Un encuentro inesperado (versión chico ) (1)

La sensualidad se encuentra en cualquier parte, en cualquier situación.

En todos estos años era la primera vez que iba a realizar un viaje al levante por asuntos de trabajo. Mi jefe me lo había consultado esperando un no por respuesta, ya que el sabía que lo de viajar no era de mi agrado

No se muy bien la reacción de mi cara pero el si fue de gran efusividad, él, perplejo ante tal inesperada reacción no le dio más vuelta al asunto y dijo que de acuerdo, que saliese mañana al mediodía, la reunión era a las siete de la tarde, por lo tanto y si se alargaba dicho evento, pernoctaría allí.

Salí por la tarde del trabajo igual que un niño en la noche de reyes, nervioso, ilusionado y con una gran dosis de incertidumbre. No debía echar las campanas al vuelo, la reacción de ella estaba por ver aún. Al llegar a casa encendí el ordenador, vi que estaba conectada, la salude, ella, tan pizpireta como siempre me correspondió el saludo, halagándome como de costumbre, piropeándome, mientras charlabamos de temas triviales visonaba sus fotos, estaba fascinado por que dependiendo de su reacción, esas imágenes se convertirían en realidad, en sugerentes carnes ofreciendome e invitandome a paladearlas.

Con valentía y esperanza le conté lo ocurrido, los planes. Hubo silencio, dejo de escribir, ¿estaría asimilando la pregunta?, claro o tal vez estaba ocupada, o contestaría después o….le respuesta sería un no rotundo, tajante, inquebrantable, tal vez había ido demasiado lejos en esto, después de todo solo nos conocíamos desde hace un mes y tal aventura era solo una fantasía.Dicen que las fantasias no hay que llevarlas a cabo,son solo fantasías,imaginaciones sin base alguna,de cumplirlas la mayoría acaban en fiasco.

La mayoria de ellas,o sea que queda un tanto por ciento muy bajo de que el resultado sea el esperado, mis esperanzas se agarrarían a esa posibilidad como un clavo ardiendo.

El silencio se eterniza,no hay respuesta,ansioso rompo tal tregua y te escribo –Hola?-la respuesta es –un momento-,-ok-añado.

Minutos más tarde veo que escribes, mi corazón palpita deprisa ante la reacción que te ha producido. Me dices que de acuerdo, que tomaremos un café, andas algo liada pero será por poco tiempo,me preguntas que si me apetece,un sudor frio cubre mi cuerpo,la chispa de la conversación se había esfumado, afilada como un cuchillo me dabas a entender que por compromiso nos veríamos, y que a lo mejor no habías dicho no para no herirme precozmente.

Respondo que si, te pregunto que si lo dejamos y ya está, que no hace falta que te sienta obligada, -no, me dices ,que no lo haces obligada, de ser así me habrías dicho que no. Claro, el trabajo, la familia, la asfixiante rutina no te dejaría un minuto libre, me consuelo buscando un comportamiento verosímil ante tal tirante respuesta.

Me dejas clara una cosa, la situación iba a ser de la siguiente manera: yo te daría mi número de móvil, tu me llamarías cuando estuviese fuera de mi cuidad, te digo que a partir del mediodía cuando quieras .A lo largo del viaje concretaríamos todo lo demás, donde quedar, donde aparcar, etc.

Te despides bruscamente, te correspondo el saludo. Nos vemos contestas.

Me prometí no darles vueltas al asunto, me había precipitado sin más , había actuado como un caprichoso adolescente revolucionado por las hormonas, esperando que cantarías a los cuatro vientos un si ,y que al llegar me devorarías rompiéndome la camisa y empujándome a la cama, igual que en las películas. Que iluso.

Por la noche preparo la maleta, poca ropa. Al cepillarme los dientes me veo en el espejo, una halo de desilusión y vergüenza se apoderan de mi rostro, como pude actuar y pensar así. Me meto en la cama. Duermo.

Al levantarme todo me parece mas liviano, el peso del día anterior se ha disipado, el sueño me ha proporcionado esa extraña exorcización que mientras duermes todo se diluye, un estado onírico de lo más reparador. Desayuno, todo el día de ayer queda lejano, una leve sonrisa se marca en mi rostro , despreocupado cojo la maleta y salgo de casa.

Me introduzco en el coche y me dirijo a la oficina, un par de gestiones me tendrán ocupado hasta la salida. Las doce, me despido de los compañeros. Busco la autopista, saco el ticket y me incorporo en ella. Busco algún CD que me haga disfrutar más aun, siempre me gusto conducir. The Cure, Pink floyd, U2, Portishead, al final me decanto por Phillip Glass,un poco de piano me sentará bien.

Lo escúcho a todo volumen ,de niño mi padre ponía el tocadiscos a toda pastilla los fines de semana, decía que la música se tiene que oír muy alta para poder envolverte con ella, sentirla en el estomago, por entonces no entendía lo que decía, ahora si.

Con un gran susto suena el móvil, rompiendo el apacible momento, sin saber que hacer lo miro, sigue sonando, no contesto, el teléfono continua con su atronador concierto, conecto el manos libres. Hola digo, tres segundos mas tarde sale una voz al otro lado,-Hola-

Es ella, si, la misma, la de las morbosas fotos, la de sugerentes senos.

-¿Eres tu verdad?-

-Así es –contestas

-Me alegro de oír tu voz, encantado.

-Yo también me alegro, ¿que tal va el viaje?

-Bien gracias, un poco somnoliento pero bien,ehh

-Cuando llegues me llamas, te diré donde puedes aparcar, ¿vale?

-Ehhh, claro, mejor así, me volvería loco buscando un sitio sin antes dar un sin fin de vueltas, es la primera vez que vengo a

-Lo se, ya me lo dijiste. En eso quedamos. Nos vemos… cielo.

-Muy bien, chao.

¿Cielo?, me ha dicho cielo.

La sensualidad se encuentra en cualquier parte, en cualquier situación.

Por el camino paro para comer algo, autopista equivale a un bocata insípido, platos combinados y poco más, eso si, y a un precio elevado.

Continúo el viaje, pasan las horas, me acerco a la ciudad. Me llama mucho la atención que cuando te acercas a la costa mediterránea el paisaje cambia , pasamos de un verde salvaje y acaparador del norte a unos parajes más bien menguados en vegetación, carente de esa alfombra frondosa que todo lo cubre.

Aparco a la entrada, busco la llamada entrante del móvil y le doy a llamar. Descuelgas, me peguntas que tal todo, te respondo que bien, te digo donde estoy exactamente, tu con esas referencias me explicas por donde debo ir exactamente, es fácil afirmas, después de todo es la vía principal de la ciudad. Así lo hago. Para ser otoño hace calor, palmeras, algunos guiris, aún las terrazas en los bares, gente en manga corta, que envidia, en mi ciudad ya estamos con la calefacción de vez en cuando y aquí aún con los últimos coletazos del verano.

Giro en la calle que dijiste y busco un aparcamiento. La suerte del novato se manifiesta, sale un coche de su parcela y yo introduzco el mío. Busco el edificio, lo encuentro, subo a la oficina y entro.

Dos horas más tarde salgo de ella.

Que agotador, yo me esperaba una hora como mucho y me han tenido el doble.

Al caminar por la acera me fijo en los bares que hay, buscando el pactado, lo veo a lo lejos. Al entrar en el te mando un mensaje, fue lo que me dijiste, nada de llamadas después de la última. Suena un pitido de aviso, tu contestación esta en mi buzón de entrada, lo leo:

-En 10 minutos. Estoy ahí-

Diez minutos, serán eternos, comienzo a ponerme nervioso. Pido una tonica, prácticamente de un trago me la bebo.

Se abre la puerta, eres tu, es facil saberlo, nos hemos visto varias veces por cam, y visto el panorama de visitante que soy en el bar, salta a la vista quien es el que espera. Te acercas y me das dos besos, encantado de verte te digo, de al fin conocerte, gracias respondes, lo mismo te digo

Llevas una falda de color gris, de verano aun. Una chaqueta corta hasta la cintura, de estrechos hombros. Camisa blanca, zapatos negros, no de gran tacón, y unas medias finas, casi imperceptibles. El aspecto es de una ejecutiva, de hecho llevas un bonito maletín color marrón.

-Quieres un café, cerveza, refresco,

-Un zumo respondes, da igual el sabor.

-Se lo pido al camarero.

-Te lo sirven.

Mientras tanto ese acto de preparar, servir es mirado por ambos con una cierta incomodidad, el silencio se apodera del momento, mala señal, primer síntoma de que el nerviosismo es latente, se respira.

Das un trago y preguntas:

-¿Que tal la reunión?-

Pregunta y respuesta para romper el hielo, lo agradezco, me explayo más de lo debido, estoy en mi territorio, necesito ganar confianza, soltar el lastre de la novedad.

Después de una hora de charla en donde la risa ya manifiesta su presencia, pregunto que si quieres venir a cenar.

-Tú dices el restaurante, e invito yo-

-Ni hablar- respondes.

-Insisto.

-Que no va a ser así, contestas.

-Mira, yo vengo de visita, así que tu me llevas a uno que te guste e invito yo, por que me da la gana, si o si –sonrío-

-Que no

-Vamos a ver o

-No vamos a ir a ningún restaurante, vamos a ir donde quiera yo, soy la anfitriona, soy de aquí,por lo tanto mando yo, tu obedeces y punto.

Marcas una insinuante sonrisa en los labios, absorbiendo el zumo con ligereza, te pasas lengua por la comisura de ellos.

-¿ya?, ¿estás? –me dices.

-Claro.

Pago y salimos. En la calle me pregunta que donde está el hotel, le digo que no lo se, no he pasado por el .Te enseño la dirección, vamos dices, está cerca.

Llegamos a la puerta y comentas:

-¿ y bien? Es este.

-vale –contesto

-Te ríes a carcajadas

Un tanto ruborizado pregunto:

-¿ De que te ríes?