como vosotros – he de reconocer que me han cambiado el humor.
  • Oye ahora eres tú quien se pasa – comenta al unisonó.

Es bueno tener algún amigo en el curro, siempre hacen falta.

  • Lo de las cervezas lo veo difícil – comento – tengo varias reuniones para explicar lo que ha pasado y mucho que llorarle al cliente para intentar colarle todos lo fabricado antes de tiempo.
  • Es un poco injusto ¿no? – pregunta el chino.
  • Puede - comento – pero es mi deber.

Ese “es mi deber” suena asombrosamente maduro en mis labios.

La cantina es de uso público para todo el personal y aunque por lo general el hecho de que Cristina o cualquiera de su sequito de chicas de auditoria aparezcan por ahí a la vez que yo sería un regalo para vista, hoy no lo es y en cuando la veo aparecer me trago el café de golpe.

  • Vámonos chicos – los apuro para no irme solo.

Al pasar al lado de Cris, veo como me mira y como intenta pararme de nuevo, aunque lo ignoro otra vez.

  • ¿acabas de pasar de Cristina? – pregunta el chino al salir.
  • Mira que ahora está soltera – apuntilla Javi.

No les facilito respuesta y pongo rumbo a mi cubículo.

…La Reunión

A las 15:00, hora peninsular, entro en la sala de juntas de la planta noble, donde ya espera el jefe, no solo mi jefe de sección o un patético jefecillo intermedio, no el JEFE, don Alfredo de Molina y Castillo… CEO, fundador, presidente, crack, master del universo y cabecilla de la empresa, mirándome desde detrás de ese abundante y blanco a la par que amarillento bigote.

Una reflexión para la posteridad, ¿Por qué los jefes siempre tienen nombres rimbombantes y bigotes abundantes?

A la reunión se unen un par más de jefes de sección, de los que antes decía que eran patéticos, pero, al fin y al cabo, jefes (jefecillos me mola más), entre ellos Carlos, que me mira con más desprecio de lo normal, ¿se olerá la tostada o seguirá ofendido para lo de la ropa interior?

No voy a relatar toda la reunión, como dije al principio pretendo contar cosas entretenidas… pasemos pues al final, donde a pesar de Carlos, que aprovecha cada una de mis explicaciones para intentar apuñalarme, demuestro que no es culpa mía y dejo claro que me hare cargo de todo para darle la mejor solución posible.

  • Me gusta tu iniciativa – comenta el jefe – está bien que te hagas cargo del problema.
  • Venga ya – comenta Carlos – es su puto trabajo.

Se me infla la vena tras todos los comentarios que he tenido que aguantar por su parte, pero una sola mira del jefe basta para que me calle la boca.

  • No es error suyo – el boss me defiende – y aun así ofrece uno solución.
  • Ya pero no deja de ser su puto trabajo – Carlos incide de nuevo.
  • Tu tono esta fuera de lugar Carlos – el jefe no admite replica.

Y de hecho a él no le replicara, aunque la forma en que me a mi mira dice mucho de lo que se calla ahora.

  • Eso si – comenta el jefe – quiero que tu propuesta sea aprobada por financiero y auditoria, para asegurar que sea viable.
  • Vale – no me preocupa en excesos – lo preparo con alguna de mis compañe…
  • La aprobación de Cristina y de Begoña – apuntilla Carlos interrumpiéndome – es un tema lo suficiente serio para requerir de las jefas de cada sección.

El jefe consiente para poder zanjar todo sin provocar otra discusión con Carlos, sabiendo que ambas son las mejores, por mucho que pese en lo que Cris se refiere, para revisar mi plan.

Al salir Carlos, se para a mi lado posando la mano en mi hombro y en voz lo suficientemente baja para que el jefe no lo escuche me habla.

  • Cris nunca va aceptar ese plan – se regodea en sus palabras – estas jodido.
  • Si te acepto a ti – digo con recochineo – perdón, te aceptaba, en pasado.

Su mano en mi un hombro es como una pinza hidráulica, que dolor, sí que esta mazado el tío de los huevos.

  • ¿pasa algo? – pregunta el jefe en plan salvador.
  • Nada – comenta Carlos soltándome – solo hablábamos en plan amistoso.

Y se va, dejándome el hombro dolorido (el orgullo un poco también) y seguro que sus dedos marcados en mi piel.

Tras la fructífera reunión con los genios al mando, he perdido casi la mitad del día y ahora toca pasarle mi propuesta a Begoña y Cristina para que las revisen. A una se la paso por escrito vía telemática y a la otra se la llevare en persona, no hace falta decir de qué forma se lo paso a cada una, pero de no ser por lo que paso esta mañana creedme que lo haría de forma radicalmente opuesta.

…Departamento Financiero:

Me dirijo a la tercera planta para habla con Begoña, jefa del departamento que lleva toda la parte económica de la empresa y consultar si pueden revisar los precios del proyecto y ver por dónde y cuanto podemos recortar para hacer atractivo el producto.

  • Buenas tardes Begoña, ¿tienes un minuto? – digo tras picar en la puerta.

Como respuesta levanta en el dedo índice para hacerme esperar en el marco, mientras camina de un lado a otro hablando con el manos libres en el odio… yo persigo ese culo embutido en (insértese aquí cualquier prenda de vestir) color negro, dios santo si ahora esta así de tremenda, como seria de joven…

  • Te vas quedar bizco – Ana aparece por detrás y me espabila con una colleja.

Ana, que es la secretaria de Begoña, pasa a la antesala de la oficina donde tiene su puesto.

  • Si me vuelvo bizco podría mirar 2 culos distintos a la vez – comento sonriente.
  • Vaya ideas tío – sonríe por mi respuesta – por cierto ¿Qué le has hecho a Sofia? Se le han quitado las ganas de café cuando te ha visto en la cantina.

Me imagino cual es el motivo, pero lo cierto es que yo no hice nada, aunque...

  • Darle calabazas – me va más sobreactuar – no pudo suportar mi rechazo.
  • No te lo crees ni tu – Anita no es ingenua.
  • Vale, vale – comento – pero sabes que la tengo en el bote.
  • Como eres – responde mientras suspira y pone los ojos en blanco.
  • 5 minutos en la sala y ya te hace suspirar – comenta Bego que ha dejado de hablar por el móvil – tan mono no es Anita.

Ana como reacción natural, se pone roja e intenta mimetizarse con el escritorio, instinto camaleón lo llaman.

  • A ver chico, ¿Qué necesitas? – pregunta Begoña.
  • Necesito que reviséis una oferta - comento sin dar muchos detalles – necesito bajar el precio.
  • ¿bajar el precio? – pregunta curiosa - ¿Qué has hecho esta vez?

Vaya fama tengo, pero me lo tomo con calma y le explico la verdad.

  • Alfredo estará encantado – comenta Begoña – ¿tienes la documentación? Te la reviso yo en un momento.
  • Begoña, tienes una reunión en 10 minutos – comenta Ana desmimetizándose – pásaselo a Sofia, que se lleva bien con él.

Si no tenía respuesta para los últimos mensajes enviados, menos para dársela en persona.

  • ¿tiene loquitas a todas las chicas de mi sección? – pregunta Begoña acercándose más de lo necesario para decírmelo – voy a tener que fijarme más en ti chico.

Y al alejarse de nuevo, me da un ligero cachete en el culo, creo que es yo en mujer madurita y mi polla pega un respingo de gusto con lo acontecido.

…Trabajo de tarde:

A penas media hora más tarde y hallándome yo en mi oficina trabajando duramente, Sofia hace acto de presencia, tan guapa como siempre con unos pantalones beige, una camiseta blanca y la rubita melena recogida en un moño.

  • Hola – casi suena de forma tímida – ¿qué necesitabas?
  • ¿de ti? – pregunto – todo.

Intento llevar la conversación a mi terreno, obviando por supuesto los mensajes, por lo menos de momento.

  • ¿en serio me hace venir para esto? – comento con una expresión más relajada – mi tiempo vale oro chico.
  • no no – respondo ya sin rodeos – en realidad necesito que revises unos documentos para que Begoña los firme después.
  • ¿Y tenia que se yo? – pregunta – no podía nadie más de financiero
  • Sabes que eres mi favorita – toda frase vale para anotarse un tanto – pero eso debes agradecérselo a Ana, ella te propuso.
  • Maldita canija – comenta – bueno enséñame que tienes ahí.

Pasa por fin al interior de la oficina dejando la puerta abierta tras de sí y yo le ofrezco los detalles de la oferta inicial y las notas indicativas de los precios a reducir, ella los revisa con interés y cogiendo un boli del bote comienza hacer anotaciones y a lo que parece contar con los dedos. Lo sé, parecería ridículo para una contable, si no fuera porque las cifras que maneja son de 5 y 6 dígitos y yo el 2+2 ya lo hago con calculadora.

Lo cierto es que así de concentrada esta preciosa y me quedo embobado viéndola trabajar, tanto que en un principio no veo a Cristina parada en el marco de la puerta.

  • ¿puedo pasar? Quería hablar contigo… - hace una pequeña pausa – del mail que me mandaste.
  • Ahora estamos un poco ocupados – Sofia responde sin levantar la vista de los papeles.

Ella responde por mí y casi lo agradezco, no es que me apetezca mucho hablar ahora con Cris.

  • a vale – se traba un poco ante la negativa de Sofia – de todas formas, solo era para darte la autorización.

Con la respuesta casi borde de Sofia se había parada con medio cuerpo dentro y medio cuerpo fuera de la oficina y casi sin avanzar más me entrega los papeles.

  • Gracias – respondo aliviado.
  • De nada – comenta de nuevo con ese amago de sonrisa en la cara – es una buena propuesta.

Sofia levanta la vista para cruzarla con Cris y el contacto entre sus miradas es breve pero intenso, haciendo que Cris de media vuelta y salga sin despedirse, sin más gesto vuelve a los papeles y en silencio continua con sus calculo.

  • Listo – me sobresalto al oírla – ya está revisado.

Se levanta rodeando el escritorio, colocándose a mi lado apoyada los codos sobre la superficie de madera y ahora esta tan cerca que puedo oler su perfume.

  • Mira – dice tras dejar los papeles delante de mí – estas son las cifras finales.

Va señalando una por unas las indicaciones manuscritas y resolviéndome cada duda que pudiera tener (muchas dudas sí) ahora solo queda pasarlo a limpio.

  • ya le comento yo todo a Bego para que no necesite llevarlo a firmar – un gran gesto que ahorra trabajo.
  • Muchas gracias Sofia – digo muy agradecido – sin ti no hubiera sido capaz.
  • Oye no sabía que la humildad y la gratitud fueran contigo – comenta divertida.
  • No te pases o no volverás a verme así - Respondo.

Sigue con los codos sobre la mesa y con su rostro girado hacia mí, lo que deja muy poco distancian entre nosotros, podéis imaginaros lo que se me pasa por la cabeza.

  • Mucho me miras - comenta consciente de la situación.
  • No puede evitarlo – creo que es la primera respuesta sincera sin ser subidita de tono que le doy.
  • Vaya – responde sonrojándose un poco – y sin decir ninguna burrada.

Y es ahí cuando tengo en una solo fracción de segundo el momento para besarla, pero el día de hoy no parece estar para terne esas suertes.

  • Chicos – Ana entre mirando el móvil – ¿ya tenéis los papeles para Begoña?

Al dejar de mirar la pantalla del móvil y ver la situación, Ana se pone pálida.

  • Pero no es urgente – habla demasiado rápido – ya se lo llevare, ciao.

Y sale de la oficina tan rápido como entro, pero el momento era fugaz y tan rápido como Ana ha salido, Sofia se ha incorporado y cambiado de lado de la mesa.

  • Bueno ya me voy – comento mirando al suelo tímidamente – ha está bien trabajar juntos.
  • Lo ha estado – respondo – pero el trabajo lo has hecho tu sola.
  • Gracias – me mira de nuevo a mí y no al suelo – nos vemos, adiós.

Y se va por la puerta y yo solo quiero tirarme de los pelos hasta arrancármelos… o cargarme a Ana.

…Ultima hora:

Ya está toda la documentación enviada al cliente y solo faltaría su respuesta, si mi plan sale bien me merezco una plaquita a la entrada de la empresa donde ponga “Gilipollas del mes” porque le abre ahorrado muchos dolores de cabeza al jefe.

  • ¿aceptan? – pregunta Sofia desde el marco de la puerta.
  • No hay respuesta aun – contesto.
  • Vaya – contesta con carita de pena – ¿te quedas o te vas?
  • Me queda – contesto – esperare un rato más a ver si dan señales.
  • Es un buen trabajo, seguro que sale bien – dice – hasta mañana.

Se marcha por el pasillo sin cerrar la puerta, lo que me da la opción de ver de nuevo ese perfecto culo moviéndose rítmicamente con cada paso… y sin un solo comentario de los mensajes.

A las 7 no dan señales de vida, asique me marcho, aquí no consigo nada esperando, cojo mis cosas y salgo por la puerta no sin antes refrescar una vez más la bandeja de entrada mi mail, por si las mocas, pero nada. Según voy bajando las escaleras escucho una voz familiar en la recepción, pensé que no quedaría nadie, pero Cris aún está aquí… Aunque aprobara mi propuesta, no sé si tengo muchas ganas de hablar ahora con ella, así que intento pasar desapercibido mientras sigue hablando por teléfono.

  • ¿No estáis en casa? – ahora más cerca escucho su conversación – vaya.

Su voz suena bastante tristona y eso me reconcome.

  • No, no pasa nada – comenta por el teléfono – adiós.

Tras colgar el vestíbulo se queda completamente en silencia, hasta que por un segundo creo escuchar un sollozo, por lo que me para en seco y un segundo después lo escucho de nuevo, no negare que aun estoy enfadado, pero tampoco voy a dejarla ahí si esta llorando.

  • ¿estás bien? – pregunto al llegar a su altura.
  • Que susto – me dice sobresaltada – no sabía que hubiera nadie.

Mis sospechas son correctas, pero antes de que la pueda ver se limpia la lagrimas con la mano, aunque no puede ocultar que sus ojos están enrojecidos.

  • Tan feo no soy – respondo gracioso para suavizar la situación.
  • No, no eres feo, pero no esperaba ya a nadie – comenta bajando la mirada al suelo.

Creo que se ha dado cuenta que decir que no soy feo es como admitir que soy guapo, moral al 100%.

  • ¿Qué haces aun aquí? – pregunta cambiando de tema - ¿te ha dicho algo el cliente?
  • Nada – respondo recuperando mi tono tristón – por cierto, gracias de nuevo por aprobar la propuesta.
  • Era una buena propuesta– me dice con una de esas sonrisas suyas - A ver si tienes suerte.
  • ¿tú qué haces todavía aquí? – pregunto amistosamente.
  • Pues creo que me he quedado en la calle – se sincera.
  • ¿en la calle? – pregunto.

Ella me cuenta que ha perdido las llaves, todas, incluso algunas que son de puertas de la empresa, ninguna de gran valor, pero es una faena… sabe que las ha tenido que perder aquí porque a la mañana las tenía, pero no las encuentra.

  • Vaya sí que es un lio – contesto intentando empatizar - ¿quieres que te ayuda a buscarlas?
  • Créeme que no queda sitio donde buscar en el que no haya mirado ya – me dice alicaída.
  • ¿Bueno y que hacemos entonces? – pregunto.
  • ¿Qué hacemos? – pregunta mirándome a los ojos - ¿los dos?
  • Claro – contesto seguro – no te voy a dejar aquí sola.

Su mirada desde las gafas de pasta adquiere brillo con mi respuesta y no por las lágrimas esta vez.

  • Te empeñas en sorprenderme – me dice – quien diría que el gilipollas de la oficina es buen tipo.
  • Soy mucho más que un gilipollas – digo intento parecer indignado.
  • Después de cómo te trate esta mañana – me dice bajando la mirada – sé que no te merecías la forma en que te hable.
  • No fue para tanto – respondo a sabiendas de que miento – me has dicho cosas peores.

Intento bromear para quitarle hierro al asunto como, no vamos a ganar nada ninguno manteniendo el enfado permanentemente, asique me tragare un poco el orgullo, después del encuentro con Carlos tampoco es que me quede mucho que tragar. Ella me mira para sonreírme, quizás consciente de que miento, quizás agradecida por dejarlo correr o quizás simplemente como un intento de disculpa más.

¿Sabéis lo que es un pagafantas? Me imagino que sí, pues hay una regla que se puede aplicar a situaciones como estas, la regla “joker”, donde la sonrisa del inalcanzable objeto de deseo del pagafantas es igualmente reconfortante como frustrante… se lo que pensáis, si hay reglas para pagafantas es que yo soy uno de ellos, pero esa es otra historia… Cris no es el oscuro objeto de mi deseo y el hecho de haberla follado descarta la teoría del pagafantas… pero sus escasas y peculiares sonrisas tiene ese mismo efecto en mí.

  • ¿sigues en casa de tus padres? – pregunto dejando atrás lo relacionado con la discusión.
  • Así es – responde encogiéndose de hombros – pero no están en la ciudad y no quiero ir a mi casa.

Me quedo en silencio pensativo, se por qué no quiere a su casa (Carlos)… se lo que yo quiero hacer y se lo que ella pensara cuando lo diga en voz alta, pero no se me ocurre otra cosa.

  • ¿en qué piensas genio? – pregunta sarcástica al verme pensativo.
  • Vente conmigo – lo suelto sin más.
  • ¿contigo? – pregunta entre sorprendida y extrañada – ¿a tu casa?
  • A mi casa – respondo sonriendo.
  • ¿tiene una cama de sobra? – pregunta con algo de interés.
  • Tengo una cama para ti y un sofá genial para mí – respondo.

En otras circunstancias no haría falta explicar que no querría que durmiéramos separados, pero no creo que hoy este el horno para bollos.

  • No creo que sea un gran plan – responde.
  • No tengo otro – soy sincero.
  • No sé si merezco que hagas eso por mi – responde – esta mañana fui muy cabrona.
  • Vamos rubia – me sincero – pensé que ya habíamos dejado eso a tras ¿no?

Mi respuesta es sincera sobre el perdón por su actitud, pero mirándola no creo que vaya aceptar mi oferta, supongo que era poco probable, pero tenía que intentarlo.

  • Vale – responde contra todo pronóstico.
  • ¿vale es un sí? – pregunto dudoso.
  • Si, vale es un si – responde zanjando cualquier duda.

Sin más conversación se levanta, recoge sus pertenencias y se dirige a la puerta, dejando absolutamente perplejo.

  • ¿no vienes? – pregunta Cris desde la salida.

Y yo voy como un ratoncito detrás del queso…

…La Gilicueva:

Si, gilicueva, como la batcueva, pero en versión yo.

Vale, no es una cueva, obvio… pero es una forma cool y varonil de llamarle a mi céntrico apartamento… no penséis que soy un chico bien, bien y gilipollas no pegarías en mi historia, mi casa es una herencia, imaginaros, mis padres heredan una vivienda y ya tienen casa, no tengo hermanos, mis padres se deshacen del gilipollas que vive con ellos… todo perfectos ¿no? La única pega es que el piso es algo viejo y lo tengo todo manga por hombro en reformas mientras lo voy poniendo apunto.

¿Os preguntareis que os importa a vosotros todo esto? Recordáis la palabra sofá genial, bueno, quizás fue genial en los 90, ahora más bien es “útil” por decirlo de forma amable… así que imaginaros la cara de Cris cuando lo ve.

  • Has dicho que yo dormiría en la cama ¿verdad? – pregunta.
  • Claro claro – respondo – además no será la primera vez que duerma ahí.

No hay mucha más conversación mientras preparo unos sándwiches como cena, tan solo son comentarios sobre el tiempo, las noticias o alguna serie en emisión, es como si hablar fuera un problema. Por descontado ni un solo comentario de lo sucedido ayer o de su actitud de la mañana, aunque parece algo avergonzada con cada mínimo gesto amable que tengo con ella.

  • ¿Podrías prestarme algo para dormir? – pregunta aun masticando el ultimo trozo.
  • ¿hablas con la boca llena? – pregunto fingiendo escandalizarme – no me esperaba eso de ti.
  • Que gilipollas – ahora vuelve sonar bien de nuevo - ¿me dejas algo entonces?
  • No prefieres dormir en ropa interior – comento – o desnuda.

Pone los ojos en blanco, pero una sonrisa aparece en sus labios.

  • Como eres tío – responde – no tengo muda y creo que soy friolera para dormir en bolas.

Creo que hacer un comentario sobre que yo la calentaría tanto como ella quisiera es forzar demasiado al maquina teniendo en cuenta que hace menos de 24 horas sería impensable el mero hecho de hablar de una forma tan distendida sin que se cabree… y es precisamente el hecho de que no se cabree lo importante, porque cada una de las sugerencias subidas de tono que puede haberle dicho, se las habría soltado igualmente, aunque se enfadara.

La acompaño a la habitación, donde le ofrezco una camiseta de tirantes tipo básquet que me queda algo grande hasta a mí, cojo también una muda cómoda para mí y una almohada para el sofá.

  • Voy a cambiarme en el baño – le comento – tu si quieres cámbiate aquí y después si necesitas usar el aseo te lo dejo libre.

Solo asiente mientras ojea la camiseta. Por mi parte, cierro la puerta al salir y voy al baño para cambiar mis baqueros y camisa por un pantalón corto elástico y una camiseta vieja, llamémoslo ropa cómoda.

  • ¿terminaste? – pregunta Cris tapándose los ojos – necesito usar el baño.

La camiseta le queda mejor que a mi desde luego, la va a medio muslo y si se pusiera de lado, esto seguro de que le vería a la perfección el perfil de la teta, en mi cabeza resuena esa afirmación de que no tiene muda y ya solo pienso que debajo de la camiseta no lleva nada.

  • Mujer – comentó divertido – para que te tapas los ojos si no tengo nada que no hayas visto ya.
  • Lo sé – se sonroja, pero se destapa los ojos – era por educación, yo que se.
  • Estas preciosa con esa camiseta – afirmo avanzando hacia la puerta para ceder el baño.
  • Que tonto – dice parándome antes de salir.

Se acerca a mi creándome grandes expectativas para finalmente darme un casto beso en la mejilla, eso sí, muy cerca de la comisura del labio.

  • Gracias por todo – dice dejando ya el paso libre – eres genial.
  • Vas a hacer que me lo crea – comento volviéndome hacia ella.

Sin decir nada mas solo menea su cabecita de lado a lado mientras se pierde tras la puerta.

Yo me voy salón donde me pongo una de esas pelis de acción noventeras que siempre dan en algún canal y aunque al salir del baño hace una ligera parada, finalmente y sin decir nada siento sus pasos desnudos perderse por el pasillo e instantes después escucho como cierra la puerta de la habitación.

…De Madrugada:

No sé el tiempo que ha pasado, la película no terminado aun, pero en mitad del salón comienzo a escuchar los mismos pasitos de pies descalzo que escuche alejarse y esta vez se acercan.

Medio somnoliento miro hacia el pasillo y ahí esta ella, con la amplia camiseta que le preste, es casi etérea en la oscura estancia solo iluminada por los reflejos de la tele. No dice nada ni siquiera cuando llega hasta el sofá y se sienta sobre mi regazo. Mis manos no tardan en acariciar sus desnudas piernas siguiendo el camino para cogerla por la cintura, pero ella me agarra con decisión por las muñecas y sin que yo aponga ninguna resistencia lleva mis brazos contra el respaldo del sofá.

Sin aflojar nada la fuerza que ejerce sobre ellos, me mira a los ojos sin gafas de por medio e incluso en la oscuridad ese verde brilla igualmente, se acerca para darme un beso, pequeñito, muy pequeñito para las ganas que yo tengo de comerle la boca, sonríe cuando se separa y yo intento seguir sus labios, pero no puedo al tenerme bien sujeto contra el sofá. Mueva mis brazos colocando mis manos detrás de mi cabeza con mi total colaboración, me las suelta dejándolas ahí, pero con una miradita me da a entender que la deja llevar las riendas, algo a lo que no voy a oponerme. Con sus manos ya libres coge mi camiseta y la va levantando, haciendo que sus manos rocen mi piel, algo que, por simple, no dejar de ser excitante.

Levantando las manos como un delincuente dejando que solo tenga que tirar de la prenda… pero el cuello de la camisera es estrecho y mi nariz no es pequeña, asique si sumas 2 hechos aislado consigues que se quede trabada a mitad de mi cara, completamente del revés, tapando mis ojos y sujetando mis brazos… debe ser bastante cómico pues se le escapa una risa contenida y casi inaudible. Separo mi espada del sofá para intentar terminar de quitármela, pero su mano sobre mi pecho me devuelve bruscamente al lugar de inicio y aunque por inercia intento protestar, sus labios cubren mi boca y acallan cualquier intento de revuelta en mitad de un beso más intenso, pero igualmente corto. Finamente y como quien quita una tirita, de un tirón saca la camiseta sin miramiento y de nuevo con una miradita seria y una ceja levanta me da indicaciones y hasta que no devuelvo los brazos a la posición acordada no cambia la expresión.

Sus agiles dedos desatan el nudo que mantiene tensa la goma de mi pantalón, permitiéndole colarse por la cintura para sacar mí ya más que endurecida polla y como en la anterior ocasión, mientras con una mano me masturba deliciosamente, con la otra agarra con tensión mis pelotas, dejando claro quién manda. Me cuesta quedarme quieto, pero a cada leve intento de moverme, ella aprieta un poquito más mis huevos, motivo más que suficiente para no mover ni un pelo.

Como recompensa por contener mis ansias de tomar el control y aunque para ello deja de masturbarme, tirando desde el borde de la prestada camiseta, va levantado la amplia prenda como a cámara lenta, dejándome descubrir milímetro a milímetro su completamente desnuda piel, prestando más atención cuando llega a la zona del pecho, viendo ante mí de nuevo los 2 mejore pechos que jamás haya visto, grandes y desafiantes… no se si es premio o tortura, porque ahora me cuesta más quedarme quieto. Consciente de ello, Cris acerca una de esas maravillas a mi boca, dejando que mis labios prueben de ese manjar endurecido, dando un pequeño mordisco a su pezón.

Recuperando la postura inicial, la verdad no sé de dónde, saca un preservativo que comienza a abrir sin más espera, para colocarlo con suma destreza conteniendo mi virilidad en ese traslucido objeto. Menea un par de veces mi rabo para comprobar que el condón este correctamente puesto y se eleva ligeramente adelantando sus caderas de tal forma que ahora nuestros sexos están alineados. Con destreza frota mi polla contra su coñito, humedeciendo por completo el recubrimiento de mis partes, tras esta prueba de la excitada que ya está coloca con precisión el pene en la entrada y se deja caer lentamente, sintiendo cada centímetro de su estrecho interior… tras quedar completamente invadida, espera unos según así completamente quieta, mirándome fijamente.

Sin levantarse absolutamente nada, empieza a moverse de adelante y hacia atrás, muy despacio, dándose el lujo de hacerlo así porque puede, porque ya no tenemos las prisas ni la locura del día anterior y a cada moviente siento su piel deslizarse sobre la mía y como su interior me succiona lentamente.

Los ojos están fijos en los del otro y sin hacerse de rogar, los primeros gemidos se escapan de nuestras bocas mezclándose con el ruido de la tele y nuestras respiraciones poco a poco se van desbocando. Pone una mano sobre mi pecho para ganar estabilidad y así aumentar algo más la velocidad y en su carita van apareciendo loas mismo signo que ayer precedieron al orgasmo. El vientre se le pone durito, los temblores hacen que sus vaivenes pierdan el ritmo y sus ojos se cierras a la par que se muerde el labio inferior.

Con ultimo tirón se corre sobre mis piernas, quedando inmóvil, esta tan bonita que a riesgo de ser castigo abandonando lo postura y agarrándola por la cintura le pego un beso de película. Ese beso se convierte en miles de pequeños besitos mezclados con algún mordisco, mientras se abraza a mi cuerpo, rodeándome con sus brazos.

  • Te has movido – me dice al oído tras finalizar los besos – chico malo.
  • No pediré perdón – respondo.
  • ya veremos – dice mordiéndome la oreja.

Muerde con la suficiente fuerza para ser molesto, pero no doloroso y es más un gesto simbólico que un verdadero motivo para pedir perdón… ni un millón de siglos pediría perdón por nada de lo que me pasado con esta chica, no cambiaría ni la bronca de esta mañana ni todas las demás veces que discutimos, no las cambiaria si supiera que acabaríamos en este momento.

Gilipollas me llamaban.

Ya he dejado demasiado tregua desde su orgasmo, asique mis manos agarran sus glúteos para levantarla lo suficiente antes de dejarla caer regalando un gemido en el proceso, pues aún durante esa breve tregua nunca llegamos a separar nuestros cuerpos. Viendo los buenos resultados del primero empujón, lo repito de nuevo sin dejar pasar mucho tiempo, volviendo a arrancarle un gemido. Al tercer intento ya no necesito levantarla, ella solo se sabe el camino y aunque mis manos siguen sus movimientos, la hago solo por instinto ya que ella marca el ritmo.

Sentir sus gemidos en justo en mi oído es más glorioso que la 5ª sinfonía de Beethoven (o de Mozart, no sé de música) su respiración acelerada corre por mi nuca y compartimos el sudor de nuestros cuerpos, mientras sus tetas apretadas contra mi pecho se deslizando al ritmo marcado por sus caderas, es una maravilla y me esta llevando al éxtasis con cada segundo que pasa.

Para mejor los últimos segundos antes del fin, se separa ligeramente para besarme, acallando sus gemidos y terminado con la sinfonía, me gana de nuevo en esto de correrse, pero bendito problema y mientras ella me regala su orgasmo entre mis labios, ya termino también, compartiendo entre nuestras bocas el placer. Seguimos abrazados pero quietos, sin besos, solo escuchando la acelerada respiración del otro en el oído hasta que Cris se mueve para mírame de frente, coge mi cara con ambas manos y me da un tierno y corto beso, para finalmente levantar liberando mi miembro casi flácido de su interior.

Libre de tan deseable prisión, voy al baño, para quitarme el repleto condón, anudarlo, arrojarlo al baño (sé que es una cochada, pero que le vamos hacer) y tirar de la cadena. Mientras me lavo las manos pienso en la caja de bombones de Forest y en que el ultimo bombón del día debía ser el mejor de la caja y aunque me imagino que, igual que sigilosamente vino, ahora se habrá vuelto a la habitación, solo espero mantener el buen rollo mañana por la mañana, no como hoy.

Mis sospechas son correctas y en el salón ya no hay rastro de ella, por una vez odio ser tan listillo, apago la tele y me tumbo mirando al techo.

  • Hazme un sitio – su voz en medio del silencioso salón me sobresalta.
  • Pensé que volvías a la cama – respondo haciéndome a un lado.
  • Soy un poco friolera – responde con naturalidad enseñando la colcha que trae en sus brazos.

Sin mas explicaciones se acuesta mi lado, aun completamente desnuda, tapando nuestros cuerpos con la colcha… no hago mas preguntas, con ella a mi lado y después del entretenido esfuerzo, el sueño me alcanza rápidamente.

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Espero que este segundo capítulo cumpla con todas vuestras expectativas y gracias por los ánimos para continuar con la historia.