¿Un final feliz para la chica atrapada?
"No paro de follarte varias veces al día y aún así no dejo de estar cachondo, eres como viagra".
Tercera y última entrega de "Atrapada" y " Las pesadillas pueden empeorar", aunque no hace falta haberlas leído si únicamente quieres masturbarte.
Cuando despierto soy incapaz de moverme, mis músculos no responden y noto mi cabeza pesada sobre la almohada. A los pocos minutos me doy cuenta de que no soy la única persona que hay en la habitación, oigo otra respiración y me encojo sobre mí misma de forma automática, me duele tanto todo el cuerpo que no puedo evitar proferir unos quejidos.
- Llevas durmiendo desde ayer, ¿no crees que deberías darte una ducha y estar preparada para el próximo asalto? -dice Nico mientras me quita de forma violenta las sábanas que es lo único que me cubre.
- Deja que me vaya -alcanzo a decir con un hilo de voz.
Se ríe.
- ¿Crees que conseguirías dar dos pasos seguidos? Además, este barrio es muy malo acabarías atada a la pata de otra cama y quién sabe, podría ser peor.
No consigo imaginarme nada peor, pero me doy cuenta de que tiene razón en lo primero cuando debo apoyarme en él para poder estar de pie. Su colonia, hoy más fuerte que otras veces, hace que me maree aún más, el tacto de su piel contra la mía hace que tenga ganas de vomitar.
Cuando llegamos al baño y me miro al espejo veo unas profundas ojeras marcadas en mi cara y una cantidad incontable de moratones cubriendo mi cuerpo, Nico se pone detrás de mí y mientras me mira a la cara comienza a pasar sus grandes manos por todo mi cuerpo, comienzan raspando mi estómago y suben a las tetas donde se agarran con fuerza para demostrar su superioridad. Noto cómo su polla crece dentro de su pantalón, rozando mi culo. Echa sus caderas hacia delante y aprisiona mi pubis contra el lavamanos mientras me aparta el pelo y muerde el cuello.
- No paro de follarte varias veces al día y aún así no dejo de estar cachondo, eres como una tableta de viagra.
Usa la mano derecha para desabrocharse el cinturón mientras que con la otra me agarra de la nuca y hace que mi mejilla izquierda quede aplastada contra el cristal. Me agarro al borde del lavamanos y mi respiración comienza a ser nerviosa.
No tarda mucho en conseguir sacar su polla y noto cómo pasa su capullo por los cachetes de mi culo mientras hace más presión en mi nuca con su mano. Me mira a la cara y sonríe mientras me empieza a dar unos pequeños azotes con ella. Cada segundo que pasa noto más la humillación. Empieza a pasar su polla por mi coño y culo y me cuesta no ponerme a gritar, habrán pasado bastantes horas desde que Lucas y él me penetraran a la vez, pero para mi cuerpo es como si hubieran pasado apenas un par de minutos.
- Por favor por favor Nicolás me duele muchísimo no voy a poder aguantar que me la metas siento como si me fuera a desgarrar por dentro
Una sonrisa de autosuficiencia se planta en su cara, como si le acabara de decir que su polla ha batido el récord de tamaño en todo el mundo.
- ¿Y qué propones? Porque meter te la quiero meter y mucho… -dice mientras intenta meter levemente su capullo por mi culo recién desvirgado.
- ¡NO! Te la chupo, déjame que te la chupe te gusta mucho que lo haga -digo a toda prisa desesperada por no sentir el dolor de que te partan en dos.
- Tú niña pija que supuestamente estás aquí en contra de tu voluntad y pides irte cada dos por tres ¿me estás diciendo que te deje chupármela?
- Sí -digo tragando saliva cuando su mano por fin deja de aprisionarme contra el cristal.
- Dilo.
- Por favor Nico deja que te la chupe -repito mientras me doy la vuelta y encuentro su polla con mi mano.
Parece sorprendido, pero sorprendido de verdad, como si no se diera cuenta de que quiero chupársela para que no me la meta por el culo o por el coño, y viendo sus pupilas dilatas quizá sí que no se dé cuenta.
Agarro su polla a la mitad del tronco y ejerzo un poco de fuerza, como si la hubiera metido en un coño muy prieto, él cierra los ojos y suelta un gemido y yo tengo que contener una arcada, sus caderas empiezan a moverse lentamente así que durante los primeros minutos no tengo que hacer nada. Comienzo a subir mi mano más hacia arriba hasta llegar a la punta y utilizo su propio semen preliminar para esparcirlo por toda su totalidad.
- Arrodíllate -dice aún con los ojos cerrados y en voz muy baja.
Intento evitar el momento todo lo que puedo, pero pronto me agarra de la raíz del suelo y en un par de segundos estoy arrodillada frente a él, con su polla a la altura de mi cara.
- No uses las manos aún -continúa.
Estoy muy mareada y casi no tengo fuerzas creo que ni siquiera podría estar sentada si no fuera porque su mano sigue sujetando fuertemente mi pelo. Pasa su polla por toda mi cara, manchándome con ese líquido repulsivo.
- Métetela a la boca.
Intento hacer lo que me dice, meter su polla en mi boca, pero no para de moverla lentamente de un sitio hacia otro y no consigo poder hacerlo.
- Sí que tienes hambre eh…
Su tono de voz me da escalofríos, es como si estuviera totalmente ido.
- Deja que me la meta en la boca y haga que pases un buen rato -digo sin molestarme mucho en poner un tono de voz seductor.
Consigo pasar la lengua por su tronco y se estremece así que al momento tengo su polla en mis labios, esperando a entrar en mi boca. Obligándome a ello abro la boca y no tarda en meterla y marcar el ritmo que quiere que lleva aún sujetándome el pelo. Primero se centra en meterla y sacarla casi al completo de forma lenta, abarcando casi toda su totalidad, pero pronto empieza a ser más rápido y con sus movimientos bruscos hasta me cuesta no hacerle daño con los dientes, apoyo mis manos en sus muslos intentando apartarlo un poco y poder llevar mi propio ritmo.
Todo me da vueltas.
Por fin reduce la velocidad de sus propias envestidas y yo me centro en succionar suavemente mientras uso mis manos por primera vez para intentar que se corra lo antes posible. Empiezo masajeando su tronco, pero pronto comienzo también a masajear sus huevos.
- Sabes lo que nos gusta zorra pero hoy no vas a conseguir que me corra sólo con esto.
Al terminar la frase me agarra aún más fuerte del pelo y yo me quedo paralizada, atemorizada ante un peligro inminente. Saca la polla de mi boca y me inmoviliza boca abajo contra el suelo del baño.
- Nicolás por favor, no puedo ahora mismo -digo desesperada y al borde del llanto.
- No voy a tardar mucho, tampoco poco, pero no mucho -me responde.
Me levanta y hace que apoye mis antebrazos en la taza cerrada del váter, supongo que cuando empiece con sus envestidas voy a agradecer tener algo a lo que agarrarme para no caer. Me muerde el hombro y abre mis rodillas, muy doloridas ya, para que él pueda situarse justo en la entrada de mi coño, y ahí es cuando comienza a empujar.
Mete y saca de forma frenética únicamente su capullo y poco a poco mi cuerpo va pidiendo más, casi sin darme cuenta soy yo misma la que va echándose hacia atrás para que más parte de su polla me penetre. Echo mis hombros y cabeza hacia delante, de forma que el pelo hace de cortinilla entre mi cara y el resto del mundo, no puedo evitar que unos pequeños quejidos de placer comiencen a salir de mí.
Estar tan débil hace que lo sientas todo como si estuvieras borracha, deja que tu cuerpo se convierta en eso, sólo un cuerpo que cubre las necesidades primarias.
- ¿Quieres que siga? -me pregunta cuando ya la ha metido hasta la mitad y no para de mover sus caderas.
- No te oigo -dice unos momentos después.
Y la termina de meter y yo grito de placer.
- Así que la zorra está disfrutando
- Sí, por favor no pares, sigue
Acelera aún más sus envestidas y siento que estoy a punto de estallar.
Pero de golpe la saca y la mete en mi culo, tan de improviso y tan de golpe que mis aullidos de placer se convierten en aullidos de dolor.
- No no no no para para por favor dueleee
- Así que crees que puedes intentar joderme, ¿no?
- ¿Qué? ¿De qué hablas? No he hecho nada por favor para
- ¿Crees que puedes estar aquí quejándote todo el día sin hacer nada mientras te cuido y que encima cuando vengo a que cumplas tu función intentes acabar el trabajo haciéndome una mamada de diez cuando el resto del tiempo sólo dejas que te folle la boca?
Mientras cada vez sus embestidas son más fuertes y la cerámica del váter se clava en mi bajo vientre pienso que nada de lo que dice Nicolás tiene sentido y que cada día que pasa se le va más la cabeza.
Cuando saca su polla de mi culo mis brazos se relajan de forma voluntaria, ni siquiera me había dado cuenta de que lo estaba garrando tan fuerte que estaba dejando marca en mi piel.
Vuelve a meterla en mi coño y en un par de envestidas se queda quieto dentro de mí, corriéndose como nunca lo había hecho. Acerca su espalda a la mía y me agarra una teta mientras se acerca a mí oído:
- Si te quedas preñada de quién crees que sería el bebé, ¿de Lucas o mío?
Pierdo el conocimiento, o al menos eso creo cuando empiezo a recobrar la consciencia oyendo unos gritos a mi alrededor.
- ¡Está sangrando en el suelo del baño Nico! La habéis dejado sangrando en el puto baño.
- Cuando se fue Lucas esa zorra se quedó durmiendo en su cama como un angelito hermano, sólo me la acabo de follar yo.
- Qué le has metido.
- Sólo mi polla y aunque tengo que decir que es descomunal no tengo 15 años y sé cómo no desgarrar a una tía.
Intento moverme, pero no puedo, me he levantado incluso más débil que la última vez.
- Relájate Sergio, le habrá bajado la regla, tranquilo que ya no la pienso tocar hasta dentro de unos días, toda tuya. – dice Nicolás con sorna.
Me encojo en mí misma al escuchar un gran portazo y pronto unos pasos se dirigen rápidamente a donde estoy yo, por un momento pienso que es Nicolás el que viene a seguir follando y que es Sergio el que se ha ido, pero cuando consigo levantar los párpados y mirar hacia la puerta es Sergio el que me devuelve la mirada.
Lleva unos pantalones militares, una camiseta negra de manga larga y unas botas también negras, una chapa le cuelga del cuello. Me recoge del suelo y me intenta meter en la ducha, pero al ver que no me tengo en pie entra conmigo aún vestido y abre el grifo del agua caliente. Hasta ese contacto me hace daño.
- ¿Estás bien?
- No -digo de forma sincera mientras me echo a llorar.
- ¿Eres militar? -le pregunto cuando consigo calmarme.
- Sí.
- Tu deber es ayudar a lo más desfavorecidos -digo con un hilo de voz, con miedo de que se enfade y vuelva a irse de nuevo.
- Aunque no lo creas es lo que estoy haciendo ahora mismo.
···
Nico tenía razón, Sergio había venido al ver ese vídeo, no me lo habían dicho, pero tras que Sergio me ayudara a volver a la habitación había tenido una discusión muy acalorada con su hermano, le increpó que Lucas hubiera venido y que lo hubiera dejado que me follara, que lo hubieran hecho ambos a la vez, que me hubieran torturado diciendo que si él no estuviera no me la estarían metiendo. Creo que escuché el sonido de un puñetazo, aunque no sé quién se lo dio a quién.
Pasé unos días muy tranquila dentro de mi intranquilidad, como tenía la regla Nico había desaparecido y Sergio era la única persona que entraba y salía de casa. Después de todo lo que había pasado, aunque no podía irme, eso era lo más cerca al cielo que podía experimentar. Y sabía que no duraría mucho.
···
- ¿Sigues con la regla? -dijo Sergio desde la cocina en mi recorrido desde la habitación hasta el baño.
- ¿Qué…? -dije casi en shock, por la pregunta en si y por el hecho de que me hablara.
- Tengo que avisar a Nicolás cuando ya no la tengas -contestó, como si nada.
- Sergio, por favor… no… -dije, mientras se me caía el mundo encima.
Tuve que sentarme en el suelo mientras que las primeras lágrimas caían por mis mejillas, no entendía en qué bando estaba Sergio.
- Llorar no te va a ayudar en esto.
- Deja que me vaya
- No puedo hacer eso -dijo mientras se acercaba a mí y se ponía a mi mismo nivel, en cuclillas.
Esta vez iba descalzo y con unos pantalones de deporte que le llegaban hasta las rodillas, la holgada camiseta blanca no era lo suficientemente holgada para su tamaño, no pude evitar quedarme mirando sus labios carnosos rodeados de una barba de un par de días, sus ojos me miraban de forma intensa. Era consciente de que estaba secuestrada y que al fin y al cabo él también era responsable en parte, pero después de todo lo sucedido no podía evitar sentirme atraída hacia él.
Me acerqué poco a poco a su cara y lo besé.
Él no tardó en reaccionar y me besó también, con cuidado, con pasión. Se levantó del suelo levantándome junto a él y pronto ambos estábamos tirados en el sofá sin poder separarnos. Notaba su cuerpo musculado junto al mío, mientras que él sólo notaría los huesos de mi esqueleto que habían empezado a resurgir después de tantos días sin apenas comer. Pasó sus manos por mi espalda hasta llegar a mi culo e hizo que modificara mi posición para que mis piernas se abrieran y mi coño quedara a la altura de su polla, un gemido salió de mi garganta casi involuntariamente.
- Aquí no -dije mientras se quitaba la camiseta y yo miraba a mi alrededor.
Sin mediar una sola palabra se levantó conmigo encima, me llevó a su habitación y me recostó sobre la cama después de cerrar la puerta.
- ¿Estás segura de que quieres hacer esto? -preguntó a pocos centímetros de mí, pero sin llegar a tocarme.
- Sí -contesté mientras lo agarraba del cuello y le besaba.
Me quitó la camiseta tan pronto dejamos de besarnos y empezó a chupar mis pezones, aunque también lo hacía de forma frenética y con ansias yo sólo recibía placer y mi cuerpo pronto empezó a desear sus embestidas. Cuando volvimos a besarnos metí la mano por dentro de sus pantalones para sentir cómo crecía su polla. Era aún más grande que la de su hermano y me quedé paralizada, recordando todo el daño que me habían hecho él y Lucas. Parece que Sergio supo exactamente qué estaba pensando porque sacó mi mano de donde estaba y empezó a besar, morder y succionar mi cuello y orejas. La tensión que había acumulado empezó a remitir paulatinamente. De nuevo abrió mis piernas para encajarse entre ellas, ambos aún con los pantalones puestos, aunque sintiéndonos a través de la fina tela.
Cuando metió las manos en mis pantalones me sentí desfallecer de placer, se centró totalmente en mi clítoris de tal manera que unos minutos después mi coño ya estaba chorreando y deseando tragarse su polla por muy grande que fuera. Me quitó los pantalones y me subió a horcajadas, me invitó a moverme sobre él para que sintiera su polla debajo de los pantalones y calzoncillos.
- Quiero que me la metas ya -dije con un hilo de voz moviéndome de forma suave.
- ¿Sí? -dijo riéndose, con una sonrisa pícara.
Se dio la vuelta de forma rápida y mientras mi espalda ahora descansaba sobre las sábanas negras él se quitaba lo que le quedaba de ropa. Su polla era descomunal, aunque ya no tenía miedo y sólo quería que me follara con ella.
Se puso encima de mí y yo abrí mis piernas totalmente invitándolo a entrar. Puso su capullo sobre mi clítoris y empezó a restregarlo contra él mientras me miraba fijamente.
- ¿Te gusta? -me preguntó, aunque ya sabía la respuesta.
No me salía la voz, así que toda mi respuesta fue un leve gruñido de asentimiento.
Grité cuando la introdujo en mí. Fue una mezcla total de dolor y placer. Dolor, por lo mal que estaba mi coño después de las experiencias con Nico y Luca y placer por lo cachonda que había conseguido ponerme Sergio.
- Espera, espera un momento -dije a malas penas, deseando que Sergio me hiciera caso para que pudiera acostumbrarme a su tamaño.
No me hizo caso de inmediato, sino que paró cuando había terminado de meterla.
- Así está mejor -me dijo.
Ahora era él el que prácticamente no podía ni hablar, se notaba que hacía considerables esfuerzos para no empezar a bombear.
Fui yo la que comenzó a moverse poco a poco, ya menos dolorida y con más placer, mientras lo atraía hacia mí para besarlo. Nos cambiamos de posición, como ahora era yo la que estaba arriba tenía más libertad de movimiento, Sergio puso las manos en mis caderas así que era él el que seguía marcando su propio ritmo. Sentía tanto placer que podría haber llorado de felicidad.
- Ponte a cuatro patas -me dijo de repente.
Me quedé parada, no me apetecía nada follar con él en esa posición.
- Por favor… -dijo levantando el torso para quedarse sentado conmigo encima y que su voz pudiera susurrar en mi oído.
Finalmente le sonreí, me quité de encima y puse de espaldas, invitándolo a hacer lo que quería mientras una sonrisa estalló en su boca.
Se puso de rodillas y con sus manos en mis caderas levantó mi cuerpo para poner el coño a la altura de su polla. Los primeros minutos que estuvo penetrándome me hizo daño, su polla, ya grande de por sí, entraba mucho más profundo de lo que lo hacía en otras posiciones, entendía por qué quería que lo hiciésemos así. Finalmente acabé acompañando a sus fuertes embestidas con mi propio cuerpo, ambos encharcados en sudor.
- Mierda no me he puesto condón -dijo de repente, casi parando mientras me follaba estando ambos de rodillas con los cuerpos casi totalmente pegados.
- Córrete dentro -dije sin pensar, no soportando la idea de que saliera de mí.
No lo vi, pero estoy segura de que sonrió, tenía la mano izquierda sujetando mi cuello desde atrás y con la que quedaba libre empezó a tocarme las tetas hasta que bajó hasta el clítoris, eso, unido a su polla que seguía hurgando dentro de mí, hizo que tuviese el mejor orgasmo que había tenido nunca. Cuando éste paró sentí que casi me desmayaba en sus brazos, aunque él seguía estando tan duro como al principio.
Ambos mirábamos en dirección a la puerta y aún estaba dentro de mí, deseando poder embestir de nuevo cuando Nico irrumpió en la habitación, seguramente alarmado de no verme en la mía propia.
- Pero qué tenemos aquí -dijo, nada sorprendido.
Aunque estaba muy débil por el gasto de energía que acababa de hacer intenté que Sergio saliera de mi y bajar de la cama, aunque este no me lo permitió.
- Yo aún no he acabado, no querrás dejarme así, -me dijo cuando extrañada giré la cabeza para mirarlo a los ojos.
- Pero… él…
- ¿Eres tan sumamente zorra que después del orgasmo que te ha dado, porque los gritos de placer que pegabas te han delatado, vas a dejar a mi hermano a medias?
Empecé a sentirme mal conmigo misma, tenían razón, Sergio había sido la única persona que se había portado bien conmigo en esa casa y ahora yo estaba siendo una desagradecida.
- Está bien, pero él… -dije, no entendiendo por qué Nico seguía en el cuarto.
- Yo me voy a quedar por aquí para veros, al fin y al cabo, no se te tiene que olvidar que eres mi zorra y no la suya.
Casi comienzo a llorar, pero Sergio, saliendo de mí, cogió mi cara para que lo mirara a los ojos.
- No pasa nada, ¿vale? Estamos bien -me dijo con una sonrisa amable.
- Vale -le contesté.
- Venga, ponte a cuatro patas de nuevo
No quise discutir delante de Nico, así que simplemente le obedecí.
Sergio comenzó a embestirme, primero de forma suave, aunque a medida que pasaban los minutos iba intensificándolas, yo tenía tan sensible la zona que estaba empezando a hacerme bastante daño. Nico estaba mirándonos, justo delante de mí.
Cuando Sergio acabó me sentí aliviada, se quedó unos segundos dentro de mí, descansando con su cuerpo encima del mío, pero pronto se levantó, me dio un beso en la parte superior de la cabeza y fue al baño, cerrando la puerta tras de sí.
- O sea que te gusta mi hermano ¿eh zorrita? -dijo a pocos centímetros de mi cara.
Me levantó cogiéndome con fuerza por el codo y me llevó de la habitación de Sergio a la suya propia, la cual estaba en un lugar más remoto de la casa al que nunca había ido.
- Vamos a hacer un trato, tú dejas que te folle como hasta el momento, por donde quiera, cuando quiera y el tiempo que quiera y yo no echo a mi hermano de casa y dejo que os sigáis viendo cuando yo no quiera estar contigo.
- Deja que me vaya -le dije.
- Eso no va a pasar y te recuerdo que si sales de aquí no volverás a ver a Sergio, ¿crees que follaría contigo o tendría cierto apego hacia a ti si no fuera porque le da pena que yo te viole? No, no lo haría porque en comparación con él no eres nada -me soltó.
Iba a responderle, pero no me salían las palabras, posiblemente tenía razón, al principio cuando estuve en esta casa le di igual, sólo empezó a ser considerado conmigo cuando su hermano empezó a tratarme realmente mal.
- Me lo tomaré como un sí.
Me tiró a la cama de repente, poniéndome boca abajo mientras se desabrochaba el cinturón y rodeaba con él mi cuello.
- ¡No, no, no! Ahora no por favor, me duele -dije en voz alta y muy desesperada.
Él ya había cerrado la puerta con pestillo así que mi esperanza de que Sergio entrara e hiciera que parase era de menos del 1%.
- No te he visto quejarte con mi hermano, aunque si te soy sincero, a mí no me importa nada que grites y no voy a perder el tiempo dándote más explicaciones.
Ajustó la correa a mi cuello y cogió el lado más largo, cuando más tiraba de la correa más se ajustaba a mi cuello y menos podía respirar.
Aunque su polla era más pequeña que la de su hermano seguía teniendo un tamaño considerable y cuando me penetró por primera vez no pude evitar gritar, aunque el poco aire que tenía en mi garganta hizo que la correa actuara como un silenciador o modulador de volumen.
Aun así, pronto estuvo Sergio en la puerta, primero intentando entrar y luego llamando.
- Tío, por favor Nico deja que descanse.
- ¡No es mi culpa que hayas tenido ocupada a esta zorrita, hermano! -dijo mientras aumentaba las embestidas y dejaba de tirar de la correa para que mis quejidos se oyeran aún más.
No sé si la última vez que mantuvo relaciones sexuales fue conmigo, pero por la dureza de su forma de actuar y todo lo que duró haciéndolo así lo parecía.
No pude dejar de llorar en ningún momento, cada vez se reducían más las esperanzas de que ese infierno acabara y de que alguien me encontrara, para mí parecía que habían pasado años ahí dentro mientras que sólo había pasado un mes, cosa que pude saber gracias a la regla que al menos me dijo que aún después de tantas violaciones no me habían dejado embarazada.
Dejó la correa para coger mi pelo, estuvimos a cuatro patas todo el rato, mis rodillas, aunque estaban sobre un colchón empezaban a quejarse y sentía que me iba a arrancar un mechón de pelo en cualquier momento. Sentía mi coño arder y sabía que no iba a poder durar mucho más tiempo si esta situación se prolongaba, mi cuerpo empezó a producir sudor frío y se me nubló la vista hasta que finalmente me desmayé.
···
En el salón, Nicolás y Sergio.
- ¿Dónde está?
- Se ha desmayado poco antes de que me corriese, más que demasiado trote físico, demasiadas emociones -dijo Nico.
- ¿Se lo has dicho?
- Sí, la verdad es que con esta el proceso ha sido más rápido, hemos conseguido que se pille por ti en un tiempo récord.
- Porque no has dejado de violarla diariamente e incluso con compañía hasta que le ha bajado la regla y, además, con tu actitud no me ha costado nada quedar como el bueno -respondió Sergio.
- Esta me gusta, su cuerpo aguanta lo que le eches, estuvimos bombeándola Lucas y yo al mismo tiempo, ya sabes cómo es Lucas, y mírala, al día siguiente ya estaba lista para ser penetrada otra vez.
- Menos mal que esta vez ha sido más rápido y que soy bueno haciendo chantaje emocional porque tres días sin que tú estuvieras y después de haberme contado lo bien que se puede follar le faltó poco para ser violada también por mí.
- Bueno, ahora sólo nos hace falta que se pille aún más por ti, y ambos tendremos juguete sexual para rato -finalizó.
Much@s me habíais pedido que acabara esta serie, que teníais curiosidad por saber de qué iba Sergio, espero que os haya gustado el final que he querido darle, podéis dejarme vuestras impresiones aquí en comentarios o por email (está en mi perfil), pero recordad que si me lo decís por comentario no tengo forma de constestar.