Un encuentro inesperado (versión chico ) (2)
La estampa reflejada en el espejo es de dos Ángeles sucumbiendo al pecado
-Tenías que haberte visto la cara, como la de un niño en un parque de atracciones, jajajaja, miedoso y excitado.
-JeJe, Lo siento, no crei que .
-Nada hombre, me gusta ese punto de timidez que tienes.
-¿entramos? ¿O nos vamos a quedar aquí toda la noche?-me dices-
Pasamos al hall, ostentoso, con la decoración un tanto cargada. Me dan las llaves.
Nos metemos en el ascensor. Planta séptima.
En el ascensor te acercas, me besas, un tímido beso de bienvenida, un beso que abrirán las puertas de la percepción más desinhibidas.
Abro la puerta, estoy nervioso.
Pasamos, cierro y me arrimas a ti, de espaldas a la puerta comienzas a besarme, ansiosamente, metes toda tu lengua en mi boca, buscando desesperadamente la mía. Tu saliva es un manjar, tibia. Tus labios se hinchan mientras los devoro con desesperación, el labio inferior lo absorbo, recorriendo con la lengua todo el trayecto, de lado a lado, mi mano izquierda toca tu mejilla izquierda, acariciándola con ternura, mientras abro mis labios. Nos comemos, el intercambio de jugos es asombroso, te levanto la cabeza con la mano apoyada debajo del mentón y te la inclino ligeramente para degustar tu cuello, lo huelo, suave perfume, lo beso, lo lamo, lo muerdo, gimes, tu respiración se agita cada vez más. Lo recorro todo, lamiéndolo como un animal en celo.
De arriba a abajo a los lados, buscando las orejas, te las muerdo, introduzco mi lengua en tu oído, gimes más ,casi un pequeño e insonoro grito de placer.
Entrecortada mi respiración te pregunto si te gusta, si me deseas. Ebria de placer dices que si, que me deseas, que siga, que haga lo que quiera, vuelvo a tu boca, te digo que saques toda la lengua, obedeces, la absorbo, saboreando tal tentáculo tembloroso.
Con mi mano derecha acaricio el culo arrimándote contra mi, bien pegada, mi abultada entrepierna delatan mi sublime excitación, me froto contra ti. Me agarras el paquete, apretandolo y soltándolo, gimo de gusto.
La gente pasea buscando sus habitaciones, ausente de lo que puede estar sucediendo a dos palmos de ellos.
Nos separamos, te agarro de la mano y nos acercamos al interior de la habitación. Tu me empujas contra la pared , me quitas la camisa, como una gata cuando bebe leche, comienza la danza de tu lengua sobre mi pecho, recorriéndolo todo, acariciándolo, reparas en mis pezones, los tocas suavemente con la punta de tu lengua, me retuerzo de
Satisfacción. Te das cuenta que has descubierto un punto erógeno mío, vas con ventaja, te aprovechas, mandas tu. Abres más tu boca y los engulles, lamiéndolos con frenesí.
La estampa reflejada en el espejo es de dos Ángeles sucumbiendo al pecado. Pasas de un pezón a otro , con hambre, sería capaz de llegar al orgasmo dejándome dominar por tu lengua en mis castigados y complacientes pezones.
Te subo la falda, no llevas ropa interior, el jugo de tu vulva recorre el camino marcado por tus piernas. Te la quito ,te sientas en el borde de la cama. Tiras tu camisa al suelo, tus presuntuosos senos asoman por un sostén blanco de fino acabado, con perlitas en el canalillo, coqueto.
Me quito el pantalón me acercas a ti,yo de pie. Comienzas a besar mi entrepierna, por encima del calzoncillo, es muy ajustado, y todo se escapa a estas alturas,lo muerdes, fuerte, hundes tu cara en él .Me los bajas ,señalando como un petulante mástil lo observas de cerca,lo agarras con toda la mano y me miras con cara angelical, besas el glande, yo doy un suspiro, abres la boca y lo introduces. Chupando como si fuese un helado, con desesperación mantienes un ritmo de vaivén, sin dejar de comer. Abres más la boca engulléndola más y más, con la mano marcando un ritmo cada vez más acelerado. Te cojo de la cabeza, acompañando a tu concentración.
Vuelvo a mirar el espejo. Los Ángeles solo acaban de comenzar el descenso a los infiernos, el pecado es su mayor virtud.
Sacas mi brillante miembro de tu boca, lo levantas, atacas a dos pequeñas bolas sin compasión ,chupando, haciendo ruido de glotona, mientras tu otra mano sigue la agitación cada vez más rápido.
Te aparto bruscamente, me miras con ojos ensangrentados de vicio, tus labios están rojos, dilatados, sonríes .
Te tumbo en la cama,de rodillas a tu lado, a la altura de tu cuello,vuelvo a introducir mi pene en tu boca, poco tiempo ,lo justo para que la niña se sacie con el caramelo. Lo quito. Te meto la lengua en la boca, absorbiendo parte de mi, tu sabor algo salado me gusta.
Comienzo a bajar,haciendo un parón en tu pechos, dos aureolas como dos lunas me observan,es en la parte alta de la montaña, el premio para el que llegue.
Comienzo a lamerlos, muy despacio, viendo tu reacción, si es de tu agrado. Al ver que agarras mi cabeza y la empujas sobre ellos, deduzco que si. Son grandes, blandos, tersos, con olor a sexo, todo tu cuerpo huele a sexo, desprendes una fragancia embriagadora por todos los recovecos.
Los masajeos con suma elegancia, sin perturbar su sosiego, paso de uno a otro con rapidez, ebrio de ellos.
Continúo el descenso a los infiernos. Lamiendo todo el vientre bajo con mi lengua por el, lo introduzco en el ombligo dando circulos a su alrededor, te muerdo las carnes de la cadera, aplasto mi cara en ellas.
Sigo mi camino.
Al llegar al monte de venus me incorporo, quiero verte, tu mirada es de ternura y lascividad, formando un coctel para privilegiados. Me pongo de rodillas en el suelo, te arrastro hacía a mi para que estés a la medida adecuada.
Te abro las piernas , huelo tu sexo, desprende calor, dilatado y sonrosado deja escapar unos labios prominentes. Comienzo a besarlos.
El néctar que sale de el es único, lo bebo, lamiendo todo, de arriba abajo, sigo bebiéndolo. Saciándome del brebaje busco ese pequeño milagro que se esconde entre sus pliegues. Doy con el , no ha sido difícil, la excitación ha hecho que asome con una graciosa curiosidad. Con la punta de la lengua lo pruebo, pequeños toques circulares mantienen ávida la tensión en tus muslos.
Mi impaciencia aflora, engullo todos tus labios, succionándolos con brusquedad, degusto cada pliegue de la sonrisa. Con avidez te agarro el culo apretándolo contra mi, gritas, te incorporas un poco con torpeza para ver el espectáculo pero la excitación te vuelve a curvar la espalda, levantando el vientre a lo más alto, Tu rostro observa la cabecera de la cama, tus manos son garras que aprietan las sabanas, gimes con locura, mientras te como cada vez mas introduzco los dedos en tu vagina buscando el origen del calor, la fuente del néctar. Introduzco mi lengua en el temeroso agujero, percibiendo todo el olor. Sigues gritando, te pregunto que si continuo, me dices entrecortada por la respiración que no vas a aguantar más, yo te digo que si, que llegaremos hasta el final.
Mi pulgar izquierdo fricciona el clítoris con furor, dibujando círculos y apretándolo.
Te retuerces, aprietas tus piernas contra mis orejas, con dolor. Muerdes la almohada, tu mano, me pides que es imposible, gritas.
Introduzco dos dedos en tu vagina, impregnándolos de fluidos, los acerco a tu boca, al verlo los devoras, los lames como una perra hambrienta. Pregunto que si quieres más, de tu boca sale un si lamentoso, sin fuerza, agotado, extenuado.
Te pregunto que si quieres que te folle, me suplicas que si, si por favor, contestas, fóllame.
Me incorporo con rapidez, tus piernas las coloco sobre mis hombros e introduzco mi pene sin obstáculo, embisto con violencia, tu me abrazas, me arañas. Con movimientos rabiosos te empujo con intensidad, con énfasis, me muerdes la oreja, grito de dolor, estoy a punto de correrme, me dices que lo quieres todo, siento que llega, levanto mi torso y dejo que salga con altanería, con copiosa altivez.
Saco mi pene doloroso y con gran agilidad me dirijo a tus bajos, succiono el clítoris con sed, introduciéndote un dedo en el ano, abuso, aglutinándolo todo, levanto tu culo con mis manos para lamer el oscuro y ceñido agujero, se dilata, se contrae, vuelvo al diamante en bruto, persiguiendo la batalla final, es tanto el grito que emanas de tu garganta que creo que voy a enloquecer de tanta locura orgásmica. Mi boca esta empapada de tu licor, te retuerces agitada, estrangulas tus íngles contra mi cara, me derrumbo abrazado a tus nalgas, nos morimos.
Decía Nietzsche que el sexo es una trampa de la naturaleza para no extinguirse.
Después de unos largos minutos extenuados, me incorporo a tu altura, me recuesto a tu lado, te giras hacía tu derecha, yo te abrazo por detrás, apretándote con fuerza. Ambos en una posición fetal. Los Ángeles jamás retornaran a su fútil palacio. Te beso la nuca. Te acaricio el vientre. Te susurro. Tú escuchas. Te propongo un plan. Prestas atención. Darnos un baño caliente, espumoso, para relajarnos. Después continuaríamos con nuestro encuentro. Aceptas.