Un encuentro inesperado (01: Diario de él)

Muchos años de casado no impedieron que en uno de mis comunes viajes al extranjero, al encontrarme con una diosa de 16 años, me la llevara a mi habitacion...

UN ENCUENTRO INESPERADO: DIARIO DE ÉL

Antes que nada voy a presentarme. Soy Alfredo y tengo 35 años. Llevo 12 años felizmente casado con Teresa, mi esposa. Físicamente soy resultón: soy moreno con el pelo corto, mido algo más de 1’80 metros, tengo las espaldas anchas, las nalgas pequeñas y duras y no estoy gordo para nada, ya que hago deporte a menudo. Trabajo desde hace algunos años en una empresa de telecomunicaciones a nivel nacional, motivo por el cual debo viajar mucho y me conlleva algunas discusiones con mi mujer. Tengo dos hijas y un hijo: Elisabeth de 16 años, Marcos de 11 años y Roberto de 9.

La historia que hoy me atrevo a contarles sucedió hace unos meses, cuando en uno de mis habituales viajes de trabajo me toco ir a Sudamérica, concretamente a Perú, aunque antes de llegar allí tuve que hacer una pequeña parada en Argentina de 1 día para visitar a un mandante de aquel país que quería asociarse con nosotros.

Cuando me informaron de que el siguiente lunes me iba de viaje, llame a mi esposa y le comente el nuevo viaje que me habían destinado, y lo aceptó aunque no de muy buena gana. Todo aquel día la tensión podía palparse en mi casa, y mis hijos me pedían que no me fuera, que me iban a echar de menos. Lo que mas me fastidiaba era que me iba a perder el partido de baloncesto de Marcos. Pero ya habrían mas partidos.

Y aquel lunes llego. Las maletas estaban preparadas desde la noche anterior. Esa noche había hecho el amor a mi mujer como si fuera la última vez que iba a poder tocarla, y en esencia era así, ya que me pasaría fuera de casa hasta el sábado por la noche, si no habían cambios de última hora. Estaba muy cansado debido al tremendo gasto energético de la noche anterior y a las escasas horas de sueño; menos mal que en el avión podría dormir un poco. Maria, la sirvienta, vino como siempre media hora antes de que nosotros nos levantáramos para prepararnos el desayuno a la familia, y yo me despedí de mis críos mientras tomaba la tostada y un poco de café. Notaba la tristeza en sus ojos, sabia que no podía darles toda la atención que necesitaban y que echaban de menos a su padre, pero todos los lujos de los que disfrutábamos no me los regalaban. Mis pequeños se fueron para coger el autobús que les llevaría al colegio y yo me volví a despedir de mi esposa. Le recordé cuanto la amaba y lo que la iba a echar de menos. Como ya sabia en que hotel me iba a hospedar (ya que la empresa lo había reservado con antelación) apunte el numero de la habitación donde estaría y el numero de mi busca, por si ocurría algún problema que pudieran avisarme de inmediato. Dándole dos besos a Maria, le pedí que cuidara de mi esposa y de mis hijos. Con el corazón en un puño, cogí el taxi que me llevaría al aeropuerto y que me alejaba de mi hogar otra vez más.

Puntual, cogí el vuelo 351 rumbo a Argentina y sin buscarlo, me dormir durante aquellas horas de viaje. La azafata, muy amablemente, me despertó un par de veces para ofrecerme el menú del almuerzo. A media tarde, pise suelo argentino. ¡Que diferencia con España! Era un aeropuerto pequeño y viejo, con fuertes medidas de seguridad.

Ya a la salida del aeropuerto, en la carretera, llame a un taxi para que me llevara a la dirección donde vivía al cliente que debía visitar. Menos mal que muy precavido, antes de salir de España había cambiado 150 euros a la moneda argentina y otros tantos cientos a la peruana.

La entrevista con aquel directivo fue algo extensa, de algo más de 2 horas. Era un tipo muy bien trajeado, director de otra empresa de telecomunicaciones más pequeña que quería asociarse con nosotros. Yo le enseñe los beneficios y los ingresos de los últimos tres años, un esquema de la empresa, de los terrenos en los que trabajaba,... y finalmente firmo aquel ansiado contrato que me daría un notable aumento en mi salario.

Ya de noche, fui a dar una ligera vuelta por los alrededores de aquel monumental edificio donde había tenido lugar la entrevista. Iba a ser una vuelta corta, ya que en 1 hora y media tenia que coger el siguiente avión, camino a Perú.

Pasadas algunas horas de la medianoche llegaba a Perú. Otro taxi me llevaba a mi hotel para poder, por fin, descansar tranquilo, añorando el cuerpo de mi mujer agarrándome la cintura.

Ya era martes. Desayune en el hotel un par de tostadas con mermelada de frambuesa, un vaso de zumo y un café con leche. A media tarde había quedado con mi compañero Carlos, que llevaba allí desde el viernes. Tenia toda esa mañana para pasear por aquella bella ciudad de Lima y conocer un poquito mas de su cultura.

Mientras me dirigía hacia el centro de la ciudad para meterme en un restaurante a almorzar, vi de lejos a una bella muchacha que no pasaría los 16 años con su mirada fija en la mía que se iba acercando poco a poco.

Hola... Perdona, ¿tienes fuego? - dijo aquella maravilla del mundo mientras sacaba un cigarrillo de sus pantalones.

S...s...si claro. Toma.

Pero, ¿por qué tartamudeaba? ¿Es que acaso una cría de pocos años iba a asustarme? Ay, necio de mi, si supiera lo que estaba a punto de sucederme... Aquella muñeca de porcelana me mostraba su mejor sonrisa mientras se encendía el cigarrillo. Yo no podía apartar mi mirada de su espectacular busto: eran enormes, seria una talla 95 o 100 por lo menos. Madre santa como se desarrollaban las crías hoy en día... ¿Por qué me fijaba en una chiquilla si yo estaba felizmente casado?

Seguro que ella se estaba dando cuenta de mi estupidez, y me invito a que me sentara con ella en un banco próximo.

Disculpa no me he presentado, soy Vivi, ¿y tú? Por cierto, tu no eres de aquí, ¿verdad? Se te nota mucho.

Yo... me llamo Alfredo... y...no...no soy de aquí... soy de España... vengo en un viaje de negocios.

Aquella tierna muchacha me estaba embelesando con su angelical cara, estaba haciendo que me comportara como un adolescente, que pensara en ella como en una mujer, no como en una cría. Aquel precioso busto... y su culo respingón, su diminuta cintura y su altura me dejaban boquiabierto; si no me hubiese dicho su edad, la hubiera confundido con casi una mujer de un par de añitos mas.

Poco a poco, la conversación fue más amena y la inhibición que al principio sentía fue pasando a una confianza increíble, como si a aquella muchacha la hubiera conocido desde hace años. Siendo que estaba tan a gusto con ella y ella conmigo y como se hacia tarde y me empezaba a entrar el hambre... la invite a comer conmigo.

Fuimos a un restaurante que había justo enfrente de donde estábamos sentados y seguimos charlando... y la conversación se hacia poco a poco mas intima. Casi sin querer, le había contado que estaba casado, que tenia hijos,... y que era preciosa.

Oye Alfredo... aquí hay mucha gente, me siento algo incomoda... ¿Me invitas a una copa en la habitación de tu hotel? – me dijo con su peculiar sonrisa que hacia que perdiera toda fuerza de voluntad.

Pues... no se... si tu deseas... supongo que no habrá ningún problema... Ahora pago la cuenta y nos vamos allí... Pero solo una copa... he quedado esta tarde con un compañero.

Y dicho y hecho, pedí la cuenta y nos dirigimos hacia mi hotel. Como la empresa tenía muchos beneficios, no tenía una habitación de baja clase, sino que era casi una suite. Aquella chica subió conmigo en el ascensor en unas actitudes muy... cariñosas. Ya cogio la confianza de cogerme por la cintura, pegando aquellos pechos en mi cuerpo, haciendo que se me erizara la piel. Ella notaba que no podía poner resistencia, así que seguía con sus jüeguecitos.

Que calor hace en este hotel... podrían subir el aire acondicionado que sino me voy a asarme... o tendré que quitarme algo de ropa.

Me estaba poniendo muy caliente esa niña. Deseaba con arrancarle esos estrechos pantalones vaqueros y esa camiseta que mostraba sus pezones apuntando al horizonte. ¿Seria virgen? No creo, sino no se me insinuaría así... Pero ojala lo fuera... ser yo el primero que metería su primera polla dentro de ella, notaria el calor que desprende y mis embestidas la harían adicta a mi. Sino... podría probar por su culito... Pero, ¿qué estaba haciendo? ¿Y mi mujer, que pasaba con ella? ¿Iba a serle infiel? Dios mío, que iba a hacer...

Me costo esfuerzo abrir la puerta de aquella habitación en el séptimo piso. Estaba muy nervioso por lo que allí dentro iba a pasar, aunque quizás solo era mis ilusiones de que pasara algo y aquella chica no tenia ninguna intención.

Se sentó en la cama y yo me fui al mini-bar a por algo de alcohol, quizás así cogia fuerzas para lo que pudiera pasar. Le pregunte que quería ella de beber y me respondió que lo mismo que yo. ¿No era muy pequeña para eso? ¿Y si se emborrachaba y me denunciaba a la policía? Cuando me gire para ir donde estaba ella, me la encontré sin la camiseta tan linda que llevaba. Aunque admitamos que sin ella, estaba muchísimo mejor.

¿Qué... que haces? ¡Ponte... eso... ahora mismo chica!

¿Que pasa? ¿No te gusta como estoy? ¿Es que acaso no me encuentras atractiva? Venga vamos... admítelo. He visto como me miras, como me desnudas y luego me comes con la mirada. Solo estoy satisfaciendo tus deseos, solo te lo estoy poniendo un poco más fácil.

¿Qué es lo que quieres de mí? ¿No te das cuenta de que estoy casado? Si ella se enterara mi vida habría acabado... Mira una cosa es que te encuentre una chica realmente atractiva y sensual y otra muy diferente que me atreviera a hacer algo... Le debo fidelidad a mi esposa.

¿Y tu como sabes que durante el tiempo que estas fuera ella te es fiel? ¿Acaso la ves? Además... un dulce nunca hace daño. ¿Crees que se va a enterar? ¡¡Estamos a miles de kilómetros!! Y si la llamara... ¿de veras piensas que iba a creerme? Que tengo solo 16 años...

Yo dudaba... amaba muchísimo a mi esposa... Pero aquella tierna muchacha me lo estaba ofreciendo en bandeja de plata... ella lo deseaba y yo también... y Tere jamás se enteraría...

Me encantaría notar el roce de tus grandes manos por entre mis piernas, por mis pechos... – y diciendo esto se quito el sujetador mientras mi asombro crecía por segundos – mira que duros se han puesto mis pezones nada mas con pensarlo...

Ya estaba bien... no podía aguantar mas esa situación. ¿Es que iba a tener a un bombón enfrente de mí casi desnudo y no iba a hacer nada? Amaba mucho a mi esposa... pero no podía contenerme mas, deseaba a aquella chiquilla.

Tú te lo has buscado, ahora vas a saber lo que es un hombre de verdad, puta – y diciendo esto me desabroche y quite los pantalones.

Aquella zorra estaba disfrutando con eso, lo sabia por su cara de satisfacción. Le arranque casi sus escasas ropas de cuajo. Dios mío, desnuda era aun mucho más bella. Le iba a dar su merecido... La tumbe en la cama y en menos de lo que creía estaba ya con mi polla dentro de ella. Vi que ella soltaba una lágrima que resbalaba por su mejilla mientras gemía.

Cabrón podrías haber tenido un poco mas de cuidado... joder era virgen... me has hecho daño... seguro que me has desgarrado y todo.

Menuda pena... tu me has estado provocando durante toda la mañana... es tu culpa que ahora estemos aquí haciendo esto... Te has comportado como una puta y vas a ser una puta... mi puta.

Parece mentira que disfrutara tanto haciéndole daño a esa niña. Forcejeaba conmigo para escapar de mis piernas... Pero la gravedad y mi superior fuerza hicieron nulos sus intentos. Sus sollozos llenaban toda la sala. Y eso aun hacia que me calentara mas y mas.

Pues... como eres una perra... vas a ponerte como tal.

La cogí de la cintura y la voltee. Le dije que se pusiera a cuatro patas y sumisa lo hizo. Antes de volver a meterle todo mi sexo dentro suyo, cogí un espejo que había por ahí y lo puse enfrente de la cama, para que pudiéramos vernos follar por ahí. Eso era algo que me excitaba muchísimo. Luego volví a mi posición inicial e hice caso omiso de sus suplicas para que la dejara marchar. Aun quedaba tiempo por delante, seguro que luego disfrutaba de la situación.

Le metí toda mi polla sin ningún miramiento y ahogue su chillido de dolor tapándole la boca con mi mano. La zorra de ella me mordió. No sabía lo que se había buscado. Con la mano mordida le agarre de los cabellos, estirándole la cabeza hacia atrás y le di un par de azotes en aquellas nalgas blancas, que empezaban a coger un color rojizo por los golpes que se daba contra mi vientre su culo en cada envestida mía. Me sentía poderoso...

Poco a poco sus gritos de dolor fueron transformándose en gemidos de placer. Notaba como cada vez era más fácil la entrada y salida de mi polla debido a que placer aumentaba y segregaba mas fluidos, así que aumente el ritmo y los azotes. Ya no notaba esa sensación de opresión en mi polla... estaba demasiado excitada y la penetración era demasiado fácil.

Ahora cómeme la polla toda entera, voy a enseñarte como hacer gozar a un hombre, que para eso solo debes servir – le dije mientras me apartaba y hacia la intención de darle la vuelta.

Aquella pequeña putita lo hacia divino. Me cogió la polla por la base y levantándola un poco más (porque no hacia mucha falta, ya apuntaba casi al techo) paso su rosada lengua por mis huevos... Que sensaciones me hacia sentir aquella persona... Ni mi mujer en nuestros tantos años que llevamos teniendo relaciones sexuales había despertado en mí aquellas sensaciones.

Eso es ahora despacio ves lamiendo toda mi polla. Tiene que estar muy bien lubricada.

Aunque me gustaba mucho lo que me hacia... Se notaba que jamás había tocado una polla, y mucho menos la había mamado. Pero iba haciendo según mis gemidos. Se puso la punta de mi polla en su boca y fue rodeándola, lamiendo el prepucio y el glande. No pude más y le di la vuelta poniéndola de nuevo a cuatro patas. Me agache, recorrí con mi lengua la entrada de su ano y sin mas le introduje todo aquel miembro dentro de su pequeño y cerradito agujero.

Esta vez si que grito... No me extraña, no es que presuma, pero mi polla es muy gorda y supongo que su su culo no estaba acostumbrado ni a que le metieran un dedo... debió de dolerle. Pero bueno, notaba como las paredes anales hacían presión para sacarla de aquella cavidad sin explorar. Hilillos de sangre corrían por sus muslos. Aunque le dolía aquella vejación, la chica me pedía más y más... en el fondo le gustaba. Con la mamada y los minutos precedentes de sexo... estaba a punto de correrme. Mis movimientos se hicieron más seguidos e intensos. Volví a agarrarle del cabello y a azotarle el culo, que ya quemaba casi de las palmadas que le estaba propiciando.

Fue un orgasmo largo e intenso. Cuando saque mi polla de su ya algo más dilatado ano, vi que era solo un agujero rojo y sangriento. No podía quejarse, por fin alguien la había hecho mujer y aunque al principio podía haber sufrido un poco, en el fondo le había gustado.

Ahí esta el baño, ves y dúchate que estas hecha una cerda.

Y cogí, me vestí y me fui, en escasos diez minutos había quedado con mi compañero de trabajo.

Continuará...