Un escalador entró en mi...(2) la follada

Nos comportamos como machos alfa para ver quién dominaba a quién. Acabé corriendome como una perra.

UN ESCALADOR ENTRÓ EN MI...

2

La follada

Sentir entrar el agua en mis intestinos para luego expulsarla sucia, vaciarme de excrementos hasta que el agua salga cristalina, Ducharme lentamente. Afeitarme las axilas y el pecho. Masajearme con crema hidratante. Introducir en mi ano pomada lubricante para facilitar la dilatación y la penetración. Un ritual de ofrecimiento, como el de una virgen que va a ser desvirgada por el sultán en el harén. Todo en espera de que aquella lengua....

Aquella lengua entró salvajemente buscando la mía en cuanto abrí la puerta. Aquello iba a ser sexo entre gladiadores. Machos alfa buscando el liderazgo. Me empujó a la pared para sujetarme mientras me mordía los labios y su barba me arañaba la barbilla y las mejillas. Le di la vuelta dominando ahora yo la lucha. Le sujete los brazos en alto para disfrutar del vello y el olor de sus axilas. Me dio la vuelta aplastándome  el pecho y la cara en la pared para sobarme el pecho, pellizcarme los pezones y meter la mano por el pantalón hasta mis cojones. Me di la vuelta y me encaré a el. Le lamí la lengua a la vez que el a mi. Una y otra vez. Le mordí los labios como el a mí. Una y otra vez. Nos acariciábamos salvajemente midiendo las fuerzas, notando los endurecidos músculos. Así fuimos hasta que le tumbé en la cama. Me subí encima de el. Le agarré los los brazos por encima de su cabeza y boca con boca le dije: Déjame hacer.

Respirábamos aceleradamente. Sudábamos. Con la cabeza hizo un gesto afirmativo. Nos miramos. Frente a frente, labios junto a labios. Le apreté los brazos en alto como dando a entender quien mandaba en ese momento. Nos lamimos la lengua como afirmación.

Bajé sobre su cuerpo hasta llegar a sus pies. Seguía llevando las botas de trabajo, pero se había cambiado los calcetines, ahora eran blancos pero usados y desbaratados. Le desabroche las botas, se las olí, las aspiré, así como las plantas de los pies, le desenfundé los calcetines, le besé  y lamí el empeine, los tobillos y luego le llegó el turno a los dedos, que metí la lengua entre los dedos. Para mi desgracia estaba claro que se había lavado. Me hubiera gustado que olieran al sudor diario de su jornada (Se lo diría si tuviera ocasión).

No cabía duda que al chico le gustaba lo que hacía porque gemía de placer y excitación. Llevé las manos a través de sus preciosas piernas, le metí la mano por los muslos hasta llegar a sus ingles y más arriba, donde se encontraba su arma ya encañonada, le desabroché el pantalón y se lo bajé de un tirón. Me impulsé hacia ese fruto para olerlo y lamerlo. Gemí al aspirar su aroma y notar su sabor.

Entonces, el con un movimiento ràpido y certero, me dio la vuelta me inmovilizó, acercó su boca a mi oído y me susurró lascivamente: -Ahora me toca a mi-. Me metió la lengua en la oreja provocándome un escalofrío, me mordió el lóbulo. Bajó sus manos hasta meterlas debajo de mis bermudas y encontrase con mi nabo, que ya estaba encendido y chorreante y mis huevos calientes y sudados. Los apretó con un poco de fuerza. La fuerza del dominante que ahora era. Bajó con fuerza la piel de mi rabo haciendo que el capullo se inflamara. Me tensé debido a la excitación y un chorro de liquido fluyó.  Lo notó. Volvió a morderme el lóbulo, el cuello, como si fuera un vampiro. De repente me quitó el pantalón dejándome a su disposición. Hice ademán de revelarme pero me inmovilizó. Jadeábamos, sudábamos. Me apretó su cuerpo al mío inmovilizándome. Nos relajamos un poco.

Comenzó a meterme la mano entre las  cachas mientras me lamía los hombros. Notaba sus dedos llegar a mi ano. Volví a estremecerme (aunque ya conozco esa sensación, siempre me estremezco en el primer toque).

Esperé un momento de relajación para girarme con destreza dejando su boca en mis genitales y la mía en los suyos. Necesitaba mamarle con urgencia. Nos quedamos en un 69. Era hora de empezar a disfrutar.

Ya había probado su polla pero el no la mía. Era el momento. La tenía dura y babosa. Se la acerqué a su boca y dio un primer lametazo en la punta para gozar de mi fluido. Gocé de esa lamida y de la siguiente en el capullo, en el tronco y en el escroto. Mientras el me mamaba, yo jugaba con el perineo hasta llegar a los pliegues de su ano, donde jugaba con su entrada con los dedos mojados por mis babas. Se metió mi tronco en la boca jugando con su lengua mientras subía y bajaba lentamente. Yo le iba metiendo los dedos lentamente, notando como se iba dilatando y como suspiraba de placer.

Se movió poniéndome su capullo en los labios. Lo tenía hinchado y muy mojado. Acerqué mis labios para chupar el néctar que soltaba. Le oí gemir. Le lamí todo su fruto jugoso y luego fui bajando por su tronco hasta sus huevos velludos para olerlos chuparlos y morderlos. El jugaba con mi ano, como yo lo había hecho antes. Me lamía y luego iba jugando con los dedos haciendo un masaje que me llevaba al cielo, provocándome una dilatación que permitía entrar dos y tres dedos...y cuatro...Yo me retorcía de placer mientras mis gemidos los silenciaba el pollón que tenía dentro de mi boca. Placer sobre placer.

Me di la vuelta y me puse en cuatro ofreciéndole mi orificio para su absoluto placer. No dejó esperar la ocasión y abriéndome las cachas lamió mi entrada como un perro, dejándomela bien húmeda. Me abría el agujero para escupir e ir metiendo los dedos. Según me iba dilatando, se ayudaba con las dos manos para abrirme más, escupir y volver a meter los dedos. Dos, tres, cuatro dedos. Creo que de haber seguido así me hubiera metido el puño.

Comenzó pasear su mástil sobre la entrada. Me pidió lubricante y condón. Me untó bien mi dilatado y boqueante agujero y su maravilloso falo. Lo masajeó, mientras yo gemía como una perra deseando una penetración con urgencia. -Métela...métela...ya...follame como a una perra...follame...

Puso su verga en  e mi culo. La noté caliente y resbalosa. Me moví hacia atrás empujando mi ojete hasta sentir la punta de su glande y darle el "pistoletazo de salida". Empujé y empujó lentamente y entró poco a poco. Me molestó lo mínimo. Debía tener una dilatación de mula. Llegó al final. Noté su vello en mi culo y me estremecí. Me abrazó. Su maravilloso pecho en mi espalda, su respiración jadeante en mi cuello. Me volví para que se encontraran nuestras lenguas antes de comenzar la follada. Y comenzó...poco a poco (conociendo el terreno), y luego más fuerte...llegó a sacarla entera y volverla a meter. Cada envestida, era tal el placer que yo gemía como un animal y le suplicaba más y más.

Llegué a tal grado de excitación que me corrí sin poderle advertir. Mi esfínter apretaba su rabo a cada contracción. Noté su tensión. Noté su inflamación y noté su corrida dentro de mi, Cinco empujones, cinco trallazos. Hasta que se vació. Luego nos derrumbamos en la cama él todavía en mi. Yo notaba como aún tenía alguna contracción y soltaba un poco más de lefa dentro de mi. Cosa que me encantó. Nos quedamos tumbados, sudados, húmedos y follados. Bien follados.

Por cierto, ¿Cómo te llamas?- Me empecé a reír por la situación.

-¿Qué?....

-Nada...Nacho...¿Y tu?..

  • Gabriel...bueno Gabri.

  • Como el arcángel

  • Si como el arcángel.

Nos contamos algo de nuestras vidas. Tenía 26 años, estaba terminando Medio Ambiente. Trabajaba para pagarse la carrera y como hacía escalada libre, este trabajo estaba a su medida y estaba muy bien pagado, osea que...Yo tenía 24 y estaba terminando Derecho, como mi padre. Tenía asegurado el trabajo al finalizar los estudios. El estudio me lo pagaba el porque vivían en Santander, pero el quería que estudiara en Madrid  (era donde el había estudiado. No había más que hablar). A mi me venía de puta madre, gay, solo y en Madrid. No podía pedir mas.

Quedamos en ir el fin de semana a escalar, le dije que yo no tenía ni idea, me dijo que daba igual, que disfrutara de la naturaleza y después...ya sabía...unas buenas folladas. Vendría un amigo suyo (sin problema porque también era gay, aunque era un tanto especial). Lo pasaríamos bien.

Qué lo pasaríamos bien?...FUE LA HOSTIA, FUE BESTIAL

En la próxima entrega os lo cuento si queréis. Ya sabéis donde estoy Karl.Koral@gmail.com