Un fin de semana en los carnavales de Gualeguaychú
Supongamos que mi nombre es Gabriela. Un fin de semana, cuando yo tenía 18 años, nos fuimos de mini vacaciones a Gualeguaychú, una ciudad de Argentina, y no podía imaginar lo que dos amigos de mi novio me iban a hacer pasar en su ausencia.
Supongamos que mi nombre es Gabriela. Todos me dicen Gaby. Un fin de semana de enero, cuando yo tenía 18 años, nos fuimos de mini vacaciones a Gualeguaychú, una ciudad de Entre Ríos, en Argentina, en donde se festejan unos carnavales muy importantes. Si bien no son como los de Río de Janeiro, reúne a mucha gente de Argentina y Uruguay.
Decidimos ir con mi novio y un amigo de él, a un camping, en una carpa grande para tres. En la ruta, viajando hacia allá, paramos a comer en una parrilla. El amigo suyo y yo pedimos una hamburguesa, pero mi novio se pidió un plato con mariscos, ya que era la recomendación de la casa. Aparentemente, los mariscos estaban en mal estado, porque a partir de esa decisión suya, nuestro viaje ya no fue lo que habíamos pensado.
Ni bien llegamos, tuvo que recurrir a un servicio de urgencias médicas, acompañados por mí y por su amigo, y fue internado en observación “por una o dos noches, para estar tranquilos”, según dijo el doctor. El amigo suyo, a quien yo recién conocía, y que tenía toda la apariencia de creérsela bastante. Comenzó a hacer chistes con que él se iba a tener que quedar en el sanatorio mientras nosotros podíamos disfrutar las vacaciones, que no se haga problemas que él me iba a cuidar y no sé cuántas cosas más.
Fuimos nosotros dos solos entonces, hacia el camping que habíamos reservado para armar la carpa y dejar todo listo. En ese momento comencé a conocer un poco más a su amigo, y a su extraña manera de manejarse conmigo. Mientras armábamos la carpa, como veía que a mí me costaba un poco por no tener experiencia en campamento, me iba diciendo todo el tiempo que lo escuche, que haga lo que él me decía, que no piense, que las mujeres no estábamos para pensar, sólo para satisfacer al hombre, y no sé qué más. Como no podía saber si era una broma o no, sólo sonreía y lo dejaba pasar. En un momento, pasó a mi lado mientras yo trataba de clavar una estaca, y me dio una nalgada en la cola mientras me dijo
- Parece que con el tema de enterrar vamos bien.
Era obvia la referencia a la penetración. Una vez armado, dejamos los bolsos adentro y decidimos visitar por última vez a mi novio, para ver si necesitaba algo.
Mis complicaciones comenzaron en ese momento, durante nuestra visita al sanatorio, ya que se comenzó una tormenta impresionante, que nos retuvo varias horas allí. Una vez tranquilizado el clima, volvimos al camping y vimos que grandes sectores estaban inundados. La gente vaciaba las carpas, secaba celulares como podía, verdaderamente había sido un gran temporal. Cuando llegamos a nuestra carpa, notamos con sorpresa que también estaba inundada, pero sólo mi mochila se había mojado por completo, mientras que la de él permanecía seca por haber quedado encima de la mía.
El amigo de mi novio, Lucas, me dijo en ese momento que tenía un amigo en Gualeguaychú, a quien le podíamos llevar mi ropa para que la lave y la seque, ya que estaba no sólo mojada sino también embarrada. Le dije que sí, que así no tendría que ponerme, y que estaba más complicada viendo que estaba mojada y llena de barro hasta en la ropa que llevaba puesta.
Llegamos a la casa de su amigo, dejé la mochila completa y ambos me pidieron que me saque la ropa que llevaba puesta, así la lavaba toda junta. Les dije que no tenía qué ponerme si me quitaba eso, y me dijo el chico de Gualeguaychú, Facundo, que él no tenía ropa de mujer, pero que me prestaba algo. Me dijo que pase al baño mientras tanto y me saque todo. Así lo hice y quedé desnuda, esperando a que me trajeran la ropa para mí. Grande fue mi sorpresa cuando vi que sólo me había alcanzado una musculosa muy abierta a los costados, que dejaban entrever mis pechos por ambos lados, y que apenas llegaba acubrir mi cola. Si me movía un poco o caminaba, seguro un poco se me veía todo ahí abajo. Quedé a la espera de algo más, un pantalón corto o algo para abajo, pero nada llegaba.
En ese momento Lucas me dice
Dale tontita, que tenemos que volver al camping.
Yo así no puedo salir!, le grité desde adentro del baño.
Es sólo por esta noche, mañana ya te llega toda la ropa limpia y seca. Además, vamos en el auto, no te va a mirar nadie. Dale, salí, me hagas perder tiempo nena.
Me dije que en realidad tenían razón, que nadie iba a notar cómo iba vestida, así que salí, intentando taparme con los brazos los costados del cuerpo, a la vez que me sujetaba la parte inferior de la musculosa, de manera de que no se me levantara al caminar. Ambos se reían de una manera casi humillante, repitiéndome que no debía preocuparme, que al otro día él mismo me alcanzaría la ropa hasta el camping. Me fui de allí lo más rápido posible, y me senté en el auto, rogando porque la noche pase rápido.
Por suerte la entrada del camping no estaba muy transitada, la mayoría de la gente estaba comiendo o duchándose, y nadie notó cómo estaba vestida. Llegamos a la carpa, que ya estaba seca, nos acostamos con un par de sábanas, y nos disponíamos a dormir. Pero resulta que no podía terminar de conciliar el sueño, ya que Lucas daba vueltas, para un lado, para el otro, resoplaba, farfullaba, lo notaba tenso, casi enojado. Hasta que le pregunté qué le ocurría.
Es que estoy con el pito parado a full, y no puedo hacerlo bajar tocándome porque estás vos, y así no puedo dormir. Si a lo mejor salieras un rato a dar unas vueltas, tal vez cuando vuelvas yo esté mejor, más “relajado”, digamos…
Yo así no salgo le dije, como toda respuesta.
Entonces sólo nos queda una opción, me dijo él. – Que me ayudes vos. Te prometo que de acá no sale, Germán nunca se va a enterar de esto. Sería una devolución del favor que te estoy haciendo con la ropa, y bancándote acá mientras que tu novio está en un aburrido sanatorio.
Bueno, está bien, le dije, viendo que en realidad algo de razón tenía. - Pero te masturbo rápido y dormimos.
Mientras giraba hacia su lado, siempre adentro de la carpa, en la oscuridad casi absoluta del camping, y sabiendo que nadie debería enterarse de la situación, Lucas me dice:
- Pasa que hay un problemita nena. Si sólo me masturbás, podemos estar mucho tiempo. Tardo en llegar. Para hacerlo más rápido, así nos podemos ir a dormir lo antes posible, yo diría que me la chupes y listo. Además, de ese modo, cuando yo acabe me limpiás bien la cabecita con esa boquita hermosa que tenés y ninguno de los dos tiene que salir de la carpa, así nadie sospecha nada. Te parece?
Si bien me pareció que estaba pidiendo mucho, accedí por el sólo hecho de que mientras antes lo haga, antes nos dormiríamos. Y el viaje de varias horas en el auto en la ruta, fue agotador. Me acerqué dudando hacia su pene, que estaba bastante parado desde hacía ya un rato largo, y cuando me disponía a comenzar el sexo oral, le dije que me daba vergüenza verlo y que me vea, a pesar de la oscuridad que nos envolvía. Me sugirió que podía vendarme los ojos así, no veía nada y me imaginaba que estaba con mi novio, y me pareció una buena idea, aunque obviamente estaba haciéndole sexo oral a un chico que casi no conocía; y encima, amigo de mi novio.
Me envolvió la cabeza con un pañuelo doblado finito y finalmente me presté a realizar aquello en lo que habíamos quedado. Se la chupé suave, ya que no sabía de qué manera le gustaba, y al mismo tiempo lo masturbaba. Estaba con mi cabeza recostada sobre su estómago, de manera que no pudiera mirarme a la cara, y para que yo pudiera hacerlo más tranquila. En pocos minutos comenzó a agitarse más de lo normal, me retuvo la cabeza con fuerza con una de sus manos, y me dijo:
Ahora que acabe, te voy a pedir que abras la boca, que te apoyes la cabeza de mi pija en la lengua y que me pajees hasta sentir la lechita, así acabo más rápido y mejor, y no se me vuelve a parar después de esto, sí?
Mm-mm, sólo pude decir, ya que como muchas saben, hablar con una verga en la boca no es sencillo.
Abrí la boca y lo masturbé más fuerte que antes, hasta que sentí la leche, que comenzaba a llenar el interior de mi boca en oleadas intensas, al mismo tiempo que él se sacudía enérgicamente. Le limpié los restos de leche que pudieron quedar en la cabeza de su pija y me tragué todo para que no tuviera que ir a lavarme, arriesgándome a que alguien me viera con esa musculosa tan provocativa. Cuando estaba terminando, pensaba “si alguien me hubiera visto de frente haciendo lo que le hice, se hubiese calentado mucho, quedé como una petera!”. Pero me tranquilicé rápido, al recordar que estábamos solos y en la oscuridad, y nadie más presenció el acto.
- Ahhh, qué suerte tiene el cornudo de Germán, que lindo que chupas la pija nena, casi como un putita... Bueno, tragaste todo? Sí? Vamos a dormir entonces…
Al otro día, al despertar sentí que Lucas estaba apoyándome con todo el cuerpo, y obviamente, también con su pene, en la clásica posición de cucharita. Se la sentí parada nuevamente y me corrí un poco, hasta donde podía, para que no me apoyase en la cola de esa manera. Con ese movimiento, al notarme despierta, me dijo:
- Hola nena, vos sabés que se me volvió a parar, podés creer?
Qué mala suerte le dije, porque lo de anoche fue una excepción. No te la voy a chupar de nuevo. Yo quería dormir y en ese momento no veía otra opción, pero no esperes nada más…
Y si sólo me masturbás? Dale, si no ahora cuando vayamos al río se me va a notar y vamos a pasar vergüenza los dos, porque vos vas a estar conmigo, no sé si te diste cuenta de eso.
Lo pensé unos segundos y dije para mis adentros “Antes que seguir aguantándomelo con tantas explicaciones, le hago una paja y lo dejo tranquilo el resto del día. Igual no creo que mi novio se enoje por esto después de lo que hice anoche, jaja”. Y sin decir nada, estiré la mano, y sin mirarlo, casi escondiendo la cara, comencé mi trabajito manual. Él se acomodó boca arriba y se sacó el boxer, quedando completamente desnudo. A mí se me había levantado un poco la musculosa mientras dormía, y había quedado haciendo ver que no llevaba ropa interior, pero ya no me importaba. Sólo quería que termine y se fuera de la carpa. Y mientras estábamos en eso, vemos que alguien se mete de golpe en la carpa, saludando a los gritos, y llamándonos por nuestros nombres. Nos quedamos los tres helados: nosotros dos porque no esperábamos que alguien se meta al interior de la carpa sin avisar, y él, Facundo, porque no esperaba encontrarnos en esa situación.
Ah, pero qué rápida es esta pendejita. Una noche sin el novio y no se aguanta sin una pija!
No, no es así, estás sacando todo de contexto, le dije yo, mientras Lucas comenzaba a reírse, ya mucho más tranquilo al notar que era su amigo.
- Bueno, no sé, hagan como quieran. Nena, se me cortó la luz anoche en mi casa, así que todavía no pude lavar nada de lo tuyo. Sigue todo ahí, mojado y sucio.
Queeé? Y cómo voy a hacer? Consíganme algo de ropa por favor!
No te pongas histérica, que acá te traje algo. Pasé por el local de un amigo, que vende ropa de mujer, y te traje algunas cosas. Después arreglamos los costos, decía mientras me miraba todo el cuerpo descaradamente a ver si podía notar algo de mi desnudez debajo de la remera.
Bueno, gracias, dejame la ropa ahí y salgan de la carpa, así me cambio, les dije.
Sí, todo bien, salimos nena, pero después terminas lo que empezaste que me dejaste peor que antes, sabés?, me dijo Lucas, mientras me pellizcaba una mejilla con fuerza. Yo permanecí media retraída y sólo atiné a decirle que sí. Logré dejarlo medio conforme parece, porque sonrió a medias y me dio una fuerte nalgada en la cola, lo cual me pareció un poco desubicado, pero no tanto como para reprochárselo.
Cuando revisé la bolsa, casi me muero. Había sólo una bikini, pero no era una malla normal. No sé qué clase de ropa vende la amiga de Facundo, pero se trataba de una micro bikini blanca. Era de una tela parecida al algodón, de esas que si se meojan quedan casi trasparente, y de hilo dental. Es decir que la parte de atrás terminaba en T, dejándome toda la cola descubierta, y la parte de adelante apenas si me cubría mi amiguita. Para colmo, tenía una costura del mismo hilo que seguía para atrás, y que atravesaba el medio de la malla, por lo que era obvio que se me iba a meter en la chochita marcándome los labios. El corpiño, por su parte, tenía dos triangulitos minúsculos que apenas alcazaban a cubrir los pezones. El resto era hilo idéntico al hilo dental de la parte de abajo. Me lo puse apresuradamente, ya que era la única posibilidad de dejar de estar desnuda frente a estos dos flacos que estaban quedando cada vez más como dos degenerados. Me puse la musculosa de Facundo encima de la malla buscando que me cubra un poco para ir al baño, pero detrás me quedaba media cola descubierta y por delante la parte de debajo de la bikini se terminaba en mi pelvis antes de que empiece la remera, por lo que era una situación que a cualquier flaco lo calentaría mucho y a mí me dejaría en una situación muy incómoda.
El único consuelo que tenía era que por lo menos me había depilado toda y cuando se me mojara la bikini no se me notaría el bello púbico. Y decidí ir al baño, entre medio ya de algunos silbidos y comentarios obscenos, y ver cómo me manejaría ese segundo día en Gualeguaychú.