Un encuentro extraño
La vida nos depara sorpresas inexplicables.
Un encuentro extraño
Érase un día normal de tantos como podría tener un matrimonio. Pero de repente sin más, sea por el cansancio del trabajo o por la presión a la que siempre estamos sometidos, estallo la disputa sin venir a cuento.
Así que decidí salir a dar un paseo por un camino de ronda que bordea la playa,( cuyo nombre omito para que se mantenga en el anonimato).
Tras caminar unos minutos decidí sentarme en uno de los bancos situados mirando al mar, encendí un cigarrillo y reflexionaba sobre la disputa. Ajeno a lo que el destino me deparaba, seguí saboreando el placer del humo de aquel cigarro acompañado del sosiego del mar.
Poco a poco con la brisa del mar y el cantar de un pájaro, que posado sobre un pino enano entonaba su mejor canto, fui serenándome de los nervios de la disputa y empezando a admirar el atardecer, que se iba cerrando poco a poco, mostrando multitud de colores, los cuales parecían conjuntamente con el mar un velo de seda de tonos rojizos y azulados.
Sin haberme dado cuenta al llegar, por lo ciego que iba de nervios y absorto en mis pensamientos, en otro banco una chica se hallaba llorando desconsolada, la mire y pensé para mi bueno allá ella con sus problemas, pero de repente alzo su cabeza, coronada por una gran melena de color caoba debido al atardecer que se reflejaba en sus cabellos largos y longevos, sus lagrimas tornabanse de sangre y ¡me miro!.
Así que dirigiéndome hacia ella, no pude hacer mas que preguntar si necesitaba ayuda, no me respondió solo se levanto y se arrojo a mis brazos en una explosión de lloros y suspiros.
Apartándola con suavidad le ofrecí un pañuelo, pero ella se abrazo mas fuerte a mí oprimiéndome casi llegando a cortarme la respiración.
Entonces empecé a acariciarla tiernamente y a secar sus lágrimas con el pañuelo. Me di cuenta que desprendía un olor que me recordaba al perfume de jazmín que usaba mi esposa. Quizás por eso me deje llevar y seguí acariciándole el pelo y su espalda sin que ella me dirigiese la palabra.
Sin más y sin saber como, me di cuenta que nuestros labios se habían unido, sintiendo así como mi cuerpo y el de ella, se estremecían ante un placer que hacia tiempo tenía olvidado.
Seguimos besándonos y dejándonos llevar por aquel arrebato de sentimientos, ajenos a todo lo que nos rodeaba.
Poco a poco las caricias fueron pasando a lugares mas íntimos, dando paso a nuevos placeres y sensaciones que no savia que en mi existiesen. Y dejándonos llevar por ese momento llegamos a unir nuestros cuerpos en uno, llegando a alcanzar un gozo y un placer que parecía reservado a los dioses, de tal manera que perdimos la noción de la realidad y volví a penetrar aquel ser de nuevo, volviendo a gozar como nunca del sexo.
Abatidos de tanto gozo nos quedamos exhaustos y adormilados en el suelo, no se cuanto rato paso. Cuando volví en si un intenso manto de estrellas cubría el cielo, mire mi reloj y ví que llevaba fuera de mi hogar cerca de unas cinco horas, me di la vuelta para preguntar su nombre y en aquel lugar solo había quedado un suave olor a jazmín. Me incorpore y me dirigí a mí hogar apresuradamente.
Hoy en día cuando mi esposa se pone el perfume de jazmín y hacemos el amor, creo que en realidad que lo estoy haciendo con aquella chica cuyo nombre solo el mar y el atardecer guardan con silencio.
Fin
Energi
1