Un fin de semana en Gualeguaychú IV
Continúan las vivencias de Gabriela con los aprovechadores y perversos amigos del novio, en los carnavales de Gualeguaychú. Esta vez, al interior de un departamento. Se recomienda leer los tres capítulos anteriores.
Una vez que Facundo hubo descargado todo lo que quería descargar, me levantó del sillón, así embardunada de leche como estaba y me llevó derecho al baño. Yo iba siguiendo su caminar, ya que estaba complicada para moverme por las correas que llevaba puestas y por la máscara tipo antifaz que no me dejaba ver nada. Obviamente, no me sacó nada de ese atuendo tan fetichista que llevaba puesto, que por otro lado, era toda mi vestimenta.
Facundo me condujo hasta la bañera y una vez adentro abrió la ducha caliente, lo cual fue tan gratificante que casi me olvido de pedirle que me desate y se vaya. La verdad es que necesitaba una larga ducha para terminar de relajarme luego de ese orgasmo brutal que me habían hecho sentir jugando con un aparatito en mi cola. Cuando estaba lista para pedirle que me libere, me sorprendo al escuchar que tocan el timbre y Lucas le abre a lo que parecía ser un grupo de amigos de los chicos, por las voces, los gritos, los saludos y las carcajadas.
Escucho también que Facundo dice algo así como “menos mal, ya llegaron”, lo cual me sorprende mucho. Le pregunto qué pasa y me dice que nada, pero que por las dudas va a lavarme él mismo, para hacer más rápido, ya que no según me dijo, no sabía en dónde están las llaves de la vestimenta que llevaba puesta. Obviamente, en ese momento, todavía no sabía que no había ningún candado ni cerradura en ese disfraz. Se apresura a mojarme toda y con sus propias manos comienza a enjabonarse ambas manos, mucho, para luego pasármelas por todo el cuerpo. Lo cierto es que empecé a sentir algo muy interesante. Sentir dos manos que enérgicamente recorrían mi cuerpo casi desnudo, mientras yo no podía hacer nada de nada, no es una vivencia que una tenga todos los días.
En un momento me dice que el agua no le permitía enjabonarme bien, por lo que cierra la ducha y continúa su ardua labor, ahora ya sin el suave masaje del agua caliente de la ducha sobre mi cuerpo. Hasta que vuelve a detenerse y casi resoplando, y dice que todavía no le sale como él quiere, y agregó algo que me detuvo el corazón: “vamos a tener que pedirle ayuda a los muchachos”. Sin darme ni un segundo para pensarlo, me toma de un brazo y como puede me saca de la bañera toda enjabonada, para llevarme al living, en donde estaba todo el grupo de chicos desconocidos.
A tientas y tratando de esquivar todos los obstáculos que aparecían a mi paso, llego al medio del living orientada por Facundo, y le escucho decir:
- Ella es Gaby. Como ven por el tatuaje que tiene en la espalda, por el tipo de ropa que le gusta usar de entre casa, y por el hecho de que le gusta salir de la ducha así como está con tal de saludar a cualquier chico, es bastante putita. Salúdenla muchachos!
Inmediatamente todos se abalanzan sobre mí, sin darme tiempo a protestar ni a intentar detenerlos, y comencé a sentir algo inigualable: muchísimas manos que empiezan a manosearme por todos lados, me recorren entera, me pellizcan los pezones, la cola, las piernas, las tetas… Alguno me toma del pelo y me sacude un poco la cabeza, mientras otro comienza a frotarme brutamente mi clítoris. Algunas nalgadas en la cola me sacuden haciéndome tambalear. Todos hablan entre ellos de lo buena que estoy y de lo puta que soy. Esos eran los dos temas más comentados del momento. Está claro que por más que quiera zafarme, me resultaría imposible, ya que si bien estoy toda resbaladiza por el jabón que tengo encima de mi cuerpo, ellos son muchos, estoy entre todos, y todavía sigo atada y con los ojos vendados! No me queda otra posibilidad más que esperar a que se cansen y que por fin me desaten. Sin embargo, nada de eso es lo que ocurrió a continuación. Escucho la inconfundible voz de Lucas que comienza a hablar:
- Muchachos! Saben lo que me pidió esta putita? Que le cumplamos una fantasía. Ella quiere que alguien le haga la cola, pero sin saber de quién se trata. Quién se anima a ponersela por el culo sin que ella sepa quién es!
La última frase, dicha casi a los gritos como para levantar aun más el ánimo de los muchachos, generó una lluvia de gritos y agitaciones, ya que todos querían ser el afortunado que cumpliera mi supuesta fantasía. Todos esos gritos y la exaltación del momento, impidieron lograr hacerme escuchar, ya que de ninguna manera tenía la intención de que alguien me penetre por la cola. Por lo menos por el momento. Y mucho menos si era un desconocido quien lo hacía! Todos mis intentos fueron inútiles. Lucas aprovechó la agitacipon general para acercarse a mí y decirme al oído, entremedio de todos los gritos que todavía continuaban:
- Sabés por qué lo hice? Porque sé que tu colita pide pija, que el cornudo de tu novio no te calienta lo suficiente como para que se la des, y que vos no te vas a permitir pedirlo directamente. Así que tomalo como un favor que te hacemos.
Lo que dijo me dejó sin palabras. Verdaderamente tenía razón. Y eso era lo que más bronca me daba.
En un momento escucho decir que ya estaba el elegido, y me toman nuevamente del brazo para dirigirme al mismo dormitorio en donde antes me habían obligado a hacer una paja con los pies para que la leche me cayera encima. Siento dos personas entrando conmigo, sin saber de quiénes se trataba, y nuevamente escucho la voz de Lucas que me dice:
- Sabés qué es lo más excitante de todo esto? Que dentro de un rato, ya no vas a ser virgen de la cola, alguien te la va a hacer bien hecha, y vos nunca vas a poder contarle a tus amigas quién fue el que te hizo la cola por primera, porque nunca lo va a saber! Ninguno de nosotros te lo va a decir nunca. Y mucho menos a tu noviecito! Jajaja..
Uno de los dos se retira del dormitorio, y queda sólo uno, sin que yo sepa quién es, por supuesto. Así, toda enjabonada como estaba, me lleva contra un rincón y me hace apoyar las tetas contra el frío de la pared. Me refriega la pija que ya estaba bien parada por la cola, jugando con hacerla subir y bajar por entre medio de mis nalgas, supongo que para que se le termine de parar y para que se enjabone a su vez también. Muy despacio siento que comienza a penetrarme, aprovechando lo resbaladiza que está todo mi cuerpo, mientras con una de sus manos me masturba de a ratos. La calentura agarrada en el momento del manoseo grupal, más esta nueva masturbación, me despertaron verdaderamente muchas ganas de que siga intentando penetrarme, por lo que empecé a moverme yo también apresurando un poco el ritmo que él estaba manejando.
Hasta que finalmente la pija me entra entera. La vuelve a sacar hasta la mitad, y vuelve a meterla. Entró muy bien y casi no sentía dolor, sólo una pequeña molestia que iba desapareciendo con cada penetración. Continuó un buen rato de repitiendo este suave pero firme movimiento, mientras seguía masturbándome, ya sin interrumpciones. Ciertamente no hicieron falta muchos minutos para que ambos llegáramos al orgasmo. El mío fue brutal, impulsivo, casi infantil. Pasé de estar calentándome cada vez más, a una increíble explosión que me tomó por sorpresa. En ese momento el comenzó a penetrarme y a masturbarme más fuerte, lo cual me hacía retorcer para todos lados por la sensibilidad que ya comenzaba a tener el clítoris. Él parecía gozar con tocarme a pesar de mi sensibilidad, y con mis movimientos cada vez más bruscos, hasta que finalmente acabó adentro de mi cola, producto de todo eso. Llegó a su orgasmo subiendo sus manos hasta mis tetas y apretándolas fuerte, mientras gritaba y resoplaba en mi oído. Yo seguía casi sin moverme, esperando que finalizara para que me sacara su pene de mi ya desvirgada cola.
Por fin me la saca y acto seguido, escucho un suave susurro que me impediría saber a quién le pertenece:
- Andá decidiendo qué le vas a decir al cornudo de tu novio: si sos virgen todavía,a ver si te cree a pesar de la cola abierta, o si alguien te desvirgó y no sabés quién fue, jaja..
Luego de ese perverso comentario me saca de la habitación, chorreando leche de la cola, y me lleva delante de todos. Me hace dar la espalda a ellos y escucho la vos de Facundo que me dice “agachate un poco putita, que quieren verte la cola los muchachos!”. Al ver la leche caer por una de mis piernas, todos comienzan a aplaudir y a reír. Ambos fuimos objeto de muchos gritos: él, por la suerte que había tenido de haber salido elegido, y yo por lo puta y “culoroto” que era. Por fin, luego de unos interminables minutos, me llevan nuevamente al baño y por segunda vez prenden la ducha. Me desatan luego de haberme hecho lo que quisieron y me dicen que me bañe tranquila, que afuera está esperando mi ropa.
Una vez bañada, salgo pidiendo una toalla, pero sólo me dan una bombachita extremadamente chiquita, blanca, de algodón y una remerita de casi trasparente, también blanca pero muy finita, que apenas llegaba debajo de mis pechos. Me dicen que no tienen ninguna toalla, y que me ponga eso frente a ellos, así mojada como estaba. Obviamente, la ropa se me pegó enseguida al cuerpo, volviéndose todavía más trasparente por el agua, marcándome todas y cada una de las partes del cuerpo.
Estaba por comenzar toda una nueva situación: salir al boliche. Y parece que tenía que ir imaginando que estos chicos no me iban a hacer las cosas nada fácil.