Un encuentro esperado (3)
...la rosada punta recorrió mi boca de un lado al otro, saboreándome, luego bajo por mi mentón y siguió la curvatura de mi mandíbula hasta el cuello, un calor extraño se concentró en mi bajo vientre...
Cinco siglos atrás…
El vendría a verme hoy, solo lo había visto un par de veces desde que mis padres nos habían comprometido, pero no hiso falta más que esa dos veces para que quedara prendada de el, estaba nerviosa, Laldia me arreglaba la falda mientras yo me retorcía los dedos una y otra vez impaciente
-Cálmate, él te va adorar-
Los ojos de Laldia estaban colmados de felicidad
-No lo sé, temo no gustarle-
Le dije con sinceridad
-Lalvia no seas tonta como no vas a gustarle-
Laldia me puso frente al espejo de cuerpo entero y mi reflejo era perfecto, bellos rizos negros colgaban a cada lado de mi rostro, el peinado estaba rematado por una serie de hilos dorados entrelazados en mi cabellera y una pluma de pavo real reposaba en lo alto de todo, mi cuerpo esbelto cubierto por un vaporoso vestido azul con vuelos de encaje, el corsé había sido ajustado para reducir mi cintura unos 10 centímetros ayudando a mis senos a resaltar de una manera provocativa, me sonreí a mí misma, estaba radiante. Alguien llamo a la puerta con educación
-Señoritas, el señor Davon ha llegado-
-Gracias Mery-
Dijo Laldia, mi cara se puso pálida y las rodillas con la consistencia de un flan
-Respira-
Respire
-Sonríe-
Sonreí
-Camina-
Dude unos segundos y camine, Laldia me iba echando agua de rosas mientras salía de mi habitación, jamás las escaleras se me habían hecho tan largas como este día. Abajo parado conversando con mis padres y Rage estaba el, Davon tenía el porte de un rey, sus maneras eran educadas pero no por eso dejaba de ser fiero, todas las miradas voltearon hacia mí, los ojos de Davon brillaron devorándome, se acercó y se dobló haciendo una reverencia mientras tomaba mi mano y la besaba
-Luce encantadora-
Me alago y yo reí tontamente
-A cenar-
Anunció mi padre, Davon me ofreció el brazo para escoltarme a la mesa.
Su olor era como la madera fresca y el cuero curtido, me sentía caminar entre nubes, el vampiro más codiciado de nuestra raza muy pronto seria mi marido. La cena transcurrió veloz, las conversaciones fluían a mi alrededor pero mi atención solo estaba con él, no podía dejar de contemplarlo, sus músculos resaltaban atraves de la ropa, era sublime, su cabello rubio caía en suaves ondas, se veía tan sedoso, aquellos ojos azul eléctrico me pillaron admirándolo, un destello de deseo me atravesó la piel, dándome cosquilleos por todos lados, me ruborice hasta las orejas y el sonrió apenado
-Ha sido una cena estupenda-
Elogio Davon a mi madre, aunque ella solo había supervisado a las criadas y no había agarrado si quiera una cuchara
-por qué no van a dar un paseo por los jardines-
Sugirió mi padre, estuve a punto de pararme en el acto pero me contuve esperando que Davon tome la iniciativa, el asintió y rodeo la mesa hasta llegar a mí, acepte su brazo y salimos del comedor.
-Es una noche esplendida-
Observo Davon mientras cruzábamos el jardín central
-Lo es-
Dije tímidamente
-Pero no es más esplendida que tu-
Aquellos ojos azules me miraron directamente con ese brillo cargado de deseo que me derritió completa
-Vamos al estanque-
Le dije tratando de mitigar mis nervios. El agua estaba calma, los patos que habitaban ahí debían estar durmiendo, solo unos peces rompían la monotonía del lugar, el me soltó y se agacho para recoger una flor, la olio un momento y la miro detenidamente
-Perfecta-
Susurro volteando a mirarme, con cuidado la acercó a mi cabello y la coloco tras de mi oreja, sus dedos rozaron mi mejilla y bajaron por mi cuello, el suave aroma de mi excitación opaco el de la flor, un gruñido bajo reverberó en su pecho
-¿Puedo besarte?-
Me dijo tomándome de los hombros, yo sabía que eso no era correcto, debíamos estar casados, pero su voz profunda era tan convincente
-si-
Le dije, su rostro se iba acercando a mí, los latidos de mi corazón se desbocaron, pero a escasos milímetros de mi boca se detuvo, temí que algo estuviera mal pero de pronto sus labios se abrieron ligeramente para darle paso a su lengua, la rosada punta recorrió mi boca de un lado al otro, saboreándome, luego bajo por mi mentón y siguió la curvatura de mi mandíbula hasta el cuello, un calor extraño se concentró en mi bajo vientre y se propago por mi ser, los temblores de mi cuerpo le hicieron soltarme
-¿Tienes frio?-
Pregunto con una voz melosa, yo negué moviendo la cabeza, no sentía frio, sentía calor, el cuerpo me quemaba por sus besos
-Eres deliciosa-
Su voz era un seductor murmullo, nuestros cuerpos casi se tocaban, podía sentir su cálido aliento sobre mí, con lentitud rozo mis labios con los suyos, era mi primer beso, era perfecto y era con el hombre que amaba
Los días pasaban demasiado lentos, yo ansiaba desde el fondo de mi corazón ser la mujer de Davon, y las cortas visitas que me daba siempre supervisadas por mi madre me eran insuficientes, todos en mi familia estaban encantados con mi cambio, yo que siempre había sido una niña rebelde ahora me comportaba como toda una señorita de sociedad, sabía que mis maneras modosas hacían feliz a Davon, así que guarde bajo llave mis ganas de explorar el mundo.
Ya casi era la media noche hora en que él llegaba a visitarme, siempre puntual, y esta noche era especial me llevaría a un gran baile donde toda la sociedad vampírica se reunía a regodearse de su grandeza, eso a mí no me importaba, aborrecía aquel mundo falso lleno de apariencias, pero al ser el mundo de Davon estaba dispuesta hacer un sacrificio
-Lavi, luces preciosa-
Laldia me miraba de pies a cabeza sonriendo
-gracias-
Le dije acomodando mis guantes de seda
El sonido de campañillas era el aviso que mi amado había llegado, mire a Laldia y ambas corrimos hasta la escalera, ahí estaba Davon, tan guapo como siempre, saludando con un beso en la mano a mi madre y con una reverencia a mi padre, espere el tiempo prudencial para bajar (ósea dos segundos)
-Encantadora como siempre-
Me dijo recibiéndome al pie de la escalera. Me despedí de papá y mamá con un beso en la mejilla y salí a la fría noche, Davon me tomo por el codo y juntos nos desmaterializamos hasta las puertas del castillo donde tendría lugar el baile.
Toda la aristocracia vampírica había acudido, me sentía la mujer más afortunada del mundo, la gente se inclinaba ante nosotros al pasar, sentía que la cara me dolería al terminar la noche por tanto sonreír. La noche era estupenda, luego de algunos bailes, Davon fue con los otros machos a una habitación aparte, a fumar habanos y beber coñac, yo me deleitaba mostrando mi anillo de compromiso con un diamante tan grande como un huevo de paloma, todas me miraban llenas de envidia.
Ya solo faltaban tres horas para el amanecer cuando Davon se reunió conmigo, el lugar estaba casi vacío, mire a Davon llena de alegría, quería agradecerle por haberme traído, pero su mirada no era la misma de siempre, ni tampoco su olor, el coñac apestaba en sus ropas, me tomo por el brazo demasiado fuerte lastimándome
-Davon me lastimas-
Le dije mirándolo, pero el pareció no escucharme porque no aflojo su agarre, casi a empujones me saco del lugar
-¿Davon ha pasado algo?-
Le pregunte sin saber qué hacer. Ya estábamos alejados de la puerta principal y las ultimas parejas se desmaterializaban por los prados cercanos, el me llevo cada vez más cerca al bosque
-Davon por favor que sucede-
El paro de caminar y trate de zafarme pero su mano era una tenaza contra mi brazo
-Crees que no me eh dado cuenta cómo has estado coqueteando-
Sus palabras me dejaron sin aliento, ¿había escuchado bien?, él no podía estar hablando en serio
-Davon de que estas hablando-
Le pregunte con los ojos llenos de lagrimas
-Tu pequeña zorra crees que soy un imbécil con el que puedes jugar-
Su voz profunda se había transformado en un rugido animal. Las lágrimas rodaron sin control por mis mejillas y los escalofríos me hacían doler el cuerpo
-Davon te juro que yo no…
Pero no tuve tiempo de hablar, un fuerte golpe en la cara me desestabilizo haciéndome caer, las manos y el vestido se me mancharon de fango
-No me mientas pequeña zorra mal agradecida-
Davon me miraba colérico, su cuerpo se tambaleo, claramente estaba borracho.
La cara me palpitaba dolorosamente, en los labios pude saborear mi sangre, las lágrimas me nublaron momentáneamente la visión, parpadee un par de veces, una imagen terrorífica se alzaba sobre mí, sus colmillos totalmente alargados brillaban amenazantes, sus ojos azul eléctrico se habían acerado haciéndolos un pozo de maldad, quise huir, desaparecer, pero su cuerpo cayó sobre el mío. Su mandíbula crujió cuando me perforo el cuello, trate de gritar pero un puñete en la boca me callo
-Vas a pagar por tu falta de respeto-
Mi sangre le chorreaba por la boca empapando sus ropas, su aliento quemaba como el aceite hirviendo, sus manos tomaron mi vestido y lo rasgaron por el escote liberando uno de mis senos, él se relamió ante la visión y yo trate inútilmente de cubrirme, un nuevo golpe en la cabeza me hiso caer sobre el suelo, sus manos rasposas recorrieron mis senos apretándolos dolorosamente
-No…no por favor-
Suplique sollozando, cerré mis piernas en un acto reflejo pero el metió una de sus rodillas entre mis muslos, el dolor de la presión me hiso abrirme ante él, una combinación de sus manos y colmillos hicieron girones mi vestido dejándome semi desnuda, temblorosa trate de defenderme pero nuevos golpes caían sobre mí, la sangre se mezclaba con mis lágrimas y el lamia ambas cosas, su lengua bajo por mis pechos hasta que encontró mis pezones, el frio los había puesto rígidos
-Mira la puta como esta excitada-
Quise gritar, pero la voz me fallo, solo un leve quejido salió de mis labios, sus dientes mordieron mis pechos hasta hacerlos sangrar. Su miembro endurecido empujaba contra mi hendidura, aquella fricción me dio náuseas y nuevamente me revolví con fuerza tratando de liberarme, sus manos bajaron por mis costados apretando tan fuerte hasta que se oyó un crack y el respirar fue como tratar de meter vidrios en mis pulmones, me había roto un par de costillas, siguió bajando por mis caderas, hasta que llego a mi centro, intento meter un dedo buscando mi humedad pero estaba seca. Él se rasgó los pantalones impaciente, y oriento su sexo hacia mi entrada, temblé de pies a cabeza tan fuerte que temí que la columna vertebral se me rompiera, su glande presiono con fuerza, mi sequedad y mi virginidad le hacían casi imposible penetrarme, pero no le importó con un golpe seco me penetro, el grito que salió de mis pulmones me rasgo el pecho. Me taladro sin compasión, una y otra vez, el dolor que sentía era impresionante, solo quería que terminara y me dejara ir
-voltéate-
Me ordeno, trate de hacer caso pero mi cuerpo no respondía
-¡EH DICHO QUE TE VOLTEES!-
Rugió, algunas ramas de los arboles más cercanos se rompieron por la onda expansiva de su ira, tomándome del cabello me levanto jalando con toda su fuerza, trate de obedecer pero las piernas eran dos masas de carne inservibles, me acomodo boca abajo contra el lodo y con ambas manos me jalo por las caderas hasta que mi trasero estuvo suspendido en el aire, subió con rapidez mi larga falda y me penetro con rudeza, su pelvis se estrellaba contra mí, apreté los ojos rogando que todo termine, de pronto su sexo se puso flácido, aliviada pensé que todo había terminado, pero él me volvió a jalar de los cabellos arrancándome algunos mechones, me puso de rodillas frente el, a la altura de mi cara tenía su sexo enorme a pesar de estar en rasposo
-CHUPALA-
Exigió aferrándose más fuerte a mi cabello, pero mi boca se rehusaba abrirse por más que se lo ordenaba
-¡CHUPALAAA!-
Despacio mis mandíbulas se separaron, mis labios apenas estaban abiertos cuando me penetro directo hasta la garganta, trate de retroceder asqueada pero su agarre me lo impidió, entraba y salía de mi boca mientras gemía como un poseso, mis lágrimas bañaron su sexo y corrieron por mis pechos. Su miembro se volvió a endurecer y me tiro contra el lodo nuevamente, se abalanzó sobre mí y me tomo por los tobillos separando bien mis piernas, mis ligamentos protestaron, la metió toda destrozándome por dentro, entro y salió innumerables veces, hasta que vi sus ojos apretarse y sus manos se cerraron con fuerza en mis tobillos, uno de ellos se quebró bajo sus dedos, grite por el dolor y el exploto dentro de mí. Riendo se apartó y luego de unos segundos desapareció. Ya solo faltaban minutos para el amanecer, la tentación de quedarme ahí y ser consumida por la luz solar y morir calcinada era demasiado fuerte, pero algo en mi pecho protesto, no podía terminar así, no podía.
Mi aparición en casa había causado revuelo, sangrando por todos lados, solo quería calma, llamaron al médico y este me curo las heridas (al menos las del cuerpo, el alma estaba rota sin remedio), me dejaron descansar en mi habitación, pero el sueño no me dio la paz que esperaba, las pesadillas eran tan vividas como lo había sido la experiencia en sí.
El día paso y yo no pude decir una palabra de lo que había ocurrido pese a las continuas suplicas de mi madre y mi hermana, el anochecer llego y con él una terrible noticia
-Ha llegado una carta de Davon-
Mi madre hablaba murmurando con Laldia pero aun así las pude escuchar
-¿Qué dice?-
Pregunto Laldia llena de angustia, los sollozos de mi madre me hicieron tiritar, ¿Qué podía decir aquella carta?, ¿confesaba su agresión?
-Por dios-
El llanto de mi madre se hiso aún más fuerte y el resto de la familia se reunió
-Que pasa…
Intento preguntar Rage, pero se hiso el silencio, debían estar leyendo aquel papel
-LA DESHONRA-
Grito mi padre, mi hermano rugió, y las mujeres lloraron al mismo tiempo. Nadie entro a mi habitación, nadie vino a jurarme que sería vengada, nadie apareció, solo después de unas horas una perturbada Laldia entro aferrando un papel, ella me miro y no hiso falta que me dijera nada, sus pensamientos me explicaron todo
-Te culpa-
Me dijo con voz temblorosa, yo no tenía más lágrimas que llorar, mire el techo de mi habitación. Algo precioso me había sido arrebatado aquel día, algo que jamás podría recuperar, pero en su lugar había dejado otras cosas, dolor, ira, venganza, furia, solo un pensamiento rondaba por mi mente, “nunca más”
Parados frente a mí estaban Lalvia casi desnuda y aquel extraño de cabello rubio y mechones negros, sus ojos de un color azul eléctrico la observaban con demasiada calma, ella le miro aterrorizada
-No puede ser…
Dijo ella dejando caer la daga que tenía sujeta pero de pronto pareció darse cuenta de algo, todo su miedo se vio transformado en ira
-¿QUIEN MIERDA ERES?-
El departamento tembló, a lo lejos escuche algún vecino gritando temblor
-Adiel-
Respondió el hombre tranquilamente sin alterarse por la vampira histérica que le gritaba enfurecida
-Soy de la guardia real fui enviado para protegerla-
Lalvia abrió los ojos tanto que temí que se le salieran de las cuencas
-PROTEJERME HAS DICHO… ! YO NO NECESITO QUE NINGUN CABRON, HIJO DE SU PUTA MADRE ME PROTEJA! -
No entendía por que Lalvia se ponía tan furiosa, no era como si el tipo viniera a matarla
-Lalvia el solo está cumpliendo con su deber-
Trate de explicarle, pero quien la podía hacer entrar en razón cuando se ponía así
-Humano si quieres conservar la cabeza será mejor ¡QUE CIERRES EL PICO!-
Había algo más aparte de que le jodiera tener aquel soldadito resguardándola, algo que quizás nunca llegaría a saber que era
-siento mucho si mi presencia le desagrada pero como le dije fui enviado por el rey a protegerla y cumpliré con mi deber, le guste o no-
Su voz era tranquila pero autoritaria
-quiero que te largues en este momento, ve a joderle la existencia a mis hermanos pero a mí me dejas en paz-
Dijo Lalvia rechinando los dientes
-Ellos ya están siendo custodiados por mis compañeros, yo fui mandado aquí-
-Me importa una mierda no te quiero en mi casa-
Lalvia dio media vuelta mostrando sus espectaculares nalgas, entro a su habitación y cerró la puerta con fuerza
Las cosas con Lalvia y Adiel no mejoraban ni un poco, él tenía que estar pegado a su trasero siempre y ella explosionaba en sus rabietas, había que reconocer que el vampiro era un santo, jamás respondía a los ataques y cumplía con su deber a pesar de ser amenazado de muerte las 24 horas del día, yo por mi lado me encontraba en un estado depresivo inexplicable, quizás me estaba volviendo viejo o solo era una fase, cualquiera que fuera la razón no pensaba quedarme en casa todo el día escuchando a Lalvia gritar.
Afuera el día era perfecto, cielos despejados y brillante sol, algunas nuevas de los primeros ciclos pasaban a mi lado vistiendo minifaldas y tops miniatura, sonriendo y coqueteando, pero nada, nada de nada, mi ánimo seguía por los suelos y lo peor no quería nada con ninguna de ellas, me puse las gafas de sol y escogí un árbol alejado de la muchedumbre para tirarme bajo su sombra y dormir un poco (dios sabía que con Lalvia estos últimos días era imposible dormir)
-Interrumpo-
Esa voz no la había oído en días, sonreí de oreja a oreja
-Como esta mi mes favorito-
Dije alzando las gafas, ella me observaba divertida mientras se sentaba a mi lado cruzando las piernas, estaba más delgada y algo pálida y a pesar de sus espantosas gafas que le cubrían casi todo el rostro vi unas sombras bajo sus ojos
-¿Estas bien?-
Le pregunte preocupado sentándome derecho, ella pareció dudar unos segundos pero al instante su cara se relajo
-Claro por qué lo preguntas-
-Has perdido peso y te veo algo demacrada-
-Valla, gracias por el cumplido-
Dijo ella tratando de sonar alegre pero no lo consiguió
-Lo siento pero es la verdad-
Abril miro el césped pensativa, definitivamente le pasaba algo
-Cuéntame-
Le pedí
-Digamos que solo son problemas ehmmm…familiares-
Odie verla así, quería escucharla reír como aquel día en el parque de diversiones
-Vamos-
Le dije poniendo de mi pie y sacudiéndome los restos de césped del pantalón
-¿Adonde?-
Me pregunto con extrañeza
-Ya verás-
Ya casi atardecía cuando llegamos al parque de diversiones, había poca gente por ser día de semana, solo unas cuantas parejas caminaban abrazadas disfrutando del fresco de la tarde, caminamos un rato antes de localizar el lugar que quería
-Ahí-
Le dije señalando un stand
-¿Qué es eso?-
Pero no le respondí, la tome de la mano y la lleve más cerca. Un enorme estanque lleno de agua con una pequeña plataforma encima, al costado un circulo para dar en el blanco
-Un boleto-
Le pedí al encargado
-Tú me esperas aquí-
Le dije a Abril mientras iba por las escaleras que me subían a la pequeña plataforma, me senté dejando las piernas en el aire
-¿Qué haces?-
El encargado se le acercó y le dio tres bolas y pude ver que mientras le explicaba lo que tenía que hacer ella su sonrisa se iba ensanchando cada vez mas
-¿Estás seguro?-
Me pregunto aun sonriendo
-Dale, veamos si aquí tu puntería es tan buena como la otra vez-
Le dije retándola cruzando las piernas, ella me miro desafiante y se preparó para tirar
Abril reía tanto que las lágrimas le corrían por las mejillas, yo empapado hasta los calzoncillos caminaba a su lado riendo igual de fuerte
-Tienes una condenada puntería mujer, no pensé que le acertarías las tres veces-
Le dije estrujando mi polo, ella exploto en nuevas carcajadas
-Qué bueno que es verano-
Dijo ella entre risas
-Si fuera invierno ni loco que lo hubiera hecho-
Así hubiera estado nevando igual lo habría hecho con tal de verla reír. Aquella sensación de vacío se había evaporado como por arte de magia, no era tonto y sabía que la razón era Abril, nunca había tenido una amiga, y se sentía tan bien estar con una mujer solo riendo y sin pensar en follarmela
-Gracias-
-¿Por qué?-
Le pregunte sacudiendo el pie
-Tu sabes por qué-
Me dijo con expresión de niña lista
-Na…no me lo agradezcas, ya me hacía falta un baño-
Ya casi estábamos cerca al campus, la noche se había enfriado de repente, una brisa helada soplo en nuestra dirección haciéndome tiritar, Abril estaba callada y toda la alegría de la tarde se había esfumado, ahora la volvía a ver preocupada e inclusive algo triste
-Abril que sucede hay algo en lo que te pueda ayudar-
No soportaba verla así, ella dejo de caminar y se quedó quieta unos segundos, de repente giro demasiado rápido asustándome, se quitó las gafas, dios, sus ojos eran los mismos que en mi sueño, verdes casi traslucidos, hermosos, llenos de lágrimas, se acercó a mí y me beso, mis manos la tomaron por la cintura dispuestas a alejarla pero al tocarla solo pude acercarla mas a mí, la bese con ternura rozándole los labios pero rompió el contacto muy pronto
-Lo siento tanto-
Me dijo alejándose con rapidez
-ABRIL ESPERA-
Grite tratando de alcanzarla, pero era veloz, ya había desaparecido tras uno de los edificios
Camine confuso, aturdido, aquel beso, aun podía sentir su sabor en mis labios, la fragilidad de su menudo cuerpo, suspire tocándome la boca, pero, ¿porque había huido?, bueno en realidad era obvio, yo tenía la peor reputación de la universidad, tenía miedo de caer “en mis redes” y que jugara con ella, nunca había deseado tanto borrar el pasado, pero ¿qué me pasaba?, porque deseaba eso, porque quería ser alguien mejor, alguien merecedor de estar con ella, que cojones me estaba pasando.
Ya estaba cerca de mi edificio cuando escuché un ruido que me erizo la piel, una especie de gruñido, como el de un perro rabioso, busque entre los arbustos al animal, un par de ojos amarillentos me observaban desde las sombras, trate de gritar pero la cosa se abalanzó sobre mi
-NOOOO…
Continuara…