Un encuentro inesperado
Volviendo a casa de un viaje de trabajo, paro a comer en un McDonald en la carretera, donde también está comiendo un alemán con un cuerpo espectacular, acompañado por dos amigos.
El día de trabajo había terminado pronto, la máquina se arregló temprano. Así que eran las 11 de la mañana cuando emprendí camino hacia casa.
Cuando voy de viaje no me gusta realizar comidas copiosas, por lo que suelo tomar algo rápido y ligero y en esta ocasión decidí parar en un McDonald que había por el camino y comer una hamburguesa.
Era temprano, no eran las doce y media cuando llegué al restaurante. Era mejor así, no habría colas y me atenderían rápido. Y efectivamente así era, en el parking sólo había una furgoneta de esas transformadas en caravana con matrícula alemana. Era verano, en esa época es muy común verlas en los restaurantes de comida rápida.
Entré en el restaurante esperando encontrarme con la típica familia disfrutando de unas hamburguesas, pero en cambio, en el restaurante solo había tres chicos jóvenes. Uno de ellos me llamó la atención, era fuerte, con el pelo rubio muy, muy corto, llevaba una camiseta de tirantes de dónde salían dos brazos musculosos, en uno de los cuales había un dragón tatuado. Me quedé ligeramente ensimismado observándolo desde la entrada, pero pronto salí de mi trance cuando mi mirada se cruzó con la suya.
Me dirigí al mostrador a realizar mi pedido. Al pasar a su lado, el fuerte comentó algo y los otros dos rieron. Imaginé que sería algo sobre mí, pero no hice caso.
Cuando me sirvieron la comida busqué un sitio desde dónde pudiese observarlos, pero que no estuviese demasiado cerca. No sabía por qué, pero el chico ese me había dado mucho morbo. Desde allí pude observarlos mas detenidamente.
Me fijé en los otros dos acompañantes. Uno era también rubio, tenía el pelo corto, pero no demasiado y era mas bajito y delgado que el otro. Y el tercero era algo regordete y moreno y no paraba de hablar y reír. Pero me seguía llamando la atención el mas fuerte. Entre bocado y bocado, levantaba la mirada para observarlo y dejaba que mi imaginación hiciese el resto.
Pero después la situación empezó a cambiar y el que era observado era yo. Notaba como me miraban descaradamente y comentaban entre ellos en alemán, que lamentablemente es un idioma que desconozco completamente.
Como la situación me empezó a incomodar, bajé la cabeza y me concentré en mi comida, sin volver a mirarlos. Ellos seguían hablando y riendo. No sabía si era sobre mí, o quizá no, quizá fuese mi imaginación y solo eran asuntos suyos.
Pronto acabaron su comida y abandonaron el restaurante, lo que me alivió y permitió que terminara mi comida mas tranquilamente.
Cuando terminé, me disponía a marcharme, cuando por la ventana del restaurante vi que su caravana seguía allí, y dos de ellos, el delgado y el gordito estaban fuera, charlando junto a la puerta y lo que era peor, justo al lado de mi coche. Al fuerte no le veía por ningún lado. No sé por qué, pero me dio algo de miedo y decidí quedarme un poco mas en el restaurante, así que me dirigí al mostrador y pedí un café.
Mientras me lo tomaba empecé a reflexionar. ¿Por qué iba a tener miedo?, estaba actuando como un idiota. Pero ellos no se marchaban. El café se terminó y ellos seguían allí. Quizá no tenían pensado marcharse y yo perdiendo el tiempo, haciendo el tonto. Así que finalmente decidí salir.
Me acerqué al coche, por lo que tuve que pasar junto a ellos, pero no los miré y seguí para adelante.
Cuando estaba a punto de abrir la puerta, uno de ellos me dijo en un español muy básico:
- Perdona, tu sabes como ir a... - Y dijo un nombre que no fui capaz de entender.
Me di la vuelta, era el gordito moreno el que me hablaba, repitió lo mismo
Tu sabes como ir a... - Seguía sin entender.
¿Donde? - Pregunté
El chico lo repitió pero yo seguía sin enterarme.
- Tengo mapa - Me dijo, apuntando a la caravana.
Yo asentí, y ayudándome con gestos le dije:
Vale, trae el mapa.
Dentro, - me dijo - Tengo mapa.
Me pareció extraño, pero accedí a entrar. El gordito entró primero y yo le seguí. Cuando entré en la caravana mis ojos se abrieron como platos. Sobre un asiento que debía ser la cama por la noche estaba recostado el mas fuerte, vestido sólo con un bóxer y los brazos cruzados tras la cabeza. Tenía un cuerpo espectacular. Me quedé impresionado, no me lo esperaba. Le saludé, intentando simular normalidad, el me correspondió con un gesto, pero sin decir palabra. Me dirigí entonces, junto al gordito, hacia un gran mapa que había sobre una mesa. Mientras tanto el delgado entró en la caravana y entornó la puerta sin cerrarla del todo.
Me indicó con el dedo una localidad. Yo empecé a indicarle señalando en el mapa y con gestos, cual era el mejor camino para llegar. Mientras, de manera fugaz lanzaba miradas hacia el mas fuerte, admirando su cuerpo escultural, mientras él, seguía recostado observándonos a todos, sin decir palabra.
Cuando acabé mi explicación, el gordito intentó repetir mis indicaciones sobre el mapa, como el sitio era estrecho, para acceder al mapa se puso tras de mi y mientras repetía mis indicaciones señalando en el mapa con una mano, con la otra me tenía cogido del hombro. Noté todo su cuerpo apoyado en mi espalda y su cabeza sobre mi hombro y su aliento sobre mi oreja. En resumen me tenía totalmente atrapado.
No había entendido bien mis indicaciones, por lo que le corregí indicándole de nuevo el trayecto que no había entendido bien. Mientras lo hacía, el seguía apoyado sobre mi. Entonces, con el dedo pulgar de la mano que tenía sobre mi hombro me acarició levemente el cuello. Me puse nervioso y mi voz se entrecortó, lo que le debió parecer cómico al mas fuerte que dejó escapar una breve risa y comentó algo a lo que el delgado respondió con otra risa.
Intenté recuperar la compostura y acabé mi explicación. El gordito volvió a repetir las explicaciones, pero no se si fueron correctas, porque esta vez no conseguía atenderle ya que volvió a acariciarme con su dedo el cuello mientras su boca se aproximó mas a mi oreja y me susurraba las indicaciones en vez de hacerlo en voz alta como la vez anterior.
En esos momentos tenía sentimientos muy contrapuestos, por un lado las caricias y susurros frente a la vista del cuerpo semidesnudo del fortachón me estaban excitando muchísimo, pero estar ahí metido con tres desconocidos de los cuales no tenía claro sus intenciones me resultaba alarmante, y sus risas y comentarios que no entendía no ayudaban mucho.
Decidí marcharme de allí, y fue entonces, al intentar girarme sobre mi para zafarme de su mano cuando me encontré de repente su cara y un instante después su mano soltó mi hombro y agarró mi cabeza y sus labios se juntaron contra los míos. No sabía si era un temerario o un inconsciente, pero no me resistí y dejé que su lengua entrara en mi boca mientras tanto se oían risas y aplausos acompañados por el sonido de la puerta de la caravana que se cerraba.
El gordito seguía con su beso interminable mientras me seguía agarrando la cabeza con una mano, la otra recorrió mi cuerpo hasta que llegó a mi nalga y entonces me la aferró y tiró de mi hacia él, por un momento sentí como si me fuese a levantar por los aires. Mientras las risas y los aplausos habían cesado y presentía los ojos de los otros dos chicos clavados en nosotros dos.
Finalmente el gordito separó sus labios, y se quedó mirándome fijamente durante unos instantes. Yo seguía confuso y atónito por lo que estaba ocurriendo. Cuando se abalanzó sobre mi de nuevo en otro beso apasionado a la vez que su mano se posó firmemente sobre mi paquete. A la vez que nuestras lenguas jugaban entre si, su mano frotaba con fuerza mi entrepierna. Sin dejar de besarme, sus dedos empezaron a manipular la hebilla de mi cinturón, con mucha intención pero con poco éxito.
Entonces otro par de manos llegó por detrás para ayudar, y soltando mi cinturón empezaron a desabrochar los botones del pantalón a la vez que otra boca empezó a besar mi cuello por detrás. Pronto la gravedad hizo caer mi pantalón, y las mismas manos que lo habían soltado tiraban de mi slip hacia abajo. Mi polla, erecta, se levanto hacia el cielo, pero pronto se vio atrapada por la mano del gordito. Sus dedos rodearon mi pene y empezaron a masturbarlo. Fui yo entonces el que agarró la cabeza del gordito para seguir besándolo a la vez que me estremecía de placer.
El gordito cesó su beso apasionado para agacharse, pero su lugar lo ocupó el rubio mas delgado, que había sido quien me había despojado de mis pantalones. De pronto me encontré besando otros labios, mientras sentía como mi pene y mis testículos eran agasajados por la boca del gordito, quien los besaba, los lamía y los chupaba. No podía ver al mas fuerte, estaba a mi espalda, y lascivamente estaba deseando que me tocase, y también tocarle yo a él.
Mientras el gordito se metía mi polla hasta el fondo de su boca una y otra vez, el delgado me empezó a desabrochar la camisa. Cuando mi pecho quedó al descubierto, empezó a lamerme los pezones. Nunca antes había tenido a dos tíos dándome placer a la vez y había pasado de encontrarme en una supuesta pesadilla a estar en el séptimo cielo.
El delgado se agachó también y se empezó a disputar mi polla con el gordito. Ambos se turnaban en meterla dentro de su boca. Eso me dejó vía libre para poder girarme por fin y mirar hacia donde se encontraba el mas fuerte.
Seguía recostado, pero ahora sus bóxer habían desaparecido y estaba sobándose la polla mientras observaba como sus dos compañeros lamían la mía como si fueran cochinillos tomando teta. Apenas tenía vello, ni siquiera en el pubis, y el poco que tenía era muy rubio y no se le veía. Su polla sin ser enorme parecía grande, con su glande brillante asomándose cada vez que con su mano hacía que la piel que lo recubría retrocediese.
Dijo algo en alemán y me hizo indicaciones para que fuese hacia él, mientras se señalaba la polla. Los otros soltaron su presa y yo, liberándome de mis zapatos para poder abandonar mi pantalón y mi slip en el suelo me acerqué hacia él. Antes de llegar vi clara su intención cuando abrió sus piernas, ofreciéndome su polla en todo su esplendor.
Me arrodillé en el suelo junto a él y agarrando aquel miembro con mi mano acerqué mis labios hacia él. Sentí un placer inmenso al sentir mis labios rozar su glande, estuve disfrutando de el un rato hasta que empecé a introducir su miembro en mi boca, lentamente, disfrutando del momento. De pronto los otros dos, a pesar de seguir allí, habían desaparecido para mi, ahora mi mundo era la polla de aquel tío tan espectacular. Unos minutos antes estaba en el restaurante fantaseando acerca de como sería y ahora me la estaba comiendo realmente.
El momento idílico se rompió cuando el gordito se arrodilló tras de mi, se había desnudado él también, y mientras agarraba mi polla y me la masturbaba, el frotaba la suya contra mi culo. Eso hizo que levantase la cabeza y dejara de lamérsela al fortachón, pero este me puso la mano en la cabeza y empujándola levemente hacia abajo me hizo saber que quería seguir gozando. No me resistí y permití que el otro siguiera con sus juegos mientras yo volvía a disfrutar de mi manjar.
Pero pronto la polla morcillona del gordito estaba dura como una piedra y empezaba a abrirse camino buscando mi ano. Estaba muy excitado, pero antes de perder por completo la sensatez, volví a levantar la cabeza y de nuevo abandoné el manjar que estaba degustando y me giré para mirar al gordito ver su polla. No era muy grande, con una mano era capaz de cubrirla entera y el oscuro vello que la rodeaba la hacían parecer aun más pequeña, pero lo que quería yo confirmar era si estaba desnuda, sin protección, como así era. Le pregunté:
- ¿Condón?
El solo dijo:
- OK, OK
No sabía si es que no tenía y abandonaba sus intenciones, o que iba a ponérselo. Me daba igual, yo quería volver a disfrutar de aquella polla, el chico musculoso empezaba a gemir y a gozar y eso me excitaba cada vez mas.
El gordito volvió entonces a la carga y se colocó de nuevo tras de mi, finalmente se había puesto el condón y de nuevo su polla jugaba tras de mi en busca de un lugar donde abrirse camino dentro de mi. Realmente estaba excitado como nunca lo había estado antes y me dejé hacer. El tío cachas gemía y se retorcía cada vez mas, no quería que se corriese tan pronto para seguir gozando de él y aflojé la intensidad de mis lamidas. Hasta que por un momento las tuve que abandonar y el que gimió fui yo cuando la polla del gordito por fin logró su objetivo y entró bruscamente dentro de mi ano.
El gordito empezó entonces a embestirme, empezó suavemente, pero debía estar también muy excitado porque pronto aumentó el ritmo, sus impulsivos envites impedían que pudiera volver a mamarle la polla de nuevo al musculoso. Ambos jadeábamos y gemíamos fuertemente, al compás, pero tanta intensidad hizo que no tardara en correrse, y tras unos envites finales en los que me apretó tanto que parecía que me quisiese atravesar con su pequeña polla, finalmente se separó de mi y se dejó caer en el suelo exhausto, sudando copiosamente y con el condón lleno de leche aún en su polla morcillona, que se retraía poco a poco como una tortuga dentro de su caparazón.
En otras circunstancias me habría conformado con la follada que acababa de recibir, pero yo, aun habiendo gozado con el gordito, la polla que quería era la del chico musculoso. Pero faltaba un actor en el juego, y para cuando me incorporé tras recobrar el aliento le vi, también desnudo, ocupando el sitio que yo tanto ansiaba. Estaba dándose un banquete con la polla del musculoso. De manera absurda, sentí celos y me acerqué para disputarle al delgado mi manjar deseado, y al igual que antes ocurrió conmigo, ahora estábamos dos bocas disputando su miembro y sus huevos. Parecía que al musculoso le divertía la situación y alternativamente nos ofrecía un rato su polla a cada uno mientras hacía comentarios en alemán y se reía.
Después se incorporó y se puso de pie, sin dejar de ofrecernos su polla. Dijo algo y el delgado se puso también de pie, dejándola para mi sólo, aunque en realidad lo que hizo no fue cederme el sitio, sino ofrecerme también su miembro. La polla del mas delgado era similar en tamaño al del musculoso, pero en su escueto cuerpo parecía mucho mas grande. Agarré una polla con cada mano y alternativamente empecé la chupársela a cada uno.
El gordito, ya recuperado quiso participar del festín y se unió a los otros dos y aunque su polla estaba aún dormida, también la atendí, como agradecimiento por el placer que me acababa de dar, aún conservaba el sabor del semen que acababa de descargar. No tardó en volver a recuperar su vigor.
Ni el mejor de mis sueños había imaginado una situación igual, tres pollas para mi, para mi solo.
El musculoso se retiró y me dejó con sus compañeros, pero solo por un instante, cuando volvió se estaba colocando un condón, y eso solo podía significar una cosa, por fin podría gozar de verdad con aquel chico.
Hizo que me tumbara boca arriba en la cama de la caravana, se colocó a mis pies y me levantó las piernas. Se escupió en la mano y empezó a humedecer mi ano, no era necesario ya que el gordito me había dilatado suficientemente, pero daba igual, yo estaba ansioso, y por fin el premio llegó. Acercó su miembro contra mi ano, y pronto empecé a sentir su carne dentro de mi. Poco a poco empezó a introducirla y sacarla, primero solo un poco, y luego su polla completa. Sus músculos se tensaban en cada envite, y su cara era el reflejo del placer que le estaba proporcionando, al igual que la mía también debía reflejar un placer enorme.
El delgado acercó su polla a mi boca para que también le diera placer a él, yo lo intentaba en la medida de lo posible, mientras, el gordito se masturbaba observando la escena, su cara era el vivo reflejo del deseo.
El musculoso seguía penetrándome sin prisa, pero sin pausa, ambos estábamos disfrutando y no había razón para precipitar las cosas.
No así el delgado que retiró su polla de mi boca, y se empezó a masturbar enérgicamente, hasta que varios chorros de leche se desparramaron por mi pecho.
Cuando se retiró para limpiarse, el gordito ocupó su lugar, y con sus gruesos dedos aferró mi polla y me la empezó a masturbar mientras que con la otra mano se masturbaba la suya. De cuando en cuando, la acercaba para que también se la chupase, mientras el cachas seguía penetrándome una y otra vez
Pero tuvo que apartarse cuando el chico musculoso abandonó su posición erguida y se tumbó sobre mi a la vez que aumentaba la fuerza de sus envites. Hasta que un prolongado gemido acompañó su eyaculación. Permaneció unos segundos allí, sobre mi, lo que me agradó enormemente, sentir sus brazos rodeándome y su polla aún dentro de mi.
Entonces el gordito le dijo algo, algo que le hizo mucha gracia al cachas, que con cuidado de no perder el condón, extrajo su polla y se levanto del camastro. Su lugar lo ocupó el gordito, que lucía en su cara el vivo reflejo de la lujuria. Mi cabeza me decía que no, pero no hice nada, y permanecí allí, con mis piernas en alto, sabiendo que iba a ser penetrado por tercera vez, y en lo que transcurrieron estos pensamientos, el cachas ya le había agenciado al gordito otro condón que este se había colocado inmediatamente.
Instantes después le tenía de nuevo bombeando sobre mi, con intensidad, como si se fuera a acabar el mundo. El delgado y el cachas sonreían contemplando la escena mientras se vestían. Una lastima, los prefería desnudos.
Pero al haber eyaculado recientemente, esta vez aguantó mas. Me empecé a masturbar a la vez que me seguía penetrando, y pronto toda la excitación que llevaba acumulada, salió como una explosión al exterior y mi leche se fue a unir por la derramada por el delgado sobre mi tripa y mi pecho.
Poco después el gordito se acabó corriendo de nuevo, afortunadamente había acabado, porque estaba chorreando sudor y jadeaba notablemente.
Me trajeron papel para limpiarme y me acercaron mi ropa, señal de que todo había terminado. Aún a riesgo de parecer un vicioso, me hubiese gustado haber recibido mas del cachas, me quedé con ganas de probar el sabor de su semen, me hubiese gustado morrearle a él y haber recorrido cada uno de sus pronunciados músculos con mis labios.
Pero desde luego fue una experiencia difícil de olvidar.
Antes de marcharme intercambiamos direcciones de correo electrónico. Y por este medio, gracias al inglés como lengua puente, pude saber que eran de Stuttgart, que el cachas se llamaba Marcus, el delgado Thomas y el Gordito Peter. Marcus y Thomas compartían piso (y cama) aunque no eran pareja, y Peter era un amigo que había partido con ellos en sus vacaciones, y lo mas sorprendente fue que tenía pareja, ¡Una chica! y llevaba en Alemania una vida de hetero completamente normal.
Ellos no han vuelto por España, ni yo he marchado a Alemania, pero tengo la esperanza de volver a ver a Marcus, y poder disfrutar otra vez de él, pero... solo para mi.