Un encuentro esperado (5)
...en cuestión de segundos me vi guiada a ella, la tome por los hombros, y despacio me acerque a sus labios rozándolos a penas, quería que llevara en su boca mi sabor, sabía que al verlo lo besaría y esta era la única manera que yo sería capaz de tener ese contacto con Gerardo...
-Dijiste que le amabas-
-Lo hago-
-Entonces ve, sálvalo-
-No tendré oportunidad de rescatarle-
-No lo salvaras pero le darás algo de tiempo-
El silencio de la habitación era ensordecedor, los minutos pasaron lentos mientras esperaba la respuesta, y en realidad esperaba que dijera “no” o me diera alguna buena excusa y me hiciera ver que estaba loca, equivocada por pedirle semejante cosa, mi impulso me había hecho hablar sin pensar o razonar
-Iré-
La decisión en su joven rostro me desarmo, el odio que sentía por ella se estaba evaporando al verla dispuesta a morir por el hombre que amaba y que yo… ¿yo que? Aun no lo sabía o no lo quería saber que era peor, pero tenía que reconocer que el rapto del humano me había removido el ¿corazón?
Abril miro al techo cerrando los ojos, no estaba asustada ni disgustada, parecía ser como si lanzara una plegaria a su creador
-No tengo miedo-
Dijo ella sonriendo aun con los ojos cerrados y la cabeza alzada
-no tengo miedo morir por la persona que me hiso sentirme querida y aceptada, pensé que jamás tendría eso, pero él me lo dio, y estoy más que dispuesta a sacrificarme por el-
Sus ojos de un inquietante verde se posaron en los míos, ella tampoco me odiaba, pero había algo, una especie de conocimiento y conexión entre las dos, ambas nos rehusábamos a perderlo sin luchar, y ella sabía que si yo hubiera estado en su lugar habría hecho exactamente lo mismo, en cuestión de segundos me vi guiada a ella, la tome por los hombros, y despacio me acerque a sus labios rozándolos a penas, quería que llevara en su boca mi sabor, sabía que al verlo lo besaría y esta era la única manera que yo sería capaz de tener ese contacto con Gerardo, ella no se alejó, me dejo despedirme, como si aquel beso fuera lo más natural de mundo, sin decir una palabra salió de la habitación.
Me quede de pie sin moverme, estaba sola así que podía llorar por segunda vez en el día, pero esta vez sin testigos, llore amargamente, ahogando mis sollozos, temblando como una frágil hoja siendo azotada por la tormenta, temblé por todo el amor que tenía en mi corazón y que me negaba a darle a nadie, llore por mi inocencia robada hace tantos años atrás, llore por no poder ser yo la que fuera en ese momento a rescatarle, llore por ser tan débil. El sonido de la puerta al ser cerrada me hiso voltearme, Adiel me observaba con expresión indescifrable, toda la frustración por no poder hacer nada por Gerardo me golpeo, lo odie por su parecido con aquel monstruo que me había roto el alma, lo aborrecí por ser testigo una vez más de mi debilidad, corrí contra el dispuesta a sacarle aquellos ojos azul eléctrico que tanto detestaba, pero su rapidez fue mayor a la mía, me tomo por las muñecas y me detuvo, yo gruñí y le mostré los colmillos, pero el permaneció impasible, me revolví tratando de liberarme de su agarre, pero él se movió con agilidad y me puso ambas manos atrás de mi espalda, trate de morderlo, pero a pesar que estábamos a centímetros de distancia no lo conseguí, nuevas lagrimas cayeron cegándome, quería pelear con él, que me golpeara, pero solo permanecía en silencio, tranquilo, como si yo fuera una niña con una rabieta
-Pelea hijo de puta, pelea-
Le grite en la cara, sus ojos se concentraron en los míos, de pronto sus colmillos aparecieron y como una cobra atacando me mordió el cuello, forcejee contra él y me soltó las manos, lo tome por las ropas empujándolo contra la puerta, se relamió los labios limpiando los restos de mi sangre y cargo contra mí, ambos nos movimos a una velocidad extrema, yo golpeando y el esquivando con maestría, los dos saltamos a la vez para atrás en posición defensiva, esperando el próximo movimiento, el corrió contra mí y espere sentir el dolor del golpe, pero en lugar de golpearme me beso con furia, sus manos recorrían mi cuerpo lastimándome pero a la ves enviando oleadas de placer, agarre su camisa y la desgarre, su amplio y musculoso pecho quedo desnudo, lo mordí en los pectorales y la sangre mano de su piel, el emitió un rugido bajo de placer, rasgo mis ropas dejándome desnuda, me empujo a la cama con fuerza, metió una mano entre mis piernas abriéndolas, mi liquido empapaba mis muslos, estaba lista, pero aun así su embestida fue dolorosa, pero no importaba, quería sentir dolor, quería ser castigada, unos recuerdos vinieron a mi mente, una misma situación pero a la vez distinta, un hombre muy parecido a él obligándome, doblegándome, apreté los ojos para borrar aquella imagen y me subí sobre él, no podía soportar tenerlo encima, en cuclillas oriente mi sexo hacia la punta roma de su falo, sin preámbulos me deje caer siendo ensartada hasta las entrañas, sus manos presionaban mis tetas con fuerza dejando marcados sus dedos, los sonidos eran de placer y también de ira, era una pelea a pesar de estar teniendo sexo, le enterré las uñas en el pecho y sus dientes se alargaron aún más, mis caderas rebotaban contra su grueso miembro, mi humedad se escurría por su polla empapando su pelvis, con un rugido me empujo y caí al piso, el salto sin darme tiempo a moverme, se situó tras de mí y me perforo jalándome de los cabellos, su verga salía casi por completo y luego entraba con fuerza, sus manos agarraron mis nalgas separándolas dolorosamente, su verga entraba por completo, una de mis dagas estaba en el suelo cerca de mí, la tome y se la clave en la pierna, el no hiso ni un ruido o movimiento que demostrara dolor solo la saco y puso el frio metal contra mi cuello, la sangre empezó a correr sobre mis pechos, el corte escocia, pero eso era lo que yo quería, dolor, sus arremetidas se hicieron frenéticas, su orgasmo estaba cerca, empuje el cuello contra el arma, cada vez entraba más en mi carne al igual que su polla en mi hendidura, su explosión vino acompañada por rugidos, era un animal salvaje, lentamente se relajó y dejo caer el cuerpo contra el mío, soltó la navaja y me paso una mano por el profundo corte, dolió
-¿Esto querías?-
Su pregunta me trajo a la realidad, sí, eso era lo que quería, no le respondí, no tenía por qué darle explicaciones
-Lárgate quiero estar sola-
Le dije sin mirarlo y saliendo bajo de él, tome lo primero que encontré en el piso y me lo puse avergonzada por mi desnudes, sintiéndome indefensa y vulnerable, había adivinado muy bien lo que yo deseaba, me jodio en el alma que me conocería, lo odie aún más, y me odie aún más a mí misma por haber roto mi promesa, había jurado hace muchos siglos nunca más ser poseída por un hombre. El aun permanecía en el suelo donde le había dejado, miraba al vacío, su cuerpo magnifico se marcaba en los lugares correctos, los músculos definidos del abdomen se tensaron ante un suspiro, cualquier mujer habría tenido orgasmos múltiples con aquel semental, menos yo
-No escuchaste, quiero que te largues-
Le repetí esta ves mirándolo, su mirada era extraña ¿había dolor?, bueno ese no era mi problema, se paró despacio y se puso las ropas
-Algún día vas a tener que dejar que alguien entre-
-¿Qué?-
Mi asombro era tal que probablemente tenía la boca completamente abierta, pero el no dijo nada, ni volvió a mirarme, solo salió de la habitación dejándome sola.
No podía transformarme a plena luz del día, corrí por el campus sorteando a la gente que volteaba a verme sorprendida, ya no era necesario el estúpido disfraz así que me quite las gafas y me solté el cabello, tenía que estar lejos de la muchedumbre para al menos poder correr más a prisa, Salí por la entrada principal de la universidad y continúe corriendo por la calle, cruce la pista y algunos automóviles me sonaron el claxon , seguí corriendo hasta que llegue a la carretera principal, mi piernas no protestaban por el ejercicio, estaban acostumbradas a recorrer mayores distancias y a más velocidad, a estas alturas ni el corredor más rápido del mundo me habría visto ni el polvo, era un bólido de carreras a toda velocidad, solo faltaban un par de kilómetros para llegar a l bosque, olfatee el aire y los sentí en el mismo escondite de siempre, entre al bosque y me desvié de la zona que la gente usaba para hacer picnics o pasear a los perros, los arboles eran más tupidos y me arriesgue a transformarme, aminore el paso, tratando de calmarme, tenía un plan pero debía estar en completo dominio de mis emociones para que no percibieran ni una pisca de duda, la entrada rocosa a la cueva estaba a solo unos cuantos metros, adentro los lobos se agitaron percibiendo mi presencia
-Tienes cojones para aparecer niña-
El lobo me observaba mientras continuaba caminando sin mirarlo
-¿Adónde crees que vas?-
Pregunto Trax el segundo al mando, la mano derecha del rey lobo
-Tengo que hablar con el rey-
Le dije sin mirarlo y sin parar de andar
-Veremos si te da tiempo de hablar o te arranca la cabeza primero-
Trax ladro una risa y me siguió, a medida que avanzábamos se hacía más oscura la caverna, hasta que solo había sombras por todos lados
-¿Que te trae por aquí?-
El rey lobo estaba devorando un animal muerto, estaba en forma humana, la sangre le chorreaba por el pecho y el sonido que hacia al morder los huesos era espeluznante
-Tengo a las gemelas-
Mis palabras sacudieron a todos, el rey dejo de masticar y tiro a un lado el cuerpo inerte de lo que parecía ser restos de un cervatillo
-¿Las tienes?-
El rey camino despacio hacia a mí, mi expresión no se alteró a pesar de sentir la maldad proveniente de su cuerpo desnudo. Yo asentí con la cabeza y espere que la duda siguiera echando raíces en su cerebro
-Y me vas explicar cómo lo conseguiste tu sola-
-No fue difícil, la misma noche que se llevaron al humano yo iba hacer lo mismo, secuestrarlo y luego correr donde las gemelas y decirles que ustedes lo habían raptado-
-Valla, valla, que coincidencia verdad… ¿y que te hiso pensar que ellas te creerían?-
-Eso también fue fácil, me entregue a ellas diciendo la verdad, que era una espía pero que ahora les era fiel a ellas-
Los lobos gruñeron pero el rey continúo mirándome, sus ojos grises casi blancos me penetraron el cerebro en busca de la verdad, lo deje vagar en mi mente solo apartando ciertos recuerdos
-Así que la excusa de tu cambio de bando fue que le amabas-
Yo volví asentir haciendo una reverencia
-Habías resultado ser más astuta de lo que pensé… ¿Entonces dónde están?-
-En la casa de una de ellas, vendrán al anochecer a rescatarle-
Los gruñidos hicieron eco atraves de las paredes rocosas, rascaron las pezuñas contra el duro suelo como afilando sus garras
-Perfecto, las esperaremos entonces-
El rey vibro de pies a cabeza y cayó al suelo convirtiéndose en un enorme lobo de dos metros
-Prepárense, que esta noche hay vampiro para cenar-
El sol empezaba a ocultarse a los lejos, en la casa se escuchaban los murmullos y el sonido del metal siendo enfundado, los preparativos estaban casi listos, me vestí para asesinar, pantalones de cuero y una camisa de tiras negra, estaba de luto, y no por los malditos lobos que de seguro morirían en mis manos, si no por mí, una parte de mi estaba muerta, y por fin me estaba dando cuenta de eso. Me calce las botas con punta de metal (especiales para patear cráneos y reventarlos), guarde dagas en la correa de la cadera y cogí mi látigo que nunca usaba, solo era reservado para momentos especiales (como este), su peso era perfecto, tiras y tiras de cuero entrelazado hasta forma mi arma perfecta, me ate el cabello en una cola y Salí a la sala. Laldia estaba vestida muy similar a mí, toda de cuero negro, el cabello recogido en un moño con los palillos chinos, su arma preferida, en las caderas algunas dagas, Rage con pistolas y su espada samurái en la espalda, los soldados solemnes apartados de todos oraban en silencio con los ojos cerrados, una plegaria antes de la batalla, era la tradición, Adiel me miro unos segundos antes de unirse a sus compañeros
-Iré tras de ustedes-
Dijo Eduardo con firmeza, así le dieran una orden de quedarse y esperar no la obedecería por lo que nadie lo contradijo. Adiel termino la oración y miro el reloj
-¿Estamos listos?-
Nos observó a todos como evaluando los ánimos, nadie dio signos de miedo, todos estábamos dispuestos a morir, era una guerra declarada y nosotros los guerreros que la enfrentarían
-Estamos listos-
Dijo Rage, Adiel asintió y consulto su reloj una vez más
-Vamos-
La cueva estaba misteriosamente silenciosa, ninguno de los lobos había venido para hacer la rutina de “torturar al humano”, seguro que ya habían entendido que aunque me arrancasen los miembros a mordiscos mis labios estaban sellados, podía ser muchas cosas, pero nunca un soplón, ya estaba resignado a morir, solo esperaba que fuera rápido y sin mucho dolor. En las horas que había permanecido cautivo, revise mentalmente todas las cagadas que me había mandado a lo largo de mi vida, y agradecía nunca haber lastimado a Abril, ella con su cuerpo menudo, gafas horripilantes había logrado lo que ninguna mujer de tetas espectaculares o culo magnifico habían logrado, entrar a mi corazón, solo lamentaba haberme dado cuenta tan tarde cuando ya no había nada que hacer, y también lamentaba nunca haber hecho el amor, siempre había sido sexo, jamás hacer el amor, aunque en mi sueño con Abril la había amado, poniendo primero su placer, verla gozar (aunque hubiera sido fantasía), lo había sido todo, con un suspiro reviví aquel vivido sueño, sus mejillas sonrosadas por su orgasmo, la brillantes de su rosado y abultado sexo, sus pequeños senos, era preciosa, magnifica, solo esperaba que no se cruzara con ningún hijo de puta que la hiciera sufrir, esperaba irme al cielo, verla y cuidarla desde allá, aunque con mi historial, dudaba que San Pedro me diera una cordial bienvenida, más bien me recibiría con una patada en el culo. Unas pisadas me hicieron sobresaltarme, por fin venían a terminar el trabajo, hoy moriría, me prepare para hacerle frente a cualquiera de ellos, pero una figura distinta apareció, estaba erguida y no era animal, aunque guardaba ciertas similitudes con un lobo, las garras enormes, el cabello largo, era una hembra, de cuerpo espectacular, como las que ves en los videos de los raperos, trague saliva compulsivamente, esa imagen me aterro más que los lobos, avanzo despacio hacia a mí, el destello de unos colmillos me hiso sudar frio
-¿Quién eres?-
Le pregunte arrimándome contra la fría pared de roca. Una luz apareció en sus manos, tenía una lámpara, y la ilumino dejando ver sus facciones, no era humana, era terrorífica y a la vez hermosa, había algo en su rostro a pesar de estar deformado por los colmillos que me pareció familiar
-¿Quién eres?-
Repetí con la voz entrecortada
-Gerardo-
Esa voz, no podía ser, era imposible
-A…Abril-
Dije entrecerrando los ojos
-Lo siento tanto-
Su voz estaba cargada de arrepentimiento y pena, era ella, esa voz la reconocería en el mismo infierno, ¿pero cómo?
-¿Eres tú?-
Le pregunte estirando una mano como para comprobar que no era una pesadilla
-Lo soy-
-¿pero cómo?, ¿Qué...-
-¿Qué soy?-
Termino ella mi pregunta, yo moví la cabeza afirmativamente mientras me rodeaba el cuerpo con los brazos, como queriéndome proteger
-Soy una espía, fui mandada a conseguir información sobre las gemelas Lalvia y Laldia, los lobos me enviaron, soy una hibrida, mezcla de vampiro y licántropo-
El cerebro me dolió por toda la información que recibía incapaz de procesarla, ella, mi dulce y menuda Abril era una ESPIA
-Me usaste-
No era una pregunta era la confirmación de un hecho
-Si-
Dijo ella y unas lágrimas rodaron por sus mejillas
-Me mentiste-
-Cuanto lo siento, jamás pensé que nosotros…-
-No hay nosotros-
La corte indignado
- jamás hubo nosotros, fue solo una vil mentira, fui solo el medio para conseguir información-
En este momento hubiera aceptado gustoso mil torturas que enterarme de lo que estaba escuchando
-Gerardo por favor entiéndeme-
Abril lloraba, una de sus garras se dirigió a mí, pero yo me aleje, no asustado, si no asqueado
-Si has venido a matarme hazlo rápido-
Le dije con voz neutral, sin ningún tipo de emoción
-No…yo no…yo jamás-
Ella se llevó su horripilante garra a la boca como cubriendo su sorpresa y pesar
-¿A qué has venido entonces?, a reírte de mí, a reírte del estúpido, del imbécil que callo redondito, que se enamoró por primera vez de una perra como tú-
Abril abrió los ojos amarillentos como si hubiera recibido un balazo directo al corazón
-Me lo merezco-
Ambas garras se clavaron en el suelo haciendo pequeños surcos
-Me merezco que me odies, pero no te voy a matar ni dejare que nadie lo haga-
Su cabeza se alzó y por un momento sus ojos fueron de ese verde irreal traslucido, vi en ellos la resolución, el amor, y la resignación a perderme
-¡Están aquí!-
Anuncio alguien desde lejos, Abril movió la cabeza aclarando sus pensamientos
-Tú vienes conmigo-
Me dijo levantándome del suelo con suma facilidad como si solo pesara dos kilos en lugar de 70
-¿Qué pasa?-
Le pregunte tratando de quitarle las manos de encima de mí
-Han venido a rescatarte-
Me quede helado y deje de forcejear, Abril aprovecho mi conmoción y me tomo por la cintura como aun muñeco
-¿Quiénes?-
Le dije a pesar de saber bien quienes habían venido
-Tú vas a vivir, vas a vivir-
Abril llego a la entrada de la cueva, el cielo estaba despejado, las estrellas brillaban en el horizonte y la luna llena coronaba el cielo, el clima era perfecto, ni calor ni frio. A mis costados habían cinco lobos incluyendo al que todos reverenciaban, y más allá cinco figuras, cinco vampiros, mis amigos, venían por mí, a morir por mí
-Noooo...-
Diez pares de ojos amarillo canario nos observaban mostrando los colmillos y enterrando las garras en el suelo, me aferre a mis armas lista para atacar, de pronto de la cueva salió Abril llevando en brazos a un sangrante y maltrecho Gerardo, el alma me salió del cuerpo, ¿Cuánto lo habían torturado?, su aspecto decía que bastante, un rugido salió de mi pecho, lo rescataría a como diera lugar, sin importar que muriera en el intento
-¡BASTARDOS MAL NACIDOS!-
Grite, los ojos De Adiel se clavaron en mi
-Rey Prott-
Fue Adiel el que hablo e hiso una pequeña reverencia, intentaría primero por el método diplomático, estúpido cabron, debíamos atacar, aunque con Gerardo En medio de la línea de fuego cabía la posibilidad que resultara herido así que me contuve
-Una de las sobrinas del rey vampiro por el humano-
El rey era de mayor tamaño que el resto, sus músculos resaltaban a pesar del pelaje tupido. Así que querían hacer un cambio
-Rey creo que ha habido un mal entendido, su enviada…-
Adiel pronuncio la palabra “enviada” con mayor entonación
-Ella nos informó de sus sospechas, pero créame cuando le digo que la hechicera no ha sido buscada por algo que tenga que ver con los de su raza, no queremos romper nuestros lazos con su pueblo mi rey-
Adiel hiso otra reverencia aunque en sus ojos se veía que le jodia como la mierda inclinarse ante el bastardo
-Se las verdaderas intenciones de ustedes, yo quiero a la hechicera para mí-
Todos nos miramos, sabía que no era por ellos que la queríamos, entonces quería usar a la hechicera contra nosotros
-Ustedes vampiros tienen que tener un poco de su propia medicina, tantos siglos bajo su yugo tienen que ser vengados, ahora sabrán lo que es ser esclavo-
Los lobos aullaron a la vez de acuerdo con su rey
-Ahora si no es mucho pedir, por favor que venga Lalvia para hacer el cambio por el humano, luego la podre cambiar a ella por la hechicera, el Rey vampiro no dejara que una de sus sobrinas, la única familia que le queda muera ¿verdad?-
El rey ladro una carcajada, así que esa era el juego, pero ¿por qué me quería exclusivamente a mí?
-Mi querida Lalvia no dejaras que muera en nuestras manos el hombre que amas ¿verdad?-
Mi cerebro se tomó una vacaciones en mi estómago, las náuseas llenaron de saliva mi boca como veneno, como podía saber el
-Rebusque en los recuerdos de mi “enviada” y encontré algo interesante y que no me esperaba, será de gran ayuda, amas al humano así que no lo dejaras morir-
La cabeza me dio vueltas mire a los lados como buscando algo en lo que apoyarme y me encontré con los ojos de todos sobre mí, había sido descubierta, mi maldito corazón expuesto ante todos, Adiel me observaba con intensidad, no quise buscar la mirada de Gerardo ya era suficiente la confirmación de mis sentimientos hacia el con mi cara, como para sumarle la compasión o la sorpresa en los ojos de el
-MALDITOOO…-
Grite mientras avanzaba a toda velocidad con mis dagas en la mano, no pensé en lo que hacía solo actué, el dolor, la humillación me guiaron a la que seguro sería una muerte segura, pero no importaba, solo tenían que morir todos los lobos
-NOOO…-
Gritaron muchas voces tras de mí, sentí pasos veloces, todos corrían, el caos se desato, los lobos saltaron sobre nosotros, las armas brillaron a la luz de la luna, las fauces de los lobos se cerraban sobre los que sea que encontraban a su paso, el rey lobo me esperaba, sabía que iba específicamente por él, y me recibió como era de suponer, luchamos, dagas contra colmillos, rodamos por el suelo, sus dientes triturando mi carne y yo apuñalándolo, pero mis pocos siglos eran una desventaja contra sus muchos siglos de experiencia. El dolor de una mordida en mi cuello me hiso gritar, trate de zafarme pero sacudió la cabeza como un pittbul, me arrancaría la cabeza, abrí los ojos buscando a Gerardo, quería verlo a el antes de morir, que fuera la última imagen que quedara grabada en mis retinas, todos luchaban, un par de lobos habían caído, Abril sostenía con fuerza a Gerardo que se debatía entre sus brazos para correr, un fuerte CRACK, y mis piernas y brazos cayeron al suelo, me había roto la columna vertebral, continuo mordiendo y arrastrándome, rece una plegaria antigua despidiéndome de este mundo, de pronto una luz como la del sol alumbro el lugar, cerré los ojos cegada por la súbita luz, y los dientes en mi cuello me soltaron
-La hechicera-
Murmuro el rey lobo, sus ojos estaban fijos en la figura alta y esbelta que había aparecido en medio de la confusión, tenía una túnica plateada que emitía destellos con la luz lunar, el cabello de un negro profundo y mechones rojos le caían en cascada por los hombros, a pesar de la distancia y mi agonía distinguí unas facciones masculinas pero suaves y delicadas, sonrió revelando los colmillos uno de ellos tenía la punta plateada, quizás con una incrustación de plata, era claramente un macho pero vestía como una hembra, la figura dio pequeños aplausos y brinquitos como una adolecente excitada
-Adorableeeee, una pelea ¿me puedo unir?-
Continuara…