Un fin de semana inolvidable
Pasamos toda la noche hablando, riendo, recordando conversaciones pasadas. Existía una química entre nosotros palpable. De vez en cuando jugaba con mi pelo rizado, me acariciaba la mejilla, yo le abrazaba,a medida que pasaban las horas nos sentíamos mas atraidos el uno por el otro.
Como otro día cualquiera me senté ante el ordenador, antes de iniciar sesión ya sabía quién iba a estar conectado y quién no. Busqué con la mirada, ví a mi amiga, a una de mis primas, a mi amiguete de Toledo y a otro amiguete de Guadalajara. Eran casi ya el año y medio que nos conociamos Hector y yo. Siempre bromeando, charlando animadamente de juergas, ligoteos del fin de semana, siempre me vacilaba, yo le vacilaba, vamos, que más de una tarde y una noche lo hemos pasado bien. Siempre nos piropeabamos, pero éramos conscientes de que nunca llegaríamos a nada y no por ganas, sino por la distancia que nos separaba. Es un conquistador, siempre se lo digo, creo que nunca llegaríamos a tener nada serio, pero una noche loca la estabamos deseando los dos.
Una noche de verano los dos coincidimos en el messenger. Hacía mucho calor, yo solo vestía un bikini, se lo comenté y me dijo que no fuese mala y que le pusiese la cam. Se la puse pero él sabía que no iba a ver nada más que mi carita de niña buena.
Comenzamos a charlar yo también le veía a él, iba sin camiseta como casi siempre así que no me asusté, entre risa y risa me decía que estaba muy guapa, que era una pena la distancia que nos separaba y me dijo que sería genial que pasaramos un fin de semana juntos. Me sentía a gusto con él, cada vez me atraía más la idea de estar un fin de semana juntos aunque sólo fuera para ir de marcha y pasarlo bien. No me lo pensé más y le dije que para el próximo fin de semana estaría en Guada. Me dijo que le estaba vacilando, que no sería capaz de ir. Siempre me estaba picando, pero esta vez se lo dije en serio. No se lo creía.
A medida que pasaban los dias yo lo iba preparando todo, pero él seguía sin creerselo, hasta que el jueves le dije que tenia el billete, que llegaría el viernes a las once y media de la noche. Era increíble, seguía sin creerme. Le dije que me fuera a buscar, que no me dejara tirada o le mataba.
Al día siguiente salí de trabajar y me dirigí a la estación de autobuses, la maleta me la llevé al trabajo para no perder tiempo. Durante el trayecto nos estuvimos mandando mensajes, me decía que le resultaba imposible creer que fuera para allá, que como llegara a la estación y no me viese bajar del autobus, el mismo iría a Santander a darme un par de azotes. A las once y media llegué a Guadalajara, le ví a traves de la ventana buscandome entre la gente que bajaba, a mi me temblaba todo el cuerpo, era mucho más atractivo de lo que aparentaba por la cam. Al verme bajar me sonrió y se le formaron esos dos hoyuelos en las mejillas que tanto me gustaban. Bajé y nos abrazamos, fue como si nos conociésemos de toda la vida, fue algo increible. Me ayudó a bajar la maleta y nos subimos en su coche. Antes de arrancar me miró a los ojos.
Aún no me creo que hayas venido.- dijo sonriendome.
No esperaba menos de tí.- le respondí y los dos reimos.
¿ Quieres que vayamos a tomar algo o quieres ir a descansar?
Hector, he venido con el firme propósito de descansar lo menos posible, quiero que me enseñes todo, lo bueno y lo malo, sé que un fin de semana no da para mucho y quiero aprovecharte a lo maximo.
¿ En todos los sentidos?. Sonrió.
En todos.- respondí con una sonrisa pícara y le besé en la mejilla.
Me llevó a un garito bastante curioso, pedimos una copa y comenzamos a charlar, nos mirábamos fijamente como si todo aquello fuese imposible.
Verte asi, en carne y hueso sin un monitor por delante me resulta extraño.- le dije, él sonrió y me dió un abrazo.
Creo que he soñado con este momento un monton de veces, no me mal interpretes, quería conocerte, siempre me has caido muy bien, paro tampoco voy a engañarte, me atraes mogollon, a parte de ser simpática y divertida, tienes una carita preciosa y vamos del cuerpazo que tienes ni hablamos.
Yo me sonrojé, cada vez que me piropea logra sonrojarme, ya debería estar acostumbrada a su galantería, pero cada vez que lo hace me siento estremecer.
Pasamos toda la noche hablando, riendo, recordando conversaciones pasadas. Existía una química entre nosotros palpable. De vez en cuando jugaba con mi pelo rizado, me acariciaba la mejilla, yo le abrazaba,a medida que pasaban las horas nos sentíamos mas atraidos el uno por el otro, ya las caricias eran mas frecuentes, las miradas mas profundas, la cercanía mas estrecha, hasta que no pude más y le besé, lo hice con temor a ser rechazada, tampoco quería que pensera que era una loca inconsciente. Pero me alegró saber que mi beso fue correspondido y no solo eso sino saber que lo estaba deseando tanto o mas que yo. Me susurró al oido que nos fueramos de allí, que quería sentir mi cuerpo calido junto al suyo y aquello fue música para mis oidos.
Me sentía como una niña de dieciesis años, jugaba con mis manos, las entrelazaba, no sabía que hacer, estar a su lado era una experiencia única. Muchas noches hablabamos de nuestros ligues, de a quién habiamos conocido, él me pedía consejo sobre como tenía que actúar ante una chica, yo entre risas y celos le aconsejaba lo mejor posible. Yo también le hablaba de los tíos que conocía pero sabía que él no se sentía celoso por eso. Ahora éramos nosotros los que estabamos en una situación de las que tantas veces habíamos hablado.
Aparcó el coche y me llevó a su piso. Nos sentamos en el sofá y seguimos hablando, no queríamos romper la magia de aquel encuentro, aún no. Yo me acomodé y me puse un camisón fresquito, hacía mucho calor. Al verme sus ojos se desorbitaron.
Se levantó del sofá y de dos zancadas llegó hasta mí. Me tomó por la cintura y me propinó un beso lleno de lujuría y pasión, me alzó en brazos y me llevó a su habitación. Yo estaba en el paraíso. Había estado con muchos hombres, pero con ninguno sentía lo que me hacía sentir Hector, una mezcla entre amistad incondicional y pasión desenfrenada.
Sus labios buscaban los míos, recorrió cada centímetro de mi cuerpo, sus manos hábidas de pasión me acariciaron hasta enloquecer, quería ser suya, no podia aguantar más. Sentí su cuerpo sudoroso, le besaba el cuello, le añaraba la espalda, retozamos en la cama en un ritual erótico. Sus manos ascendían por mis piernas levantando mi camisón y su boca besaba mi vientre, mis pechos, yo gemía loca de pasión, hasta que mirandome a los ojos me penetró, fue una sensación única. Nunca imaginé estar en esa situación con Hector.Mis manos acariciaban su espalda, mientras el seguía haciendome el amor. Lo hacía con una ternura como nunca antes había sentido con otro hombre. El sudor resbalaba por mi cuello, mis labios pedían más. Déspues de diez minutos danzando, retozando y amandonos sentí como se vino dentro de mí y eso provocó que yo con un gemido ahogado también llegara a un orgasmo maravilloso. Permanecimos abrazados, el sobre mí mi pecho, besandome el cuello, olisqueando mi olor, mirandome a los ojos y sonriendome como simpre lo hacía, hasta quedarnos dormidos.
A la mañana siguiente desperté abrazada a la almohada y con la sábana tapandome de cintura para abajo, miré de reojo y ví a Hector apoyado en el quicio de la puerta observandome con una taza de café en la mano. Al verme despertar se acercó a mí y ofreciendome la taza de café me besó.
Buenos días, chica mala.- Me saludó como siempre hacía, pero esta vez frente a frente, sin distancias por medio.
Buenos días guapísimo.-Fué mi saludo. Me senté tapandome con la sábana y miré hacía la ventana. Hacía un día espléndido, el sol iluminaba todo. Sentía la necesidad de salir de aquella habitación al lado de Hector y que me llevera a conocer todo. Ese fin de senama sería algo único, no deseaba que llegara el momento de la partida, pero lo tenía presente y el corazón se me encogía. Nos dimos una duchita refrescante, me puse un vestido blanco de lino y el iba con un vaquero, una camisa verde y una americana blanca que le hacía resaltar el color de sus ojos. Salimos del piso y nos dirigimos al centro del pueblo. La gente nos miraba al pasar y él con una sonrisa saludaba a sus vecinos. Yo iba tomada de su brazo y no podía borrar la sonrisa de mi cara.Reíamos por todo, me tomaba el pelo constantemente como él sólo sabe. Sentíamos algo distinto, no era como el resto de nuestras relaciones, sabíamos que esta situación no iba a perjudicar nuestra amistad, solo la iba a fortalecer aún más. Entramos en una cafetería y nos tomamos un par de cafés.
¿ Cómo es que te dío por decidirte a venir?
Siempre estabamos hablando de eso y me cansé de soñar despierta, así que me decidí, tampoco es tan descabellado como parece, sólo nos separan unos kílometros, no hay océanos por medio.- Le respondí.- Además, después de casi dos años hablando por mail, ya iba siendo hora de vernos frente a frente, ¿ No crees?.
Y tanto que lo creo, la próxima vez, seré yo el que vaya a verte.
¿ Ah, es que habrá próxima vez?.- le dije sonriendo.
Sabes como soy, y no me voy a conformar tan sólo con un fin de semana y esperar otros dos años para poder vernos. Esto lo tenemos que repetir.
Estoy deacuerdo.- sonreí y le besé. Salimos de la cafetería y recorrimos todo el pueblo, era precioso, la gente amable, me presentó a sus amiguetes. Me llevó a comer a un pequeño restaurante y luego dimos un pequeño paseo hasta llegar a su piso.
Nuevamente hicimos el amor. Esta vez fue mas salvaje que la noche anterior. La temperatura ambiental fundida con la nuestra provocaba que nos deseáramos con más pasión. recorrimos cada rincon de su piso, buscando nuevas posturas para poseernos.
Al caer la tarde nos arreglamos ya que Hector quedó con sus amigos para tomar unas copas. Me puse un vesido negro muy ligero y mi melana rizada suelta. Llegamos al pub donde habían quedado, sus amigos eran muy divertidos, me decían que estaba loca al fijarme en Hector, que era un conquistador, que tenía a todas las chicas locas por él, yo les decía que sólo éramos amigos, que tampoco me había prometido amor eterno y yo a él tampoco, Hector lo pasaba de maravilla viendo como me desenvolvía en su entorno, no paraba de repetirme que estaba preciosa, que había caído muy bien a sus amigos, cosa que le atemorizaba ya que siempre me decía que eran unos bárbaros pero que se estaban portando bien. Reímos toda la noche, el alcohol ya hacía efecto en nosotros. Nos mirabamos entre la multitud deseando estar de nuevo a solas, quedaban pocas horas para mí partida y eso nos entristecía.
Ya pasadas las tres de la mañana, poca gente quedaba por las calles, sus amigos se fueron despidiendo poco a poco. Me dijeron que tenía que volver, pero para quedarme más tiempo, que Hector había sido un acaparador y un egoísta, yo reía diciendoles que la próxima vez quedaba con ellos directamente y que pasaría de Hector, él reía a carcajadas, cuando nos quedamos solos completamente, dimos un paseo.
Sé que esto se acabará mañana, te irás y no sé cuando volveré a verte, si te quedas un día más estaría totalmente perdido porque ya no podría dejarte marchar.
A mi ya se me esta haciendo muy duro la idea de tener que dejar así las cosas, pero creo que es lo mejor, ninguno de los dos está dispuesto a dejar sus vidas atrás. Me quedo con lo mejor de todo esto, que es tu amistad y creo que será eterna.
Eso es cierto, además ya sabes que la vida da muchas vueltas, y ahora dejemos el tema que es muy triste. Vayamos a casa y despidámonos como se merece.- Me regaló una sonrisa picarona.
Nos dirigimos a su piso y me sirvió una copa de vino. Estuvimos hablando horas, no nos dejamos nada por decir, no queríamos que aquello terminara. Nos abrazamos y así permanecimos un rato. Le besé, le besé el cuerpo, la cara, las manos, no quedó un solo rincón sin ser acariciado por mís labios. Le quité la ropa a la vez que él me despojaba de las mías, me tumbó en la alfombra y recorrió todo mi cuerpo con la mirada para poder mantenerme intacta en su memoria. Me hizo el amor tranquilamente, sin prisa, yo me dejaba hacer, era un sentimiento tan extraño para mí, una mezcla de dulzura, amargura, pasión y tristeza. Hicimos el amor toda la noche, hasta que los primeros rayos de sol aparecieron en el horizonte. Tenía que regresar, era la hora de marchar. Mientras nos dirigíamos a la estación, no pronunciamos ni una palabra, todo terminó, sólo podíamos esperar el próximo reencuentro. Al llegar metí la maleta en el autobús y después abracé a ese hombre que me hizo pasar el mejor fin de semana de mí vida. No digimos nada, sobraban las palabras, no me quería soltar, ya estaban dando el aviso de salida, nos besamos con ternura, tomó mi rostro en sus manos y me sonrió.
Nunca te olvidaré niña guapa.- Fueron sus palabras de despedida.
Yo tampoco a tí chico malo.- Y antes que mi estúpido sentimentalismo me hiciera llorar, subí al autobús. Nunca olvidaré su figura, con las manos metidas en los bolsillos y sonriendome. Antes de marchar ya le echaba de menos, me despedí con la mano y el autocar realizó su salida de la estación. A los diez minutos de trayectoria sonó el alerta de mensaje en mí movil, el corazón me dió un vuelco y la respiración se me cortó cuando leí sus palabras: Has sido lo más bonito que me ha pasado en la vida, te recordaré siempre y deseo volver a verte lo mas pronto posible, no te olvides de mí. Tú gran amigo. Hector.
No tuve el valor de responderle, me quedé dormida mientras una lágrima se deslizaba por mi mejilla.
Al llegar a mi casa, dejé la maleta en el suelo, me dirigí al ordenador e inicié sesión, busqué con la mirada y allí estaba, se me abrió una conversación y leí: Hola chica mala, que tal el viaje?
Fin.......?