Un gilipollas en la oficina 10

Un poco mas cerca del final...

…Miércoles:

Me he despertado entre satisfecho y decepcionado conmigo mismo por todo lo que ha pasado con Sara, joder, no todos los días tienes tan cerca a una mujer de bandera como ella, pero en realidad si estoy contento, porque solo quería estar conmigo por todo lo que paso con Cris.

Esto que veis deben ser los últimos restos de dignidad que me quedan.

El segundo día después de las vacaciones no es mejor que el primero, todavía se respiran en el ambiente los últimos gramos de la libertad estival, mezclados ya con la desesperanza de una vida de obligaciones y marrones, es pura poesía melancólica y que sea miércoles, el día más cutre de la semana, no ayuda.

Al pasar por recepción he saludado a Sara y no ha contestado, no entiendo porque, ya que en parte su trabajo es saludar a todo el personal. Hoy no he ideado ningún plan descabellado para no ver a Cris, ni estrategias absurdas ni carreras por los pasillos, solo camino sin prisa pero sin pausa rumbo a mi puesto y hasta saludo con amabilidad a toda la gente que me encuentro, voy a saludar hasta a Carlos, soy un encanto de chico.

  • Buenos días – le saludo con efusividad fingida.
  • Buenos días – el responde con la boca pequeña – a las 16:00 tenemos reunión con contabilidad.
  • Gracias Moneypenny – el chiste sobre secretarias era inevitable.
  • Déjate de tonterías – Carlos frunce el ceño – y acuérdate.

Solo asiento cuando paso a su lado para dejarlo atrás, no me fio mucho de darle la espalda, pero los testigos me garantizan vivir un día más, termino mi paseo matutino sentado, como siempre, en la mesa de mi cubículo y 5 minutos después, aprovechando este lapso de tranquilidad, me voy a por el primer café del día.

Es maravilloso descubrir que mis compañeros son diligentes y profesionales o al menos lo son más que yo, ya que la cantina está completamente vacía. Sin colas, sin ruido de fondo, solos yo y la “ American coffee express ” rindiendo al máximo de su capacidad para servirme un doble solo con doble de azúcar, pequeños placeres de la vida.

  • Hola – Cris aparece a mi espalda - ¿no es un poco pronto para un descanso?
  • Nunca es pronto para eso – me giro para contestar - ¿quieres uno?
  • No, gracias – una respuesta muy educada - ¿estás de mejor humor?
  • Puede – ni confirmo ni desmiento – por cierto, estas muy guapa hoy.

Y como si fueran las primeras palabras halagadoras y comprometidas que le dedico, se ruboriza y sonríe a partes iguales, con el pelo recogido en una coleta se acentúa aún más el gesto, además ha seguido por voluntad propia uno de mis consejos, no lleva la camisa abotonada hasta arriba.

  • Rubia – Jaime la llama desde la puerta – te estamos esperando.
  • Voy voy – Cris responde ligeramente alterada – hasta luego.

La despido con la mano, alucinando con ese idiota de Jaime, solo yo la llamo rubia, pero sobre todo me molesta que ella no le ha reprochado que se lo llame.

El resto de la mañana ha sido una carrera de fondo, de esas en la que no importa llegar el primero, pero sí importa llegar… con eso quiero decir que a mí no me importa llegar el primero, pero igual debería importarme un poco más.

Contestar emails y llamadas a tutiplén sería un trabajo muy sencillo (y aburrido) si mi equipo informático funcionara bien, pero no, se ha colgado cada 2 por 3 desde primera hora y yo de informática no tengo ni puta idea, pero resulta que la palma de mi mano es ingeniera informática titulada y a cada vez que se peta, examina mi PC con “cariño”.

  • ¿sabes que tenemos informático en el piso de abajo? – Ana habla desde la puerta.
  • Mi mano es más eficaz – seguramente no, pero es terapéutico golpear el PC.
  • Bruto – a Ana no le falta razón – si dejas de aporrear esa cosa te cuento un secreto.

Por Ana, lo que sea, hasta dejar de maltratar un ordenador y si además me informa de algo jugoso, mejor que mejor.

  • Soy todo oídos – dejo el PC tranquilo y me giro hacia ella.
  • ¿a qué no sabes quien cumple 30 el viernes? – Ana esta visiblemente emocionada.
  • Para nada – me imagino de sobra que es ella.
  • ¡yo! – solo le falta lanzar confeti al aire.
  • ¡Es genial! – no es sarcasmo lo juro – pero no todo el mundo se alegra de cumplir 30.
  • A mí me encantan los cumpleaños – Ana contagia el optimismo a cualquiera – y el viernes a las 7 lo celebramos en el Turín.
  • Pues allí estaré – como voy a perderme una fiesta.

Ana se va por el pasillo dando saltitos de emoción y felicidades cual gacela o así es como yo me la imagino, puede que este exagerando otra vez.

Ya casi es la hora de comer, por lo que me reúno con mis chicos para bajar al comedor, como siempre a esta hora, caminamos atraídos por el fragante olor de catering que inunda toda la planta baja. Recogemos las bandejas, eligiendo los manjares disponibles para el día de hoy, un filetito de ternera con unas verduritas y doble postre a base de flan y natillas, la fruta para los monos.

Estaba hambriento hasta que veo a Cris y se me cierra el estómago, lo sé no es el sentimiento normal, pero ahí esta ella sentada junto a Jaime conversando tan alegremente mientras comen.

Al menos están en otra mesa y puedo ponerme de espaldas a ellos, aunque eso signifique renunciar voluntariamente a mi sitio de siempre.

  • ¿te cambias de sitio? – El Chino me mira alucinado.
  • Hay que innovar – finjo como un campeón.
  • No te lo crees ni tu – Paula se sienta mi derecha.
  • ¿Qué te hace pensar que miento? – pregunto de forma demasiado inocente.

Ella se limita a dirigir su mirada hacia donde Cris y Jaime comparten mesa.

  • No me des la comida por favor – suplico sabiendo que me tiene calado.
  • Para nada – Paula se ríe – creo que ya tienes suficiente.
  • No voy a preguntar porque crees eso – para que, ambos sabemos la respuesta.
  • Mejor – Paula juega con el brócoli de su plato.

Cada día me cae mejor esta chica, aunque aún me da repelús cada vez que se mete en mi cabeza y adivina mis pensamientos, espero que cuando hace eso, no mirada nada en la sección para adultos de mi cabeza lo que más o menos es el 99.7% del total.

Con el estómago cerrado, lo único que se me ocurre hacer con la comida es ordenarla por colores, pero desde luego que no soy capaz de comerla. Al final lo único que nada puede evitar que coma, son mis 2 postres, asique una vez terminados me levanto sin darme la vuelta, evitando todo contacto visual con el motivo de mi “casi” inapetencia.

Escapo del comedor con poca sutileza y mucha prisa.

La reunión ha sido lenta, aburrida e infructuosa, la presencia de Carlos no a ayudado a que mejore. Básicamente ha sido una presentación sobre los precios y productos que vendemos, de cara a conocerlos para la feria, pero al final tendremos una lista vía web, que es lo mismo que una chuleta, por lo que no tenemos que aprendernos los datos.

El resto del día a pasado entre pensamiento absurdos y porrazos al PC, más violentos de lo que probablemente hacía falta, pero tan relajantes como necesarios para poder sobrellevar el run run de mi cabeza.

Lo he pensado una mil veces en este rato, si Ana tenía razón sobre Sofia, ahora mismo yo soy como ella… nunca había necesitado tanto a Cris como ahora que la veo con otro y todo eso sin saber si tiene algo con ese otro, creo que estoy celoso, el primer paso es reconocerlo y espero que también sea el ultimo, porque no sé cómo gestionar esto.

Ayer pensaba en cómo escapar de ella, intentando evitarla gran parte del día y ahora voy como un yonki a por su dosis, camino de la sección de auditoria. Esta vez entro sin pararme a pensar si hago lo correcto o no, si de verdad hago esto por mi o por ella o solamente para que este conmigo y no con él, pero Cris no está ahí.

  • No esta – Paula confirma lo que mis ojos ven – tenía una reunión.
  • ¿a estas horas? – pregunto nervioso.
  • No esta con Jaime – Paula no necesita que haga la pregunta directamente

Suspiro aliviado y avergonzado de sentirme de esta forma, como el acosador que negué ser.

  • Me encanta que nos entendamos casi sin palabras – sonríe divertida – le diré que has venido.
  • Creo que a mí también – lo admito a medias – quizás tu y yo deberíamos tomar algo un día de estos.
  • Si quieres hablar conmigo – Paula me mira compasiva – no es necesario que me invites a tomar algo.
  • Me lo anoto – sonrió un poco más relajado – nos vemos.

Ella solo asiente y vuelve a la pantalla, yo por mi parte me voy a casa, ligeramente más tranquilo, por una parte, pero abrumado por como he actuado el día de hoy.

…Jueves:

Es habitual que use referencias de la cultura televisiva en mi vida cotidiana, esta vez me sacare de la manga a Harvey Dent, un villano recurrente en las páginas del caballero oscuro, porque es un poco como me siento, entre el chico que era entonces y el gilipollas que elegí ser durante estos últimos años.

2 caras de una misma moneda, opuestas una a la otra y que, rodando sobre el canto, se tambalea pendiente de que el destino elija de qué lado va a caer.

En lugar de dormir he estado elaborando esta fantástica comparación teórica y ahora que tengo que levantarme tengo demasiado sueño para salir de la cama, lástima que no sea opcional. Hoy al cruzarme con la gente por los pasillos, en lugar de una sonrisa y un saludo, intercambio un bostezo con mis compañeros. Esta vez Carlos me espera directamente delante la puerta de mi puesto, ojeando el reloj y eso que solo llego 5 minutos tarde.

  • Que falta de profesionalidad – Carlos refunfuña cuando me ve parecer.
  • Buuuuuenos días – prolongo mis palabras mientras bostezo.
  • Buenos – Carlos responde por educación – acompáñame, tenemos que ver unas cosas.

Sin darme opción a replica, se va por el pasillo sin decirme a donde, dejándome sin más opción que seguirle con mis cosas en las manos y mi cara de empanada por la falta de sueño, soy como un zombi obediente camino de una más que probable reunión para la que no estoy preparado. En la sala de juntas está el jefe, controlando el reloj como Carlos, Vanesa tan mona como siempre, Jaime tan estirado como siempre y Cristina, deslumbrarte incluso a primera hora de la mañana.

  • La puntualidad es una virtud – el jefe ataca “indirectamente”.
  • La virtud del que puede esperar a que los demás lleguen – respondo sentándome a su derecha.
  • Una respuesta para todo – el jefe sonríe – eso también es una virtud.

Un alago de tu jefe siempre sienta bien, pero no me quita el sueño ni las ganas de bostezar, pero me muerdo la lengua cada vez que uno de esos bostezos intenta escapar y al final terminare por cortármela, porque si ya venía con sueño de casa, la exposición de Jaime sobre técnicas de captación comercial es un narcótico de los potentes.

  • Te vas a quedar frito – Vanesa clava su codo en mi costado.
  • Auch – me quejo dolorido – es soporífero.
  • Lo sé – ella confirma mis sospechas – pero aguanta un poco.

Su codazo es muy efectivo para espabilarme, aunque me haya roto una costilla y me cueste respirar, por lo menos ahora ya estoy despierto, lástima que sea justo para ver el final de la charla de Jaime.

  • Gracias por la masterclass – la palabra “masterclass” en la boca del jefe no suena bien – Cristina, adelante.

No necesito ningún codazo para prestar atención a esta ponencia, pero creo que estaré más atento a la ponente que a sus palabras y eso reduce mucho mis posibilidades de aprender algo que no tenga que ver con su anatomía. En esta ocasión la charlita es corta, breve y concisa, destacando los puntos correctos sin apartarse ni por un momento de los términos que está explicando, un trabajo bien hecho.

  • Perfecto, gracias Cristina – el jefe acierta con la palabra para definir la ponencia – con esto terminamos por hoy, volved a vuestras tareas.

Intento abordar a Cris antes de salir de la sala de juntas, pero de nuevo Jaime me adelanta por la derecha, pero al menos ella me ve y por un segundo me sonríe, supongo tendré que conformarme con eso. El resto de la mañana, tras hacer mi trabajo (si, de vez en cuando lo hago) y tomar varios cafés, pasa en un suspiro, mientras miro a cada dos por tres a la puerta, por si ella ha recibido el mensaje que Paula dijo que le entregaría.

No he tenido suerte con eso.

Hoy viendo como ha comenzado la mañana, he bajado pronto al comedor y he cogido lo necesario para comer en mi mesa, no quiero tener que hacer lo mismo que ayer y fingir que no me importa ver algo que me importa demasiado ver, lo llaman ser precavido o más bien ser un cagueta.

  • ¿no bajas a comer? – Javi viene a buscarme como de costumbre.
  • No, tengo mucho que hacer – me excuso con facilidad – ya sabes, por la reunión de esta mañana.
  • No te lo crees ni tu – Javi se ríe de mi excusa.
  • Créetelo – lo digo muy en serio – no quiero mentirte.
  • ¿de verdad es para tanto? – lanza una pregunta muy genérica.

No respondo, pero me encojo de hombros, demostrando que sí sé de qué va esa pregunta.

  • Sinceramente no me lo creo – Javi se sienta – de verdad que no.
  • ¿Por qué? – pregunto sorprendido y algo molesto.
  • Venga Pau, sin ofender – Javi se explica – pero te he visto pasar sistemáticamente de todas las chicas que conoces.
  • No he pasado de todas – protesto sin pensar en lo que digo.
  • Me voy a comer – Javi se levanta – piénsatelo y si se te ocurre alguna, me lo dices después.

Me ha dejado con la palabra en la boca, algo que yo suelo hacer con él y lo que es peor, que tiene razón, aunque yo no quiera dársela.

Tras la comida vuelvo a trabajar entre papeles, migas y restos de comida varios, dentro de mi burbuja de desorden ordenado, tratando de recuperar el tiempo perdido en la reunión de esta mañana y así poder salir a la hora, nada de irse tarde que eso es de panolis o pelotas… pero lo único que realmente hago, es esperar a que Cris aparezca por esa puerta, sé que parece ridículo, pero me siento mejor si espero en lugar de ir a buscarla, me siento menos celoso y menos acosador, más como un gilipollas normal y corriente.

Los minutos van pasando y mi impaciencia aumentando, también van en aumento las teorías sobre el porqué no viene, como que Paula no le dijo nada o que Cris no quiere verme, pero me inclino más por creer que está muy ocupada y que no ha podido venir o lo que es lo mismo, me consuelo con esa forma de pensar.

Aunque tampoco le dije específicamente que quería verla, vamos no le pedí a Paula que le dijera eso en concreto, a lo mejor solo eso, un fallo de interpretación.

Al final dan las 6 y ni Cris a aparecido ni Javi ha venido a reclamarme el nombre de alguna chica de lo que no pasara, solo me queda recoger las cosas e irme a casa y esta vez intentar descansar, asique me propongo dejar en la oficina todo lo que me reconcome, ya lo retomare mañana por la mañana, ahora mejor que me olvide de todo.

  • ¿ya te vas? – Cris me alcanza en el hall – casi no te pillo.
  • Hola – llevo esperando esto todo el día y me pilla por sorpresa – es la hora de salir.
  • ¿se te ocurre algún motivo para salir tarde? – pregunta de forma coqueta.
  • Supongo que alguien podría invitarme a un café – sonrió esperando una respuesta.
  • ¿un café a estas horas? – Cris exagera el tono – mejor unos refrescos.

Caminamos hacia la cantina de la planta baja o la zona de expendedoras que hay en cada planta de la oficina, ya solo nos cruzamos con gente que se va a casa y por descontado la cantina está vacía.

  • ¿cola, limón o naranja? – Cris se rasca el bolsillo buscando unas monedas.
  • Nestea – la única respuesta que no estaba prevista.
  • Solo por llevarme la contraria – me recrimina mientras saca las bebidas.

Cuando se agacha a recoger una de las latas, mis ojos se clavan en su culo y aunque sé que si no tengo cuidado me pillara, no dejo de mirarla.

  • Toma tu refres… - se queda callada al verme - ¿me estas mirando el culo?
  • Si – ni lo niego ni dejo de mirarlo.

Solo menea su cabeza a los lados mientras suspira y se vuelve para sacar su bebida, podéis imaginar que, al agacharse de nuevo, mis ojos están otra vez fijos en sus posaderas.

  • ¿es suficiente? – Cris bromea sin cambiar de posición – o ¿sigo agachada?
  • Depende – soy muy sincera cuando se trata de culos - ¿Cuánto tiempo puedes aguantar en esa posición?
  • Gilipollas – se levanta sonriendo.

En su boca esa palabra es como la más bella galantería, nos colocamos junto a una mesa alta de las que hay disponibles (todas), pero ambos del mismo lado de la mesa, no separados por ella, más cerca de lo necesario para disfrutar de unos refrescos.

  • Entonces – Cris habla entre sorbos – para que querías verme.
  • ¿no puedo verte sin motivos? – me hago el interesante.
  • Pau, que ya nos conocemos – Cris no se deja impresionar – puedes decirme la verdad sin rodeos.
  • No lo sé – soy sincero – solo quería verte.
  • ¿solo verme? – Cris pregunta intrigada.
  • Si, bueno, ya sabes – no sé qué decirle.
  • Ni que te diera vergüenza hablarme – ella se ríe de mi atragantada respuesta.

No es vergüenza ni mucho menos, es no reconocer que quería estar mis cinco minutos con ella, solo eso, recibir mi dosis.

  • No es eso – solo faltaría – solo me acorde de que quieras pedirme algo.

Salgo del apuro con al recordar que aún tenemos ese algo pendiente.

  • No tiene prisa – ahora es ella quien esquiva el tema – ¿mañana iras al cumple de Ana?
  • Por su puesto – la respuesta era obvia.
  • Me apetece mucho salir a tomar algo – Cris suspira con gesto de cansancio – llevo 2 días horribles de trabajo.
  • Tienes cara de cansada – y unas ligeras ojeras baja las gafas.

Sin pensarlo demasiado, acaricio su mejilla y con el dedo pulgar paso bajo su ojo, terminando con la mano bajo su oreja, justo en el cuello y por un segundo no existe nada más en el mundo, hasta que me doy cuenta de lo íntimo de la caricia, recuerdo que ya no debería hacer esas cosas.

  • Lo siento – aparto la mano de su suave piel – no debería.
  • No pasa nada – se ha puesto un poco colorada – no has hecho nada malo.
  • Pero no debería – es absurdo como me siento – creo que va siendo hora de irme a casa.
  • Si ya es un poco tarde – Cris me mira extrañada – yo también debería irme.

Una vez tiradas las latas a la papelera, caminamos por el pasillo uno al lado del otro si decir nada, hasta el hall que a estas horas está vacío.

  • Bueno – frente a mí, Cris se despide – no vemos mañana.
  • Si claro – respondo rápidamente.

Una vez más el silencio de apodera de los 2, una frente al otro y en sus ojos vuelvo a encontrarme perdido, le beso la mejilla, de forma demasiado largo para solo ser un beso de despedida y demasiado corto para lo que desearía que fuera. Ella no dice nada al respecto, pero aguanta la respiración durante el beso, cerrando los ojos.

Con una última sonrisa y sin nada más que decir, cada uno se va por su lado.

…Viernes:

Mi dosis de Cris de ayer fue más que suficiente para descansar tranquilo, espero que ella descansara igual, realmente se la veía muy cansada.

Con ese optimismo hasta me levantado pronto y he llegado 10 minutos antes de la hora, como si fuera una persona decente, de esas que se ganan el salaria con cada gesto, esfuerzo y dedicación, no como yo que hago lo que tengo que hacer y para, que si no reviento.

Madrugar tiene una cosa buena, la cara de sorpresa de Carlos, que como ayer me espera frente a mi puesto y se ha quedado alucinado al verme aparecer.

  • Buenos días – Carlos saluda en primer lugar – esto debe estar estropeado.

Golpea con el dedo la esfera del reloj, comprando su correcto funcionamiento, llagando a incluso acercarlo a su oído para escuchar si las agujas se mueven o no, un paripé de primera, actorazo.

  • Buenos días – hoy respondo yo por educación – sabes, una buena secretaria, me esperaría con un café en la mano.
  • Si sigues llegando pronto – Carlos esta de buen humor – algún día te invitare a uno.
  • Me lo anoto – no voy a chinchar más - ¿Qué tareas tenemos para hoy?
  • A las 10 en la sala de juntas – responde de forma concisa – recuerda que es la última reunión, no llegues tarde.
  • No llegare tarde – no se lo voy a prometer por si acaso.

Se va por el pasillo y debe ser la primera vez en mucho tiempo que conversamos sin discutir o sin lazarnos demasiado pullas.

No voy a detenerme en contar demasiado lo que he hecho hoy durante mi jornada laboral, he felicitado a Ana cuando la he visto, he acudido casi puntual a la reunión y he comido revuelto de espinacas en el comedor, si hoy he bajado y además no he visto nada raro durante ese rato, ahora avancemos rápido a las 7:30 de la tarde.

Le gente se arremolina en el exterior del Turín, rostros conocidos y caras nuevas, tampoco es que puede distinguir quienes son parte del evento y quienes son parte de público del local, pero veo al Chino conversando con unas chicas que no conozco-

  • Hola Isma – es raro que lo llame por su nombre - ¿Quiénes son tus amigas?
  • Hola tío – me mira raro por no usar su mote – estos son María y Elena, primas de Ana.
  • Encantado – les doy un par de besos a cada una – yo soy Pau.

La verdad que ambas tiene un cierto parecido con Ana, sobre todo en la estatura, pero son menos risueñas que ella y también menos guapas, veo al Chino muy interesado, además tiene 2 por si con una falla.

Lo dejo a lo suyo mientras me doy una vuelta para ver quien más hay por aquí, por pura curiosidad, no es como si buscase a alguien.

  • ¡Pau! – la vocecilla de Ana me para en seco – ¡has venido!

Para lo optimista que es ella por naturales, hoy va en una nube de felicidad, corre hacia como en esas películas en las que 2 amigos se reencuentran después de mucho tiempo, pero yo la vi esta mañana.

  • Hola – es lo único que me da tiempo a decir antes del abrazo.
  • Hoy vamos a arrasar – Ana está realmente eufórica.
  • Siiii – intento parecer igual de animado que ella – hoy champan y putas.
  • ¿champan y putas? – Sofia aparece sorprendida por mi frase – ¿no te vienes demasiado arriba?
  • Solo es la mitad de una expresión popular – me justifico ligeramente avergonzado.

Ya libre de la presa que Ana ejercía sobre mi cuello, me quedo solo con Sofia mientras la cumpleañera se va a realizar llaves estranguladoras (abrazos) cada persona que se encuentre.

  • Vas a tener que explicarme ese dicho “popular” – Sofia entrecomilla con los dedos la palabra popular.
  • Solo son tonterías de juventud – que conste que no me considero viejo – nada relevante.
  • Bueno pues si eso no relevante – Sofia me coge del brazo – hagamos algo que si lo sea.

Me lleva hasta la barra sin soltarme y me sorprende que beber sea su algo relevante para esta noche, pero no diré que no me apetece una cervecita fresca. Con una jarra de divino elixir en la mano, parece que todo se ve otra forma y conversar con Sofia de forma trivial es algo que no pasaba desde hace tiempo, pero la final casi sin darme cuenta, terminamos charlando de forma muy amena e intercambiado sonrisas por chistes malos o comentarios mordaces, estamos desmenuzando cada detalle de los asistentes al evento y no somos nada indulgentes con los adjetivos que usamos.

  • ¿has visto a las primas de Ana? – Sofia se ríe mientras las señala con poco disimulo – son como Patty y Selma con el cigarro siempre en la boca.
  • Al Chino parece que no le importa – lo miro y lo veo super emocionado contándoles batallitas.
  • Como le va importar – Sofia de ríe – le están haciendo caso.
  • Que cruel – reprocho, pero me rio – el Chino tiene ciertos encantos.

Aunque intente defenderlo, sigo riéndome de la situación al igual que Sofia, que se ríe todavía más descaradamente… pero a pesar de la cercanía, de las copas y del ambiente, no hemos tonteado en ningún momento, nada más que 2 amigos divirtiéndose.

Soy el primer sorprendido de estar así, de no sentir nada de nada por ella, a pesar de lo loco que me volvía no hace mucho.

Lo noche va cayendo y la gente empieza a disiparse, ahora Javi también está con nosotros y el Chino ha desaparecido con una de las primas, la ausencia de gente también me permite ver mejor a los asistente, entre ellos a Cris, que para no variar conforme con los últimos días, esta con Jaime. Comparten conversación cada uno a un lado de la mesa, con sendos vasos en la mano, tranquilamente y sin ningún geste fuera de lo normal, como yo y Sofia hacíamos hace un rato, pero se me encoge el pecho al verlos juntos.

Mirándolos a lo lejos, me alejo de la conversación que tenía con mis compañeros, amargándome sin remedio.

  • Es duro de ver – Carlos se coloca a mi lado – ahora me entiende mejor ¿verdad?
  • No te entiendo para nada Carlos – le respondo saliendo de mis malos pensamiento – pero sí que no es agradable de ver.
  • Es un poco irónico – Carlos tiene ganas de hablar – los dos aquí viéndola con otro.

No tengo respuesta para esa afirmación, pero sentirme mínimamente relacionado con Carlos me da repelús.

  • ¿No tienes ganas de hablar? – Carlos hurga en la herida – ¿ninguna frase apropiada para el momento?
  • Vale me lo merezco – respondo molesto – lo estas disfrutando ¿verdad?
  • Por supuesto – Carlos me pone la mano en el hombre – es como el karma ¿no?, tienes lo que te meres.
  • ¿me lo dices por experiencia? – la conversación sube de tono.
  • ¿es karma que tú te metieras de por medio? – Carlos me lo dice con la vena del cuello hinchada.

Con esa afirmación queda claro que, por muy diligente o inteligente que sea en su trabaja, es un completo idiota fuera del ámbito laboral y puede que me gana otro puñetazo, pero no voy callarme más.

  • ¿enserio? – intento no gritar demasiado – ¿de verdad crees que es culpa mía?
  • No me escuchas – Carlos se mueve como un gorila – te lo repito si eres así de cortito.

Se encara directamente conmigo, llamando la atención del todo el bar, dejando claro que está dispuesto a explicarme en, por decirlo de forma discreta, lenguaje de signos.

  • Eres la ostia colega – no cedo un milímetro, aunque me tiemblen las piernas – como veo que no lo entiendes aun, te lo explico yo.

Sin cortarme un pelo le agarro la mandíbula con la mano y le giro la cara hacían donde esta Cris, que como todos lo demás, mira el circo que tenemos montado.

  • ¿la ves? – es una pregunta con bastante ironía – es preciosa ¿verdad? Espero que nunca olvides eso, como nunca vas a olvidar que fuiste tu quien lo perdió, yo no te la quite de ninguna forma, no soy su dueño y tu menos, ella solita decidió.
  • Te voy a… - aprieto con fuerza su boca impidiéndole hablar.
  • Aún estoy hablando, después si quieres me partes la cara – me arrepentiré de esas palabras – no olvides lo que he dicho, a ver si así aprendes algo, que yo soy un gilipollas y al he cagado muchas veces, también con ella, pero al menos se dé que soy culpable.

Le suelto la cara con un ligero empujón, sus ojos con pura rabia y ya solo me queda intentar esquivar el golpe esta vez, al menos el primero. Carlos se agarra la mandíbula (como si le hubiera hecho daño) y me mira con odio, pero no se mueve de su sitio, no sé si por mis palabras o por los abundantes testigos, pero no hace nada.

Al final se da la vuelta y se va, sin decir nada más.

  • ¿todo bien? – Javi me aborda por la espalda.
  • Necesito un chupito – le respondo – de alguna forma tengo que bajarme los huevos de la garganta.

Suspiro relajado mientras me sirven el trago, me he venido muy arriba y doy gracias al creador de que no me bajaran los humos a ostias. Ahí va, de un trago y hasta el fondo, el whisky me quema ligeramente al bajar, pero frena el temblor de mis piernas y los nervios del momento.

  • Te la has jugado – Javi me da animos – pero le has dicho las cosas claras.
  • Aún estoy acojonado – sonrió a pesar de todo – pero tenía que habérsele dejado claro antes.
  • Mejor tarde que nunca – Javi me da una palmada en la espalda.

Dirijo una rápida mirada a la mesa de Cris, ella mira hacia aquí, mientras Jaime le habla de cerca… espero que no haya oído toda conversación, al final estaba a una cierta distancia y la música alta, pero seguro que sabe que va con ella, Jaime consigue llamar su atención y yo aprovecho el momento para marcharme, mientras de fondo suena una canción de esas para recordar, año 2003, el canto del loco y el tema “insoportable”.

Si dicen que cuando te enamoras entiendes las canciones, quizás con el desamor te identificas con ellas y si cambio el gilipollas por el insoportable parece que todo cuadra más fácilmente y ya no tengo ganas de quedarme mirándola para nada, me despido de Javi y a Sofia y felicito otra vez a Ana.

Ya fuera del local, me encuentro con el Chino, con un sonrisa de oreja a oreja y recomponiéndose la vestimenta, ha triunfado con unas de las primas, ya le iba siendo hora.

Una vez más boca arriba sobre mi cama, sin pegar ojo, mi mente es como una noria, girando y girando, repasando una y otra vez cada detalle de las últimas semanas o de esta última noche.

…Sábado:

Tengo unas de ojeras de resaca sin habérmelas ganado como dios manda, preferiría haberme emborrachado y estar hecho mierda por los efectos nocivos del alcohol y no por no pegar ojo por culpa de mis remordimientos.

Estoy haciendo patrulla de limpieza, después toda una semana sin mover un dedo, esta casa es una leonera.

Ese es mi gran plan para hoy, limpieza, comida basura y una cervecita, alguna peli de superhéroes, puede que hasta me tome 4 horas de mi vida para descubrir si el “Snyder cut” consigue de alguna forma solventar lo floja que fue la original. Al final he dejado la casa como los chorros del oro, he visto por vigésima vez varios capítulos de series antiguas y no me he animado con la liga de la justicia, así es como he paso la tarde y estoy hecho unos zorros, por lo que tras una cena ligera me meto en cama pronto, soñando con descansar lo que no descanse ayer.

Se que he dicho que nunca pasa nada bueno después de las 3 de la mañana, pero por segunda vez tenemos una excepción a esa regla, aunque que sea bueno o no aún está por ver.

El horrible ring del timbre me despierta de forma abrupta, soy como un señor mayor y cuando a una hora así suena el teléfono o el timbre o algo fuera de la común, me pongo en lo peor, pienso que habrá ocurrido cualquiera desgracia. Medio zombi, con los ojos más cerrados que abierto consigo llegar hasta el videoportero, no sin antes dejarme el meñique del pie en el marco de la puerta, hago un esfuerzo por olvidar el dolor y me fijo en la pantallita, pero no veo a nadie ahí fuera, seria algún gamberro y ya se habrá ido, por lo que me giro para volver al sobre…

¡riiiiiiing! ¡riiiiiiing! ¡riiiiiiing!

Pego un bote por cada uno de los 3 timbrazos y me cago en d**s (me autocensuro) de una forma poco silenciosa cuando ahora el que suena es el timbre de arriba.

  • ¿Qué coño pasa? – pregunto mal humorado abriendo la puerta.

Al otro lado del umbral una delicada figura me mira apenada, sin duda sorprendida por mi vocabulario, con dos ojitos verdes vidriosos a punto de desbordar.

  • Lo sientoooo – ella me abraza con fuerza mientras sus ojos comienzan a vaciarse – no quería despertarte.

Medio en shock por lo que está sucediendo, la arrastro al interior del apartamento para no molestar más a los vecinos.

  • No, no llores – le abrazo con afecto – soy yo el que lo siente por gritarte.

Solloza sin respuesta, mojando con sus lágrimas mi camiseta, aferrada con fuerza a la tela. Juraría que huele a vodca o a algo parecido y la embriaguez explicaría esta abundante llorera. Caminando con cierta dificultad, consigo llevarla conmigo al sofá, ya sentados su cabeza sigue sobre mi hombro y sigue derramando un mar de lágrimas sobre mí, no sé muy bien que hacer, por lo que me limito a acaricio el pelo y correspondo su abrazo en silencio, esperando que se calme.

Sobéis esos niños que se cogen un berrinche, lloran y después se quedan dormidos, pues Cris es igual, se ha quedado k.o. sobre mi hombro es una postura bastante incomoda y como puedo la cojo en brazos para llevarla a mi cama, es mucho más dócil estando ebria que Sofia, ya que se deja descalzar y tapar sin protestas.

La miro desde el umbral de la puerta, demasiado sorprendido por toda esta escenita, viendo como el motivo de todos mis problemas de sueño, duerme tan plácidamente en mi propia cama y la envidio mucho.

Una melodía pegadiza suena en el salón, proviene del móvil de Cris que se ha quedado sobre el sofá y en la pantalla aparece el nombre de Rebeca, su hermana. Cogerlo o no cogerlo, esa es la cuestión, si lo cojo tendré que explicarme y si no lo cojo igual se preocupa.

Deslizo el dedo para contestar.

  • Hola – digo saludando.
  • ¿Quién eres tú y que has hecho con mi hermana? – la aguda voz de Rebeca suena al otro lado.
  • ­­­­­­­­­­­­­­Tranquila Rebeca – intento calmarla antes de explicarme.
  • ¿Cómo sabes mi nombre? – pregunta nerviosa - ¿eres un psicópata?
  • No para nada – creo que esta también va algo torcida.
  • ¡Paula! – con esos gritos la oiría sin teléfono – un psicópata tiene a mi hermana.
  • Pero quieres escucharme – estoy perdiendo la paciencia – no soy un psicópata.
  • ¿si fueras un psicópata me lo dirías? – Rebeca lanza una pregunta bastante logia.

Pone el móvil en manos libres, ya que comienzo a escuchar mucho ruido de fondo, lo que me falta para mejorar la comunicación.

  • A ver tía trae el teléfono – reconozco la voz de Paula – oye puto loco que haces con este móvil y donde está su dueña.
  • Paula que no soy un puto loco – me están volviendo loco – ¿qué coño os habéis tomado?
  • Tía que también sabe tu nombre – Rebeca casi paranoica – nos está vigilando.
  • Silencio Rebe – Paula habla como si se le trabase la lengua – que esa voz me suena de algo.
  • Soy Pau – se lo digo sin más rodeos.
  • ¿Pau? – por fin me reconoce – ¿Cris está conmigo?
  • No le digas el nombre de mi hermana – Rebeca sigue con su paranoia.
  • Si, no sé cómo ha llegado aquí, pero está bien – comento – esta dormida como un tronco.
  • Mejor – comenta al otro lado de la línea – la habíamos perdido e iba bastante perjudicada.
  • ¡Tía! No te hagas amiga del psicópata – Rebeca no se cosca.
  • No es un psicópata – Paula intenta explicarse – es el chico que viste el otro día con Cris.
  • ¿el chico guapo que le acompaño al portal? – pregunta sorprendida, pero me alaga su piropo.
  • Si, ese – Paula responde con tranquilidad.
  • Que suerte tiene Cris – comenta Rebeca – termia con Carlos y los 2 días anda con otro chico mono.
  • No digas eso que te vas a casar – la corta Paula – pero sí que es guapete.
  • Y tiene un morbillo de chico malo – a Rebeca no parece afectarla la referencia a su boda.
  • Y no folla mal – Paula también se está perdiendo.
  • ¿Tú te lo has follado? – Pregunta a grito pelado – que perra.
  • ¡Chicas! – exclamo para llamar su atención – aun sigo aquí.
  • Si, lo sabemos – Rebeca miente muy bien – tu cuídala que nosotras vamos a tomarnos la última.
  • Y no hagáis cochinadas – Paula sin filtros, como siempre.

Sin darme opción a replicar nada, finalizan la llamada y me quedo con la palabra en la boca.

Parece que a cada paso que doy, sea una dirección o en otra, Cris parece en mitad del camino y empiezo a creer que ya no es solo coincidencia, que no puede ser pura casualidad y que ella también tiene algo de responsabilidad sobre todo esto, sea lo que sea, que nos une.

Sin dejar de darle vueltas a la cabeza consigo conciliar el sueño acostado en el sofá, de medio lado y como no, con el cuello doblado.

Sueño con esos pasitos de pies descalzos que una vez escuche en el pasillo, esta vez no son sutilices y pausados, más bien son ruidosos y erráticos. En mi sueño esos pasitos la llevan hasta mi lado y se acuesta conmigo, no la veo, pero se quién es y como colofón, sencillamente nos acurrucamos juntos, haciendo la cucharita, cruzando mi brazo sobre su cintura y embriagándome con el olor de su pelo.

Es un sueño increíblemente perfecto, de esos que rozan la realidad, espero no olvidarlo cuando despierte.

…Domingo:

Me he despertado con la sensación de que algo me acaricia la nariz, como si fuera el pelo de la chica de mis sueños haciéndome cosquillas, la luz que se cuela por las rendijas de la venta ha terminado de espabilarme.

Al abrir los ojos, siento como si el sueño no hubiera terminado, no estoy solo en el sofá y no fue solo un sueño y la idílica presencia de Cris junto a mí, con las primeras luces del día sobre su pálida piel y su rubia melena, es una fantasía de improbable belleza.

Si sigo soñando y ahora me despierto, sería el más cruel de los destinos.

Con cuidado y mimo, recoloco los alborotados mechones de su rubia melena, desperdigados por su cara, sin darme cuenta mis dedos rozan su piel y sonríe por las cosquillas, aun medio dormida. De todos los imposibles que me he imaginado durante esta última semana, empezar el domingo de esta forma no estaba entre ellos.

Tan embobado estoy con la situación que ni me doy cuenta de que se despierta y me mira, sonriendo por mi cara de empanado.

  • Buenos días – tiene la voz ronca por los excesos de la noche.
  • Buenos días – aparto mi mano de su pelo al verme sorprendido.

Torpemente se levanta con un bostezo y estirándose, sin decir nadas desaparece por el pasillo, dejándome solo en el sofá, sin saber que hacer ahora o que creer, me acomodo ocupando la mayor parte, mirando al techo. El agua de la cisterna al correr revela el paradero de Cris y sus pasitos descalzos la acercan de nuevo al salón.

  • Oye, hazte a un lado – Cris espera impaciente frente al sofá – así no quepo.

Ni me lo pienso y poniéndome de lado, me aparto para que ella sin pararse a pensarlo, se acueste de nuevo a mi lado, pegando su trasero a mi entrepierna, volteando solo la cara para mirarme.

  • Aún es temprano – Cris me mira relajada – no necesitamos levantarnos aun ¿verdad?
  • Para nada – no voy a negar que estoy en una nube – pero esto es poco raro.
  • Quizás – Cris no deja de mirarme – pero no quiero estar en otro sitio ahora.
  • ¿ni siquiera en un sofá más cómodo? – pregunto divertido.
  • No lo sé – se encoje de hombros – este tiene algo especial.

Ella me mira sonriente y yo sonrió solo con verla, no me importa como hemos acabado aquí, no quiero ni pensarlo, carpe diem , las dudas y las penas mejor para otro momento.

Y me tomo esas 2 palabras al pie de la letra.

Mi mano acaricia su mejilla como la otra vez, con mi pulgar pasando por debajo de su ojo, bajándola hasta su cuello exactamente como el otro día, pero no me quedo solo ahí, termino lo que lo que no me atreví a hacer en aquel momento. Atrayendo sus labios junto a los míos, nos besamos lentamente, poco a poco disfrutando del momento, recordando el último beso que nos regalamos de esta forma y terminamos comiéndonos las bocas con pasión, como adolescentes que prueban por primera vez la ternura de los labios ajenos.

  • ¿voy mejorando? – pregunto sin disimular mi felicidad.
  • Bueno, no se – Ella se hace la dura – es como si hubieras perdido práctica.

Ambos nos reímos porque sí, porque ambos sabemos que esa pregunta sin respuesta se repetirá aun muchas veces y con franqueza, espero no llegar nunca a resolverla.

Mi brazo bajo su cuello y su cabeza sobre hombro, mejoran un poco la comodidad del sofá, permitiendo relajarnos y conciliar el sueño de nuevo, sin muchos lujos, pero de una forma casi inmejorable.

Pero los sueños como las burbujas, son efímeros y se escapan flotando por los aires.

Me he despertado antes y he hecho verdaderos malabares para no despertarla al levantarme, me están entrando los nervios otra vez, a pesar del beso, del momento y de que fuera ella la que viniera, a pesar de eso y de lo seguro que estaba hace un rato, ahora la fantasía se disipa.

Me tomo una cerveza para desayunar, no es lo ideal, pero a estas horas es más normal que un tazón de leche y cereales. Casi me atraganto al escuchar el timbre de nuevo, al menos esta vez es una hora más decente y al pasar de la cocina hacia la puerta, veo como Cris se incorpora con el pelo completamente alborotado y los ojos medio cerrados todavía.

  • Hola cariño – mi madre pasa como si fuera su casa – como no sabíamos nada de ti hemos venido a verte.

Detrás de ella, mi padre pasa dándome una palmada en el hombro y se para mi lado al ver que no estoy solo. Debe ser un poco como un cuadro, Cris con la ropa de anoche que consiste en un vestido corta y por descontado aun va descalza, el pelo alborotado y a pesar de la siesta mañana, tiene ojeras.

  • ¡Cristina! – mi madre exclama su nombre – que alegría verte.
  • Raquel, cuanto tiempo – Cris sonríe, aunque no sé si se entera de todo.

Intercambian 2 besos como saludo y posteriormente procede igual con mi Padre que ha pasado al salón, después de eso, Cris se excusa para perderse por el pasillo adelante.

  • ¡Ay! Que alegría veros juntos – mi madre me agarra del brazo – después del otro día, pensé que estabais enfadados ¿verdad Paulino?
  • Si si – mi padre responde por inercia – pero yo no creí que fueras tan tonto de dejar escapar a una así.
  • ¡Paulino! – mi madre protesta por el comentario – de verdad, sois tal para cual.

Aunque sean un poco peculiares, tengo que quererlos, porque seguro que nadie me quiere como ellos en este mundo.

  • Entonces – me dirijo a los 2 – ya veis que estoy vivo ¿necesitáis algo más?
  • Hijo, pero que tonto eres – mi madre se hace la digna – ¿no podemos verte?
  • Si claro – no voy a llevarla la contraria – pero algo mas queréis para venir hasta aquí.
  • Bueno Pau – ahora habla mi padre – pensamos que podías venir a comer a casa de los tíos.
  • De tus padrinos – mi madre hace presión – hace mucho que nos lo ves.
  • Ni siquiera has estado en su nueva casa – se apoyan mutuamente para convencerme.
  • Además, puedes llevar a Cristina – mi madre da la puntilla – así la presentas a la familia
  • ¡mama! – protesto desairadamente – ya vale.
  • Ay hijo, ni que fueras de cristal – Paulino padre va sobrado de razón – deja de protestas.
  • Haz caso a tu padre – son una pareja perfecta – seguro que ella se lo pasa bien allí.
  • ¿pasármelo bien dónde? – Cris vuelve al salón.

Es increíble que con 5 minuto de reloj le baste para estar de nuevo increíble y eso que solo se ha acomodado el vestido, recogido el pelo en una trenza y calzado los tacones que llevaba anoche, en una sola palabra, preciosa.

Mi madre me pega un codazo para que se lo diga yo.

  • Mis padres quieren que vayamos a comer a casa de mis tíos – lo digo rápido y con la boca pequeña – pero si no quieres no pasa nada.
  • Vale – Cris solo sonríe mientras confirma.

Creo que, por primera vez desde hace mucho tiempo, la vuelvo a mirar con odio, pero ella solo me devuelve una sonrisa.

  • No se diga más – mi madre coge los bártulos y se pone marcha – la casa está a la entrada del pueblo, es la más nueva.
  • Tocado y hundido – mi padre para un segundo a mi lado para hablar en voz baja – me cae bien esa chica.

Se va con una sonría de pura chulería en la cara, ahora ya sabéis de quien he heredado ese gesto tan mío o no tanto.

  • ¿no has visto las señas? – le pregunto con carita de pena – vaya fallo.
  • Si las he visto – Cris pone los brazos en jarra – ya sé que no querías ir.
  • ¿Entonces porque has dicho que sí? – pregunto suspirando.
  • Porque me apetece – me da un golpecito en el brazo – además, después de lo que le dijiste a Carlos, pensé que habías madurado al menos un poquito.

No habíamos llegado al punto de hablar de nada serio, quería que a él le quedara claro, pero me avergüenzo de que ella lo escuchara todo.

  • No sabía que lo habías odio todo – vuelvo a hablar con la boca pequeña.
  • No fuiste muy discreto – solo sonríe, no parece molesta.
  • Lo siento si dije algo que te molesto – de verdad que lo siento – sabes que soy un poco idiota.
  • Muy idiota – Cris me acaricia la cara con afecto.

Con su mano sobre mi mejilla, con más facilidad subida sobre esos tacones, me mira a los ojos y no dice nada, solo me da un beso pequeñito en la boca.

  • Vámonos – parece que tiene ganas de ir – si no llegaremos tarde.

…Familia:

Un viaje en coche moderadamente largo es una invitación a escuchar música y cantar para hacer el trayecto más ameno, pero la copilota Cris ha elegido la música y no me se ninguna, de todas formas, ha sido un buen viaje, pero tengo la sensación que ambos evitamos hablar de forma seria, solo seguimos adelante sin mirar atrás.

Ya nos llegara le momento y después de la ultimas vez que hablamos, creo que no necesito que sea pronto.

Aparco al lado del coche de mis padres, enfrente de una casa enorme que antes no estaba ahí, muy bonito pero muy recargada, casi excesiva… va muy bien con el carácter de mi padrino, Valentín el hermano de mi madre, va mucho con él y menos con mi madrina, Clara, su esposa.

  • ¡vaya vaya! – un profundo vozarrón hace eco en las montañas – no sé quién es ese estirado con pinta de no haber pisado una boñiga en su vida, pero no es mi ahijado.
  • Vaya vaya – intento imitar su voz sin éxito – no sé quién es ese vejestorio, pero no es mi padrino.
  • Ja ja ja – se ríe de forma pausado – vaya bocazas te has vuelto, estirado y bocazas.

Con los brazos cruzados sobre la redonda panza, el ceño fruncido por costumbre y una barbilla partido en 2 con un bonito hoyuelo, más viejo sí, pero la cara es la de siempre.

  • ¡Pau! – una delgada figura sale precitadamente de la casa – mírate, que guapo estas.

Me abraza con verdadero afecto, lo cual es maravillo y a la vez me hace sentirme fatal por no a ver hecho esto más a menudo, pero correspondo su abrazo agradecido por esa muestra de cariño.

  • No se merece que lo abraces mujer – Valentín protesta por el gesto de su esposa.
  • Viejo amargado – mi madrina me suelta para dirigirse a su marido – ven aquí y compórtate.

Pequeñita pero matona, puro carácter y a la vez un mar de cariño, así es mi madrina, una mujer de armas tomar, tanto que sin protestar mi padrino se acerca a saludarme.

  • Oye ahijado – habla mientras me da la mano con más fuerza de la necesaria - ¿Quién esta chica tan guapa?
  • Cierto – intento igualar su apretón en vano – ella es Cristina, una compañera del trabajo.
  • Claro una compañera – Clara habla mientras saluda a Cris – ya nos dijo algo madre.

Tras intercambiar saludos pasamos a la casa, siguiendo a los anfitriones por una visita guiada por la interior de la vivienda, aunque más bien es un palacete.

  • Tienes una familia muy divertida – Cris me lo comenta en bajito – no sé porque no los ves más a menudo.
  • Si sabes porque no venía aquí – no hay otra razón nueva – no voy a decir que lo hiciera bien, pero ya no puede cambiarlo.
  • Lo olvidaba – me coge de la mano – pero ese no es motivo suficiente.
  • Lo sé – me arrepiento, sobre todo después del abrazo de mi tía – pero soy un poco idiota.

Terminamos la visita en una gran salita de estar, con chimenea francesa y todo, es una vivienda fastuosamente preciosa, allí no esperan tanto mi padre como mi madre sentados cada uno en una butaca.

  • Buenos vámonos – Mi padre se pone en pie.
  • ¿vamos a dónde? – pregunto - ¿no comemos aquí?
  • Tu padrino nos invita a “casa Paco” – Clara me coge del brazo – aunque este amargado, dijo que ya que venias, que menos que salir a comer por ahí.

Clara hace que me avergüence aún mas de mi comportamiento, no merezco que me den un trato especial y menos después del desprecio que le hice durante tanto tiempo, ellos que casi fueron como tener un Padre y una Madre de repuesto, ya que por circunstancias de la vida no pudieron tener hijos y me trataron a mi como si yo lo fuera el que nunca pudieron tener.

¿habéis sentido esa extraña mezcla de satisfacción y vergüenza cuando vas cogido de la mano con alguien? Pues esa sensación me recórrela espalda, mientras camino hacia el restaurante, de la mano de Cris.

“Casa Paco” es el único restaurante del pueblo, es de esos sitios con un menú bastante corto y de comida más bien casera, pero todo lo que sirven esta para morirse del gusto.

Pasamos la interior del local en fila por la estrecha puerta que da una gran habitación plagada de mesas repletas de comensales, Valentín se adelanta para hablar con el dueño y pedir mesa, indicando con los dedos de ambas manos cuantos somos, de manera muy gráfica y una sonrisa, se comunican ambos de la misma forma, con gestos más que con palabras.

  • Tenemos que espera un rato – dice mi padrino al acercarse – están hasta arriba.
  • Bueno, podemos tomar un vermú mientras esperamos – le pongo la mano en la espalda – venga que invito yo.
  • ¡ja ja ja! – esa risa pausada de nuevo – ese es mi ahijado, al final no vas a ser tan estirado.

Mientras mis padres y mis tíos salen al jardín posterío del local, Cris espera conmigo para coger las consumiciones que cada una ha querido tomar.

  • Buenos días – una voz conocida desde detrás de la barra - ¿Qué va ser?

Alba pone cara de sorpresa cuando nos giramos al escucharla, debe ser la misma cara que se me queda a mí, porque a pesar de quedarme a gusto tras todo lo que le conté en nuestra última conversación, me siento de nuevo como un crio al mirarla.

  • Hola – Cris tomo al mando ante mi inacción – 4 vermús rojos, uno blanco y un mosto.
  • Enseguida – Alba responde dándose la vuelta para preparar el pedido.
  • Vaya sorpresa – Cris me habla casi al oído - ¿todo bien?
  • Si si – le respondo – pero no me acostumbro a verla.

Ella me coge a mano, como durante el camino y parece que, con un gesto tan sencillo, todo es un poco más fácil.

  • Podéis ir fuera – Alba ha vuelto hacia la barra – ya lo llevo yo.
  • Gracias Alba – le respondo, tirando de la mano de Cris para salir.

Nos sentamos en una mesa de piedra, de esas de jardín, donde ya nos espera la familia charlando. Veo como mi madre y mi madrina, le hacen señas a Cristina para que se siente entre ellas, de tal forma que quedamos los hombres de un lado y las mujeres del otro.

  • Hola familia – Alba saluda al personal con la bandeja en la mano – aquí tenéis.

Reparte las consumiciones según lo que cada le dice que le corresponde, mientras mi madre me mira con cara de culpa, está claro que ella sabía de ante mano que Alba trabajaba aquí… pero como dijo Cris, en algún momento tendré que madurar y afrontar las cosas.

  • Valentín, con el buen día que hace – el dueño del local sale al exterior - ¿Qué os parece comer aquí fuera y así no esperáis más?
  • Perfecto – el tío Valentín confirma.

Durante la siguiente hora charlamos y comemos tranquilamente, disfrutando de una comida la mar de rica y abundante, creo que tendré que soltar el botón del pantalón o reventara. He esperado mucho para volver a comer con mis padrinos, me siento muy tonto por dejar que, durante tantos años, la putada que me hizo Alba pesara tanto en mi vida, creo que debería empezar a pensar que no fui yo quien la perdió aquella noche, que fue ella la que me perdió a mi… nunca es malo tener un poco de amor propio (o mucho amor propio).

…Historias paralelas (Pau):

Tras el banquete y para perpetuar una mala costumbre que tienen desde siempre, tanto mi Padre como mi tío se levantan para fumarse una faria.

  • Pau – me llama Valentín – ven con notros y tomas una copita.

Mi padre me anima a acompañarlos con una mano en la espalda, no parece que tenga opción por lo que los sigo, primero al interior a por lo copa y después vamos a la puerta delantera, donde dejamos los vasos sobre el alfeizar de la venta, yo me apoyo en la pared y ellos se enciende los puros.

  • Bueno hijo – mi padre da una calada al puro – vamos a hablar seriamente.
  • Pero estas en condiciones – me hace gracia – con el vino que te has bebido.
  • Tu viejo aún tiene mucho aguante – se le pegan un poco las palabras.
  • No lo pongo en duda – levanto las manos en señal de paz.

No sé de quiere hablar, pero no es que tenga ganas de un sermón paterno.

  • Oye ahijado – Valentín se mete en la conversación – esa chica es una joyita.
  • Si que lo es – eso es indiscutible.
  • Bueno ¿para cuándo la boda? – me pega una soberana palmada en la espalda – a una así no se la deja escapar.

No es que no tenga respuesta (que no al tengo), es que no puedo respirar después de la caricia del padrino, si me mirara seguro que tendría la palma con todos los dedos grabado en la piel.

  • No digas tonterías – le contesto tras recuperar el aire – somos compañeros de trabajo.
  • Paulino, te acuerdas de Ramiro – parece que mi Valentín cambia de tema.
  • Si, el rubio – mi padre se suma a la conversación – era buena gente.
  • Y tanto que lo era – no pillos por donde van – trabajamos juntos muchos años.
  • Si me acuerdo – me están desconcertado un poco – alguna vez tomamos algo con él.
  • Si, casi era un amigo – Valentín parece hasta nostálgico – hicimos muchas cosas juntos.

Desde luego que no pillo de coño están hablando, deben chochear con la edad, vaya par de carcamales.

  • Pau, de verdad que hice muchas cosas con Ramiro – esta vez Valentín solo posa su zarpa sobre mi hombro – pero ¿sabes lo que nunca hice?
  • Para nada – respondo muy perdido.
  • Nunca lo lleva a comer con mi familia – Valentín se ríe – no jodas chaval, si solo fuera eso, no la habrías traído.
  • Hijo, que ya eres mayorcito – mi padre pone su mano en el otro hombro – puedes explicárnoslo.
  • ¿No se supone que esto son conversaciones de mujeres? – intento librarme de ellos apelando al machismo más rancio.
  • No te libras – estos 2 están bien sincronizados – desembucha.

Esto es una encerrona en toda regla y yo que pensaba que era por socializar, me sentía como cuando eres un crio y ves a los adultos hacer cosas, cuando te llega el día que dejan hacerlas con ellos, te sientes como en una nube… pero este no es ese momento.

  • No sé qué esperáis – me resigno a seguirles el juego – pero no hay nada que contar.
  • Hijo, que se te ve el plumero – mi padre me da una palmadita cariños – estas colado por esa chica.
  • Yo no diría es…
  • Pau, no te molestes – ahora es mi padrino el de la palmadita – somo perros viejos, no te valen esos trucos.
  • No pasa nada por decirlo en voz alta – mi padre insiste – no te va hacer menos hombre.
  • No es cuestión de masculinidad – me duele la duda – es solo que no sirve de nada decirlo.

Le doy un trago al vaso, mientras respiro los restos del humo que exhalan mis interrogadores, son como Starsky y Hutch, pero en viejo y gordo, respectivamente.

  • ¿Ya está? – tras un rato en silencia me puede la duda – ¿ya no queréis decir nada más?
  • Te toca hablar a ti – mi padre responde y da otra calada.

Parece que el humo nubla mi perspectiva, las ondulaciones que provocando en el aire son casi hipnóticas y la presión que hace el silencio del momento sobre un blandengue como yo, termina por hacerme caer.

  • Vale, vosotros ganáis – al final cedo – me gusta mucho.
  • No era tan difícil – mi padre habla de nuevo – ¿no te has quedado más a gusto después de decirlo en voz alta?
  • Un poco si – la verdad es que muy bien.
  • Ay Paulino – Valentín se dirige a mi padre – todavía sigue siendo el mismo chavalín.
  • No ha cambiado nada – mi padre lo corrobora.
  • ¡eh! vejestorios – me irrita un poco su pose de sabiduría – no habléis como si no estuviera delante.
  • No te enfades todavía – mi padre apaga el puro – que voy decirte algo más.

Como en los grandes finales de las grandes películas, los tres protagonistas miran el frente, a veces miran a una puesta de sol y en otras miran a un horizonte apacible, pero siempre hay un largo silencio seguido de unas grandes palabras. Lo sé, resulta exageradamente grandilocuente para lo cutre que en realidad es, pero si le quitas el brilli-brilli a “los vengadores” se te queda en “el equipo ja” (una maravilla del séptimo arte) así que a la vida hay que ponerle un poco de sal y mucha pimienta.

  • Pau – mi padre me mira a los ojos – o vas a por ella o te arrepentirás toda la vida.

¿tanto esperar para eso? Decepcionante ¿verdad? Pues realidad no lo es tanto, quizás sea justo lo que tengo que hacer, quizás necesitara que alguien me empujara hacia delante.

  • Y ¿Qué se supone que debo hacer? – pregunto de forma algo ingenua.
  • ¡Habla con ella! – exclaman ambos al unisonó.

…Historias paralelas (Cris):

Realmente ha sido una comida fantástica después de una semana durilla, pero el trabajo duro es gratificante y siempre trae algún momento de relax, sobre todo si te lo ganas, en este caso estoy segura de que me lo ha ganado.

  • Pau – Valentín se pone en pie – ven con notros y tomas una copita.

Pau se levanta seguido de su padre, dejándome sola con su madre y su madrina, supongo que se va hacer algún tipo de ritual absurdo para reforzar su masculinidad. Pienso en decirle algo, pero creo que se merece acercar posturas con su familia, visto lo visto, cuando escapa de algo no mira atrás para ver a quien deja en el camino.

Es un poco descorazonador darse cuenta de eso.

  • Cristina, cariño – la madre de Pau se tomas ciertas licencias - ¿quieres un café?
  • Mejor una infusión Raquel – le respondo son una sonrisa.
  • Claro, lo que quieras – Raquel me devuelve la sonrisa.

Clara hace señas para llamar la atención de Alba, que se acerca mirando con cierto desprecio, algo que ha hecho desde que la conocí, como si me culpara a mí de no estar ella con Pau, que triste.

  • Ponnos 2 cafés con leche – Clara se dirige a ella – cielo, ¿de qué quieres la infusión?
  • Un té rojo está bien – habla directamente con Alba – gracias.
  • Enseguida lo traigo – Alba respondo de forma bastante seca.

Alba se retira a preparar los pedidos y por un segundo pienso en si sería capaz de envenenarme, pero me doy cuenta de que empiezo a pensar las mismas estupideces que Pau y se me pasa la tontería.

  • Hay que ver que borde se ha vuelto esta chica – Clara comenta la actitud de Alba con su cuñada – con lo agradable que era cuando pasaba todo el día con tu hijo.
  • Clara – Raquel le da un nada disimulado codazo a Clara – no creo que sea el tema apropiado.
  • Por mí no os preocupéis – la verdad es que no me molesta para nada – podéis hablar de lo que queráis.
  • ¡mujer! – Raquel hace un gesto raro con la mano – no vamos a hablar del amor de juventud de mi hijo contigo delante.
  • Pareceríamos dos viejas maleducadas – Clara hace el mismo gesto – no vamos a hablar de la ex con la novia delante.

¿novia? ¿eso es lo que Pau les ha dicho? ¿eso es lo que el siente? Madrea mía, ¿Por qué siento como si me diera vueltas la cabeza cuando oigo esas palabras? No, cálmate Cristina, seguro que solo es una tontería, cosa de ellas, nada que ver con él.

  • No somos novios – lo dejo claro para evitar confusiones – solo amigos.
  • No te enfades nena – Clara me coge la mano – no pasa nada, ya sabemos que ahora los jóvenes solo sois “amigos”
  • ¡Clarita! – Raquel le afea la frase con un gesto – Cristina, no importa lo que seáis o dejes de ser, de verdad.

Es de agradecer que deje de presionarme, aunque no le falta razón y ahora me soy yo la que le da vueltas a ese “¿Qué somos?” que tanto daño hizo hace solo unos días.

  • La verdad es que ni lo sé – me sincero con la boca pequeña.
  • ¿Qué es lo que no sabes niña? – Raquel me coge de la mano de forma cariñosa.
  • No sé qué hay entre nosotros – me siento vulnerable al confesarlo – y no sé qué quiero que haya.

Ambas de quedan un momento en silencio, sin hacer comentarios y es bueno que no intenten quitarle hierro al asunto con alguna frase hecha o algún chascarrillo, solo se quedan ahí, mirándome.

  • Cristina, puedes explicarte – Raquel no me ha soltado la mano – no vamos a juzgarte.
  • A demás, nadie conoce a ese crio como nosotras – Clara coge mi otra mano – puedes desahogarte cielo.

Cojo aire por la nariz y lo suelto por la boca, empiezo por el principio, por Carlos y por todo lo que sucedió es ese momento, me guardo ciertos detalles de carácter personal que no podría decir en vos alta y menos a la madre y a la tía de Púa.

  • Me vendrá bien desahogarme – estoy segura de ello – pero creo que voy a decir cosas que quizás no os gusten.
  • No te entiendo – Raquel me mira confusa.
  • Raquel, tu hijo es un gilipollas integral – no me corto para nada – siento ser tan sincera, pero es la verdad.
  • Jajaja – Raquel se ríe – mi niña, que yo lo he parido, ya se lo que tengo en casa.

Su reacción es maravillosa, supongo que nadie nos conoce como nuestras madres, que se lo tome así de bien me anima a continuar.

  • Voy a usar mucho ese adjetivo – es estrictamente necesario – es un poco bocazas, soez, inmaduro y gallito, además de ser un poco atrevido para con el género femenino.
  • ¿atrevido para con el genero femenino? – Clara me mira divertida – para llamarlo gilipollas no diste tantos rodeos.

Me rio con ganas de esa obviedad, pero la palabra corta que podrías usar, es demasiado ofensiva y en realidad no se ajusta a lo que Pau es.

  • Eso es lo de menos – que más dará como lo diga – la realidad llevaba mucho tiempo saliendo con alguien antes de todo esto y cuando conocí a ese chico era un encanto, pero debajo de toda esa fachada, solo había un tremendo gilipollas.
  • Hay muchos así – Clara me da la razón.
  • Seguro que si – conozco a más de uno – pero ahí estoy yo entre el gilipollas con el que salía y el gilipollas que con un solo beso provoco un terremoto, que encima está orgulloso de ser gilipollas.

Paro un segundo de hablar, para pensar en ese primer beso que no dimos y como una adolescente, mi corazón palmita más rápido e intento disimular la sonrisa que me produce ese recuerdo.

  • Parece una historia muy corta – su madre me mira muy interesa – per un beso que tan importante ¿no?
  • La historia es un poco más larga – es un buen recuerdo – resumiendo, Pau hizo una gilipollez para no variar, cabreo a mi ex y mi ex se pudo a gritarme en mitad del pasillo.
  • No entiendo como ese acabo con un beso – Clara está más interesada que Raquel.
  • Yo no sabía que le había hecho para enfadar a Carlos – es cierto que me cayó una buenas sin saber porque – así que como otras veces lo justifique con que era culpa de Pau, sé lo ridículo que parece, pero entonces no me daba cuenta del daño que me hacía a mí misma justificando la actitud de mi ex.
  • Cris, todas cometemos errores – es la primera vez que Raquel acorta mi nombre – no te avergüences que no pasa nada.
  • Lo sé, gracias Raquel – le sonrió agradecida por sus palabras – al final fui como una furia a la oficina de Pau, le tocaba revisión y tenía excusa para ir. Entre como una loca, iba muy enfada y comencé a gritarle que me explicara que le había hecho.
  • ¿paso mucho de ti? – Raquel suspirar y eso demuestra que conoce bien a su hijo.
  • Al principio si – sigo con mi historia – pero cuando me miro a la cara, cambio su tono y su actitud por momento, dejo de discutir e intento calmarme. Supongo que verme casi al borde llanto le bajo los humos y al final me conto lo que había pasado en la comida, era solo una soberana estupidez, pero lo de verdad que sorprendió fueron las palabras que uso al definir a mi ex y eran las mismo que yo intenta borrar de mi cabeza, autoconvenciéndome de que Carlos no era tan malo. No sé porque, pero me desahogué con él, básicamente solté todas las cosas que pensaba y que no había dicho en voz alta y al principio protesto, pero a pesar de todo se calló y me escucho.
  • Perdona que te pregunte esto – Clara me mira casi apenada – niña ¿Cómo puede ser que te sintieras así y aguantaras tanto? ¿nadie se dio cuenta de cómo era él?
  • Clara, de cara a la galería, Carlos es un galán de telenovela – suspiro al recordar que cada vez que decía algo fuera de esa imagen perfecta, la gente se reía y decía que no sería para tanto – la mayoría le ve como el hombre que toda madre querría para su hija, no exagero, ya he escuchado a gente definirlo así delante mía junto con un “qué suerte tienes de salir con él” nada más lejas e la realidad.
  • Y después de todo ese lio – noto como me ruborizo al contarlo – me beso.
  • ¿se te lanzo al cuello? – Raquel parece hasta escandalizada.
  • No, no fue así – mejor explicarlo bien – no sé porque, pero me sentía cómoda y caí en su juego, me tiraba fichas, yo las cogía y hasta me permití tontear.
  • ¿tirar fichas? – Clara me mira extrañada.
  • Hay pero que vieja eras – Raquel se ríe – así es como llamas estos jóvenes al cortejo.
  • Que raros son – Clara pone los ojos en blanco.
  • Muy raros si – se lo confirmo – la cosa es que por primera vez me gustaba como estábamos pasando ese rato y me hacía sonreír con sus tonterías, eso es lo que mejor hace aun, conseguir que sonría. Supongo que una cosa llevo a la otra y hasta me advirtió de lo que iba a hacer, pude que intentara decir que no debería, pero el me beso igual.

Para un segundo de hablar, para pensar en ese primer beso que no dimos y como una adolescente, mi corazón palmita más rápido e intento disimular la sonrisa que me produce ese recuerdo.

  • Fue muy cortito – sé que estoy roja como un tomate – pero la forma en que lo hizo, no sé, fue distinto.

No puedo evitar morderme el labio al recordarlo, como lo hizo el en aquel momento y es un sentimiento agridulce.

  • En ese momento fue solo un beso – termino de contar esa parte de la historia – pero hacía mucho que no me sentía así con algo tan simple.
  • Así suele ser – Clara me sonríe – niña, las cosas buenas de la vida son demasiado cortas, por eso hay que vivirlas bien.
  • Lo sé – me avergüenzo un poco de lo que voy a decir – por eso con la excusa del trabajo, le hice quedarse hasta tarde y me quedé con él, no quería que pasara nada en especial, solo ver si había sido cosa de un momento o volvía a pasar algo.

Me lo pienso bien antes de llegar a explicar nada más sobre ese momento, es demasiado intimo para decirlo en voz alta y es todavía peor pensar en contárselo ellas.

  • ¿Qué paso? – ambas preguntan a la vez.
  • Volvió a pasar – es una respuesta obvia, de lo contrario no estaría aquí ahora.

Me siento como si resumiera un novelón colombiano para la televisión, tengo menos audiencia, pero parece que están muy entregadas a la historia y a mí me estas sentando bien contarlo, no sé si será bueno hacerlo, pero me siento cómoda con ellas.

  • Es momento fue casi perfecto – todas las historias tienen algún defecto – y no sé dónde había esta estos 3 últimos años, pero resulto que detrás del gilipollas había algo más.
  • Para mi sigue siendo un niño – Raque habal con verdadera ternura – un niño que se viste de gilipollas para no afrontar las partes feas de la vida.
  • Siempre lo ha hecho así – Clara suspira – es como su padrino, nunca hace las cosas a tiempo, siempre tarde y mal.

Tarde y mal son 2 palabras que pueden definir bien toda esta historia, parece que cada paso que damos, lo hacemos por reacción o al darnos cuenta de que ya perdimos una oportunidad de hacerlo antes… lo pienso y sé que, aun reaccionando tarde, yo me he dejado muchas cosas por el camino.

  • No hay mucho más que explicar – me encojo de hombro – somos un montón de momentos aislados y cada rato que pasamos juntos parece que todo es fácil, pero cuando estamos separado siento que no puede confiar en lo que hace o deja de hacer.

Lo sé, no es justo que tenga dudas de lo que hace cuando no esta conmigo, si yo misma le permití hacer lo que le viniera en gana y hasta le aconseje sobre Sofia, pero supongo que no es mi parte racional la que rige cuando e Pau se trata.

  • No te agobies Cristina – Clara se muestra comprensiva – es natura que te sientas así y más con Pau.
  • Quizás nosotras no somos las mejores para aconsejarte sobre el – Raquel es sincera – al final lo queremos, aun con ese carácter que tiene.
  • Pero si podemos decirte algo – Clara me mira más seriamente – puede que te sirva con Pau o que lo uses más adelante.
  • Si cariño – Raquel continua son su parte – no queremos decirte que hacer o que no hacer con él.

No sé si tenían preparada esta charla, pero están perfectamente sincronizadas y esta claro que ambas piensan los mismo.

  • Cristina – Clara prosigue – al final de todo y por encima de todo estas tú y siempre vas a estarlo.
  • Eso es niña – ahora es Raquel la que habla – haz lo que a ti te pida el corazón y no te pares a darle más vueltas.
  • Parece una obviedad – Clara sigue con la explicación – pero a veces es necesario que te lo recuerden, y también es necesario recordarte que de los errores se aprende y de los aciertos se disfruta.
  • No tengas miedo a arriesgar – Raquel remata la faena – es el peor de los casos aprenderás para no volver a equivocarte y en el mejor ganaras algo maravilloso.

Claro que es una obviedad, pero como bien dicen, a veces necesitamos que nos lo recuerden y no porque lo olvidemos, si no porque necesitamos sentirnos respaldadas

  • Sois fantásticas – lo pienso de verdad – es veros y no entender como Pau es así.
  • Salió a la rama masculina de la familia – Raquel se ríe – de nosotras poca ha sacado.
  • Gracias – que menos que ser agradecida.
  • No hay nada que agradecer cielo – Clara me abraza – para eso estamos.
  • Además, si mi hijo no sabe ver lo que tiene delante – Raquel imita el gesto de Clara – es mas tonto de lo que creía.
  • Me voy a poner roja – en realidad creo que yo lo estoy.

Termínanos las bebidas casi sin comentar nada más, disfrutando de lo bonito que este lugar, es un paisaje casi idílico de montañas, casitas de piedra y fragancias florales, todo resaltado por un fantástico día veraniego solo enturbiado por unas oscuras nubes lejanas.

…Turismo:

Continua Pau

De la misma forma que camino al restaurante íbamos de la mano sin saber el porqué, ahora lo hacemos sin encontrar motivos para hacerlo, yo llevo las manos en los bolsillos y ella entrelazadas a la espalda.

Siento que debo hablar con ella, es mas que quiero hacerlo, pero no se ni cómo ni cuándo.

Nos quedan poco más que un viaje de vuelta en coche o una tarde se ella quiera pasarla conmigo, mañana me voy al congreso y no volveré hasta el viernes a la tarde, son muchos días para dejarlos pasar antes de aclara de alguna forma las cosas.

  • Hijo, ¿Qué va a hacer por la tarde? – me madre me coge del brazo.
  • Pues volver a la ciudad – miro a Cris – supongo.

Ella solo asiente, sin mucha decisión, como dando a entender que ella tampoco que sabe qué hacer.

  • Si no tenéis prisa – mi madre se pone entre los 2, cogiéndonos a ambos por el brazo – podéis dar un pase por la rivera del rio, esto muy bonito y es muy tranquilo.

Tengo la vaga sensación de que, si a mi me aconsejaron los varones, a ella le ha le toco la charlita por parte del genero femenino y ahora esta particular celestina, sigue buscando la forma de inmiscuirse de alguna forma en lo que sea que tenemos.

No me gusta que lo haga, pero me ha dado la oportunidad de tener ese rato a solas para hablar con Cris.

  • Si tú quieres – se lo propongo con la boca pequeña – por mi estaría bien.
  • Si – no está muy emocionada – parece una buena idea.
  • No se hable más – mi madre nos encamina – pasadlo bien.

Nos despedimos de la familia allí mismo, con fuerte abrazo de mi madrina y un varonil apretón de manos de mi padrino, son tan efusivos conmigo con Cris.

  • Oye hijo – mi padre se acerca mientas los demás se despiden – toma, ya sabes, por si las moscas.

Me da un palmadita en la espalda con una mano, mientras que con la otra y de una forma bastante discreta, me entre un juego de llaves.

  • ¡papa! – mes escandaliza un poco que haga ese tipo de insinuaciones - ¿son las llaves de la casa?
  • Claro – me guiña el ojo – aprovecha tigre.

Dios que vergüenza, mi padre animando a tener sexo, si cuando era un crio ni siquiera me dio la pertinente charlita sobre ese tema.

De la misma forma en que llegamos hasta aquí, sin casi ni contacto visual, los 2 perdidos en nuestros pensamientos, caminamos por las calles del pueblo hasta llegar a la ribera. Puedo recordar muchos buenos momentos aquí, los veranos bañándome o cazando ranas, como he dicho son muchas pequeñas historias y todas ellas tiene algo en común, Alba, joder parece mentira que no sea capaz de pensar en ninguna de todas esas aventuras sin ella a mi lado.

Ha pesado demasiado en vida todo lo que Alba fue, todo lo que paso y todo lo que yo hice desde ese momento por no afrontar la realidad.

La verdad es que este sitio esta muy cambiado, donde antes solo había ranas y barro, ahora hay césped y un paseo bastante arreglado, supongo que las cosas cambian con el esfuerzo de la gente, pero la gente no siempre cambia, por mucho que se esfuercen los demás en darte la oportunidad y los medios para hacerlo, solo uno mismo sabe cuando esta preparado para dar ese paso adelante.

Podemos continuar a partir de aquí por el camino nuevo o por el césped, no es una pregunta filosófica, una encrucijada real.

  • ¿césped o asfalto? – pregunto ante las 2 posibilidades
  • ¿Cómo? – Cris sale de su mundo ante mi pregunta.
  • Podemos ir por el camino – señalo a un lado y después al otro – o por la hierba.

Mira ambas opciones como si de verdad se tratara de tomar un camino que nos llevara a algo mas que a dar un paseo.

  • Bueno, si estas indecisa – me adelanto – yo prefiero la hierba.

Sin darle opción a replica, me siento en el suelo para descalzarme, quitándome también los calcetines y me pongo en pie de nuevo, con las playeros en las manos.

  • ¿Qué haces? – Cris me mira un poco incrédula.
  • Resulta que caminar descalzo por la hierba, es bueno para la salud – es completamente inventado – para la circulación y esas cosas.

Como respuesta una sonrisa y esa forma de negar con la cabeza como gesto de incredulidad, nunca es dicho lo mucho que me gusta verla sonreís o si que lo he dicho, pero no esta mal repetirme sobre ciertas cosas.

Con delicadeza la sujeto de la cintura, todo lo cerca que puedo estar de ellas sin estorbarla para que se quite los zapatos sin riesgo de caerse, algo que suficiente facilidad.

  • Ya puedes soltarme – Cris me mira esperando.
  • No sé si quiero – le soy sincero

No puedo decir mas diciendo menos, ella lo sabe, yo lo sé, pero ambos fingimos que solo es una broma inocente y nos separamos para comenzar a caminar por la hierba.

  • No sé si será bueno para la salud – Cris comienza la conversación – pero si es relajante.
  • A mí me trae buenos recuerdo – he corrido descalzo tantas veces por aquí – me siento como un niño.
  • Sonríes como si lo fueras – Cris me mira a la cara – me gusta cuando sonríes.

Es raro que sea ella la que hable de mis sonrisas, cuando son las suyas las que importan es esta historia.

  • Creo que es un sentimiento mutuo – quiero creer que no es lo único que nos une.
  • Lo sé – Cris me sonríe una vez más – te cambia la cara cuando lo hago.
  • ¿Tanto se me nota? – sé que se me nota.
  • Naaa – ella le quita importancia – solo un poquito.

Caminamos sin mirar atrás charlando un rato más, hasta donde la hierba recortada pasa a convertirse en verdadera naturaleza, donde el rio se pierde lejos del pueblo. Las nubes que antes parecían lejanas, ahora van oscureciendo el día y la brisa que corre cerca del agua, pasa de tibia y agradable a fría y molesta, ahora mismo andar descalzo por la hierba ya no suena también.

  • ¿volvemos? – es una pregunta obvia con el cambio de clima.
  • No sé si quiero – Cris me copia la respuesta.
  • ¿y eso? – pregunto extrañado.
  • Si volvemos, puede que también volvamos a ser como ayer – Cris se explica.
  • Eso no va a pasar – no tengo dudas.
  • Ya ha pasado – Cris me mira a los ojos – ¿porque piensas que esta vez será diferente?

Fácil de responder, pero es complicado dar una respuesta correcta, ni si quiera se si tengo una sola respuesta que darle, mientras le miro pensativo, las primeras gotas de lluvia van mojándonos la cara y eso me saca del mal momento o de la ausencia de palabras.

  • Ahora sí que deberíamos volver – le cojo la mano – pase lo que pase después.

Sin pensarlo más, caminamos apresurados mientras las tímidas gotas de lluvia pasan a ser casi torrenciales, es una de esas tormentas veraniegas de gotas gordas que mojan mucho y duran poco, pero duran lo suficiente para calarte hasta los huesos. Si pensarlo demasiado guio nuestros pasos aun descalzos con prisa por las calles, no es el motivo por el me dieron las llaves, pero la casa esta mas cerca que el coche.

Al llegar a la puerta, abro rápido y Cris no duda en pasar al interior.

  • Dios – Cris se encoge casi tiritando – estoy empapada y helada de frio.

De nuevo actuó por instinto y sin pensarlo mucho, la abrazo de una forma mas tierna que otro casa, algo que deja que haga, sonriendo ligeramente entre mis brazos.

  • Gracias Pau – Cris no deja de tiritar – pero tu estas igual de frio y mojado.
  • Cierto – la suelto, aunque ella sigue pegada a mí.

La llevo al salón y la dejo ahí mientras voy a por unas mantas o algo que puede usar para abrigarla mientras enciendo la calefacción, al final cojo una de las mantas que mi madre guarda para el invierno, de esas gorditas y suaves.

  • Deberías quitarte la ropa mojadas – le pido que se desnude y no por motivos egoístas – o no servirá de nada la manta.

Ella obedece sin rechistar sacándose el vestido por la cabeza, dejándome ver un conjunto de lencería en un sobrio tono gris, pero sobre su voluptuoso cuerpo, es de catálogo de “victoria secret” y para mi agrado, no duda en quitárselo también, dejando caer al suelo primero el sostén y después las braguitas.

Tenerla desnuda ante mi después de tanto tiempo, es una verdadera prueba de valor y aunque lo pase mal por no poder comérmela ahí mismo, paso la prueba al tapar sus encantos con la manta, abrigándola con mimo.

  • Gracias – Cris deja de temblar – pero tu también estas mojado.
  • No te preocupes – la incito a sentar en el safo con una mano – yo tengo ropa para cambiarme.

En realidad, verla como dios la trajo al mundo a resuelto todos mis problemas de frio, pero es cierto que mi ropa esta mojada y debería quitármela, por lo que me ausento un segundo para hacerlo. Tras cambiarme la ropa, vuelvo a por su ropa mojada, para colocarla sobre uno de los radiadores que aún están fríos, pero que no deberías tardar en calentar.

¿sabéis que emiten los domingos por la tarde en la televisión? Películas.

Es respuesta tan obvia como creativa ¿verdad?, pues es igual de creativa que el guion del largometraje que están echando ahora mismo por la tele, madre del amor hermoso. Pero daría igual que pusieran los vengadores (la mejor, la de 2012) que ahora solo puedo prestar atención a una sola cosa, la mujer que, pegada a mí, aun envuelta entre los pliegues de la manta y que, apoyando su espalda sobre mí, ojea el móvil distraída, sus piernas estiradas sobre la parte mas anchoa de cheslón, sobresaliendo ligeramente de entre el suave tejido captan mi atención.

Por pura salud mental (o esa es la excusa) apago la tele, pongo mi cabeza en el hombro de Cris, que desliza el dedo por pantallas, pasando las publicaciones.

  • ¿me estas espiando? – Cris pega su cara a la mía.
  • Puede – contesto - ¿hay algo interesante que ver?
  • Nada de nada – niega con la cabeza.
  • Entonces sigo mirando a ver que se escapa entre la manta – con la mano tiro de la tela con mala intención - ¡ups! Ha sido sin querer.

Ese sin querer queriendo, ha dejado a la vista casi la totalidad de sus piernas, quedándose a medio muslo de la desnudez más íntima, mis dedos recorren su piel con mucha lentitud, tocando sin tocar, de la forma mas sutil que puedo, ella sonríe sin dejar de mirar el móvil con atención, sin protestar por mi atrevimiento. Busco la cara interior de sus muslos, acariciando ahora con la palma de mi mano y ya sin disimulo alguno me cuelo entre sus piernas, insinuando lo que voy a hacer, pero sin dar el paso todavía. Para tener mas facilidades, me acerco más a su cuerpo pegando mi espalda a la suya, y ella deja el móvil a un lado para observar como poco a poco retiro la manta que aun cubre parte de sus piernas, despejando la vista por debajo de su ombligo.

Beso su cuello, mordiendo ligeramente su piel, mientras su mano acaricia mi nuca, apretando más mi cara contra su piel, sin levantar la cabeza doy ese pequeño paso que me falta, palpando la humedad de su sexo improbablemente cálido después del chaparrón, rozando con las yemas de mis dedos sus labios, separándolos muy despacio, jugando con mimo y pausa, dedicando mucho tiempo a carias superficiales que hacen que se estremezca, ella desea tanto como yo que esto pase de nuevo, mas si cabe después de un cierto tiempo sin tenernos de esta forma.

Soy un gilipollas, pero esta vez no voy a provocarla y cuando mis dedos entran en su interior para terminar dándole el orgasmo que con tanto mimo he estado preparando, esos dedos que otras veces se paraban justo antes de llegar a lo mejor, ahora chapoteando en su creciente humedad, haciendo que Cris eche su cabeza hacia atrás, mientras termina de destaparse para acariciarse ella misma la tetas, presumiendo de sus encantos ante mí. Su orgasmo no tardara mucho en llegar, pero en lugar de detener mis dedos, hago pequeños cambios de ritmo, prolongado un poco la agonía al negarle ese final, pero sin dejar de darle placer y eso hace que su vientre se tense y destense con cada cambio.

  • Ummmmm… me… matas – solo alcanzo a oír eso entre sus gemidos.

La presión que las paredes de su coñito hacen sobre mis dedos, me animan a usar mi mano libre para estimular su clítoris con rudeza y eso es el detonante que falta para que se corra en medio de un sonoro grito, cerrando sin control las piernas y temblando en medio del éxtasis. Dejo su cuello, acariciando su piel hasta llegar a uno de sus pechos, que agarro con firmeza, esperando a que recupere el aliento.

Como una lagartija, se zafa de mis manos girando sobre sí misma, quedando de rodillas frente mi con sus manos sobre mis hombros y hace fuerza para tumbarme, no hago nada para evitar que me venza, cayendo de espalda sobre el sofá, con una amazona desnuda sobre mi cuerpo. Con pasión, besa mi boca sin perder ni un segundo, devorando con rapidez mis labios, compartiendo su lengua, parando solo por mirarme a los ojos y sonriendo con cierta timidez, que pasa rápidamente a ser otra vez pasión. Sin tantos preámbulos o insinuaciones como me tome yo en entre sus piernas, ella solo agarra con firmeza mi erecto miembro, descapullándolo a la vez que lo saca de los pantalones y con rápido movimiento de caderas, se lo introduce, comenzando a batir sus caderas, de adelanta hacia atrás. Sus manos sobre mi pecho le dan estabilidad, su rubia melena esta alborotada a pesar de la trenza que intenta sujetarla sin éxito y sus ojos cerrados, son una conjunción del momento perfecto o la respuesta a porque nos cuesta estar separados, nos va mejor cuando estamos cuerpo a cuerpo.

Ella hace todo el trabajo, a cada movimiento de una forma mas desbocada y atrevida, cabalgando sobre mi cuerpo. Sus apasionados movimientos me llevan al paraíso, me cuesta trabajo aguantar un poco más y es solo por puro capricho, no quiero que este momento se termine... pero no tengo tanto aguante.

Con lo poco que me queda, la volteo de forma brusca, quedando ella bajo mi cuerpo, aun sorprendida por el gesto.

Nuestros cuerpos no se han separado en ningún momento durante el movimiento y sin dejar de mirarla, son mi caderas ahora las que marcan el ritmo con tirones cortos, lentos y profundos, pero igual de placenteros, intentado que ella disfrute de este momento como yo. Sus manos acarician mi pecho y mi cara, atrayéndome hacia sus labios, besándome, regalándome suspiros entre cada pequeño beso, disfrutando del momento hasta el final, negándome la posibilidad de separar nuestros cuerpos al rodearme con sus piernas, disfrutando un final común, entre los gemidos que ambos liberamos en el oído del otro.

Rendidos por el esfuerzo, tardamos un rato en separarnos, pero la verdad es que por poco tiempo y tras una visita al baño por separado, nos encontramos de nuevo en el salón, sin nada que decir solo me acuesto, mientras ella se acurruca a mi lado, tirando de la enredada manta, para taparnos.

  • Deberíamos pensar en volver – hablo mientras acaricio su pelo.
  • No quiero – casi es como a suplica de una niña.
  • ¡vaya! – me sorprende su respuesta – ¿sabes que no volver implica faltar a al trabajo?
  • Oye que no vivo solo para el trabajo – me golpear en las cotillas – pero tienes razón.

Disfruta en silencio de mis caricias, dejando pasar el rato y ojalá yo pudiera hacerlo también, pero no, necesito terminar esa conversación que dejamos a medias por la tormenta.

  • No quiero arruinar este momento – esa frase e la definición de arruinar – pero deberíamos terminar la conversación pendiente.
  • Lo sé – ella concede sin molestarse – ¿ya sabes porque ahora sería diferente?
  • Se supone que aprendemos de los errores – es un cliché apestoso – y tengo muchos de los que aprender.
  • Eh, ¿sabes que eso suena fatal? – Cris tiene toda la razón.
  • Seguramente – 100% seguro – pero quiero decir que nada sale 2 veces igual.
  • Vale genio – ella me replica divertida – pero que sea distinto, no quiere decir que sea mejor.
  • ¿en serio me la vas a poner tan difícil? – casi protesto.
  • Si – ni se molesta en negarlo – las coas buenas de la vida no siempre son fáciles.
  • Tienes toda la razón – para que negarlo – pero no me importa lo difícil que sea esto, no voy a rendirme.

Esa última afirmación no la rebate, solo se incorpora sobre un brazo para mirarme a la cara y sonreír.

  • Te mataría si ahora te rindes – Cris sonríe con cada palabra.
  • Aprecio mucho mi vida – muy cierto, pero aprecio más otras cosas.
  • La ultima vez que estuvimos aquí – Cris solo me mira mientras habla – me preguntaste algo ¿lo recuerdas?
  • Como olvidarlo – no fue plato de buen gusto – creo que mejor dejarlo atrás.
  • No – niega con su cabecita – creo que deberías volver a preguntármelo.

Recuerdo bien lo que paso aquella noche y como creí firmemente que no volvería a tenerla como la tengo ahora, tan solo pensar en volver a repetirlo, hace que se me erice la piel… pero también quiero creer que, si ella quiere que se lo pregunte de nuevo, quizás la respuesta sea distinta.

  • ¿Qué somos? – lo pregunto con miedo.
  • Lo que queramos ser – Cris responde sin dudar.
  • Me gusta esa respuesta – acaricio su cara sonriente – pero ¿lo somos solo para nosotros o para el mundo?
  • Lo somos y eso es lo único que importa – ella me da un pequeño beso en el mentón – ¿no piensas igual?
  • Si lo pienso, pero es que – no sé cómo decirlo – me gustaría que esto fuera un poco mas solo nuestro.

Le devuelvo el pequeño beso en la mejilla, mientras ella me mira pensativa, no se donde tiene la cabeza ahora, pero ya no parece esta en este lugar.

  • Entonces, ¿quieres que sea un secreto? – Cris pregunta dudosa.
  • Tampoco es eso – no quiero que parezca que me avergüenzo de esto – solo quiero ver a donde llegamos sin que intervenga nadie, como hoy mi familia o como ha pasado con más gente.
  • Lo entiendo – Cris me sonríe con esa media mueca rara tan suya – me gusta tu plan.
  • A mí me gustas tú – si lo pienso antes de decirlo, no sé si sería capaz.

Ella solo sonríe plenamente y busca mis labios para darme un largo beso, sin grandes lujos, pero muy sentido para ambos, piel con piel, corazón con corazón.

Voy con mucho retraso, pero esta vez es un capitulo un poco mas largo que los anteriores, me a costado explicar todo y solo me queda escribir un final, aun no sé si será grande, pequeño, bueno, malo o regular, pero es el final quiero escribir, mi final.