Un encuentro íntimo, fugaz y delicioso
Una jovencita travesti es presa de la lujuria mientras se observa al espejo... ¿se quitará las ganas ella sola o se animará a que se las quiten?
*Hola, amiguis, comparto con ustedes una historia muy corta, corta, pero deliciosa, deliciosa. El caso es que una amiguita de la internet me excitó, digo me incitó a escribirle un relato, una vivencia, alguna anécdota maricona de mi corta vida. Lo interesante del asunto fue que me pidió escribirla en sólo 15 minutos, sin que me preocupara de la ortografía o gramática ni del orden lógico de una historia. Yo, que adoro los retos tanto grandes como pequeños, aunque prefiero los grandes, acepté de inmediato. Aunque, le dije, 15 minutos eran muy pocos para mí. Con tan poco tiempo, de seguro me iba a quedar a medias. Pero en fin, accedí y esto fue lo que me salió y así se lo mande a la chica. Sólo le corregí las tildes y dedazos y añadí un par de detalles. Sin embargo, no fue sino después de 30 minutos que acabé. Siempre he sido una chica de media hora.
En fin, ojalá que esta pequeña historia y su enseñanza te ayuden a crecer y te hagan grande Escríbeme si eso pasa, tal vez hacemos algo al respecto.
UN ENCUENTRO INTIMO, FUGAZ Y DELICIOSO por KarlaLisbeth22
Lo recuerdo bien, fue un viernes santo. Con mi familia gozando el largo feriado en el puerto de San José, había podido vivir toda la semana como una jovencita; lo que hice ese viernes no sé cómo pasó, sólo puedo atribuírselo a las hormonas de una loca, que de seguro son más poderosas que las de una mujer o de un hombre
Para esa ocasión, no me bastaron las ropas de mi hermana. La verdad es que a ninguna travesti le bastarían todas las ropas del mundo. El caso es que acudí a donde doña Emma, la señora que vendía ropas al crédito y me gasté una fortuna. Pero como toda loca sabe, bien valía la pena. Tan fácil que era escoger lo que te gustaba y llevártelo. Era fácil pero la pagada era en serio. Ya era clienta de la señora, yo creo que era su mejor clienta, en especial en lo que se refiere a brassieres, calzones, medias y demás, aunque le había comprado unas falditas y blusas. Pero un vestido que me mostró antes de la semana santa, estampado en tonos marrón y beige, y corto al frente, pero con unos vuelos a los lados, como de fiesta o cocktail, muy pegado al cuerpo y algo escotado, me enloqueció Se lo compré de inmediato y me lo puse ese viernes
Puedes imaginarte a una loquita de 18 años con un lindo vestido; yo me miraba de lo más linda, esperando la noche para salir y mostrarme al mundo, pero de tanto verme al espejo, de tanto sentir ese precioso vestido sobre mi cuerpo, una idea loca me rondó la mente esa noche sería diferente
Si, no quería haber gastado tanto sólo para salir y que me vieran y nada más Esa noche haría algo totalmente distinto, esa noche saldría a buscar amor ¡saldría a buscar un hombre! ¿De qué me servía esa ropita intima, virginalmente blanca, tan cara y tan fina si sólo yo iba a verla y sentirla? ¿De que servían tanto maquillaje y accesorios si eran sólo para el espejo y yo? ¿De qué servia mi cuerpo depilado y mi suave piel si nadie en el mundo lo iba a acariciar? ¿De qué me servía mi cabello semilargo? ¿Mis zapatos de tacón de aguja? ¿Dé qué me servía mi sexo? ¿Sólo para ocultarlo debajo de virginales encajes blancos? ¿Para qué tenía pechitos, pequeños, pero pechitos? ¿Sólo para cubrirlos con mi brassiere? ¿Para qué era una travesti, en fin?
Dispuesta a todo y muy nerviosa salí a la calle, a eso de las 18:00 horas; yo misma estaba sorprendida por mi decisión de buscar un pene, sexo, hasta un poco de ternura, inclusive, a buscar un hombre en suma Lo más seguro era que no encontraría nada, pero mi actitud de hembra, de hembra con ganas estaba allí Más que salir a la calle, me arrojé a ella, sin pensarlo mucho, porque me podía arrepentir Para ser sincera, varias veces vacilé pero me acordaba de todo lo que había pasado para poder estar allí en la calle hecha toda una niña bonita (y de cuanto había gastado) y el valor me retornaba Ah, la adrenalina de mariquita me fluía por todo el cuerpo el viento moviendo mi vestido, el sonido de los zapatos, la emoción prohibida de verse y sentirse una mujer menear mis nalgas de muchacho como si fueran nalgotas de vedette
Luego de una media hora de caminar sin sentido por las calles silenciosas y solitarias de mi colonia, era viernes santo, encontré lo que parecía un buen prospecto un, supuse, chico en una moto que igual que yo recorría las calles sin sentido, sólo por pasear, rompiendo la quietud de ese día sagrado Pasar cerca de él y notarme fue fácil; por supuesto a pesar de lo bien que yo pensaba que me veía, no era bonita como una mujer, no era una mujer en suma, así que cualquier cosa podía pasar Para empezar no llevaba senos, para no ofrecer lo que no podía dar y si bien me sentía más mujer que cualquier mujer de mi barrio, después de un rato no era sino un chico en un lindo vestido. Estoy segura de que el chavo ese sabía que era una mariquita, pero igual me comenzó a piropear como si fuera una chica y a seguirme mientras empujaba su moto desconectada, mientras yo no le hacía el menor caso la gente que nos vio tal vez haya pensado que eramos una pareja de novios, y que yo estaba enojada con él o algo así
Esto pasó por largo tiempo, porque yo no me atrevía a decirle que era un chico, a pesar de que él ya lo sabía, pero mientras él no mencionara nada cómo gocé sus piropos y todo lo que me decía hasta me imaginaba tener una hermosa vagina debajo de mi calzoncito y no un pene util sólo para orinar; a propósito, el pequeño miembro travesti (no viril) con el que vine al mundo andaba parado desde que vi al chico ese y me lo imaginé haciéndome toda clase de cosas; de hecho, cuando el viento me daba de frente, mi cosita parada hacia arriba por mi bikini,
Al fin, cerca de la terminal de buses, en donde había alguna gente le dije que no era mujer, de seguro si se alteraba no iba a andar pegándome con toda esa gente allí
No me dijo si lo sabía o sospechaba pero me mencionó que no le importaba; se lo pregunté una y otra vez, si de veras no le importaba que yo era un hombre con vestido, maquillaje y tacones. Como me aseguró que no le indiqué que podíamos conversar e incluso hacer algo más Entonces comenzamos a platicar de todo y de nada, mientras descubríamos que teníamos cierta afinidad sexual el uno por el otro. Eso se nota fácil. Me dijo que se llamaba Luis, pero sospeché que era un nombre ficticio Por mi parte, le di mi nombre de batalla, que no es Karla, ni Lisbeth, sino Diana. Cuando sin aviso previo me dio un beso, con la gente alrededor, me di cuenta de que el asunto iba en serio; yo le di un beso de lengua que puedo jurar que ninguna mujer lo había besado así, con tanta intensidad.
Con su moto desconectada, llegamos a un callejón y allí nos besamos sin tanto preámbulo el chico no era muy apuesto, en realidad yo era más alta que él, pero era un hombre y eso era suficiente para mí, además olía si bien no a suciedad, a grasa y gasolina, como que era mecánico; tendría unos 22 años y estaba algo pasado de peso, pero como dije, yo tampoco era una belleza. Bueno, si lo era pero no quiero parecer vanidosa. Soy muy humilde además
Y bueno, fue lindo estarnos abrazando y toqueteando, pero yo anhelaba más. Allí en el callejón nos pusimos calientes y si por él hubiera sido me habría cogido o hecho que se la mamara en ese lugar. El chavo me tenía con el calzón en los muslos y aunque no me tocó para nada mi clítoris erecto si se dio la grande con mis nalguitas y hasta me metió un dedo. Yo si le sobé la verga con todas las ganas de una travesti calentona mientras nos besábamos como locos. Sin embargo, le dije que si no me llevaba a un motel no habría nada De nuevo, empujando su moto buscamos uno, había como 3 o 4 en la colonia y al menos buscó el menos peor, pero antes me preguntó si tenía condones, yo ni siquiera había pensado en eso de lo loca y putona que andaba y me sentía y entonces fuimos, siempre empujando la moto, a una farmacia Yo me quedé afuera pero sentí algo extraño cuando lo vi comprando preservativos porque iba a hacer el amor conmigo y creí que el dependiente de la farmacia, quien me echó un par de ojeadas indiscretas, creyó que era toda una mujercita
En el motelito ese, Luis se portó todo un hombre conmigo, y yo toda una mujer con él. Hicimos todo lo que había qué hacer: nos desnudamos el uno al otro, nos besamos, se la mamé por un buen rato y luego me la metió al estilo perrito. A pesar de ser ambos novatos, yo no era virgen, pero tampoco me habían cogido mucho, lo hicimos bien. El chico no la tenía grande pero aun así me dolió, y mucho. Yo, que no tenía condón puesto, me vine sobre la cama e hice un asco la sábana. Luego de limpiarnos y de descansar un poco nos dimos otro revolcón y esta vez acabamos mientras yo lo montaba, de espaldas a él.
Todo estuvo de lo más lindo, salvo porque el chavo no me quiso tocar mi pene, para nada, mucho menos mamármelo y yo tuve que terminar sola mientras él me la metía por supuesto no hubo nada de cariño, solo sexo animal y salí satisfecha, no tanto por haberlo hecho con un hombre, sino porque haberme vestido de mujer sirvió para algo más que masturbarme enfrente del espejo. Aprendí algo también, al chico ese le gusté desnuda. De hecho, me pidió que me quedara así por un tiempo luego de nuestra segunda cogida. Y a pesar de que, como dije, no hubo mucha ternura, el chico me acarició con algo parecido a eso, mis pechos especialmente. Se veía que le tenía algo de temor a mi verguita. Como si no hubiera visto que era de lo más maricona. Pero al final no importó mucho lo caro y lindo del vestido y todo lo demás. Lo que tuvo valor fueron las ganas de sentirme mujer y gozar como una.
Nos vestimos en silencio, yo algo avergonzada por estarle mostrando mi penecito cuando ya no andábamos todos lujuriosos. Por lo menos se portó fino conmigo, ya que afuera me abrazó por un buen rato, me besó como si fuera su noviecita y me invitó a cenar a un restaurante de la colonia, pero eso era mucho para mí y rehusé. Me acompañó como a 6 cuadras de mi casa, aunque yo le dije que vivía en esa cuadra. Por supuesto, supo que era una mentira más.
Luis me había invitado para juntarnos el siguiente día y quedamos en eso, pero si bien yo me vestí y arreglé para la cita no acudí a ella. Estaba segura de que él tampoco llegaría. Lo que pasó fue un momento de debilidad para ambos, porque me di cuenta de que él no era gay y que si bien lo disfrutó era nuevo en eso y se había sentido algo incómodo.
Después, ya como chico, mis cosas de mujer guardadas celosamente en mi trabajo, paseé por esas calles para ver si lo encontraba, pero ni siquiera el humo de su moto vi. Tal vez se fue de la colonia, tal vez se suicidó tal vez se fue porque no aceptó que se había enamorado de una nena travesti, rica y caliente
Karla Lisbeth