Un encuentro aforunado
Una belleza de cabello oscuro caminaba por el bar dejando sin aliento a los hombres y sin autoestima a las mujeres, la mujer se sentó en la esquina más alejada del bar y miro alrededor como buscando a alguien, sus ojos fijaron una dirección y su dedo extendido señalo a la barra e hiso que todos voltearan a ver, Gerardo se señaló el pecho y la morena negó, luego me señalo y la morena asintió, con una sonrisa de oreja a oreja me hablo al oído -Te llaman-
-Despierta hombre, que otra vez estas babeándote encima-
Las palabras de Gerardo me sacaron de mi estupidez, no lo podía evitar, al otro lado de la barra Mery estaba sentada bebiendo unas copas con sus amigas, desde que la había visto por primera vez me había cautivado y ahora después de dos años de estar en la misma universidad y llevar prácticamente casi los mismos cursos aun no me había animado hablarle, era preciosa con su cara redonda, piel blanca y sedosa, cabello rojizo, era la mujer perfecta para mí, su cuerpo (a pesar de lo que decía Gerardo) era armonioso, sus suaves formas la hacían exquisita y yo vivía enamorado de ella, con un suspiro de resignación bebí de un solo trago hasta la última gota de mi cerveza
-Cuando le piensas hablar si se puede saber-
Esa misma pregunta me hacia todos los días, lo había intentado pero siempre me congelaba y no lo lograba, a pesar que Gerardo me llenaba de consejos (y él era todo un casanova, ya se había tirado a media universidad) el miedo al rechazo o a equivocarme me hacían replegarme
-Ah…tú sabes que es complicado-
-Complicado y una mierda, no tienes los huevos hombre, despabílate, va a venir algún imbécil y te la va a ganar-
El tenía razón y justo se acercaba a ella un imbécil, que ya venía desde algunas semanas atras tratando de conquistarla, Gerardo me lanzo una mirada de “te lo dije”, era un caso perdido, me graduaría de la universidad siendo un imbécil, Gerardo apuro los últimos tragos de su cerveza y se fue a uno de los apartados del bar, desde hacia una hora una rubia despampanante lo miraba mientras cruzaba y descruzaba las piernas una clara invitación a que mirara entre ellas o mejor dicho se metiera entre ellas, luego de despedirse con un guiño se dirigió a su próxima víctima, esa mecánica ya me la conocía de memoria y no tenía ganas de presenciar otro de sus triunfos y que me lo refregara en la cara, algo ebrio salí del bar sin mirar al grupo de Mery aunque su risita de niña inocente me aviso que la estaba pasando de maravilla, mierda . Afuera el aire estaba fresco, los días de invierno se hacían cada vez más calurosos el verano estaba cerca, el cielo despejado dejaba ver una luna perfectamente redonda y brillante, no tenía ganas de llegar pronto a casa, así que camine por el campus, eran las 3 de la mañana y todo estaba desierto solo me cruzaba de vez en cuando con alguna parejita arrimada alguno de los enormes árboles, Gerardo ya estaría tomando el taxi camino al departamento que compartíamos, esta noche habría fiesta (al menos para el), no me apetecía escuchar gemidos y gritos de placer que me recordaran mi patética vida sexual, sin rumbo fijo camine hasta que llegue a la fuente de la pequeña plazuela principal donde el alumnado se reunía para hacer manifestaciones o alguna otra estupidez como esa, el agua corría y el sonido era relajante, me senté al borde con cuidado de no caerme dentro y disfrute de la soledad y el silencio, pero alguien más estaba ahí lo pude sentir, mire a los lados pero no, no había nadie, quizás estaba más ebrio de lo que pensaba, ebrio y paranoico, cerré los ojos y me volví a concentrar en el suave sonido del agua cayendo tras de mi
-Disfrutando de la noche-
Abrí los ojos con brusquedad y una muchacha estaba a escasos metros de mi sentada en la fuente
-no te vi…-
Logre articular, el corazón me latía con fuerza, ella sonrió como apenada por haberme asustado
-no fue mi intención asustarte-
-descuida-
No podía verla bien, estaba bajo la sombra de uno de los enormes árboles que rodeaban la plazuela, pero si podía oler un intenso aroma a canela, como galletas recién horneadas, algo dulce y floral a la ves
-Me llamo Laldia-
Que nombre más raro pensé, y su acento era también extraño era de suponer solo por su nombre que era extranjera
-Eduardo-
Le extendí la mano pero ella no la rechazo simplemente miro al cielo
-Adoro la luna llena, ¿tú no?-
A pesar de que sus palabras eran inocentes había algo sensual en la forma como las decía
-ehmmm…Si…me gusta-
Ella sonrió ligeramente, era obvio que sabía el impacto que causaba, se paró de donde estaba y salió de las sombras, por unos instantes me quede sin respiración, era guapísima, toda una visión de perfección, su cuello largo sostenía una cabeza de cabellera larga y morena que caía hasta la mitad de la espalda en ligeras ondas, su cara tenia rasgos delicados, la boca voluptuosa como si estuviera dando un beso siempre, los pómulos altos , los ojos eran grandes y brillantes demasiado brillantes para la poca luz, de un color violeta imposible, tenían que ser lentes de contacto, y su figura podía ser la envidia de cualquier modelo de trajes de baño, la piel pálida brillaba ante la luz de la luna, por dios , trate de respirar con normalidad pero un ligero gemido broto de mi garganta, ella sonrió una vez más, no había seducción en la mueca pero aun así me erizo la piel y la verga presento armas, tratando de disimular el crecimiento de mi miembro me pare algo ruborizado
-Estudias aquí-
Era una pregunta estúpida, claro que estudiaba ahí, sino porque estaría a esas horas por el campus
-uhmmm…si se podría decir que estudio aquí-
Esa voz, eran campanillas repiqueteando por mi cuerpo, el nerviosismo de estar ante una mujer de aquel calibre me seco el cerebro y me dejo sin tema de conversación, tenía que decir algo audaz, algo brillante, algo inteligente
-tienes frio-
Como dije tenía el cerebro seco, ella me observo unos segundos como estudiándome, esos ojos violetas eran como rayos x, me atravesaban el alma
-no tengo frio-
Contesto finalmente aun mirándome, su escrutinio me puso nervioso, y como siempre que estoy nervioso tarareo alguna canción así lo hice, no lo podía evitar, era mi cerebro tratando de huir de la realidad
-te gusta cantar-
-no particularmente-
Pero aun así continúe tarareando…el himno nacional!! dios bendito abre la tierra y que me trague, era inútil, sería mejor que me despidiera antes de seguir avergonzándome a mí mismo
-Ha sido un placer Laldia-
Con las manos en los bolsillos me di media vuelta
-¿Ya te vas?-
Su tono era de ¿decepción?, no podía serlo, o era el hombre más afortunado de la tierra, o en su país la idiotez era algo lindo
-Bueno yo….
Pero antes de que pudiera inventar una excusa me tomo de la mano y empezó a caminar mientras me arrastraba con ella
-¿A dónde vamos?-
-Acaso importa-
Nop, la verdad no importaba, con ella me habría ido hasta el infierno mismo si me lo pedía, pero no llegamos tan lejos solo avanzamos hasta las rejas que circundaban la piscina, ella trepo ágilmente por la alambrada y callo al otro lado como un felino
-¿Qué haces?-
Mi voz sonó alarmada y mire a los costados en busca de algún guardia que nos botara a patadas pero nadie apareció
-Ven, el agua es deliciosa a esta hora-
Me quede parado sopesando mis opciones, podía ir con ella y “tratar” de conversar un poco más, quizás conseguir su teléfono, no su teléfono era demasiado, quizás su correo electrónico, o podía irme a mi casa como buen niño y no romper las reglas del campus, la segunda idea me sonó más sensata, al menos hasta que la vi que se iba quitando las capas de ropa y quedaba solo en ropa interior, con una fuerza salida probablemente de mi polla erecta trepe la reja y caí como una bolsa de basura al otro lado, me pare al instante rogando por que no hubiera visto mi caída, pero ella ya estaba sumergida en el agua, camine despacio hasta la orilla, a pesar de la poca iluminación podía ver su ágil cuerpo nadando como una sirena, yo no era un muy buen nadador y tampoco tenía un cuerpo perfecto, así que solo me saque los zapatos y metí los pies en el agua
-¿No vas a entrar?-
Su hermosa cara salió a la superficie a solo unos centímetros de donde estaba, el agua la hacía brillar, era un ángel
-No traigo ropa de baño-
Sonaba como una mariquita pero que más podía decirle
-Yo tampoco-
Ella me guiño un ojo y luego se volvió a sumergir, Jesús quien era esa criatura, mire a los costados en busca de algún guardia, era raro no había nadie, pero siempre había vigilancia, trate de relajarme, una brisa helada recorrió el lugar haciéndome tiritar
-¿tienes frio?-
Me sobresalte al escucharla tras de mí, no la había visto salir del agua ni había escuchado sus pasos, estaba solo a un metro encorvada y sus pechos a la altura de mi cara, los pezones resaltaban bajo el encaje negro de su sostén, voltee la cabeza al instante
-Un poco-
Me abrase a mí mismo para darme calor y tratar de ocultar la terrible erección que se abultaba en mis pantalones
-Ven-
Una vez más me vi arrastrado por ella, me cogió de la mano y me guio al interior del edificio donde se cambiaban los nadadores
-Alguien nos va a ver-
Mi voz llena de histeria la hiso sonreír de oreja a oreja, sus blancos dientes lanzaron destellos, curioso, tenia los caninos ligeramente sobresalidos, pero no eran un defecto, aun así no deformaban su bellos labios
-No hay nadie confía en mi-
La oscuridad del lugar no me dejaba ver nada más allá de mi nariz pero ella se ubicaba muy bien, se notaba que no era la primera vez que venía por aquí, encendió una luz y palidecí alguien podía ver que había gente
-Nadie nos va a ver-
Dijo como leyendo mis pensamientos, ella camino hasta un estante lleno de toallas cogió una y me la lanzo, luego tomo otra y se empezó a secar, las gotas de agua corrían por su pecho, como quisiera ser una de ellas, me quede embobado observándola mientras masajeaba su cuerpo secándose la humedad, ella levanto los ojos y me sonrió cálidamente, pude sentir el calor en mis mejillas, mire a otro lado para darle privacidad, pero al instante ella estaba a unos centímetros de mi cara, retrocedí sorprendido
-No te asustes-
Su voz era solo un susurro, una de sus manos se deslizo por mi pecho, y la otra me acaricio la mejilla, sus ojos eran expectantes, sabía que tenía que hacer algo pero mis brazos permanecieron laxos a los costados de mi cuerpo, como adivinando mi falta de coraje, se acercó mas hasta que nuestros labios se tocaron, su olor era aún más exquisito de cerca, sus labios eran suaves y mullidos, húmedos por el agua, sus caderas tocaron mi pelvis y trate de retroceder por temor a que sintiera aquel bulto, pero ella se pegó más a mi ondeando sus caderas, un temblor me recorrió la espina dorsal, mis manos funcionaron y la tomaron de la cintura atrayéndola mas a mi cuerpo, ella gimió y mi cabeza se desconectó dándole luz verde a la otra cabeza, esa pensaba mejor en estas situaciones, el beso se intensifico, mi lengua abrió sus labios y la invadieron, su lengua encontró la mía y la acaricio, Jesús era magnifico besarla, ella se abrazó a mi cuello y mis manos vagaron por su espalda, su cintura y sus caderas, mi polla rabiaba por salir, y ella sin consideración ondulo sus caderas con fuerza contra la erección latente, un gemido se escapó de mis labios , sin darme cuenta me llevo con ella hasta una de las amplias bancas, nos dejamos caer despacio, sus piernas se abrieron y mi cuerpo se acomodó entre ellas, se arqueo haciendo que los pechos saltaran a mi rostro, sin pensarlo los tome con ambas manos haciendo círculos, ella gemía y se arqueaba más, era el paraíso, saque los senos de su encierro de encaje negro y pude ver los pezones sonrosados totalmente erectos, mis labios salieron disparos a besarlos, lamerlos, chuparlos y mordisquearlos, ella sonreía entre los gemidos que daba extasiada, sus manos se clavaron en mi espalda pero el dolor no importaba, ella se empezó a frotar con más fuerza contra mí, si seguía así me iba a correr como un tarado, ella pareció darse cuenta de mi apuro, con una rapidez que me sobresalto me empujo suavemente y se paró, agitado y tembloroso temí haber metido la pata, ya estaba a punto de disculparme cuando con un movimiento rápido se quitó toda la ropa, mierda, estaba totalmente depilada, ni un bello se asomaba por su rajita diminuta, dios moría por lamerla hasta verla correrse en mi boca, ella adivino mis deseos, con suavidad se volvió a recostar en la banca y abrió las piernas, su olor era mucho más intenso en su sexo, me golpeo los sentidos como una bofetada
-bésame-
Claramente no pedía que le bese la boca, me arrodille frente a ella y aspire el embriagador aroma, la cabeza me dio vueltas, pero no perdí tiempo en mareos, mis labios entraron en contacto con la suavidad de su carne, ella gimió y se contorsiono tirando la cabeza para atrás, la punta de mi lengua recorrió su humedad, el sabor era aún mejor que el olor, como un sediento bebí de ella, lamiendo como un loco, nada sería desperdiciado, su pepita hinchada temblaba, la succione con cuidado, Laldia tembló con fuerza, puse una mano sobre su vientre y la otra en su culo para evitar que sus espasmos alejaran su sexo de mis labios, podía haberme quedado así para siempre, saboreándola
-Me corro-
Anuncio entre quejidos, moví mi lengua con más velocidad sobre su centro, quería que su orgasmo fuera brutal, acerqué un dedo a su agujerito pero no lo metí del todo solo lo deje en la entrada y eso la hiso explotar, se cubrió la boca con la mano para callar sus gritos, mi lengua se llenó de sus jugos, sus contracciones absorbían mi dedo, poco a poco sus temblores cesaron y su cuerpo se relajó, el éxtasis la hacía verse aún más hermosa, quería besarla otra vez, darle gracias por haberme dejado darle placer
-Entra en mí-
Su petición me rasgo como un azote, el dolor palpitante de mi miembro se alegró al oír esas palabras, pero no podía tomarla, no así, ella se merecía algo más, aunque no la conocía, no podía ser así, reuní toda mi fuerza de voluntad y me pare, tome la toalla del suelo y se la di para que se cubriera, sus ojos me observaron sorprendidos
-No me deseas-
Como podía pensar eso, si lo único en lo que podía pensar era en estar dentro de ella y bombearla hasta quedar exhausto
-No así-
Fue lo único que me salió, no sabía cómo explicarle que la respetaba a pesar de conocerla hacia una hora, como podía hacerle entender que me había hecho el hombre más feliz de esta tierra con solo dejarme besarla entre las piernas, no podía, y tampoco lo intentaría, ella sonrió no con compasión o burla, parecía estar agradecida
-Ya no quedan hombres como tú-
Se cubrió con la toalla y me dio un beso fugas en la mejilla antes de desaparecer por la puerta, me quede petrificado, pero mi cerebro se volvió a enchufar, no tenía su número y quería volver a verla, Salí corriendo tras ella pero no estaba, ni tampoco sus ropas
Ya habían pasado dos días desde aquella noche con Laldia, aún tenía su perfume en mi cerebro y la belleza de su cuerpo en mis retinas, por alguna extraña razón no le había contado a Gerardo sobre ella, pero el sí conto con lujo de detalles lo de aquella rubia, a veces pensaba que solo había sido un sueño, aunque tanta imaginación no tenia, Gerardo sospechaba que tenía algo pero lo atribuyo a Mery, era viernes por la noche y el bar estaba lleno, Mery con sus amigas en el otro extremo de la barra y nosotros en nuestro lugar de siempre, ya iba por la segunda botella cuando Gerardo me codeo con fuerza y la botella peligro en mi mano
-que mierda….
Una belleza de cabello oscuro caminaba por el bar dejando sin aliento a los hombres y sin autoestima a las mujeres, la mujer se sentó en la esquina más alejada del bar y miro alrededor como buscando a alguien, sus ojos fijaron una dirección y su dedo extendido señalo a la barra e hiso que todos voltearan a ver, Gerardo se señaló el pecho y la morena negó, luego me señalo y la morena asintió, con una sonrisa de oreja a oreja me hablo al oído
-Te llaman-
Continuara…