Un encuentro inesperado (02: Diario de ella)

Por circunstancias de la vida tendria que tomar una decision que no me haria gracia... y encontrarme con una chica que me haria descubrir lo apasionante del sexo.

Un encuentro inesperado (02: Diario de ella)

Hola, soy Viviana, tengo 16 años. Soy una chica muy bella, no paso desapercibida entre los hombres, lo que haría ganarme un buen dinerito. Tengo la piel tostada por el Sol, los cabellos largos y negros, unos labios voluminosos y sonrojados; los ojos negros azabaches que cautivan a todo el que quiera mirar en ellos y una cara angelical. Mido algo mas de 1’65 metros, tengo unos buenos pechos, algo grandes pero bien tersos, la cintura fina y las piernas bien moldeadas y el culo respingón y pequeño.

Aquel lunes mis padres me llamaron para hablar conmigo. Yo no vivía con ellos en su casa, sino que lo hacia en casa de un amigo de ellos, David. El motivo era que mi familia era pobre y David me mantendría hasta que aquel bache pasara, de eso hacia ya cuatro meses. Pues bien, llegue a casa de mis papás y... sus caras hablaban por si solas. Las cosas en estos meses no habían mejorado nada, mi mama no encontraba trabajo y con el sueldo de mi papa no era suficiente, por lo que, me empezaron a decir:

Mi amor, tu sabes que las cosas aquí en casa están muy mal, que apenas ya no tenemos ni para comer. Tu mama no encuentra trabajo por ningún lado y con mi sueldo no es suficiente.

Por eso, David que sabe de nuestro problema, nos ha hecho una oferta a la que no podíamos negarnos... que tiene que ver contigo. Tú sabes que eres una chica muy bella y le sacaremos partido a eso.

Mi mama se hecho a llorar y tuvo que proseguir mi papa, yo no entendía realmente lo que querían decirme.

Mira hija, David nos ha dicho que el puede encargarse de ti pero que tu podrías trabajar... mejor dicho podrías ganar dinero para la familia disfrutando, como jugando. Solo tendrás que ir con hombres, acompañarlos y... hacer lo que ellos te pidan.

¿Me estáis pidiendo que me acueste con hombres?

Si cariño – concluyo mi mama – es por el bien de la familia, tu sabes que no te pediríamos eso si no fuera esencial, necesitamos ese dinero.

Esta... bien... supongo que no me puedo negar.

Y ahí concluyo esa conversación que cambiaria mi vida. David me vino a retirar de la casa entre los llantos de mis padres. Me explico que tendría que cambiar el vestuario y que tendría que ir segura de mi misma con aquellos hombres, intentándolos seducir.

  • Se que sabes hacerlo... Te he visto cuando estábamos los dos solos en la piscina, como contorneabas tus caderas, te mordías un poco el labio inferior y me mirabas sensualmente. Eso les volverá locos y te pagaran más dinero.

Esa misma tarde seria mi primera cita, pero seria algo inesperado: era con una mujer. A las cinco de la tarde tenia que ir a su hotel, a la habitación 357 vestida solamente con un vestido negro corto y las braguitas.

David, muy amable, antes de comer me llevo a una calle céntrica que estaba repleta de tiendas y me compro algo de ropa: vestidos, tops, shorts, jeans, camisetas cortas, faldas, lencería,...

Y llego el gran momento. Atravesé la puerta giratoria del hotel, me dirigí a los ascensores y subí hasta la tercera planta, pensando si aquello que iba a hacer estaba del todo bien. Llame a la puerta... estaba abierta.

Aquella chica que vi sentada en la cama (digo chica porque no sobrepasaría los 22 años) era toda una mujer, era la cosa mas bonita que había visto. De piel blanca, una melena rubia rizada le caía por lo hombros. Estaba sentada de lado en la cama, por lo que no pude verle la cara, estaba echándose crema en las piernas. No tenía los pechos muy grandes, pero si muy bien puestos, nada caídos; sus manos recorrían unas largas piernas que parecían no acabar.

Cuando se dio cuenta de que estaba allí, observándola inmóvil y sin habla, me hizo pasar y dándole unos golpecitos al colchón me invito a sentarme con ella.

Se que es la primera vez que vas a hacer esto... que sentirás miedo y que no te sientes atraída por las mujeres... pero yo te haré sentir especial, yo te haré gozar del sexo.

Y dicho esto fue bajando despacio la cremallera de mi espalda mientras sus labios se acercaban a los míos. Poco a poco fui abriendo la boca y su calida lengua se introdujo buscando la mía. La piel se me erizo al notar nuestras lenguas en contacto. Se levanto, me levante y mi vestidito negro cayo al piso. Mis hermosos pechos habían quedado al descubierto, solo estaba vestida con un tanga gris. Me hizo girar sobre mi misma para verme y me dijo que era una preciosidad. Agarro mis pechos y noto que mis pezones estaban grandes y muy duros y los lamió. Me tumbe en la cama para disfrutar de aquellas caricias de mujer que tanto me empezaban a gustar. De repente se levanto, se fue a lo que debía de ser la cocina y trajo unos hielos. Que hielos mas raros, ¡tenían un rabito! Que mujer más ingeniosa, cuando se acerco vi lo que había hecho: dentro de esos hielos había una cereza y el rabito que yo había visto era el de esa apetitosa fruta. Lo acerco hasta mi boca y saque mi lengua para saborear aquel hielo, que no era de agua, sino de alcohol. Lo puso en mi cuello y fue deslizándolo muy lentamente hacia mis pechos mientras con su lengua recorría el camino que le iba marcando el hielo, lamiendo el alcohol que iba depositando en mi piel. Mis pechos, mi ombligo... se acercaba a mi ya jugoso coño pero se desvió hacia las ingles, los muslos... Me dio media vuelta, poniéndome boca abajo y fue subiendo... Cogió otro hielo e hizo exactamente lo mismo que con el primero, pero esta vez ya no solo eran caricias y lamidas, pasaban esta vez a ser pequeños mordisquitos. Yo empezaba ya a gemir, el frío de aquellos hielos y lo ardiente de su boca hacían que mi piel estuviera demasiado sensible... y mi coño demasiado húmedo.

Me bajo el diminuto tanguita con la boca... notaba sus dientes en mi piel mientras se deslizaba hacia abajo mi pieza de ropa interior. Necesitaba mas, si seguía esa muchacha yendo tan lento conmigo iba a morirme de placer.

Me abrió las piernas despacio y me lamió los dedos de los pies haciendo que un escalofrío recorriese mi espalda. Fue subiendo sin prisas por mis muslos hasta llegar, por fin, enfrente de mi aun inexplorado sexo. Lo miro fijamente unos segundos y dibujo círculos con su dedo sobre mis labios vaginales, entreabriéndolos, rozando mi botoncito, jugando con mi escaso vello rizado. Yo me acariciaba mis enormes tetas, mis pezones que ya no podían estar más duros. Acerco su lengua y nada más con la punta recorrió de abajo a arriba mi ardiente coño, metiéndome un poquito la lengua al empezar y cuando subía, hacia hincapié en mí ya sensible clítoris. Una oleada inmensa de placer venia, mis piernas empezaron a temblar, mis manos sudaban, mi respiración se agitaba y entrecortaba y mis gemidos eran cada vez mas seguidos y fuertes. El clímax estaba ya a las puertas cuando mi diosa rubia se levanto y saco de un bolso que tenia encima de una mesa de roble una gigantesca polla. La dejo junto a la cama y me advirtió que iba a sentir el placer mas grande jamás descrito y que luego debería follarla con aquella polla y darle placer. Capturo entre sus labios mi clítoris, lo mordisqueo un segundo y al comprobar que aquella fuente seguía vertiendo sus aguas, succiono mi preciado botoncito hasta que sentí morir de placer y aquella ramera bebía todos los jugos que manaban de mi.

Se tumbo y abrió sus piernas ofreciéndome aquel paraíso para que metiera los 25 centímetros de goma que había sacado de su bolso. Sin más miramientos metió aquel monstruo dentro de su coño demasiado lubricado haciendo que estallara en gemidos. Aquella perra se lamía las tetas, se mordía los labios y me pedía que siguiera con más fuerza, que aumentara la velocidad. Estaba muy caliente y quería correrse ya. Seguí sus consejos y repentinamente un gemido casi desgarrador inundo la sala mientras sus piernas aprisionaban mi cuerpo. Estaba claro, había sentido el mismo placer que hacia ya varios minutos había experimentado yo. Me tumbe a su lado, me abrazo y nos volvimos a besar, esta vez sin ningún prejuicio, solamente con pasión y lujuria.