Un fin de semana (3)
Estaba temblando de frío, pues el espacio era muy reducido, la cámara no paraba de tirarme aire sobre mi piel y las piernas de ternera seguían pegadas a mi. No había luz ni tampoco se escuchaba nada.
Fin de semana III
Estaba temblando de frío, pues el espacio era muy reducido, la cámara no paraba de tirarme aire sobre mi piel y las piernas de ternera seguían pegadas a mi. No había luz ni tampoco se escuchaba nada. Esta situación era desesperante, la espera, la intriga, la oscuridad, el silencio y, sobretodo el frío hacían mella en mi piel y cerebro.
Se abrió la puerta de la cámara, la camarera llevaba un hierro que acababa en un gancho, lo pasó por el candado de los labios vaginales y un camarero levantándome un poco me soltó del gancho en la que estaba colgada.
La camarera, jovencita ella, me arrastraba tirando del candado y los labios que estaban a punto de separarse de mi cuerpo. Parecía disfrutar de lo lindo, pues de vez en cuando le daba vueltas para provocarme mas dolor. De vez en cuando se giraba con el brazo estirado alcanzándome varias veces en la cara y en las tetas. Sus compañeros de trabajo lo estaban pasando de lo mejor viendo como una jovencita que parecía que no había matado una mosca en su vida me estaba torturando de esta forma.
Entramos en la cafetería, por lo visto ya estaba cerrada, es decir que me pase toda la tarde colgada en la cámara. Se paró, soltó el gancho del candado y empezó a inspeccionarme de arriba abajo. Empezó por mi pelo dándole tales tirones que casi me quedo sin pelo ni cuero cabelludo. Cogió unas tijeras y corto varias mechas repartiéndolas a cada uno de los compañeros. ¡Esto es como recuerdo de la fiesta que nos vamos a montar! Dijo. Me miró fijamente a los ojos un buen rato, los cerré, me dio dos guantadas, una del derecho y otra del revés, diciéndome que no cerrara los ojos mientras me miraba. Estuvo un buen rato con la vista clavada en mis ojos, los tenía ya secos, para lubricarlos me escupió en un de ellos, instante en que los cerré a los dos. Recibí otras dos bofetadas que hicieron sangrar mis labios. Aprovechando que salía sangre prosiguió la exploración por mi boca descubriendo las dos anillas con cadenas de la lengua, tiró fuertemente de ellas para mostrarlas a sus compañeros, dos de los cuales pensaron que era una invitación para aguantarlas y mantenerme con la lengua fuera y así lo hicieron.
Siguió hacia abajo deteniéndose en mis tetas con sus correspondientes argollas. Se le ocurrió la idea de atar las cadenas de la lengua con las argollas, manteniendo de esta forma la cabeza gacha en plan sumisa y posición bastante incómoda, pues me daba la sensación de que me quedaba sin lengua.
Siguiendo hacia abajo, se paró en mi vientre o lo que quedaba de el, pues no era gran cosa lo que había comido desde el viernes que me convertí en esclava, vio que todavía quedaban algunas marcas de los golpes y pensó que era un buen momento para darme algunos más y así dejar su huella, se fue un momento y volvió con un tubo de goma fino. Empezó a darme con el en el vientre, subiendo hacia las tetas y bajando hasta las piernas, cada golpe quedaba marcado y se le veía la cara de felicidad al ver el sufrimiento a que me estaba sometiendo. Como mi postura insinuaba a pegarme decidió empezar por la parte posterior de mi cuerpo, recibiendo las nalgas los primeros golpes de la goma, subiendo hacia arriba hasta llegar a los hombros y bajando de nuevo hasta los tobillos, lo cual me hizo perder el equilibrio y caer al suelo.
Estaba ya dolorida por todo el cuerpo, me levantaron y me pusieron sobre una mesa boca arriba, sin soltar me lengua de mis tetas, posición muy incómoda ya que mi cabeza servía de peso y cada vez me estiraba más la lengua, de las tetas me estiraba, pero mi atención estaba en la lengua, pues me daba la sensación de que se iba a romper.
No tenía bastante la niña que izo un gesto a dos de sus compañeros y me agarraron las piernas para que no pudiera moverlas y comenzó a pegarme en la planta de los pies sin piedad. Una vez finalizado la sesión de pies se quitó el tanga, se sento encima de mis tetas y lengua y empezó a restregarse aumentando el dolor de mi lengua. Se apartó, me desató las cadenas, por lo cual puede reposar la cabeza sobre la mesa, se puso sobre mi boca y con las os manos me agarró las anillas. Me hizo lamer su sexo, cosa nada fácil por el dolor de mi lengua, cada vez tiraba más fuerte de las argollas y me dijo que seguiría aumentando la fuerza con que tiraba hasta que se corriera, puse todo mi empeño para acabar pronto, pero la muy cabrona de niñata no tenía ninguna intención de correrse deprisa, por lo que estuvo mucho tiempo, o por lo menos esto me pareció, hasta que se corrió. Me hizo limpiarle bien y se quedo un rato sentada sobre mi boca. Me cogió del pelo y se meó en mi boca.
Se quitó de encima y empezó a cachondearse de los compañeros que estaban excitados.
¡Tontos más que tontos, no se como vais a hacerlo pues tiene un candado puesto y no creo que os la podáis tirar! Se acercaron y comprobaron que era verdad, tenían tantas ganas de tirarse a la puta de la abogada que no se habían percatado de ello. Pensaron que podías darme por detrás, pero toparon con el consolador que me había puesto Rocío y un par de cuerdecillas que salían. Les picó la curiosidad e intentaron sacar el consolador, cosa que no consiguieron, tiraban de las cuerdecillas y sólo conseguían que se movieran un poco las bolas de dentro, pero ellos no se enteraban. Se estaban enfureciendo, excitados y con ganas de follarme por donde fuese, decidieron desvestirse y hacerlo por mi boca. Cosa que el primero cogió mi cabeza, se la acercó a su pene y sin preocuparse de abrir mi boca me la metió hasta la garganta, casi me atraganta. Empecé a chupársela cuando, de pronto, sentí una fuerte descarga en mi ano, cosa que por lo visto también sintió el camarero que estaba descalzo, dio un salto hacia atrás sin saber lo que le había pasado, me di cuenta que la cabrona de la niñata tenía el mando a distancia de Rocío. A pesar de las descargas de la niñata pensé que ahora me tocaba disfrutar un poco a mí. Otro camarero comenzó a introducirla en mi boca para que se la mamara, lo cual hice ya con gusto, sabía que también recibiría una descarga. Esta vez fue más fuerte, pues no paro de darme descargas y el camarero no podía separarse, todavía nadie se había dado cuenta de lo que pasaba, se pararon las descargas y salto hacia atrás como el otro. Quedaba uno, el cual si antes estaba empalmado, ahora, después de ver lo que pasaba a los otros se le quedó como un gusanito encogido, los otros estaban peor, casi no se la encontraban.
Decidieron irse y dijeron a la camarera que aguardara a que viniesen a buscarme y cerrara.
Ella cerró la puerta y se quedó conmigo, me puso los zapatos y me dijo que bailara. Empecé a bailar mientras ella jugaba con el consolador. Cada vez que me paraba me daba descargas eléctricas y tenía que seguir bailando.
Sonó el teléfono, lo cogió, se fue a abrir la puerta y entró Mercedes que me cogió de la corbata atada al collar de perra y me beso en la boca. Comprobó mi estado y escuchó la versión de la camarera, al llegar a lo de los camareros se pusieron a reír de lo lindo. Al cabo de un buen rato Mercedes volvió a cogerme de la corbata, cogió el mando de la camarera y me sacó a la calle, le dije que me dejara vestir, pero la respuesta fue un revés en toda la cara. Subimos a la oficina, cerró y me dijo que con tanta fiesta que había tenido se me había olvidado limpiar la oficina, cosa que tendría que hacer ahora. Cogió el aspirador y me lo colgó del candado de mi castigado sexo, me soltó las manos que llevaba atadas detrás y me las ató por las muñecas delante. Como pude pasé el aspirador, sufriendo alguna descarga que otra en mi ano. Me quitó el aspirador del candado y me lo colgó de las tetas, de este modo empecé a quitarle el polvo a todas las mesas y ordenadores. Estaba agotada.
Mercedes se me acerco, me quitó el aspirador, los candados, el consolador, las bolas chinas y se abrazó a mi, besándome en la boca, lamiendo mis senos y jugando con mi sexo. Se desnudó, hicimos un 69, estábamos muy excitadas y empecé a tener el primer orgasmo desde que empecé mi esclavitud. Ahora, me dijo Mercedes, te volveré a poner el consolador y vibrará hasta que me canse, pero te ataré otra vez las manos para que no te toques. Lo enchufó, y empezó a jugar con mis tetas y todo mi cuerpo. Perdí la cuenta de los orgasmos que había tenido. Paró el consolador, se abrazó a mi y así estuvimos hasta que nos dormimos tumbadas en el suelo.
Al despertarnos vimos a Rocío y a Marta sentadas que nos estaban observando.
¿Te das cuenta, teníamos a una puta cerda esclava y ahora ya tenemos dos? Dijo Rocío a Marta.
Mercedes empezó a pedir clemencia a Rocío y a Marta, pero Rocío le contestó. ¡Te advertí que a una esclava hay que tratarla como tal y no tenías permiso para hacer que se corriera ni para mimarla como lo has estado haciendo, además ya sabes que te dijimos que si hacías algo no autorizado te convertirías en nuestra esclava al igual que ella y aceptaste ir a por ella.! Ya sabíamos que te gustaba y que la querías para jugar con ella, pero te pusimos a prueba y has perdido. A partir de ahora serás otra esclava para nosotras y harás todo lo que te digamos Marta y yo.
Continuará...