Un encuentro con el diablo...

No es humano, lo sé... pero aún así su pálida piel, sus dulces palabras y su penetrante mirada hacen que pierda la cordura... ¿Qué se siente ser amada por un demonio?

Solo se escuchaba el crepitar de las llamas dentro de la cálida y amplia habitación. La noche era oscura y fría afuera. El viento aullaba.

Me hallaba reclinada sobre el rojo canapé, suave y tibio, como el vino que bebía. Solo estaba pensando y recordando. Un delicado calor me envolvía y el dulce olor de la bebida comenzaba a adormilarme… Las llamas consumían lentamente la fragante madera con su delicioso calor

Ah, belleza, al fin te encuentro

Una voz profunda y sensual, rica y sonora como una campana… Me volví hacia la puerta, de donde provenía el sonido y fue entonces cuando lo vi.

Era hermoso. Increíblemente hermoso… Su piel infinitamente blanca, los verdes ojos, el cabello oscuro y ondulado cayendo delicadamente sobre los hombros, la sonrisa en los labios… Su mirada

No era humano, lo supe al instante. De inmediato sentí la aversión hacia aquel ser casi tan fuertemente como la atracción… Casi

Me levanté aterrorizada del lecho y corrí hacia la pared opuesta "No te me acerques… no lo hagas" Observé su impecable traje, su recta figura, la silenciosa sonrisa, los finos movimientos

  • ¡¿Qué quieres, demonio?!

Silencio. Ligera risa y miradas que se cruzan… Él comenzó a acercarse lentamente. La pared a mis espaldas no me dejaba escapar. Estaba atrapada

-¿Crees que soy un demonio?

Ahora estaba justo frente a mí, se paró y me observó. Tenía la respiración agitada y mi corazón latiendo de prisa se escuchaba en mis oídos como el retumbar de un tambor

Pasó sus delicados dedos por mi mejilla y mi cuello… No pude evitarlo… me estremecí y suspiré; sentí como toda mi piel se erizaba y suspiraba también "Por favor aléjate, vete, debes detenerte…" . La pared me detuvo, no podía moverme

-No eres más que un demonio atrapado en el cuerpo de un ángel… - Susurré

Lo miré fijamente a los ojos, con desprecio. Sus ojos reflejaban la luz de las llamas, su cuerpo despedía un aroma fragante y embriagador, su deliciosa sonrisa me envolvía "¿Por qué me torturas, demonio?"

-Ah, pero yo no te torturo, hermosa…, Tú te torturas sola

Acercó sus labios a mi oído y pude sentir su cálido y dulce aliento rozando mi piel en un susurro:

-Sabes bien lo que deseas

Cerré mis ojos y traté de no pensar en nada, él sabía lo que pensaba. Se acercó aún más a mí, de manera que quedé totalmente pegada a la pared. Sentía su pecho contra el mío, su respiración pausada… Ahora una de sus manos estaba apoyada en el muro, mientras que la otra acariciaba suavemente mis labios, mis párpados

-Por favor detente… Aléjate de mí

Abrí mis ojos y lo miré… Su mano se deslizó lentamente por mi cuello, acariciándolo… Luego pasó su pulgar por mis labios y delineó con sus dedos mis mejillas primero; bajó por mi cuello nuevamente y llegó hasta mis hombros, donde hizo lo mismo "Gritaré de agonía si te detienes"

Sus hermosos ojos brillaban, resplandecían… Él lanzó un pequeño suspiro, tomó mi cabeza entre sus manos, y de repente, unió sus labios con los míos en un beso cálido y húmedo y suave… Me resistí y traté inútilmente de apartarlo de mí, pero él me tomó con más fuerza del cuello y la espalda… Y fue entonces cuando me abandoné entre sus brazos y no intenté resistirme más… Ahora era la carne la que instruía a la mente

Sentía sus suaves y dulces labios rozando los míos, envolviéndolos y saboreándolos lenta y delicadamente… Introdujo su lengua en mi boca con elegancia y destreza, moviéndola por mis labios húmedos con calma, sin ninguna prisa

Mientras tanto, una intrépida mano se deslizó furtivamente por mi espalda y desató una a una las delicadas cintas del vestido que resguardaba mi cuerpo… Lo hizo resueltamente, sin dudarlo, y en poco tiempo, la prenda se deslizó suavemente y cayó al piso, emitiendo un leve crujido

Me hallaba desnuda frente a él. Toda mi piel estaba excitada y alerta a lo que pudiera suceder… Sentía mi sangre hirviente correr por mis venas en un torrente desesperado y sonoro… Estaba agitada; embriagada de sensaciones, debilitada por esa cálida excitación, por esa deliciosa sensualidad

-Ah, muñeca!… Eres tan hermosa y frágil

No podía sostenerme en pie, mis rodillas se doblaban y estaba a punto de desplomarme, pues la debilidad se había apoderado inevitablemente de cada uno de mis miembros

Entonces, él me tomó entre sus brazos y me alzó con una facilidad y una delicadeza increíbles, como si mi cuerpo fuera una frágil y delicada porcelana… Me tomó y luego me depositó suavemente sobre la amplia alfombra, al lado del fuego… Sentía que el tiempo se había detenido, los segundos corrían lenta y perezosamente, como si quisieran estar atentos a lo que sucedía, testigos silenciosos e inescrutables del ferviente y diabólico acto

Percibía el calor del fuego a un costado de mi cuerpo, el suave chisporroteo de las llamas… Él se arrodilló a mi lado en un movimiento casi imperceptible, y luego se reclinó sobre mí. Me observó… Acarició mi cabello y sonrió deliciosamente

-Te amo, hermosa

"¿Por qué lo haces?… No puedo hacer que te detengas…"

Entonces, me estremecí cuando sentí que su mano acariciaba uno de mis pechos, muy suave y tiernamente… Un pequeño y tímido gemido se escapó de mis labios ante el placer que recorría mi cuerpo

Con un esfuerzo casi sobrehumano, conseguí levantar mi brazo para acariciar su rostro y su cabello… Él cerró los ojos y suspiró… Entonces, logré levantar mi otro brazo y lo despojé lentamente de su elegante abrigo; quería sentir su piel, olerla, saborearla

Él parecía darse cuenta de mi debilidad, porque con un rápido movimiento se despojó de su camisa, dejando su blanco torso al descubierto

Pasé mis manos por sus hombros y su pecho, sorprendiéndome al notar que era suave y frío y duro como el pecho de una estatua de mármol… Me acerqué muy lentamente a él, y besé su hombro con mis labios húmedos y calientes; recorrí su cuello con mi lengua, y subí hasta su rostro… Él me sostuvo en sus brazos… No lo resistí más, y besé sus labios salvajemente; frenética, introduje mi lengua en su boca, como si aquella exquisita cavidad fuera la redención a mis pecados; como si su saliva fuera un precioso elixir que no se puede dejar de beber

De repente, mis labios rozaron uno de sus afilados colmillos, y percibí como la sangre empezó a brotar en tímidas gotas primero, para luego caer en un torrente desenfrenado dentro de su boca… Esto lo excitó más de lo que alcanzara a imaginar... Sentí como se estremecía su cuerpo y se arqueaba su espalda; sentía su respiración agitada y su corazón golpeando en su pecho; los roncos gemidos y gruñidos que salían de su garganta… Me atrajo hacia si con fuerza y me estrechó violentamente, inmovilizándome, mientras bebía cada gota de la sangre que caía de la pequeña incisión en mi labio inferior

Me estrechó aún más en sus brazos cuando me dio un beso mucho más profundo y salvaje… El dolor punzante que sentía en los labios, no era nada comparado con el placer que me produjo la sensación de estar aferrada a aquel ser, de saber que estaba haciendo el amor con el maldito demonio

Cuando finalmente me apartó de si, pude ver una pequeña gota de sangre asomando por la comisura de sus lujuriosos labios… Sonriendo, me depositó nuevamente en la alfombra mientras murmuraba unas suaves palabras

-¡Ah, dulzura!, mi dulce y delicada muñeca

Noté como mi cuerpo y mi mente se abrían lentamente ante él, como el capullo de una flor adormilada se abre ante el cálido sol del alba… Él se acomodó rápidamente sobre mí, dejándome inmóvil bajo su propio peso; las fuerzas me abandonaron por completo y solo podía sentir el ardiente deseo que consumía mis entrañas, que me quemaba por dentro con sus llamas infernales

Besó mis labios y mi rostro en movimientos lentos, sensuales y tibios, se deslizó lentamente por mi cuello y llegó hasta mis pechos, en donde se detuvo un momento para tomarlos suavemente con su boca húmeda, saboreándolos delicadamente con su hábil lengua, para luego volver a subir hasta mi cuello y mi rostro, mientras que una mano se deslizaba sutilmente por mi abdomen y llegaba hasta la húmeda cavidad de la entrepierna, para juguetear allí con sus finos y largos dedos exquisitos… Se movía con destreza y delicadeza, acompasándose al leve movimiento de vaivén rítmico de mis caderas… Unos roncos e inevitables gemidos se escapaban de mi garganta, y mi cuerpo se tensaba y se arqueaba finamente como la cuerda de un arpa manipulada por el más diestro de los músicos. Sentía que estaba muy cerca de llegar al clímax, mi cuerpo vibraba de un placer que se hacía cada vez más intenso a medida que sus dedos se deslizaban cada vez más ágil y rítmicamente en mi interior… era una agonía exquisita "Oh, no pares por favor… seré tuya para siempre"

Él sonreía y observaba maravillado con sus brillantes y sagaces ojos, como si pudiera leer mis pensamientos, cual felino cazador a punto de abalanzarse sobre su acorralada presa

-Ahora serás mía, mi bella flor… Mía para siempre

Entonces detuvo de repente el exquisito movimiento de su mano… Creí morir de agonía "¡oh Dios, no puedo soportarlo!" Un gemido, un disconforme lamento se escapó de mi garganta sin que pudiera evitarlo… Él sonrió y fue entonces cuando su cabeza se hundió con rapidez en mi cuello y un instante después sentí la paralizante punzada de dolor que recorrió mi cuerpo en el momento en que los afilados colmillos se hundieron en la carne y se abrieron paso a través de ella. Pero el dolor fue casi inmediatamente reemplazado por el placer… ¡oh, el placer! Sentí como todo mi cuerpo tembló y se convulsionó en magníficas oleadas de creciente y debilitante voluptuosidad cuando la sangre empezó a salir a borbotones hacia su boca anhelante y desesperada… Quién hubiera dicho que dejarse beber por un demonio fuera una experiencia tan lujuriosa… sentía que estaba cometiendo el mayor de los pecados pero no me importaba… ¡Oh, cómo lo adoraba!... Fue tal vez por este pensamiento que forcejeé un poco e intenté liberarme, pero fue completamente inútil

-No tengas miedo, preciosa… - Oí que murmuraba con un casi imperceptible sonido, mientras bebía implacablemente de mí

Comencé a sentir la inquietante debilidad fría y vacía que empezó a envolverme rápidamente. La habitación era ahora una oscura mancha borrosa. Mis párpados se cerraban y mi cabeza cayó pesadamente hacia atrás sobre la alfombra, mientras él continuaba succionando la preciosa vida que aún quedaba en mí

"Muero"… - pensé – Y recordé, extrañamente, la ocasión en que, siendo niña, una agresiva espina del tallo de una rosa roja me pinchó el dedo cuando me hallaba recogiendo flores en el jardín para mi madre… Una gota de oscura sangre brotó entonces de mi dedo y se deslizó como una lagrima por la delicada manita infantil, dejando un surco escarlata a su paso

-Nunca debes herir el orgullo de una rosa- Me dijo mi madre, que me observaba atenta… - Las rosas, aunque hermosas y nobles en muchas ocasiones, pueden llegar a ser crueles e impredecibles en otras, si así lo quieren

Él había dejado de beber y me observaba apaciblemente… Lo miré, y entonces pensé que el era como una rosa… Una cruel y hermosa rosa

-No me dejes morir… - Le dije, con una ronca e implorante súplica de agonía… - Por favor… - La voz se extinguió en mi garganta antes de que lograra salir al exterior. Comenzaba a sentir el terrible frío que subía por mis dedos y mis manos, extendiéndose lentamente por mi cuerpo como el cruel invierno se extiende por la tierra cuando llega su momento… Supe que estaba muriendo

Tomó mi cabeza entre sus manos y la alzó levemente para mirarme directamente a los ojos y contemplar mi rostro agonizante… Fue cuando sentí que sus labios calientes besaron los míos, abriendo mi boca con su lengua, y depositando en mí, unas pocas gotas de sangre que brotaron de ella… La sangre que minutos antes me había arrebatado sin ninguna vergüenza, y que ahora me devolvía mezclada con la suya

Abrí mi boca y, ávidamente, bebí la sangre dulce como un néctar que brotaba de su lengua, cual abeja embriagada en el seno de una flor… Lentamente sentí como la vida volvía a mis miembros y la calidez se extendía por todo mi cuerpo como un rayo de sol.

Me hubiera quedado bebiendo de él eternamente, pero un segundo después, se apartó bruscamente de mi, alegando que ya era suficiente, dejándome totalmente extasiada en el piso, con el sabor de su sangre todavía en mi boca. La vida había vuelto a mi cuerpo, y me hallaba acalorada y anhelante… Lentamente logré incorporarme y ponerme en pie. Giré mi cabeza para verlo… Estaba cómodamente sentado en un sillón, mirándome con sus ojos de felino… Noté que se había vestido y que me sonreía satisfecho, como si nada hubiera pasado… Eso me enfureció.

  • ¡Maldito seas! - Grité fuera de mi - ¡Maldito demonio!... ¡¿Por qué no lo haces?!... ¡Hazlo de una vez, maldita sea!...

Las lágrimas se agolparon en mis ojos y comencé a llorar descontroladamente, mientras vociferaba como una poseída… Él me miraba, al parecer asombrado. Lentamente se acercó a mí y me rodeó con sus brazos, estrechándome fuertemente contra su pecho. Yo lloraba desconsolada, apoyando mi cabeza en su hombro, mojando su abrigo con mis lágrimas… Nunca me había sentido tan desdichada y tan feliz al mismo tiempo… Sentí que acariciaba mi pelo dulcemente, y que besaba mi cabeza con ternura; luego, se apartó un poco y levantó mi barbilla con sus finos dedos… sus ojos reflejaban una tristeza infinita

  • Nunca podría convertirte en lo que yo soy, mi dulce niña… No podría jamás arrebatarte tu preciosa vida para darte otra de sufrimiento eterno… Jamás me perdonaría si lo hiciera

Observé como sonreía tristemente y como, en un movimiento, se apartaba de mi y se dirigía hacia la puerta.

  • ¿Te veré alguna vez? – Le pregunté con un nudo en mi garganta.

  • No lo sé… Tal vez… Solo puedo decirte que yo siempre estaré entre las sombras, princesa, observándote y cuidándote… Seré tu ángel… tu ángel caído.

Sonrió deliciosamente, y me lanzó un beso con sus dedos, inclinó levemente su cabeza y sin más, desapareció. Yo nunca volvería a ser la misma, lo sabía… Sabía que era un demonio, un ser maldito, pero aún así, lo amaba, lo deseaba con todas mis fuerzas.

  • Regresa… - susurré

El crepitar del fuego que aún ardía en la chimenea fue mi única respuesta… se había ido.