Un fin de semana de a tres (2)
Por la mañana al despertar el espectáculo era dantesco, la cama toda revuelta con las sábanas manchadas de semen y flujo por todas partes.
Un fin de semana de a tres 2ª parte
La noche de viernes para sábado había resultado muy extenuante por lo sexualmente libidinosa que había resultado, lo que hizo que nos quedáramos profundamente dormidos los tres en la misma cama.
Por la mañana al despertar el espectáculo era dantesco, la cama toda revuelta con las sábanas manchadas de semen y flujo por todas partes, donde mi esposa y Eduardo desnudos aún dormían despatarrados, el olor que inundaba el ambiente era inconfundible, fuerte, mezcla de todos los sudores y fluidos que en conjunto habíamos dejado con la sesión de sexo que gloriosamente habíamos disfrutado a pleno.
Sigilosamente para no despertar a nadie me levanté y fui directamente a la ducha y comencé a darme un baño reparador enjabonándome todo el cuerpo. Mientras me bañaba no podía dejar de pensar en todos los momentos disfrutados y no tardó en hacer efecto en mi pija que comenzó a dar sus primeras señales de vida de la mañana, realmente lo de anoche fue genial llegamos a niveles de excitación que aún eran desconocidos para todos, pude ver a Estela gozando de tal manera con semejante pedazo como tampoco la había visto antes, lo que me hizo muy feliz. Todo esto presagiaba un sábado intenso en lo que a sexo se refiere.
Estuve en el baño por un buen rato debajo del agua, luego de secarme me puse un boxer y volví a la habitación donde aún dormían, con lo cual me dispuse a preparar un desayuno para recuperar fuerzas y poder continuar con la fiestita. Al rato apareció Eduardo que también se había duchado y me dijo que Estela estaba haciendo lo mismo, no pasaron más de 15 minutos que hizo su entrada, vestida apenas con un tanga muy chiquito que resaltaba la exuberancia de su contextura voluptuosa, ambos quedamos como hipnotizados mirándola, es que es realmente hermosa, pero lo que más excita es el poder de seducción que tiene en su manera de hablar, de moverse, en sus gestos, lo que hace inevitable que uno se caliente al máximo y quiera cogerla, cogerla y cogerla, pero bueno así es mi mujercita.
Luego del desayuno planeamos ir a caminar por la playa ya que el día estaba cálido y el sol estaba a pleno. Nos pusimos los bañadores y salimos, fuimos para el sur y en un rato de andar estábamos en una zona de médanos muy altos, en eso Estela trepó a la sima de uno de ellos y de ahí nos llamó, subimos y al estar los tres juntos pudimos comprobar que no había un ser humano en kilómetros a la redonda y el calorcito que se sentía en la piel invitaba a quedarse, estiramos nuestras lonas y nos dispusimos a tomar el sol reparador de la mañana. La ausencia de gente nos llevó a que en minutos estábamos los tres desnudos sintiendo a febo en la piel.
La mano de Eduardo no tardó en comenzar a acariciar el cuerpo desnudo de Estela, que al sentir las caricias inmediatamente abrió las piernas con la clara intención de que llegara rápidamente a su concha. Para esto yo estaba mirando y se me estaba poniendo dura, empecé a tocarme suavemente mientras veía que la mano de él ya estaba llegando a la mojada vulva que de la calentura comenzaba a abrirse e inflamarse. Cuando se percató de esto Eduardo se acomodó con una rodilla a cada lado de la cabeza de ella en un perfecto 69 poniéndole su tranca en la boca y hundió su cabeza entre las piernas de mi mujer y lamía sus labios vaginales saboreándola, para esto yo estaba decidido a no participar aún para poder observar como disfrutaba ella con la pija de Eduardo en la boca, aunque casi no podía con el capullo que apenas le entraba en su boca, entre chupada y chupada jadeaba haciendo notorio el placer que la invadía, veía como succionaba con fuerza y por momentos Eduardo levantaba la cara y jadeaba fuerte por el placer que estaba disfrutando, la concha de Estela estaba empapada de flujo que comenzaba a chorrear por sus nalgas y la lengua de él lamía todo lo que podía, el olorcito se hacía sentir a pesar de estar al aire libre, el morbo comenzaba a aparecer con el consecuente aumento de la libido. La pija de Eduardo chorreante de saliva tenía un tamaño que al sol y brillosa parecía aún más grande, enorme, realmente su grosor es morbosamente grande y ya estaba a reventar de dura, de pronto se levantó y tomándola por los tobillos acostada de espaldas le abrió bien las piernas clavándosela hasta que sus huevos llegaron a tocar sus nalgas, la cara de felicidad de mi mujer era espléndida, pero al sentir como ese falo le entró de golpe sus ojos se abrieron en un rictus de dolor, pero apenas duró unos segundos ya que cuando comenzó a entrar y salir lentamente de su concha la expresión viró del dolor al placer extremo, ese mete saca fue haciéndose cada ves mas violento hasta que en un momento vi. como entró hasta el fondo quedándose quieto por un instante señal inequívoca de una inminente acabada, para esto la vulva abierta a más no poder por semejante pija dejaba ver el clítoris inflamado y duro denotando el orgasmo que estaba comenzando a disfrutar con gritos de placer, la sorpresa fue que de pronto sin que ella lo esperara se la saco de golpe, palpitando y roja dispuesta a llenarle el vientre de esperma que en chorros interminables le llegaron hasta la cara. Ella quedó acabando en falso con unas eléctricas convulsiones de pelvis que dejaba ver su concha totalmente abierta brillosa e hinchada que despedía unos chorritos de flujo como si estuviera eyaculando, era la primera ves que lo veía y me quedé perplejo, sin dudar comencé a chupársela disfrutando de sus jugos y de su magnífico olor a sexo que dejó el tremendo polvo que se habían echado, el que estaba prolongando con mi mamada produciendo una cadena de acabadas simultáneas que disfrutaba a pleno, un par de esos chorritos de flujo quedaron en mi boca, mi pija estaba a reventar y me dolían los huevos, la puse en cuatro patas y se la enterré y en dos o tres metidas terminamos los dos en un orgasmo espectacular entre gritos y jadeos.
El día había arrancado, nos dimos un buen chapuzón en el mar para disipar los rastros de la cogida que nos habíamos propinado y nos encaminamos a la casa ya que era pasado el medio día, luego de almorzar en un restobar del pequeño centro comercial nos recostamos un rato para recuperar energía, ya que cada sesión de sexo que teníamos nos dejaba muertos de cansancio.
Nos levantamos alrededor de las 19:30 de la tarde y como habíamos planeado comer un asado esa noche nos dedicamos a comprar las cosas necesarias y preparar la parrilla, entre comentarios, algunos chistes y porque no decirlo unas copitas de vino fue haciéndose el asado, las horas corrían lentas pero sin pausa, nos sentamos a cenar con velas y música suave de fondo y una agradable conversación que fue cayendo poco a poco en el tema de sexo, y ahí comenzó a animarse la noche, en un momento pude observar como Estela le acariciaba con su pie el paquete de Eduardo al tiempo que nos confesaba su fantasía de una doble penetración, esto encendió la mecha para que tanto él como yo tuviéramos una erección inmediata y comenzáramos a calentarnos, luego de cenar nos sentamos en el living, encendimos la chimenea para darle un toque cálido al ambiente y poder andar a gusto en pelotas sin tener frío, ya que a la noche bajaba la temperatura por la época del año.
Estela comenzó a bailar sensualmente como sólo ella sabe hacerlo, repitiendo en parte el espectáculo del viernes, con la diferencia de su atuendo, tenía una minifalda cortita y arriba sólo una musculosa sin sujetadores donde quedaban bien marcados los pezones que con el ritmo de la danza y las caricias que ella misma se daba fueron tornándose más notorios hasta que quedaron bien duros y parados, luego bajando sus manos que lentamente acariciaban sus piernas levantando la pollerita hasta dejarnos ver su conchita depilada por completo porque no se había puesto ropa interior la muy puta , mostrándonos su dedo mayor se lo pasó por la rajita dejando el rastro de sus jugos que ya habían comenzado a brotar, lo hizo una y otra ves acompañando con suspiros y jadeos para luego olerlo y chuparlo, era realmente muy erótico el momento que nos estaba regalando, tanto Eduardo como yo ya habíamos pelado y se veían sumamente duras, resaltando siempre la de él por el portento de su tamaño descomunal.
Por momentos ella se acercaba y agachándose frente a nosotros, le pasaba la lengua a una y otra verga, aprovechando nosotros para meterle mano, súbitamente la libido se disparó, mi mano tocaba sus labios vaginales, los abría y luego buscaba su enhiesto clítoris para frotarlo fuerte y rápido arrancándole suspiros de erótico goce, Eduardo hacía lo mismo con el culito que según pude ver ya estaba empapado de los jugos vaginales que lo mojaba, permitiéndole que pudiera meterle con cierta facilidad uno de sus dedos en su apretado agujerito, ella no paraba de jadear y de mover su pelvis adelante y atrás para aumentar las penetraciones de nuestros dedos que entraban y salían completos de ambas grutas de placer, preparándolas para cumplir con la fantasía tan deseada de mi mujer. A estas alturas con nuestras manos ya le habíamos arrancado los primeros orgasmos que nos dejaron las manos llenas de flujo, y que por supuesto ya emanaban un olor a sexo femenino que resultaba libidinosamente maravilloso y nos ponía a los dos tan calientes que nuestras pijas también estaban babeando líquido preseminal a borbotones, de pronto se zafó de nuestras manos y fue para la cocina, nosotros quedamos sorprendidos y absortos, pero para nuestro placer enseguida regresó, y con un enorme pepino en su mano con la mejor cara de puta que pudo poner y una sonrisa maliciosa que presagiaba lo que vendría, se sentó frente a nosotros levantando y abriendo bien las piernas dejando un panorama completo de su concha y culito. Y empezó el espectáculo, suavemente fue enterrando literalmente ese enorme pepino en su vagina, aumentando paulatinamente el ritmo de mete saca, se lo veía salir empapado y blancuzco de sus jugos, de pronto se lo clavó en el culo que se abrió como una flor dándole paso, y una ves adentro lo mantuvo quieto unos segundos y comenzó nuevamente con el frenético mete saca, no les cuento la visión que nos regalaba, y el morbo que me producía era realmente bestial, ver a mi mujer junto a un hombre que recién conocía haciéndose la más grande paja que hubiéramos esperado nos calentó tanto a Eduardo y a mi, que no nos alcanzaban las manos para pajearnos como locos hasta que nos descargamos en el piso chorros y chorros de leche, mientras ella seguía con su frenética masturbación alternando entre el culo y la concha hasta que a los gritos comenzó con una serie de orgasmos donde asombrados Eduardo y yo pudimos ver en directo las eyaculaciones de Estela que con chorritos de flujo mojaban la alfombra una y otra ves.
Quedamos los tres exhaustos otra vez, porque realmente el nivel de calentura alcanzado fue muy importante, así que quedamos los tres acostados de espalda en la alfombra descansando. Pero esto no iba a durar mucho, ya que Estela es realmente insaciable y en unos minutos me estaba mamando hasta que logró ponerla nuevamente dura, viendo esto se acuclillo encima mío y se la enterró en su concha hasta los huevos pidiéndole a Eduardo que le acercara la suya a la boca, cosa que tardó ni dos segundos en suceder, la mamada fue realmente efectiva ya que en pocos minutos la tenía dura que apenas si podía con su capullo, fue entonces cuando dijo:
Los quiero a los dos adentro
Acto seguido se acomodó sentada dándome la espalda y mi pija clavada en su concha y recostándose sobre mi pecho volvió a decir:
Quiero esas dos hermosas vergas las juntas en mi conchita ¿quieren?
Yo creí que estaba jugando con nosotros, pero Eduardo no entendió lo mismo y acercándose le acomodó el glande en la concha sobre mi pija y comenzó a presionar intentando meterla, yo pensé que era una locura y se los dije, pero Estela dándose vuelta me regaló la más cachonda y cómplice de las sonrisas.
Para mi absoluto asombro sentí como poco a poco ese enorme glande iba metiéndose apretando mi pija contra las paredes de la vagina que cada vez estaba más mojada, para luego de empujar lograr que semejante pija entrara casi por completo arrancando infinidad de jadeos. Estela no paraba de jadear y de pedir:
- Más, más, quiero que me rompan la cooooooonchaaaaa , así, así, fuerte, más fuerte que acabo, acabooooooooooooo, aaaaaaaaaaaaaaaaahaaaaa
Y el flujo de su concha se sentía caliente, muy caliente y espeso, el roce de las pijas dentro de la vagina era fantástico, nos hacia gozar como jamás lo habíamos experimentado, por momentos entrábamos y salíamos juntos y otras cuando yo entraba él salía y el roce era insoportablemente placentero arrancándonos una mutua acabada que inundó de esperma su conchita y nosotros que continuamos moviéndonos un momento más sentíamos como si la tuviera llena de burbujas que producía un cosquilleo exquisito, fue realmente el polvo más intenso que he tenido en mi vida.
Realmente apoteótico, nunca pensé que compartir a mi mujer iba a ser algo tan pero tan caliente, es esa sensación de vacío que uno siente al ver a un semental desconocido que hunde sin contemplaciones su verga en la concha de la mujer de uno, es lo que carga de morbo y erotismo toda la situación, potenciando la libido que llega a niveles que uno no pensaba que fuera posible, aunque Uds. no lo crean es algo que realmente se disfruta, el tema es estar seguro de su mujer y entender que todo esto es solo sexo, el amor no tiene nada que ver, es más en ningún momento se piensa en ello.
Estela quedó fascinada con la doble penetración, me comentó que en toda su vida había sentido un placer mayor y me agradeció que le permitiera gozar de ello sin reclamaciones ni rencores, aunque al otro día cuando comenzamos el regreso a Buenos Aires su conchita la tenía dolorida del tamaño esfuerzo a la que la había expuesto, pero estaba dispuesta a repetir una ves que se le calmara el dolor y los ardores que quedaron como huellas de la maravillosa experiencia disfrutada.
Espero les haya resultado interesante comentarios a: sauro1950@yahoo.com.ar